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Tema: Jean Madiran, pensador católico francés, que denunció “La herejía del siglo XX”

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  1. #1
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    Re: Jean Madiran, pensador católico francés, que denunció “La herejía del siglo XX”

    4. SEIS PROPOSICIONES

    Más arriba, Madiran describió esta herejía como “noche, vacío y nada”. Sin embargo, esta herejía ha ejercido, desde el Vaticano II y hasta ahora, un poder devastador, destruyendo la fe, la liturgia, la Iglesia y las almas, todavía católicas antes del Concilio. Para ofrecer a sus lectores una visión general de esta “nada”, Madiran presenta, en las partes III, IV y V de su libro, el contenido de la herejía, tal como se puede resumir en siete proposiciones principales, extraídas de los escritos de mons. Schmitt, obispo de Metz, a quien Madiran atribuye el desarrollo de la “nada devastadora” que es la nueva religión conciliar. A continuación, presentamos en negrita las siete propuestas, en orden, seguidas de un breve resumen de los comentarios del propio Madiran sobre ellas.

    P1 La transformación del mundo (mutación de la civilización) impone un cambio en la concepción misma de la salvación traída por Cristo.

    P2 El pensamiento de la Iglesia sobre el plan de Dios no había sido suficientemente evangélico.

    P3 La fe escucha al mundo.

    P4 La “socialización” no es sólo un hecho inevitable de la historia mundial; es una gracia.

    P5 Ninguna época anterior a la nuestra ha podido comprender el ideal evangélico de la vida fraterna.

    P6 En un mundo volcado hacia el futuro, la esperanza de los cristianos adquiere todo su significado.

    P7 El derecho natural es la expresión de la conciencia colectiva de la humanidad. (Esta séptima Proposición es tan devastadora que Madiran reservará para ella toda la parte V de su libro.)

    1. Madiran ya ha analizado previamente las dos primeras propuestas. Respecto de la primera (P1), se contenta con añadir que ella únicamente es el principio necesario y suficiente de la nueva religión. Podríamos resumirla así: “Donde para el catolicismo todo es tradición, para el modernismo todo es cambio”.

    2. P2 comienza a elaborar P1, es decir, a especificar qué cambio es necesario. Al igual que los innumerables sistemas que han aparecido desde el protestantismo para oponerse al catolicismo, P2 apela falsamente al Evangelio contra la Iglesia, pero de un modo aún más sorprendente: porque ahora sería el mundo el que nos enseñaría a ser evangélicos.

    3. P3 deja claro que P1 y P2 han cambiado el objeto de la fe, al designar lo que los creyentes ahora deben creer: pues mientras que anteriormente los católicos tenían que creer en Dios porque Él es Dios, ahora deben creer en el mundo porque es el mundo.

    4 Y creer en el mundo moderno significa creer en su gran movimiento de “socialización”, o colectivismo, es decir, en el comunismo. Porque este movimiento no sólo es inevitable sino que también es una gracia divina (!).

    5 En otras palabras, “la Salvación de Cristo” (P1) y “el plan de Dios” (P2) se han convertido en simples palabras, que se conservan como reliquias del pasado, pero que ya han perdido toda realidad trascendente e incluso toda propia realidad.

    6 Asimismo, toda esperanza sobrenatural y toda lucha por alcanzar el Cielo de Dios quedan vacías de su contenido; pero la modernidad viene a llenarlos –y mejor. Porque, en los últimos 20 siglos, nunca la Iglesia y los cristianos han comprendido la esperanza cristiana tan bien como nosotros, hombres de nuestro tiempo, que nos esforzamos por avanzar juntos hacia el firmamento del Nuevo Orden Mundial (!).

    Para concluir su comentario, Madiran quiere mostrar cómo se articulan estas seis propuestas de Mons. Schmitt.

    Así, P1 es el trampolín de las otras seis. Pero, ¿por qué esta manía de cambio, que es tan clara también en todos los políticos modernos? Porque antes de la era moderna, todo se basaba en, y para volver, a Dios.

    Pero ahora el hombre rechaza a Dios. Por lo tanto, todo debe ser cambiado, (P2) con el hombre en lugar de Dios en el centro, y (P3) con el mundo del hombre como el horizonte completo. Este centro en el hombre (P4) no puede ser invertido, pero (P4) es tan bueno como una religión, y (P5) nunca los hombres han estado mejor preparados que hoy para centrarse en el hombre, o (P6) para mirar hacia el futuro humano de la humanidad.

    La sincronización de este sistema con el comunismo es clara, con su eliminación de Dios y la deificación del hombre. Será aún más clara con (P7) la eliminación de la naturaleza y de la ley natural. En los disturbios del verano en los EE.UU. ¿no se trató de la eliminación final de Dios ? ¡Señor, ten piedad de nosotros!

    Kyrie Eleison.

    https://respicestellam.org/eleison-comments/eleison-comments-in-spanish/5/
    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

  2. #2
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    Re: Jean Madiran, pensador católico francés, que denunció “La herejía del siglo XX”

    5. PROPOSICIÓN VII: El Derecho natural es la expresión de la conciencia colectiva de la humanidad

    La Parte V no es la más fácil de las seis partes del libro de Jean Madiran “La Herejía del siglo XX”, porque trata de la Ley Natural, concepto difícil de comprender para las mentes modernas. Y esto porque Dios Creador es tanto el Autor de la Ley Natural como Quien la implanta en todas sus diversas criaturas, y el gran y buen Dios es un misterio cerrado para la gran mayoría de las mentes modernas. Sin embargo, la Ley Natural es para Madiran tan decisiva como medio para producir la “Herejía del siglo XX”, que la sitúa en el centro de la última de las siete Proposiciones seleccionadas del obispo Schmitt y dar forma a una herejía que de otra manera no la tendría. Hela aquí:

    P7: La ley natural es la “expresión de la conciencia colectiva de la humanidad”.

    De lo cual se desprende que NO habría una ley natural objetiva moral, promulgada por Dios e inscrita en el corazón del hombre.

    La razón del obispo Schmitt para negar la existencia de la Ley divina en los hombres parecía deberse a que haría la vida social del hombre demasiado mecánica, como si las soluciones a todos los problemas sociales pudieran ser leídas como unas “instrucciones de fabricante”. Ahora bien, las “instrucciones” de Dios para el hombre permiten plenamente la libertad humana incluso en la sociedad, mientras que la negación de la ley natural, dice Madiran, funda el bien y el mal no ya en la Ley Divina objetiva sino en la conciencia humana subjetiva y, en última instancia, en ninguna ley.

    Y es que aunque el hombre es libre y responsable, no es libre para hacer sus propias leyes. Y la enseñanza social de la Iglesia parte ciertamente de la Ley Natural de Dios, pero para ser aplicada a la inmensa variedad de nuevas situaciones concretas, como en nuestro tiempo. Hoy se necesitaría un gran trabajo, como el que realizó Pío XII en su época.

    Además, sin Ley ni orden natural en los hombres, ¿cómo podría haber todavía algo sobrenatural en ellos? (¿No presupone lo sobrenatural lo natural y la naturaleza?). Sin Ley natural, no podrían existir los Diez Mandamientos (que sólo explicitan la Ley natural); ni religión natural (constituida por la Ley natural); ni tampoco vida social (que presupone La ley natural); ni vida cristiana (que presupone virtudes naturales), etc. De hecho, si no existiera en absoluto Ley natural, cualquier noción de sociedad cristiana se vuelve imposible: ni como sociedad ni como cristiana.

    Objeción: Toda buena ley es clara y cierta. Pero si la Ley natural requiere una elaboración, como la de Pío XII, entonces no puede ser ni clara ni segura. Entonces no es una buena ley.

    Respuesta: Es necesaria una doble distinción: en su base fundamental -“Haz el bien, huye del mal”-, la Ley natural es clara e inquebrantable. Por otra parte, todo lo que se deriva de ese fundamento puede ser poco claro para nosotros, los hombres, y por lo tanto susceptible de disputa, pero es claro en sí mismo, como, por ejemplo, cuando un buen juez discierne la justicia en una caso compleja. La Ley natural nos es conocida interiormente a través de la razón y desde fuera por la revelación, como la de los Diez Mandamientos a todos los hombres, por Moisés.

    En el tercer y último capítulo de la parte V de su libro, Madiran presenta las consecuencias espirituales de la negación de la Ley natural que ha atribuido anteriormente (en la P7) a la herejía del siglo XX. El resultado en el individuo católico es que se aleja de una verdadera comprensión tanto de la vida cristiana como de lo lejos que está su propia vida de ella. Ya no tiene idea de la absoluta necesidad de la gracia sobrenatural para vivir una vida cristiana. Piensa que por su propia fuerza lleva una vida decente, pero de esa vida los Mandamientos I al IV se han desvanecido, el V y el VII pueden estar todavía vivos, pero el VIII está debilitado y los VI, IX y X también se han desvanecido. Sin embargo, por un amor sentimental al prójimo no regido por ninguna ley objetiva, cree que está cumpliendo el mandato de Cristo de amarse los unos a los otros como Cristo nos amó, por lo que está satisfecho consigo mismo.

    En este estado, dice Madiran, no se puede ser salvado. Por tanto, no es de extrañar que un hombre así pida “un cambio en el concepto mismo de salvación traída por Cristo” ...Y así habríamos cerrado el círculo, volviendo a la primera de las siete Proposiciones en las que Madiran resumió “la herejía del siglo XX”.

    Kyrie eleison.

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    Última edición por ALACRAN; 12/04/2024 a las 13:36
    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

  3. #3
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    Re: Jean Madiran, pensador católico francés, que denunció “La herejía del siglo XX”

    6. TRAICIÓN.

    En París, en mayo de 1968, se produjeron disturbios estudiantiles tan radicales y duraderos que atrajeron la atención de los medios de comunicación de todo el mundo. Por la subversión teórica y la destrucción práctica de todo lo que hasta entonces había conformado el modo de vida occidental, fueron comparables a los disturbios que asolaron muchas ciudades de los Estados Unidos el verano de 2020. De hecho, los disturbios de París inspiraron la sexta y última parte del libro de Jean Madiran, “La Herejía del siglo XX”, porque eran como una ilustración en forma de libro ilustrado de lo que todo su libro había estado tratando de decir: “La civilización católica se está volviendo comunista, y es una gran traición, y los obispos católicos son los traidores”. De ahí los tres capítulos de la sexta parte del libro: 1) Mayo del 68 es la traición final de los obispos; 2) Repudian a los verdaderos católicos; 3) Traicionan a la verdadera Cristiandad.

    En el capítulo I, Madiran cuenta cómo, en París, primavera de 1968, mientras los estudiantes rebeldes amenazaban con derribar la civilización occidental, el comentario oficial de los obispos franceses fue: “Es un amplio movimiento que pide una nueva sociedad”, estando listos para darle la bienvenida en nombre del Vaticano II. En su declaración oficial, un mes después, declararon: “La Revolución de 1968 divide a la gente a favor y en contra, pero nosotros los obispos estamos a favor.” De hecho, dice Madiran, como para los revolucionarios, el fin justifica los medios, hicieron tal uso de fuerza, mentiras y engaños para salirse con la suya que provocaron una reacción mayor aun. Pero ¿qué les importa a los obispos modernos la subversión radical de toda la Ley natural y de la Civilización cristiana? Ninguno de ellos cree que el comunismo sea traición. ¿Pero acaso no es un movimiento de reforma? Es sólo una mentira y una trampa, dice Madiran.

    En el II capítulo, Madiran cuenta cómo, al congraciarse con los revolucionarios de izquierda, los obispos tenían que llevarles en bandeja las cabezas de los católicos más fieles de la derecha, también llamados “integristas”, o seguidores del catolicismo integral. Aquí está exactamente el motivo por el cual, en la década de 1970, Pablo VI hizo tan grandes esfuerzos para paralizar a mons. Lefebvre, pese a que Dios tenía otras ideas. (Sin embargo, sólo unos pocos años más, y lo que había sido su Fraternidad anhelaría la aprobación de la Roma modernista). En los años 60, los obispos franceses comenzaron a hablar un doble lenguaje; a la izquierda, le decían: “Por favor no nos toméis por conservadores o integristas, somos revolucionarios como vosotros”, mientras que a la derecha la decían: “Por favor no penséis que estemos cambiando nada”. Y desde entonces estos obispos tratan de ir en dos direcciones a la vez — ¡Buena receta para paralizarse. Pero siempre evitan confrontar a los “integristas” con argumentos directos. ¡Como que han abandonado la verdad!

    En el último capítulo de su libro, Madiran finaliza su condena a los cobardes obispos franceses. Hoy (2020) el mundo moderno no es bueno, cargado de mentiras en todos los ámbitos: La Evolución, los "Seis Millones", el 9-septiembre 2011, la crisis del Covid, y esas son sólo algunas de las falsedades destacadas. ¿Pero qué es lo que salió mal? Los estudiantes apenas lo sabían porque se les había dicho que el mundo moderno es maravilloso. Pero si eso era cierto, entonces instintivamente quieren derribarlo. Sin embargo, la Iglesia Católica, aunque tampoco cree en la modernidad, sabe exactamente lo que salió mal, y en 1864 publicó una importante lista de 80 de los errores – el Syllabus de Errores escrito por el Papa Pío IX. Esta es la doctrina que los obispos deberían haber enseñado a los estudiantes, porque si estos la hubieran aprendido bien, podrían haber estado reconstruyendo toda la “civilización occidental” desde los años 60. En lugar de eso, los obispos del mundo prefirieron, con el Vaticano II, unirse a los comunistas en vez de luchar contra ellos, y los estudiantes se convirtieron en bárbaros, y toda la civilización cristiana fue traicionada. Refiriéndose a los obispos, Madiran añade una última palabra a su libro – “¡Miserables!”

    El análisis de “La Herejía del siglo XX” es claro. Las lecciones abundan para las naciones; para los EE.UU. en particular. Quizás sólo un desastre a gran escala permitirá a la humanidad aprenderlas. Sin embargo, como dijo el obispo Butler en el siglo XVIII, “Las cosas son lo que son. Sus consecuencias serán lo que serán. ¿Por qué, pues, deberíamos buscar engañarnos a nosotros mismos?”

    Kyrie eleison.

    https://respicestellam.org/eleison-c...-in-spanish/9/
    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

  4. #4
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    Re: Jean Madiran, pensador católico francés, que denunció “La herejía del siglo XX”

    Madiran denuncia la herejía...

    Revista FUERZA NUEVA, nº 116, 29-3-1969

    (La opinión de los demás)

    MADIRAN DENUNCIA LA HEREJÍA

    Jean Madiran es una de las más apasionantes -y apasionadas- figuras de la literatura francesa actual (1969). Poco conocido en España -citemos la excepción de FUERZA NUEVA, donde han aparecido algunos de sus trabajos- más de una vez nos hemos interrogado sobre las causas de esta “ley del silencio” impuesta tácitamente sobre su nombre y su obra. No deja de ser curioso, en efecto, que mientras se cita y se divulga constantemente a los más insignificantes falsificadores de la verdad teológica, se deje al margen a un sólido autor en cuyo haber figuran diez obras de carácter teológico, filosófico y polémico de considerable altura.

    Quien lea -y no lo recomendaremos bastante- su más reciente libro, “L’Héresie du XXe Siecle”, lo comprenderá inmediatamente. Madiran es un lúcido y arrebatador combatiente que está quemando su vida e inteligencia en una tarea gigantesca: el descubrimiento de los grandes mitos falsos de lo que se denomina “el espíritu posconciliar”, la denuncia implacable de las desviaciones y sofisticaciones, el mantenimiento de la verdad.

    Su posición -y el título mismo del libro lo anticipa- es clara: estamos ante una herejía nacida en realidad hace tiempo y que ha explotado en la superficie después de haber sido minuciosamente preparada durante años. Aunque Madiran se ha circunscrito al Episcopado francés, por considerar que dentro de él resulta más grave el cáncer teológico, el análisis que efectúa de las tesis erróneas cuya propagación desde arriba ha contribuido a la difusión del error y la confusión, es válido para la Iglesia en su conjunto.

    ¿A qué se debe este cáncer? En dos puntos clave se basa Madiran para desarrollar una vasta y formidable argumentación, rigurosamente documentada y por la que atraviesan, además, estremecedores relámpagos de intuición. Uno es el hecho de que, a pesar de que sólo León XIII publicó doce encíclicas sociales, éstas no han sido estudiadas ni difundidas, por la pasividad o el desconocimiento de quienes más obligados estaban a darlas a conocer.

    Y otro es el hecho de que se ha efectuado el sorprendente descubrimiento de que, para adaptarse al mundo de hoy, la Iglesia debería vaciarse de su propio contenido, considerando “retrógradas” o no válidas muchas de las verdades luminosas y permanentes que abandera desde hace veinte siglos. Si al principio de este proceso gravísimo se hablaba sólo de cambiar “las formulaciones”, la realidad es que lo que se estaba cambiando era la esencia, de modo paulatino e invisible para los católicos.

    Con verdadero horror se asiste hoy (1969) a la etapa final de ese proceso de destrucción de las verdades permanentes, sacrificadas a un modernismo que desemboca en una verdadera herejía. Cuando hoy se habla de “moderno” se siente la sospecha de que “moderno” se opone, a la vez, a natural y cristiano. Subrepticiamente se ha trastocado el cimiento del catolicismo, aceptando los planteamientos de la propaganda marxista.

    Agudamente señala Madiran que puede verse cómo cada día el Episcopado, en sus admoniciones pastorales y sociales, abandona la problemática cristiana y desarrolla la problemática moderna y, en ésta, de preferencia la problemática marxista. Se va en el “sentido del marxismo” desde el momento en que se acepta una falsa premisa: “Si estáis contra el comunismo estáis contra el progreso social y contra la felicidad del pueblo”. Este simplista esquema mental es el que predomina en muchas de las inteligencias que debieran tener en cuenta que el cristianismo no ha esperado al marxismo para descubrir la preocupación social. Lo grave es que, aceptando el planteamiento marxista, se ha llegado a olvidar que el cristianismo es incompatible con el comunismo “intrínsecamente perverso”.

    Entre los errores que Madiran enumera, hay algunos que son de viva actualidad, por ejemplo, señala que se está empleando abusivamente la palabra “socialización” -que habitúa a pensar en que Cristo vino a la tierra para establecer un“Reinado del socialismo”-, cuando, en realidad, la expresión utilizada es la de “socialum rationum incrementa”, que puede traducirse por desarrollo de relaciones sociales. Si se efectúa esta traducción correcta, adquiere todo su verdadero significado la encíclica “Gaudium et spes”, de la que lo menos que puede decirse es que está siendo manipulada por ciertos teólogos modernos, que han llegado a decir que “la socialización no es solamente un hecho ineluctable de la historia del mundo. Es una gracia”.

    Este proceso de “pensamiento” es el que ha conducido a posturas en que teólogos, ya presas de la doctrina marxista, no hacen otra cosa que cubrir su difusión oculta del marxismo con el velo de un cristianismo presentado artificialmente, para imponer su sujeción a la problemática marxista, bien suavizada con el nombre de “socialismo”, o bien con la etiqueta abierta del comunismo. Que estos teólogos se hayan convertido en Francia en defensores de la barbarie nihilista y comunizante de la llamada “revolución de mayo de 1968” era una consecuencia fatal. Sin insistir demasiado en este punto, el autor señala otras convergencias que el lector debe tener muy a la vista para explicarse actitudes que parecen demenciales y que no son otra cosa que el punto final de un proceso de descristianización que se agita en el interior mismo de la Iglesia.

    Con documentos en apoyo, Madiran aclara algunos puntos de esta confusión. Recuerda, por ejemplo, que fue “L’Humanité”, órgano central del partido comunista francés, quien, el 9 del enero de enero de 1960, lanzó un llamamiento a los cristianos en masa contra el cardenal Ottaviani y los “Torquemada del Santo Oficio”. Esta consigna fue seguida por quienes han olvidado -o no han leído- lo que se dice la encíclica “Divini Redemptoris”:“el comunismo es una extraordinaria regresión que arrastra a los pueblos a una barbarie ciertamente más espantosa que aquella en que se encontraban la mayor parte de las naciones antes de la venida del Divino Redentor”.

    Por una parte, hemos de recordar (1969) que, no hace mucho, el dirigente comunista (exiliado) Santiago Carrillo efectuaba una operación análoga, pretendiendo arrastrar hacia el comunismo a la fracción de cristianos más intoxicada ya por tesis ambiguas, para enrolarla en un combate contra el “integrismo”. Y nos tememos que su maniobra ha encontrado algún eco -pese al recuerdo de la Cruzada española- en espíritus fláccidos o corrompidos o predispuestos, por una propaganda masiva, a esta cooperación y diálogo. Garaudy tiene en España sus discípulos.

    Leer esta obra de Madiran es sentir una corriente de aire limpio en estos días y ver con claridad entre las deliberadas tinieblas que crea el enemigo.

    G. T.

    Última edición por ALACRAN; 03/05/2024 a las 12:59
    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

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