Re: Ganar terreno ilegal al mar
Entre otros muchos errores que se cometen con el tema de Gibraltar, hay uno que hace un daño especial: el lenguaje que se emplea. Llamar ingleses a los llanitos es reconocerles una nacionalidad que no tienen. Llamar "frontera" a la Verja -algo más común de lo que puede parecer-, es reconocer la existencia de un territorio extranjero con el que se tienen límites. Entablar negociaciones para tratar la cuestión de la soberanía del Peñón, es como afirmar que fue territorio español y que hoy no lo es...
Gibraltar es un territorio español cedido a una administración extranjera a través de un tratado bilateral cuyo texto quedó obsoleto, y con un estatus que hoy no se justifica en ningún sentido. Así las cosas, hoy no cabe sino sentarse a negociar con el gobierno de Londres para establecer el protocolo de devolución de dicho territorio a la administración española.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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