¿Por qué los artistas japoneses pintaban la Giralda y el Guadalquivir?


Escrito por Natalia Ortiz








A pesar de los miles de kilómetros que separan a Japón de Sevilla, el lejano Oriente siempre ha sentido fascinación por la capital hispalense. Una relación, forjada en la distancia y sustentada en cultura y la fe cristiana. El primer contacto de los europeos con Japón se remonta a 1543, cuando una nave portuguesa llega a la isla de Tanegashima. Sin embargo, la verdadera influencia occidental empieza más tarde, con la llegada de los primeros misioneros jesuitas, encabezados por San Francisco Javier en 1549.
Según explica el experto Fernando Gª Gutiérrez, el afán de conocimiento «innato en la manera de ser de los japoneses» y su capacidad de asimilación hicieron que «quisieran conocer todo lo que había más allá de sus islas». Así empezó el proceso que llevó las imágenes cristianas, y de la ciudad de Sevilla, a las tierras orientales. Los jesuitas, que fundaron numerosos colegios y seminarios, fueron enseñando imágenes y grabados que los artistas nativos copiaron, siempre con un estilo y técnicas propias.


Imagen de la Virgen de la Antigua en la Catedral de Oura. – J.M.M.


Entre los modelos iconógráficos marianos que llegaron a Japón ocupa un lugar destacado la Virgen de la Antigua. La imagen original se conserva en la Catedral de Sevilla y, según la leyenda, fue mostrada a Fernando III el Santo durante la Reconquista de Sevilla. No obstante, a pesar de la devoción que se le rinde en Sevilla, no fueron los españoles los que la enseñaron en tierras japonesa, sino los portugueses. El historiador José Mª Medianero afirma que esto se debe a los «contenidos legendarios de oposición a las fuerzas islámicas» que se le atribuyen a la Virgen de la Antigua, algo vital en Goa, la ciudad japonesa donde el cristianismo y el islam dividían a la población.
La más famosa de las reproducciones de dicha imagen se encuentra en la Catedral de Oura, en Nagasaki. No obstante, pasó a formar parte, además, de otros lienzos, grabados y composiciones, como «María y los quince misterios del Rosario», que se muestra en la Universidad de Kyoto y donde es fácil identificar a la Virgen Antigua.
Biombos japoneses

Pero la devoción mariana no es la única influencia hispalense en el arte y la cultura oriental. En 1582, un grupo de cuatro jóvenes partía desde Japón con destino Europa. El objetivo, visitar al Papa en Roma y a los reyes de Portugal y España para conocer de primera mano cómo eran las cortes europeas y conseguir favores para la misión cristiana. En dicho viaje, además de un gran recibimiento, consiguieron numerosos obsequios, entre los que se encontraba un libro de Abrahan Orteilus que contenía la descripción de las principales ciudades del mundo.
Los dibujos y párrafos del libro recién llegado de Europa sirvieron a los japoneses para conocer Sevilla y quedar prendados de ella. Ayudándose de dichas descripciones, y de los testimonios de los jesuitas españoles, comenzaron a plasmar imágenes de la ciudad en biombos, una de las expresiones artísticas más características de su cultura.


Vista de Sevilla en el biombo del Museo Municipal de Kobe.-F.G.G.



Así, Sevilla era traducida por los artistas orientales como una ciudad en medio de un paisaje con montañas al fondo y con una torre alta en el centro, la Giralda, aunque con aspecto de alminar árabe. Además, por toda la ciudad destacan diversas torres pertenecientes a iglesias. También aparece la muralla, rodeando la urbe, y el río. Aunque con bastantes diferencias con la realidad, sí que se reconoce a Sevilla en las pinturas creadas en Japón: la Giralda plasmada como centro de todo, el Guadalquivir y la muralla.
En los dos biombos que se conserva en el Museo Municipal de Kobe, la reproducción de la capital hispalense forma parte de una serie de cuatro ciudades que, a juicio de Fernando Gª Gutiérrez, los artistas debían considerar las más importantes del mundo: Sevilla, Lisboa, Roma y Constantina. En la parte superior, aparecen dos personas ataviadas con trajes típicos de la época. En la parte inferior, la reproducción de la ciudad, que se acerca más a la realidad que en otros casos. Adosada a la Catedral, la Giralda vuelve a ser la referencia. En primer término, muy llamativo, el edificio alargado del matadero. A su lado, un pequeño bosque hasta las cercanías del acueducto, que no es otro que los Caños de Carmona.
Actualmente se conservan en Japón tres biombos en los que, junto con la pintura del mapa del mundo, aparecen varias vistas de las ciudades más importantes del mundo, entre las cuales está la Sevilla. Concretamente, están en la Colección Imperial de Tokyo, en el Museo Namban Bunkakan de Osaka y en el Museo Municipal de Kobe.
Misiva a la Ciudad de Sevilla

Años más tarde, en 1614, la vinculación de Japón con la admirada Sevilla seguía presente, y el señor feudal Date Masamune envió una comitiva a Europa con el fin de visitar al Papa y, también, de tratar asuntos comerciales. La delegación, encabezada por el samurai Hasekura Rokuemon Tsunenaga, precusor de la especial relación de Coria del Río y Japón, también contaba con la presencia del franciscano sevillano Fray Luis de Sotelo. Ambos portaban una carta dirigida al rey Felipe III que trataba sobre la Ciudad de Sevilla, y donde se hablaba de la importancia del puerto hispalense en el comercio de la época. La misiva ún se conserva en el Ayuntamiento como gesto de amistad entre los dos pueblos.


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