Proclama del Crédito Social
Por M. Oliver Heydorn
El sistema financiero –esto es, los sistemas bancario, de contabilidad del coste y fiscal– puede, o bien servir al bien común, o por el contrario habrá de servir a una élite oligárquica a expensas del bien común.
El actual sistema sirve, en mayor o menor medida, a una élite oligárquica. Endeudamiento cada más creciente; aumento del coste de la vida; altos impuestos; daño y decaimiento medioambiental; carencia de ocio; pobreza y malestar social; mala salud física y psicológica; y totalitarismo creciente, son el precio que pagamos por hacer funcionar al sistema financiero como un monopolio de propiedad privada, autosirviente.
A fin de restaurar el sistema financiero a su lugar adecuado, como humilde servidor de los genuinos intereses de los ciudadanos comunes, no es necesario nacionalizar los bancos ni alterar, en sustancia, la naturaleza de sus operaciones cotidianas.
Todo lo que se necesita es prohibir que los bancos rellenen, como actualmente hacen, la brecha precio-ingreso subyacente a la economía con dinero-deuda adicional, y rellenar esa brecha en su lugar con crédito “libre de deuda” emitido directamente (en forma de un Dividendo Nacional distribuido con independencia de la situación laboral de cada uno) e indirectamente (en forma de un Descuento Nacional sobre los precios al por menor) en beneficio de cada ciudadano.
Para este fin, el Crédito Social propone el establecimiento de una Oficina Nacional de Crédito, libre de manipulaciones políticas, para monitorizar y regular el sistema financiero de un país en línea con lo que sería una verdadera política monetaria común y de mutuo apoyo.
Fuente: CLIFFORD HUGH DOUGLAS INSTITUTE
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