Boa terra, a terra chá, os meus orixenes estan no val de lemos.
De los siglos IV al VI, millares de celtas de la provincia romana de Britannia abandonan su isla natal por razones aún no bien conocidas. La mayoría de ellos se asentaron en la Península de Armorica, creando el floreciente Reino de Bretaña, mientras tanto, un grupo más reducido se dirigió a Gallaecia, donde fundaron un Obispado-Provincia de gran influencia que perduró hasta la eliminación del Reino de Galicia en el siglo XIX.
Los nuevos que llegaban se asentaban en la costa desde Ferrol hasta el Navia, estableciendo su sede en Bretoña y participando en la política del Reino gracias a sus privilegiadas relaciones con el Obispado de Dume, capital del Reino Galaico-Suevo en la época. Destruída la capital de Dume en la anexión visigoda, los notables del Reino se refugiaron temporalmente en casas de los bretoñeses, que trasladaron su capital a San Martiño de Mondoñedo, tras ser destruída la villa de Bretoña en la invasión viquinga de 966-971.
En el siglo XII, el oriente de Britonia es cedido al Obispado de Oviedo y paulatinamente la denominación del Obispado-Provincia de Bretoña y de sus tierras cambia a "Mondoñedo", desapareciendo ya formalmente su primer apelativo en el siglo XIII. La original sede de Britonia se constituye en 1821 como Ayuntamiento de Vián, para pasar a ser desde 1840 Tierras de A Pastoriza.
Los bretones-gallegos o bretoñeses gozaron de una extraordinaria importancia en los primeros siglos del Reino de Galicia. Políticamente, apoyaron activamente al Obispo de Dume, educador y consejero de reyes gallegos. Religiosamente, reforzaron la Iglesia Celta de Galicia, modelo organizativo de cristianidad medieval propio de Irlanda, Escocia y la Britannia celta, Armórica y Gallaecia. Culturalmente, los bretoñeses se integraron a prisa tanto por la pertencia a la común familia étnica como por el uso de la misma lengua vehicular, el Latín, a nivel escrito. A nivel oral los de Britannia influyeron sobre la lengua gallega de su área de asiento, origen del Dialecto Mindoniense.
El Monasterium Maxime de Bretoña
La iglesia parroquial de Santa María de Bretoña es el único vestigio conservado de la antigua capital de los bretones durante los primeros siglos de la Edad Media. Bien que la edificación reciente, el tiempo actual fue levantado sobre las ruínas del antiguo monasterio principal de las tierras de Britonia, y conserva varias piedras de la primigenia edificación, como la cabeza del angel en la entrada a la torre del campanario.
Unas excavaciones realizadas en los años 1970 dejaron a la luz la extensa estructura del original monasterio, se descubrieron varios sepulcros nobles, estancias, y divisiones, siempre cubiertas de una capa de ceniza en recuerdo del terror viquingo que había destruído la principal fuente de poder bretón en Galicia.
Un paseo por el inmediato alrededor de la iglesia parroquial nos situará sobre las dependencias del Monasterium Maxime, desde donde se aprecian los muros del castro en el que se situó el emplazamiento monacal. Otros monumentos antiguos de interés en Bretoña son la Casa del Obispo y la Casa del Pazo, antigua propiedad de Pelaio Rei de Galicia, monarca afamado por su victoria sobre los musulmanes en la Batalla de Covadonga.
La Fiesta Celta de Bretoña
Bretoña es una villa orgullosa de sus orígenes y de su futuro, como principal cabecera agrícola-ganadera de la comarca. Numerosas asociaciones dinamizan la vida cultural de la parroquia, como es el caso de la Asociación Auruxeira, organizadora de la Fiesta Celta, o de la Irmandade Galiza-Bretaña, promotora de intercambios económicos y culturales entre las dos celtias continentales.
La Fiesta del Lugnasad de Bretoña se celebra cada verano en el meigo coto de la Auruxeira, con masiva asistencia de bretoñeses de toda la antigua provincia, música celta, licor Maeloc y sorteo de un jabalí. En el Campo del Oso va una sonada Rapa das Bestas. El coto de la Auruxeira es otra vez sosegada área de ocio, pudiendo apreciar el céltico conjunto escultórico del artesano bretoñés Iván Alvite.
Otra plácida área de ocio es la de Fonmiñá, considerada el primer tramo del río Miño tras nacer en Irimia, que cuenta con la veneración escultórica de Paz Picallo al padre de los ríos gallegos. Una subida al Monte Carracedo permite el más privilegiado panorama de las tierras de los bretoñeses, desde Bretoña y la Terra Chá hasta El Masma y Foz, y desde A Bobia y Los Ancares hasta O Xistral y O Valadouro.
Boa terra, a terra chá, os meus orixenes estan no val de lemos.
as miñas orixesIniciado por David de l'horta
je,je,je jamás e estudiado gallego he vivido toda mi vida en barcelona, hablarlo lo que quieras, pero escribirlo...
Ni mucho menos era mi intención enmedarte la plana, entiéndeme bien, David, simplemente mi "rectificación" era a título de información.Iniciado por David de l'horta
Saludos.
Davidiño te pasa igual que a mí con el portugués
Pq me os desviais del tema machiños
Supongo que, por ahora, nadie discrepa de lo dicho por ti y/o tiene nada más que añadir al tema.Iniciado por Eurogalo
Por otra parte, las disgresiones son muy habituales por estos lares.
esto pasa todo el tiempo, para bien o para mal.Iniciado por Eurogalo
Veo que al final te has animado a poner la Cruz de Santiago tambien en la firma
...
Da patria e religion o fogo santo
Na gente de Galicia atéa tanto,
Que morrer só deseja,
Primeiro que sufrir á negra mingua
De que os Mouros lle manchen a sua lingua.
Nin as leis, nin costumes, nin a Igrexa ...
En toda las edades os Gallegos
De España muy leales defensores
Probaron po lo mar e po la terra
Que non se presentaban nun-ha guerrra
Soldados mais valentes nin mellores ...
Non te acòres ti pois, nobre Galicia, ...
Quizais teus fillos inda che precuren
Un novo menumento,
E ardendo no amor patrio que eu che juro
Resóe traspasando o firmamento
O nome de Galicia santo e puro.
D' aqui non nos arrincan herejes nin gentios,
Nin tod' os protestantes con mouros e judios.
---
A' Galicia - Joan Manoel Pintos, 1861
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respuesta al texto colgado por Eurogalo:
El Bispado de Bretoña: otra piedra de toque del celtismo de merchandising
En cuanto al texto que has colgado al inicio del hilo, Eurogalo, tengo que decirte que, efectivamente, el Bispado de Bretoña tuvo gran importancia, y que por eso una de las cinco tradicionales provincias del Reino de Galicia (hasta mediados del XVI fueron sólo cinco) fue siempre la de Mondoñedo.
Sin embargo, el texto que has colgado perspira misticismo filonacionalista y neopaganismo. Hay que puntualizar el significado de Bretoña en el Reino Suevo:
El periodo suevo fue una época de relativo esplendor –pero ciertamente relativo: los suevos arrivaron a Gallaecia cuando aun en las postrimerías de la revuelta pricislianista, que en Gallaecia equivalió a una guerra civil dentro de la Iglesia. En 417 los Suevos pactan un foedus con Roma, lo que les da ciertos derechos como señores, pero Isidoro de Sevilla dice que los galaicos siguieron viviendo en sus castros y en las urbes semi-romanizadas, donde las autoridades eran los obispos. Además, los Suevos llegan como arrianos, y al poco de llegar ya se encuentran en guerra con los Godos, y cuando se han acomodado en Gallaecia se ponen a hacer la guerra al Imperio Romano –problemas sucesorios aparte. En ese contexto llegan los Bretones.
En ese contexto, el Bispado de Bretoña juega un papel importante, pero no más que el de otros obispados y obispos. Son Martiño de Dume (o de Braga), Hidacio, Orosio, Exeria, los dos Avitos, Baquiario y otros los cerebros articuladores de aquel Reino que hoy algunos romantizan; es decir, las autoridades diocesanas se convierten en los auténticos soportes de aquella unidad política. Maeloc llega a Gallaecia despues de que el Orosio e Hidacio hayan asegurado la transición política de la Provincia Gallaecia al Regnum. Maeloc es uno más de los once que tomarán parte en el Concilio de Braga de 572, de los que cinco Obispos eran galaico-romanos, y los otros cinco ya eran de descendenia sueva. Es decir, es la intelligentsia indigena galaica, cristiana y dotada del derecho romano, la que asegura la viabilidad de aquel Reino, no inmigrantes britónicos ni suevos. Lo que pasa, es que el elemento britónico encaja como un guante en la Gallaecia de aquel tiempo, y el suevo –problemas dinásticos aparte- también lo hará por ende. En el caso britónico vamos a ver por qué.
¿Qué pasa hoy con el Bispado de Bretoña? Veamos: primero se difunde que es una "aportación celta" –es decir, que asi como mucho antes llegaron celtas a Gallaecia, en el siglo V llega una nueva remesa. Esto hay que matizarlo muchísimo: estos celtas que llegan del sureste de la Gran Bretaña están igual de semi-romanizados que los Gallaicos, su lengua de cultura es el latín, su derecho y sus instituciones son en gran parte romanas, y su fe es el Cristianismo. Esto es capital entenderlo.
Asi pues, la imagen esterotipada –de factura anglosajona y decimonónica– de lo celta como pagano y diametralemente opuesto a lo romano en la cultura es una imagen falsa, especialmente para los britónicos y los galaicos de los siglos IV y V. En todo caso, los britónicos se revelan contra el exterminio de su civilización celto-romana. Al mismo tiempo, aquellos britónicos insulares no eran 100% celtas, sino en parte indígeneas pre-indoeuropeos, posiblemente similares a los indígenas galaicos. En la defensa de su civilización indígena, celta y romana, aquellos Britones dieron lugar al nacimiento de la leyenda de Arturo como personaje mítico, uno de los gérmenes de la leyenda medieval.
Por otra parte, hay que decir que tambien los Suevos, asi como los Bretones, llegarán hablando latín, por lo menos como lengua de cultura, poder y diplomacia. Esto es lo que los diferencia de las tribus sajonas que invaden Britania desde 405, y que optan por la estrategia de "tierra quemada", destruyendo y suplantando la cultura a ellos mismos. Por tanto, fue más bien cómo llegaron los Suevos a Gallaecia, y no los Britones, lo que aseguró la continuidad de aquella Gallaecia anterior al 406/417, ds decir, de la Gallaecia celtoromana en la que Britones y Suevos fueron asimilados.
Por estas razones el filopaganismo de factura anglosajona, hippiode y romántica, es un tópico que se debe deshechar y combatir. También debe rechazarse el topicazo ese de la Iglesia Celta. Iglesia hubo una, como hoy. Monjes irlandeses misionaron Escocia, los Paises Bajos, Sajonia y Franconia; no montaban pubs patrocinados por Guinness. Lo que pasa es que las formas del monasticismo altomedieval fueron impregnadas de características provenientes de aquellos monjes irlandeses, y para más inri en aquel tiempo cada mosteiro era más independiente por el mero hecho de que incluso despues de la Regla Bendectina no todo el monasticismo era regular en el sentido posterior. Asi por ejemplo, Martiño de Dume, el padre del monasticismo altomedieval galaico, no tenía nada de celta, pues era húngaro o romano o do norte de la Itálica. Es decir, hay que andarse con mucho ojo al hablar de “Iglesia Celta” cuando se habla de monasticismo irlandés o simplemente occidental en el Alto Medioevo. Estamos hablando de conceptos muy mal entendidos, que no se deberían aplicar a Gallaecia.
Por ser correa de trasmisión de los tópicos aquí comentados, el texto que has colgado, Eurogalo, remata la faena con hablando de la celebración de Lugnasad en la Auruxeria de Bretoña, organizado por la Irmandade Galiza-Breizh, unos filobloqueiros flipados con el estereotipo de lo celta, que tanto ha contribuido a joder a los paises celtas, y con los escandalosos tebeos de Asterix. Pero, por suerte, la historia real es mucho mejor, y mucho más gallega.
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De que os Mouros lle manchen a sua lingua.
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En toda las edades os Gallegos
De España muy leales defensores
Probaron po lo mar e po la terra
Que non se presentaban nun-ha guerrra
Soldados mais valentes nin mellores ...
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Un novo menumento,
E ardendo no amor patrio que eu che juro
Resóe traspasando o firmamento
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A' Galicia - Joan Manoel Pintos, 1861
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Historia de Bretoña
por A. García y García
I.S.B.N. 84-8192-164-5
(Deputación de Lugo, 2000); 180 págs.
Revista de estudios histórico-jurídicos n.22 Valparaíso 2000
Pontificia Universdiad Católica de Valparaíso, Chile
El autor de estas páginas fue profesor ordinario de Historia del Derecho Canónico en la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de Salamanca, de donde es actualmente profesor emérito. En tal calidad ha escrito más de 250 artículos de su especialidad y una treintena de libros de algunos de los cuales nos hemos hecho eco en las páginas de esta Revista. Nacido en el pueblo gallego de Bretoña, nos proporciona ahora un trabajo diverso, cual es la historia de su pueblo; pero, a decir verdad, no es un trabajo tan distinto de aquellos a que nos tiene acostumbrados, pues, como se verá, por sus páginas se vuelca toda la sabiduría del maestro de la historia del Derecho Canónico. En efecto, en el primero de los capítulos se estudia la "ecclesia bretoniensis" en la que somete a un nuevo y minucioso examen las fuentes y la bibliografía existentes sobre la diócesis celta que en los siglos VI-VII aparece documentada en Britonia, que corresponde a la actual localidad de Bretoña en la provincia de Lugo. Britonia fue destruida por los musulmanes a comienzos del siglo VIII y su territorio incorporado con posterioridad a las diócesis de Mondoñedo y Oviedo. En el capítulo segundo, el autor revisa la Bretoña bajomedieva, centrando su atención en una lápida conservada en la actualidad en la que se afirma que un obispo llamado Pelagio consagró la iglesia en honor de Santa María, advocación que todavía hoy aparece en el nombre completo de "Santa María de Bretoña". Utiliza, además, dos visitas episcopales realizadas a la zona, la una de 1388 y la otra de 1456, documentos que el autor publica en apéndice y que proporcionan interesantes noticias sobre la localidad.
El capítulo tercero se refiere a las hermitas de Bretoña que, en número de ocho, todavía se conservan, la mayoría de las cuales datan del siglo XVIII. Aparte la descripción de cada una de ellas y de los "cruceiros" cuando los hay, el autor se pregunta por qué se fundaron las hermitas o capillas, las que no eran sino para facilitar a los habitantes de los lugares rurales la asistencia a los actos religiosos, además de ser un lugar de encuentro. Describe, igualmente el funcionamiento de las mismas y las normas generales sobre este tipo de lugares religiosos. El capítulo cuarto se refiere a las siete cofradías que existieron en Bretoña -del Rosario, del Santísimo Sacramento, de Ánimas, de los Servitas, de Nuestra Señora de la Soledad y del Santo Rosario, de la Soledad y del Santo Entierro de Cristo y de las Hijas de María- describiéndolas brevemente y ofreciendo en apéndice las constituciones de tres de ellas.
Los dos capítulos siguientes se refieren a Bretoña en el siglo XVIII. El capítulo quinto se centra en la economía de Bretoña hacia mediados del siglo, según la información que proporciona el catastro del marqués de la Ensenada realizado en 1753, catastro que se distribuía en cinco secciones: interrogatorio general, personal de clérigos, personal de laicos, real de clérigos y real de laicos. La cantidad de información que aporta es importante tanto cuantitativa como cualitativamente, y en el apéndice se publica la parte más interesante del mismo, que es el interrogatorio general, en lo que a Bretoña se refiere. El capítulo sexto se sitúa a finales del mismo siglo, analizando dos cartas que el Obispo de Mondoñedo dirigió al párroco de Bretoña en 1782 y 1789 solicitando información sobre asuntos económicos y demográficos y las respuestas que ambas merecieron. En apéndice se publica la circular episcopal de 1782 y las dos respuestas del párroco.
Los últimos dos capítulos se dedican a la Iglesia parroquial de Bretoña y otras dependencias (capítulo VII), iglesia cuya construcción se inició en el siglo XVII y se concluyó en el siguiente; y a la Bretoña en la segunda mitad del siglo XX (capítulo VIII), en el que el autor hace un elenco de los avances que en aspectos diversos ha tenido la localidad en los últimos cincuenta años. La obra, en una edición de calidad, se complementa con numerosas ilustraciones a color y en blanco y negro que complementan los datos y descripciones que el autor hace a lo largo de sus páginas. No es la única historia de Bretoña y no será la última; el mismo autor hace presente que en este libro se abordan sólo algunos aspectos de la historia de esta localidad, en parte, por la escasez de información que hay para varios períodos de su historia. Con todo, destaca por la nueva información que proporciona, así como por la interpretación que se hace de lo ya conocido y por el rigor científico con que ha sido realizada.
C. Salinas
SALINAS, C. García y García, Antonio,
Historia de Bretoña (Lugo 2000), 180 págs.
Rev. estud. hist.-juríd.. [online]. 2000, no.22
[citado 13 Diciembre 2005], p.602-603.
[fuente]
ISSN 0716-5455.
Muy buena tu aportación Cavaleiro, había cosas de las que has expuesto que desconocía. Veo que tienes muy atravesados a los "bloqueiros" , pero yo creo que no todo lo que huele a "nacionalista galego" tenga que ver con el bloque, a mi no es que me gusten mucho tampoco, pero se diferenciar entre unos y otros , aunque todos tengan algo que ver con el bng ya pq hallan pertenecido al partido o pq tengan fines iguales, pero para mi son los "falsos nacionalistas" asi les llamo..., en realidad son marxistas y liberales, ya sean bloqueiros o derivados , nada tienen que ver con el verdadero nacionalismo defensor de la tierra , sangre y tradición.
PD: Nunca he renegado de la cruz de santiago, si no todo lo contrario, mas bien creo que es a ti cavaleiro al que no le agrada mucho el trisquel
No los tengo "atravesados", los tengo "cruzados" en el sentido de una cruzada, en este caso contra la mentira y la esquizofrenia folclorista, que, además, tiene una base rojera en ciernes que echa para atrás.Iniciado por Eurogalo
No sé a qué nacionalismo te refieres. No sé si te refieres a escisiones batasunizadas del BNG como la FPG o APU, que son lo mismo pero más tontos, y tienen la misma matriz histórica; o si por el contrario te refieres a grupos como Idega y otros todavía menores, tal vez locales, que tú a lo mejor consideras "verdaderos" nacionalistas. Si conoces algo que tú calificarías de nacionalismo, te ruego que me lo hagas saber.
Por mi parte, yo hace tiempo que me pregunto si el "nacionalismo", en sí mismo, no es algo moderno de raiz, que siempre conlleva un germen de estatalismo, liberalismo y socialismo.
Sí me gustan los trisqueles, asi como las cruces "celtas" de muchos cabaceiros, camposantos y hermidas, pero lo que no me gusta es que: 1) son símbolos muy traginados por extranjeros, flipados, neopaganos y esotéricos varios; y 2) que por desgracia no son símbolos exclusivos de Gallaecia, y aunque a mi me gustaría coleccionarlos, no los pondría en el escudo o bandera del Reino.Iniciado por Eurogalo
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