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Tema: La Virgen María, defendida por obispos españoles en el Concilio

  1. #1
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    La Virgen María, defendida por obispos españoles en el Concilio

    La Virgen María, defendida por los obispos españoles frente a los antimarianos en el Concilio Vaticano II

    JAVIER NAVASCUÉS- 12 JUNIO 2020





    La devoción a la Virgen María fue llevada a debate en el Concilio Vaticano II y fue una de las principales piedras de toque del enfrentamiento entre los padres conciliares de línea más tradicional y los progresistas. El primer punto esencial sobre la devoción mariana se debatió en el año 1963. El punto principal en ese momento era si la Virgen María y la devoción hacia María debía constituir un esquema del Concilio, dedicado exclusivamente a Ella o bien si debía ser meramente un capítulo en el esquema dedicado a la Iglesia. Los obispos de línea tradicional defendían que la Santísima Virgen tuviera un esquema propio en el Concilio para realzar la devoción a María como un concepto fundamental de la fe católica.

    En cambio los obispos y teólogos progresistas, encabezados por los obispos del Norte de Europa, sobretodo alemanes y de otras partes del mundo, querían que María fuese solo un capítulo del esquema de la Iglesia. Además estaban en contra del otro gran tema sobre la Virgen que se trataría en el Concilio, la Corredención. Estaban en contra realmente de la devoción a María, por considerarla un gran obstáculo en el ecumenismo con los protestantes. En teoría defendían todos los dogmas de María, pero en la práctica querían minimizar al máximo su devoción, del tal manera que fueron conocidos en la prensa como los antimarianos.

    Hay que decir que María tuvo importantes defensores en el Concilio como el Padre Carlo Balic, nacido en Croacia y que fue un gran impulsor de la devoción a María, mediante congresos y ediciones de libros que ensalzaban a la Virgen como corredentora en la línea tradicional de la Iglesia. El Padre Yves Congar, que era uno de los más destacados progresistas del Concilio, llamaba en privado a Balic charlatán de feria y vendedor ambulante. Otros obispos progresistas llamaban a los devotos de María, en privado, espíritus medievales y enfermos psíquicos.

    Es un honor y un orgullo para la Iglesia en España, que los prelados españoles estuviesen a la altura de las circunstancias y defendiesen el honor de María con fuerza en la línea de la Tradición de la Iglesia y del arraigo mariano de España, que San Juan Pablo II definiría como Tierra de María.

    El Cardenal Arriba y Castro, arzobispo de Tarragona, tomando la palabra en nombre de 60 obispos españoles declaró públicamente que era necesario aprobar un esquema propio sobre la Virgen María. Desgraciadamente la votación final reflejó una ajustada mayoría progresista y por 1114 votos a favor y 1074 en contra, se desestimó que María tuviera su esquema propio en el Concilio.

    Como hemos dicho, el otro gran tema relacionado con María fue la Corredención y su papel como Mediadora, en donde se reprodujo un año más tarde en 1964 el enfrentamiento en relación con la Virgen María. En defensa de las atribuciones de la Santísima Virgen intervinieron enérgicamente dos obispos españoles: Monseñor Hervás y Benet, obispo de Ciudad Real y Monseñor García de Castro, obispo de Granada, que en nombre de los 80 obispos de España, defendieron con contundencia que no se rebajara la devoción a María ni sus excelsas atribuciones. Los obispos progresistas, entre ellos el portavoz de los 90 obispos de lengua alemana, el Cardenal Döpfner, exigieron la supresión de la expresión María mediadora.

    Finalmente se alcanzó un precario compromiso entre los obispos progresistas y los tradicionales y se elaboró un documento conjunto bajo el título La Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, en el Misterio de Cristo y de la Iglesia. En el artículo 62 del documento aparecía la frase “La Bienaventurada Virgen María es invocada por la Iglesia bajo los títulos de Abogada, Auxiliadora y Mediadora, que nada quitan ni ponen a la dignidad y eficacia del único Mediador que es Cristo”.Los progresistas no pudieron evitar que apareciera la palabra Mediadora, pero consiguieron que no se explicara en que consistía esa mediación y que no se hiciera referencia a la participación activa de la Virgen en la Redención de la Humanidad. Y al recalcar en la última frase que el único Mediador efectivo es Cristo consiguieron que el termino Mediadora apareciese únicamente como un reconocimiento a la devoción popular, pero no como un dogma. La mediación de María no fue, por tanto, completamente ignorada, pero no fue solemnemente proclamada como dogma, tal y como muchos padres conciliares querían.




    https://elcorreodeespana.com/histori...Navascues.html







    DOBLE AGUILA dio el Víctor.

  2. #2
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    Re: La Virgen María, defendida por obispos españoles en el Concilio

    Unas aclaraciones:

    - El estrenado por entonces ecumenismo episcopal con los herejes no lo era solo en frío, sino en vivo, relativo a los observadores protestantes presentes en las sesiones del Concilio, situados en primera fila, codo con codo, como quien dice, con obispos y cardenales. Ello constituía una censura indirecta a todo lo que allí se debatía pensando cada interviniente en medir sus palabras en función de lo que pensarían o dejaran de pensar dichos observadores, que tomaban apuntes para quejarse luego a los cardenales y obispos compinchados en la conjura.

    Algunos tachados de "integristas" se quejaban del ambiente irrespirable de los debates:
    “...Ni se puede hablar de Tradición ni de la Virgen para no herir a los protestantes;
    ni del Primado para no herir a los ortodoxos;
    ni tratar sobre ateísmo para no hacer política;
    ni del orden moral para no herir al hombre moderno...”

    (Mons. Carli)


    - No dice tampoco el articulista que el Esquema independiente sobre la Virgen ya existía para la II Sesión (1963) y que la votación fue, en realidad, sobre dejarlo así o esconderlo dentro de la Lumen Gentium; ya con ánimo deliberado de quitarlo de en medio y pasarlo de tapadillo.

    La "poderosa" razón era que a los observadores herejes el tema de la Virgen sólo les sería pasable disimulado dentro del contexto eclesial católico, que era precisamente el tema de la Lumen Gentium.

    - El documento polémico aprobado (1964), del que el articulista omite el nombre es Lumen Gentium (Constitución Dogmática sobre la Iglesia). El apartado dedicado a la Virgen es el capítulo VIII y último, absolutamente fuera de contexto.
    De propina, el art. 67 censuraba y prohibía las manifestaciones exageradas, el "sentimentalismo estéril" y la "vana credulidad" hacia la Virgen, para no escandalizar a los "hermanos separados". Es decir, todos los católicos deberían ser tan impasibles y fríos hacia la Virgen como los propios obispos y sus amados herejes...

    Lumen Gentium

    Lo suyo hubiera sido un Esquema aparte, sobre todo después de haber suscitado la polémica la expectación general, siendo así el deshonor hacia la Virgen aun mayor.




    El Cardenal Arriba y Castro, arzobispo de Tarragona, tomando la palabra en nombre de 60 obispos españoles declaró públicamente que era necesario aprobar un esquema propio sobre la Virgen María. Desgraciadamente la votación final reflejó una ajustada mayoría progresista y por 1114 votos a favor y 1074 en contra, se desestimó que María tuviera su esquema propio en el Concilio.
    - La votación en 1963 se perdió , pero Pablo VI, con poder absoluto sobre el Concilio hubiera podido decidir lo contrario, y no quiso.
    Respetó, cómodamente, la voluntad de la "colegialidad" democrática" episcopal, que justamente entonces estrenaba "mayorías absolutas decisorias", chafando (como primer capricho), el esquema propio de la Virgen.

    - Por último, Pablo VI a finales de 1964 (para cerrar la III Sesión conciliar, y casi a la vez que se aprobó Lumen Gentium), declaró expresamente a la Virgen Madre de la Iglesia, al margen del Concilio y por su cuenta, pero aunque también pudo haberla declarado Mediadora sin dar más explicaciones, tampoco se atrevió, se supone que para no ofender a los herejes:

    Clausura de la III Sesión del Concilio Ecuménico Vaticano II (21 de noviembre de 1964) | Pablo VI

    .
    Última edición por ALACRAN; 16/06/2020 a las 01:57
    DOBLE AGUILA dio el Víctor.
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  3. #3
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    Re: La Virgen María, defendida por obispos españoles en el Concilio

    La verdad es que son unas maniobras tan arteras, que dan que pensar sobre quién estaba detrás. Esta falta de respeto y de caridad por parte de muchos pastores y principes de la Iglesia sería algo inimaginable sólo cinco años antes, con Pío XII.

  4. #4
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    Re: La Virgen María, defendida por obispos españoles en el Concilio

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    El tratamiento del tema de la Virgen en el Vaticano II, supeditado absolutamente a los observadores herejes (eufemísticamente: "hermanos separados") en el Concilio, mediante el grupo de obispos del Rhin fue descrito por el escritor Michael Davies (1936-2004) en su sensacional obra "El Concilio del Papa Juan", (1977) :

    https://adelantelafe.com/download/el...ichael-davies/

    ... CAPÍTULO X

    MADRE DE LA IGLESIA


    La influencia que ejercieron los protestantes sobre el Concilio se pone bien de manifiesto respecto a la Santísima Virgen. Para hacer justicia a los observadores protestantes, debemos aclarar que eso no se debió a ninguna presión solapada ejercida sobre los Padres liberales ni sobre los periti, sino al hecho de que la principal ocupación de muchos de estos liberales era:
    "¿Qué pensarán los protestantes?"
    en vez de decirse:
    ―¿De qué forma más adecuada podremos honrar a la Madre de Dios y destacar su papel en la economía de la salvación?".

    La cuestión del Concilio y la Santísima Virgen debe plantearse en tres puntos principales:
    1. El esquema separado;
    2. El titulo ―Mediadora de todas las gracias‖;
    3. El título ―Madre de la Iglesia‖.

    El programa del grupo del Rin era bien definido: se oponían a que se dedicara un esquema separado a la Santísima Virgen, al título completo "Mediadora de todas las gracias" y al título "Madre de la Iglesia".

    1. El esquema separado.

    Durante el trabajo preparatorio para el Concilio [1959-62] no se había dispuesto incluir ninguna declaración conciliar sobre la Virgen dentro del esquema de la Iglesia, pero la Comisión preparatoria decidió finalmente, por unanimidad, dedicar a la Santísima Virgen un esquema separado. Después de varios cambios de título el esquema finalmente se denominó Sobre la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia.

    El Cardenal Ottaviani había deseado que el Concilio debatiera este breve esquema de seis páginas antes de la clausura de la primera sesión. Creía que el feliz resultado había sido que "los Padres Conciliares, con el auxilio de la Virgen Santísima‘, terminarían la primera sesión en unión y armonía‘. Pero su pedido fue
    ignorado‖. El hecho de que debiera haber un esquema especial dedicado a la Virgen, así como su contenido, provocó el desagrado de los protestantes y de sus simpatizantes católicos.

    Habían surgido discrepancias legítimas de opinión entre los teólogos católicos antes del Concilio, no sobre el hecho de que María hubiera cooperado con Nuestro Señor en la economía de nuestra salvación, sino sobre la naturaleza y el alcance de dicha cooperación. Una importante escuela de pensamiento favorecida por
    Pío XII, había llegado a considerar a la Virgen Santísima como cooperadora en la obtención de nuestra salvación y deseaba que el Magisterio la definiera como Corredentora y Mediadora de todas las gracias. Otra escuela se inclinaba por un enfoque que recalcara su posición como un miembro como nosotros de la Iglesia,
    diferente de nosotros no en esencia, sino en el grado de su perfección.

    Mientras la primera posición resulta incompatible con el protestantismo, la segunda tiene claras posibilidades ecuménicas. La dedicación de un esquema separado para la Santísima Virgen sería considerada por los protestantes como favorable a la primera posición; considerarían su inclusión dentro del esquema sobre la Iglesia como una importante concesión al ecumenismo. El rechazo del plan del esquema por separado se tornó primera prioridad para aquellos Padres y periti que consideraban que la faz ecuménica del Concilio era su dimensión más importante.

    Personalidades protestantes alemanas habían destacado que la doctrina católica sobre la Santísima Virgen constituía un importante impedimento para esa reunión; que de aprobarse un esquema para Ella por separado, se levantaría un nuevo muro divisorio; que si al menos se mencionaba a la Santísima Virgen debería ser en el esquema sobre la Iglesia; e incluso que el Concilio debía o bien guardar silencio sobre ese tema, o reprimir a los culpables de excesos.
    .
    Ya se ha mencionado en el capítulo V la forma en que un simple teólogo podía imponer sus opiniones al Concilio, siempre que obtuviera la aprobación de los obispos alemanes. Eso fue lo que hizo Karl Rahner en el caso del esquema por separado. Aseguró que si el esquema se aceptaba tal como estaba, "crearía un inimaginable perjuicio desde el punto de vista ecuménico... todo el éxito conseguido en el campo del ecumenismo gracias al Concilio y en conexión con él, se tornaría inútil si se conservaba el esquema tal cual estaba". Pidió a los obispos del Rin que "declararan abiertamente" que no podían aceptar el esquema tal cual estaba. Las fuerzas del grupo del Rin se desplegaron adecuadamente y entraron en acción en cuanto se trató el tema, durante la segunda sesión (1963). El Cardenal Frings creyó ―más adecuado‖ incluir todo lo referente a la Santísima Virgen dentro del esquema de la Iglesia porque, entre otras cosas, ―con eso se fomentaría mucho el diálogo con los cristianos separados".

    El Padre Carolus Balic, peritus croata, se distinguió por combatir activamente la campaña del Rin, al igual que muchos obispos de países latinos. Uno de los argumentos del grupo del Rin era que un esquema separado sería considerado como definiendo algo nuevo, pero un obispo servita brasileño, Giocondo Grotti,
    señaló que había esquemas separados sobre gran cantidad de temas y nadie sostenía que allí se definiera algo nuevo. Preguntaba: "¿El ecumenismo consiste en confesar la verdad o en ocultarla? ¿El Concilio debe explicar la doctrina católica o la doctrina de nuestros hermanos separados?... Ocultar la verdad nos perjudica a nosotros y a los separados de nosotros. Nos perjudica a nosotros porque nos hace aparecer como hipócritas. Perjudica a los separados de nosotros, porque los hace aparecer como débiles y susceptibles de ofenderse ante la verdad. Dejen que los esquemas queden separados. Déjennos profesar nuestra fe abiertamente. Déjennos ser los maestros que somos en la Iglesia, enseñando con claridad y no ocultando la verdad".

    Cuando llegó la votación, el grupo del Rin ganó por una mayoría de sólo diecisiete votos. Hasta Xavier Rynne admite que: "Sería difícil describirlo como una victoria de los progresistas..." (Se trataba de una cuestión de procedimiento y bastaba una mayoría del 51 %). El periódico progresista Catholic Gazette
    reconoció que la Santísima Virgen fue incluida en el esquema sobre la Iglesia "teniendo en cuenta los sentimientos de los no-católicos" antes que "darle un esquema por separado, como lo deseaban tantos católicos devotos"

    Una percepción interesante de la mentalidad progresista es la forma en que Xavier Rynne describe la campana del grupo del Rin para desechar el esquema separado. Los que tratan de mantener el status quo son los que aparecen como discutidores y sus esfuerzos se describen corno "una extraordinaria e intensa cortina de propaganda en favor de un esquema separado sobre la Santísima Virgen María".

    Entre los partidarios más activos del esquema separado se encontraban los Padres Conciliares de Rito Oriental. La revista The Tablet comentaba que:

    Cuando los Padres llegaron a San Pedro (para votar) encontraron a los obispos orientales cabildeando (era el día en que celebraba misa en rito ucraniano el recientemente liberado arzobispo Slipyi), repartiendo hojas mimeografiadas con los argumentos por qué —por reverencia— la Santísima Virgen debía tener un esquema separado... Resulta irónico que el movimiento ecuménico, que quiere tener en cuenta tanto a los ortodoxos como a los protestantes, halle que estos dos grupos de hermanos separados tienen posiciones opuestas en cuanto a devoción mariana

    Los observadores protestantes no ocultaron su satisfacción ante el relegamiento de la Santísima Virgen al esquema de la Iglesia. McAfee Brown lo considera "un punto de importancia ecuménica". Explica que: "De ese modo, la ampliación independiente y por separado de la teología mariana pudo ser eficazmente frenada".
    El Dr. Moorman, jefe de la delegación anglicana, no puede menos de expresar su alivio por el desenlace final cuando comenta que: "Un pequeño puñado de votos (veintiuno en total) hubiera volcado la situación en otro sentido, con resultados quizás desastrozos. Muchos observadores se preguntaron si no era ése un signo de la intervención del Espíritu Santo".


    2. La Santísima Virgen María, Mediadora de todas las Gracias.

    En el capítulo III se relató cómo la mayoría de los obispos que llegaron a Roma para el Concilio Vaticano Segundo no estaban realmente seguros de por qué estaban allí ni de qué rumbo tomaría el Concilio.
    El arcediano Pawley, observador anglicano, escribe:

    Aun después de su anuncio había quienes hablaban del Concilio como de una estratagema para dar aprobación conciliar a una o dos doctrinas que el papa había preparado. Un obispo católico británico que desea permanecer anónimo, escribía en su boletín diocesano:
    “Es un secreto a voces que los obispos se reúnen esperanzados en nuevas definiciones que complementen los dogmas de la Fe Católica ya revelados. Mi deseo personal es que el Santo Padre quiera coronar nuestro amor por la bendita y gloriosa Siempre Virgen María, Reina de los Cielos, con la definición de los dogmas de María Mediadora y Mana fons gratia e, que han estado siempre en las oraciones y devociones de los fieles”.


    El título de Mediatrix (Mediadora) para la Santísima Virgen no es de ninguna manera nuevo y puede remontarse a los Padres de la Iglesia. Se le atribuye ese título a María en documentos oficiales de la Iglesia, incluyendo bulas y encíclicas pontificias que datan desde la Ineffabilis del Papa Pío IX (1854) y ha sido también
    incorporado a la liturgia de la Iglesia por medio de la festividad de la Santísima Virgen María, Mediadora de todas las Gracias.

    Pero los observadores protestantes no sólo se oponían a la dedicación de un esquema separado para la Virgen; estaban lejos de sentirse complacidos por su contenido. No sólo deseaban que se relegara el esquema original y se lo incluyera en el esquema de la Iglesia, sino que se lo modificara en forma apreciable. Escribe el Dr. Moorman: "El esquema redactado en 1962 empezaba bastante bien con una cantidad de citas de la Biblia que señalaban el lugar de María y su cooperación en el plan Divino. Pero empezó a despertar sospechas entre algunos de los observadores cuando empezó a referirse a ella 'no sólo como Madre de Jesús, el único y solo Mediador divino y Redentor, sino también como unida a Él en efectuar la redención de toda la raza humana‘.
    Las sospechas crecieron cuando se continuaba hablando de ella como 'administradora y dispensadora de las gracias celestiales‘ y finalmente como 'mediadora de todas las gracias‘. Tampoco los tranquilizó la nota apéndice que señalaba que ésos no eran títulos ni frases nuevas, ya que cada uno de ellos había aparecido en
    algunas declaraciones papales, y que ciertas expresiones propuestas por los 'maximalistas‘ se habían omitido deliberadamente. En cuanto al título de 'corredentora‘, la nota seguía diciendo que, aunque había sido usado por Pío X y Pío XI, se dejaba afuera del esquema para no ofender a los 'hermanos separados‘, aunque no se pretendía separar el Concilio de este título ni arrojar duda alguna sobre su validez"

    En la conferencia de Fulda (Alemania, 1963), Karl Rahner ("perito" católico) sostuvo bastante correctamente que la aceptación de la Santísima Virgen como mediadora de todas las gracias no constituía un dogma de fe sino sencillamente una doctrina sostenida comúnmente por los católicos. Sin embargo, estas doctrinas pueden ser con el tiempo definidas como dogmas que obliguen a los fieles. Una doctrina universalmente afirmada, y sobre todo cuando se ha incorporado a la liturgia, bien puede ser proclamada como dogma por el papa: los dogmas de la Inmaculada Concepción y de la Asunción de la Virgen constituyen probados ejemplos. Para hacer justicia a Rahner, debemos decir que su oposición a la inclusión del título de Mediatrix en los documentos conciliares no significa de ningún modo que personalmente no lo aceptase. El importante artículo en su diccionario teológico demuestra que de ningún modo lo rechaza

    No obstante, en esta cuestión los obispos del Rin no estuvieron tan dispuestos a seguir su consejo como lo habían estado en el asunto del esquema separado. No se oponían a conservar el título de Mediatrix, aunque sí al de Mediatrix de todas las Gracias. En una moción escrita, el Cardenal Spellman preguntaba si tales
    títulos utilizados por los Sumos Pontífices podían soslayarse sencillamente "porque hubieran sido más bien difíciles de entender por los protestantes... la tarea de un Concilio Ecuménico es enseñar a los miembros de la Iglesia, más que a los de afuera"

    Muchos obispos de países latinos sostuvieron la inclusión del título de Mediatrix, incluyendo a ochenta y dos portugueses cuyo portavoz temía que su omisión "provocase un escándalo entre los fieles, ya que el público estaba enterado de que el tema se había tratado en la Sala del Concilio". Los cardenales liberales
    como Léger, Döpfner, Bea y Alfrink encabezaban la oposición a la inclusión. De forma bastante sorpresiva, el Cardenal Suenens discrepó con el grupo del Rin en este tema y criticó el texto corregido por minimizar la importancia de la Santísima Virgen, "tendencia que hoy en día constituye un verdadero peligro". En realidad, esto no debe sorprender ya que el Cardenal Suenens se había destacado por su devoción a la Madre de Dios y había escrito un libro muy excelente sobre la Virgen antes del Concilio. Dice el Padre Wiltgen: "Por sólo un breve momento, el Cardenal Suenens tuvo el valor de apartarse de la línea partidaria y expresar su opinión propia".

    Por último, se llegó a un compromiso típicamente conciliar. Los liberales concedieron no oponerse a la inclusión de Mediatrix si los conservadores no insistían en el título de Madre de la Iglesia. La sola idea de hacer compromisos con relación al honor debido a la Santísima Virgen es desagradable, pero por lo menos eso marcó un revés para los extremistas liberales, pero un revés no muy severo, ya que habían conseguido restringir el título a una sola palabra Mediatrix, excluyendo la frase "de todas las gracias", que los observadores protestantes objetaban.

    3. Madre de la Iglesia.

    El título del esquema sobre la Virgen que se había decidido agregar al esquema sobre la Iglesia era: "Sobre la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia". En contra de lo que se había prometido en el debate, el texto no fue sencillamente transferido sino que, para citar al Arzobispo Mingo de Monreale, Italia, quedó
    "absoluta y totalmente mutilado". Entre esas mutilaciones un obispo español acentuó en especial el cambio de título a "Sobre la Santísima Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia". Sosteníaque "el texto corregido había reducido la doctrina sobre la Virgen María al mínimo absoluto; sin embargo, en la sala conciliar se había establecido en el momento del voto que, "al insertar el esquema de la Virgen María dentro del esquema de la Iglesia, no se hacía ni se haría ninguna disminución semejante‘".

    El Cardenal Wyszynski, en nombre de setenta obispos polacos, pidió al papa que proclamara a la Virgen "Madre de la Iglesia", cosa que también pidieron ochenta obispos españoles que señalaban que el título se correspondía con documentos pontificios de los Papas Benedicto XIV, Juan XXIII y Pablo VI. Deseaban que se restaurase el título en el esquema, donde probablemente se lo había colocado por instrucciones del propio Juan XXIII, pero había sido retirado por la propia autoridad de la Comisión Teológica, dominada por los liberales, durante su "mutilación" del esquema separado.

    Al final, como parte del compromiso para permitir la permanencia del título Mediatrix, se aceptó el nuevo título y los que habían exigido la inclusión del título de Madre de la Iglesia tuvieron que contentarse con el siguiente pasaje en el artículo 53 de la Constitución sobre la Iglesia: "Enseñada por el Espíritu Santo, la
    Iglesia Católica la honra con piedad y afecto filial como a su amadísima madre".

    No obstante, el asunto no terminó allí. A esa altura, aunque el control efectivo del grupo del Rin sobre la maquinaria del Concilio era casi absoluto, empezaba a surgir una oposición organizada. En la tercera sesión se produjo la aparición de varios grupos organizados que, aunque nunca alcanzaron la fuerza numérica de la
    Alianza Mundial del grupo del Rin, fueron capaces de alertar a muchos de los Padres de la línea media acerca de lo que estaba sucediendo y asegurarse así la enmienda de algunas de las deficiencias más sobresalientes en los esquemas. Los esquemas eran, por supuesto, redactados por las comisiones conciliares, que prácticamente eran comisiones del grupo del Rin. El más efectivo de dichos grupos de "oposición" fue el Grupo internacional de Padres (Coetus Internationalis Patrum). El Arzobispo Marcel Lefebvre era miembro dirigente de este grupo, del que se hablará mucho más en el capítulo sobre el comunismo. El Grupo Internacional de Padres recolectó firmas para una petición al papa rogándole que proclamara Madre de la Iglesia a la Santísima Virgen. Se habían recibido otros pedidos al mismo efecto: uno de los más notables fue el de todos los obispos de Polonia

    El miércoles 18 de noviembre de 1964, Pablo VI anunció en una audiencia pública: "Nos regocija anunciaros que clausuraremos esta sesión del Concilio Ecuménico... otorgándole gozosamente a la Santísima Virgen su título debido de Madre de la Iglesia‖. Los progresistas habían sufrido varios otros reveses durante esa semana, que ha quedado como "Semana Negra" en su mitología.

    El sábado 21 de noviembre, último día de la sesión, el papa afirmó, en su discurso de clausura, que por su propia voluntad y en respuesta a los deseos de muchos Padres y a sugerencias de distintas partes del mundo católico, "para gloria de la Virgen María y para nuestro propio consuelo, proclamamos a la Santísima Virgen
    Madre de la Iglesia..." Ese anuncio fue saludado por una ovación de pie y los aplausos interrumpieron al papa siete veces durante su alocución. También anunció su intención de enviar una rosa de oro a Fátima para "encomendar al cuidado de esta Madre Celestial a toda la familia humana, con sus problemas y
    preocupaciones, sus aspiraciones lícitas y esperanzas ardientes". El Padre Wiltgen considera esto como una respuesta parcial al pedido de 510 jefes de diócesis, arquidiócesis y patriarcados de setenta y seis países que rogaron al papa que consagrara el mundo entero al Inmaculado Corazón de María como lo había pedido Nuestra Señora de Fátima. Pablo VI se había sentido incapaz de dar ese paso, ante la oposición del Cardenal Bea y de los obispos de Francia y Alemania

    Conclusión

    La actitud de Pablo VI enfureció a los liberales. El veredicto de Hans Küng ("perito" católico) fue: "La promulgación del engañoso título Mater Ecclesiae contra la voluntad expresa de la mayoría del Concilio despertará gran indignación en la cristiandad no-católica y graves dudas sobre la veracidad de los sentimientos ecuménicos del
    papa"

    El profesor Oscar Cullmann, observador luterano, declaró en conferencia de prensa:
    No podemos silenciar el desengaño que experimentamos ante el título de Mediatrix otorgado a María... El hecho de que el texto sobre María, después de tanto discutir sobre dónde colocarlo, se haya finalmente transformado en el capítulo final del esquema sobre la Iglesia "una decisión que estaba dirigida a debilitar la Mariología", en realidad la ha fortalecido más, porque todo lo afirmado sobre la Iglesia culmina, por así decir, en ese capítulo.

    Se quejaba también de que las muchas ceremonias que se realizaron para honrar a María durante el Concilio, junto con las declaraciones sobre ella de los Papas Juan XXIII y Pablo VI, significaban que "en este Concilio la Mariología se ha intensificado en general, hasta un punto que no concuerda con las tendencias
    ecuménicas del protestantismo... y con un retorno a la Biblia. Nuestras esperanzas al respecto no se han cumplido"

    Lo que surge de esos hechos es que la Santísima Virgen parece les arruinó el juego a los liberales. La inclusión de su esquema en la Constitución sobre la Iglesia tuvo el efecto exactamente contrario del que se deseaba; se incluyó su título de Mediatrix; y el título de Madre de la Iglesia se le otorgó de un modo mucho
    más solemne y público de lo que habría sido si los liberales no se hubieran esforzado tanto por eliminarlo del texto de la Constitución.

    Parecería que este capítulo demostrara precisamente lo contrario de lo que pretendía, en otras palabras, el alcance de la influencia protestante en el Concilio. Pero no es así. Que el resultado de esta influencia haya sido diferente del pretendido, no altera el hecho de que muchos de los Padres y de sus consejeros estuvieran
    dispuestos a llegar a semejantes extremos para dejar de lado o ignorar aspectos de la fe por temor a que resultaran intolerables a los protestantes. El esquema separado sobre la Virgen se rechazó por razones ecuménicas; el título de Madre de la Iglesia se excluyó por razones ecuménicas; la frase "de todas las gracias"fue suprimida del título Mediatrix por razones ecuménicas. Escribe el Doctor Moorman:

    La fórmula final fue saludada por todos, salvo por los observadores protestantes extremos, como una declaración justa e intachable a la que no se podía razonablemente acusar de levantar nuevas barreras entre el pueblo de Dios. Se le otorgan ciertos títulos a la Virgen: Abogada, Sostén, Asistente, Mediadora, pero se evitaron con cuidado las dos expresiones (“corredentora” y “mediadora de todas las gracias”) que hubieran podido ser ofensivas.

    Moorman considera, asimismo, que los títulos usados son suficientemente idóneos para salvaguar darlos de cualquier equívoco.

    McAfee Brown (protestante) se complace en destacar que el capítulo sobre María resulta "insertado deliberadamente en un marco lo más bíblico posible, en sustitución de la serie de citas papales que caracterizaba el proyecto anterior, para que así pudiera haber un punto de encuentro ecuménico con protestantes y ortodoxos, ya que ambos afirman la autoridad bíblica y no la de las declaraciones papales".

    No obstante, y a pesar de sus deficiencias, el capítulo sobre la Santísima Virgen ha quedado como una exposición muy buena, aunque muy lejos de perfecta, sobre el papel de la Virgen en la Iglesia, y todos los católicos se beneficiarían con su lectura.

    Además, de ningún modo se ha cerrado el camino a los desarrollos de la doctrina mariana que muchos fieles esperaban surgirían del Concilio, aunque en el presente clima hay pocas esperanzas de que vuelvan a surgir. El Padre Milan Mixulich señala con acierto que el capítulo sobre la Virgen resulta

    un punto de llegada y un punto de partida en las relaciones entre María y la Iglesia.
    Es un punto de llegada porque en este capítulo los teólogos y obispos llegaron a establecer términos más claros sobre la relación de María con la Iglesia.
    Es un punto de partida porque el Concilio establece con claridad que “no se propone dar una doctrina completa sobre la Virgen María, ni quiere decidir en cuestiones que los teólogos no han aún aclarado por completo”. Aquellas opiniones, continúa el Concilio, “que pueden ser lícitamente conservadas, son las que se proponen en las escuelas católicas sobre la Virgen, que ocupa en la Iglesia el más alto lugar después de Jesucristo, y sin embargo, muy cercana a nosotros
    .

    Un dato final de interés es que, lejos de reducir su longitud como esperaban los liberales cuando se aseguraron el voto contra el esquema separado, el capítulo en la Constitución sobre la Iglesia resultó un tercio más largo

    La actitud de los liberales hacia la Santísima Virgen durante el Concilio ha quedado como signo distintivo de los comprometidos en el ecumenismo contemporáneo. Cuando se debe explicar la doctrina católica, el criterio principal no es: "¿Es esto lo que enseña la Iglesia?" sino "¿Se ofenderán los protestantes?". Como escribió el Cardenal Heenan: "Algunos superentusiastas del ecumenismo hubieran arrojado por la borda todos los dogmas marianos en la creencia de que ello complacería a los protestantes". Fuera de cualquier otra cosa, esto les hace poca justicia a los propios protestantes porque, para citar de nuevo al Cardenal Heenan: "Los católicos le hacen poco favor a los no-católicos, si creen que ellos esperan nuestro silencio sobre las afirmaciones de la Iglesia. Los que mantenemos amistad muy estrecha con otros cristianos sabemos que ellos nunca quieren que disfracemos las pretensiones de la Iglesia. Respetan una declaración honesta de fe católica y desprecian a los que pintan una imagen falsa".

    ***

    Para descargar la obra entera:
    https://adelantelafe.com/download/el...ichael-davies/
    Última edición por ALACRAN; 16/06/2020 a las 19:29
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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