El catalán que extendió el Imperio español hasta Alaska

Por sinnombre el 28 noviembre, 2023




En 1765 llegaron a España noticias del norte del virreinato de Nueva España. Además de los conflictos con los apaches y navajos, los rusos habían logrado cruzar el estrecho de Bering y los británicos amenazaban con asentarse en la costa Pacífica de Canadá. Las autoridades españolas enviaron varias expediciones a Alaska y Canadá, cartografiando sus costas y asentando pequeñas guarniciones.

De la presencia española en aquellas costas quedan los nombres de los accidentes geográficos y de dos pequeñas ciudades costeras llamadas Cordova (sic) y Puerto Valdez gracias a la expedición de 1790 capitaneada por el leridano Salvador Fidalgo: el marino que llevó las fronteras del Imperio español más allá de la bahía de Nutka.
El virrey de Nueva España Juan Vicente de Güemes. enterado de que la amenaza rusa y británica en el norte persistía, reclutó a cinco jóvenes oficiales recién salidos de la Academia Naval de San Fernando, en Cádiz, entre ellos Fidalgo, nacido en 1756 en la fronteriza localidad catalana de Seo de Urgell. Fidalgo recibió órdenes de comandar el buque San Carlos fondeado en el puerto de San Blas y desde ahí recorrer casi 4.000 kilómetros rumbo norte hacia las tierras de la bahía de San Lorenzo, conocida por expediciones anteriores, con la misión de localizar los asentamientos rusos.

Fidalgollenó su diario con descripciones detalladas sobre el carácter y el genio de los nativos de Prince William Sound. Representó sus costumbres, fisonomía, alimentos y hábitos alimentarios junto a sus bahías y ensenadas. Los nativos, observaron el ritual español. Con gran estrépito de tambores, cornetas, los hombres de Fidalgo entonaron un Te Deum tomando posesión de aquel puerto natural en nombre del rey de España, Carlos IV, bautizando la ensenada como Puerto Córdova.

Levantaron una inmensa cruz fabricada con la madera del árbol más grande que pudieron encontrar. Dispuestos a navegar todavía más al norte, avistaron una ensenada donde les sorprendió el majestuoso desfile de varias orcas que agitaron las aguas alrededor del San Carlos, motivo por el que más adelante bautizaron como de las Orcas a una bahía ignota. Y así transcurrió todo el verano de 1790 para aquel marinero: bautizando y tomando posesión de cada recoveco geográfico que halló en las islas del príncipe Guillermo, reservándose incluso el honor de dar nombre a un volcán.
Finalmente, en 1790, Fidalgo se encontró de frente con varios fortines rusos diseminados en la costa. Dedicados al comercio de pieles de nutria y a la caza de ballenas, llevaban asentados ahí para una compañía de San Petersburgo desde hacía tres años. Cumpliendo órdenes, Fidalgo, tras documentar todos los asentamientos rusos que pudo, desembarcó a su tropa y reclamó la zona en nombre del rey Carlos IV. Por desgracia, España acabó renunciando, por la primera Convención de Nutka, a sus reivindicaciones sobre el Pacífico norte.



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Fragata española en Alaska