A estas alturas nadie se sorprende cuando aparece una noticia de corrupción que involucra a los grandes partidos políticos, es ya un atrezzo habitual de este circo partitocrático a tres pistas travestido de democracia. En otros tiempos cuando el político robaba al obrero, éste tendía al menos a patalear un poco, si bien a veces se exasperaba algo más y los ladrones acababan colgados de la primera farola. No queremos pecar de retrógrados ni cargar a las farolas con pesos inútiles, así que con la cárcel podríamos darnos más que satisfechos como remedio para apartar el largo brazo de la corrupción de las arcas públicas. Pero a la hora de encontrar remedios a estos males, hay que evaluar bien las enfermedades, las que tenemos y las que nos vendrán. Y las que vendrán, si podemos evitarlas, mejor.
Es el caso del separatismo gallego. Desde que el BNG allí por los años 80 decide unirse al establishment en un alarde de traición y negación de sus anteriores principios rupturistas con la democracia, las cosas no les han ido nada mal. Ahora en pleno 2008 podemos decir que en el BNG son estómagos agradecidos del mismo sistema que domesticó a PSOE, IU, ERC y a otras formaciones con vehementes pasados revolucionarios. El camarada Marx estaría orgulloso de ellos si levantara su semítica nariz del agujero al que fué arrojado.
Pero para llegar a donde está, el BNG tuvo que purgar a todos los que se oponían a su línea de acomodamiento al sistema, así como a los que querían la parte del pastel que le correspondía al alma mater de esta formación, la UPG. Entre estos elementos acaparadores nos encontramos con ex-miembros de la organización trotskista Movimiento Comunista de España (MCE) que vivían felices mayoritariamente dentro de la organización juvenil del BNG, Galiza Nova. Ellos también querían “pillar cacho”, así que se les ocurrió formar una organización dentro del propio Bloque denominada Primeira Liña e intentaron hacerse con el control de Galiza Nova para ir ganando posiciones. El BNG por supuesto no se arredó ante estos conspiradores de cuarta fila, “a papá mono con banana verde” pensarían. Les abrieron la puerta y los largaron, que ya tenían todo repartido y aquí solo trinca el que se lo curra.
Estaba claro que dentro del BNG no tenían nada que hacer. Así que tendrían que probar suerte engañando a políticos no profesionales, o sea, a los sectores juveniles del independentismo gallego. Pero para ir con los jóvenes hay que radicalizarse, así que nada mejor que cambiar esa molesta ñ por el NH reintegracionista y a partir de ahora olvidarse de su pasado en el MCE. Intentaron controlar la organización separatista AMI metiendo submarinos en sus asambleas, pero les salió mal, sin embargo con otros sí que lo consiguieron. Dieron vida a una marca electoral, Nós-UP, con el ex-españolista y empresario Carlos Morais a la cabeza, así como a dos organizaciones juveniles, Briga y Agir, que le intentarán disputar el espacio político a la AMI. Hoy en día en Nós Up hay gente a sueldo del partido, siguiendo la misma estela que siguió el BNG antes de domesticarse, y si estos no lo están, es porque el BNG les negó su parte del pastel. Todo se reduce a eso, al vil metal, mis queridos trotskistas, al vil metal, y a la creación de otro forúnculo más en el culo de España.

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