El cardenal y arzobispo católico de Colonia, Joachim Meisner, después de dos días en el ojo del huracán de las críticas, tuvo que acudir ayer a las páginas de un prestigioso diario conservador para aclarar en un artículo que había sido "malinterpretado" y "sacado de contexto" cuando el viernes, en la inauguración del Museo Diocesano de la ciudad, habló de la "degeneración del arte" actual, un término utilizado por los nazis para referirse al impresionismo de Wassily Kandinsky, Edvard Munch u Oskar Kokoschka. "Cuando la cultura se separa de la adoración de Dios, el culto deviene en ritual y la cultura degenera", aseguró el religioso, según reprodujeron todos los medios de comunicación alemanes. En el Frankfurter Allgemeine Zeitung, el ultraconservador cardenal Meisner, cercano al Opus Dei según algunas fuentes, niega atacar determinadas formas de arte, obras o artistas y aclara que el concepto de degeneración se dirige "contra todas las formas de totalitarismo".

Tras el ascenso del partido nazi al poder, Adolf Hitler decretó que el impresionismo era un "arte degenerado" y a sus artistas (entre ellos Max Ernst, Paul Klee y August Macke) se les prohibió seguir trabajando. Su influyente ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, confiscó 20.000 cuadros. Muchas de estas obras acabarían siendo vendidas a coleccionistas privados por los jerarcas del Tercer Reich. Meisner siempre se ha caracterizado por sus polémicas ideas, ya en 1999 fue criticado por comparar la píldora abortiva con el gas Zyklon-B usado por los nazis en los campos de exterminio, o por equiparar el aborto y la eutanasia en el 2005 con los crímenes cometidos por Hitler o Josef Stalin en la Unión Soviética.

Las palabras de monseñor Meisner del viernes, luego matizadas, han desatado un aluvión de reacciones, pocas veces tan unánimes. Así, el secretario de Estado de Cultura de la Unión Cristianodemócrata (CDU), Bernd Neumann, las ha tachado de "inaceptables", y el presidente del Bundestag (Cámara Baja del Parlamento), el también conservador Norbert Lammert, de "inoportunas e incomprensibles". El artista Gerhard Richter, llamado "el Picasso del siglo XXI" o "el artista vivo más caro del mundo" y quien acaba de instalar un vitral moderno en la catedral de Colonia, ha denunciado el "grave desliz" del cardenal. Poco después de la inauguración de su diseño, el 26 de Agosto, monseñor Meisner había declarado al respecto que "su obra convendría más a una mezquita o a cualquier otro lugar de culto que a una catedral gótica".

Desde el Partido Liberal, su presidente, el homosexual confeso Guido Westerwelle, ha calificado de "indignas de un hombre de la Iglesia" las declaraciones del cardenal, y el Consejo Central Judío ha llamado "incendiario intelectual notorio" al cardenal. "Que utilice esos términos despierta temor y muestra que no tiene relación alguna con el arte y la cultura", aseguraba el viceministro de Cultura del Estado de Renania del Norte-Palatinado, el democristiano Hans-Heinrich Grosse-Brockhoff, quien dijo hablar también "como católico".

Sonora ha sido la bofetada que le propina el diario sensacionalista Bild, que le acusa de emitir "un insulto consciente". Intentando relajar las palabras del cardenal, Die Welt recordaba que el propio Benedicto XVI ha llamado a combatir "el culto de lo feo", asegurando que hay "una crisis en el arte".