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Tema: Sobre la Vendée

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    Sobre la Vendée



    La Vendèe:
    «PRIMERA CRUZADA CONTRA LOS
    "SIN DIOS"JACOBINOS»

    Por Gustavo Carrère Cadirant
    Buenos Aires — Argentina
    «Mitis depone colla, Sicamber, adora quod incendisti, incende quod adorasti»
    Remigio, Obispo de Reims



    1. INTRODUCCIÓN
    En la Santa Navidad de 496, durante el bautismo solemne del Rey de los Francos

    —Clodoveo— y tres mil de sus súbditos en la Catedral de Reims, el obispo

    Remigio pronunció las siguientes palabras:
    "Doblega tu cabeza, oh Sicambro; venera

    lo que hasta ahora perseguías, y persigue lo que adorabas"
    . Cuenta una

    leyenda que como el sacerdote que debía llevar el óleo sagrado de la consagración

    no podía atravesar la ciudad por la multitud, una paloma blanca llevó en el pico la

    botellita de óleo —
    ampulla— y un ángel trajo una bandera bordada con flores de

    lis, símbolo que sería enseña de los Reyes de Francia.

    No obstante su pasado católico, hace doscientos catorce años que Francia dejó

    de reconocerse a sí misma como
    La fille aînée de l’Eglise (La hija primogénita de la

    Iglesia). No era injusto ese título, ni mucho menos, porque la nación más extensa,

    más moderna y la más culta del continente europeo tenía una sociedad católica. De

    los 26 millones de franceses, sólo 40.000 eran judíos y 500.000 protestantes. Sí, se

    sabían parte de la Iglesia universal, pero conscientes de su peso específico: 139

    diócesis y 40.000 parroquias, en 1789; 135 obispos, alrededor de 70.000 sacerdotes

    seculares —un sacerdote por cada 364 feligreses—, unos 30.000 religiosos y

    40.000 religiosas. Con razón escribió François Furet que Francia, en vísperas de la

    Revolución Francesa,
    "tenía un paisaje católico, pues iglesias, ermitas, santuarios

    y monasterios integraban y, no pocas veces, modelaban pueblos y ciudades"
    .

    El estallido, el 14 de julio de 1789, de la
    Revolución Francesa —de neto

    contenido Liberal y Masónico— como nueva etapa del proceso histórico del

    alejamiento del hombre de Dios, lleva a la creación de un nuevo concepto de Estado

    y sociedad, bajo el lema:
    "Libertad, igualdad, fraternidad, o la muerte", verdadera

    parodia de la tolerancia democrática, uno de los valores más cotizados y pregonados

    en el mercado revolucionario; en la teoría, todo se puede tolerar, pero en la

    práctica no se tolera que se pongan límites a la
    «libertad». No se tolera el orden, ni

    la autoridad, ni la jerarquía, ni nada que ponga obstáculos a la
    «libertad». Todos

    gritan a coro que el valor absoluto a defender es la
    «libertad»; y olvidan que ésta,

    para ser verdadera, debe estar cimentada en la Verdad y ordenada al Bien.

    La
    Ilustración —difundida por los enciclopedistas franceses— consigue hacerse

    con los resortes del poder político, sobre todo a través de la masonería y a partir

    de la Revolución francesa, extendiendo poco a poco su influjo mediante el liberalismo;

    error que lleva a la afirmación de la voluntad (de la libertad) del hombre por sí

    misma, por encima de la voluntad de Dios o incluso frente a ella. Es, pues, el rechazo

    de la soberanía de Dios sobre el hombre y el mundo, dando lugar a la revolución

    como proceso histórico del alejamiento del hombre de Dios. Por ello, en el nuevo

    régimen, los estamentos propios del orden natural deben desaparecer en beneficio

    de la nación francesa, ente subversivo.

    La Iglesia Católica, Apostólica y Romana en Francia, institución vital en la sociedad

    gala y pilar fundamental para el sostenimiento de la Monarquía, sufrió desde los

    inicios un ataque sistemático y perverso; surgieron los adoradores de la diosa Razón,

    de la diosa Libertad y de la diosa Humanidad, que buscaban reemplazar la fe católica.

    Comienza así la descristianización de Francia, signada por una verdadera apostasía

    de sus hombres, religiosos y laicos.

    El mundo moderno liberal —en el pensamiento y las instituciones, las leyes y las

    costumbres— se va, pues, constituyendo ya en Occidente como una contra-Iglesia,

    pues quiere vivir
    sin–Dios y sin–Cristo. Y es apóstata, pues todo él procede del

    cristianismo: rechazando la guía de Cristo, en realidad se va configurando
    contra–

    Cristo
    . Este mundo liberal cree que «la razón humana, sin tener para nada en

    cuenta a Dios, es el único árbitro de lo verdadero y de lo falso, del bien y del

    mal; es ley de sí misma; y bastan sus fuerzas naturales para procurar el bien de

    los hombres y de los pueblos»
    (San Pío X, Syllabus, 1864, 3).

    Así, con la finalidad de desmantelar la Iglesia Católica, Apostólica y Romana —

    ya que la revolución se caracteriza por la idea de la rebelión del hombre frente a

    Dios— se van sucediendo cronológicamente una serie de disposiciones revolucionarias:

    ·
    4 de agosto de 1789: Abolición de los derechos feudales por la Asamblea

    nacional.

    ·
    24 de agosto de 1789: Votación por la supresión de los diezmos.

    ·
    2 de noviembre de 1789: Nacionalización de los bienes del clero y su conversión

    en bienes nacionales para su posterior venta en beneficio del Estado.

    Estas medidas, que anulan en definitiva el poder de la Iglesia Católica en Francia,

    tienen diversas consecuencias, tales como: la separación Iglesia-Estado y la formación

    del primer Estado aconfesional, la desaparición del patrimonio artístico francés,

    la asunción por el Estado de la educación y la asistencia social por el desmantelamiento

    de la red educativa, y asistencia de la Iglesia y la manutención del clero por el Estado.

    Esta última consecuencia —la desamortización de los bienes de la Iglesia— la lleva a

    la pérdida de su independencia económica.

    ·
    Febrero de 1790: Primer juramento de obediencia a la Constitución; se trataba

    de una simple declaración de fidelidad a la nación, al monarca y a las decisiones

    de la Asamblea Constituyente. La totalidad del clero prestó su juramento, con la

    excepción del obispo de Narbona, Mons. Dillon

    ·
    13 de febrero de 1790: Abolición de los votos religiosos, lo que significa la supresión

    de las órdenes regulares. Se exclaustra a monjas y frailes, se incautan o

    incendian muchos conventos.

    ·
    18 de agosto de 1791: Supresión de las congregaciones seculares.

    Estas medidas reducen los efectivos de la Iglesia Católica a los sacerdotes

    diocesanos; y para ellos también hay una medida de reorganización, que les

    pondrá a las órdenes directas del Estado.

    ·
    12 de julio de 1790: Aprobación de la Constitución Civil del Clero, que es la

    base angular de la instauración de una nueva iglesia y la destrucción total de la

    vigente hasta entonces. Esta reordenación consiste en diseñar de nuevo las diócesis,

    que deben coincidir con los límites de los departamentos. Sin embargo,

    esta medida significa la supresión de 53 diócesis. Al mismo tiempo que la

    reordenación parroquial, en realidad, consiste en la supresión de cuatro mil parroquias.

    En cuanto al personal de la nueva iglesia, la elección de los obispos y

    párrocos por una asamblea de electores (ciudadanos activos), pero que por el

    censo censitario está reducido a las clases más acomodadas de la sociedad.

    Además, la ordenación de los sacerdotes será por los obispos, pero estos serán

    por el metropolitano y no por el Papa: es la ruptura con Roma. Se reorganiza la

    Iglesia Francesa sin contar con Roma. Se introduce el culto a la Diosa Razón. Se

    obliga a jurar la Constitución a obispos, sacerdotes y religiosos, con lo cual se

    origina un cisma (juramentados y refractarios). Se persigue (muerte o deportación)

    a quienes no juran. La enseñanza, antes muy dirigida por la Iglesia, ahora es

    pública y laica. La Primaria queda abandonada.

    Como el nuevo clero depende del Estado en su organización y manutención y cumple

    una función pública como el resto de los funcionarios del Estado, sus miembros deben

    jurar ser fieles a la nación y apoyar con todo su poder la constitución decretada

    por la asamblea nacional. Empero, estas medidas que eliminan a la Iglesia Católica

    francesa cuentan con la total oposición del Papa Pío VI, con lo que se da comienzo al

    cisma de una iglesia galicana subordinada al poder civil, al margen de la autoridad

    pontificia, de estructura episcopalista y presbiteriana, donde los obispos y los párrocos

    eran elegidos por el pueblo y los nombramientos episcopales serían solamente

    notificados a Roma. Entre los miembros del episcopado únicamente cuatro renegarán

    de la fidelidad a Roma: Talleyrand, obispo de Autun; Loménie de Brieme, Cardenal

    arzobispo de Sens; Jarente, obispo de Orleans; y Lafont, obispo de Viviers. Entre los

    miembros del clero se calcula en un 53% los refractarios al juramento y reconocimiento

    de la ruptura con Roma. En cuanto al pueblo creyente, éste se suma a la

    oposición al clero oficial y asiste a ceremonias clandestinas. El Papa Pío VI prohibió

    el juramento y excomulgó, el 12 de marzo de 1791, a los sacerdotes que lo prestaran.

    El rechazo a la reorganización eclesial es respondida por las autoridades civiles

    revolucionarias con fuertes medidas:
    ·
    29 de noviembre de 1791: el clérigo que no jure en ocho días será puesto bajo

    vigilancia.

    ·
    27 de mayo de 1792: se vota un decreto que sometía a la deportación más allá de

    las fronteras a cualquier eclesiástico al que veinte ciudadanos denunciaran como

    no juramentado y al que el distrito reconociera como tal.

    ·
    10 de agosto de 1792: se aprueba la famosa ley de sospechosos, donde el clero

    refractario forma uno de los colectivos considerados enemigos declarados de la

    revolución.

    ·
    26 de agosto de 1792: se redacta la ley de deportación general de todos los

    miembros del clero que se hayan opuesto al juramento.

    ·
    2 de septiembre de 1792: una banda de revolucionarios sacó del carruaje en que

    se conducía a la prisión a tres sacerdotes refractarios y los colgó; comienzan así

    las Matanzas de Septiembre. Más de mil monárquicos —aproximadamente unos

    doscientos cincuenta sacerdotes— y presuntos traidores apresados en diversos

    lugares de Francia, fueron sometidos a juicio y ejecutados; es el primer asesinato

    colectivo.

    ·
    3 de septiembre de 1792: se redacta un nuevo juramento en el cual se debe

    comprometer el juramentado a mantener la libertad, la igualdad y la seguridad de

    las personas y propiedades.

    ·
    Marzo de 1793: los sacerdotes subsistentes en territorio francés que se negaron a

    jurar la Constitución Civil del Clero —llamados
    curas refractarios— quedan condenados

    a muerte. Estas medidas causan la salida de más de cuarenta mil exiliados

    de condición religiosa, seis mil de los cuales recalan en España y ayudarán a acrecentar

    desde el catolicismo español un sentimiento contrario al revolucionario francés,

    que se materializará en 1808 en la lucha contra Napoleón.

    2.
    EPOPEYA VENDEANA

    a) Antecedentes
    La política religiosa del nuevo régimen y las medidas de excepción contra los

    sacerdotes no juramentados trajeron una consecuencia cuya trascendencia iba a ser

    considerable: la sublevación del oeste de Francia, no solamente La Vendée, sino más

    a o menos todo el país que se extiende desde el norte del Poitu hasta la Bretaña y a

    los confines de Normandía, en los territorios actuales de los obispados de Poitiers,

    Angers, Lucon y Nantes. Si bien la adhesión a la causa realista intervendría también

    en su estallido, la fidelidad a la Fe Católica y a la Iglesia Católica, Apostólica y

    Romana constituyó sin duda el móvil mayor de aquella epopeya.

    La
    "Epopeya de La Vendée" refiere a la gesta católica emprendida por

    campesinos y sus familias —acompañados por nobles y sacerdotes— que llevaban

    prendidos escarapelas del Sagrado Corazón y se autodenominaban como ejército

    católico y real; se resistían a que la presencia social de Cristo Rey fuera desterrada

    de sus pueblos, de gran mayoría cristiana.

    Esta región, evangelizada un siglo atrás por San Luis María Grignion de

    Montfort, terciario dominico —que insistía en la devoción filial a Nuestra Señora—

    fue tan inmunizada contra el virus de la Revolución, que se levantó en armas contra el

    gobierno republicano y anticatólico de Paris.

    San Luis María Grignion de Montfort tenía a la Santísima Virgen la devoción

    más ardiente, y hasta compuso en su alabanza el
    "Tratado de la Verdadera Devoción",

    que constituye hoy el fundamento más fuerte de toda la piedad mariana profunda.

    Por otro lado, con sus misiones aproximaba al pueblo a los sacramentos y lo

    enfervorizaba en la devoción al Rosario. También la sagrada insignia difundida por el

    santo —el Sagrado Corazón en tela roja, encuadrado por las iniciales de Jesús y

    María— fue colocado por los combatientes sobre sus chalecos, blusas, o dispuesto

    como escarapela en los sombreros de amplias alas. El día de la beatificación de este

    apasionado apóstol, el ilustre obispo de Angers, Mons. Freppel, lo proclamaba

    solemnemente ante 20.000 vendeanos en St. Laurent-Sur-Sèvre, lugar donde reposan

    los restos del extraordinario conmovedor de almas :
    «fue por Montfort y sus

    hijos espirituales, los Misioneros de San Lorenzo, por quienes corrió el flujo

    fecundo de savia cristiana en los campos del Oeste durante todo el siglo XVIII.

    Si ese siglo fue en otros lugares un tiempo de decadencia moral, en el Oeste, por

    el contrario, salvo en las grandes ciudades, fue una época de vivificación cristiana

    durante la cual el pueblo de esta región
    —dice Mgr. Freppel— estuvo

    como lleno de dos sentimientos igualmente apropiados para engendrar el heroísmo:

    la Fe religiosa y la fidelidad al poder legítimo. Por ello es que, cuando

    en un día de odio y de obcecación se llegó a atacar a los ungidos del Señor, a

    todo lo que representaba Cristo en el estado y en la Iglesia, este pueblo se estremeció

    y se levantó para defender todo lo que amaba y todo lo que respetaba».

    b) 1
    er. levantamiento en La Vendée: 1792

    El 27 de noviembre de 1791 la Asamblea decreta
    "que enviaba a la cabeza

    de partido a los curas refractarios"
    , alejándolos de su comuna, de su centro de

    actividad pastoral; los trasladaba a la gran ciudad, sometidos a la inspección, a la

    inquieta vigilancia de las sociedades patrióticas. Imposible referir todos los clamores

    que suscitó este decreto; el aldeano estaba unido al sacerdote por una razón muy

    natural: el sacerdote era el mismo aldeano, su hijo, su hermano o su primo.

    Los sacerdotes refractarios, reunidos en la cabeza del partido, conocían perfectamente

    el estado de las campiñas, el dolor profundo de las familias y la sombría

    indignación de los hombres. Esto les infundió una gran esperanza, y se propusieron

    comunicárselo al rey. En una multitud de cartas que le escribieron en la primavera de

    1792, le animaban para que se mantuviera firme, que no tuviera miedo a la Revolución

    y que la paralizara valiéndose del derecho constitucional: el veto. El 9 de febrero

    de 1792, sacerdotes refractarios reunidos en Angers, redactaron una carta para el

    Rey, que puede considerarse como el
    "Acta originaria de la Epopeya de La

    Vendée
    ", ya que la anuncia y predice:

    "(...) Señor, sois un hombre piadoso, no lo ignoramos. Haréis lo que

    podáis ... Pero sabedlo, al fin, el pueblo está cansado de la Revolución. Su

    espíritu ha cambiado; le ha vuelto el fervor, frecuenta los sacramentos. A las

    canciones han sucedido los cánticos... El pueblo está con nosotros..." "(...)

    ¿Se dice que excitamos a las poblaciones?... Pero es todo lo contrario. ¿Qué

    sería del reino si no contuviéramos al pueblo? Vuestro trono no se apoyaría

    más que en un montón de cadáveres y ruinas... Ya sabéis, demasiado sabéis,

    señor, lo que puede hacer un pueblo que se cree patriota. Pero no sabéis de lo

    que sería capaz un pueblo que se ve arrebatar su culto, sus templos y sus

    altares"
    .

    Las dificultades comenzaron con la Constitución del Clero y su juramento:

    apenas uno de entre cuatro o cinco sacerdotes estuvo dispuesto a jurar. La resuelta

    hostilidad de los paisanos de La Vendée para con el clero constitucional se empezó

    a manifestar: en mayo de 1792 los alcaldes y oficiales municipales de treinta y cuatro

    comunas de las Mauges se reunieron para tratar esta situación.

    El 12 de julio de 1792, la Asamblea Nacional proclamó la "Patria en peligro";

    decretó la leva de nuevos batallones de voluntarios. En cumplimiento de dicha

    ley, el Director del Departamento de Deux-Sèvres ordenó a todos los municipios,

    por resolución del 22 de julio, confeccionar dos listas de ciudadanos: una con aquellos

    que se alisten y otra con aquellos que se nieguen. Esta novedad causó una

    profunda agitación en la región. El domingo 19 de agosto la noticia de la inscripción

    de voluntarios y de las persecuciones religiosas provocó la "primera explosión". Los

    jóvenes de doce municipios vecinos, armados de guadañas y horquillas para recoger

    paja, se reunieron en Moncoutant; se agruparon alrededor del alcalde de

    Bressuire, Adrien Joseph Delouche y llamaron a todos los hombres para que acudieran

    a las armas con ellos contra un gobierno de tiranos al que se negaban servir,

    pidiendo el restablecimiento del Rey en su plena autoridad como único medio de

    retorno al orden social y a la libertad religiosa. Los campesinos se dirigieron hacia el

    castillo de Pugny, residencia del Marqués de Mouroy, antiguo coronel del regimiento

    de Mèdoc, para constituir a éste en jefe y fortificarse en sus tierras; no lo encontraron

    allí, pero obtuvieron de su regidor la bandera de su antiguo regimiento: de

    seda blanca sembrada de flores de lis en oro, con las armas reales en el centro; fue

    el primer estandarte de la guerra de La Vendèe.

    De Pugny, los campesinos se dirigieron a la morada de Brachain, a casa de

    un noble de la región, antiguo oficial, M. Gabriel Baudry d‘Asson, quien, después de

    haber titubeado, aceptó el mando de los casi dos mil hombres presentes y lanzó un

    llamado a las armas. El 22 de agosto, en Chantillón, hubo una revuelta de unos seis

    a diez mil hombres. La población de la villa, siempre hostil a los principios revolucionarios,

    no opuso resistencia al ejército de M. Baudry d‘Asson, que entró vigilante y

    triunfante al son de tambores y pífanos. Se dirigieron a la sede de la administración

    del distrito, quemando los archivos. El 23 de agosto, Bressuire opuso sus viejos

    muros a los sublevados, mechados no obstante por los fusiles de caza y las guadañas

    de los aldeanos. El 24 de agosto, día de San Bartolomé, se dio un último combate,

    en el lugar llamado "les Moulins de Cornet". Los aldeanos, en número de seis

    mil y a órdenes del M. Baudry d‘Asson, seguido por M. Richeteau de la Coindrie,

    M. Calais de Puylouet y M. de Feu, armados con algunas escopetas de caza, barras

    de hierros, picas, largas horcas, y otras armas improvisadas, hicieron frente a las

    fuerzas republicanas, reforzadas con las tropas enviadas por el director del departamento

    de Deux-Sévres: dos compañías de infantería de marina de Rochefort con

    dos piezas de artillería, las guardias nacionales de Niort, La Mothe-Sain-Héraye, San

    Maixent y Parthenay, bien armadas con fusiles. Éstas hicieron fuego sobre los campesinos

    y los dispersaron. Más de cien perecieron, cerca de quinientos fueron apresados

    y el resto corrió huyendo a través del campo. El "Journal des Deux-Sèvres"

    escribió que ciento dieciocho sublevados se quedaron allí y añade que "estaban cubiertos

    de cruces y rosarios". Los soldados republicanos, llenos de cólera, se ensañaron

    con los cadáveres: cortaron las orejas para hacer escarapelas para los sombreros,

    que serían exhibidas en la villa de Bressuire. Los prisioneros fueron llevados ante

    el tribunal criminal de Niort; este consideró que debía ser indulgente y los puso en

    libertad. Así, el primer levantamiento en La Vendée se frustró.

    Paralelamente a estos acontecimientos los sacerdotes juramentados, muy mal

    recibidos, debían apelar a la guardia nacional para mantenerse; la mayoría de los

    feligreses deseaban y preferían quedarse sin sacerdote que tener a un constitucional al

    que no conocían. Ante estos hechos, las autoridades departamentales dejan estallar

    su resentimiento contra los sacerdotes refractarios. Comienza la deportación: cerca

    de cuatrocientos padres de Maine-et-Loires de la Sarthe, atados de a dos, son conducidos

    bajo guardia a Paimboeuf o son embarcados para España. Otros, cerca de

    doscientos cuarenta, parten de Saint-Gilles-sur-Vie o de Sables-d‘Olonne.
    c) 2
    do. levantamiento en La Vendée: 1793

    1) Introducción:

    La ejecución de Luis XVI, el 21 de enero de 1793, conmocionó a toda

    Europa. Ello, unido a la política anexionista de la Convención, hizo que la hostilidad

    exterior contra la Revolución aumentara. La Francia, entusiasmada, declaró la guerra

    a Inglaterra y Holanda (1 de febrero de 1793), a España (7 de marzo) y a los Estados

    italianos. La Francia revolucionaria estaba en guerra contra toda Europa (excepto

    Suiza y los países escandinavos); por ello decreta el 24 de febrero de 1793 la movilización

    de 300.000 hombres.

    Las primeras proscripciones de sacerdotes habían comenzado en otoño, y la

    noticia de las matanzas de septiembre llegó hasta las más apartadas aldeas; a fines de

    enero, la de la ejecución del Rey causó peor impresión. El incendio finalmente estalló

    en marzo de 1793.

    El 3 de marzo, en el mercado de Cholet, se supo que los funcionarios de

    Paris habían decidido que los jóvenes entre dieciocho y veinticinco años fueran alistados

    y enviados al ejército; aproximadamente unos quinientos jóvenes juraron públi-
    camente no aceptar jamás la milicia revolucionaria. Las autoridades locales, desoyendo

    el clima que se vivía, ordenaron el sorteo de los alistados en los centros de

    distrito, lo que suponía la reunión de ellos en grandes grupos; en muchísimos lugares

    estallaron incidentes. El 11 de marzo, en Machecoul, los guardias nacionales intentaron

    imponer el sorteo, lo que costó la vida a treinta de ellos. El 12 de marzo, en Saint-

    Florent, se realizó la convocatoria de los conscriptos; estos exigieron la rendición de

    las fuerzas republicanas, que si bien eran inferiores en número, contaban con sesenta

    armas de fuego y soldados de oficio. Los vendeanos declararon:
    "Han matado a

    nuestro Rey, expulsaron a nuestros sacerdotes, robaron los bienes de nuestra

    Iglesia, comieron todo lo que teníamos, y ahora quieren nuestros cuerpos. ¡No

    los tendrán!"
    . Ante la negativa de los republicanos, se lanzaron sobre ellos; los

    cañonearon sin éxito y tuvieron que replegarse; los paisanos quemaron las listas de

    conscripción. El 13 de marzo, Jacques Cathelineau —de profesión carretero, conocido

    y respetado por su devoción religiosa, de tan solo 34 años, casado y con cinco

    hijos— es anoticiado por su cuñado Jean Blon de lo sucedido en Saint-Florent; al

    poco tiempo entran preocupados en su casa varios vecinos: el sastre, el carpintero, el

    herrero, el zapatero y labradores en número de veintisiete, para consultarlo. Entonces

    se armó de una pistola, ató a la cintura el santo rosario y fijando sobre el pecho la

    imagen del sagrado Corazón de Jesús, salió a la plaza pública para hablar con sus

    paisanos; antes de llegar al extremo del pueblo, quinientos hombre lo seguían: toda la

    población de Pin-en-Mauges. Marcharon al castillo de Jallais, donde había un pequeño

    destacamento de la guardia nacional con un cañón y lo tomaron; luego cayó la

    población de Chemillé. El 14 de marzo, el abate Barbotin, vicario de Gardes dio una

    misa de campaña, en latín y de cara a Dios, al incipiente ejército paisano y católico de

    aproximadamente unos quince mil hombres; cantaron el
    Te Deum, se repartieron

    escapularios y todos tenían cosidos en sus ropas los Sagrados Corazones, y habiendo

    recibido del sacerdote la absolución de sus faltas, se lanzaron a las órdenes de

    Cathelineau sobre la ciudad de Cholet. Ni un solo campesino, frente a la cruz que se

    elevaba en aquella plaza, quedó sin arrodillarse y descubrirse, mostrando una fe inquebrantable.

    A veinte pasos de la cruz, bajo las balas enemigas, los vendeanos

    rezaban con la misma tranquilidad que si estuvieran en sus iglesias. Cholet fue la

    primera villa importante que cayó dentro de la escarcela realista. Así, al grito de

    "¡Viva la Religión!"
    ,
    se levantaba en armas toda La Vendée.

    2) Desarrollo:
    El clima de los ejércitos vendeanos fue profundamente religioso: las columnas

    avanzaban rezando el santo rosario; no podían pasar frente a una cruz sin arrodillarse

    y rezar, aunque muy rápidamente, un Pater Noster; lanzábanse al asalto cantan-
    do el Vexilla Regis; los capellanes impartían la absolución antes de que se trabara el

    combate.

    Ese espíritu religioso se daba también entre aquellos jefes salidos del pueblo,

    como el buhonero Jacques Cathelineau, llamado el "Santo de Anjou" y el ex-soldado

    y leñador Jean Nicolas Stofflet. Entre los nobles, a quienes los campesinos buscaron

    en sus propias mansiones y castillos para ponerlos al frente de sus fuerzas, esa religiosidad

    fue menos espontánea al principio; pero una vez tomada la decisión, todos

    ellos: Maurice Louis Joseph Gigost d‘Elbée; Louis-Marie de Salgues, Marquis de

    Lescure; Charles Melchior Artus, Marquis de Bonchamps; Bernard de Marigny; Louis

    Celestin de Sapinaud; François Athanase Charette de la Contrie; Henri du Vergier,

    Marquis de La Rochejaquelein y Antoine Philippe de La Tremoille, Prince de Talmont,

    se mostraron dignos de la fe sólida y simple de sus hombres.

    En forma general se puede dividir la Guerra de Vendée en los siguientes períodos:
    ·
    La Primer Guerra: marzo a octubre de 1793.

    ·
    El Gran Viraje: octubre a diciembre de 1793.

    ·
    Las Columnas Infernales: enero a marzo de 1794.

    ·
    El Camino a la Paz: abril de 1794 a febrero de 1795.

    ·
    La Segunda Guerra: junio de 1795 a marzo de 1796.

    Como bien nos señala Daniel Rops:
    «A decir verdad, dos Francias se enfrentaron

    en aquella lucha fraticida. La una, católica y tradicionalista, en la que se

    confundían convicciones cristianas y realistas hasta el punto de borrar en ella el

    sentido de la comunidad nacional y aceptar el lanzarse a una revuelta en el

    instante en que la Patria era invadida por todas partes»;
    al tomar las armas

    contra un gobierno al que consideraban ilegítimo y tiránico, no pensaban en absoluto

    en
    "traicionar a Francia". «La otra, la Francia "de la montaña", vagamente

    deísta, violentamente anticlerical, que no tenía en el fondo otra religión que la

    de la Patria».



    3) Consecuencias


    La Vendée fue un levantamiento popular, que forzó a los titubeantes clérigos a

    tomar partido y produjo la salida de incógnito de muchos nobles temerosos de comprometerse:

    nada de aristócratas y clero que incitaban al pueblo a defender sus privilegios.

    Rebelión religiosa frente al feroz volterianismo ideológico que se imponía a

    sangre y fuego desde París. Una insurrección en defensa del cristianismo, que consti-
    tuye un hecho único en la historia por sus proporciones y el alcance de su brutal

    represión y exterminio, siendo sin duda el
    "Primer Genocidio de la Modernidad".

    Las cifras más conservadoras —en relación con el programa de exterminio establecido

    en París y realizado por los oficiales revolucionarios— llevan a los siguientes

    resultados: en dieciocho meses, en un territorio de sólo 10.000 km
    2 , fueron eliminadas

    120.000 personas, por lo menos el 15% de la población total; diez mil edificios

    fueron completamente destruidos, el 20% de los de La Vendée.

    En tal sentido resultan muy ilustrativas las siguientes expresiones:
    ·
    "La destrucción de La Vendée, el castigo de los traidores, la extirpación

    del monarquismo, he aquí nuestras necesidades..."
    . Ideas del diputado Barreré,

    en nombre de la Comisión de Bien Público.

    ·
    "¡Soldados de la libertad! Los ladrones de La Vendée han de ser exterminados

    antes del fin de octubre. (...)
    ". Arenga del General L´Echelle a sus tropas.

    ·
    "¡Valientes defensores que lleváis el nombre de columnas infernales! ¡Os

    conjuro en nombre de la ley: pegad fuego en todas partes, y no perdonéis a

    nadie, ni siquiera mujeres y niños, fusilad a todos, incendiad todo!"
    . Arenga

    del General Westerman a sus tropas.

    ·
    «La Vendée, compatriotas republicanos, ya no existe. Murió bajo nuestros

    sables, con sus mujeres y niños. Yo la enterré en los pantanos y selvas de

    Savenay. Siguiendo las órdenes que vosotros me disteis, he pisoteado a muerte

    a los niños con nuestros caballos. Y he masacrado a las mujeres: no alumbrarán

    más bandoleros. No pueden acusarme de tomar un sólo prisionero:

    los he exterminado a todos ... los caminos están cubiertos de cadáveres, y

    abundan en varios sitios formando pirámides. Pero los pelotones de fusilamiento

    aún trabajan incesantemente en Savenay, porque a cada momento

    llegan bandoleros que pretenden rendirse como prisioneros. ¡Y ya no más

    prisioneros! Estaríamos obligados a alimentarlos con el pan de la libertad,

    mas la compasión no es una virtud revolucionaria"
    . Carta del General

    Westerman al Comité de Salud Pública.

    ·
    «Tenemos que convertir La Vendée en un cementerio nacional». Expresión

    pública del General Turreau.

    ·
    "... los saqueos no son, con todo, lo peor. En todos los rincones se veían

    violaciones y barbarie. Republicanos han violado mujeres en las carreteras

    y luego las han fusilado o degollado. Otros llevaban niños de pecho en la

    punta de sus bayonetas o de las picas..."
    . Informe de Lequinio, integrante de

    la Convención.

    ·
    "El Gobierno ha calculado el número de los habitantes y hallado que es

    imposible mantener tanta gente; por lo tanto hay que tomar medidas para

    disminuir la población"
    . Nota de Juan Bautista Carrier al gobierno revolucionario.

    ·
    "Un suceso de género enteramente nuevo ha venido a disminuir el número

    de los curas"
    . Carta de Carrier a la Convención.

    3. MÁRTIRES DE LA FE
    Señalaba S.S. Benedicto XIV, en el
    «Tratado de Canonización de los Santos

    »
    : "Hay martirio cuando el perseguidor, movido de hecho por su odio a la fe,

    inflige la muerte, aunque se vanaglorie de hacerlo por otra causa
    ".

    La llamada
    «Humanista, gloriosa y liberadora Revolución Francesa»,

    costó a la Cristiandad más de tres mil sacerdotes asesinados, una multitud de religiosas

    profanadas, violadas y torturadas hasta la muerte, pueblos enteros destruidos y

    miles de mártires fusilados, guillotinados, descuartizados, ahogados, incendiados vivos,

    torturados, por oponerse a la Revolución Liberal y Masónica por fidelidad a la

    Religión Católica, Apostólica y Romana; entre los beatificados figuran:
    ·
    Beatas Mártires de Compiègne. Dieciséis carmelitas son detenidas y encarceladas

    en junio de 1794; posteriormente guillotinadas el 17 de julio. En el trayecto

    cantaron el
    Miserere y luego el Salve, Regina. Al pie ya de la guillotina entonaron

    el
    Te Deum, canto de acción de gracias, y, terminado éste, el Veni Creator. Por

    último, hicieron renovación de sus promesas del bautismo y de sus votos de religión;

    subieron a su pequeño calvario cantando el
    Laudate con uncida compenetración,

    no sin antes perdonar con el corazón y la verdad a sus despiadados e

    inmisericordes asesinos. El 16 de diciembre de 1902 su S.S. León XIII declaraba

    venerables a las dieciséis carmelitas. Se sucedieron los milagros, como una

    garantía de su santidad, y el 13 de mayo de 1906 el Papa San Pío X declaraba

    beatas a aquellas
    "que, después de su expulsión, continuaron viviendo como

    religiosas y honrando devotamente al Sagrado Corazón"
    .

    ·
    Beatas Mártires de Valenciennes. Once hermanas ursulinas recluidas en arresto

    domiciliario el 3 de septiembre de 1794 y condenadas a muerte el 23 de octubre

    por "haber enseñado la Religión Católica Apostólica". Esa tarde en la plaza de la

    ciudad subieron a la guillotina cantando. Beatificadas por S.S. Benedicto XV, el

    13 de junio de 1920.

    ·
    Beatas Mártires de Cambrai. Cuatro Hijas de la Caridad, pertenecientes a la

    comunidad de Arrás, guillotinadas el 26 de junio de 1794, por negarse a jurar la

    Constitución Civil del Clero. Beatificadas por S.S. Benedicto XV, el 13 de junio de

    1920.
    ·
    Beatas Mártires de Orange. Ifigenia Gaillar, Teotisa Pélissier, Andrea Minutte,

    Mariana De Rocher, Mariana Béguine-Royal y 27 Religiosas más, guillotinadas

    entre el 6 y el 26 de julio de 1794; subieron al cadalso riendo, cantando, orando

    por sus verdugos. Beatificadas por S.S. Pío XI, el 10 de mayo de 1925.

    ·
    Noel Pinot. Sacerdote diocesano. Detenido en la noche del 9 de febrero de

    1794, cuando se preparaba para celebrar la Santa Misa. El 21 de febrero de

    1794 se abrió en Angers el proceso contra él. Las acusaciones fueron: presunta

    colaboración con los insurrectos de La Vendée, negación de juramento a la

    constitución civil, presunta cooperación para la reposición de la monarquía y,

    sobre todo, el prohibido ejercicio de la profesión de sacerdote. Condenado a

    muerte, subió al patíbulo vestido con alba y casulla. Momentos antes de su decapitación

    tuvo que quitarse la casulla, pero los fieles le pusieron más tarde el

    ornamento después de la consumación del sacrificio. Beatificado por S.S. Pío

    XI, el 21 de octubre de 1926, quién expresó:
    "Noel Pinot atestiguó, llevando

    hasta el momento de su ejecución la casulla, que la tarea primordial, más

    importante y más sagrada del sacerdote es la celebración de la Santa Eucaristía

    según el encargo del Señor: «Haced esto en memoria mía»".

    ·
    Luis José François y Juan Enrique Gruyer. Sacerdotes pertenecientes a la

    Congregación de la Misión. Por negarse ambos a jurar la Constitución Civil del

    Clero, fueron asesinados. El primero fue lanzado por la ventana y el segundo

    atravesado por una espada, el 3 de septiembre de 1792. Beatificados por S.S.

    Pío XI, el 17 de octubre de 1926.

    ·
    Pedro Renato Rogue. Sacerdote de la Congregación de la Misión. Tras unos

    meses de cárcel y malos tratos, sobrellevados con paciencia y buen ánimo sirviendo

    de apoyo a otros fieles, murió decapitado el 3 de marzo de 1796. Beatificado

    el 10 de mayo de 1934.

    ·
    Beatos Mártires de Angers. El Terror desatado por la Revolución Francesa ha

    producido miles de víctimas en Anjou; el Padre Gruget estima que 2000

    vendeanos, fieles a la fe, fueron fusilados. La Causa de Beatificación, introducida

    en 1905, comprendía a 99 personas: 15 que fueron guillotinadas en Angers,

    y 84 que fueron fusiladas en Champ-des-Martyrs d’Avrillé, entre el 30 de octubre

    de 1793 y el 14 de octubre de 1794.
    "Nos, acogiendo el deseo de nuestros

    hermanos Jean Orchampt, obispo de Angers,(...), así como de otros

    muchos hermanos en el Episcopado y de numerosos fieles cristianos, después

    de haber escuchado el parecer de la Sagrada Congregación para las

    Causas de los Santos, con nuestra Autoridad Apostólica establecemos que

    los venerables Siervos de Dios Guillermo Repin y compañeros (...), de aho-

    ra en adelante llamados Beatos y que su fiesta pueda celebrarse todos los años

    en los lugares y del modo establecido por el derecho, el día del tránsito para el

    cielo: el 1 de febrero para los Beatos Guillermo Repin y compañeros (...). En el

    nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo"
    . Con esta fórmula S.S. Juan

    Pablo II declaró Beatos al R.P. Guillaume Repin y 98 mártires franceses (11 sacerdotes,

    3 religiosas y 84 seglares —4 varones y 80 mujeres— que murieron por la Fe

    en Angers en 1793-94, durante la Revolución Francesa). La ceremonia tuvo lugar

    en la basílica de San Pedro, Roma, el domingo 19 de febrero de 1984. La homilía

    del Papa el día de su beatificación tiene puntos que esclarecen mucho este y otros

    martirios: "
    Son, en primer lugar, los numerosos mártires que, en la diócesis de

    Angers, en los tiempos de la Revolución Francesa, aceptaron la muerte, porque

    como dijo Guillaume Repin, quisieron «conservar su fe y su religión», con firme

    adhesión a la Iglesia católica y romana; sacerdotes que se negaron a prestar un

    juramento que consideraban cismático, y que no quisieron abandonar su cargo

    pastoral; laicos que permanecieron fieles a estos sacerdotes, a la Misa celebrada

    por ellos y a las manifestaciones de culto a María y a los santos. Sin duda, en

    un contexto de fuertes tensiones ideológicas, políticas y militares, se pudo hacer

    pesar sobre ellos sospechas de infidelidad a la patria; se les acusó, en las

    actas de las sentencias, de compromiso con las «fuerzas anti-revolucionarias».

    Así sucede en casi todas las persecuciones, de ayer y de hoy. (...) "Nos admiran

    sus respuestas decididas, tranquilas, breves, francas, humildes, que no tienen

    nada de provocación; y que son tajantes y firmes en lo esencial: la fidelidad a

    la Iglesia. Así hablan los sacerdotes, todos guillotinados como su venerable

    decano Guillaume Repin, las religiosas que se negaban incluso a dejar creer

    que habían prestado juramento, los cuatro hombres laicos"
    . ( L’Osservatore

    Romano
    , pág.2 (118) - 16 de febrero de 1984 ).

    4. GENOCIDIO
    La Revolución Francesa y sus armas republicanas no se pueden librar de

    todos los excesos cometidos en nombre de la fraternidad, de la libertad, de la patria,

    por la aplicación de ese famoso adagio:
    "Pas de liberté pour les ennemis de la

    liberté"
    .

    Aquella bestial represión de los católicos de La Vendée fue, como ha dicho

    Pierre Chaunu,
    "la más cruel entre todas las hasta entonces conocidas, y el

    primer gran genocidio sistemático por motivo religioso"
    . Y quizá lo más lamentable

    fuera que —también por primera vez en la historia— esta masacre se llevó a

    cabo bajo la bandera de la tolerancia.

    Según la definición de politicólogos reconocidos, la esencia del "genocidio"

    no reside en un método particular de exterminio —siempre relativo al nivel de desarrollo

    técnico— ni a los resultados efectivos, igualmente contingentes, sino más bien

    sobre "la intención de los responsables". La voluntad de exterminar totalmente una

    comunidad humana suficientemente grande a identificar, si está acompañada de una

    racionalización de los medios disponibles.

    Como señala Hans Graf Huyn:
    "fueron violadas las monjas; cuerpos vivos

    de muchachas soportaron el descuartizamiento; se formaron hileras con los

    niños para ahogarlos en estanques y pantanos; mujeres embarazadas se vieron

    pisoteadas en lagares hasta morir, y en aldeas enteras los vecinos perecieron

    por beber agua que había sido envenenada. Casi ciento veinte mil habitantes

    de La Vendée fueron asesinados, y arrasadas decenas de miles de viviendas".

    En tal sentido, Jean Meyer observa:
    "La cuestión de fondo de aquel enfrentamiento

    no estuvo en la disyuntiva entre monarquía o república, ni fue un conflicto

    entre estamentos, sino que consistió más bien en la decidida intención de

    extirpar esas creencias sin reparar en medios"
    .

    Seguramente sería una equivocación argüir solo de los excesos del Terror

    para condenar toda la obra de la Revolución; como asimismo sería injusto querer

    limpiar a los criminales y los asesinos no considerando más que el momento erigido

    por la Convención, ya que en ella se habla expresamente, refiriéndose al catolicismo,

    de "fanatisme outre", de "fanatisme invincible", y de "crimen de fanatismo" al hecho

    de profesar la fe católica. La Revolución Francesa no es sino una versión histórica

    más de la "Revolución", que es sola y única —en verdad su causa verdadera y profunda

    la comprobamos en el espíritu de rebelión y soberbia que caracterizó el pecado

    de Lucifer y de sus ángeles, en primer lugar, y en el de nuestros primeros padres

    en el paraíso terrenal, en segundo lugar— . Por ello, la Revolución Francesa no

    puede juzgarse como un proceso situado en el plano de abstractos ideales sin relación

    a sus supuestos ideológicos o a los hechos nefastos por ellos desencadenados;

    un juez revolucionario sentenció a un sacerdote refractario, que se negó a suscribir el

    juramento constitucional por deber de conciencia, diciendo:
    "Cuando la ley habla,

    la conciencia debe callar"
    .

    Sin embargo, a través de la "historia oficial francesa", el estado francés sigue

    reivindicando públicamente las "obras de la Revolución" como ápice de humanidad

    y, paralelamente, continúa silenciando el "Genocidio de La Vendée", como crimen de

    lesa humanidad.

    ¡Qué importante sería que algún día no muy lejano, el Estado Francés reconozca

    y asuma públicamente ante el mundo los excesos cometidos en su nombre por

    la Revolución Francesa bajo el lema
    "Libertad, Igualdad, Fraternidad o la muerte"

    y pida perdón por el "Primer Genocidio de la Modernidad", en La Vendée!

    Un forcejeo incesante entre la Iglesia de Cristo y el mundo liberal moderno,

    que quiere construirse sin Dios, al margen de Dios y, a veces, contra Dios. Por ello,

    mientras los cristianos católicos afirmamos que
    "es preciso que reine Cristo" sobre

    nuestros pueblos (1Cor. XV, 25), los modernos, liberales y derivados, siguen queriendo

    lo contrario:
    "no queremos que éste reine sobre nosotros" (Lc. XIX, 14).

    Nos corresponde, pues, a los católicos, a la Iglesia, todo el peso histórico en

    esta durísima lucha para mantener a Dios como fundamento de las leyes y del orden

    cultural y social, y para afirmar que no hay salvación para los hombres y para los

    pueblos y sociedades sino en la medida en que se acepta a Cristo como Rey (Hch.

    IV,12), a quien, después de su victoria en la cruz, ha sido dado
    «todo poder en el

    cielo y en la tierra»
    (Mt. XXVIII, 18).

    Hace doscientos diez años se iniciaba así la «Epopeya de La Vendée»,

    Primera Cruzada contra los
    "sin Dios" jacobinos.


    Pious dio el Víctor.

  2. #2
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    Re: Sobre la Vendée

    El genocidio inaugural de la Europa moderna

    ¿Qué sabe usted de la matanza de la Vendée?


    RODOLFO VARGAS RUBIO

    Con motivo del execrable asesinato del ex concejal socialista de Mondragón Isaías Carrasco por ETA, se ha vuelto a oír el sonsonete de la contraposición de “los violentos y los demócratas”. A quienes lo repiten cada vez que el grupo terrorista hace de las suyas en nuestro castigado país habría que recordarles que la primera democracia europea en el mundo moderno fue, “con la ley en la mano”, terrorista y genocida. Sí, ya sabemos que estamos profiriendo una herejía imperdonable para la ortodoxia bienpensante de nuestras beatas sociedades modernas y tolerantes, pero la Historia no engaña y está ahí con el argumento apabullante e irrebatible de los hechos.

    Los Derechos Humanos del Hombre y del Ciudadano, proclamados de modo altisonante por la Asamblea Nacional Francesa en 1789 y de nuevo por la Primera República en 1793, constituyeron el caballo de batalla de la Revolución, que pretendía fundamentar en ellos un orden nuevo no sólo para Francia sino para la humanidad entera, como si ésta no hubiera tenido ya en la Ley Natural y en el Decálogo los principios rectores de la conducta individual y social. Sin embargo, irónicamente el triple lema en el que resumió la doctrina revolucionaria –libertad, igualdad, fraternidad– se convirtió en un cruel sarcasmo precisamente por obra de sus propugnadores, que establecieron el terror como medio para imponerse.

    La Revolución nació terrorista

    La Revolución nació terrorista. La toma de la Bastilla fue su partida de nacimiento, escrita con la sangre de sus primeras víctimas: el marqués Jourdan de Launay, gobernador de la antigua fortaleza-prisión, y la guarnición de inválidos, que fueron masacrados a traición ese 14 de julio de 1789, lo mismo que el preboste municipal Jacques de Flesselles. Pocos días después seguían el intendente Bertier de Sauvigny y su suegro Foulon de Doué, asesinados y horriblemente mutilados en París, mientras en provincias se desataba la Grande Peur (el Gran Miedo), fruto de una campaña propagandística originada en los clubes de la capital, según la cual existía un supuesto complot aristocrático para privar de abastecimientos al pueblo mediante bandidos a sueldo (brigands). También se habló de connivencia de los señores con los ingleses, a los que se decía que querían hacer desembarcar en Francia para invadirla. Obviamente no se trataba más que de burdas especies encaminadas a justificar la abolición del feudalismo, pero que dejaron su reguero de muertos y de pillaje. Las jornadas del 5 y 6 de octubre, durante las que peligró la vida de la Familia Real (y especialmente de la Reina), tuvo también su trágico saldo: el de los guardias del cuerpo, que cayeron bárbaramente ultimados por defender a Luis XVI sin haber podido responder al ataque de la turba por habérselo prohibido el Rey (que no quería verter la sangre de su pueblo).

    Vemos pues, que las grandes matanzas del 10 de agosto y el 2 y 3 de septiembre de 1792, con las que tradicionalmente se hace comenzar el período llamado propiamente del Terror (1792-1794), no fueron los primeros episodios cruentos del furor revolucionario. Podemos considerar esos dos años como los del paroxismo, pero el terrorismo estuvo activo desde el comienzo y de modo más o menos continuado. La vida humana no valía nada, no existían garantías judiciales ni penales, se estaba a merced de los agitadores de turno (Marat, por ejemplo, que exigía desde su periódico el exterminio puro y duro de los enemigos de la Revolución), se vivía en perpetua zozobra y bajo el miedo a ser denunciado y llevado a la prisión y a la muerte, había quienes traicionaban antes de ser traicionados, no se podía expresar según qué opiniones, la hoja implacable de la guillotina se alzaba como espada de Damocles sobre la cabeza de cualquiera que no diera pruebas de suficiente “patriotismo”… ¡Y esto era el régimen que tenía que traer el fin del despotismo y el triunfo del derecho!

    Nos indignamos, y con razón, de que haya habido y haya formaciones políticas dentro de nuestra democracia defensoras o encubridoras de ETA: Herri Batasuna, Euskal Herritarrok, Abertzale Sozialisten Batasuna, Eusko Abertzale Ekintza. Pues bien, eso ya pasó en la Francia revolucionaria con el grupo de los Montañeses, que se sentaban en los escaños más altos de la Asamblea y después dominaron la Convención. Inspirados en el radicalismo jacobino, apoyaban y estimulaban el terrorismo de los sans-culottes (supuestamente imbuidos de humanismo rousseauniano y abanderados de la democracia), que ensangrentó y mantuvo en vilo a la nación hasta la reacción termidoriana de 1794 (aunque su influencia se dejaría sentir hasta la llegada de Bonaparte al poder). Y ello bajo un régimen supuestamente constitucional y basado en la legalidad.

    Así se perpetró la matanza de la Vendée

    Uno de los personajes más siniestros y detestables de la Revolución es Bertrand Barère de Vieuzac (1755-1841), oportunista político y chaquetero capaz de competir en doblez con Talleyrand, pero sin su señorío e indudable elegancia (que le venían de haber experimentado la douceur de vivre del Antiguo Régimen). Procedente de la abogacía (como muchos otros revolucionarios), Barère se hizo con el poder en 1792 como presidente de la Convención. Desde ese puesto se convirtió en el gran organizador y el alma del Terror. Para desgracia de Luis XVI, fue él quien impulsó la iniciativa de juzgar al Rey y condenarlo a muerte. Pero su execrable memoria quedará especialmente vinculada a dos hechos de especial inhumanidad, que marcan los puntos culminantes del terrorismo revolucionario: la profanación de las tumbas reales de Saint-Denis y la masacre de inocentes de La Vendée durante el paso de las columnas infernales entre enero y mayo de 1794.

    Para el terrorismo no existe nada sagrado, ni siquiera la muerte confiere a sus víctimas la intangibilidad. Se ha visto en España cada vez que manos anónimas, cobardes y criminales han violado la tumba de algún asesinado por ETA, como fue el caso de la de Gregorio Ordóñez. En la Francia de 1793, bajo la República que decía abominar de la tiranía, Barère promovió, en un inflamado discurso, una ley por la que se ordenaba la destrucción de las sepulturas de los dinastas que habían gobernado Francia desde la época merovingia y que se hallaban en la cripta de la basílica de Saint-Denis, fundada en el siglo VII por el rey Dagoberto (cuyo monumento sepulcral fue, por cierto, el primero en sucumbir a los martillazos de los iconoclastas jacobinos). Los enterramientos fueron despojados de sus ornatos y vaciados de sus restos mortuorios, que fueron objeto de vejaciones antes de ir a parar a las fosas comunes que el odio y el fanatismo igualitarista habían cavado para ellos. El último tabú que las civilizaciones de la Antigüedad no se habían atrevido a desafiar, respetuosas del tranquilo reposo de los difuntos, era roto por la que pretendía ser una nueva civilización basada en la razón y la tolerancia. Y es ésta una forma acabada y sofisticada de terrorismo, pues extiende sus tentáculos hasta turbar la paz de los sepulcros. ¿Qué le queda al ser humano, en efecto, cuando ni siquiera sus despojos pueden estar ya seguros?

    Sin embargo, aún no estaría colmado el vaso de la ignominia revolucionaria. El pueblo se había sublevado a la noticia de la muerte del que nunca dejaron de considerar su soberano y padre. La región de La Vendée se alzó en armas contra una Revolución que se había atrevido a alzar su mano para abatir una cabeza consagrada, que era la del hijo de San Luis. La resistencia iba creciendo y constituía un duro mentís a la obra nefanda de los “amigos de la humanidad”. Desde París, Barère animó a la represión sangrienta e implacable de los vandeanos con un discurso incendiario pleno de odio, en el cual exhortaba a su destrucción. Fruto del mismo fue el decreto del 1º de agosto de 1793, que comenzaría a ser aplicado en enero del año siguiente mediante la acción de unas expediciones punitivas organizadas por el mismo Barère y que tomaron el nombre significativo de columnas infernales. Éstas saquearon todo a su paso, incendiando los bosques de La Vendée para hacer replegarse a los rebeldes y poder emboscarlos. En muchos casos dichas columnas entraban en los pueblos y no sólo pillaban, violaban e incendiaban, sino que también mataban a los habitantes (en su mayoría ancianos, mujeres y niños, pues los hombres se hallaban ausentes haciendo la guerrilla) a punta de bayonetazos (para no gastar pólvora) y al ganado. Los cálculos más conservadores dan la cifra de 20.000 a 40.000 muertos como efecto del genocidio vandeano por obra de los terroristas revolucionarios, aunque hay quien eleva la cifra a 200.000. Más de cien localidades fueron arrasadas, pero sin duda el episodio más lacerante lo constituye la matanza de Lucs-sur-Boulogne.

    El 28 de febrero de 1794, este pueblecito de la región del Loira iba a ser embestido por las columnas infernales de los generales Cordellier y Crouzat, cuando las interceptó la guerrilla de Charrette, el Rey de la Vendée, infligiéndoles un duro golpe y obligándolas a huir. Sin embargo, el lugarteniente de una de ellas, Martincourt, decidió volver sobre sus pasos para tomar represalias. Al entrar los republicanos en Lucs-sur-Boulogne, se encontraron con una población desguarnecida, a la que obligaron a entrar en la iglesia parroquial para encerrarla. Al no caber todos, los que quedaron fuera del recinto fueron masacrados a punta de bayoneta, mientras se cerraban las puertas de la iglesia con el grueso de los habitantes dentro, los cuales perecieron al prender fuego a aquélla los invasores. Murieron 564 personas, de las cuales 109 eran niños por debajo de los 7 años, cuyos nombres ha conservado la Historia, formando una dolorosa y larga letanía que suena tristemente clamando venganza al cielo. Este pueblo mártir es el testimonio de un genocidio que pocos recuerdan, de un crimen de lesa humanidad cometido por los terroristas revolucionarios, por los violentos que se decían demócratas. En 1993, Aleksandr Soljenitzhin inauguraba el Memorial de La Vendée, erigido para estimular una memoria histórica que la intelligentsia republicana e izquierdista prefiere soslayar porque, como evocó el gran escritor ruso, recuerda demasiado al exterminio comunista (y se hace difícil admitir que fue un régimen supuestamente libertario el que llevó a cabo la odiosa masacre).

    Cuidado, pues, señores políticos: como dijo Madame Roland, ¡cuántos crímenes se han cometido en nombre de la libertad! La democracia no está exenta de haberlos perpetrado; es más, en nuestra Europa liberal y moderna, la violencia terrorista ha sido su pecado original. El conflicto no es, pues, entre los violentos y los demócratas; es entre los violentos y los seres humanos, que tienen sus derechos por naturaleza, previamente a cualquier determinación social, coyuntura política o convicción ideológica.

    http://www.elmanifiesto.com/articulo...darticulo=1839
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  3. #3
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    SE ALZÓ EL VANDEANO





    Al ritmo de la gaita,
    El vandeano se alzó,
    Levantando la bandera,
    Contra la Revolución,


    Por las flores de lis,
    Blandieron las espadas,
    Un ejército popular,
    Al que pólvora faltaba,


    Fue la honda Bretaña,
    La hermosa Cruz de Guía,
    De la Francia Católica,
    Que fallecer no quería,


    Se alzó el vandeano,
    Se alzó el legitimista,
    Con vientos de libertad,
    Se alzó la chuanería,


    Se alzó el vandeano,
    Contra un enemigo poderoso,
    Con gran apoyo exterior,
    Con la mentalidad del criminoso,


    Verbo vivo de la Tradición,
    La gran armada realista,
    Contra el ladrón ateo,
    Contra la república asesina,


    Ángeles de Anjou,
    Mártires de la guillotina,
    La oscuridad masónica,
    En su versión más asesina,


    Jacques Cathelineau,
    El carretero caudillo,
    Arquetipo tradicionalista,
    Espíritu jamás vencido,


    Iglesias y monumentos destrozados,
    Así es su libertad, su progreso,
    Así, la tiranía del burgués,
    Que al trabajador dejó indefenso,


    La monarquía acuchillada,
    Por el odio y la incongruencia,
    Justa revuelta encontróse,
    La tiranía sinvergüenza,


    Así fue la Revolución,
    Miles de franceses exterminados,
    Así fue y es su tolerancia,
    Tanto genocidio lo ha probado....


    Falsearon la Bastilla,
    Para después regodearse en Cayena,
    Los monstruos que después han venido,
    De su venenosa fuente abrevan,


    A posteriori irían los vandeanos,
    A nuestra amada Piel de Toro,
    Y con carlistas y miguelistas,
    Lucharían codo con codo,


    Gentes de la Insurrección,
    Nobleza de la Cristiandad,
    Por la Religión y el Rey,
    Guerra a la impiedad,


    Caballeros de la Francia,
    De leyenda animosa,
    Aún los campos susurran,
    Vuestra pelea gloriosa,


    Sagrado Corazón de Jesús,
    En Vos siempre confiamos,
    Hoy, como ayer y siempre,
    Cunde el ejemplo de los vandeanos.
    Pious dio el Víctor.

  4. #4
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    EL CONDE Y EL CAMPESINO





    Un buen día, en la Bretaña,
    Díjole un campesino a un conde:
    " Señor, en fidelidad a Dios y al Rey,
    Yo no envidio nada a ningún noble ",


    Y el señor conde le respondió:
    " Vive Dios, pues, que sé que es verdad,
    Y por eso, amigo y paisano, por la
    Cristianísima Francia vamos a pelear ",


    Así vivióse la Contrarrevolución,
    Siempre en alianza interclasista,
    Nervio natural de la sociedad,
    Que nunca entendieron liberales o marxistas,


    Avanzaron las banderas del Rey,
    Ungidas por el Sagrado Corazón,
    Arropados por las flores de lis,
    Chuanes, chuanes por la Tradición,


    Por los castillos y los campos,
    Por los pueblos y las ciudades,
    Voluntarios legitimistas,
    Aires católicos a raudales,


    Raíces apegadas al honor,
    Raza de natural caballería,
    Hijos de la piedad absoluta,
    Bendita, bendita la chuanería,


    Quisieron matar a la Francia,
    Pero una llama se resistió a apagarse,
    La llama de la antorcha popular,
    Guióles por la justicia a rebelarse,


    Sabio resultó el laconismo,
    Del campesino y del conde,
    Juramento de férrea lealtad,
    Que un valiente nunca esconde,


    Sabio el pueblo corajudo,
    Que no comulgó con ruedas de molino,
    Por ello, la infame Revolución los condenó,
    Al primer moderno exterminio,


    Libertad, igualdad, fraternidad,
    A la salud de la guillotina,
    Multitud de iglesias quemadas,
    Un país llorando en ruinas,


    He ahí el bello progreso,
    Hemos aquí hoy los resultados,
    Para que encima, toda la culpa,
    Se la quieran endilgar al pasado,


    Mas la lucha vandeana extendióse,
    Por todas las naciones de la Cristiandad,
    Recogiendo la semilla del buen galo,
    Que no quiso perder el orden natural,


    El campesino y el conde murieron,
    Empuñando sacras espadas de la Vandea,
    Mas su sacrificio no fue en vano,
    Su deber cumplieron con entereza,


    Murieron con la Fe en el corazón,
    Murieron con la Fe en los labios,
    Con su sangre inocente y pura,
    Regaron franceses campos,


    Religión, patria y monarquía,
    Son los pilares que hemos de defender,
    Como el conde y el campesino,
    A morir, morir o vencer,


    Por la memoria de los mártires,
    De la lucha nunca desistamos,
    ¡ Como el conde y el campesino,
    Como todos los vandeanos !



    Pious dio el Víctor.

  5. #5
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  6. #6
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    Perdón, se me olvidó poner las imágenes:






  7. #7
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  8. #8
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    " UNA FAMILIA DE BANDIDOS EN 1793 ", J. CHARRUAU




    Una Familia de Bandidos - Gaudete



    Gracias a la gentileza del amigo falc, recibí esta fundamental obra gratuitamente. Una vez más amigo, muchas gracias. Me ha confortado muchísimo tu regalo.



    Estamos ante las memorias de Mª de Saint-Hermine, la cual fue criada con la noble y valerosa familia de Serant. Nos situamos en el castillo de Bois-Joli, en la Vandea que apuraba el último cuarto del siglo XVIII, y cuyos hijos fueron los más tenaces en oponerse a la Revolución que no sólo acabaría asesinando a Sus Majestades Cristianísimas, sino que también provocó el primer gran genocidio de la modernidad, que se dice muy pronto. Las memorias fueron recogidas por C. Rambure, nieto de Dª María, y tras su muerte, fueron publicadas por el Padre J. Charruau.



    Tengo leído algo sobre la Contrarrevolución Francesa, y a veces, hay determinados aspectos que nunca he acabado de entender. Bien, pues con el estilo de estas memorias, muchas de esas lagunas se me han disipado. En contra de lo que algunos puedan pensar, no es un libro que destile rencor o revancha, sino por el contrario, escrito desde la más humilde Fe e implorando el perdón, la caridad y la misericordia; en la defensa de un pueblo que no comulgó con ruedas de molino, y que en alianza interclasista levantó sus banderas en pro de la Religión Católica y de la Monarquía Francesa, cuando la Revolución se mostraba triunfante ya en no pocos pagos gálicos. Puede que en un principio, uno se encuentre ante un lenguaje en extremo " dulcificador ", propio quizá ( A riesgo de que me aticen ) del carácter femenil, y evocador de los momentos más felices de la vida, que suelen oscilar entre la infancia y la adolescencia. Pero aun así, es de valor explicativo frente a lo que fue la intrahistoria de muchas familias francesas prerrevolucionarias; y luego, el sufrimiento y la epilepsia constante que se trajo en nombre de la república. Algo así como la memoria histórica.....Por supuesto, también hubo iglesias quemadas, sacerdotes y seglares asesinados por su Fe, patrimonio artístico y popular destrozado, una sociedad anulada, el intento de un gobierno de hacer una " iglesia nacional ", la copia de los ritos cristianos, siendo traspasados burdamente por el cariz masónico...La negación del pan y la sal, el dejar morir a bebés de hambre porque es que iban a ser semilla de aristócratas.....No, no es un thriller, sino la realidad que vivió Francia, la realidad que nos regala la Revolución, siempre enseñando su totalitaria y carcelera faz. Los que a día de hoy nos quieren convencer de una suerte de " lucha a muerte atávica sin reconciliación entre liberalismo y socialismo " ( Lo mismo que lo del judaísmo y el islam ) demuestran tener menos vergüenza que un cochino criado con leche.



    No sólo es la memoria íntima, sino que está muy bien descrito el desarrollo político-militar de la chuanería. Las situaciones de auténtico terror impuestas desde el poder revolucionario me hace recordar a las crudas escenas descritas por Alexander I. Solzhenitsyn sobre la Revolución Rusa; y es que ya cuando leí a Pierre Gaxotte, o bueno, cada vez que leo algo sobre la Revolución Francesa, cada vez me recuerda más a los hechos de Rusia. Por cierto que la república francesa, para moverse por el país, ya empezó a exigir certificados de civismo....¿ Nos suena, verdad ? Y quien no acata la tamaña injusticia, y por la contra, muestra la fidelidad del macabeo, es tildado de " bandido ". " Briganti " fueron llamados los realistas napolitanos, y semejante epíteto ha sido colocado desde el carlismo español a la Sönderbund suiza o los rusos blancos. Ya saben: Todo es relativo, menos lo que piense el iluminado de turno.



    Es un libro esencialmente necesario por muchos factores: Por la historia que nos han escamoteado, por la leyenda rosa revolucionaria que nos han vendido, cuyos efectos ya vemos en este mundo feliz....Un libro para entender una vida entregada a la Santa Fe hasta las últimas consecuencias. Un libro de valores, de familia, de amistad, de camaradería, de dolor, de lucha, de dificultad, de aspereza....Un libro para entender los errores que asolaron a la Vandea, a toda la Francia, y la criminalidad intrínseca de la Revolución que acabó desquiciando a lo que quedaba de la malherida Cristiandad tras la nefasta paz de Westfalia. Un libro para entender lo que es la fidelidad a la Santa Causa. Unas memorias sobrecogedoras, hundidas en las raíces de un mundo que nos arrebataron con la sangre de muchísimos inocentes. Un libro del pasado cuya enormidad servicial resulta ejemplar para el presente y el futuro. La misma Doña María lo vivió en sus carnes, desde los felices días de Bois-Joli hasta la pobreza más extrema. Mas el valor, la audacia, el arrojo y la Fe que demostraron aquellos chouans fue lo mismo que guió la senda de esta gran señora, que fue inasequible al desaliento hasta criar a sus nietos en la Santa Tradición de sus mayores. Un ejemplo más de que la Fe mueve montañas, en el ardor de un pueblo amante de la libertad que le fue usurpad; en una mujer que sufrió la tragedia ( Eso es la Revolución: TRAGEDIA ) en su persona, en su familia, en su patria, y que con brillantez supo inmortalizarlo.

    Si queremos comprender por qué nuestro mundo es así, por qué sigue inmóvil, y si queremos aprender de la lucha de los mayores, y si encima queremos buena literatura, descripciones ricas y verbo inflamado a la par que dichoso, estamos ante una obra IMPRESCINDIBLE. Y desde aquí, mandar un efusivo y tradicionalista saludo a José Antonio Ullate, así como la felicitación y el agradecimiento que merece su aventura editorial.



    * Más referencias:


    COPE - "Una familia de bandidos en 1793", de Juan Charruau




    Arbil, nº120 Una familia de bandidos en 1793: genocidio y ...





    Núcleo de la Lealtad: Editorial “Gaudete”. Lecturas católicas para ...





    * Véase también:

    LA SANTA ALIANZA: " LA CONTRARREVOLUCIÓN LEGITIMISTA ( 1688-1876 ...



    LA SANTA ALIANZA: " LA REVOLUCIÓN FRANCESA ", DE PIERRE GAXOTTE
    Última edición por Ordóñez; 14/06/2009 a las 16:19

  9. #9
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    ¿Se experimento por primera vez la guerra quimica en la Vendée?
    "QUE IMPORTA EL PASADO, SI EL PRESENTE DE ARREPENTIMIENTO, FORJA UN FUTURO DE ORGULLO"

  10. #10
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    Claquez Bannière de Chrétienté

  11. #11
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    Cita Iniciado por Toronjo Ver mensaje
    ¿Se experimento por primera vez la guerra quimica en la Vendée?
    La guerra química empezo ya en la edad antigua. Es decir el uso de productos quimicos para herir al enemigo.

  12. #12
    Toronjo está desconectado Miembro Respetado
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    Respuesta: Sobre la Vendée

    Cita Iniciado por muñoz Ver mensaje
    La guerra química empezo ya en la edad antigua. Es decir el uso de productos quimicos para herir al enemigo.
    Muñoz,
    Me puedes decir en que guerra se utilizo la primera vez.
    Gracias
    "QUE IMPORTA EL PASADO, SI EL PRESENTE DE ARREPENTIMIENTO, FORJA UN FUTURO DE ORGULLO"

  13. #13
    Avatar de Hyeronimus
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    Las flechas envenenadas se conocen desde la más remota antigüedad. Y ocasionalmente también desde la antigüedad se han quemado sustancias que desprenden gases tóxicos. Los espartanos lo hicieron en el sitio de Atenas en las guerras del Peloponeso. Y durante el asedio de Crisa, Solón mandó envenenar con eléboro las aguas del acueducto que abastecía la ciudad. En el siglo III, los persas sasánidas asfixiaron a un pelotón de soldados romanos que estaban ocultos en túnel con gases asfixiantes. En la batalla de Legnica (Silesia, 1241) los invasores mongoles utilizaron gases venenosos contra los europeos. En el siglo XVII se utilizaron en asedios granada que contenían sustancias tóxicas que se esparcían por el aire cuando estallaban. No sería nada de extrañar que se hubieran utilizado armas químicas en la Vandea. No muchos años después, Napoleón ordenó el exterminio de 100.000 negros rebeldes de Haití y Guadalupe, todos los mayores de 12 años, a fin de sustituirlos por otros negros más dóciles traídos de África. Encerrados en galeones, se los afixiaría con dióxido de azufre. De esta forma se asesinó a miles de negros, si bien algunos coroneles, horrorizados, se rebelaron contra las órdenes de Napoleón y así se libraron muchos de morir en el que probablemente fue el primer genocidio racial por medios químicos. Esto está documentado, pero casi nadie habla de este miniholocausto.

  14. #14
    Avatar de muñoz
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    Respuesta: Sobre la Vendée

    O tambien el uso de armas biológicas en los sitios medievales en los que se arrojaba con catapultas cuerpos con enfermedades de facil contagio como la malaria.

  15. #15
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    Respuesta: Sobre la Vendée

    Muchas gracias a los dos (Hyeronimus y Muñoz) el tema de las flchas y el de los cadaveres lo sabia pero me referia al tema de gases toxicos y asfixiantes. Gracias de nuevo
    "QUE IMPORTA EL PASADO, SI EL PRESENTE DE ARREPENTIMIENTO, FORJA UN FUTURO DE ORGULLO"

  16. #16
    Avatar de Ordóñez
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    BANDERA VANDEANA




    - Si vais agrandando la imagen, veréis lo siguiente: " Bandera de los Legitimistas Vendeanos, traída a España y entregada a Carlos V por unos voluntarios franceses, 1793 ".

    Si abrimos este hilo con este contenido, es gracias a la gestión de nuestro correligionario Íñigo Pérez de Rada. Podéis seguir sus intervenciones a través de carlismo en la red
    Pious dio el Víctor.

  17. #17
    Avatar de Hyeronimus
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    Cita Iniciado por muñoz Ver mensaje
    O tambien el uso de armas biológicas en los sitios medievales en los que se arrojaba con catapultas cuerpos con enfermedades de facil contagio como la malaria.
    En realidad la peste, porque la malaria la transmiten los mosquitos. Y en EE.UU. se utilizaron mantas contaminadas contra los indios.

  18. #18
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    Mas víctimas inocentes de la Revolución criminal:

    Lista que puede ser encontrada en la Iglesia de Les Lucs-sur-Boulogne (La Vendée)

    Marie-Modeste AIRIAU, de la Ricoulière, 5 ans et 7mois,
    Thomas AIRIAU, de Villeneuve, 10 mois,
    Joseph ARCHAMBAUD, de Puyberne, 20 mois,
    Agathe ARNAUD de Belleville (tuée au Lucs ) 4 ans et demi,
    Etienne BERIAU, de l’Erzandière.15 jours,
    Marie-Madeleine BERIAU, de Roblin, 2 ans et 11 mois,
    Jeanne BERIAU, du Petit-Luc, 4 ans,
    Marie BERNARD, de la Jarrie, 3 ans,
    Céleste BOISSELEAU, de la Grézaudière, 6 ans,
    Pierre BOISSELEAU, de la Gaconnière, 6ans et demi,
    François BOSSIS, du bourg du Grand-Luc, 7 mois,
    Joseph BOSSIS, son frère, 23 mois,
    Louis BOSSIS, autre frère, 5 ans,
    Pierre BOUET, de la Surie, 27 mois,
    Louis BOURON, de Bourgneuf, 3 mois,
    Madeleine BOURON, sa cousine, de Bourgneuf, 3 ans,
    Marie CHARUAU, de la Guyonnière, 2 ans,
    Marie-Madeleine CHARUAU, sa sœur, 4ans et 3 mois,
    Jean CHARRIER, de la Devinière, 3 ans,
    Marie DAVIAUD, de l’Erzandière, 1 mois,
    Pierre DAVIAUD, son frère, 5 ans et 8 mois,
    Jeanne DAVIAUD, au Petit-Luc, 2 ans et 11 mois,
    Pierre DAVIAUD, son frère, 4 ans et 10 mois,
    Louis EPIARD, du Chef-du-Pont, 5 ans et 10 mois,
    Jean-François ERCEAU, de la Sorinière, 27 mois,
    Pierre FETIVEAU, de la Gaconnière, 27 mois,
    N…FETIVEAU, son frère, 3 mois,
    Jeanne FEVRE, du Chef-du-Pont, 5 ans et demi,
    Suzanne FORGEAU, de la Sorinière, 20 mois,
    Rose-Aimée FORT, du Champ-Dolent, 31 mois,
    Pierre-René FORT, son frère, 5 ans et 9 mois,
    Marie-Anne FOURNIER, bourg du Grand-Luc, 30 mois,
    Jacques FOURNIER, son frère, 5 ans et 5 mois,
    Marie GARREAU, de la Cornetière, 7 ans,
    Marie-Anne GAUTRET, de la Guénière,7 ans,
    Pierre GEAI, des Temples ; 25 mois,
    Jean GIRARD, du Chef-du-Pont, 1 an,
    Marie-Jeanne GIRARD, sa sœur, 4 ans et 2 mois,
    Pierre GIRARD, leur frère, 6 ans et 4 mois,
    Pierre GOUIN, des Temples, 1 an,
    Louis GRALEPOIS, de la Grézaudière, 13 mois,
    Jeanne GRALEPOIS, de la Bretonnière, 5 ans,
    Pierre GRATON, du Puy, 3 ans et 4 mois,
    Jeanne GRIS, de la Cernetière, 5 mois,
    Pierre GRIS, son frère, 5 ans,
    Lubin GUILLET, du Bourg du Grand-Luc, 6 ans,
    Marie GUITET, de l’Erzandière, 4 ans et demi,
    Marie HERMOUET, du bourg du Grand-Luc, 5 mois,
    Louis HIOU, de Bourgneuf, 2 ans et 11 mois,
    Marie-Anne JOLI, de la Bromière, 27 mois,
    Marie MALARD, du Marchais, 4 ans,
    Jean MALIDIN, de la Primaudière, 18 mois,
    Marie MALIDIN, sa sœur, 3 ans et 11 mois,
    Jeanne MALIDIN, de la Bruère, 3 ans,
    Rose MALIDIN, sa sœur, 6 ans et 2 mois,
    Joseph MANDIN, du bourg du Grand-Luc, 23 mois,
    Louis MANDIN, son frère, 5 ans et 9 mois,
    Véronique MARTIN, de la Moricière, 1 an,
    Marie-Françoise MARTIN, du Petit-Luc, 2 ans,
    Louise MARTIN, sa sœur, 5 ans et 4 mois,
    Rosalie MARTIN, de la Guénière, 2 ans et 10 mois,
    Louise MARTIN, sa sœur, 5 ans et 3 mois,
    Rosalie MARTINEAU, de Bourgneuf, 2 ans et 11 mois,
    Jean MIGNEN, de la Sorinière, 1 an,
    Louise MINAUD, du Brégeon, 15 jours,
    Louise-Marie MINAUD, sa sœur, 15 mois,
    Jean MINAUD, leur frère, 5 ans et 3 mois,
    Pierre MINAUD, autre frère, 6 ans et 11 mois,
    Jeanne MINAUD, de la Davière, 15 mois,
    André MINAUD, son frère, 4 ans et 2 mois,
    Véronique MINAUD, leur sœur, 6 ans et 8 mois,
    Pierre MINAUD, leur cousin de la Davière, 4 ans,
    Louise MINAUD, de l’Ethelière, 33 mois,
    Marie-Anne MINAUD, sa sœur, 6 ans et 11 mois,
    Anne MORILLEAU, de la Primaudière, 2 ans
    Céleste MORILLEAU, sa sœur, 6 ans et 5 mois,
    Jean PERROCHEAU, du Retail, 5 ans et 3 mois,
    Pierre POGU, de la Pellerinière, 22 mois,
    Jean POGU, son frère, 5 ans,
    Rose PREVIT, de Villeneuve, 10 mois,
    Marie PREVIT, sa sœur, 6 ans,
    Rose REMAUD, de Bourgneuf, 4 ans et 11 mois,
    Marie REMAUD, de la Grande-Métairie, 4 ans et demi,
    Pierre RENAUD, de la Nouette, 18 mois,
    Catherine RENAUD, sa sœur, 3 ans et demi,
    Jeanne RENAUD, leur cousine, de la Nouette, 4 ans,
    Marie-Anne RENAUD, de la Petite-Brosse, 4 ans,
    Pierre RENAUD, son frère, 6 ans et demi,
    Marie RICOULEAU, de la Bromière, 22 mois,
    Jeanne ROBIN, de la Retardière, 5 ans,
    Marie-Anne RORTAIS, de la Guyonnière, 4 ans,
    Jeanne ROUSSEAU, de la Gaconnière, 23 mois,
    Jean ROUSSEAU, son frère, 3 ans et 11 mois,
    Louis ROUSSEAU, autre frère, 7 ans,
    Victoire ROUSSEAU, cousine, de la Gaconnière, 11 mois,
    Jeanne ROUSSEAU, sœur de Victoire, 4 ans,
    Jeanne SAVARIAU, de la Sorinière, 5 ans et 10 mois,
    Pierre SIMONEAU, de la Moricière, 6 mois,
    Jean SIMONEAU, son frère, 4 ans et 10 mois,
    Jacques SIMONEAU, de la Bugelière, 18 mois,
    Joseph, SIMONEAU, cousine, de la Bugelière, 8 mois,
    Henri SORET, du Petit-Luc, 2 ans,
    Jacques SORIN, de la Bromière, 5 mois,
    Jean SORIN, son frère, 3 ans et 3 mois,
    Madeleine TENET, du Chef-du-Pont, 7 ans,
    Louis VRIGNAUD, de la Ricoulière, 23 mois,
    Marie-Jeanne VRIGNAUD, de la Cornetière, 3 ans,
    Jean-Baptiste VRIGNAUD, son frère, 4 ans et 5 mois.

    « Seigneur Jésus, qui avez couronné de l’auréole des martyrs les petits enfants de Bethléem immolés à votre place par Hérode, daignez nous accorder la Glorification des petits enfants des Lucs, victimes de l’impiété révolutionnaire. N’est-ce pas en haine de votre nom qu’ils furent eux aussi massacrés, nouveaux SAINTS INNOCENTS de cette paroisse justement surnommée le BETHELEM DE LA VENDEE? Notre-Dame du Petit-Luc, Reine des Martyrs, priez pour nous ! ».




    De Le Fleur de Lys too
    Pious dio el Víctor.
    "De ciertas empresas podría decirse que es mejor emprenderlas que rechazarlas, aunque el fin se anuncie sombrío"






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    Respuesta: Sobre la Vendée

    La Vendée: El primer genocidio moderno




    La Vendée, departamento francés de unos 10.000 Km.2 , sufrió entre abril de 1793 y julio de 1794 la represión más sangrienta por parte de la Revolución Francesa sobre una población de cerca de 770.000 habitantes, de los que perecieron salvajemente unos 175.000 entre todos los sectores de la población del antiguo “Le Pays du Bosquet”.

    Este genocidio tan sectariamente ocultado por parte de la historiografía europea en general y francesa en particular, fue foco de encendidos debates con motivo de su bicentenario a finales del siglo pasado (Peronnet, Soboul, Vovelle, etc.) destacando la obra de Alain Gérard Por principio de Humanidad: el Terror y La Vendée, de 1999.

    Causas
    La “Gran Guerra”, como la conocen los viejos del lugar, no hace referencia a la I. ª Guerra Mundial sino a la sangrienta represión revolucionaria que tuvo como principales causas:

    · La decepción acentuada sobre el discurrir de la nueva República.
    · La acumulación de poder en manos de la Burguesía.
    · La confiscación de los bienes eclesiásticos por parte del Estado (lo que conllevó el aumento de la pobreza al ser la Iglesia el único sustento de los indigentes) y otras medidas anticatólicas como la Constitución civil del clero que provocó el exilio de alrededor de 40.000 sacerdotes y religiosos/as, el cambio del calendario juliano a otro ateo basado en las estaciones del año, etc.
    · El magnicidio de S. M. Luis XVI de Borbón, el 21 de enero de 1793, en la guillotina.

    Desarrollo histórico
    El gobierno revolucionario de la Convención, en febrero de 1793, se encontraba aislado y acosado en toda su frontera exterior y amenazada por constantes revoluciones interiores. Ante todo ello, era urgente levantar una leva de hasta 300.000 hombres. Ante la magnitud del acontecimiento ¿qué postura había de tomar el pueblo fiel a Dios y a su Rey? ¿Alistarse con los revolucionarios magnicidas y ateos para así mantener el “status quo” revolucionario o rebelarse en armas frente a él? Tomaron la segunda opción los habitantes del Loira.

    Este levantamiento, eminentemente popular, fue acaudillado por gentes del pueblo tales como campesinos, comerciantes, artesanos, etc. que veían atacado su cosmovisión personal, religiosa y social. Sin embargo, los amedrentados aristócratas apenas apoyaron la insurrección, por miedo a perder la peluca...

    Ya, en el mes de mayo, el levantamiento católico y popular se fue consolidando, a pesar de contar con escaso apoyo político (abandono de los aristócratas) tanto nacional como extranjero (promesas incumplidas británicas) y débil estructura militar entre sus filas.

    Esta epopeya tuvo cuatro fases:

    · Levantamiento y consolidación de marzo a octubre de 1793.
    · El gran viraje de octubre a diciembre de 1793.
    · Las columnas de refugiados, de enero a marzo de 1794.
    · La ruta de la paz de abril de 1794 a febrero de 1795.
    · El segundo conflicto de junio de 1795 a marzo de 1796.

    Consecuencias
    El lector se preguntará cómo se paso de una Revolución antijacobina a una Guerra de Religión. Muchas veces, esta última es fruto del fracaso de la primera. En el caso de La Vendée, hay que tener en cuenta que se dio en zona rural, con escasa permeabilidad de influencias foráneas, no poseían armas ni bagajes y, carecían de un pasado levantisco en el que verse reflejados.

    Los grupos de lucha se dividieron entre campesinos y ganaderos, mediante una defensa pasiva en muchos de los casos, teniendo como puntos de observación del enemigo y comunicación entre los sublevados a los molinos de harina.

    ¿Se puede hablar de un Genocidio? Parece que las fuentes históricas que versan sobre los hechos acaecidos, así como las disposiciones legales así lo demuestran. En agosto de 1793 se aprobó una ley favorable al exterminio de todo aquel que se opusiera a la Revolución, incluyendo a mujeres e hijos -veraderos “surcos de la revolución”- según los miembros del Comité de Salud Pública.

    Los medios que emplearon fueron atroces: campos de exterminio para niños, zonas donde ahogar en masa a los contrarrevolucionarios, sajando los testículos y dinamitando el aparato genital femenino para asegurarse del exterminio de los sublevados, etcétera. Durante todo este tiempo se concretaron las medidas de su extermino por tres métodos consecutivos:

    El científico. A través de la asfixia provocada por gas, la voladura con minas, el envenenamiento del pan, la inoculación de alcohol en el agua, etc. Todo ello apoyado en estudios farmacéuticos de la época. Sin embargo, no fue eficaz.

    El tradicional. Ejecutaron a millares de personas a través de la guillotina -¡tan revolucionaria!-, la horca -¡un clásico del Antiguo Régimen!- duelos forzados entre individualidades o grupos, barcos/prisión -¡al más puro estilo soviético!-, el internamiento en islotes aislados donde perecieron de hambre y sed, los más modernos fusilamientos -¿quién no le viene a la memoria ese lienzo de Goya?- y los excesivamente cansados y laboriosos sablazos… En fin, muy lento este método.

    El militar. Se produce la total eliminación física del enemigo por parte del Ejército revolucionario donde la víctima ha de pagar su ejecución –como en la China comunista-, las pieles desolladas de los humanos son recicladas para sillas de montar y la grasa de las mujeres y niños carbonizados en crematorios fueron magníficos para los carruajes de la Revolución; ya se ve que a los nacional-socialistas alemanes se les adelantaron siglo y medio.

    Tras las victorias militares de la República contra las monarquías extranjeras de España, Austria-Hungría, etc. y la caída sangrienta de Roberspierre los mártires de la fe pueden respirar un breve tiempo.

    Conclusiones
    El lema –revolucionario y republicano- de “Unité, Indisibilité de la République. Liberté, Égalité, Fraternité ou la Mort“ es el resumen del nihilismo más absoluto que haya existido jamás (anteriormente a los totalitarismos fascista, nacional-socialista y comunista; este último fue, con mucho, el peor de todos) que provocó también la primera reacción de la Resistencia contra el Totalitarismo moderno.
    Pious dio el Víctor.
    "QUE IMPORTA EL PASADO, SI EL PRESENTE DE ARREPENTIMIENTO, FORJA UN FUTURO DE ORGULLO"

  20. #20
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    Respuesta: Sobre la Vendée

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Cita Iniciado por Toronjo Ver mensaje
    Muchas gracias a los dos (Hyeronimus y Muñoz) el tema de las flchas y el de los cadaveres lo sabia pero me referia al tema de gases toxicos y asfixiantes. Gracias de nuevo
    Usar azufre para matar a los zapadores enemigos era común en las guerras europeas del siglo XVI.

    "El vivir que es perdurable
    no se gana con estados
    mundanales,
    ni con vida deleitable
    en que moran los pecados
    infernales;
    mas los buenos religiosos
    gánanlo con oraciones
    y con lloros;
    los caballeros famosos,
    con trabajos y aflicciones
    contra moros".

    http://fidesibera.blogspot.com/

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