Revista FUERZA NUEVA, nº 519 18-Dic-1976
CINCO PREGUNTAS AL PRESIDENTE SUÁREZ
En virtud de la tendencia a la espectacularidad política emocionante a que suele ser tan proclive nuestra escenografía demoliberal -ya las Cortes de Cádiz se organizaron una claque parlamentaria-, estos días hemos contemplado en la primera plana de nuestra prensa monorrítmicamente abanderada en una misma dirección, el “impresionante” espectáculo del aplauso recíproco de los procuradores al presidente y de éste a los procuradores. Por cierto, que el presidente Suárez, que tan reiteradamente viene hablando de desdramatizar nuestros problemas políticos, ha hecho excepción aquí de su preconizada norma sustituyéndola por el más optimista triunfalismo. Y como expresión de él, después de la “histórica” sesión en que las Cortes acordaron auto demolerse y autodemoler al Sistema con su humilde amén, en una emocionada declaración solemne manifestó el presidente Suárez que la victoria había sido “de todos los españoles”.
Y nosotros nos preguntamos, ¿victoria de quién? Pregunta que a su vez podría dividirse en las cinco interrogaciones siguientes:
En la esfera sindical
1ª. ¿Victoria de los trece millones de trabajadores -empresarios, técnicos y obreros-, nueve millones y medio de trabajadores por cuenta ajena y unos cuatro millones por cuenta propia, el conjunto de la población activa que trabaja, sufre y crea -mientras la población política pasiva, periodistas y políticos profesionales, labora en pactos, compromisos, maniobras, alianzas, rupturas, discursos, cenas y otros actos de frivolidad política-, que ha sido privado por la reforma-ruptura de la participación electoral y el autogobierno en su específica y propia esfera sindical y sociopolítica, y eliminado el trabajo de la escala de valores políticos de la nueva constitución demoliberal despojándola del puesto preeminente que les había reconocido la constitución de Franco, y es un avance social que no existía en ningún otro país de Occidente, como ha señalado Fernández Cuesta? En las futuras Cortes democráticas, obra de un gobierno democristiano, el trabajo quedará sin representación en beneficio del predominio excluyente del capital. (Puede verse: http://hispanismo.org/economia/28204-nacional-sindicalismo-doctrina-y-estructura-que-fueron-boicoteadas.html)
No puede extrañarnos esto porque, tanto la democracia cristiana como el demoliberalismo han sido siempre invariablemente introductores y ángeles custodios del capitalismo. La democracia política formal, huera de contenido social y humano, impide y ahoga así la existencia de la democracia social: sindical y socioeconómica, la democracia auténtica. Lo que nos asombra es que tantos procuradores sindicales hayan votado a una reforma-ruptura destructora de un sindicalismo que tan grandes posibilidades ofrecía en un desarrollo perfectivo, puesto que en él los trabajadores podían ser protagonistas de su propio gobierno y bienestar y mediante sus sindicatos tener influencia decisiva en el gobierno de la nación en un fecundo proceso de integración y solidaridad entre Sindicato, Estado y Nación.
Pero esto dificultaba la existencia y las ambiciones de los partidos al no disponer del campo de reclutamiento forzado de las masas obreras. En búsqueda de ese campo de reclutamiento y ante la imposibilidad de hallar afiliados y votos, los partidos en la sociedad española, que los repele, se ha procedido al aniquilamiento de la Organización Sindical. Huérfanos de ella, los trabajadores se ven obligados, como ya está sucediendo, a enrolarse en los partidos -centrales obreras- o doblegarse a sus imposiciones, convirtiéndose en pieza de maniobra y número electoral. La llamada pluralidad sindical y la libertad de afiliación es en la práctica la más opresora alienación, pues en ella el trabajador se ve sometido a la doble servidumbre de las Internacionales Obreras y de la Internacional de las multinacionales. El objetivo de imponer la partitocracia ha llevado a sacrificar los derechos y los intereses del obrerismo y de la economía nacional, al mismo tiempo que suicidamente se abre cauce y fomenta la lucha de clases desde arriba por unos partidos y un gobierno que se llaman de inspiración cristiana y humanista.
En la empresa
2ª. ¿Victoria de los millones de españoles integrantes de la pequeña y mediana empresa, las cuales constituyen el noventa por ciento de la empresa española y el eje vertebral de nuestra economía, y se ve amenazada ahora de extinción por asfixia bajo el alud de la inflación, la carencia de crédito, la no obtención bancaria del descuento ordinario de sus letras y la pasividad e incoherencia de la política económica de un gobierno demoliberal, al parecer tan sólo ocupado y preocupado por las cuestiones de la vieja política de la democracia formal; pero, eso sí, que crea, más bien en el papel, pues ignoramos con qué recursos, un instituto de la pequeña y mediana empresas, del mismo modo que al destruir la Organización Sindical y expulsar de ella a los trabajadores se ha creado también aparencialmente un Consejo económico social?
En las provincias
3ª ¿Victoria de los millones de españoles de las treinta y tantas provincias deprimidas y despobladas -la España marginal-, más de una veintena de ellas con rentas inferiores a la media nacional, y varias con rentas por bajo del límite de supervivencia? Primeramente vieron cerradas sus posibilidades de salir del subdesarrollo a causa de la supresión de los Planes de desarrollo, del Ministerio de Planificación, de la política de obras y de la ausencia de una coherente, solvente y orgánica política económica nacional, y ahora, con la ruptura-reforma aprobada, esas posibilidades quedarán canceladas definitivamente porque en el sufragio electoral de base territorial numérica, a pesar de los límites mínimos provinciales establecidos, las regiones económicamente fuertes, que son las más pobladas, y en ellas las grandes urbes que también lo son, contarán con una abrumadora mayoría de procuradores que podrán imponer su ley en las Cámaras y su monopolismoeconómico y político a las regiones deprimidas y a la población rural, menos numerosa, sujetando a unas y otras a la cadena perpetua de la depresión.
La supresión de esta democracia sindical implicará asimismo la de la democracia regional de desarrollo. No hay que olvidar que mediante los Consejos Económicos Sindicales, repartidos por la geografía española, las comarcas y provincias pobres operaban como promotoras de su ascensión económica y social, como artífices de un desarrollo integrador y armónico corrector de los desequilibrios regionales. En mi estudio sobre la “Estructura dualística de España” señalé ya que se trataba de una forma de democracia socioeconómica institucionalizada, que ahora va a desaparecer también.
En Cataluña y Vascongadas en particular
4ª. ¿Victoria de los varios millones de españoles inmigrantes en Cataluña y Vascongadas, que después de haber contribuido poderosamente con su esfuerzo y su trabajo a forjar el más alto nivel de riqueza de vida y renta de toda España en dichas regiones empiezan a sentirse en ellas extranjeros en su propia Patria, a pesar de constituir mayoría de su población, como consecuencia de la xenofobia de los nacionalismos-separatismos tolerados -pensamos en lo que ocurrirá en caso de reimplantación ampliada de los Estatutos de la República, hasta el punto de negárseles el derecho a la enseñanza en el idioma nacional, el idioma de todos los españoles, en la universidad barcelonesa en virtud del "ukase" de un decano que sea autoerigido rector y lo ha dispuesto arbitraria y racistamente así, sin duda en nombre de la libertad de la democracia y de la convivencia entre todos los españoles. Es un caso más de ilegalidad consentida, de soviet profesoral universitario al servicio de un grotesco nacionalismo tribal más que taifa, tolerado por el Gobierno.
En el plano moral
5ª ¿Victoria finalmente de los españoles en general, que, desde siempre han profesado como un rasgo inmanente de su personalidad individual y colectiva -según reconocen todos los biógrafos del hispanismo-, el espíritu de independencia y dignidad nacionales, y ahora ven a su Patria mediatizada, intervenida, presionada, colonizada por la injerencia extranjera de cancillerías, organismos internacionales, embajadores, partidos, parlamentarios, seudointelectuales, internacionales y multinacionales, colonización extranjera más bien sugerida, deseada, desde dentro por los partidos políticos, la seudo prensa y las esferas oficiales? Hoy día la colonización es un proceso histórico a extinguir, y cuando han accedido a la independencia incluso países en que todavía existe la esclavitud, los sacrificios humanos y el canibalismo, ¿España va a ser colonizada, a título de colonia de explotación democrática -y con su aquiescencia-, como si se tratara de una Angola, o de una Rodesia más, la España prócer y maestra de Europa, que jugó un papel decisivo en la formación de la conciencia y la civilización europea, como han señalado desde Menéndez y Pelayo a Menéndez Pidal y a Sánchez Albornoz, el cual proclama que por ello Europa es deudora y no acreedora de España?
Y, finalmente, las internacionales
Y, sin embargo, esta nación acreedora parece aprestarse en aras de la democracia y los partidos a la servidumbre de una serie atípica de Internacionales: la Internacional sinuosa, serpenteante y cauta de la democracia cristiana en sus varias sucursales; la Internacional del liberalismo, fosilizado y anacrónico; las Internacionales de la violencia, socialistas, marxistas, comunistas, anarquistas, trostkistas; la Internacional opresora y apátrida de las multinacionales, y, por último, una Internacional subterránea, sombría, tenebrosa y siniestra, implacable, la del triángulo y el mandil que tan nefasta influencia ha tenido y vuelve a tener ahora en nuestra vida política.
Los españoles nos preguntamos: ¿todo esto por qué y para qué? Para el logro de un objetivo de tan excepcional importancia por lo visto que puede retrotraernos a la situación de 1931-36, a reinstaurar la partitocracia parlamentaria que condujo a España de ser la tercera potencia europea a ser una de las últimas, que la mantuvo en el subdesarrollo político, económico, social y cultural, y que durante siglo y medio, a través de veintitantas constituciones y procesos constituyentes, la sumió en el Leviatán endémico de las guerras civiles. Lapidariamente Girón ha sintetizado esta actitud de suicido y regresión nacional con estas palabras: “Mientras Europa mira al futuro, nosotros vamos al pasado”.
Carmelo VIÑAS Y MEY
Catedrático de la Universidad Complutense
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