Hoy los enemigos de Cristo y de su Iglesia celebran los 50 años del concilio. Celebran la ruina de la Iglesia.
Más les valiera no haber nacido.
EXURGE DOMINE ET JUDICA CAUSAM TUAM
A LOS ADVERSARIOS DE MONSEÑOR LEFEBVRE
«Liberalismo, por tu culpa me estoy muriendo», dice hoy la Iglesia en su agonía. Ella puede decir como Jesús a aquellos que venían a apresarlo: “Es vuestra hora y la potestad de las tinieblas” (Luc. 22, 53). La Iglesia está en Getsemaní, pero no morirá. Da la impresión de una ciudad ocupada por el enemigo…». Mons. Lefebvre
Muchas veces, a los católicos que van a Misa en latín, se les llama tradicionalistas o lefebvrianos (o lefebvristas que es lo mismo). Es pertinente hacer la siguiente aclaración: ser tradicionalista hoy, es ser simplemente católico. Excluye por completo el hecho de ser “lefebvriano”. Un católico es discípulo de Cristo, y punto. Si alguien quiere ser discípulo de Wojtila, de Ratzinger, o de Lefebvre que se las arregle con San Pablo (I, Cor. I, 12).
Ser fiel a la fe, moral, dogma, sacramentos, doctrina, Mis de todos los Papas y Santos de 2000 años es ser católico. Rechazar los cambios que causan una crisis en la Iglesia y guardar lo que siempre hizo la Iglesia es señal de reflexión, y no de rebeldía, ¡y mucho menos de separación de la Iglesia!
Ante la demolición de la Iglesia, ¡reconstruir!
Las cosas no van bien en la Iglesia. El mismo papa Pablo VI, el 7 de diciembre de 1968, reconoció la crisis de fe generada por los cambios: «la Iglesia se encuentra en una hora inquieta de autocrítica o, mejor dicho, de autodemolición…». Y el 29 de junio de 1972, añadió: … «Por alguna rendija se ha introducido el humo de Satanás en el templo de Dios…».
Monseñor Lefebvre y tantos otros católicos lucharon contra la infiltración del humo de Satanás, que es la herejía modernista y liberal dentro de la Iglesia. ¿Para que sirve un obispo si no es para denunciar el error y preservar al pueblo de la corrupción de la fe y de las costumbres?
Ya en 1974 Mons. Lefebvre había denunciado, en su famosa Declaración, las novedades que destruyen a la Iglesia: «… Esta reforma, por haber surgido del liberalismo y modernismo está enteramente envenenada. Sale de la herejía y acaba en la herejía».
¡Católicos Romanos sí; Liberales, no!
Condición para ser católico es ser romano, es decir, adherirse a la Roma eterna, al Magisterio Romano. Ese Magisterio ha dado sus enseñanzas durante los 2000 años de Iglesia. Eso es ser romano, reconocer su Magisterio y, en ese sentido somos católicos y romanos ciento por ciento.
Pero si por Roma se entiende a la Roma que se define como “conciliar”, es decir neo-modernista, liberal, mezcladora de fe católica con las ideologías protestantes y no cristianas, entonces se puede decir que los católicos tradicionalistas no están de acuerdo con ésta Roma porque es recién nacida y contradice a la Roma eterna.
Los jóvenes católicos de hoy deben recordar que la Iglesia no comienza con los últimos Papas. Para muchos decir “Papado” significa decir “Juan Pablo II” o “Benedicto XVI”. Pero la Iglesia ha comenzado desde hace más de 2000 años y más de 260 Papas la han gobernado enseñando en nombre de Cristo. Ser tradicionalista es seguir la doctrina enseñada por todos los Papas, Santos y Doctores de la Iglesia durante 2000 años. Y estas enseñanzas no pueden cambiar en su esencia, como dijo San Pablo: «Si nosotros mismos, si un ángel bajara del cielo y os anunciara un Evangelio diferente del que habéis recibido sea anatema» (Gálatas 1, 8).
¿Reconoce al Papa?
Sí, la posición de Mons. Lefebvre siempre fue muy clara. Reconocer al Papa ya sea Pío XII, o Juan Pablo II. Sin embargo, reconocer al Papa no significa seguirlo en sus cambios actuales que son como novedades cancerígenas. ¿Por que? Porque una reforma que debilita, conturba, causa la ruina moral y espiritual de las almas no puede venir de Cristo sino de los hombres que le guían por sus ideas personales o las de su partido. Intentar imponer una idea personal en nombre de la obediencia es un abuso de poder.
Se puede objetar: “pero el Papa no se puede equivocar ya que está asistido por el Espíritu Santo”. Sí, es verdad, el Papa cuenta con una asistencia especial, pero no en todo ni siempre. El mismo Benedicto XVI, el 25 de julio de 2005, decía: “… El Papa no es un oráculo; como sabemos, sólo es infalible en situaciones rarísismas….” Por ejemplo, cuando declara un dogma de fe o moral católica; o cuando transmite fielmente la fe que todos los demás Papas han transmitido. Ya fue definido en el Concilio Vaticano I: El Espíritu Santo no se ha prometido a los Papas para inventar una nueva doctrina sino para custodiar y transmitir el depósito de la fe. No para inventar, sólo para transmitir e interpretar.
¡Que se informen los que critican a Monseñor y a la Tradición!
Si los adversarios de Monseñor Lefebvre hablan sin haber leído antes ni un libro de él, o peor aún, sin haber estudiado las encíclicas de los Papas Pío VII, Pío VIII, Gregorio XVI, Pío IX, San Pío X, y Pío XII, entonces que hagan un examen de conciencia de la difamación. Que se informen antes de hablar.
Basta leer un poco para darse cuenta que la fe íntegra y sin cambios fue la que construyó la grandeza del Catolicismo. Cuando en todas las parroquias se decía la Misa en latín y se tenía el catecismo de siempre, los católicos no cambiaban de religión yéndose a las sectas. Pero a partir de los cambios ruinosos la Iglesia está perdiendo miles de fieles en el mundo cada día. La juventud sumida en la ignorancia religiosa, busca en el esoterismo (el satanismo, la new age, por ejemplo). Además la inmoralidad se hace presente en todas partes. Las sectas han aumentado en los países católicos al 100%.
Cambiar todas las costumbres católicas, modificar profundamente la formación de los sacerdotes, cambiar radicalmente el catecismo, introducir una nueva misa con aires protestantes, menospreciar lo que hizo la Iglesia durante muchos siglos es una imprudencia, es una falta de justicia, un abuso de poder inaceptable porque causa la ruina de la Iglesia y de las familias.
Se juzga al árbol por los frutos que produce. Los frutos amargos actuales no vienen de Dios, y punto. San Ignacio de Loyola (Ejercicios Espirituales nº 333) escribe: «lo que debilita, inquieta, conturba (…) es señal clara de que procede del mal espíritu».
La Formación Sacerdotal
Mons. Lefebvre rechaza la mala formación que se está dando en filosofía, teología y moral a los futuros sacerdotes. Rechaza a los autores sospechosos como Yves Congar o Karl Ranher, entre otros. ¿Quién puede hacerle un reproche sobre ésto? La posición de Mons. Lefebvre siempre fue que los seminaristas sean formados en la verdadera doctrina y disciplina católica para que sean buenos sacerdotes. Que los sacerdotes sean hombres de Dios, siempre y en todo lugar, y no solamente en el Templo durante la Misa. Que siempre lleven su sotana para así protegerlos del mundo y dar testimonio de ser ministros de Cristo. ¿Merece eso tantas críticas y calumnias?
La Misa.
Mons. Lefebvre no aceptó la nueva misa. No fue una cuestión de sentimentalismo o de nostalgia del latín, no. Es por una cuestión de fe. La nueva misa es una mezcla de la misa católica con elementos protestantes y teología modernista. Los Cardenales Ottaviani y Bacci, en 1969, escribieron al Papa Pablo VI diciéndole que la nueva misa se aleja de una manera impresionante, tanto en el conjunto como en el detalle, de la teología Católica de la Misa definida en el Concilio de Trento.
Desde que cambiaron la misa, ¿cuál ha sido la mejoría? ¿Porque sólo el 20% de los fieles van a misa? ¿Porqué del 60 al 90% de los católicos (según los países) ya no van a Misa? ¡Por sus frutos los conoceréis! Cuando la Misa de siempre se celebraba, ¡miles de santos germinaron en la Iglesia Católica!
Lo que quiso Monseñor Lefebvre.
Monseñor Lefebvre quiso vivir, luchar y morir por la Iglesia Católica. Y por eso guardó la Misa de siempre, tal como se ha celebrado durante 2000 años. Por eso mantuvo la Fe católica íntegra sin los errores modernos que están confundiendo a tantas almas. No quiso romper con la Santa Sede o formar su propia iglesia. Jamás se quiso separar de la Iglesia de Cristo ya que es imposible que se separe de Ella el que cree, profesa, propaga, defiende y transmite lo que la Iglesia siempre ha creído, enseñado, propagado, defendido y transmitido.
Monseñor Lefebvre sólo quiso transmitir lo que recibió.
Ecce Christianus
Hoy los enemigos de Cristo y de su Iglesia celebran los 50 años del concilio. Celebran la ruina de la Iglesia.
Más les valiera no haber nacido.
EXURGE DOMINE ET JUDICA CAUSAM TUAM
Tuve el honor de conocer de cerca a Monseñor Marcel Lefebvre en los distintos viajes que hizo a nuestra patria.
En uno de los cuales coloco la piedra fundacional del actual seminario de la Reja.
Fue un obispo providencial, que se enfrento valiente y virilmente -en defensa de la Fe Tradicional- contra los "autodemoledores", herederos de la modernista pastoral del V-II.
Gracias a él se salvo el Culto Litúrgico de siempre.
Me interesa mucho este tema y voy descubriendo mucha documentación interesante en el foro. Pero sin haber profundizado demasiado una primera duda me surge. Siempre que se habla de oposición a los cambios del concilio se habla de Lefebvre (incluso a los partidarios de la Misa tradicional se les apoda Lefebvristas), ¿no hubo más obispos que se opusieran a los cambios?. Y si hubo más, ¿fue en un número significativo?
Estimado Algarrobo:
Fueron muchos los obispos que se opusieron a determinados cambios del V-II, porque contradecían la Doctrina Tradicional de la Iglesia.
Posteriormente la mayoría de ellos fue "adaptándose", o llamándose a silencio, aunque bajo cuerda instaban a Monseñor Lefebvre a continuar con su predica.
Finalmente quedo prácticamente solo.
Sin duda gracias a su firme Combate por la Fe, se logro salvar la Santa Misa tradicional.
A pesar de que hoy día sigue siendo perseguida y se hace muy difícil poder celebrarla conforme al rito de siempre, que difiere sustancialmente de la modernista reforma pos conciliar.
En el foro se ha tratado esta temática.
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