Unas aclaraciones:
- El estrenado por entonces ecumenismo episcopal con los herejes no lo era solo en frío, sino en vivo, relativo a los observadores protestantes presentes en las sesiones del Concilio, situados en primera fila, codo con codo, como quien dice, con obispos y cardenales. Ello constituía una censura indirecta a todo lo que allí se debatía pensando cada interviniente en medir sus palabras en función de lo que pensarían o dejaran de pensar dichos observadores, que tomaban apuntes para quejarse luego a los cardenales y obispos compinchados en la conjura.
Algunos tachados de "integristas" se quejaban del ambiente irrespirable de los debates:
“...Ni se puede hablar de Tradición ni de la Virgen para no herir a los protestantes;
ni del Primado para no herir a los ortodoxos;
ni tratar sobre ateísmo para no hacer política;
ni del orden moral para no herir al hombre moderno...”
(Mons. Carli)
- No dice tampoco el articulista que el Esquema independiente sobre la Virgen ya existía para la II Sesión (1963) y que la votación fue, en realidad, sobre dejarlo así o esconderlo dentro de la Lumen Gentium; ya con ánimo deliberado de quitarlo de en medio y pasarlo de tapadillo.
La "poderosa" razón era que a los observadores herejes el tema de la Virgen sólo les sería pasable disimulado dentro del contexto eclesial católico, que era precisamente el tema de la Lumen Gentium.
- El documento polémico aprobado (1964), del que el articulista omite el nombre es Lumen Gentium (Constitución Dogmática sobre la Iglesia). El apartado dedicado a la Virgen es el capítulo VIII y último, absolutamente fuera de contexto.
De propina, el art. 67 censuraba y prohibía las manifestaciones exageradas, el "sentimentalismo estéril" y la "vana credulidad" hacia la Virgen, para no escandalizar a los "hermanos separados". Es decir, todos los católicos deberían ser tan impasibles y fríos hacia la Virgen como los propios obispos y sus amados herejes...
Lumen Gentium
Lo suyo hubiera sido un Esquema aparte, sobre todo después de haber suscitado la polémica la expectación general, siendo así el deshonor hacia la Virgen aun mayor.
- La votación en 1963 se perdió , pero Pablo VI, con poder absoluto sobre el Concilio hubiera podido decidir lo contrario, y no quiso.El Cardenal Arriba y Castro, arzobispo de Tarragona, tomando la palabra en nombre de 60 obispos españoles declaró públicamente que era necesario aprobar un esquema propio sobre la Virgen María. Desgraciadamente la votación final reflejó una ajustada mayoría progresista y por 1114 votos a favor y 1074 en contra, se desestimó que María tuviera su esquema propio en el Concilio.
Respetó, cómodamente, la voluntad de la "colegialidad" democrática" episcopal, que justamente entonces estrenaba "mayorías absolutas decisorias", chafando (como primer capricho), el esquema propio de la Virgen.
- Por último, Pablo VI a finales de 1964 (para cerrar la III Sesión conciliar, y casi a la vez que se aprobó Lumen Gentium), declaró expresamente a la Virgen Madre de la Iglesia, al margen del Concilio y por su cuenta, pero aunque también pudo haberla declarado Mediadora sin dar más explicaciones, tampoco se atrevió, se supone que para no ofender a los herejes:
Clausura de la III Sesión del Concilio Ecuménico Vaticano II (21 de noviembre de 1964) | Pablo VI
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