Pongo aquí un articulillo que expresa con verdad, pero también con claridad -para los más legos en Economía- el problema fundamental que subyace a la artificial (es decir, provocada artificialmente y por tanto evitable) crisis económica que estamos sufriendo.
Deuda y vivir por encima de nuestras posibilidades
Por Socred, B.A., SCMP
A menudo supuestos expertos financieros dicen que la razón de que haya mucha deuda, tanto pública como privada, es que “vivimos por encima de nuestras posibilidades”. Su argumento es que si todos “nos ajustáramos los cinturones” y consumiéramos un poco menos, entonces no nos encontraríamos en este desastre financiero. Superficialmente, este argumento parece tener sentido. Todos sabemos que tenemos un ingreso doméstico y si gastamos más que nuestro ingreso doméstico, entonces deberemos incurrir en deuda para poder hacer esto. Si continuamos gastando más de lo que ganamos, eventualmente la deuda pasará a ser demasiado grande como para pagarla y tendremos que caer en impago sobre nuestras deudas.
¿Pero este argumento es válido para toda la economía tomada en conjunto? Si todos los agentes de la economía equilibraran sus presupuestos, ¿estaríamos en una situación mejor? Vamos a explorar que quiere decir realmente “vivir por encima de nuestras posibilidades”, y la posibilidad de equilibrar todos los presupuestos en una economía.
Primero debemos eliminar el dinero de nuestro análisis, porque el dinero es sólo (o debería ser) una representación simbólica de la capacidad para consumir y producir. El propósito de cualquier economía es el consumo, y esto está únicamente limitado por nuestra capacidad para producir. La finanza debería ser meramente una representación matemática de estas actividades.
La producción que no se pretende para el consumo se despilfarra. En otras palabras, el propósito de la producción no es proveer trabajo, sino bienes y servicios a los consumidores con la menor cantidad de esfuerzo. Esto parece ser de sentido común, pero cuando añadimos de vuelta el dinero a nuestro análisis, el sentido común parece dejar a la mayoría de la gente, incluyendo a los supuestos expertos financieros.
Ahora bien, sin lugar a dudas, es posible para cualquier agente individual “vivir por encima de sus posibilidades”. Lo que esto significa en términos reales es que uno consume más de lo que produce. Sin embargo, si un individuo consume más de lo que produce, otro deberá consumir menos de lo que produce (no se puede consumir aquello que no se ha producido). El segundo agente está tomando parte en los “ahorros” en términos reales. Por supuesto, el segundo agente sólo consumiría menos de lo que produjo si hubiera un incentivo para hacer eso, y es por esto que el primero debe devolver la cantidad de bienes y servicios “tomados prestados” del segundo con “interés”. Sin embargo, los bienes de consumo sólo tienen un tiempo limitado de duración antes de la venta. Por tanto, los ahorros en esta forma no existen en la macroeconomía porque los bienes y servicios no pueden ser “ahorrados” por ninguna longitud de tiempo para ser consumidos en una fecha posterior.
La capacidad para “vivir por encima de nuestras posibilidades” parece tener sentido desde un punto de vista microeconómico implicando agentes económicos individuales, pero desde un punto de vista macroeconómico es completamente absurdo. ¿Es posible par una economía entera “vivir por encima de sus posibilidades”? Momentáneamente excluyendo el comercio exterior, cualquier economía produce una cierta cantidad de bienes y servicios, llamémosla cantidad X. ¿Es posible para todos los agentes en esa economía consumir X más una cierta cantidad más (A)? Si la economía produce X, ¿es posible consumir X + A? ¡Claramente es imposible! No se puede consumir algo que no existe. La cantidad A no ha sido producida, por tanto no puede ser consumida. Tomando la economía como un todo, no es posible “vivir por encima de nuestras posibilidades”. Por tanto, el consejo de los “expertos financieros”, que se aplica para los agentes económicos individuales, no se aplica para la economía como un todo. Si todos consumiéramos menos, esto significaría que más y más producción se estaría despilfarrando (perdiendo), porque los bienes de consumo tienen una duración limitada, y no pueden ser ahorrados para ser consumidos en una fecha posterior.
Un momento, alguien argüirá, usted ha excluido el comercio exterior de su análisis. Con comercio exterior, es posible para un país “vivir por encima de sus posibilidades”, importando más de lo que exporta en bienes y servicios. Por tanto es posible para las naciones individuales “vivir por encima de sus posibilidades”. Esto es cierto. Sin embargo, todos los países están intentando perseguir una balanza comercial favorable simultáneamente. Una balanza comercial favorable significa que un país quiere exportar más de lo que importa. En términos reales, esto significa que todos los países están intentando dar más bienes y servicios a otros países de los que reciben de vuelta de esos países. Desde una perspectiva macroeconómica, el país que exporta más de lo que importa toma parte en los “ahorros”, y el país que importa más de lo que exporta está “viviendo por encima de sus posibilidades”. Las naciones son agentes económicos individuales en este análisis, y la macroeconomía es la economía mundial. Como vimos previamente, este tipo de ahorro no es real, porque los bienes de consumo tienen una muy limitada duración. Más aún, es imposible para todas las naciones en el mundo consumir menos de lo que han producido sin que al mismo tiempo se produzca una gran cantidad de despilfarro. Así, necesitamos entender por qué todas las naciones persiguen una balanza comercial favorable.
La principal razón por la que se persigue una balanza comercial favorable es porque ello conduce al crecimiento económico en términos de contabilidad del PIB. China es un buen ejemplo de cómo esta política conduce a este tipo de crecimiento. China tenía un balance comercial positivo de 14,5 mil millones de dólares en Noviembre de 2011, y su crecimiento económico fue del 9,1% en términos de crecimiento del PIB de año a año. Las exportaciones representa casi el 40% de su PIB, aunque el mismo pueblo chino tiene un PIB per capita de menos de $6000 al año en dólares americanos (fuente: economía comercial). En otras palabras, los chinos viven en relativa pobreza para poder enviar el 40% de los bienes y servicios que producen de manera que puedan perseguir una política de balanza comercial favorable para así tener crecimiento económico. ¿Qué es lo que causa esta aparente paradoja?¿ Por qué entregarían los chinos el 40% de su PIB a otras naciones para así “crecer” su economía?
Esta paradoja es el resultado de una confusión respecto al propósito de la economía. El propósito real de la economía debería ser la de proveer bienes y servicios a los consumidores. Ésta no existe para proveer empleo. Es verdad que una cierta cantidad de empleo es necesario para proveer bienes y servicios, pero mientras menor sea la cantidad de empleo necesaria para proveer bienes y servicios, mejor estaremos. Éste es el único propósito de la ciencia y la tecnología. Los avances en la tecnología reducen la cantidad de trabajo necesario para producir bienes y servicios. Si nos adherimos a la creencia de que la economía existe para proveer empleo, entonces sí que podemos considerar una balanza comercial favorable como un incremento de la prosperidad ya que aquélla provee de empleo a aquéllos que están produciendo bienes y servicios. Esto es exactamente cómo la contabilidad del PIB considera una balanza comercial favorable. En otras palabras, el fin de una economía, de acuerdo con la forma en que damos cuenta de la prosperidad económica actualmente (contabilidad del PIB), es la proveer empleo.
No hay nada malo con el comercio exterior siempre que el propósito de ese comercio sea el de dar a un país algo a cambio de otro algo. Sin embargo, hay un problema con el comercio exterior cuando el objetivo es el de deshacerse de más de lo que se recibe a cambio. Esta política de balanza comercial favorable inevitablemente conduce a una guerra comercial entre naciones, que a menudo termina en una guerra real. La guerra es la mayor balanza comercial favorable en la cual un país “vierte” bombas y balas en otra nación a ningún coste para la otra nación con el propósito intencionado de no recibir ninguna bomba o bala a cambio. De hecho, si la guerra fuera contabilizada como una “exportación” –lo que realmente es- los EE.UU. no estarían ofreciendo grandes déficits comerciales en tiempos de guerra, y esta es la razón por la que la economía de los EE.UU. es tan dependiente de la guerra para su correcto funcionamiento. Una gran cantidad de propaganda en los EE.UU. está dirigida a crear enemigos de manera que el país pueda lanzar grandes cantidades de exportaciones al enemigo. Esta actividad produce empleo y permite el crecimiento económico.
Estas políticas son insanas en el sentido literal de la palabra, porque todas están unidas a la confusión en torno al verdadero propósito de la economía. Esta política tiene en su base una filosofía que no es congruente con la realidad. Y toda política deriva de una filosofía. El trabajo es un subproducto de un sistema económico, no un fin para y por sí mismo. Debido a que el dinero es creado como una deuda y los precios suben más rápidamente que los ingresos, el resultado es una cada vez mayor deuda. Este incremento en la deuda no significa que estemos “viviendo por encima de nuestras posibilidades”, que en términos macroeconómicos es una falacia. Se debe a una falsa filosofía que está causando estragos en toda nuestra economía mundial. Hay una frase en la Biblia que dice “si alguien no trabaja, que no coma” (Tesalonicenses 3:10).
Esto era ciertamente correcto en el tiempo y lugar en que fue escrito, pero eso no significa que sea una verdad universal que deba ser seguida para todo tiempo y lugar. Igual que cuando Jesús dijo, “ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres” (Mateo 19:21), Él no quería decir que todo el mundo tuviera que vender lo que tenía y darlo a los pobres. Esta declaración era correcta para aquél al que iba dirigida, que valoraba sus posesiones materiales por encima de todo. Pero no quería significar una verdad universal aplicable a todo el mundo.
La tecnología está reemplazando al trabajo en la producción. Como tal, el empleo se está convirtiendo en un factor de producción cada vez más decreciente. Este hecho es responsable de un fallo contable, que a su vez hace imposible equilibrar todos los presupuestos dentro de una economía simultáneamente. En una carta al Premier del Crédito Social de Alberta, Douglas escribe:
Esta parece una ocasión propicia para recalcar la proposición de que un Presupuesto Equilibrado es completamente inconsistente con el uso del crédito social (es decir, del crédito real: la capacidad para suministrar bienes y servicios como, cuando y donde se necesiten) en el mundo moderno, y es simplemente una declaración en cifras contables de que el progreso del país está estacionario, esto es, de que consume exactamente lo que produce, incluidos los activos de capital. La consecuencia de aceptar esta proposición es que toda la apreciación de capital se convierte automáticamente en propiedad de aquéllos que crean y emiten el dinero [esto es, el sistema bancario], y el innecesario desequilibrio del presupuesto se cubre con Deuda.
En otras palabras, una política que intente equilibrar todos los presupuestos en una economía simultáneamente, implícitamente asume que todo el progreso tecnológico es inexistente. Asume que la economía consume exactamente lo que produce, incluido sus activos de capital (factorías, maquinaria, etc…). Sin embargo, sabemos que los activos de capital pueden durar años, por lo que no se consumen al mismo ritmo que los bienes de consumo. Como consecuencia, toda la apreciación de capital (incrementos en el capital menos depreciación de capital) se convierte en propiedad de aquéllos que emiten el dinero (el sistema bancario) por el hecho de que sólo ellos son los únicos que pueden monetizar el uso de ese capital. Puesto que el sistema bancario sólo emite el dinero como una deuda, la apreciación de capital y la monetización de su uso resultan en una cada vez más creciente Deuda. Esto significa que a medida que avanzamos tecnológicamente, nos vemos forzados a una cada vez más creciente Deuda. Son los avances tecnológicos y el desplazamiento del trabajo en la producción los que causan esos montones de creciente Deuda, no “vivir por encima de nuestras posibilidades”.
¿Cómo resolvemos este dilema?
Douglas demostró en su teorema A + B que los precios se incrementan más rápidamente que los ingresos como consecuencia del progreso tecnológico y el reemplazo del trabajo por el capital en la producción. Si damos a la gente el poder adquisitivo necesario para comprar toda la producción a través de un mecanismo de precio compensado y un dividendo nacional dado a todos, entonces las deudas no se incrementarán en el tiempo. Más aún, la capacidad de los consumidores para obtener poder adquisitivo sin empleo pondrá fin a la persecución de una política de pleno empleo. Esto parará las prácticas insanas de la guerra y de una balanza comercial favorable como requisitos para hacer funcionar a la economía correctamente. La deuda creciente no es el resultado de “vivir por encima de nuestras posibilidades”, sino el resultado del progreso tecnológico y la incapacidad para equilibrar todos los presupuestos en una economía simultáneamente con este cambio paramétrico. La filosofía anticristiana de la Salvación por el trabajo considera la tecnología como algo que nos permite hacer más trabajo (y como consecuencia, producir un cada vez mayor creciente número de bienes y servicios, y caer cada vez más y más en la Deuda). La filosofía cristiana de la Gracia permite que la tecnología se convierta en un factor positivo para el progreso porque, puesto que el trabajo físico es reemplazado por las máquinas, el poder adquisitivo de la gente puede se aumentado sin tener que hacer más trabajo o incurrir en una cada vez más creciente Deuda. Sólo incrementando nuestro poder adquisitivo en concordancia con la apreciación de capital, puede el progreso tecnológico convertirse en testimonio de la gracia de Dios. La gracia de Dios es imperativa para nuestra salvación.
“El más peligroso de los hombres en el tiempo presente –dijo el Mayor Douglas en contestación a otra pregunta- es el hombre quisiera poner a todo el mundo de vuelta al trabajo, pues confunde los medios con los fines. Esto conduce de manera directa a la próxima guerra, la cual proveerá de mucho trabajo para todo el mundo (La tragedia del esfuerzo humano).
Fuente: Social credit blogspot
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