El Regionalismo Granadino.
CÉSAR GIRÓN. Publicado en Ideal, 18/2/2001
El regionalismo es una concepción ideológica por la que, aún partiendo de la aceptación de la existencia de una comunidad política superior cristalizada en la nación, se pretende la defensa específica de una parte de ésta que se distingue por su homogeneidad en lo físico y cultural. Los propósitos regionalistas esenciales son la adecuación de la acción estatal a las necesidades locales; un mayor acercamiento de los ciudadanos a la gestión del Estado; la supervivencia y promoción de las costumbres propias; y, en las regiones atrasadas, la consecución de una justa redistribución de la renta nacional que mejore sus condiciones económicas y sociales. Para conseguir estos objetivos, a diferencia de lo postulado por el nacionalismo periférico, los regionalistas no cuestionamos la unidad nacional, pero si propugnamos la descentralización de forma que se adapte la actividad de los poderes públicos a las condiciones concretas de las distintas zonas, mejorando así la eficacia de su gestión.
Estos días en que la Andalucía oficial se apresta a celebrar la festividad de la comunidad autónoma, puede ser buen momento para rendir un homenaje a la historia y a una serie de hombres de enorme talla intelectual y gran conciencia territorial, que abogaron por el regionalismo de Granada como forma de corregir los desequilibrios históricos de nuestra tierra, como modo de dar solución a los múltiples y variados problemas de la sociedad de su momento, proclamando a los principios de eficacia, descentralización y redistribución como los principales inspiradores de la correcta gestión política de un estado regional.
El compromiso ideológico de aquellos hombres, conscientes de abordar las soluciones del destino común impuesto por la proximidad geográfica y la similitud cultural entre los distintos territorios de la Alta Andalucía, era totalmente respetuoso con el origen y la dimensión histórica de Granada y con el territorio de su antiguo reino. Supieron además, con su discurso integrador, encabezar a las autoridades y al pueblo de la región, en su ideal creador de una región autónoma de la Andalucía Oriental.
Los movimientos regionalistas en Granada durante el sexenio revolucionario, durante el último cuarto del siglo pasado y hasta el primer tercio del XX, tuvieron notable presencia y pujanza, aunque tal vez no la influencia política suficiente como para lograr su principal objetivo y la satisfacción real de sus fines, tendente al reconocimiento de una región autónoma del sureste español en torno a Granada. Debemos recordar pues a personajes como Francisco Lumbreras Sáez, primer y único presidente del cantón republicano de Granada, Ramón Maurell y López o a Elías Pelayo Gómiz, por citar algunos, que, fuertemente inclinados por el cantonalismo, contribuyeron al autoencuentro de la sociedad granadina con el espíritu regionalista propio. Fueron ellos quienes encabezaron a los intelectuales que defendieron en distintos foros sociales, políticos y económicos, el derecho a la autonomía regional de la Alta Andalucía, cuyo reflejo normativo iniciático, más noble y elevado, se encontraba de algún modo en los movimientos liberales anteriores a 1868, a los generados por la Revolución Gloriosa y la Constitución monárquica de 5 de junio de 1869 -dado su amplio contenido en libertades públicas- y más concretamente en el artículo 1 de la Constitución republicana de 1873 en la que literalmente, y cito, disponía: «Componen la Nación española los estados de Andalucía Alta, Andalucía Baja, Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Cataluña, Cuba, Extremadura, Galicia, Murcia, Navarra, Puerto Rico, Valencia y Regiones Vascongadas», consagrando una división territorial del Estado, que por mucho que se quiera negar desde la óptica política actual, era más acertado histórica y geográficamente considerado, que cualquier otra fórmula de agrupación territorial, puesto que aún estaba por nacer, o quizá, estaba comenzando a definirse el concepto romántico de Andalucía, suma de las 8 provincias al sur de la Bética, que hoy reticentemente aceptamos desde los trabajos normativos del motrileño Javier de Burgos.
Los últimos años del XIX, con un ideal liberal latente entorno al regionalismo granadino diseminado por pujantes sectores de la sociedad, grandes hombres como Paco Seco de Lucena, brillante jurista, orador y excepcional periodista, o Juan Echevarría, que soñaban con el liderazgo de Granada en un proceso de toma de conciencia regionalista, mantuvieron viva la idea de la comunidad política de Andalucía Oriental en la difícil época de la Restauración y el regeneracionismo político. Ellos fueron los que lograron la reunión de la Asamblea Regionalista el 16 de mayo de 1897 en el Ayuntamiento de Granada, entorno a la cual se ofrecieron importantes conferencias y debates en círculos cultos de gran solvencia -entre ellas permítaseme recordar la ofrecida por Seco de Lucena, el 6 de enero de 1898, en la Cámara de Comercio de Granada bajo el título El Regionalismo, en que concluía que éste era el modo más acertado de dar solución a las necesidades locales, dado el acercamiento de la gestión política a los problemas-. Tras los citados, otras personalidades relevantes siguieron impulsando la idea. Entre ellas, muy numerosas, encontramos a Fernando de los Ríos, al propio Federico García Lorca, éste con su constante aseveración de: «yo soy andaluz pero del reino de Granada»; y especialmente también Antonio Gallego Burín, que defendieron abiertamente el regionalismo granadino, sobre la base de la constatación del desequilibrio territorial y de la propia identidad histórica y cultural que hoy deben enarbolarse como auténticos hechos diferenciales de Granada frente al autonomismo asimétrico, exógeno y endógeno, que actualmente rige Andalucía.
Otro momento decisivo en la historia del regionalismo granadino se produce al socaire del pronunciamiento golpista del General Primo de Rivera el 13 de septiembre de 1923, que por paradójico que resulte, lanzó a diversas regiones españolas a una pugna autonomista con sus declaraciones sobre los motivos del golpe militar (el problema de la guerra de Marruecos, la corrupción política y el separatismo catalán y vasco, principalmente). Granada fue pionera en esta carrera regionalista, que cuenta con una historia riquísima y densa que IDEAL abordó en sendos suplementos: uno, publicado el 28 de febrero de 1999; y otro, el pasado 31 de diciembre de 2000, en los que se daba cuenta del proceso de gestación del Anteproyecto de Bases para la elaboración del Estatuto de la Mancomunidad Regional de la Alta Andalucía, que culminó con su aprobación el 19 de febrero de 1924; naciendo así una norma integrada por 8 bases de oro que lamentablemente quedaron en el olvido en la década de los años treinta, y que opino, sería necesario desempolvar para impulsar a Granada hacia un futuro bien distinto del que parece que se le avecina.
¿y León no estaba?«Componen la Nación española los estados de Andalucía Alta, Andalucía Baja, Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Cataluña, Cuba, Extremadura, Galicia, Murcia, Navarra, Puerto Rico, Valencia y Regiones Vascongadas»
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