El islam también invade América.

By Marian on Sábado, 20 Noviembre, 2010
Me mandaba Alberto Ochoa esta interesante reflexión sobre la situación del islam en Colombia. La manipulación de la prensa y las mentiras habituales que nosotros conocemos nos presentan poco menos que un relato idílico. Dado que estaba redactada en forma de carta he retocado únicamente lo necesario para convertirlo en una entrada tal cual, ya que está perfectamente escrito.Las negritas son mías, pero el texto es íntegramente suyo. Gracias, Alberto.
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En el norte de Colombia, en una región desértica que se llama “La guajira”, está la segunda mezquita más grande de Suramérica; esta zona tiene una gran cantidad de árabes, de los que la mayoría son cristianos de origen Maronita (Líbano). También hay un buen grupo de musulmanes, pero quien visita el centro de comercio de esta zona, Maicao, podría pensar fácilmente que está en Arabia Saudita: desierto, mujeres cubiertas de pies a cabeza, gran número de los niños se llaman Mohammed, un hombre con varias esposas, etc… sólo faltan los camellos. Lo triste del asunto es que mientras los cristianos han perdido buena parte de su identidad, los musulmanes son una fuerza expansiva, que compensan su pequeño número con mucha propaganda. De hecho, es uno de los “soportes” en los que el Islam pretende plantear su estrategia de expansión en América Latina.
En relación con esto, encontré en webislam una reproducción de un artículo que se hizo por los diez años de esta mezquita, llamada “Omar Ibn Al Khattab” (es del 2007), y me llamó la atención que quitaran la parte final del artículo: te pongo el artículo como está en webislam, que no deja de ser interesante ya que se publicó en el principal diario de Colombia y uno de los más importantes de Suramérica; y al final pongo lo que eliminaron:
La mezquita de Maicao (Colombia) cumple diez años
Latinoamérica – 16/09/2007 12:52 | José A. Mojica P.
Fuente: eltiempo.com
El imponente templo es el refugio espiritual de la comunidad musulmana que llegó al país buscando un mejor porvenir.
Una voz extraña y aguda rompe de súbito la rutina de Maicao. Proviene de un muecín y llega hasta el último recodo de esta ciudad guajira de 123 mil habitantes. Es viernes, el reloj marca las 11:40 del día y el sol abrasador lo cubre todo. Allahu akbar, Allahu akbar, Allahu akbar, se escucha a lo lejos. La frase, que en su traducción del árabe al español significa ‘Alá es grande’, hace parte del adhan, llamado a la oración con el que convocan a los musulmanes a la celebración de todos los viernes al mediodía.
La voz, grabada, sale del minarete, una torre de 31 metros de altura de la mezquita Omar Ibn Al Khattab, lugar que congrega a la comunidad musulmana de la zona. Es un refugio espiritual en el que sus fieles celebran, por estos días, su décimo aniversario. La construcción, que tardó cinco años, se logró gracias a las donaciones de la misma comunidad que, cansada de rezar en salones comunes y corrientes, decidió levantar un templo con todas las de la ley, como lo manda Alá.
Hoy, no sólo es la mezquita más grande de Colombia (solo hay tres, la otras, pequeñas, están en San Andrés y Cartagena), sino en una de las más imponentes de Latinoamérica después de las de Brasil y Argentina. Allí también se concentra la celebración del ramadán, el ritual más importante de los musulmanes, que empezó el jueves y que dura un mes.
Al igual que el resto de sus compañeros de religión, los musulmanes de Maicao ayunarán 30 días y se abstendrán de relaciones sexuales. La gran diferencia es que ellos terminan el ayuno diario, al caer la tarde, con un banquete de frutas cultivadas en la región, y que acompañan con agua de panela con limón bien fría.
‘Nos sentimos colombianos, pero no olvidamos nuestras raíces’, dice Riad Darwich, presidente de la Asociación Benéfica Islámica, un libanés de 45 años que habla con un exótico acento, mezcla de árabe con guajiro. El ajetreado comercio que hizo famosa a la ciudad se paraliza cuando suena el llamado a la oración de los viernes. Por las angostas y calurosas calles caminan decenas de hombres y mujeres que van acelerados rumbo a la mezquita. Ellos entran por la escalera principal del templo, custodiado por dos robustas columnas blancas y en cuya torre se levanta una media luna que representa el calendario que rige al Islam. Van vestidos con ropas frescas, y a la moda. No en vano, en Maicao se consiguen las mejores marcas a precios cómodos. Ellas, discretas y esquivas ante las cámaras, lucen trajes que las cubren por completo, largos y oscuros, pese al calor inclemente. Sobre sus cabezas llevan una pañoleta o hijjab, que reviste sus rostros.
Entran por una suerte de sótano, y se ubican en el segundo piso. No pueden estar con los hombres. ‘Entre mujeres estamos más cómodas’, dice Rima Kassem, de 26 años, hija de padre libanés y madre colombiana.
‘Hay que purificarse’
Antes de ingresar al gran salón de la mezquita, todos se lavan las manos, los pies, las orejas y la cara en baños diseñados para que los fieles se puedan enjuagar. ’Hay que purificarse, lo dice el Islam’, cuenta Hussein Mahfouz, un niño de 8 años, de cejas pobladas y ojos negros de mirada profunda. Los zapatos se dejan en un mueble lleno de compartimentos para las cerca de 500 personas que se congregan en cada oración. Nadie puede entrar con los pies calzados. Adentro, se juntan de a dos o tres, niños y adultos. El grupo se ubica en dirección hacia la ciudad de La Meca (Arabia Saudita).
Mirando al oriente.
Se arrodillan, extienden los brazos y descansan la cabeza sobre una alfombra gigante que cubre todo el templo. Alaban a Alá mientras el imam (sacerdote), Abdul Basit, da su sermón en árabe, que dura hora y media. Su voz retumba en todo el templo, mientras los fieles escuchan atentos. Nadie puede hablar.
Basit es un egipcio que no habla español, y a quien enviaron desde el Oriente Medio a dirigir la fe de los cerca de 1.200 colombo-árabes que hay en Maicao. La mayoría de ellos vive del comercio. Así ha sucedido desde 1948, cuando llegaron los primeros árabes a la ciudad en busca de un mejor porvenir. Según la Asociación Benéfica Islámica, en 1985 los colombo-árabes sumaban cuatro mil en Maicao. Muchos se fueron en la década anterior huyendo del secuestro, y porque el negocio del comercio ha venido decayendo.
La mezquita, de paredes color marfil levantadas en mármol y concreto, tiene unos pocos cuadros colgados con versículos del Corán (su libro sagrado), huele a alfombra recién lavada y la única imagen que cuelga es una especie de reloj electrónico que indica las oraciones obligatorias del día. ‘Empiezan a las 4:29 de la mañana y terminan a las 7:00 de la noche’, cuenta Pedro Delgado, musulmán converso hace 20 años (hoy tiene 47), que estudió el Islam en Arabia Saudita. Dirige el programa de religión del colegio Colombo Árabe Dar El Arkam.
Allí, según Delgado, 500 niños -la mayoría hijos de matrimonios entre árabes y colombianos-, aprenden la religión y el idioma de sus ancestros. Delgado también traduce el sermón del imam para quienes no hablan árabe.
‘El Islam es paz’
Mohamed Hammoud (dicen que cuatro de cada diez niños musulmanes llevan el nombre del profeta Mahoma) combina sus oficios como imam y comerciante. Estudió religión en su Líbano natal. Lleva 9 años en Maicao, tierra en la que, según él, sus coterráneos encontraron un paraíso después de huir del conflicto del Medio Oriente. ‘Acá nos quedamos. Somos parte de la identidad de Maicao.
Este último párrafo en la versión original es así:
Lleva 9 años en Maicao, tierra en la que, según él, sus coterráneos encontraron un paraíso después de huir del conflicto del Medio Oriente. “Acá nos quedamos. Somos parte de la identidad de Maicao”, cuenta el hombre, de 34 años, soltero, quien agrega que lo único que no le gusta es que aún muchos, propios y visitantes, relacionan a su comunidad con terroristas, “hombres bomba” y hasta con Osamma Ben Laden. “El Islam es paz. El mensaje de Alá no es armarse, es la palabra”, afirma.
Así funciona el Islam
- Su libro sagrado es el Corán, que según cuenta la historia, fue revelado al profeta Mahoma por el arcángel Gabriel.
- Dios existe y es único. Creen que hay vida después de la muerte.
- Jesús es un profeta, pero no es Dios.
- No consumen alcohol, carne de cerdo y sangre. Todo hombre debe estar circuncidado.
- Su celebración más importante es el ramadán, que empezó esta semana. Durante un mes ayunarán y se abstendrán de tener relaciones sexuales.
¿Simpático, no? Dan ganas de hacerse musulmán…
Me llama la atención lo que han dejado fuera, y además la manipulación de datos y cifras para hacer creer que la comunidad musulmana en Colombia es significativa: pues yo que viví muchos años en Colombia te puedo decir que NO es así, el Islam es algo exótico para el colombiano promedio (algo así como encontrarse un camello; puede suceder, pero si te lo encuentras caminando por el centro de la ciudad llamaría muchísimo la atención). Es importante señalar que la mayoría de los árabes de Colombia son cristianos, no musulmanes.
En otro sitio web leí que “el fenómeno musical de Shakira ha logrado poner en el centro de la sociedad a los musulmanes y a la cultura (sic) del Islam”. Lo que no deja de ser una especie de ironía si pensamos que Shakira es católica, de familia de libaneses Maronitas, y que lo ha dejado en claro repetidamente (independientemente de su coherencia con el cristianismo; eso no es el tema en este momento). Es parte de la triste identificación de lo árabe con lo musulmán, proceso que parece que ya no tiene marcha atrás.
En la explicación del ayuno del Ramadán da la impresión de que los musulmanes son prácticamente unos ascetas; pues yo sé (como todos nosotros) de primera mano, ya que uno de mis mejores amigos es cristiano libanés, que para los musulmanes el ramadán es ocasión de más excesos que lo usual: la idea es atiborrarse de comida y de sexo, antes de que salga el sol. Eso es lo que en buen cristiano se llama fariseísmo, y cumplir la letra pero no el espíritu.
De hecho, cada vez me convenzo más de que el Islam es una regresión del Cristianismo, borrando todo lo bueno que este tiene y proclamando como virtudes todo lo que en el cristianismo serían exageraciones, o desviaciones inaceptables.
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Es muy triste la capacidad invasiva de esta ideología perversa, pero ojalá que consigáis frenarles cuanto antes. Os va, como a nosotros, absolutamente todo en ello.