Búsqueda avanzada de temas en el foro

Resultados 1 al 9 de 9
Honores1Víctor

Tema: Carta de monseñor Viganò: «El Vaticano II dio comienzo a una Iglesia falsa, paralela»

Vista híbrida

  1. #1
    Avatar de Pious
    Pious está desconectado Miembro Respetado
    Fecha de ingreso
    21 jul, 17
    Mensajes
    3,172
    Post Thanks / Like

    Re: Carta de monseñor Viganò: «El Vaticano II dio comienzo a una Iglesia falsa, paral

    O felix culpa!

    Más que oportuna fue la reflexión que dejó Jack Tollers en uno de los comentarios al artículo anterior sobre la necesidad de pensar seria y pausadamente la monumental crisis por la que atraviesa la Iglesia. Eso implica, entre otras cosas, apartar la mirada momentáneamente de las trapisondas de Bergoglio, titular de un pontificado que hasta sus mejores amigos califican ya de agonizante y fracasado, o de las querellas domésticas protagonizadas por personajes menores y prescindibles (al respecto, es llamativo que Mons. Barba, junto al gobierno de San Luis, haya permitido a los fieles que así lo deseen a comulgar en la boca en su misa de toma de posesión, tal como puede verse en este video, mientras su infame vecino de San Rafael entrega a sus propios fieles a la policía por romper el aislamiento).



    Lo afirmado por Mons. Viganò y ratificado por Kwasniewski sobre la responsabilidad del Concilio Vaticano II en la crisis de la iglesia y la necesidad imperiosa de corregir el mal infligido, merece ser tenido en cuenta y pensado seriamente. Y podría ser simplificado en dos cuestiones: hasta dónde se extiende la responsabilidad del Concilio, y hasta dónde, consecuentemente, el Concilio puede ser “desautorizado” o encauzado apropiadamente. En este sentido, las tres propuestas que sugiere Kwasniewski son interesantes.

    Pero antes de pensar en posibles soluciones, propongo pensar en algunas aristas del problema. Y lo primero es tener en cuenta la perspectiva histórica. En general, todos los concilios ecuménicos fueron instancias traumáticas para la Iglesia, y varios de ellos terminaron en cismas, como se aventura que sucederá también en el caso del Vaticano II. El Concilio de Éfeso terminó precipitando el cisma de los nestorianos y la pérdida para la ortodoxia de la iglesia siria, y el de Calcedonia el cisma monofisita y la pérdida de la iglesia copta. Trento oficializó la pérdida de gran parte de Europa a raíz de la herejía protestante, y el Vaticano I el cisma de los Viejos Católicos y el asentamiento en Roma del ultramontanismo, responsable de muchos de los problemas posteriores. Un concilio es cosa muy seria y no puede ser convocado a tontas y a locas como hizo el Papa Juan XXIII, lo que ya discutimos en este blog.

    Por otro lado, debemos ser cuidadosos en no caer en la falacia del post hoc, propter hoc. Es decir, de achacar al Concilio toda la responsabilidad de lo que está sucediendo actualmente en la Iglesia. Si el Concilio no se hubiera celebrado, ¿estaría la Iglesia mejor? ¿Estaríamos libres de crisis? No lo creo. Lo único que sabemos con certeza es que el Vaticano II fue completamente inútil para solucionar los problemas que arrastraba la Iglesia. ¿Los agravó? Yo opino que sí, pero es sólo una opinión. Pongamos un ejemplo acorde a los tiempos. Supongamos que un grupo de esclarecidos médicos afirmara que eucalipto es un remedio eficaz contra el coronavirus y, para probar su teoría, eligieran cien enfermos graves y, durante diez días, los trataran con infusiones de eucalipto, vapores de eucalipto y pastillas de eucalipto. Pasado ese tiempo, observan que los cien pacientes mueren. La conclusión sería que el eucalipto no es una medicina adecuada para tratar el coronavirus, pero no podrían decir con fundamento que el eucalipto es perjudicial o empeora la enfermedad. El único modo de hacerlo habría sido si se hubiera seguido la metodología adecuada con un grupo de control. Ese grupo tampoco se usó en el caso de la implementación del Vaticano II; es decir, no se dejó ninguna zona del planeta libre de los efluvios conciliares. No podemos saber con certeza, entonces, si el Vaticano II fue inocuo o si aceleró la decadencia. Lo único que sabemos es que no fue efectivo para evitarla.

    [Alguien podría argüir con cierta razón que sí existió un grupo de control: la diócesis de Campos, en Brasil. Sería interesante estudiar el caso en profundidad, pero sospecho que no haría más que confirmar mi duda: Según lo que sé -y que es mas bien poco-, Campos, aún con misa tradicional en todos templos, no se libró de la crisis].

    La situación previa al concilio era grave e insostenible. Algo había que hacer, pero lo que no había que hacer era llamar a un concilio, que es lo que hizo el Papa Roncalli. Siempre que pienso en este tema veo la analogía con la Revolución Rusa. La situación de la Rusia zarista, a comienzos del siglo XX, era insostenible. Algo había que hacer. El problema es que quien tuvo que enfrentar la situación fue Nicolás II, un gobernante inútil, aunque haya sido un santo; tan inútil y tan santo, en todos caso, como Juan XXIII.

    La distinción que hizo el Papa Benedicto XVI entre “el Concilio” y el “espíritu del Concilio” me parece, por eso mismo mismo, necesaria. Y creo que es justamente esta distinción la que permitiría deshacer muchos de los entuertos. Y pongo como ejemplo el que quizás sea más paradigmático: la reforma litúrgica. Ciertamente, los padres conciliares propiciaron una revisión de la liturgia y en tal sentido promulgaron la constitución Sacrosanctum Concilium que fue aprobada casi por unanimidad, con el voto positivo incluso de Mons. Lefebvre o de Mons. de Castro Meyer. El caso es que la efectivización de esa reforma fue hecha por un Consilium, manejado por Bugnini, y el estropicio que se hizo del rito romano no fue propiamente fruto del Concilio, sino del “espíritu del Concilio”. Ese era el remanido argumento utilizado una y otra vez por los capitostes de la reforma: “es lo que quiere el Concilio”. Y era falso. ¿Por qué, entonces, ni hubo reacción? Porque muchas de las personas más esclarecidas del momento y que eran perfectamente conscientes de lo que estaba sucediendo, se autocensuraron en sus opiniones puesto que no era políticamente correcto cuestionar la reforma, así como ahora no es políticamente correcto cuestionar la pandemia o la cuarentena. Quienes sí se animaron a hacerlo, terminaron excomulgados, como Mons. Lefebvre, o apartados de todos sus puestos y viviendo solitarios en una casa a orillas del mar, como el padre Louis Bouyer.

    Sería, entonces, relativamente sencillo desandar la huella equivocada que se siguió con la reforma litúrgica, ya que puede ser fácilmente demostrado que no se hizo de acuerdo al deseo de los padres conciliares sino de un grupo de eruditos, ideologizados en algunos casos, y presionados con engaños y mentiras en otro.

    Pero aquí, una vez más, habría que evitar sofimas e ilusiones. Resulta evidente que la reforma litúrgica no alcanzó ninguno de los objetivos y expectativas que se había propuesto. Por poner un caso, luego de cincuenta años, el número de fieles que asisten a misa cayó abruptamente. Sin embargo, si la Iglesia hubiese conservado la liturgia milenaria que celebraba, ¿habría sido distinta la situación? No podemos saberlo, pero me temo que no. Las iglesias estarían tan vacías como ahora, con el agravante que los movimientos tradicionalistas, integrados sobre todo por jóvenes, que son los que revitalizan iglesias como la francesa o la norteamericana, no existirían. No estoy reivindicando la reforma litúrgica, así como tampoco San Agustín reivindicó el pecado original, pero pudo decir con él: O felix culpa!

    https://caminante-wanderer.blogspot....lix-culpa.html.

  2. #2
    Avatar de Pious
    Pious está desconectado Miembro Respetado
    Fecha de ingreso
    21 jul, 17
    Mensajes
    3,172
    Post Thanks / Like

    Re: Carta de monseñor Viganò: «El Vaticano II dio comienzo a una Iglesia falsa, paral

    Intercambio epistolar entre el P. Alfredo Maria Morselli y monseñor Carlo Maria Viganó sobre el Concilio Vaticano II.

    Hace algún tiempo, el P. Alfredo envió en forma de carta a monseñor Viganò (texto a continuación) las consideraciones que se han ido publicando en el blog Messa in latino (MiL - Messainlatino.it: Don Alfredo Morselli: "Riflessioni sul Concilio Vaticano II". Una nota.

    Publicamos a continuación el mensaje de correo electrónico del P. Morselli a monseñor Viganò, y la respuesta de Su Eminencia.

    Eminencia Reverendísima:

    ¡Ave María! Me gustaría explicar mejor por qué no achaco al Concilio toda la culpa de la presente crisis, sin negar por ello su función de detonante (que sin explosivo no sirve para nada). Para vender un determinado producto, una empresa puede tratar de crear la necesidad lanzando algo de lo que hay verdadera necesidad. Y puede también –tras realizar un estudio de mercado– entender que un amplio sector de compradores en potencia sienten la necesidad de un producto concreto. Es frecuente que se combinen ambas estrategias.

    ¿Cuál sería el análisis comercial previo al Concilio? El termómetro de una buena parte del clero y la intelectualidad católica indicaban la existencia de corrupción moral, tibieza, miedo, orgullo, arribismo y deseos de desclavarse de la cruz y reconciliarse con el mundo. Ya hacía mucho que hervía la olla que destapó Viganò.

    Decía San Pablo que vendrían tiempos en que los hombres se verían rodeados de maestros según sus pasiones; maestros que apoyarían y harían posible llamar bien al mal y viceversa (Cf. 2 Tim 4,3).
    Los maestros según sus pasiones del mundo comprendieron que había llegado el momento de presentarse ante el propio mundo y vender barato su producto.

    Lo que quiero decir es que si el mercado no hubiera estado listo, no se habría lanzado el producto.

    Desde que falleció San Pío X los hombres no han dejado de pecar, el combate al modernismo se ha esfumado, y el modernismo repuntó hasta tal punto que Pío XII; Garrigou-Lagrange y Cordovani no llegaron a hacer mella en la Nouvelle Théologie que se había asentado en todas las cátedras. La masonería instalaba a los sobornables más inmundos en puestos clave, y muchos de los buenos (que en realidad no eran buenos del todo) se comportaron como Don Abbondio*. (*Personaje de la novela Los novios de Alejandro Manzoni, una de las obras más importantes de la literatura italiana. Don Abbondio es un sacerdote mediocre y sin vocación que se acobarda ante las amenazas y dificultades. —N. del T.)

    El tumor hacía metástasis por todo el cuerpo, y ni Pablo VI en su fase final ni S. Juan Pablo II ni Benedicto XVI pudieron hacer otra cosa que administrar cuidados paliativos.

    También hay quienes critican a los pontífices arriba mencionados, pero quizás el Padre Eterno no disponía de nada mejor.

    O bien permitía por algún motivo misterioso que providencialmente surgiera de ello algún bien, escribiendo derecho con renglones torcidos. Mientras tanto, el frasco que contenía un pontífice in vitro ad hoc estaba celosamente guardada en el laboratorio modernista.

    Ahora el enfermo está hospitalizado, con la vida pendiente del doble hilo del non prevalebunt y de las promesas de Fátima.

    Y de la gran cantidad de Sangre de la tercera parte del secreto.

    In Corde Matris,

    Alfredo M. Morselli, Pbro.
    ***
    Respuesta de monseñor Viganó

    24 de junio de 2020

    Natividad de San Juan Bautista

    Estimado y reverendo padre Morselli:

    Gracias por su correo, en el que veo confirmado su concepto sobrenatural de los males que afligen a la Santa Madre Iglesia.

    Concuerdo con usted en que el Concilio Vaticano II no puede considerarse una especie de individuo dotado de voluntad propia. Reconocidos autores han demostrado que los esquemas preparatorios que habían sido laboriosamente redactados por el Santo Oficio debían reafirmar la imagen de una Iglesia granítica que en realidad, y sobre todo lejos de Roma, daba señales de peligrosa ruina. Y si resultó tan fácil sustituirlos por otros borradores novedosos elaborados en las camarillas de los novadores alemanes, suizos y holandeses, es evidente que muchos miembros del Colegio Episcopal (con su cohorte de sedicentes teólogos, la mayor parte de los cuales eran ya objeto de censuras canónicas) estaban corrompidos intelectualmente y en su voluntad.

    Lo que usted identifica con las más comunes estrategias de marketing y ve con razón realizado en el Concilio fue una operación fraudulenta con la que estafaron a los fieles y el clero para hacer más negocio. Se cambió el producto y la imagen de la empresa promoviéndolos mediante campañas publicitarias y descuentos. Liquidaron las existencias que quedaban o se deshicieron de ellas. Pero la Iglesia de Cristo no es una empresa, no tiene fines comerciales y sus ministros no son empresarios. Tan craso error, mejor dicho, este auténtico fraude, fue concebido por personajes que con esa mentalidad humana y mercantil de las cosas espirituales no sólo demostraron su incapacidad, sino lo indignos que eran de cumplir su función. Aun así, fue esa misma mentalidad la que señaló oficialmente la ruptura con la Tradición. Transformar la Iglesia en una empresa significó ponerla en una absurda competencia con las sectas y las religiones falsas, imponiendo una adecuación del producto a las presuntas exigencias de la clientela. Impuso igualmente la necesidad de crear en los posibles clientes la necesidad de unos bienes y servicios alternativos y novedosos que todavía no consideraban necesarios. De ahí el hincapié de la acción comunitaria en la liturgia, la interpretación personal de las Escrituras, la liquidación total de doctrinal y moral, los nuevos uniformes del personal… Creo que si queremos mantener la comparación que usted propone, no se puede negar que precisamente para eliminar la presencia de un producto que no tiene mucha competencia no sólo hay que hacerlo menos exclusivo, sino que tarde o temprano la empresa que lo fabrica tiene que ser absorbida por otra más poderosa y extendida. En un principio el producto mejor se presenta como de primera para un público más exigente, para retirarlo más tarde de la producción hasta que la marca termina por desaparecer. Avanzando por este camino resbaloso, desgraciado y destructivo se llega a la quiebra de la empresa a manos de su liquidador argentino, a quien no le importa poner la Iglesia-spa de la Misericordia en manos del Nuevo Orden Mundial. Bergoglio probablemente confía en que en esta reestructuración se le reconocerá alguna capacidad directiva, aunque no se le reconozca otra cosa que la misión cumplida.

    Salta a la vista que esta perspectiva comercial no tiene nada de católica, y más aún teniendo en cuenta que la Iglesia pertenece a Cristo, que delega en sus vicarios el gobierno de Ella. Transformar la Iglesia en lo que no es ni podrá ser jamás se configura como un pecado gravísimo y una ofensa inaudito contra Dios y contra la grey que Él ha dispuesto que se apaciente en unos pastos bien definidos que no deben desperdiciarse en grietas y zarzas. Y si los culpables de esta grandísima ruina son administradores infieles que han falseado normas y balances y han timado a los clientes, habrán de rendir cuentas: redde rationem villicationis tuae (Lc 16, 2).

    Cum benedictione,

    + Carlo Maria Viganò

    (Traducido por Bruno de la Inmaculada/Adelante la Fe).

    https://adelantelafe.com/intercambio...o-vaticano-ii/.

  3. #3
    Avatar de Pious
    Pious está desconectado Miembro Respetado
    Fecha de ingreso
    21 jul, 17
    Mensajes
    3,172
    Post Thanks / Like

    Re: Carta de monseñor Viganò: «El Vaticano II dio comienzo a una Iglesia falsa, paral

    Carta abierta al Arzobispo Carlo María Viganò y al Obispo Athanasius Schneider.

    Nosotros, los abajo firmantes, deseamos expresarles nuestra sincera gratitud por su fortaleza y su celo por las almas durante este periodo de crisis de fe de la Iglesia Católica que estamos sufriendo. Sus declaraciones públicas, que reclaman una discusión honesta y abierta sobre el Concilio Vaticano II y sobre los cambios drásticos en las creencias y las prácticas católicas que le siguieron, han sido motivo de esperanza y de consuelo para muchos fieles católicos. El acontecimiento del Concilio Vaticano II aparece ahora, más de cincuenta años después de su finalización, como algo único en la historia de la Iglesia. Nunca antes de nuestro tiempo, un concilio ecuménico ha venido seguido de un período tan prolongado de confusión, corrupción, pérdida de fe y humillación para la Iglesia de Cristo.

    El catolicismo se ha distinguido de algunas falsas religiones por su insistencia en que el hombre es una criatura racional y en que la creencia religiosa alienta, en lugar de suprimir, la reflexión crítica de los católicos. Muchos, incluido el actual Santo Padre, parecen colocar el Concilio Vaticano II —y sus textos, actos e implementación— más allá del alcance del análisis crítico y el debate. Frente a las preocupaciones y objeciones planteadas por los católicos de buena voluntad, el Concilio ha sido presentado por algunos como si se tratara de un “superconcilio”,
    [1] cuya mera invocación acaba con cualquier tipo de debate, en lugar de promoverlo. Vuestro llamamiento a desentrañar las raíces de la crisis actual de la Iglesia y a reclamar que se tomen medidas que corrijan cualquier posible desviación realizada en el Vaticano II y que ahora se pudiera estimar errónea, constituye un ejemplo en el cumplimiento del ministerio episcopal de transmitir la fe tal como ha sido recibida de la Iglesia.


    Agradecemos sus llamamientos para que se lleve a cabo un debate abierto y honesto sobre la verdad de lo que sucedió en el Vaticano II y sobre la posibilidad de que el Concilio y su desarrollo posterior puedan contener errores o aspectos que favorezcan esos errores o que dañen la fe. Tal debate no puede partir de la conclusión de que el Concilio Vaticano II en su conjunto y en sus partes está per se en continuidad con la Tradición. Tal condición previa a un debate impide el análisis crítico y la argumentación y sólo permite la presentación de pruebas que apoyen la conclusión ya establecida. La cuestión de si el Vaticano II se ajusta o no a la Tradición debe ser debatida: no postulada ciegamente como una premisa que deba ser aceptada, aunque resulte contraria a la razón. La continuidad del Vaticano II con la Tradición es una hipótesis que hay que probar y debatir: no un hecho incontrovertible. Durante demasiadas décadas, la Iglesia ha visto a muy pocos pastores permitir, y mucho menos alentar, tal debate.

    Hace once años, Mons. Brunero Gherardini ya había realizado una petición filial al Papa Benedicto XVI: “La idea (que me atrevo a someter ahora a Su Santidad) ha estado en mi cabeza durante mucho tiempo. Y consiste en que se ofrezca una extensa aclaración y, si es posible definitiva, sobre el último Concilio: sobre cada uno de sus aspectos y contenidos. En efecto, me parece lógico, y me parece urgente, que estos aspectos y contenidos se estudien en sí mismos y en contexto con todos los demás, mediante un examen minucioso de todas las fuentes y desde el punto de vista específico de la continuidad con el Magisterio de la Iglesia anterior, solemne y ordinario. Sobre la base de una obra científica y crítica —lo más vasta e irrefutable posible— en confrontación con el Magisterio tradicional de la Iglesia, será posible definir el asunto de tal modo que permita entonces una evaluación segura y objetiva del Vaticano II.”[2]

    También agradecemos su iniciativa de identificar algunos de los temas doctrinales más importantes que deben abordarse en semejante examen crítico; y agradecemos que nos hayan aportado el modelo para un debate franco, pero cortés, que pudiera albergar la posibilidad de debatir. De sus intervenciones recientes, hemos recopilado algunos ejemplos de los temas que han indicado que se deben abordar y, que si se encuentran erróneos, deberían corregirse. Esta compilación esperamos que sirva de base para una discusión y debate más detallados. No afirmamos que esta lista sea exhaustiva, perfecta o completa. Tampoco todos estamos necesariamente de acuerdo con la naturaleza precisa de cada una de las críticas que se citan a continuación ni en la respuesta a las preguntas que plantean; sin embargo, estamos unidos en la convicción de que sus preguntas merecen respuestas honestas y no meras descalificaciones con acusaciones ad hominem de desobediencia o de ruptura con la comunión. Si lo que cada uno de ustedes afirma es falso, que los interlocutores lo demuestren; si no, la jerarquía debería considerar las demandas que ustedes formulan.



    La libertad religiosa para todas las religiones como un derecho natural que Dios quiere


    • Obispo Schneider: “Algunas expresiones del Concilio no pueden ser tan fácilmente reconciliables con la constante tradición doctrinal de la Iglesia, como por ejemplo las expresiones del Concilio sobre el tema de la libertad religiosa (en el sentido de un derecho natural y por lo tanto positivamente querido por Dios, de practicar y difundir una religión falsa, que puede abarcar también idolatrías o cosas peores)[3].”




    • Obispo Schneider: “Desgraciadamente, pocas frases más abajo, el Concilio socava esta verdad proponiendo una teoría que jamás ha sido enseñada por el Magisterio constante de la Iglesia: que el hombre tiene un derecho fundamentado en su propia naturaleza por el que no se debe obligar «a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, sólo o asociado con otros, dentro de los límites debidos» (ut in re religiosa neque impediatur, quominus iuxta suam conscientiam agat privatim et publice, vel solus vel aliis consociatus, intra debitos limites, n. 2). Apoyado en esta afirmación, el hombre tendría el derecho, fundado en la propia naturaleza (y por tanto positivamente querido por Dios) de elegir, practicar y divulgar, incluso colectivamente, el culto a un ídolo y hasta el culto a Satanás, por ejemplo en la conocida como Iglesia de Satán. De hecho, en algunos países la Iglesia de Satán está jurídicamente equiparada a otras religiones.”[4]



    La identificación de la Iglesia de Cristo con la Iglesia Católica y el Nuevo Ecumenismo


    • Obispo Schneider: “Algunas expresiones del Concilio no pueden ser tan fácilmente reconciliables con la constante tradición doctrinal de la Iglesia, como por ejemplo […] una distinción entre la Iglesia de Cristo y la Iglesia Católica (el problema del “subsistit in” que da la impresión de la existencia de dos realidades: por una parte la Iglesia de Cristo y por otra la Iglesia Católica), de la conducta ante la confrontación de las religiones no cristianas y de la conducta frente a las confrontaciones del mundo contemporáneo.”[5]




    • Obispo Schneider: “Pero afirmar que los musulmanes adoran junto con nosotros al único Dios (“nobiscum Deum adorant“), como lo hizo el Concilio Vaticano II en Lumen Gentium 16, es teológicamente una afirmación altamente ambigua. Que los católicos adoramos con los musulmanes al único Dios no es cierto. No adoramos con ellos. En el acto de adoración, siempre adoramos a la Santísima Trinidad, no adoramos simplemente al “único Dios” sino, más bien, a la Santísima Trinidad conscientemente: Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Islam rechaza la Santísima Trinidad. Cuando los musulmanes adoran, no adoran en el nivel sobrenatural de la fe. Incluso nuestro acto de adoración es radicalmente diferente. Es esencialmente diferente. Precisamente porque nos volvemos a Dios y lo adoramos como hijos que están constituidos dentro de la inefable dignidad de la adopción filial divina, y lo hacemos con fe sobrenatural. Sin embargo, los musulmanes no tienen una fe sobrenatural.” [6]




    • Arzobispo Viganò: “Sabemos muy bien que, invocando la palabra de la Escritura Littera enim occidit, spiritus autem vivificat [“La letra mata, el espíritu da vida” (2 Cor 3, 6)], los progresistas y modernistas astutamente encontraron cómo esconder expresiones equívocas en los textos conciliares, que en su tiempo parecieron inofensivos pero que, hoy, revelan su valor subversivo. Es el método usado en la frase subsistit in: decir una medio-verdad como para no ofender al interlocutor (suponiendo que es lícito silenciar la verdad de Dios por respeto a sus criaturas), pero con la intención de poder usar un medio-error que sería instantáneamente refutado si se proclamara la verdad entera. Así, “Ecclesia Christi subsistit in Ecclesia Catholica” no especifica la identidad de ambas, pero sí la subsistencia de una en la otra y, en pro de la coherencia, también en otras iglesias: he aquí la apertura a celebraciones interconfesionales, a oraciones ecuménicas, y al inevitable fin de la necesidad de la Iglesia para la salvación, en su unicidad y en su naturaleza misionera.”[7]



    Primacía papal y la nueva colegialidad

    • Obispo Schneider: “El hecho en sí de la necesidad, por ejemplo, de la “Nota explicativa previa” al documento Lumen Gentium demuestra que el mismo texto de la Lumen Gentium en el nº 22 es ambiguo respecto al tema de las relaciones entre el primado y la colegialidad episcopal. Los Documentos esclarecedores del Magisterio en la época post-conciliar, como por ejemplo las encíclicas Mysterium Fidei, Humanae Vitae, El Credo del Pueblo de Dios de Pablo VI, fueron de gran valor y ayuda, pero los mismos no aclararon las afirmaciones ambiguas del Concilio Vaticano II antes mencionadas.”[8]

    El Concilio y sus textos son la causa de muchos escándalos y errores actuales


    • Arzobispo Viganò: “El que la Pachamama haya sido adorada en una iglesia se lo debemos a Dignitatis Humanae. El que tengamos una liturgia protestantizada y a veces incluso paganizada, se lo debemos a la revolucionaria acción de monseñor Annibale Bugnini y a las reformas postconciliares. La firma de la Declaración de Abu Dabhi, se la debemos a Nostra Aetate. Y si hemos llegado hasta delegar decisiones en las Conferencias Episcopales -incluso con grave violación del Concordato, como es el caso en Italia-, se lo debemos a la colegialidad y a su versión puesta al día, la sinodalidad. Gracias a la sinodalidad nos encontramos con Amoris Laetitia y teniendo que ver el modo de impedir que aparezca lo que era obvio para todos: este documento, preparado por una impresionante máquina organizacional, pretendió legitimar la comunión a los divorciados y convivientes, tal como Querida Amazonia va a ser usada para legitimar a la mujeres sacerdotes (como en el caso reciente de una “vicaria episcopal” en Friburgo de Brisgovia) y la abolición del Sagrado Celibato.”[9]




    • Arzobispo Viganò: “Pero si en aquel momento pudiera resultar difícil pensar que una libertad religiosa condenada por Pío XI (Mortalium Animos) pudiera ser promulgada por Dignitatis Humanae; o que el Romano Pontífice pudiera ver su autoridad usurpada por un colegio episcopalfantasma, actualmente entendemos que lo que se ocultó inteligentemente en el Vaticano II, se promueve abiertamente hoy en documentos papales precisamente en nombre de la aplicación coherente del Concilio”.[10]




    • Arzobispo Viganò: “Podemos, por tanto, afirmar que el espíritu del Concilio es el Concilio mismo, que los errores del postconcilio se contienen in nuce en las actas del Concilio, del mismo modo que se dice con toda razón que el Novus Ordo es la Misa del Concilio, aunque en presencia de los Padres se celebrara la Misa que los progresistas califican significativamente de preconciliar.”[11]




    • Obispo Schneider: “Para cualquier persona honesta intelectualmente que no trate de hacer la cuadratura del círculo está claro que la afirmación de Dignitatis humanae de que todo hombre tiene derecho por su propia naturaleza (y por lo tanto sería un derecho positivamente querido por Dios) a practicar y difundir una religión según su conciencia no difiere sustancialmente de lo que afirma la Declaración de Abu Dabi, que dice: «El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos. Esta Sabiduría Divina es la fuente de la que proviene el derecho a la libertad de credo y a la libertad de ser diferente».”[12]



    Hemos tomado nota de las diferencias que han quedado de manifiesto entre las soluciones que cada uno de ustedes ha propuesto para hacer frente a la crisis promovida durante y después del Concilio Vaticano II. Su amable y respetuoso intercambio de opiniones debe servir de modelo para un debate más profundo que ustedes y nosotros deseamos. Con demasiada frecuencia, durante estos últimos cincuenta años, las discrepancias sobre el Vaticano II han sido combatidas meramente mediante descalificaciones ad hominem, en lugar de aportando argumentos con tranquilidad. Instamos a todos los que se unan a este debate y que sigan nuestro ejemplo.

    Oramos para que Nuestra Santísima Madre; San Pedro, Príncipe de los Apóstoles; San Atanasio y Santo Tomás de Aquino protejan y preserven a sus Excelencias. Que les recompensen por su fidelidad a la Iglesia y les confirmen en su defensa de la Fe y de la Iglesia.

    In Christo Rege, (firmado)

    Donna F. Bethell, J.D.

    Prof. Dr. Brian McCall

    Paul A. Byrne, M.D.

    Edgardo J. Cruz-Ramos, President Una Voce Puerto Rico

    Prof. Roberto de Mattei, President of the Lepanto Foundation

    Fr. Jerome W. Fasano

    Timothy S. Flanders, author and founder of a lay apostolate

    Matt Gaspers, Managing Editor, Catholic Family News

    Dr Maria Guarini STB, editor of the website Chiesa e postconcilio

    Kennedy Hall, book author

    Prof. Dr. em. Robert D. Hickson

    Prof. Dr.rer.nat. Dr.rer.pol. Rudolf Hilfer, Stuttgart.

    Rev. John Hunwicke, Senior Research Fellow Emeritus, Pusey House, Oxford

    Prof. Dr. Peter Kwasniewski

    Leila M. Lawler, writer

    Pedro L. Llera Vázquez, school headmaster and author at InfoCatólica

    James P. Lucier PhD

    Antonio Marcantonio, MA

    Dr. Taylor Marshall, author of Infiltration: The Plot to Destroy the Church from Within

    The Reverend Deacon, Eugene G. McGuirk

    Dr. Stéphane Mercier, Ph.D., S.T.B.

    Hon. Andrew P. Napolitano, Senior Judicial Analyst, Fox News; Visiting Professor of Law, Hofstra University

    Father Dave Nix, Diocesan Hermit

    Prof. Paolo Pasqualucci

    Fr. Dean Perri

    Dr. Carlo Regazzoni, Philosopher of Culture, Therwill, Switzerland

    Fr. Luis Eduardo Rodríguez Rodríguez

    Don Tullio Rotondo

    John F. Salza, Esq., Catholic Attorney and Apologist

    Wolfram Schrems, Wien, Mag. theol., Mag. Phil., catechist, works for Human Life International Austria

    Henry Sire, historian and book author

    Robert Siscoe, author

    Dr. sc. Zlatko Šram, Croatian Center for Applied Social Research

    Fr Glen Tattersall, Parish Priest, Parish of St John Henry Newman (Melbourne, Australia)

    Marco Tosatti, journalist

    Jose Antonio Ureta

    Aldo Maria Valli, journalist

    Dr. Thomas Ward, President of the National Association of Catholic Families

    John-Henry Westen, co-founder and editor-in-chief LifeSiteNews.com

    Willy Wimmer, Secretary of State, Ministry of Defense, (ret.)

    [1] Cardenal Joseph Ratzinger 13 de julio de 1988, en Santiago de Chile.
    [2] Concilio Vaticano II: Un discorso da fare (Frigento: Casa Maria Editrice, 2009), posteriormente publicado en inglés como The Ecumenical Vatican Council II: A Much Needed Discussion. El extracto se toma de
    https://fsspx.news/en/vatican-iicouncil-much-needed-discussion.
    [3]
    https://www.lifesitenews.com/opinion/bishop-schneider-we-shouldn’t-reject-vatican-ii-but-save-what-is-truly-good.
    [4]
    https://www.lifesitenews.com/opinion/bishop-schneider-how-church-could-correct-erroneous-view-that-god-wills-diversity-ofreligions .
    [5]
    https://www.lifesitenews.com/opinion/bishop-schneider-we-shouldn’t-reject-vatican-ii-but-save-what-is-truly-good
    [6]
    https://www.lifesitenews.com/blogs/bishop-schneider-catholics-y-muslims-share-no-common-faith-in-god-no-commonadoration
    [7]
    https://www.lifesitenews.com/blogs/a...ize-the-church
    [8]
    https://www.lifesitenews.com/opinion...-is-truly-good
    [9]
    https://www.lifesitenews.com/blogs/abp-vigano-on-the-roots-of-deviation-of-vatican-ii-and-how-francis-was-chosen-torevolutionize-the-church
    [10]
    https://www.lifesitenews.com/blogs/abp-vigano-on-the-roots-of-deviation-of-vatican-ii-and-how-francis-was-chosen-torevolutionize-the-church
    [11]
    https://catholicfamilynews.com/blog/2020/06/26/archbishop-vigano-to-phil-lawler-council-fathers-were-the-object-of-asensational-deception/
    [12]
    https://www.lifesitenews.com/opinion/bishop-schneider-how-church-could-correct-erroneous-view-that-god-wills-diversityof-religions

    https://adelantelafe.com/carta-abier...ius-schneider/.
    Última edición por Pious; 16/07/2020 a las 11:37

  4. #4
    Avatar de Pious
    Pious está desconectado Miembro Respetado
    Fecha de ingreso
    21 jul, 17
    Mensajes
    3,172
    Post Thanks / Like

    Re: Carta de monseñor Viganò: «El Vaticano II dio comienzo a una Iglesia falsa, paral

    ¿Bulo? No, verdad histórica

    El pasado 13 de julio, El vaticanista Sandro Magister criticó duramente en su blog Settimo Cielo a los prelados Carlos Maria Viganó y Athanasius Schneider, a los que acusó de difundir bulos.

    Aplica también el término bulo a la tesis de monseñor Schneider, según la cual la Iglesia ha corregido a lo largo de su historia errores doctrinales cometidos en concilios ecuménicos anteriores sin socavar por ello los cimientos de la Fe católica. Magister acusa a Schneider de falta de rigor histórico, y para confirmarlo cita una breve intervención del cardenal Walter Brandmüller a propósito del Concilio de Constanza, la cual en realidad no desmiente nada de lo afirmado por monseñor Schneider.

    La cosa fue como sigue: el 6 de abril de 1415 el Concilio de Constanza promulgó el decreto conocido como Haec Sancta, (texto de Haec Sancta en Mansi, XXIX, col. 21-22), que afirmaba solemnemente que el Concilio, asistido por el Espíritu Santo, recibía su autoridad directamente de Dios. Por consiguiente todo cristiano, el Papa incluido, estaba obligado a obedecerlo. Haec Sancta es un documento revolucionario que ha generado mucho debate, porque en un principio se interpretó en continuidad con la Tradición y fue corroborado por el magisterio pontificio. Tuvo su aplicación coherente en el decreto Frequens del 9 de octubre de 1417, que anunció un concilio a celebrarse cinco años más tarde, seguido por otro siete años después y luego uno cada diez años. Atribuía de hecho al Concilio la función de órgano colegial permanente, al mismo nivel que el Papa y en realidad superior.

    Señala el cardenal Branmüller que «la asamblea que promulgó aquellos decretos no era en modo alguno un concilio ecuménico autorizado con capacidad para definir la doctrina de la Fe. Consistió por el contrario en una asamblea de meros secuaces de Juan XIII (Baldasarre Cossa), que era uno de los tres pontífices que en aquel momento se disputaban el gobierno de la Iglesia. Aquella asamblea carecía de la menor autoridad. El cisma duró hasta que se incorporaron a la asamblea de Constanza las otras dos partes, esto es los partidarios de Gregorio XII (Angelo Correr) y la nación hispánica de Benedicto XIII (Pedro Martínez de Luna), lo cual tuvo lugar en el otoño de 1417. Hasta aquel momento, el de Constanza no fue un verdadero concilio ecuménico, aunque faltara el Papa, que aún no había sido elegido». Todo esto es cierto, pero Martín V, elegido verdadero papa en Constanza el 11 de noviembre de 1417, reconoció en la bula Inter cunctas del 22 de febrero de 1418 la ecumenicidad del Concilio de Constanza junto con todo lo que éste había decretado en los años anteriores, si bien con una fórmula genérica restrictiva: in favorem fidei et salutem animarum (Joseph von Hefele, Histoire des Conciles d’après les documents originaux, Letouzey et Ané, París 1907, vol. I, pp. 53, 68-74 e vol. VII-1, p. 571). Como se ve, no repudió Haec Sancta, aplicó rigurosamente el decreto Frequens y fijó la fecha para un nuevo concilio general, el cual se celebró en Pavía y Siena (1423-1424), y designó la ciudad de Basilea como sede la siguiente convocatoria.

    Este último se inauguró en dicha ciudad suiza el 23 de julio de 1431. Eugenio IV, sucesor de Martín V, ratificó mediante la bula Duduum Sacrum del 15 de diciembre de 1433 los documentos que había promulgado la asamblea hasta aquel momento, entre ellos Haec Sancta, que los padres conciliaristas de Basilea proclamaban como su carta magna. El propio Eugenio IV, en el decreto del Concilio de Florencia que el 4 de septiembre de 1439 condenó a los padres de Basilea por haber salvado el Concilio de Constanza, recurrió a lo que en términos actuales se podría calificar de hermenéutica de la continuidad, como se hace actualmente con el Concilio Vaticano II. De hecho sostenía que la propuesta de la superioridad de los concilios sobre el Papa afirmada por los padres de Basilea apoyados en Haec Sancta era «una mala interpretación (pravum intelectum) de los propios basilienses, que en realidad demuestra ser contraria al auténtico sentido de la Sagrada Escritura, de los Santos Padres y del propio Concilio de Constanza» (Decreto del Concilio florentino contra el sínodo de Basilea, VII sesión, del 4 de septiembre de 1439, en Conciliorum Oecumenicorum Decreta, editado por el Istituto per le Scienze Religiose, EDB, Bolonia 2002, p. 533). Según el Papa, los padres de Basilea «interpretaron la declaración del Concilio de Constanza en un sentido malo y reprensible, totalmente ajeno a la sana doctrina» (Íbid., p. 532). Actualmente se diría: una interpretación abusiva del Concilio Vaticano II, cuyos documentos tergiversa.

    Seguidamente, en la carta Etsi dubitemus del 21 de abril de 1441 Eugenio IV condenó a los diabolici fundatores de la doctrina conciliarista: Marsilio de Padua, Juan de Jandun y Guillermo de Ockam (Epistolae pontificiae ad Concilium Florentinum spectantes, Pontificio Istituto Orientale, Roma 1946, pp. 24-35), pero con respecto a Haec Sancta adoptaba una postura vacilante, siempre en la línea de la hermenéutica de la continuidad. El mismo Eugenio IV ratificó el Concilio de Constanza en su conjunto y en sus decretos, absque tamen praejudicio juris, dignitatis et praeminentiae Sedis apostolicae, como escribió a su legado el 22 de julio de 1446: se trata de una fórmula que aclaraba el sentido de la restricción de Martín V condenando implícitamente en nombre de la primacía del Romano Pontífice a cuantos invocaban el Concilio de Constanza para afirmar la superioridad de los concilios sobre los papas.

    A partir de entonces, la tesis de la continuidad entre Haec Sancta y la Tradición de la Iglesia fue abandonada por los teólogos y los historiadores, entre quienes se encuentra el cardenal Brandmüller, que acertadamente expurga de la Tradición de la Iglesia Haec Sancta y el decreto Frequens. Ya en tiempos de la Contrarreforma, el padre Melchor Cano afirmó que había que repudiar Haec Sancta porque no tenía la forma dogmática de un decreto que obligase a los fieles a creer o condenase lo contrario (De logis teologicis, 1562). De igual modo, el cardenal Baudrillart sostiene en el Dictionnaire de Théologie Catholique que el Concilio de Constanza no publicó Haec Sancta con la intención de promulgar una definición dogmática, y precisamente por eso el documento fue repudiado después por la Iglesia (voz Concile de Constance, in DTC, III,1, col. 1221). Lo mismo afirma el historiador de la Iglesia August Franzen (Das Konzil der Einheit, in A. Franzen y Wolfgang Mueller, Das Konzil von Konstanz. Beitraege zu seiner Geschichte und Theologie, Herder. Friburgo-Basilea-Viena 1964, p. 104). Por eso, planteando el problema de la ecumenicidad del Concilio de Constanza, uno de sus mayores conocedores, el P. Joseph Hill escribe: «Los historiadores concuerdan en considerarlo ecuménico, si bien en proporciones variables» (Constance et Bale-Florence, Editions de l’Orante, Paris 1965, p. 111).

    No se puede excluir la posibilidad de que algún día el Concilio Vaticano II pueda ser repudiado en parte o en bloque, como pasó con los decretos del Concilio de Constanza.

    (Traducido por Bruno de la Inmaculada/Adelante la Fe).

    https://adelantelafe.com/bulo-no-verdad-historica/.
    Última edición por Pious; 16/07/2020 a las 11:54

Información de tema

Usuarios viendo este tema

Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)

Temas similares

  1. Entrevista a monseñor Viganò
    Por Hyeronimus en el foro Crisis de la Iglesia
    Respuestas: 0
    Último mensaje: 22/04/2020, 23:56
  2. Respuestas: 0
    Último mensaje: 12/04/2020, 23:54
  3. Monseñor Schneider: Ya hay un cisma en la Iglesia
    Por Hyeronimus en el foro Crisis de la Iglesia
    Respuestas: 0
    Último mensaje: 09/12/2016, 13:40
  4. Carta a un monseñor Panchampla
    Por Hyeronimus en el foro Crisis de la Iglesia
    Respuestas: 0
    Último mensaje: 05/07/2013, 12:54
  5. Carta de Monseñor Lefevbre
    Por Ordóñez en el foro Política y Sociedad
    Respuestas: 2
    Último mensaje: 06/04/2005, 19:50

Permisos de publicación

  • No puedes crear nuevos temas
  • No puedes responder temas
  • No puedes subir archivos adjuntos
  • No puedes editar tus mensajes
  •