"Los musulmanes ya tienen 45 mezquitas en la ciudad, no necesitan más". Quien así se expresa es el líder del movimiento nacionalista Pro Köln, Manfred Rouhs. Y añade: "esa gente sólo habla turco y no quieren aprender alemán, por lo que no creo que una construcción así fomente la integración". En el extremo opuesto está el imam Bekir Aboga, de la Unión Turca Islámica (más conocida como Ditib y patrocinada por el Gobierno de Ankara), quien señala que esas "mezquitas" suelen ser fábricas abandonadas, aparcamientos, almacenes y tiendas, y que los 120.000 musulmanes de la cuarta urbe de Alemania -un millón de habitantes- "necesitan un lugar al cual apuntar con orgullo como símbolo de nuestra fe".

El proyecto para la edificación de una gran mezquita, la mayor de Alemania, sobre el trazado de un antiguo laboratorio farmacéutico en el barrio de Ehrenfeld, lejos de su soberbia catedral, ha relanzado en los últimos meses el debate sobre la integración de los musulmanes -en su mayoría turcos-, que suman casi tres millones de personas en total. Un debate que se ha calentado estas últimas semanas con la nueva Ley de Inmigración, tachada de "inconstitucional" por los turcos. Estos denuncian que en el capítulo de reagrupamiento familiar se les "discrimina", al ser el único colectivo al que se le exige que los nuevos inmigrantes tengan conocimientos básicos del idioma alemán.

El futuro templo, con 4.500 metros cuadrados, capacidad para 5.000 personas, una cúpula de 34 metros y dos finos alminares de 53 metros, costará más de 15 millones de euros (sufragados por las autoridades turcas). El proyecto cuenta con el apoyo del 35,6% de la población de Colonia -la llamada "Roma del Norte" por el Papa Benedicto XVI-, mientras el 27% pide que no sea tan grande. El 31%, directamente, rechaza su construcción. A la batalla dialéctica se han sumado escritores, periodistas y políticos, además de las distintas iglesias. Así, en el bloque del no se cuenta como baluarte con el autor judío y ex comunista Ralph Giordano, de 84 años y superviviente de un campo de concentración, quien se ha prodigado en furibundos artículos y entrevistas para denunciar la mezquita como un símbolo de la "fallida integración". "Muchos opinan lo mismo de la creciente sociedad paralela que simbolizará esta mezquita, pero no se atreven a decirlo", señaló Giordano, quien afirma haber recibido amenazas de muerte por su postura.

La Iglesia católica, por boca del cardenal-arzobispo de Colonia, Joachim Meisner, también se ha mostrado en contra y denuncia que "la inmigración musulmana ha creado una brecha en nuestra cultura". Asimismo, el cardenal Karl Lehmann, presidente de la Conferencia Episcopal alemana, ha declarado que Alemania no debería mostrar una "tolerancia carente de crítica" hacia el islam. Los protestantes, en varias páginas web, señalan que junto a la mezquita también está previsto construir "en secreto" un gran barrio islámico. Desde el Ayuntamiento, en cambio, el alcalde democristiano Fritz Schramma, al igual que gran parte de la oposición, apoya el proyecto. El visto bueno definitivo se tomará el próximo 14 de Agosto en un decisión colegiada.