Habría que distinguir dos tipos de opiniones contrarias sobre esa hipótesis de lo que habría sucedido con Santa Teresa, San Juan de la Cruz, San Ignacio de Loyola, San Francisco de Sales…Vamos, que si Santa Teresa, San Juan de la Cruz, San Ignacio de Loyola, San Francisco de Sales…hubieran sobrevivido hasta los años 60 hubieran sido también vilipendiados, desprestigiados, considerados cismáticos y un peligro para una Iglesia, que, de repente se avergüenza de su depósito doctrinal y de su culto milenario. De repente se avergüenza de los millones de paganos convertidos, a los que hubiera sido mejor respetar su religión. De repente se olvida de toda la sangre derramada por mártires y confesores de la fe a lo largo de la historia.
Porque no hay más que leer a los santos nombrados más arriba para comprobar que su línea de pensamiento, su fe y el culto que promovían eran los mismos que propugnaba nuestro arzobispo en cuestión.
Nosotros los, digamos, tradicionales creemos efectivamente que Santa Teresa, San Juan de la Cruz, San Ignacio de Loyola, San Francisco de Sales harían pensado siempre como lo hicieron, de modo tradicional.
Pero es que los conciliares lo ven de otro modo; lo considerarían desde lo que les conviene: el rollo de los "signos de los tiempos" y de la "obediencia debida". En base a ambos resultaría que para los modernistas actuales (99,9999 por 100 del total católico) esos santos de los siglos XVI y XVII, de haber llegado a conocer el Vaticano II en nombre del "nuevo pentecostés" y de la "obediencia debida" habrían escrito cosas totalmente opuestas a que entonces escribieron y totalmente a favor del Concilio y favorables al ecumenismo, la colegialidad, la libertad religiosa etc.
Esto que para nosotros sería inverosímil, a los "conciliares" no les causaría ningún problema el imaginarlo. O por lo menos lo afirmarían cínicamente sin despeinarse.
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