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Tema: La nueva ingeniería toponímica antiespañola, al servicio del separatismo

  1. #1
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    La nueva ingeniería toponímica antiespañola, al servicio del separatismo





    La ingeniería toponímica nacionalista



    Ninguno de los problemas que estamos tratando aquí hoy ha surgido del suelo, como la hierba. Todos tienen causas muy concretas. O, para ser más exactos, son los síntomas de una patología política muy concreta: la llamada construcción nacional, que consiste en una enorme campaña de ingeniería social dirigida a dos objetivos. El primero, desconectar a gallegos, vascos y catalanes de los demás españoles. Y el segundo, desconectarlos de todas las anteriores generaciones de gallegos, vascos y catalanes.

    Y para ello, siguiendo las enseñanzas de Orwell cuando advirtió de que “quien controla el pasado controla el futuro”, las dos herramientas fundamentales son la sustitución de la historia de verdad por una historia de ciencia ficción, junto con la conversión de la lengua en un medio de incomunicación. Y hay un campo en el que estos dos caminos, el de la historia y el de la lengua, se cruzan de modo especial: la toponimia. Porque también con ella se lleva treinta años marcando las diferencias y los límites.

    Con el rebautizo de los nombres de lugar nuestros separatistas patrios creen que se puede cambiar la esencia nacional de las personas. Mediante la eliminación del topónimo en lengua española, la alteración del existente según reglas creadas para cada caso o la simple invención de nuevos términos nunca hasta entonces imaginados, nuestros voluntariosos separatistas, empeñados en la acción nacionalizadora sobre territorios y habitantes mediante las mágicas potencias del nombre, avanzan todos los días, sin obstáculo digno de mención ni a izquierda ni a derecha, en su delirante plan.

    Ejemplos los hay a miles, y muchos son tan conocidos como la eliminación, no sólo para las regiones afectadas, sino para toda España, de palabras como Lérida, Gerona, La Coruña, Orense o Fuenterrabía, que en todas las cadenas de televisión de ámbito nacional, en las que, evidentemente, se habla la lengua de Cervantes, son siempre mencionadas como Lleida, Girona, A Coruña, Ourense y Hondarribia. Sin embargo, este criterio no se extiende a Alemania, Francia, Londres, Burdeos, Colonia o Amberes, que, para ser coherentes, debieran ser llamadas en el telediario Deutschland, France, London, Bordeaux, Köln y Antwerpen. Evidentemente, en TV3 la capital de Aragón es Saragossa.

    La hipocresía de los alquimistas del topónimo no tiene límites: el artículo 10 de la Ley Básica de normalización del uso del euskera, norma de 1982, se estableció que “la nomenclatura oficial de los territorios, municipios, entidades de población, accidentes geográficos, vías urbanas y, en general, los topónimos de la Comunidad Autónoma Vasca, será establecida respetando en todo caso la originalidad euskaldún, romance o castellana con la grafía académica propia de cada lengua”, lo que ha venido siendo incumplido sistemáticamente por el propio partido que la promulgó, el PNV.

    Para conseguir la unidad de destino en lo euskaldún se ha hecho de todo. Por ejemplo eliminar de un plumazo la citada Fuenterrabía, topónimo impuesto por el franquismo allá por el año 1203, momento en el que la fundó Alfonso VIII de Castilla con ese nombre.

    También están las traducciones para imponer un nombre eusquérico a lugares que desde siempre sólo lo tuvieron romance. Por ejemplo, la comarca vizcaína de las Encartaciones, el tercio oriental de Vizcaya, lindero con las vecinas Burgos y Cantabria, donde jamás se habló vascuence y donde, evidentemente, no hay un solo topónimo en vascuence. Pues bien, ahora le ha surgido un absurdo Enkarterri que es una pura invención, así como un Valle de Carranza al que le ha crecido una k y una tx, y una cuevas de Pozalagua rebautizadas Pozalaguako kobak.

    Curiosamente, en el sentido contrario no sucede. A nadie, ni en tiempos de Recaredo ni en los de Felipe II ni en los de Franco, se le ocurrió jamás adjudicar un topónimo castellano postizo. A nadie se la ha ocurrido jamás rebautizar al Goyerri como “Tierras altas”, ni a Azcoitia “Sobrelapeña”, ni a Azpeitia “Bajolapeña”, ni a Lizarza “Fresneda”, ni a Urrechu “Avellaneda”. Pero a Salinas de Añana ahora se le llama Gesaltza, a Villanueva Uribarri, a Ribera Alta Erribera Goitia y a San Román de San Millán Durruma Donemiliaga para pasmo de sus vecinos, incapaces de encontrar sus pueblos cuando han de buscarlos en la guía telefónica.

    También está el cambio de ortografía, que ha llenado el País Vasco de bes por uves, de kas por ces y de tx por ches hasta el delirio. Ahora Santurce se llama Santurtzi, es de suponer que porque los nacionalistas creen haber recuperado con ello algún antiquísimo topónimo eusquérico. Pero el problema es que Santurce es un nombre latinísimo, derivado del santo patrón del lugar, San Jorge, como el San Jurjo orensano, el Santiurde montañés o el Santurde riojano.Por cierto, todo esto obligará a cambiar hasta las letras de las canciones que los vascos han cantado durante siglos, porque es de suponer que ahora lo correcto será “desde Santurtzi a Bilbo vengo por toda la orilla”…

    Y ya que hemos llegado a la muy abertzale capital del Nervión, rebautizada por el PNV con tan tolkieniano nombre de “Bilbo”, quizá conviniese recordar que se llama Bilbao desde su misma fundación en el año 1300 por Don Diego López de Haro, mediante, por cierto —sarcasmos de la historia— acta fundacional emitida en Valladolid otorgando a los bilbaínos el Fuero de Logroño.

    Uno de los casos más interesantes es el de Pedernales, localidad vizcaína en la que reposa el cuerpo incorrupto de Sabino Arana. Pues bien, tan castellano nombre no podía ser aceptado, sobre todo para tan simbólico lugar, así que se dedujo que ya que un pedernal es una piedra (harri) con la que se hace fuego (su), el nombre vascamente puro de la localidad habría de incorporar esos dos elementos. Y de este modo Pedernales fue eliminado y quedó en Sukarrieta.

    Curiosamente, este afán por recuperar hasta cosas que nunca existieron no se da para el nombre más importante, el de toda la región, perdón, nación: Euskadi, disparate lingüístico de primer orden que ha sustituido a los viejos nombres con los que castellanohablantes y vascohablantes han llamado a su tierra desde hace muchos siglos: Euskalerría, Vasconia y Provincias Vascongadas.

    Es muy significativo que este fenómeno no se da en otras partes, sobre todo en la imperialista y opresora Castilla, donde a nadie jamás se le ha ocurrido eliminar la Urria o la Artieta burgalesas, el Valdezcaray riojano, el Bascuñana conquense, o el Garray soriano en nombre de una identidad castellana a recuperar. Pero en la liberada Euskadi sabiniana, no sólo se persigue a las personas. También a las palabras.

    Los mismos problemas de psiquiátrico se dan en Galicia, donde el peso de la responsabilidad por la eliminación de los topónimos castellanos, que han convivido con los gallegos desde siempre (Fisterra-Finisterre, Puentedeume-Pontedeume, Orense-Ourense, La Coruña-Coruña –sin la A–), recae no sobre los separatistas, sino sobre los gobiernos del PP antes y del PSOE ahora (2008).

    Pero no me extenderé en ello, pues, para continuar con la canción, termino “deprisa y corriendo porque me aprieta el corsé”. Pero no quiero terminar sin señalar un detalle: los vascos, catalanes y gallegos tienen que darse cuenta de que mediante estas absurdas políticas no se está haciendo ningún favor ni a sus lenguas, ni a sus culturas, ni a sus identidades históricas. Todo lo contrario. En primer lugar, porque la imposición lingüística y las obsesiones palabreras sólo puede conducir, y lo estamos viendo ya, a la fobia hacia esas lenguas por parte de muchos ciudadanos. En segundo lugar, porque muy difícilmente se puede defender y potenciar lenguas, historias y personalidades colectivas falsificándolas, adulterándolas y eliminándolas sistemáticamente.

    Nunca, en toda la historia, se ha perpetrado un ataque más devastador contra la lengua, la historia y la cultura de esas regiones. Los supuestos defensores de las esencias vascas, catalanas y gallegas han demostrado ser sus principales enemigos, pues lo único que han conseguido son ridículas parodias de aquello que pretenden defender.

    Pero ha de tenerse en cuenta que todo esto no tiene nada que ver con la lengua, sino con la política. La persecución a la lengua no es más que un instrumento. Todo esto no surge del odio a la lengua española, sino del odio a España.

    Conferencia “El español en España, por el derecho a usar nuestra lengua común”, IFEMA, 25 de octubre de 2008

    Última edición por ALACRAN; 08/08/2019 a las 16:28
    Valmadian, Hyeronimus y DOBLE AGUILA dieron el Víctor.
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  2. #2
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    Re: La nueva ingeniería toponímica antiespañola, al servicio del separatismo

    Al estupendo artículo anterior del señor Lainz debe hacerse una matización cuando escribe que siempre se mencionan esas ciudades como Lleida, Girona, etc, pero no London, France, Bourdeaux...

    Ejemplos los hay a miles, y muchos son tan conocidos como la eliminación, no sólo para las regiones afectadas, sino para toda España, de palabras como Lérida, Gerona, La Coruña, Orense o Fuenterrabía, que en todas las cadenas de televisión de ámbito nacional, en las que, evidentemente, se habla la lengua de Cervantes, son siempre mencionadas como Lleida, Girona, A Coruña, Ourense y Hondarribia. Sin embargo, este criterio no se extiende a Alemania, Francia, Londres, Burdeos, Colonia o Amberes, que, para ser coherentes, debieran ser llamadas en el telediario Deutschland, France, London, Bordeaux, Köln y Antwerpen.
    La realidad es que las extravagantes denominaciones de "Lleida", "Girona", "Ourense", "Hondarribia", ("Illes Balears" incluso) etc. son nombres oficiales, nomenclatura oficial y por tanto viene siendo ilegal (¡¡) o al menos "erróneo" decir o escribir Orense, Lérida, Gerona etc; por tanto, no es que los locutores lo sepan o no, o no sean coherentes, sino que son obligados a pronunciarlos así aunque no quieran. Al menos en las televisiones oficiales.
    En cambio, sobre London, Bordeaux, etc no hay ninguna obligación; no se dice London en español porque a nadie le da la gana. Esa es la vergonzosa diferencia.

    Sí puede comprobarse como últimamente en algunos medios informativos privados (locutores y prensa) han retomado a decir o escribir Orense, Gerona etc. Quizá hartos de hacer juego al separatismo o irritados al comprobar cómo en sentido contrario la ley no se cumple (p.e. "Saragossa", "Conca", "Osca", etc, constantemente en todo medio catalán; "Madril", en vasco).
    Última edición por ALACRAN; 13/08/2019 a las 19:37
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    Re: La nueva ingeniería toponímica antiespañola, al servicio del separatismo

    Todo el tema viene generado por complicidad de los sucesivos gobiernos centrales (traidores a España y auténticos reos de lesa patria) ya desde el inicio de la transición, primando y azuzando el componente anti-español de esas regiones (cedidas desde Madrid directamente al separatismo radical), y ninguneando a los (indefensos) catalanes, vascos, o gallegos valedores de su españolidad (que entonces los había).

    La pesadilla lingüística había comenzado sibilinamente en junio de 1980, bajo Adolfo Suárez, en que un decreto de su Gobierno autorizó a los Ayuntamientos de Gerona y de Lérida a cambiar el nombre por los términos catalanes. Después, continuó el PSOE en el poder, cambiando los nombres de dichas provincias. La razón alegada era evitar discordancias con el nombre ya cambiado que los separatistas habían dado años atrás a las ciudades:
    Ley 2/1992, de 28 de febrero, por la que pasan a denominarse oficialmente Girona y Lleida las provincias de Gerona y Lérida.

    Publicado en:«BOE» núm. 52, de 29 de febrero de 1992, páginas 7105 a 7105 :
    https://www.boe.es/eli/es/l/1992/02/28/2


    JUAN CARLOS I REY DE ESPAÑA
    A todos los que la presente vieren y entendieren.
    Sabed: Que las Cortes Generales han aprobado y Yo vengo en sancionar la siguiente Ley:

    EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
    A través de dos Decretos de 27 de junio de 1980 se autorizó a los entonces ayuntamientos de Gerona y Lérida a cambiar el nombre de sus municipios por el de su origen catalán, que es el de Girona y Lleida, respectivamente.

    La propia tradición histórica, cultural y literaria de estas ciudades justificaron el cambio oficial de su denominación, que a la vez debe extenderse al nombre de las provincias cuya capitalidad jurídicamente ostentan, de acuerdo con lo establecido en el Decreto de 30 de noviembre de 1833.

    No obstante, actualmente se sigue manteniendo la denominación oficial de Gerona y Lérida para las mencionadas provincias, que provoca una evidente discordancia con el nombre oficial de los municipios a los que deben forzosamente adecuarse los mismos. El propio Decreto de 30 de noviembre de 1833 establece en su artículo 1.º que las provincias «tomarán el nombre de sus capitales respectivas, excepto las de Navarra, Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, que conservarán sus actuales denominaciones».

    Por otro lado, las mismas razones históricas y culturales que avalaron la denominación oficial de los municipios de Girona y Lleida se hacen igualmente extensibles para el nombre de las respectivas provincias, además de una manifiesta aceptación popular y social de la mencionada toponimia por parte de los habitantes de las mismas.

    Asimismo, debe tenerse en cuenta que la Diputación de Girona (en sesión plenaria celebrada el 21 de octubre de 1986) y la Diputación de Lleida (en sesión plenaria celebrada el 18 de febrero de 1982) acordaron por unanimidad solicitar el cambio de la denominación oficial de sus respectivas provincias, en el mismo sentido que ahora se propone por la presente Ley.

    Artículo primero.
    La actual provincia de Gerona se denominará oficialmente de Girona, de acuerdo con su tradición histórica, cultural y literaria; y en concordancia con el nombre oficial de Girona que tiene reconocido legalmente su capital.

    Artículo segundo.
    La actual provincia de Lérida se denominará oficialmente de Lleida, de acuerdo consu tradición histórica, cultural y literaria; y en concordancia con el nombre oficial de Lleida que tiene reconocido legalmente su capital.

    DISPOSICIONES ADICIONALES

    Primera.
    En los libros de texto y material didáctico y en otros usos no oficiales, cuando la lengua que se utilice sea el castellano, el topónimo correspondiente podrá designarse en esta lengua.

    Segunda.

    Se faculta al Gobierno para adoptar las disposiciones necesarias para la aplicación de esta Ley, que deberán comprender, entre otras, el cambio de las letras «GE» por «GI» en las placas oficiales de matrícula de vehículos de la provincia de Girona.

    DISPOSICIÓN FINAL
    La presente Ley entrará en vigor al día siguiente de su publicación en el «Boletín Oficial del Estado».
    Por tanto, Mando a todos los españoles, particulares y autoridades, que guarden y hagan guardar esta Ley. Madrid, 28 de febrero de 1992.
    JUAN CARLOS R.

    El Presidente del Gobierno,
    FELIPE GONZÁLEZ MÁRQUEZ


    Para desmentir la supuesta tradición cultural de "Girona" basta remitirse al GERONA en los Episodios Nacionales de Galdós, título que nadie (de momento) parece que haya tenido desvergüenza para catalanizar:






    Última edición por ALACRAN; 15/08/2019 a las 20:39
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    Re: La nueva ingeniería toponímica antiespañola, al servicio del separatismo

    El día que “La Coruña” desapareció

    El 3 de junio de 1997 tuvo lugar en el Parlamento español una sesión que merece no quedar en el olvido. Se reunían los padres de la patria con el fin de discutir una propuesta de ley del Parlamento gallego para modificar oficialmente el nombre de dos provincias españolas, La Coruña y Orense, que pasarían a partir del momento en que fuera tramitada la ley a ser denominadas A Coruña y Ourense.

    No se trataba de la última ocurrencia del cantonalismo periférico, sino que era una solicitud unánime del Parlamento gallego, que fue aprobada también casi unánimemente por su homónimo español (306 votos a favor y una abstención).

    Era un día de triunfo para el nacionalismo gallego. Eran ellos quienes habían sacado adelante la moción, tanto en el parlamento de Santiago como en el de Madrid, en un tedioso proceso que les había llevado años. Toparon no con una oposición abierta de los partidos nacionales, pero sí con una palpable desgana.

    Sin embargo, PP y PSOE estaban atrapados en sus propias contradicciones, pues en 1993 se había aceptado una propuesta idéntica por parte de la minoría catalana. Gerona y Lérida desaparecieron de mapas y matrículas para convertirse en Girona y Lleida. En 1997, en la primera legislatura de Aznar, un débil gobierno central se sintió forzado a aceptar el cambio de denominación.

    Y así el tercer día de junio de 1997 los representantes de la soberanía nacional se sentaron a votar en favor de la prohibición del uso oficial de dos palabras españolas. Pues de eso se trataba, por más que se edulcorara el hecho con frases rotundas sobre el reconocimiento del gallego. La nueva ley, al reconocer la oficialidad única de A Coruña y Ourense, rechazaba implícitamente la cooficialidad de las formas castellanas. Éstas, tras largos siglos en uso, dejaban aquel día de existir en la lengua oficial.

    El acto golpeaba de paso a las provincias, bastiones del centralismo. Los racionalizadores del XIX habían cuarteado así el territorio español con el objeto de dominarlo mejor desde el centro. Al darles el nombre, los decimonónicos, siempre tan prosaicos, escogieron el de la ciudad capital en la lengua común, el español. En el caso de La Coruña (el más polémico), la forma normativa convivía, y convive, con otras expresiones que varían en función del dialecto, del contexto y de la lengua: A Coruña/Coruña/Curuña/Curuña (la u apenas pronunciada)/Cruña. Ya en el siglo XX, cuando a los galleguistas les dio por normativizar las hablas rurales y marineras de Galicia, escogieron A Coruña como forma standard de su neolingua. Con esta elección, demostraban otra vez su preferencia por la pronunciación castellanizada del idioma, así como su aversión instintiva y profunda por los rasgos más populares y extendidos de las hablas gallegas, como la oscuridad de sus vocales, el seseo y la gheada (j por g).

    La división territorial en provincias, a pesar de su centralismo (o gracias a él) se ha mostrado durante siglo y medio como estable y pragmática, un gran avance sobre el arcaicismo del Antiguo Régimen. En la España autonómica de hoy las provincias han quedado, sin embargo, obsoletas. Aun así, los parlamentarios gallegos se acercaron a Madrid no a solicitar su desaparición, sino... a que les cambiaran el nombre. Tal es el alcance de la voluntad reformista de las nuevas clases políticas de la periferia.

    Los separatistas como maestros de ceremonia

    Aquel día de junio en el Congreso, pareció a todos bueno y justo que fuera el Bloque Nacionalista Galego (BNG) quien abriera la sesión. Su responsable de cultura, Pilar García Negro, venía desde Santiago a exigir "en nombre del pueblo gallego" la restitución de sus palabras mancilladas. No se molestó en dar muchas razones: los nombres de A Coruña y Ourense eran los únicos que le parecían admisibles, estaban documentados desde antiguo, en los tiempos en que "el gallego era lengua oficial", hasta que en 1833 llegó el triunfo de los liberales y ocurrió la tragedia:
    Señoras y señores Diputados, don Javier de Burgos, Ministro de Fomento, en 1833 procedió a la invención de las provincias como categorías administrativas. Han pasado 164 años desde entonces, desde que se inventó (sic) La Coruña y Orense como nombres de las provincias.

    Su compañero en Madrid, el diputado Francisco Rodríguez Sánchez, aprovechó la ocasión para recordar las muchas injurias recibidas por su pueblo, injurias que era difícil olvidar (ya está él para recordarlas). Pero al fin el estado español aceptaba la versión "democrática" del nombre de dos de sus provincias.

    No hicieron falta más argumentos. Saben bien los nacionalistas que el pueblo necesita de mitos sobre los que fundamentar la "construcción nacional", por lo que han abrazado con alegría la pretensión posmoderna de que cualquier historia no es más que una selección arbitraria de hechos que el poder utiliza para legitimarse. Y si les dejan mentir en los libros de texto, ¿qué no podrán decir en la tribuna de oradores?

    No todos coincidieron con García Negro en culpar a Javier de Burgos de la falsificación de los nombres gallegos. Los socialistas responsabilizaron a Franco, los nacionalistas vascos y catalanes al secular centralismo hispánico. En lo que casi todos estuvieron de acuerdo era en aquel día se recuperaba el nombre originario y genuino de dos provincias norteñas. No hizo mella en ellos que el diputado González del PP, quien fue el único que intentó razonar las nuevas formas oficiales, les explicara que los nebulosos orígenes de esos nombres se hallaban en el céltico Clunia (que quiere decir cerro) para Coruña y el latín Auriensis (Portus auriensis, es decir del oro, porque de allí partía el camino a las minas del Miño) para Orense. Tampoco hubieran cambiado su opinión si alguien les hubiera mostrado centenares de ejemplos de la aparición de las formas La Coruña y Orense en textos españoles desde la Edad Media. Los congresistas estaban decididos a dar por cierto que los constructores de la Torre de Hércules ya decían A Coruña.

    Se comprende así por qué las curiosas historias del nacionalismo han sido integradas en el discurso oficial de la política española. Los nacionalistas llevan tantos años dedicados a diseminar burda propaganda, con ese fervor que da el tener una sola idea y estar seguro de ella, que no sólo se la han creído, sino que sus oponentes ya no se molestan en refutarla. Muchos, incluso, la dan por cierta.

    El complejo de culpa

    Pero no son los nacionalistas los personajes más interesantes de aquel día. Tenemos cumplidas noticias de su espíritu hispanófobo y de su deshonestidad intelectual. Son los representantes de electores que se consideran españoles los que merecen mayor atención. Son el PP y el PSOE los que aportaron los votos necesarios para que la propuesta de ley fuera aceptada. Y la aceptaron, parece ser, con gusto pues parlamentarios suyos, tanto de Santiago como de Madrid (escogidos estos últimos entre los gallegos), la jalearon con entusiasmo y se apresuraron a defenderla.

    El PP, por medio de la parlamentaria gallega María Jesús Sainz, se sirvió, a diferencia del BNG, de la constitución y el estatuto para justificar el cambio de nombre. La Sra. Sainz alabó la dignidad del gallego y su vinculación eterna con la Tierra, lo que obligaba a la Xunta a protegerla y recuperarla. Tampoco olvidó de mencionar con orgullo la pluralidad lingüística de España (Galicia, según se intuye, es monolingüe).

    El complejo de culpa de la derecha española le ha llevado a aceptar muchos desvaríos. Pero los motivos de fondo de su sector gallego son quizás más tangibles. Las tentaciones que para el poder tiene una lengua autóctona son casi irresistibles: legitima su autonomía política, facilita la integración y cohesión del territorio, favorece una política educativa diferenciada, justifica una televisión y una radio públicas, sirve de excusa para insuflar tal cantidad de fondos en la cultura y en los medios de comunicación que los nuevos jerarcas pueden controlar lo que se dice en ellos. Añádase a esto una mezquina idea del futuro de Galicia, et habemus linguam.

    También asomó en el discurso de Maria Jesús Sainz una querencia tradicional del conservadurismo gallego: Su instintiva simpatía hacia el gallego primigenio, ese labrego analfabeto, portavoz de una lengua intacta (Omisión de "e incomprensible más allá de su valle"), sobre cuyos hombros tan fácil le ha sido siempre a la derecha conservadora asentar su poder. Asomó en forma de filfa romántica, chorradilla inane que anduvo un día en boca del padre da patria galega.

    Yo quiero recordar, señorías, aquella frase maravillosa de Castelao, precisamente pronunciada en las Cortes Generales, cuando se debatía el artículo 4 de la Constitución de 1931, que decía: El idioma es una fuente de arte, es el vehículo del alma original de un pueblo, y sobre todo es en sí una gran obra de arte que nadie debe destruir.

    Entonemos un lamento por la derecha gallega, que eleva a Castelao al indisputado rango de Padre Fundador de la Patria. ¡Qué extravío el suyo! Y esas frases de Castelao, tan antiguas y anticuadas que parecen dichas por un estudiantillo romántico en unos juegos florales, tomárselas en serio, hacer política con ellas... Insisto: ¡qué extravío el de la derecha gallega, construyendo en leyes y aulas las armas de quienes la quieren destruir!

    Pasemos de la derecha conservadora al socialismo progresista. Es difícil ser socialista en la era del individualismo. Es difícil ser progresista cuando nadie cree en el progreso. Quizá por eso buscan denodados savia nueva que revitalice sus discursos, y cuando no pueden salir del paso con la solidaridad y la tolerancia, se sirven de conceptos tan vagos y dudosos como pueblo, raíces, diálogo cultural. No es raro que los socialistas tiendan a parecerse a los nacionalistas, aunque sin el integrismo de los verdaderos creyentes. Y quizá por esa dificultad para articular propuestas de futuro, María Xosé Porteiro, enviada desde Santiago por el PSdG-PSOE, no tuvo más argumento que iniciar su discurso arrojando las culpas sobre (¿se lo imaginan?) un generalísimo ferrolano, gallego renegado como nunca hubo otro.
    Señoras y señores diputados, con esta proposición que hoy traemos las diputadas y diputados gallegos a esta Cámara, venimos a corregir una actuación que es parte de las trágicas consecuencias de la Guerra civil, cuando Galicia vio cómo se arrasaban y alteraban (¿puede algo ser arrasado y alterado al mismo tiempo?) los nombres de sus lugares, de sus aldeas, de sus villas y de sus ciudades.

    La historia oficial procura que se olvide que el reducido número de protonacionalistas tenía en general unas fuertes inclinaciones reaccionarias, y que, en los turbulentos tiempos de la República, la mayoría de ellos fue más fiel a su señoritismo que a su nacionalismo. El mismo fundador del Partido Galeguista, Vicente Risco, acabó por traicionar su causa y escribió sonetos en loa de Franco. Por supuesto, es iluso buscar este dato en libros de texto o en discursos públicos.

    Pocos argumentos serios, en verdad, se escucharon aquel día. Los más de los oradores no pasaron de frases retóricas y sonoras palabras. Baste un fragmento del diputado socialista por Lugo, José Blanco López (sí, Pepiño en sus tiempos de meritorio):
    "Recuperamos parte de nuestra historia en un acto de afirmación de libertad, de convivencia, de reafirmación cultural".

    Recupera la historia borrando de un plumazo siglos de ella; afirma la libertad inmiscuyéndose en lo que la gente libremente habla y escribe, menciona la convivencia en un acto que rechaza la doble oficialidad de las formas gallegas y castellanas, considera reafirmación cultural a una medida que deslegitima formas culturalmente establecidas durante siglos. Los socialistas, ya les decíamos, andan un tanto despistados.

    Al margen de los ciudadanos

    No descubrimos nada nuevo al comentar que la nueva ley nacía con una abierta resistencia civil. En el mismo Congreso, el político que con más legitimidad podía hablar en nombre de La Coruña, su alcalde Francisco Vázquez, la rechazó abiertamente y se negó a apoyarla. Alguna noticia tendrían de ello los congresistas, pues emplearon muchas veces expresiones del tipo "Galicia solicita", "los gallegos agradecemos", "en nombre de Galicia", pero ninguno solicitó nada "en nombre de los coruñeses". Hubiera sido demasiado chirriante.

    Aquel día de junio, el diputado Rodríguez del BNG, previendo la polvareda que iba a levantar en la misma Galicia la propuesta de ley, mencionó de soslayo a los disconformes:
    El orgullo que sentimos de contar con la presencia aquí de los representantes del Parlamento de Galicia que con tanta razón como entusiasmo defendieron lo que en la Galicia que no reniega de sí la inmensa mayoría quiere.

    Es fea palabra la de renegado, pero no sorprende. Nunca han ocultado los nacionalistas, por muy democráticos que se digan, su vocación de expender carnés de identidad sujetos a la fidelidad étnico-lingüística de los súbditos. No se conforman con tus impuestos, quieren tu alma.

    Los ciudadanos españoles y los gallegos renegados que discreparon con la medida no han permanecido en silencio. El argumento más popular contra la ley es tan obvio e instintivo que resulta difícil de rebatir: si yo no digo London ni Milano, ¿por qué he de decir A Coruña? El diputado González del PP contrapuso el ejemplo de O Porriño, que nadie piensa en traducir por El Porriño (mucho menos, El Porrito). Sin embargo, esto quiere decir únicamente que tal villa nunca ha merecido el honor de que su nombre resuene en lenguas de gentiles. De haber sido una ciudad conocida, los castellanohablantes (y los francos e ingleses) hubieran adaptado el nombre a sus respectivas lenguas.

    A esto se le añaden otro par de paradojas. En primer lugar, no parece que el respeto que los galleguistas solicitan para sus denominaciones "propias", lo tengan ellos mismos por las ajenas. La nueva toponimia galaica ha creado formas de tanta raigambre como Estremadura, Cidade Real, Alacante, Xaén, Lión (Lyon)... Quizás no les extrañe saber que ha respetado o, por mejor decir, introducido Lleida, Gasteiz y Porto.

    Mucho más significativo nos parece otro ejemplo: al nacionalismo le molesta gravemente que se diga La Coruña, pero en nada les perturba que los ingleses hablen de Corunna y los franceses de La Corogne. No parece, por tanto, que sea la corrupción del nombre original lo que les duele. Lo que les molesta, y mucho, es que ese nombre ande en bocas españolas como si fuera propio.

    Y tengo para mí que, más allá de racionalizaciones inconsistentes y excusas banales, es por aquí donde debemos encontrar la razón última de la insistencia casi patológica de los nacionalistas en suprimir las formas españolas allá donde las encuentran, ya sea en señales o en jardines, ya sea, cuando les dejan, en el BOE. Algo de ello barruntó la diputada socialista Porteiro cuando afirmó en el Congreso:
    Cuando los hombres y mujeres le damos nombre a una cosa estamos estableciendo un pacto de pertenencia, estamos quedándonos con el alma de esa cosa, de esa tierra, de ese lugar.

    Aquel día, con la excusa demostrablemente falsa de la recuperación del nombre histórico, los diputados españoles estaban votando simbólicamente la ruptura del pacto de pertenencia entre la lengua española y Galicia. Disfrazados de representantes electos del idioma, los partidos políticos españoles repudiaron al castellano como lengua histórica de Galicia.

    El mensaje implícito del ritual en el Congreso rezaba así: "Vosotros, españoles, no tenéis derecho a darme nombre. Vosotros no tenéis derecho a hablar por mí.Vuestra voz me es ajena". Y el Congreso dijo "es cierto" y aplaudió.

    Reinventando la Historia y la lengua

    A pesar de todo lo dicho, es necesario admitir que tenían razón los congresistas al observar que lo que se solicitaba no era más reformar una denominación que no se correspondía con el ordenamiento jurídico nacido de la Transición. Recordemos los hechos: en 1983 el Parlamento Gallego aprobaba la Ley de Normalización Lingüística (un calco de la catalana, por cierto) que establecía en su Artículo X que: "Os topónimos de Galicia terán como única forma oficial a galega".

    Las provincias, como órganos territoriales dependientes del Estado central, quedaban fuera del alcance fiscalizador de la Xunta, y era al Estado central al que le correspondía la obligación de adaptar al efecto su denominación oficial para que coincidiera con el de las capitales. Todo ello apoyándose en el Artículo I de la ley, el cual establece que:
    "O galego é a lingua propia de Galicia. Todo los galegos teñen o dereito a usalo".

    La legislación es, por tanto, clara y taxativa: la lengua propia de Galicia es el gallego. No es una consideración meramente simbólica, ad usum nostalgicorum, sino jurídicamente pertinente, de acuerdo con el Tribunal Supremo. Recientemente, ante una demanda del BNG contra el Ayuntamiento de La Coruña por su insistencia en estampar en los documentos oficiales la doble denominación, Concello de A Coruña/Ayuntamiento de La Coruña, la Alta Corte ha prohibido al alcalde esta costumbre basándose en el concepto de "lengua propia":
    Por consiguiente, resulta que la lengua vernácula no es sólo cooficial en Galicia, junto con el castellano por serlo en todo el Estado español, (da la impresión de que la oficialidad del castellano viene dada "por serlo en todo el estado español", no por el irrelevante hecho de que sea la lengua hablada por la mayoría de los gallegos) sino también "propia", lo que comporta una singular consideración jurídica asociada a la condición de factor de identidad política.

    O sea, que las dos lenguas son iguales, pero una es más igual que la otra, ya que es la "propia", con comillas añadidas por el propio tribunal. Va de suyo que si el gallego es la lengua propia, el castellano es la impropia y/o ajena.

    Asombra comprobar lo que es capaz de hacer un concepto. En la vida real, el castellano es una lengua que se habla en Galicia desde hace siglos, es la lengua que mejor dominan los gallegos, y es la lengua en que han escrito la mayoría de sus sabios, escritores e intelectuales.

    Es la lengua, no lo duden, en la que los legisladores gallegos se expresan cuando no hay micrófonos por medio. Es la lengua, tampoco esto lo duda nadie, en la que hablarán sus hijos y nietos.

    En el plano del discurso, es una lengua impropia, una lengua que no debería ser escuchada en Galicia y el Estado ha de impulsar su expulsión de las aulas y oficinas.

    Y el gallego es la lengua propia, la que ha de ser normalizada. Esta fea palabra nos demuestra otra vez hasta qué punto triunfan los nacionalistas (hasta qué punto hemos dejado que triunfen) cuando toca dar un nombre a sus acciones. Han conseguido que todos consideren "normalización" a una de las políticas lingüísticas más extravagantes de las que se tiene noticia: coger unas hablas campesinas sin apenas uso escrito, depurarlas y unificarlas, darles una normativa, inventar un sinnúmero de palabras (por ser tantas las situaciones en las que nunca se había usado el gallego) e imponer la neolingua recién sacada del magín en la administración y la enseñanza. Los precedentes existen, pero hay que buscarlos en las regiones del planeta recién incorporadas a la cultura escrita. No en un sitio donde ésta se remonta por siglos, y existe una lengua común y estandarizada accesible para toda la población.

    El resultado es, en el plano del discurso, el gallego normativo. En la vida real, el neogallego no es más que un español escaso de recursos y con ciertas particularidades fonéticas, que las televisiones nacionales ya no se molestan en traducir.

    El Land de Baviera no considera un oprobio el que en Munich no se estudie en bávaro. La Universidad de Edimburgo no enseña en escocés. El sardo no ha pasado a ser la lengua prioritaria de Cerdeña. Y no hay noticia de que en Francia se fuerce a la población a abandonar el francés para que aprendan bretón, catalán o vasco. En España se ha hecho, so capa de que es "lo normal".


    https://www.clublibertaddigital.com/...es-freire.html
    Última edición por ALACRAN; 15/08/2019 a las 13:03
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  5. #5
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    Re: La nueva ingeniería toponímica antiespañola, al servicio del separatismo

    De auténtico genocidio contra la lengua española puede calificarse el pacto mafioso de la partitocracia y sus sucesivos gobiernos centrales con el separatismo radical.

    Vimos antes cómo la Ley 2/1992, de 28 de febrero, por la que pasan a denominarse oficialmente Girona y Lleida las provincias de Gerona y Lérida mentía en su EXPOSICIÓN DE MOTIVOS, elucubrando que "La propia tradición histórica, cultural y literaria de estas ciudades justificaron el cambio oficial de su denominación"

    Tal traición a la patria, contrariando y mintiendo sobre siglos de historia común, la firmaban Juan Carlos y Felipe González, mandándola y haciéndola cumplir.

    ¡¡Pero es justamente todo lo contrario!!
    Contra tal falacia y desvergüenza antiespañola de la partitocracia puede comprobarse que la palabra GErona era la constantemente usada en lengua española, e incluso en Cataluña, precisamente por su base histórica cultural y literaria, y para ello viene como anillo al dedo el "DICCIONARIO bibliográfico-histórico de los antiguos reinos y provincias de España" , de D. TOMAS MUÑOZ Y ROMERO , Catedrático de la Escuela superior de Diplomática. Madrid, 1858.

    Véase cómo el nombre Gerona se usaba incluso en ediciones publicadas en Barcelona y Cataluña, obras publicadas desde la época de los Reyes Católicos hasta el siglo XIX. Si esto sucedía en obras relativas a títulos específicos sobre Gerona ¡¡qué sería en las demás!!

    GERONA, ciudad, capital de la provincia de su nombre en Cataluña.

    1 . Historia de GERONA.MS.
    Esta obra fue dedicada á los Reyes Católicos. Su autor no consta quién fuese. En la librería del conde de Villaumbrosa existía una copia.

    2. Libro de las antigüedades DE GERONA. MS.

    3 . Noticias históricas de la ciudad de GERONA, por el P. Andrés Moragues, de la Compañía de Jesús .MS.

    4 . Catálogo de los obispos de GERONA, escrito en latín por el P. Fr. Francisco Diago, de la orden de Santo Domingo.

    5 . De las grandezas de GERONA, por Don Francisco Cartellá y de Malla, natural de la misma ciudad. MS.

    6 . Grandezas de GERONA, por Juan Bautista Pont.MS.

    7 . Resumen historial de las grandezas y antigüedades de la ciudad de GERONA y cosas memorables suyas eclesiásticas y seculares, así de nuestros tiempos como de los pasados.—Vida, martirio y patrocinio de San Narciso, natural de ella y su obispo. Y defensa de la entrada de Carlos el grande en Cataluña, en una carta apologética; uno y otro aparato á su chrónica general, que, dividida en cuatro grandes tomos, está continuando el autor de esta obra, que es Fr. luán Gaspar Roig y Yalpi, del orden de los mínimos, etc., Chronista de S. M. en todos los reinos de la Corona de Aragón.—Barcelona , por Iacinto Andreu, año 1678 .En fól.

    8 . GERONA ilustrada, por el P. Onofre Relles , de la Compañía de Jesús .

    9 . Historia apologética de la vida y martirio de San Narciso, hijo y Obispo de GERONA.—Barcelona, imprenta de Matevat, 1679. En 4. "

    10 .Verdad triunfante, discurso histórico apologético, por el capítulo xxii de la primera parte del Resumen historial, etc .— GERONA, por Jacinto Andreu,1680 . En fól.
    ...
    12. Libro de las antigüedades de la Iglesia de San Martin de GERONA desde el año 250, en que se fundó, hasta 1628 . MS.en fól.
    ...

    14-Diccionario alfabético sobre todo lo perteneciente á la Iglesia de GERONA, con un episcopologio de sus prelados, que llega hasta el año de 1729, por el Dr. D. Sulpicio Pontich, canónigo de la misma iglesia.

    15 . Colección de noticias para la historia de los Santos mártires de GERONA y de otras relativas á la Santa Iglesia de la misma ciudad en orden á la catedralidad y conexión con la insigne Colegiata de San Félix, á su restablecimiento por Carlomagno y á la necesidad de rectificar el episcopologio de las Sinodales, por D. Francisco Javier Dorca, canónigo de la Santa Iglesia de GERONA.— Barcelona, en casa de Tecla Plá, viuda. En fól., sin año de impresión .

    16 . Historia de la Iglesia de GERONA, la de sus Obispos y noticias de las colegiatas y monasterios de su Diócesis.
    Tomos XII al XV del Viaje literario, por D. Jaime Villanueva. Este importante trabajo, no solo interesa a la historia civil y eclesiástica del obispado de GERONA, sino á la de Cataluña en general, particularmente en los tiempos medios.

    17 . De la Santa Iglesia de GERONA en su estado antiguo y moderno, por los RR. PP. MM. Fr. Antolin Merino y Fr. José de Lacanal, del orden de San Agustín.
    Tomos XLIII al XLV de la España Sagrada; el tom. XLV fue escrito solo por el P.Lacanal.

    18 . Historia político-crítico militar de la plaza de GERONA, donde se refieren los sucesos memorables acaecidos en dicha ciudad desde la injusta invasión de la Cataluña, atentada por las aguerridas tropas del que se llamó Emperador de los franceses, Napoleón Bonaparte, y su gloriosa decisión por la causa común de la religión, del Rey y de la Patria hasta su dichosa libertad y el recibimiento de su amado Monarca D. Fernando VII (q.D.g.). Escribióla el R. P. Fr. Manuel Cundaro, lector jubilado de la orden de S. Francisco de Asis, definidor honorario,regente de estudios del Convento de GERONA y capitán que fue de la compañía de la Cruzada de Regulares. MS. En fól., de 872 páginas.

    19 . GERONA histórico-monumental. Noticias históricas de esta ciudad y descripción artística de sus antiguos monumentos, dedicadas a la inmortal GERONA, por D. Narciso Blanch é Illa.—GERONA, imprenta de P . Torres. En 4.°


    http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000053931&page=138
    Última edición por ALACRAN; 15/08/2019 a las 20:47
    nepociano dio el Víctor.
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    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  6. #6
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    Re: La nueva ingeniería toponímica antiespañola, al servicio del separatismo

    El origen histórico de unos topónimos españoles proscritos a nivel oficial

    @ElentirVigo
    Mie 3·8·2016 · 7:21 22

    Todos los veranos pasa lo mismo: Galicia se llena de turistas del resto de España -bienvenidos sean- y a muchos de ellos les oyes decir que van a A Coruña u Ourense, o que paran en Sanxenxo o Baiona.

    - Lo que dice la RAE: en español se deben usar los topónimos en español

    Hay que recordar que
    las normas de la RAE sobre el uso de topónimos son muy claras:
    Salvo en textos oficiales, donde es preceptivo usar el topónimo gallego como único nombre oficial aprobado por las Cortes españolas, en textos escritos en castellano debe emplearse el topónimo castellano.”

    - El origen político de la exclusión del español en topónimos oficiales

    Entonces, ¿por qué tanta gente se empeña en usar topónimos en gallego al hablar en español? El error tiene su origen en uno de los mayores atropellos legales que hemos sufrido los gallegos en materia lingüística, un atropello cometido con el beneplácito tanto de los nacionalistas como del PSOE y el PP: la exclusión a nivel oficial de los topónimos español de Galicia, como si los gallegos hispanohablantes hablásemos una lengua extranjera. La realidad es que el gallego y el español son lenguas oficiales en Galicia. El
    Estatuto gallego afirma esa cooficialidad, en su Artículo 5.

    Sin embargo, el primer punto ese mismo artículo empieza su redacción con una afirmación que da lugar a muchos equívocos: “La lengua propia de Galicia es el gallego.” Si ese “propia” se pudo interpretar inicialmente como que el gallego es una lengua exclusiva de Galicia -el único territorio en el que es lengua oficial-, al final se ha acabado interpretando como que el gallego es la única lengua adecuada para Galicia, dando lugar a una interminable lista de medidas para excluir y discriminar a la otra lengua oficial, el español, en las instituciones públicas.

    - La mentira de que el español es una lengua invasora en Galicia

    En la toponimia, esta situación se ha plasmado en el señalamiento de todos aquellos que usan topónimos en español, tachados como deturpados, es decir, manchados o afeados. Buena parte de nuestra clase política se ha instalado en la mentira histórica de que si la lengua propia de Galicia es el gallego, entonces el español es una lengua invasora, y todo lo que se ha escrito en español en Galicia es fruto de una invasión. La tontería más habitual es que los topónimos en español fueron impuestos por Franco, al que algunos nacionalistas llegan a culpar del hecho de que en Galicia se hable el español, idioma que venía usándose en la región desde muchos siglos atrás.

    - El origen de los topónimos La Coruña, Orense, Sangenjo y Bayona

    Veamos ahora el origen de los cuatro topónimos que pongo en el título de esta entrada:


    • La Coruña. El nombre de la capital herculina ha estado rodeado de polémica durante muchos años porque el entonces alcalde socialista Francisco Vázquez tuvo la valentía de defender su forma en español frente al afán de los nacionalistas y del gobierno regional del PP por hacerlo desaparecer. Un grupo nacionalista incluso intentó convertir en delito el uso del topónimo en español, un disparate totalitario rechazado por la Justicia. En fecha más reciente, algunos indocumentados incluso lo han tachado de topónimo “franquista”. La Carta Puebla concedida a la localidad en 1208 por el Rey Alfonso IX de León estaba en latín, por lo que no incluía el artículo de la discordia: “iuxta Turrim de Faro in loco qui dicitur Crunia”. El primer uso de la versión en gallego del que se tiene constancia es de 1257, y el primer uso documentado de la versión “La Crunia” es de 1262. La Ley 2/1998, por la que se suprimió en topónimo en español a nivel oficial, señaló que la forma en gallego aparece “en documentos que datan del siglo XIII, lo que supone un claro refrendo a la argumentación de que aquéllas responden a una realidad lingüística, histórica e incluso tradicional.” La ley obvió por completo que la versión en español era de la misma época, para eliminarla sin más. Es decir, que se eliminó un topónimo con 736 años de historia porque se consideró más legítimo dejar solamente el que tenía 741. Un disparate que debemos a una iniciativa del gobierno de José María Aznar, por cierto.






    • Sangenjo. A menudo los nacionalistas dicen que lo correcto en español sería decir “San Ginés”, pues es el origen del topónimo. El caso es que el topónimo de esta localidad, tanto en español como en gallego, procede de la forma latina del nombre del santo: Sanctus Genesius. Su forma medieval era “Sanctu Geneciu”, según apunta Cogitaciones de Breo. De ahí evolucionó a sus formas actuales, adaptándose fonéticamente de formas distintas al español y al gallego. La diferente pronunciación y grafía se debe, en buena medida, a que la equis tenía una pronunciación parecida en el castellano y en el gallego de la Edad Media, pero en el español fue evolucionando hacia los sonidos actuales de la ge y de la jota (de ahí que palabras como México o Quixote se digan hoy Méjico y Quijote). En la base de datos del INE nos encontramos con que en los censos de 1842, 1857 y 1860 la localidad figuraba como “Sanjenjo”, y en los hechos desde 1877 a 1981 como “Sangenjo”. Se trata, en total, de una decena de censos hechos antes del franquismo, que recogen una forma del topónimo que, insisto, tiene origen medieval.





    Usar los topónimos en español no es ilegal


    Por supuesto, que los citados topónimos hayan perdido su oficialidad no significa que ya no existan, ni que sea ilegal usarlos. La idea de su ilegalidad es habitualmente manejada por el nacionalismo en un burdo intento de criminalizar el uso de esos topónimos. Obvia decir que usarlos es tan legal como decir “Xetafe” o “Castela e León” cuando se habla en gallego, a pesar de que esos topónimos no se correspondan con los oficiales.

    Al hablar español se dice La Coruña, Orense, Sangenjo y Bayona: aquí te explico el porqué
    Última edición por ALACRAN; 11/09/2019 a las 23:37
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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    Re: La nueva ingeniería toponímica antiespañola, al servicio del separatismo

    Topónimos 'ilegales' o 'deturpados', imposiciones franquistas en el s.XIII...

    @ElentirVigo Vie 25·7·2014 · 7:12 19

    La Isla de la Toja “no existe” y ese topónimo es “ilegal”. Con estas chorradas se despachaba hace unos días un diario nacionalista gallego, por el mero hecho de que ese topónimo en español no es el oficial de dicha isla. Paradójicamente, el diario se llama “Sermos Galiza”, a pesar de que el nombre oficial de esta comunidad es “Galicia”.

    Esto es una muestra de las tonterías nacionalistas sobre la toponimia gallega. Aquí las más habituales.


    1ª Tontería; "Los topónimos no oficiales son “ilegales”.
    Es la tontería más habitual. Según esa afirmación, todo el que utilice un topónimo distinto del oficial está haciendo algo ilegal. Esta tontería se suele usar en aplicación de la ley del embudo: ya he señalado el caso de “Galiza”, nombre no oficial de Galicia que usan los mismos que tachan de “ilegal” decir La Coruña o Bayona, por ejemplo. Cualquiera con un mínimo de sentido común debería saberlo, pero como ese sentido es cada vez más escaso, hay que recordarlo: que un topónimo sea oficial no convierte en “ilegales” las demás formas de denominar un lugar, ni tampoco su uso.

    La Real Academia Española lo deja muy claro en su Diccionario panhispánico de dudas. Veamos, por ejemplo, lo que señala para La Coruña: “Nombre tradicional en lengua castellana de la provincia y ciudad de Galicia cuyo nombre en gallego es A Coruña. Salvo en textos oficiales, donde es preceptivo usar el topónimo gallego como único nombre oficial aprobado por las Cortes españolas, en textos escritos en castellano debe emplearse el topónimo castellano. El gentilicio es coruñés.” Lo mismo dice la RAE para el caso de Orense. Por eso me resulta gracioso ver a madrileños esforzándose en decir “A Coruña” cuando hablan en español. Por cierto: en gallego se dice “Xetafe” y no Getafe, a pesar de que el nombre oficial de esa localidad es con G y no con X. Los mismos que consideran “ilegal” decir La Coruña no se aplican el cuento cuando dicen Xetafe, Cartaxena o Castela e León en cualquier texto o conversación en gallego.


    2ª Tontería: "La Toja, Bayona y La Coruña no existen. Existen A Toxa, Baiona y A Coruña".
    Esta tontería es una variante de la anterior. Básicamente, consiste en confundir los deseos con la realidad, el vicio en el que caen la mayoría de los fanáticos. Según esta tontería, cuando hablamos en gallego y decimos Xetafe, Cartaxena o Castela e León nos estamos refiriendo a lugares inexistentes, por el mero hecho de que esos topónimos en gallego no coinciden con los topónimos oficiales. Siguiendo la misma tontería, sería absurdo que un hispanohablante o un gallegohablante viajasen a Munich, Londres, Colonia o Viena, ya que tales ciudades no existen: existen München, London, Köln y Wien. Hay territorios bilingües donde actúan con más sensatez que aquí, desde luego. La República de Irlanda, por ejemplo, tiene como denominaciones oficiales la de Republic of Ireland, en inglés, y Poblacht na hÉireann, en gaélico irlandés. Este idioma apenas se habla en la capital del país, pero ningún irlandés que no se haya pasado bebiendo pintas de Guinness te dirá que Baile Átha Cliath no existe, o que no existe Dublin, ya que son las dos formas que tienen de referirse a la misma ciudad.

    3ª Tontería: "Los topónimos de Galicia han de estar en la “lengua propia de Galicia”.
    Ésta es una tontería que tiene su origen, todo hay que decirlo, en una interpretación torticera del Artículo 5.1 del Estatuto de Galicia: “La lengua propia de Galicia es el gallego.” Una afirmación que resulta difícil de entender, pues las lenguas propias de una comunidad son, por lógica, las que han venido hablando sus habitantes durante generaciones. Otra cosa es que el Estatuto quisiera señalar la obviedad de que el gallego sólo se da en Galicia. No parece que la clase política gallega -incluido el PP- coincidiese con esa interpretación, a la vista de que ha dado por sentado que eso significa que el gallego es la única lengua que deberían hablar los gallegos, mientras que el español es una lengua extraña y que, por tanto, debe ser erradicada de la toponimia, a pesar de que sea la lengua materna y de uso habitual de la mitad de los gallegos.

    Este atropello no lo hicieron peligrosos nacionalistas: lo hizo Alianza Popular en 1983. Esta lectura excluyente ha llegado a dejar sin efecto, en muchos ámbitos, lo que afirma el Artículo 5.2 del Estatuto: “Los idiomas gallego y castellano son oficiales en Galicia y todos tienen el derecho de conocerlos y usarlos.” Y también lo que dice el Artículo 5.4: Nadie podrá ser discriminado por razón de la lengua. Sin embargo, los propios poderes públicos son los que imponen esa discriminación al establecer que la única toponimia oficial es la que está en una de las dos lenguas oficiales de Galicia. El PP aceptó este absurdo en Galicia, y sin embargo lo rechazó en el País Vasco. ¿Por qué? ¿Es legítimo decir Vizcaya y no lo es decir La Coruña, acaso? ¿Por qué sólo ha de ser oficial el topónimo que usa una mitad de los gallegos, y no el que usa la otra mitad? ¿Es que los hispanohablantes no pagamos impuestos? ¿Es que no tenemos los mismos derechos?

    4ª Tontería: "Los topónimos en español de Galicia fueron impuestos por el franquismo".
    Ésta es una de las tonterías más cómicas que repiten como loros muchos nacionalistas. Como en tantas otras cosas, lo dicen con total ignorancia o desprecio de la historia. A modo de ejemplo, el nombre de Bayona se escribió por primera vez en la concesión de la carta-puebla a esa villa en 7 de mayo de 1201 por parte del rey Alfonso IX de León. Por si algún mal informado piensa otra cosa, Franco aún no había nacido en el siglo XIII y la citada carta-puebla no estaba en castellano, sino en latín: “Et impono eidem villae de novo nomen Bayona”, firmó el citado rey leonés. Así pues, tenemos un curioso caso: Bayona fue el nombre de dicha villa durante 782 años hasta que el partido de Fraga, exministro de Franco, decidió cargárselo. ¿Me puede repetir lo de las imposiciones franquistas, por favor?

    Obvia decir que la población hispanohablante de Galicia no ha salido de la nada, ni surgió por causa del franquismo. En Galicia muchos gallegos hablamos en español porque es nuestra lengua materna y, para más señas, porque nos da la real gana. Lo más parecido a una dictadura son ciertos políticos que, precisamente, quieren erradicar de Galicia una determinada lengua porque no les agrada.

    5ª Tontería: "Todos los topónimos gallegos estaban originalmente en gallego".
    Es una memez que se dice muy a menudo e incluso se repite en muchas escuelas como si fuese un dogma. Un dogma que da por hecho que históricamente en Galicia sólo se hablaba en gallego. La realidad es muy distinta. La presencia del español en Galicia data de hace cientos de años. Ya hemos visto el caso de Bayona. En el caso de La Coruña, los más antiguos documentos con los topónimos A Crunia y La Crunia son de mediados del siglo XIII. Obviamente, cada una de las comunidades lingüísticas de Galicia tenía sus propia formas de denominar a ciertos lugares: en muchos casos ambas formas coincidían, y en otros no, por motivos fonéticos o de cualquier otra índole. Es lo normal en un territorio en el que conviven dos o más lenguas. En el caso de Galicia incluso pervivieron topónimos latinos anteriores a la existencia del gallego y el español: el caso más conocido es el de Finisterre, que el afán “normalizador” de nuestros políticos debió considerar mucho menos genuino que el gallego Fisterra a pesar de ser anterior a éste.

    Basándose en esta tontería número 4, los nacionalistas suelen usar la palabra “deturpado” (afeado) para calificar todo topónimo que no esté en gallego. Pero ¿qué es Vigo sino una forma deturpada del topónimo latino Vicus? ¿Y qué decir de Betanzos, deturpada versión de Flavium Brigantium, o Lugo, deturpada variante de Lucus Augusti? ¿Acaso Finisterre era una forma deturpada de Fisterra, o Bayona una forma deturpada de Baiona, cuando Finisterre y Bayona son anteriores a sus respectivos topónimos en gallego? Por otra parte, ¿qué derecho tienen ciertos políticos a cargarse de un plumazo, por razones puramente políticas, los topónimos en español que venían usando muchos gallegos durante siglos? ¿No tenemos tanto derecho como los demás a denominar en nuestra lengua los lugares en los que vivimos? ¿Por qué en una comunidad bilingüe se nos impone una toponimia monolingüe a golpe de ley?

    6ª Tontería: "Si los topónimos españoles de Galicia fuesen legítimos, deberían traducir los topónimos gallegos: Puentearenas o El Puerrecito, por ejemplo, en vez de Puenteareas o Porriño.
    Es una de las tonterías que más repiten los nacionalistas y otros que no lo son pero se han tragado sus patrañas sin rechistar. Según esa falacia, la formación de los topónimos se produce exclusivamente por traducción. No es cierto. Existen diversas formas por las que surge el nombre de un lugar. Muy frecuente es la adaptación fonética de un topónimo en otra lengua. Tomemos un ejemplo que acabamos de ver: el topónimo latino Finisterre -que es como se pronunciaba Finisterrae– en gallego no se dice Finterra, sino Fisterra. De igual forma, no he visto a ningún gallegohablante diciendo Terraxeo en vez de Islandia, Lagoanegra en vez de Dublín, Capital do Norte en vez de Pekín o Terraverde en vez de Groenlandia. Extrañamente, hasta ahora no he oído a ningún nacionalista diciendo Campoestrela en vez de Compostela, que no deja de ser una forma deturpada (je) del Campus Estrelae, o Campo de la Estrella, original.

    7ª Tontería: "Usar los topónimos en español es una agresión a nuestro patrimonio toponímico"
    Esta burrada se puede leer desde hace una semana en la web de A Mesa pola Normalización Lingüística, organización conocida por su fanático apoyo a las políticas de imposición lingüística. Esta séptima tontería es toda una expresión de intolerancia hacia las demás lenguas. Hasta ahora no he conocido a ningún español que se ofenda porque un inglés se refiera a su nación como Spain. Tampoco he visto a ningún británico ofenderse porque un francés llame Royaume-Uni o un español llame Reino Unido a lo que oficialmente se denomina United Kingdom of Great Britain and Northern Ireland. De hecho, cabe preguntarse: ¿cometemos una agresión contra el patrimonio toponímico castellano cuando hablando en gallego decimos Castela en vez de Castilla?

    Ciertamente, he hablado más arriba de intolerancia hacia las demás lenguas, pero más bien debería hablar de intolerancia al español. Hasta ahora no he visto a la Mesa montando un pollo por el hecho de que en francés se refieran a la capital de Galicia con el exónimo Saint-Jacques-de-Compostelle, y digan La Corogne y no A Coruña para referirse a la hermosa ciudad de la Torre de Hércules.

    8ª Tontería: "Los topónimos deben usarse en gallego para proteger nuestro patrimonio lingüístico".
    Lo he escuchado alguna vez. Obvia decir que me parece muy respetable que se conserven los topónimos en gallego, pero ¿acaso topónimos como Bayona, La Coruña o Finisterre no forman parte de nuestro patrimonio? Ya hemos visto como la denominación otorgada mediante carta-puebla a la antigua Erizana tiene ya 813 años de historia. En el caso de Finisterre hablamos de un topónimo que en su versión española, al menos, ha conservado casi intacta su forma latina. Y también hemos visto como en el caso de La Coruña, la forma española tiene tantos siglos como la gallega. ¿Lo que nos quieren decir es que el patrimonio lingüístico en gallego hay que protegerlo, y el patrimonio en español hay que cargárselo? ¿Por qué? ¿Simplemente porque no les gusta a los nacionalistas excluyentes y a sus imitadores de la derecha y la izquierda? Si es usted mandamás del PP, del PSOE o del BNG y no le gusta decir “La Coruña”, pues no lo diga, pero respete que muchos gallegos queramos llamarla así y no nos imponga, a nivel oficial, el uso de una versión en gallego que resulta incongruente con la pronunciación del español.

    “La Toja no existe” y otras tonterías muy habituales sobre los topónimos de Galicia
    Última edición por ALACRAN; 11/09/2019 a las 19:12
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  8. #8
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    Re: La nueva ingeniería toponímica antiespañola, al servicio del separatismo

    En el caso del catalán tenemos igualmente ejemplos para dar y regalar. Desde siempre hubo ciudades y pueblos con el nombre o bien en castellano o en catalán, hasta que un día decidieron catalanizar nombres que nunca se habían dicho en catalán, o bien se rizó el rizo y se catalanizaron a la fuerza más todavía, como Hospitalet de Llobregat (que se decía Hospitalet, no hospitalito) o San Sadurní de Noya, que pasó a llamarse Sant Sadurní d'Anoia (que nunca se llamó San Saturnino). San Juan Despí (que ya se llamaba así, y no San Juan del Pino) pasó a escribirse Sant Joan Despí. Localidades con nombres como Sabadell, Vendrell o Martorell siempre se escribieron en castellano con doble l, a pesar de que va contra la lógica fonética y ortográfica de nuestro idioma, precisamente porque así es como se han escrito desde siempre. Cuando de niño viví algún tiempo en Barcelona (donde, por cierto, la gente hablaba catalán con toda normalidad por la calle, y a grito pelado como buenos españoles; para que luego digan que estaba prohibido) e iba con mis padres en verano a la playa de Casteldefels (impronunciable para un andaluz), yo veía el nombre de la vecina localidad de Sitges, y lo pronunciaba tal como lo veía escrito. ¡Con lo fácil que habría sido que en castellano se escribiera Síches! Cuántas localidades tenían el nombre en catalán y sin traducir, como San Cugat del Vallés (en castellano sería San Cucufate). Nadie imponía el uso castellano; se utilizaba el nombre tradicional de la población, y lo mismo sucedía con las calles de Barcelona: se alternaban los nombres en catalán o en castellano, dependiendo de la denominación tradicional de la calle. Después de la debacle toponímica, más de una vez me pregunté a qué barrio de Barcelona se referían cuando hablaban del Eixample, hasta que caí en la cuenta de que no era sino el Ensanche de toda la vida. Lo mismo que cuando de niño veía a Peret por la tele y me preguntaba por qué se llamaba Peret y no Pérez, hasta que algún tiempo después me enteré de que así es como se dice Pedrito en catalán. Normal. Así es como lo llamaban en su casa y en su barrio.

    Ahora vemos a locutores esnobs que en los telediarios y otros programas de la mismísima TVE pronuncian absurdamente palabras catalanas, como Ulot por Olot, aunque se escriba con o, o abren excesivamente la e y sonorizan más de la cuenta la ese al pronunciar Manresa, para que se vea lo bien que hablan el catalán, aunque el resto de la frase lo digan sin acento catalán. Una total falta de naturalidad.

    Y todo esto por pura política, sin que lo haya pedido el clamor popular. Puro victimismo, se las dan de víctimas, de perseguidos, para que les hagan más concesiones.
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  9. #9
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    Re: La nueva ingeniería toponímica antiespañola, al servicio del separatismo

    Aunque este artículo no va exactamente de toponimia sino de onomástica, expone el mismo problema y la situación.



    El divino euskera


    En el siglo XVIII hubo algún autor que llegó a afirmar que el vascuence fue la lengua hablada por Adán y Eva en el Paraíso. Hoy no creemos que haya nadie que se preste a tal afirmación. Pero se están comportando como si el vascuence fuera una lengua de categoría superior a las demás. Veamos algunos ejemplos.

    Han conseguido que, hablando castellano, se la denomine “euskera”, que es el término con que la designa su propio idioma. Cuando hablamos del alemán no decimos “deutsch”. Ni al francés lo llamamos “français” o al inglés “english”. Pero el euskera es distinto, piensan los que tal propugnan.

    Dado que la escritura vino con el latín, los apellidos vascos se han escrito con la grafía latina según las leyes fonéticas del latín o el romance que le sucedió. Las normas de ortografía del vascuence se empezaron a dictar a finales del siglo XIX. Y se han modificado posteriormente en distintas ocasiones. Creemos que todavía anda la academia modificando normas.

    En la lengua castellana, la norma es que los apellidos no siguen las prescripciones de la ortografía, sino que se han de escribir como lo viene haciendo la familia. Y es que esos apellidos se escribieron así antes de que entrasen en uso las normas de ortografía vigentes. Así, en estas mismas páginas, aparece un Quadra Salcedo. Lo mismo ocurre en francés y en alemán. En el primer idioma, se usa la “s”, en apellidos, que corresponden a palabras que hoy llevan acento circunflejo (^). Nuestro profesor de alemán se indignaba cuando veía escrito Göthe, en vez de Goethe, que es como el poeta alemán firmaba.

    Hube de dirigirme al Museo de Zumalacárregui de Ormaiztegui. Y fue inevitable que justificara que escribo el apellido del ilustre General como lo hago, porque él mismo firmaba así. El responsable del establecimiento me contestó indicándome la fecha en que se había decidido cómo hay que escribir los apellidos.

    ¡Asombroso! ¡En la era de la libertad nos dicen hasta cómo tenemos que escribir!

    Hace unos pocos años, me decía un amigo de la niñez que su apellido había cambiado. Que ya no se escribía con “x”, sino con “s”. Y que no terminaba en “i” sino en “e”. No me precisó la fuente de los cambios. Pero me maravilló cómo la lealtad a unas siglas políticas impone a unas personas cambios en la grafía de su apellido.

    Es cierto que don Resurrección M.ª. de Azkue, cambió la grafía de su apellido ajustándola a las nuevas (en aquellos momentos) normas. Pero el escolapio P. Mocoroa, que también se ocupó del cultivo literario del vascuence, firmaba tal y como lo hemos escritos. Aclaraba que lo hacía “por respeto a mi padre”.

    Por respeto a los padres, o a las familias, es por lo que al principio hemos indicado, las reglas de ortografía no rigen en los apellidos en ningún idioma.

    ¡Pero en el euskera no es así! ¡El euskera goza de una categoría superior a todos los idiomas!

    Lo sucedido en nuestra tierra con la grafía de los apellidos vascos es el resultado de dos realidades. Por un lado, la ya apuntada de la sobrevaloración del vascuence. Por otro, de la minusvaloración de la familia y de la persona.

    Pero lo gordo del caso es que las normas ortográficas del vascuence no son nada permanente. Desde que nos iniciamos en su estudio nos las han cambiado una media docena de veces. Mis parientes “Hornes”, suprimieron la “h” del apellido, cuando en los escritos vizcaínos no aparecía tal letra. Pero posteriormente se introdujo y la vemos incluida en apellidos que nunca la usaron.

    Insisten los libros proféticos de la Biblia en que los dioses falsos son imágenes que los mismos hombres fabrican y luego se postran ante ellas. Los profetas que lo denuncian se detienen en el absurdo que ello supone.

    Así vemos que las normas ortográficas son dadas por los mismos estudiosos. Y luego las imponen a las familias, pisoteando el respeto a los padres. Una forma más de la idolatría en que caen los hombres cuando se apartan de Dios.


    https://www.ahorainformacion.es/blog/el-divino-euskera/
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  10. #10
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    Re: La nueva ingeniería toponímica antiespañola, al servicio del separatismo

    Cita Iniciado por Hyeronimus Ver mensaje
    Ahora vemos a locutores esnobs que en los telediarios y otros programas de la mismísima TVE pronuncian absurdamente palabras catalanas, como Ulot por Olot, aunque se escriba con o, o abren excesivamente la e y sonorizan más de la cuenta la ese al pronunciar Manresa, para que se vea lo bien que hablan el catalán, aunque el resto de la frase lo digan sin acento catalán. Una total falta de naturalidad.

    Y todo esto por pura política, sin que lo haya pedido el clamor popular. Puro victimismo, se las dan de víctimas, de perseguidos, para que les hagan más concesiones.
    Sobre los presentadores, locutores y demás paniaguados de las televisiones (sobre todo de las públicas) no me extrañaría nada que les obligasen a pasar pruebas de lectura regionalista o cursos acelerados de catalán o gallego para cuando haya que decir: mosus, Ulot, Chirona, Cheneralitat, cunseller, y hasta con el acentillo ese.
    Lo que siempre me extraña que todo el mundo pronuncie Barzelona y no Barsalona, como debiera ser la cosa.
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  11. #11
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    Re: La nueva ingeniería toponímica antiespañola, al servicio del separatismo

    Desde 2011 también pasaron a ser oficiales y obligatorias para toda España los nombres totalmente kabernikolas de Bizkaia Gipuzkoa y Araba, al gusto kultural del PNV (porqué no PNB??)

    La sensacional razón fue tener que pasar por el aro el PSOE ante el chantaje del PNV para lograr apoyo a los últimos presupuestos de Zapatero.

    Estos demenciales contubernios, a costa de la más mínima dignidad de un país, las cuenta uno en el extranjero y no creen que tal vileza pueda ser posible.

    “Lo que vale para Galicia o Cataluña, vale para el País Vasco”

    Entre los principales argumentos que el PNV ha esgrimido para defender la propuesta, destaca el de que el euskera es “la lengua propia” del País Vasco. El PSOE, por su parte, ha defendido la “normalidad” de la medida.
    Gaspar Llamazares, en nombre de ERC-IU-ICV, ha asegurado que “lo que vale para Galicia o Cataluña, vale para el País Vasco”, y CiU ha considerado que la proposición de ley es “un avance” en el reconocimiento del plurilingüismo.

    Algunos intelectuales, como Gregorio Salvador (miembro de la RAE), Fernando García de Cortázar (catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Deusto), Francisco Rodríguez Adrados (miembro de la RAE), o Luis Suárez (miembro de la Real Academia de la Historia), han mostrado su disconformidad con la decisión del Congreso.

    Vizcaya será oficialmente Bizkaia; y Guipúzcoa, Gipuzkoa « La Voz de Barcelona

    Última edición por ALACRAN; 15/09/2019 a las 12:53
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  12. #12
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    Re: La nueva ingeniería toponímica antiespañola, al servicio del separatismo


    ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO

    Vizcaya no es Biscaia
    EL primer escándalo del veraneo ha sido el mangazo de residencia ministerial gratis total que pegó la ministra Leire Pajín, con su biquini, en una playa insular de este Reino que no saben ustedes el trabajito que me costó encontrar en el mapa: en Maó. ¿Saben ustedes lo que era Maó? Pues Maó era el Mahón de toda la vida; el de la salsa mahonesa a la que pusieron de mote mayonesa; el de la tela fuerte de algodón con la que se hacían las camisas azules los falangistas y los monos azules los milicianos para esa guerra civil de la que menudo chaparrón conmemorativo-manipulador nos espera el próximo lunes, LXXV aniversario del Alzamiento.

    Maó, escrito así en castellano, no es otra cosa que Mahón con falta de ortografía. Que por lo visto es lo más políticamente correcto y progresista: escribir los topónimos en las otras lenguas peninsulares, aun cuando se exprese uno en español. Pero las faltas de ortografía en castellano con los topónimos baleáricos se ponen voluntariamente para ser más modernos, mientras que para las Vascongadas son ya obligatorias. El que te obliga a ponerlas desde el pasado día 6 de julio es nada menos que Su Majestad el Rey (que Dios guarde).

    En el Boletín Oficial del Estado de esa fecha se publica la ley 19/2011, que promulga el Rey con la preciosa rúbrica de reglamento: «Juan Carlos I, Rey de España, a todos los que la presente vieren y entendieren. Sabed: que las Cortes Generales han aprobado y Yo vengo en sancionar la siguiente ley». Y la siguiente ley es que aun cuando se escriba en español y en zonas gloriosamente castellanoparlantes, los topónimos de las provincias vascongadas hay que escribirlos en vascuence, ¡toma ya!, con grave quebranto de nuestra gramática y ante el clamoroso silencio de la Real Academia Española, callada como una hetaira. El arranque del preámbulo de la ley se las trae: «El Estatuto de Autonomía de Gernika...» Y yo, que gracias a Dios no sé vascuence (ni Dios lo permita), cojo y leo «Jernica». Pero resulta que no, que el Jernica de estos jernícalos se refiere a Guernica.

    Y ya, todo así, ordenando el hocicamiento general del castellano ante el vascuence, para terminar disponiendo que de Álava, nada, monada: que tienes que escribir Araba (sin acento, aunque voz esdrújula), lo que es la caraba o la cáraba. Y Guipúzcoa tampoco: lo obligatorio en toda España es Gipuzkoa, también sin acento: que como yo no sé vascuence, leo como «Jipúzcoa». Y por orden real se acabó Vizcaya, que ahora es Bizcaia, con be de... Sí, de burro. Lo siento, pero burro, como Vizcaya en vascuence, se escribe con be.

    Y al final de esta parte dispositiva, Su Majestad da la media verónica habitual en todas las leyes: «Mando a todos los españoles, autoridades y particulares, que guarden y hagan guardar esta ley». ¡Esto es lo más grande, el Rey mandándonos escribir obligatoriamente en castellano con faltas de ortografía! Pues mire, Señor: servidor no piensa guardar ni hacer guardar esa ley contra la lengua castellana, porque como ve V.M., estoy invitando a mis lectores a tomársela a pitorreo. No por nada, sino porque otra ley superior, la Constitución, que también sancionó V.M., dice en su artículo 3º: «El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla». Y según ese deber constitucional, Guipúzcoa se escribe Guipúzcoa, Vizcaya se escribe Vizcaya, y Álava se escribe Álava, digan lo que digan los amiguitos de Bildu y de lo que no es Bildu.

    https://www.abc.es/20110713/opinion-...-20110713.html
    Última edición por ALACRAN; 15/09/2019 a las 12:49
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  13. #13
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    Re: La nueva ingeniería toponímica antiespañola, al servicio del separatismo

    No a Gipuzkoa, Araba y Bizkaia
    Historiadores, filólogos y miembros de la Real Academia Española y de la Real Academia de la Historia se pronuncian en contra de que se cambie el nombre de las provincias vascas:

    Gregorio Salvador
    Miembro de la Real Academia Española

    «La lengua no se dispone con leyes políticas. Es como si, por un acuerdo con Gran Bretaña, se dijera que ahora vamos a llamar London a Londres. Pues esto es lo mismo. Es una cosa tan disparatada... Pero lo que resulta más indignante es que un presidente de Gobierno se dedique a hacer estos cambios por intereses partidistas. Me ha consternado. Es una transacción. Un regalo, una propina para que no le fallen. Causa una gran indignación. La gente terminará pronunciando mal los nombres. Me acuerdo de Gerona. Ahora es Girona. Pero un episodio nacional de Pérez Galdós lleva en el título Gerona».

    Fernando García de Cortázar
    Catedrático y Premio Nacional de Historia
    «Me parece una barbaridad que el interés sectario del PSOE y del PNV llegue hasta la modificación del nombre de las cosas y el de las provincias vascas. Hechos como éste tienen gravísimas consecuencias en la percepción negativa que tienen los ciudadanos de la política y en la quiebra de la confianza de los ciudadanos en sus gobernantes, manifestada en el aumento de la abstención electoral. Por supuesto no les hemos concedido a nuestros políticos facultad alguna para que cambien las reglas de la ortografía española ni para que introduzcan en el idioma de todos sonidos privativos de nuestras lenguas regionales.Pero ya lo han venido haciendo con topónimos catalanes o gallegos admitidos sólo en su versión autóctona sin permitir el uso de la versión española, más extendida. Estaría bien que la RAE tomara cartas en el asunto y atajara estas barbaridades lingüísticas».

    Francisco R. Adrados
    Miembro de la Real Academia Española

    «Espero que Rajoy lo anule al día siguiente si en el futuro llega al poder. Por unos pocos votos para el presidente de Gobierno, estas personas son capaces de cambiar de nombre a todo. Qué democracia es ésta en que nos imponen algo unos señores que, además, están minoría en los pueblos que gobiernan. No existe ninguna justificación histórica ni filológica. Es algo que decide Zapatero. Supongo que habrá muchos socialistas que no estarán de acuerdo. Es algo que resulta irracional y que es hasta antivasco. Estamos pagando un precio muy alto para que esta persona esté durante un año más en el poder».

    Luis Suárez
    Miembro de la Real Academia de la Historia

    «No existe ninguna justificación histórica ni lingüística. No hay ningún documento medieval ni contemporáneo que pueda respaldar este cambio. Lo que existe ahí es algo más profundo que no nos quieren explicar bien. Un pacto que se va a saldar con un precio muy alto. Me parece un disparate. Es lamentable. Cuando Europa cada vez está más unida, aquí España está cada vez más dividida. Todo ésto son cosas que se van inventando. Lo que ocurre es que pocas personas saben que el fuero de Bilbao está escrito en castellano, y no en vasco, por ejemplo. Este es un país que se está hundiendo culturalmente».


    https://www.larazon.es/historico/261...A_RAZON_335139
    Última edición por ALACRAN; 15/09/2019 a las 13:04
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  14. #14
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    Re: La nueva ingeniería toponímica antiespañola, al servicio del separatismo

    Esto pasaba hace casi un año. No es broma, a los analfabestias podemitas les encanta jugar a las lenguas cuando es en plan paleto, como el caso del ayuntamiento de "Uesca". Esa kultureta cazurra y pueblerina ("zarrau" por cerrado, "ziudat", "bienvenius" y similares ) les enfervoriza ya que les debe parecer el summum del "progreso". Eso sí, la de amiguetes que pueden haber "colocau" a costa del "tinglau" ese de las "llinguas"
    Por supuesto, sin ningún sentido del ridículo.

    ¿Sabe acaso este atajo de alcornoques en qué lengua escribieron los aragoneses Gracián o los hermanos Argensola en el Siglo de Oro? Pero no; esta gente es la heredera del analfabetismo de "progreso".

    Por cierto, dentro de poco si nadie lo remedia veremos también ser nombres oficiales Uvieu y Xixon ("pronunciao" Chichón o algo así) en asturiano. Y luego tocará con el cántabru, etc.

    Qué vergüenza y qué asco.

    En España ya no cabe un tonto más: El Ayuntamiento socialpodemita de ‘Uesca’ utiliza el «idioma» aragonés para dar la bienvenida a los visitantes

    11/10/2018

    aragonesbienvenidaidiomasocialpodemitauescavisitantes


    Éramos pocos y ahora también en fabla (una estrafalaria deformación del español utilizada por grupúsculos separatistas aragoneses) El falso identitarismo es sobre todo una fuente de ingresos para los que no saben cómo ganarse la vida legítimamente. Los propios dirigentes socialistas y podemitas que promueven la declaración del fabla como lengua cooficial en Aragón no saben el coste que representará para las arcas de todos los españoles. Pero no está la cosa como para perder el tiempo en technicalities.

    En este tipo de barbaridad hay mucho dinero que ganar legalmente. Desde luego no legítimamente, pero eso da igual. A nadie le meterán en la cárcel por intoxicar a niños con una llingua que no sirve más que para comunicarte con quien ya tienes un idioma universal en el que hablar sin peligro de perder algún matiz de la conversación que, desde luego, no encontrarás hablando el fabla.

    El Ayuntamiento de Huesca, gobernado en coalición por el PSOE en coalición con la marca podemita Aragón Sí Puede, ha comenzado la instalación de carteles en español y en la conocida como fabla, un dialecto típico de los valles del norte de Aragón y que el socialista Luis Felipe y su exiguo equipo de gobierno pretenden elevar a la categoría de lengua cooficial en la ciudad.

    ‘Bienvenius-Bienvenidos Uesca’. Desde este miércoles, la ciudad de Huesca recibe a sus visitantes también en aragonés, además de en castellano. El Ayuntamiento ha colocado tres carteles en sendas entradas al casco urbano con un mensaje que indica que la capital oscense es bilingüe, informa Heraldo.

    Son los primeros paneles informativos con rotulación municipal, explicó Mary Romero, concejala de Lengua Aragonesa. «Queremos hacer un guiño a quienes hablan aragonés, y también están en castellano para indicar que ninguna de las dos lenguas es excluyente», apuntó. La ciudad se suma así a las iniciativas de poblaciones como Loarre o Almudévar.

    Los carteles se han colocado en las avenidas Martínez de Velasco y Doctor Artero y en el paseo Ramón y Cajal. Su instalación da continuidad a las campañas realizadas con los letreros de abierto y cerrado para los comercios y bares, el programa y los carteles de las Fiestas de San Lorenzo en ambas lenguas y el premio Pedro Lafuente, que alcanza su tercera edición y concede galardones en tres categorías.

    El coste de los tres carteles es de 2.334 €, con cargo al convenio que el Ayuntamiento tiene con la Comarca de la Hoya de Huesca.

    El grupo del PP manifestó que «Huesca no es bilingüe y nadie utiliza la fabla para las relaciones sociales», apuntó el portavoz popular Gerardo Oliván. «Ninguna ciudad donde se hablan varias lenguas lo anuncia, salvo en este caso, que es ficticio», añadió.


    Luego llegará lo del nombre oficial único para toda España como sucedió con "Girona", "Lleida", "Ourense" etc; ¿cuál elegir Huesca o "Uesca"?
    Pues ya lo sabemos: cuando hay un conflicto entre el nombre de siempre y el pueblerino, se prefiere el pueblerino, que es progre, "ha estado perseguido", y además hay precedentes en Galicia, Cataluña: así que el nombre único de Huesca y provincia será "Uesca" inexorablemente. Escribir "Huesca" será ilegal.

    Y así sucederá. El PP lo aprobará en su día en las Cortes, como aprobó "Ourense". Al tiempo
    .
    Última edición por ALACRAN; 01/10/2019 a las 21:34

  15. #15
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    Re: La nueva ingeniería toponímica antiespañola, al servicio del separatismo

    Lo anterior sucedió hace un año; pero parece, afortunadamente que ha vuelto la cordura en Huesca tras las municipales. Esperemos que dentro de cuatro años no se vuelva a las andadas.


    Huesca deja de ser «ziudat bilingüe»: deberá retirar los carteles en fabla que plantaron las izquierdas


    PP, Cs y Vox se unen para eliminar los carteles de «Uesca», sin hache, que colocó el Ayuntamiento hace un año

    El Ayuntamiento de Huesca deberá retirar los carteles de «Uesca», sin hace, que lucen en los accesos a la capital altoaragonesa desde hace un año. Es la denominación en fabla que promocionaron las izquierdas desde el gobierno municipal la pasada legislatura.

    El asunto generó polémica local en su momento y, de hecho, algunos de esos carteles aparecieron emborronados en señal de protesta. Ahora, un año después, un acuerdo municipal aprobado por PP, Cs y Vox forzará a retirar esos paneles en los que se lee «Bienevenius a Uesca» y se declara la capital oscense como «ziudat bilingüe».

    «Charramos aragonés» y «hablamos castellano», proclaman igualmente esos carteles, que van firmados por el «Ayuntamiento de Huesca – Conzelo de Uesca». Todo ello a vueltas con una pretendida promoción de las lenguas propias de Aragón –las fablas pirenaicas y el chapurriau de las comarcas limítrofes con Cataluña-, que están reguladas en una Ley de Lenguas autonómica de polémico contenido.


    En el caso de Huesca capital, la controversia surgió de inmediato porque, en esa ciudad, la fabla ni es la lengua natural ni es hablada por una minoría representativa. Un estudio del Seminario Aragonés de Sociolingüística cifraba en un millar las personas familiarizadas con el aragonés (fabla) en Huesca capital, una urbe que supera los 50.000 habitantes.

    Desde el PP subrayan que retirar esos carteles es una cuestión de justicia con la realidad social y lingüística de la capital oscense. «Un cartel oficial debe obedecer a la verdad, y decir en un cartel oficial que Huesca es una ciudad bilingüe no es respetar la verdad», afirma el concejal popular Gerardo Oliván, cuyo grupo ha promovido la moción en la que han coincidido los ediles de Cs y de Vox. Entre estos tres partidos suman mayoría absoluta en el Pleno municipal de Huesca, pero al frente de la Alcaldía sigue el socialista Luis Felipe porque el pasado junio, en la sesión de investidura, un edil del centro-derecha se desmarcó y no apoyó a la candidata del PP, Ana Alós.

    Los polémicos carteles de «Bienevenius a Uesca» se enmarcan en la bandera lingüística que han ondeado diversos sectores de la izquierda aragonesa en los últimos años y que también llegó a Zaragoza capital en la pasada legislatura, cuando la ciudad era gobernada por la franquicia local de Podemos, con el alcalde Pedro Santisteve.

    En abril de 2017, el gobierno municipal de la coalición Podemos-IU decidió proclamar el
    «plurilingüismo» en la capital aragonesa y aprobó cambiar la rotulación de 16 calles de la capital aragonesa, para que sus nombres no solo estuvieran en castellano sino también en fabla, término con el que se identifica al conjunto de hablas de los valles del Pirineo aragonés.

    https://www.abc.es/espana/aragon/abc...7_noticia.html
    Última edición por ALACRAN; 01/10/2019 a las 19:33
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    Re: La nueva ingeniería toponímica antiespañola, al servicio del separatismo

    Quien domine la cultura o el patriotismo cultura terminar dominando el alma del pueblo. Jose Antonio decía que a las naciones las mueven los poetas el problema es que en nuestro bando ya no tenemos poetas desde hace mucho y solo sabemos llorar y denunciar como chivatas y no creamos nada. Si ellos cambian nombres por intereses políticos hagamos nosotros lo mismo. Llamemos a Huesca, BOLSKAN a Granada, ILIBERRY, Barkinon a Barcelona e IKESANKOM KOMBOUTO a Alcala de Henares e ir creado una cultura celtiberista Zaharrak. Recuperar la toponimia antigua e ir creado las bases de un hispanismo celtiberista un nuevo patriotismo cultural, un renacimiento del mundo antiguo Zaharrak que rebusque en la cultura nativa iberocelta (aunque este nombre ya no sería el adecuado).
    Última edición por Litus; 09/04/2020 a las 21:20
    "El nombre de España, que hoy abusivamente aplicamos al reino unido de Castilla, Aragón y Navarra, es un nombre de región, un nombre geografico, y Portugal es y será tierra española, aunque permanezca independiente por edades infinitas; es más, aunque Dios la desgaje del territorio peninsular, y la haga andar errante, como a Délos, en medio de las olas. No es posible romper los lazos de la historia y de la raza, no vuelven atrás los hechos ni se altera el curso de la civilización por divisiones políticas (siquiera eternamente), ni por voluntades humanas.
    Todavía en este siglo ha dicho Almeida-Garret, el poeta portugués por excelencia."Españoles somos y de españoles nos debemos preciar cuantos habitamos la península ibérica" .España y Portugal es tan absurdo como si dijéramos España y Catalunya. A tal extremo nos han traído los que llaman lengua española al castellano e incurren en otras aberraciones por el estilo."
    Marcelino Menéndez Pelayo.

  17. #17
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    Re: La nueva ingeniería toponímica antiespañola, al servicio del separatismo

    «Gerona, Sangenjo o Ibiza no son traducciones: son topónimos históricos en español»

    lunes, 17 de julio de 2023


    Recordant lo que el nacionalisme ens vol fer oblidar.

    Gloria Lago escribe en La Voz de Galicia verdades como himalayas, a propósito de las amenazas y mensajes de odio que recibió con motivo de una valla que decía «Bienvenidos a La Coruña, ciudad que en gallego se llama A Coruña»:





    «Aunque parezca increíble, hay personas convencidas de que dar visibilidad a topónimos gallegos en español, reclamar que compartan oficialidad con los topónimos en lengua gallega, es atentar contra la identidad de un país y, como ese país es el eje de su vida, actúan de esta manera dañina y delictiva. (…)


    La Coruña, Orense, Sangenjo, La Toja, Guipúzcoa, Lérida, Ibiza y tantos otros no son traducciones ni topónimos castellanizados, sino nombres en español, la mayoría de ellos con siglos de Historia; muchos de ellos, más antiguos que el nombre en la otra lengua oficial. (…) Lo más preocupante es que este tipo de manipulación es habitual en las aulas; les mienten a nuestros jóvenes sobre el origen de estas palabras (…)


    Somos el único país donde se ha prohibido que sean oficiales topónimos de una lengua oficial. En España, el césar se ha impuesto a la gramática. Se aprueban leyes autonómicas ridículas que establecen que solo serán oficiales los topónimos en una de sus dos lenguas y el Gobierno central colabora extendiendo la prohibición a toda España. En 1992, gobernando Felipe González, se aprobó la desaparición de Gerona y de Lérida de la vida oficial. En 1998 les tocó el turno a Orense y a La Coruña. Gobernaba Aznar. Zapatero fulminó en el 2011 nombres tan españoles como Guipúzcoa o Vizcaya. Después, lo oficial contagió a los libros, y así, mientras en los textos de los estudiantes gallegos aparecen Xaén o Cidade Real, los niños de Madrid o de Alicante no verán Orense o Lérida en los suyos. (…)


    En realidad, lo que subyace a esta práctica hispanófoba es un intento de ocultación de que el español también es una lengua que históricamente ha tenido presencia en estos lugares«.


    Els topònims en espanyol són senyal de la universalitat dels mateixos, pero ya sabemos que el nacionalismo va de enanizarse en el narcisismo. Y eso lo han hecho González, Aznar y Feijóo. Que cap ideòleg no es minvi la nostra grandesa.
    Dolça i bilingüe Catalunya…





    https://www.dolcacatalunya.com/2023/...os-en-espanol/

  18. #18
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    Re: La nueva ingeniería toponímica antiespañola, al servicio del separatismo

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Por qué decir “Gerona” es tan catalán, o más, que decir “Girona”


    sinnombre
    Mar 25

    En un artículo anterior sobre la el topónimo “Lérida”, ya advertimos que era tan catalán o más que el actual “Lleida”. También avisamos que la lengua castellana apenas influyó en la toponimia catalana, cosa que no ocurrió en aquellas regiones ocupadas por los franceses que rápidamente perdieron su toponimia original. Ciertamente, tras el decreto de Nueva Planta, algunos topónimos usados por la corona eran recurrencias a formas arcaicas de toponimia catalana. Veamos el caso de “Gerona”.

    El topónimo “Gerona” es lo que llamamos la fosilización de una forma que surgió en nuestra tierra muy próxima al étimo latino Gerunda. El término “Gerona” se usó en el catalán medieval, al que se sumó más tardíamente el de “Girona”. El topónimo de “Gerona” se usó con naturalidad en el catalán hasta mediados del siglo XIX. El fenómeno de la “Renaixença”, liquidó el “Gerona” creyéndolo -erróneamente- un término castellano.

    Tras la invasión musulmana, en 785 la ciudad de Gerona se entregó al ejército franco. Se tiene poca información sobre este hecho, pero en el Cronicó de Moissac, se menciona que "Eodem anno Gerundenses homines Gerumdam civitatem Carolo regi tradiderunt" (En los mismos años, los hombres de Gerona entregaron la ciudad al rey Carlos). Durante muchísimo tiempo la referencia toponímica y gentilicia, tuvo como referencia el latín. Por ejemplo, un Epitafio de Servus Dei, obispo de Girona, entre 891 y el 906, en el prebisterio de la Iglesia de Sant Feliu de Girona, dice“gerundensis espiscopus”.


    Los textos latinos carolingios nos hablan de los caminos que van “de Gerunda ad Barchinonam”. En el primer Concilio de Tarragona (año 516) ya se establece la diócesis de “Gerunda”. En la erudita obra colectiva, en varios volúmenes, titulada Catalunya Corolingia, se recogen escritos de cómo al obispado de Gerona, se le llama“territorium Gerundense”.

    En el Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD), si se pregunta sobre el uso de “Gerona”, la respuesta es: “Gerona. Nombre tradicional en lengua castellana de la provincia y ciudad de Cataluña cuyo nombre en catalán es Girona”. Pero esto no es así, pues, como ya hemos dicho, el uso de “Gerona” y “Girona” convivieron durante siglos.

    Pero vayamos al origen, que es lo que nos señala el camino a recorrer. Habitualmente se ha creído que el término latino de Gerunda podría significar “entre el undarius”. Undarius ha derivado en río Oñar (Onyar en el actual catalán) que es el afluente del río Ter que cruza Gerona. Pero, evidentemente, nunca tendremos una conclusión clara. Excepto que “Gerunda fue Gerunda” y no Girunda.

    Una nueva teoría podría satisfacer a los nacionalistas, pero aún así queda la duda. Nos referimos a los que afirman que el término no deriva del latín sino del íbero. Los indigetes, que ocupaban las actuales tierras gerundenses podrían haber usado (es mera especulación) el término “giron” y“ona” que, traducido literalmente del íbero, significaría“edad grande”. Es complicado dilucidar la certeza de esta afirmación, aunque sin lugar a dudas eso permite añadir otra teoría: la de la influencia griega.
    En este caso y en referencia a esa teórica “edad grande”, constataríamos el influjo griego de la palabra “Gerontes”(ancianos o viejos habitantes) como referencia a los ocupantes de esas tierras que ellos empezaban a colonizar desde Ampurias. Pero ello nos devolvería al denostado “Ger” y no al amado, por los nacionalistas, “Gir”; y además nos movemos en especulaciones.

    El uso del término “Girona”, inevitablemente tiene una concomitancia con el exónimo francés aplicado a Gerona. Esto es, cómo usan la toponimia, para ellos extranjera, de Gerona. En lengua francesa durante los siglos se han utilizado diversos términos como Gironne, Girone, Girronne, Giroñe. Por el contrario, son innumerables los registros de lengua catalana de los últimos siglos en los que se usa con naturalidad el término “Gerona”.

    Gironne, ejemplo de exónimo francés para el topónimo de Gerona


    Durante los Austrias (no hay que echarles la culpa siempre a los borbones), en el poema heroico El Bernardo o Victoria de Roncesvalles, de Bernardo de Balbuena, publicado en 1624, aparece indistintamente Girona o Gerona con apenas unas frases de distancia. Jerónimo de Barrionuevo, que publicó sus Avisos entre 1654 y 1658, alterna ambos términos pero prefiere Girona. Por el contrario, Francisco Manuel de Melo, en Historia de los movimientos, separación y guerra de Cataluña (1645), emplea exclusivamente Gerona.

    Un memorial sobre la situación económica del Principado, redactado con motivo de las Cortes de 1626, decía: [...] "No deix de reparar en lo de la ciutat de Gerona ahont se veu lo dia de vuy lo dany tant notable que causa esta moneda: perque sent esta ciutat després de Barcelona, la més poblada, més rica de gent y de grans faldas, per hont era abundantíssima y barata, la tenen los menuts en gran apreto y molt empeñada".

    Josep Ullastra, autor de la Grammatica cathalána(manuscrita hacia 1753) “per a correctamént parlár i escriurer... la llengua cathalána”, decía de sí mismo que era ”oriúndo de la vila de Bañolas, del bisbad de Geróna”. Fue muy común durante siglos, la referencia al “Bisbat de Gerona” (respecto al uso de la “ñ”) le dedicaremos otro artículo más adelante. O encontramos durante los siglos XVII y XVIII innumerable “goigs” (gozos) escritos en catalán y que hacen referencia al “Bisbat de Gerona”.

    Goigs de Nª Sª del Remey, en el Castell de Ampurdá - Bisbat de Gerona

    Durante la Guerra de la Independencia, cuando mariscal Augerau anexionó Cataluña a Francia y realizó la nueva división territorial, a la ciudad de Gerona se la llamó Gerona, y así se hizo referencia en el Diari de Barcelona que, tras la invasión, se publicaba en el catalán-francés (abandonando el habitual castellano). Por cierto, Juan Marsé, aborrecido por los nacionalistas, en su Caligrafía de los sueños (2011) usa los términos. Gerona u Oñar, sin inmutarse. Y es que no hay nada mejor que liberarse de las dictaduras de la corrección política del nacionalismo.


    Javier Barraycoa


    http://somatemps.me/2023/03/25/por-q...-decir-girona/

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