OCURRIÓ EL 14 DE MAYO DE 1956 | SALE A LA VENTA EL CÓMIC «CAPITÁN TRUENO»
Mediados los oscuros años cincuenta, entre Alcázar y Pedrín y el Guerrero del Antifaz, personajes mas ligados a la iconografía franquista, nacía el Capitán Trueno, un héroe superlativo y democrático en un arte, el cómic, que entonces era sólo cosa de niños.
Aunque entre el sector freak del mundo del cómic hay discrepancia sobre cuándo comenzó a ser publicado el primero de los más de 600 cuadernos del Capitán Trueno (¿mayo o junio?), la recién nacida fundación que lleva el nombre de su creador, Víctor Mora, parece haberse decantado por este 14 de mayo. Tomada esa fecha como referencia, hoy el Capitán Trueno cumple 50 años convertido ya, sin atisbo de duda, en el gran superhéroe clásico del noveno arte en España. El que comenzaron a descubrir en los cincuenta niños que hoy son padres; y que compraron padres que hoy son abuelos. Tres generaciones ligadas a Trueno.
Aunque los pequeños lectores de cómic español ya tenían entonces a quién seguir: Alcázar y Pedrín, el Guerrero del Antifaz, la serie Flechas y Pelayos, Clarín... Aunque ninguna de ellas se distinguía precisamente por ser aperturista. De ahí, de esa urgencia por encontrar algo menos encorsetado en la oficialidad de la dictadura, Víctor Mora (Barcelona, 1931) parió al que luego habría de ser el gran héroe clásico de la banda diseñada española. Lo vistió de traje medieval y lo rodeó de personajes a su altura (sus escuderos Crispín y Goliath), enemigos sobresalientes ?Gengis Khan entre ellos? y periplos extraordinarios por todo el planeta, aunque en el siglo XI en el que inicia sus aventuras poco viaje a Asia se podía hacer. Ojo: y todo ello sin poderes extraordinarios, sin capa para volar, sin visión con rayos X. Sólo querencia al riesgo y mucha mano dura.
Pronto sus aventuras se hicieron muy populares entre el público juvenil, y en apenas veinte números su edición pasó de quincenal a semanal en la publicación Pulgarcito, de Bruguera. Costaba entre 1,25 y 1,50 pesetas. Un año después de su nacimiento se reeditaron ya los primeros cuadernos ante la gran demanda existente. Mora no paraba de generar ideas, y su dibujante, Miguel Ambrosio Zaragoza, Ambrós, hubo de contratar a un entintador ante el volumen de trabajo. Aunque el éxito, coinciden los críticos, iba por el guión y esa suerte de aventuras serializadas que recordaban a las de la Marvel, la todopoderosa industria del cómic norteamericano. Se alcanzaron cifras que hoy asombrarían, y en plena congestión de gasto en los hogares españoles: 175.000 ejemplares de tirada en una semana.
No a todos terminó por convencer aquel éxito. Apareció la censura. «No llegó la sangre al río, pero estaban un poco hartos de tanta justicia y tanto caballero andante defendiendo a los humillados», explicó en una reciente entrevista Mora. La tijera del censor no soportaba, por ejemplo, secuencias enteras de guerreros empuñando una espada (¿demasiado puño en alto?), las relaciones sospechosas de Trueno con su amada Sigrid sin estar casados, o las ganas de luchar contra el poder con el que Trueno arengaba a las masas. Entre otros episodios.
A finales de los sesenta comenzó a decaer: las historias se acortaron para entrar en un solo cuaderno ?no serializada, como antes?, se infantilizó algo su contenido y Bruguera no acertó con el color y otros elementos técnicos... Los setenta terminaron temporalmente con sus aventuras, aunque hay otros motivos: los desencuentros entre el autor y la editorial, y se llegó hasta a un secuestro de ejemplares. En 1987 se retomaron en otra editorial, hasta el 2003, con otros dibujantes (Ambrós se retiró en 1981). Pendiente queda algún valiente que lleve a Trueno al cine.
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