La idea es que de la misma fuente de la que parte la financiación de la producción, parta también la necesaria financiación del consumo general de la población.En mi opinión poner más dinero en circulación estaría muy bien (¿a quién le amarga un dulce?) Pero si ese dinero no se canaliza hacia los sectores manufactureros y se desvía hacia el sector especulativo de las finanzas o hacia sectores coyunturales como la construcción o a la compra especulativa de materias primas y recursos naturales, entonces sólo servirá para que la riqueza se concentre todavía más en menos manos y aumente la pobreza y la desigualdad. Eso es lo que ha pasado en España -y en el mundo entero- en los últimos años.
Tenga en cuenta Valderrábano que en el análisis se hace hincapié en que esa nueva financiación del consumo creada ex novo y gratis para la población (y creada no de manera arbitraria, pues eso produciría inflación, sino en base a los datos de producción -actual y potencial- y consumo reales o físicos presentados en términos contables o financieros de la economía presente, tal y como se reflejen en los datos estadísiticos) tiene que distribuirse directamente, y no indirectamente en base a la financiación de una nueva tanda de equipo capital (necesaria o innecesaria, es indiferente), una parte de la cual (de la financiación, me refiero) terminará -tarde o temprano- en manos de los consumidores vía sueldos, salarios y dividendos.
Es evidente que en la situación actual de absoluta falta de confianza generalizada (pues un sistema financiero adjunto a un sistema económico real de una comunidad política es esencialmente fiduciario) ni siquiera los bancos comerciales se atreven a financiar al sector productivo (actual o potencial, es indiferente). Como usted bien sabe, Valderrábano, todo el que esté famililizariado con la práctica del negocio bancario conoce la importancia del departamento de Riesgos que, bajo la sanción última del director de la sucursal, da o no el visto bueno a un préstamo o financiación de un nuevo (o ya existente) proyecto productivo, y el cual se fundamenta, como es obvio, en la previsión que hace dicho departamento de la probabilidad de que dicho préstamo será devuelto o no en un futuro más o menos inmediato (pues el negocio bancario cobra su beneficio del interés adjunto a dicho préstamo). Ahora bien, si esa devolución depende de la suficiente existencia de poder adquisitivo en el público (que liquide a la empresa productora los costes incurridos y, de esta forma, la empresa pueda devolver el préstamo o financiación), entonces, en última instancia, todo depende de que el público esté suficientemente financiado. Pero ahora bien, si como he dicho antes, esa financiación del público sólo puede venir por la vía indirecta de la previa financiación de la producción por los bancos (que es lo que usted sugería en su comentario para la reactivación de la economía) entonces nos encontramos con un círculo vicioso: los bancos no prestarán al sector productivo porque prevé el departamento de Riesgos que no podrá ser devuelto el préstamo porque el público carece de poder adquisitivo para pagar a la empresa productora para así cancelar el préstamo, poder adquisitivo el cual sólo puede venirle al público precisamente de esa misma hipótetica financiación o préstamo del sector productivo y que el departamento de Riesgos -por la previsión elaborada anteriomente dicha- no querrá conceder.
Lloyd Reynolds en su Introducción a la economía expresaba este mismo problema enunciándolo de esta forma: "Todo el mundo está de acuerdo en que el nivel de la demanda afecta el nivel de la producción y que la demanda repercute en el gasto. La mayor parte de las discusiones respecto a la prosperidad y la depresión toman el gasto como punto de partida. Consideremos la siguiente “explicación de sentido común” de la depresión: “¿Por qué van mal los negocios? Porque no se gasta bastante dinero. ¿Por qué no se gasta bastante dinero? Porque la gente gana poco. ¿Por qué gana poco la gente? Porque los negocios van mal”. Este razonamiento en círculo vicioso no explica nada. Sin embargo, se repite sin cesar en las discusiones corrientes."
Evidentemente, un banco comercial preferirá ante este panorama la compra o inversión en títulos financieros, como usted bien señalaba como posibilidad a evitar. Sin embargo, no deja de ser lógico que así lo haga para obtener beneficios, teniendo en cuenta lo anteriormente señalado acerca de los préstamos directos al sector industrial (y todo ello independientemente de que, en última instancia, esa misma financiación pueda llegarle por la vía indirecta de las inversiones bursátiles de los bancos comerciales que adquieren los títulos).
Lo cierto es, en todo caso (como apunté antes), la inherente deficiencia de poder adquisitivo seguiría estando ahí, provocando los consecuentes males sociales que todos conocemos.
¡Pero si precisamente eso es lo que ya se está haciendo ahora!Por tanto es importante que el sector financiero vea en el sector manufacturero y en la economía real un objeto interesante para sus inversiones. ¿Cómo se logra eso en un mundo globalizado y desindustrializado? En mi opinión ahí entra la política en parte, pero sobre todo es la innovación y el saber hacer los que podrían ganar la partida. Sólo una nueva Revolución Industrial (tecnológica y ecológica) puede hacer fluir el inmenso capital que circula hoy por los bancos hacia las fábricas. Lamentablemente España está des-invirtiendo en ciencia, educación y tecnología por lo que en mi opinión estamos cavando nuestra propia tumba.
De hecho ése fue siempre, desde los inicios de la Revolución Industrial en el siglo XVIII, el norte que ha estado siguiendo la política bancaria en lo que se refiere a los criterios seguidos para la financiación de tal o cual empresa productiva para su propio beneficio personal: la innovación tecnológica, que permite a las empresas encontrar aquello que siempre están buscando como locas dentro de la lógica impuesta por el sistema capitalista reinante desde entonces, a saber, la posición privilegiada que le permita copar el mercado, acaparando así todo el poder adquisitivo de la demanda y destruyendo toda compentencia. Es lo que en la jerga conocen los economistas ortodoxos como "competencia monopolística" (que siempre tarde o temprano termina en monopolio u oligopolio, si es que antes el Estado no se adelanta en ese aspecto mediante la nacionalización, es decir, mediante la monopolización anticipada, que viene a ser el mismo mal en la práctica).
Es verdad, por tanto, como usted señala, que un empuje empresarial en la innovación tecnológica (y no sólo tecnológica, pues basta tener en cuenta también la comercialización diferenciada o marketing en jerga anglosajona, que también influye en la diferenciación deliberada del producto o servicio prestado, que es otra forma de "competencia monopolísitica" al margen de la tecnología), animaría la correspondiente financiación por parte de los bancos (previo estudio favorable de Riesgos) de dichas empresas innovadoras o punteras que produciría la correspondiente distribución de poder adquisitivo en la población y eliminaría temporalmente la brecha o deficiencia de poder adquisitivo respecto a los precios globales del mercado.
Pero insisto en que esto no dejaría de ser un mero parche (igual que cuando le dije a Jasarhez que la inversión en obras públicas -que era la solución que él señalaba- también producirían un temporal alivio o aumento del poder adquisitivo de la población, pero que en realidad sólo sería coyuntural sin llegar a solucionar, fundamentalmente, el problema inherente de la falta crónica de poder adquisitivo de la población).
La solución, recalco, tiene que pasar por una financiación del consumo de la población que al mismo tiempo no haya pasado previamente por una financiación de la producción, es decir, que dicha financiación del consumo no genere nuevos costes (que tarde o temprano, más bien temprano, son repercutidos en los precios, aumentando cada vez más, de esta forma, la deficiencia crónica de poder de compra de la población).
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