Una visión desde las Américas, a 200 años vista. El Taita Boves. ¡Viva España!, !muerte a los blancos!

Si la muerte no asustara
no se llamaría La Muerte
tampoco la mala suerte
de una lanza enamorada
que en el campo de batalla
deja a la muerte florida:
la muerte es la propia vida...
(del corrío de Boves)






Bolívar, descendía de una de las familias más antiguas de Caracas ligada a la aristocracia criolla del cacao, era un mantuano. A los 21 años ya había hecho tumultuosa y desaforada vida cortesana en Madrid junto con los marqueses del cacao y había viajado por Europa con gran lujo. Se relacionaba socialmente con la aristocracia a la que pertenecía. Obviamente, el mundo llanero, población con la que vivía Boves, le traía sin cuidado igual que el resto de castas.
El Taita Boves, José Tomás Boves, nació en Oviedo (España) en 1783 de familia muy humilde. Quedó huérfano de padre a los 5 años y su madre lo saca adelante, con mucho trabajo y privación. Se licenció en La Coruña del Servicio Real con el título de Piloto primero, tomando a continuación el mando de un mercante, el "Ligero", en el que después de dos años de navegación, desembarcó en La Guaira dejando la navegación y estableciéndose en la localidad de Calabozo. Con 15 años ya surcaba los mares. Ya en Venezuela Don Lorenzo Joves, le consiguió trabajo como guarda marinas en Puerto Cabello. Pero el dinero que ganaba, no le llegaba para mandarle a su madre y a sus hermanas a España. Por este motivo deja el puesto de guarda marinas y comienza a dedicarse al contrabando. Parece ser que como Inglaterra pretendía monopolizar el comercio entre Caracas y las Antillas en cuanto a carnes, pieles y ganado se refiere, los navíos españoles desafiaban estas restricciones, que fueron burladas en más de alguna ocasión y parece ser que Boves estaba entre los pilotos que así lo hacían, lo que sirvió para que, una vez denunciado, en el año 1804, fuera apresado y condenado por las autoridades a ocho años de cárcel en el castillo de Puerto Cabello. El amigo de su padre Joves, le buscó un buen abogado, al Dr. Germán Roscio y la pena le fue conmutada por el confinamiento en la ciudad llanera en Calabozo.
En Calabozo, se dedicó al negocio de la compra y venta de caballos que cazaba en los Llanos y tuvo una pulpería. En el año 1806, con 23 años, Boves gracias a su esfuerzo y su trabajo había alcanzado gran prestigio, en su pulpería se expedía de todo, desde casabe hasta escopetas. Tenía los mejores hatos del llano llenos de caballos y ganado vacuno. En estas faenas como criador de ganado, arriero y comerciante se desempeñaba José Tomás. Así fue como en los llanos, donde prosperaba salvaje y bravío el ganado vacuno y donde pastaban los caballos cimarrones a miles, se convirtió el marino en jinete, y de jinete pasó a centauro legendario. Le incomodaba la arrogancia de la oligarquía criolla y prefería la compañía de negros, mulatos, zambos e indios con los que convivía y trabajaba en los Llanos. El itinerario comercial de Boves era Píritu, San Sebastián de los Reyes, Valencia y San Carlos. Siempre pernotaba en Valencia en casa de María Trinidad, una mulata con la cual tenía un hijo. Su mejor peonada, eran los esclavos que a diario se escapaban de la opresión de sus amos mantuanos de Caracas, Maracay y Valencia. Y la otra gran mayoría de sus empleados, eran afro descendientes, indígenas nacidos en los llanos occidentales, que consideraban al Boves como un papá, como su protector espiritual, era por eso que le llamaban “El Taita”.
Llega el año 1810 y en Caracas estalla la llamada revolución “patriótica”. Y en plena revuelta independentista venezolana, una milicia mandada por el insurgente Juan Escalona (oficial de milicias que sería elevado á la clase de coronel por la Junta Suprema y que corriendo el tiempo, sería uno de los tres que junto a José Cristóbal Hurtado de Mendoza y Montilla y Baltasar Padrón, presidiría de forma rotativa el triunvirato del poder ejecutivo, establecido por el congreso de 1811, después de la Declaración de la Independencia) comisionado por “El Libertador” Bolívar, entró en el pueblo de Calabozo en busca de hombres, caballos y fondos, reclutando a Boves por la fuerza, Boves se les resiste, y es encarcelado, vejado, golpeado y expoliado de todos sus bienes. Lo que no se pueden llevar los insurgentes es incendiado injustamente. El Taita fue arrestado, acusado de alta traición a la revolución, fue encerrado en un calabozo, azotado y sentenciado a muerte, su pulpería fue quemada y sus haciendas confiscadas, su mujer, la mulata María Trinidad, fue violada y arrastrada por las calles de Valencia, mientras Boves estaba preso esperando el día de su ejecución en la plaza pública, en el cepo justiciero.
El “canalla de Escalona”, como lo denominaría con el tiempo el mismo Bolívar, estaba sembrando lo que más tarde recogerían de manos del mismo Boves y su ejército.
El español Monteverde, mandó a Calabozo a rescatar al llanero Boves, y así fue como ayudado por un indio amigo, perteneciente al ejército realista, Reyes Vargas, Boves obtiene la libertad y recluta un ejército que será el terror de los separatistas insurgentes en los dos años venideros. Cuando Boves es liberado, se le confiere en el acto el grado de capitán y el encargo de reclutar un escuadrón de leales al Rey. En una semana un escuadrón de 800 lanceros vuelve sobre el enclave de Calabozo, que al igual que casi todo el resto del territorio bajo el mando del Realista Monteverde y casi sin lucha, se pronuncia por España. Así fue como se alistó en el ejército realista y, en poco tiempo, se convirtió en uno de los mejores caudillos de Venezuela. Los llaneros mestizos, zambos y mulatos se unían en masa en sus filas en busca de justicia igualdad y libertad frente a la oligarquía criolla venezolana. En esos tiempos era el único blanco que les consideraba sus iguales. Le llamaban ’taita Boves’ (“papá Boves”).
A Boves le indignó la presencia de los mercenarios ingleses cuya Legión Británica Irlandesa hacía verdaderos estragos. El ejército criollo les permitía quedarse con las mejores casas y haciendas de los españoles, mientras que el Taita Boves las repartía entre sus soldados. También pasaban a familias inglesas muchos títulos nobiliarios de las familias venezolanas, lo que encendía la cólera del asturiano. El Taita Boves tampoco podía soportar el afrancesamiento de Bolívar.
Las masas de mestizos y mulatos lo convirtieron en un mito de esperanza, de justicia, de libertad y de igualdad. A Boves, lo que claramente le interesaba era la cuestión social más que el ejército en que luchaba. Los mulatos, los mestizos y los indios sabían que daba la vida por ellos. Era el reivindicador de las clases oprimidas contra la aristocracia criolla que hacía todo lo posible por no cumplir con las Leyes de Indias dadas por la Corona, donde se queda corta la Declaración de los Derechos Humanos de la Revolución Francesa.
El 15 de Junio de 1813, Bolívar, a nombre del ejército libertador emitió el llamado “Decreto de guerra a muerte”. Un decreto genocida que proclamaba que todos los españoles que no participaran activamente en favor de su independencia serían asesinadas.
Cuando Simón Bolívar firmó el “Decreto de guerra a muerte” contra los españoles y canarios, a estos últimos los estaba sentenciando a morir en la picota dos veces, una por españoles y otra por ser canarios, pero Bolívar con este decreto firmado en Trujillo el día 15 de Junio de 1.813, lo que hizo fue darle al enemigo los mismos derechos que él decía tener, o sea, si él podía matar sin piedad a todos los que habían nacido en España, o en las canarias, ellos también tenían ese mismo derecho; y eso mismito, era lo que iba a hacer José Tomas Boves el Taita.
El día 13 de septiembre de 1813, Boves se enfrentó en la batalla de Santa Catalina al ejército “patriota” comandado por Tomás Montilla. Cuentan que tumbado en una hamaca, junto a sus hombres, al frente del resplandor de las hogueras, que resguardaban los seiscientos prisioneros ganados en esa batalla, leía una y otra vez el decreto de guerra a muerte de Bolívar diciendo: “¡El gran carajo de Bolívar, él mismo se puso el título de Libertador…Y a estos pendejos les dice que viene en nombre del Congreso de Colombia!.“
El 23 de septiembre de 1813, tras derrotar a Bolívar en Calabozo, convirtió el Llano en una cantera inagotable de hombres y recursos al reunir un ejército de 15000 / 20000 hombres: indios, negros y mestizos. Vestía parcamente y comía y dormía con la tropa.

El Coronel Vicente Campo Elías, español por cierto, del ejército “patriota” sería uno de los que llevaron a la práctica el Decreto de guerra a muerte. El tristemente célebre Vicente Campo Elías, nació en Villa de Soto (España) el día 17 de Octubre de 1.772, llegó a Venezuela en el año 1.801. Y se residenció en Trujillo, en donde ejerció como funcionario público al servicio de España. Este individuo era de tanta crueldad que, para complacer a Simón Bolívar en su decreto de guerra a muerte (halándole mecate a Bolívar), exclamó: “Después de matar a todos los españoles, me degollaré yo mismo para que no sobreviva nadie de esta maldita raza” y, para que todos supieran que lo que decía era verdad, el Coronel Campo Elías, ordenó la muerte de sus propios padres y de uno de sus tíos, fieles a la Corona de España.
Pero no sería el único caso y está documentado como en 1814, 800 prisioneros favorables al ejército realista, incluidos los enfermos, fueron ejecutados en Caracas y La Guaira por orden expresa de Simón Bolívar. Prisioneros indefensos, entre ellos ancianos y niños. Fueron ajusticiados con lanza, machete o sable, del 8 al 16 de febrero de 1814. Aunque esto nadie lo recuerde igual que no se recuerda el ajusticiamiento de Piar o la entrega de Miranda o...
Pero retrocedamos nuevamente a la Batalla de Mosquiteros, el 14 de octubre de 1813, en la que este Coronel Campo Elías del ejército de Bolívar ordenó el degüello de 400 llaneros negros del ejército del Taita Boves a los que había hecho prisioneros.

El Taita Boves fue derrotado en la batalla de Mosquiteros, porque el hombre de su mayor confianza Boada lo traicionó, pasándose al ejército “patriota”. El Taita se salvó milagrosamente llegando al guayabal, donde lo esperaba el resto de su destruido ejército, las noticias que le iban llegando eran aterradoras.
se mismo día 14 de Octubre de 1.813, tras la Batalla de Mosquiteros, el Taita Boves, juró de rodillas delante del charco de sangre donde los “patriotas” habían degollado a sus 400 llaneros darle la plena libertad a todos los esclavos negros y pardos, indios, cimarrones y mulatos y, repartir entre ellos las propiedades de todos los mantuanos criollos oligarca. Juró que pondría al caraqueño Simón Bolívar a bailar joropo.
Simón Bolívar, fue a jurar al Monte Sacro a Roma la libertad de Venezuela, bebiendo vasos de vino del bueno, en compañía de su profesor Simón Rodríguez. Boves, juró en Calabozo, en el corazón del Llano, darle la libertad a todos los esclavos y darle los mismos derechos que tenían los blancos bebiendo “guarapo de caña”.
Mientras que José Tomas Boves sufría los horrores dejados por la batalla de Mosquiteros, en Caracas, ese mismo día 14 de octubre, la municipalidad en un Cabildo extraordinario, convocado en la iglesia de San Francisco, proclamaba a Simón Bolívar como Capitán general de los ejércitos patriotas y, le conferían el título de Libertador de Venezuela.

Los mantuanos no sabían para donde mirar ya que las noticias que llegaban de Guárico no coincidían con eso de que Simón Bolívar había libertado a Venezuela. Se decía, que un tal Boves, que los negros, pardos, zambos e indios llamaban Taita, venía cortando cabezas a todos los mantuanos blancos que se le atravesaban.
Mientras Bolívar seguía con su protocolo, pidiendo el reconocimiento de libertadores para José Félix Rivas, Anastasio Girardot, Rafael Urdaneta, Campo Elías y otros, que le acompañaron en su “Campaña Admirable”.
Allá muy lejos en el corazón del Guárico en guayabal, Boves le decía a su ayudante y amigo el indio Eulogio: “Tú verás como corren delante de mi toda esta cuerda de cobardes libertadores de pacotilla patriótica”.
Simón Bolívar “el libertador” se dedicaba a dictar decretos a diestra y siniestra, y la gente empezaba a culparlo a él y a Miranda de la situación que se vivía.
Todos conocían para entonces la historia de la mulata María Trinidad en Valencia, la mujer de Boves y no dejaban de llegar historias de cómo los llaneros de Boves linchaban a sus enemigos en honor de ella.
Los Canarios que habían sobrevivido a la matazón de la Guaira, de la Pastora y de la plaza mayor, se habían refugiado en las montañas, buscando las cercanías de las poblaciones de los Teques, Carrizales, San José, San Antonio y Baruta; Los rumores que corrían, eran que la guerra se estaba radicando entre los canarios, pardos, indios y negros representados por el Taita Boves y los mantuanos y criollos, representados por Simón Bolívar.

Y mientras el ejército de Boves avanza camino de la puerta del llano, junto a su ejército llanero, dispuesto a vengar a sus compañeros degollados en la Batalla de Mosquiteros. Allí era donde lo iban a esperar Bolívar, Mariño, Rivas, Bermúdez, Jalón Escalona, Isaba, Sena, Cedeño, Monagas, Espejo, Sucre y Freitas, con todo su ejército.
El 9 de junio de 1814, después de seis días de marcha, Boves junto a su ejército entró en la ciudad de Ortiz que se entregó sin resistencia y los vecinos mayoritariamente ricos mantuanos hicieron cuantiosas donaciones y juraron lealtad al Rey de España y al Taita Boves. Esa madrugada salió el ejército camino de San Juan de los morros y a la media noche del día siguiente Boves mandó a citar a los notables en el Ayuntamiento. Asistieron unos cuarenta matrimonios, embutidos en sus mejores galas. A las doce en punto, se apareció Chepino González con ochenta hombres cargados con sus lanzas y comenzó el degüello. Esta historia es cierta y sobran más comentarios.
Los insurgentes comandados por Simón Bolívar, tenían 2500 hombres, y tomaron posiciones en el “Abra de la Puerta”, a la entrada de los llanos. El mismo número de hombres que tenía Boves en la batalla de Mosquiteros. Pero en esta oportunidad, el Taita contaba con 8000 llaneros dispuestos a vengar la muerte de sus 400 compañeros degollados y con la experiencia del fracaso en Mosquiteros por la traición de Tomás Boada, recientemente ajusticiado.
Simón Bolívar, al enterarse del fracaso del Teniente Coronel Tomas Montilla en el caño de Santa Catalina, en donde había perdido seiscientos hombres envió para enfrentar a Boves al Batallón Barlovento, comandado por el Teniente Coronel Vicente Campo Elías, y al Teniente Coronel Ustáriz. En Villa de Cura Campo Elías, incorporó a su ejército, los hombres escapados de Santa Catalina y en el Sombrero, se le incorporaron los Tenientes Coroneles: José María Mayas, José María Torres y el Capitán Manuel Cedeño.

De San Juan de los Morros a la entrada de la Puerta, va un poco más de una legua de camino. Es toda una ancha explanada, que se angosta bruscamente al llegar al “Abra” por donde baja presuroso el río Guárico. Nueve cañones patriotas estaban allí. La artillería estaba comandada por Jalón, quien fuera antiguo compañero de Boves en Puerto Cabello. El Batallón Aragua, bajo el mando del Comandante Antonio María Freitas, se alinea al pie de los cerritos, donde más arriba está Jalón con sus cañones. A la derecha de Jalón, se coloca la caballería. Son tres escuadrones de Barcelona, Maturín y Alto llano. Todos están constituido por tropas orientales. En medio del camino, defendiendo el paso, se situó el resto de la infantería y otros hombres treparon hacia las alturas, para coger en fuego cerrado a las tropas del realista Boves, si por casualidad rompe el tapón que le han puesto a la entrada de la “Abra”, o de la Puerta. Cuando están a punto de coronar la cima, una descarga de fusilería proveniente de las tropas de Boves, los tira cerro abajo. El asturiano previsor, se les había adelantado, y la retirada hacia la Villa de Cura se les había hecho imposible.
Primera vez que en la historia de toda la guerra de la Independencia, se encuentran tantos jefes “patriotas” reunidos, para enfrentar a un solo comandante, al Coronel José Tomás Boves el “Taita de los llanos”. Comienza la Batalla y avanza la infantería realista hacia los cerritos donde está Diego Jalón. Resuena la artillería. Más de treinta hombres caen en la primera andanada. El Batallón Aragua, al mando de Freitas, descarga su fusilería. La gente de Boves está siendo diezmada. La caballería espera, es el momento de aniquilar a la caballería de Boves que huye presurosa. Un estruendoso y largo trueno de cascos se desprende de la Puerta hacia San Juan de los Morros. Mil caballos al galope avanzan como un ariete contra los realistas del Taita que huyen en desbandadas. Y la victoria para los patriotas de Bolívar parece segura. Pero de pronto aparece el grueso de la verdadera caballería de Boves, que no come cuento y que estaba oculta tras los matorrales lanza en ristre. Más de dos mil lanceros arrollan en un instante a las tropas patriotas que ya se creían vencedoras. Buena parte son lanceados, otra parte rodeadas, y otros salen huyendo al galope. El Batallón Aragua, se bate en retirada. Diego Jalón, desde sus alturas los ve venir una descarga de sus baterías pone fin a una docena de lanceros que se les venía encima a los orientales. Pero es inútil. Otro Batallón de lanceros de Boves, vuelven de nuevo a la carga y, van cayendo los soldados de Mariño.
Freitas clava la bandera en tierra, y con una pistola se salta la tapa de los sesos. Su Batallón es finalmente destrozado. Jalón vuelve a descargar sus cañones. Pero de repente comienzan a caer alrededor suyo los hombres que sirven a sus cañones. Jalón no entiende, no sabe de dónde viene el fuego, pero no tarda en descubrirlo. Detrás de él, en los cerritos que están a sus espaldas, disparan contra él y le invitan a rendirse.
Jalón mira en rededor suyo. La infantería ha sido diezmada. Parte de la caballería ha quedado inútil envuelta por los lanceros de Boves, y el resto ha huido vergonzosamente. Sin inmutarse saca el sable de su vaina, y coloca un pañuelo blanco en su punta, se lo enseña al enemigo, mientras manda a sus hombres que se rindan. Con las manos en alto, los vieron llegar.
La Batalla terminó en una colosal derrota para los insurgentes patriotas. Doscientos muertos, trescientos heridos y quinientos prisioneros, fue el cálculo primero que hizo el canario Morales.
Simón Bolívar y su estado mayor, que se libraron milagrosamente de ser capturados, salieron a millón en una huida feroz. En dos horas recorrieron las cuatro leguas que los separaban de la ciudad de la Victoria.
La Batalla de la Puerta le había costado a los “patriotas”, liderados por Simón Bolívar, más de mil muertos, y mil quinientos soldados puestos en fuga, incluyendo a Simón Bolívar, Mariño y a toda su plana mayor, con la sola excepción del Coronel Freitas, que él mismo se voló la tapa de los sesos, y Pedro Sucre, que fue conducido junto con Jalón a lomo de mula a Villa de Cura. Nunca antes en Venezuela se había organizado una estampida tan significativa históricamente de los “patriotas”. En donde Bolívar era el primero en correr, “paticas pá que te tengo”. Nadie debiera glorificar a ningún “Prócer” de la Independencia de Venezuela de la 1º y 2º República por grande que haya sido su participación en ellas puesto que según la historia, todos sin excepción, “tienen rabo de gamelote”.
La Batalla de la Puerta de los Llanos, convirtió al Taita en el caudillo de los llanos occidentales. Dos horas duró la huída desde la Puerta del Llano a la ciudad de la Victoria del “libertador” Bolívar y de sus coroneles Mariño, Rivas, Monagas, Bermúdez, Isaba, Sena Escalona y Cedeño. Fueron apresados Jalón y Sucre. Freitas se suicidó.

Boves y su ejército seguía imparable. Y Bolívar, ante las noticias que llegaban, ordenó una nueva “Campaña Admirable” a todos los mantuanos de Caracas: les ordena la emigración a Oriente (¡veámonos, les dice, para no salir de Caracas, como dicen, volando transformados en zamuros!)
El día 05 de Julio de 1814, 800 hombres de la columna de Chepino González, llegan a las Adjuntas, donde los paró José Félix Rivas. Ese mismo día, la gente del mulato Machado, ha llegado hasta los “Anaucos” en el camino del Tuy, en la tarde los pardos y negros de la Guaira, a punta de tambor, comienza la matanza general de blancos. Caracas está perdida. En la Iglesia de San Francisco, se ha decidido finalmente huir en la madrugada camino de oriente. 20000 personas, las tres cuartas partes de la población de Caracas, se aprestan para la fuga. La emigración se puso en marcha, el día 6 de Julio de 1814. 20000 caraqueños, todos de las mejores familias blancas mantuanas salieron hacia Barcelona.

Había derrotado, junto a sus llaneros, a Bolívar y a Mariño en la Puerta y se apoderó de Caracas, donde se le nombró capitán general de Venezuela. Organizó un nuevo gobierno realista, persiguió a los patriotas y derrotó a Ribas y Bermúdez en Úrica. Pero en esa batalla Boves murió de un lanzazo, luchando cuerpo a cuerpo junto a sus hombres. Eran los finales del año 1814. Boves tenía 32 años.
A Bolívar le quedaban aún algunos años de vida. Jamás dudó de su fe republicana en la que San Martín, hijo del embajador español de Argentina, no creyó nunca. Murió en Santa Marta, Colombia, el 17 de diciembre de 1830, a la una de la tarde, en una cama en la quinta San Pedro Alejandrino, propiedad del español Joaquín Mier, a la edad de 47 años, repudiado por aquellos a quienes había "libertado" y maldiciendo la anarquía en la que se encontraban esos países "libertados" por él.
La aristocracia criolla ganó la independencia de España, pero los amigos de José Tomás Boves, los indígenas, negros, pardos y resto de castas, quedaron sin redimir y desprotegidos de las Leyes de Indias, que fueron suprimidas. El grito de la independencia era igualdad, libertad y fraternidad, pero para esos seres humanos era papel mojado. Tal era la situación que Santander, encargado de organizar el nuevo Estado, temió, por un momento, que en Venezuela se repitiera lo mismo que sucedió en Haití. En dos ocasiones, desde el Perú, se intentó la vuelta de los Borbones.
La persecución sistemática de los grupos más vinculados con la metrópoli trajo como consecuencia la ruptura de las antiguas estructuras, la trasformación de los sistemas mercantiles que cayeron en manos de los ingleses. Liverpool reemplazó a Cádiz. Sus manufacturas aplastaron a los productos artesanales locales de los que vivían miles de personas y eran fabulosos. Los sarapes de Glasgow eran en Saltillo más baratos que los del mismo Saltillo y los ponchos de Manchester, más baratos que los de la Pampa y el Perú. Lo mismo puede decirse de la cuchillería y los tejidos de algodón, etc.
Otra de las graves consecuencias de la ruptura de la antigua estructura fue la militarización que perpetuará la revolución, pues, terminada la lucha, todo quedó gravitando en torno al poder militar. La violencia, pues, fue la herencia más visible de la revolución en toda Hispanoamérica una vez desaparecida su unidad.

“Los que recuerdan los tiempos del imperio -dice Tulio Calperín- en que era posible recorrer sin peligro una Hispanoamérica desde Alaska hasta la Patagonia, casi vacía de hombres armados, tienden a tributar a los hombres españoles una admiración que termina en forma de culto de su sabio régimen”.
Bolívar, después de largos años de experiencia, se dio cuenta de este problema, pero ya era tarde. La guerra de la independencia fue un gravísimo error. Error que aún hoy en día seguimos pagando.
Y yo afirmo, esa es mi opinión, que fue Boves el representante del pueblo llano de Venezuela. Y no el “libertador” y los “próceres” de la nueva República: mantuanos, oligarcas, terratenientes y mercenarios extranjeros. Hora es de poner a cada cual en su lugar.
El Asami

Sábado, 12 de Diciembre de 2009 12:54 laturutadeltitanic #. sin tema






..a vueltas con Boves.

La efemérides espolea nuestro interés por las Américas. Y de resultas de ello vamos hallando documentos que no queremos dejar de compartir, en cuanto describen episodios que los españoles apenas conocen. Entre ellos, este escrito, que aparece en http://momentosespañoles.es/, y que nos permitimos transcribir:

El siglo XIX en Hispanoamérica: José Boves contra la insurgencia venezolana

A finales de 1813 en Venezuela los realistas han sido rechazados a la zona costera de Coro y Maracaibo, donde cuentan con el apoyo mayoritario de la población. A todo esto, Simón Bolívar ha lanzado su célebre decreto de "guerra a muerte" contra los peninsulares y los venezolanos partidarios del Rey, lo que da lugar a grandes matanzas de prisioneros dirigidas por el propio Libertador —que en febrero de 1814 ordena la ejecución de 800 prisioneros en Valencia— y sus lugartenientes, entre los que se distinguen Briceño y sobre todo Arismendi, que por orden de Bolívar ejecuta a un millar de españoles prisioneros en Caracas y La Guaira.
Pero mientras tienen lugar estos acontecimientos, se fragua, tanto a espaldas de los insurgentes como de los principales jefes de las fuerzas regulares realistas algo hasta ese momento casi inimaginable para todos: uno de los fenómenos más originales —y terribles— del conflicto americano. Se trata del movimiento organizado y dirigido por Boves en los Llanos del Orinoco.
Es José Tomás Boves (o Bobes) un español peninsular, nacido en Asturias y de origen muy modesto, establecido en esa región venezolana desde hace años. Sumado a las fuerzas realistas en los últimos tiempos de la lucha contra la primera república (en Venezuela), en la que ya toma parte en alguna acción, recibe un nombramiento, inicialmente poco más que simbólico, de oficial de Caballería de la Milicia urbana de Calabozo, una de las pequeñas poblaciones de los Llanos, y el encargo de movilizar una fuerza de caballería en esa región, actividad que inicia en agosto de 1813, tras separarse del contingente realista de Juan Manuel Cagigal.
Buen conocedor de la zona y de sus habitantes los llaneros, pronto su carisma y dotes de mando consigue reunir aproximadamente 700 de éstos; aunque el contingente crece a velocidad gracias a la activa recluta a que se entregan Boves y sus lugartenientes, empleando para la finalidad tanto argumentos políticos e ideológicos de servicio al Rey de España y combate contra la odiada oligarquía de la provincia, como promesas de carrera en el Ejército y participación en el botín de guerra; también duras medidas contra los prófugos y los desertores.
En octubre de ese 1813, ya con un millar de efectivos combatientes, de los que sólo unos sesenta son europeos, Boves actúa contra Calabozo. Con sus llamados "hombres vagos", gentes acostumbradas a una vida de corte selvático, infunde por primera vez temores a los jefes insurgentes.
Poco después, el jefe militar español al servicio de los insurgentes, Juan Vicente Campo Elías, derrota a Boves en la sabana de Mosquitero y lleva a cabo diversas acciones punitivas contra las poblaciones y habitantes de los Llanos, que no consiguen sino favorecer la recluta de su oponente que improvisa todo lo necesario para la guerra que sostiene e igualmente todo tipo de pertrechos de utilidad bélica.
Recobrado enseguida de la derrota, en diciembre es él y sus llaneros quienes vencen en la reiteración de la batalla, ocupando Calabozo; ya reúne a tres mil hombres. Mientras, su segundo, Tomás Morales, capta en nuevas reclutas contingentes de cierta relevancia en la Pese al revés, Bolívar no acaba de dar importancia a este nuevo oponente, y desde esa actitud despreciativa hace pública su reflexión de que lo que no ha logrado contra sus fuerzas un ejército disciplinado como era el de Domingo Monteverde, no lo van a conseguir los contingentes que aparecen fantasmales y de improviso en la sabana apureña.
Pero en esta ocasión Bolívar yerra en sus planteamientos. Las fuerzas de Boves, a las que su jefe entrena en el médano de Cazorla en marchas, cargas y combates, no paran de crecer y a lo largo de los primeros meses de 1814 obtienen sucesivos éxitos contra los insurgentes. En febrero, Rosete —figura apocalíptica según los insurgentes—, uno de los lugartenientes de Boves, derrota a Arismendi, y poco después el propio jefe del Ejército Real de Barlovento, título con el que se proclama y autoconcede el jefe realista José Tomás Boves desde finales del año anterior, combate en San Mateo contra Simón Bolívar.
El jefe realista cuenta entonces con aproximadamente 6.500 hombres, de ellos 4.000 de Caballería armados con lanzas; en cambio apenas dispone de artillería, únicamente seis piezas ligeras, cuando la proporción adecuada en la época se considera de tres piezas por cada mil efectivos humanos.
La acción de Boves en San Mateo facilita la recuperación de la iniciativa por parte de las fuerzas regulares realistas (los españoles peninsulares y aquellos seguidores del Rey —Fernando VII— en el continente americano, foráneos y autóctonos) que operan desde sus fortalezas en la costa.
En paralelo a estas maniobras bélicas, en febrero de 1814 tiene lugar en la región de Barlovento una sublevación de los esclavos de las haciendas en contra de las fuerzas republicanas (las de Simón Bolívar y otros jefes insurrectos contra el gobierno español). Asume la jefatura de este movimiento Juan José Navarro, que derrota a Arismendi y dirige una campaña en la retaguardia republicana que supone un nuevo inconveniente grave para las fuerzas de Bolívar.
Las victorias de Boves presentan además el correspondiente efecto moral en los elementos favorables al mando realista en las zonas dominadas por los insurgentes, lo que se traduce en una agitación creciente con la subsiguiente aparición de guerrillas
En el mes de junio de ese 1814, Bolívar logra una victoria en Carabobo contra las fuerzas regulares de Cagigal, pero pocos días después es materialmente deshecho por Boves en la segunda batalla de la Puerta. Explotando el éxito, Boves ocupa en julio Valencia y Caracas, donde asume en la práctica las funciones de capitán general, ignorando ex profeso a Cagigal al cual, tras la victoria de la Puerta, ha enviado una misiva de la que se extrae el siguiente párrafo: "He recobrado las armas y el honor de las banderas que vuestra excelencia perdió en Carabobo". Boves se revelará en esta etapa y en su nueva faceta como un buen administrador de los territorios ocupados.
En los meses siguientes su ejército alcanza el máximo desarrollo. Cerca de 20.000 hombres, de ellos seis o siete mil operativos, organizados en regimientos de Caballería —que constituyen la mayor parte del contingente— de fuerza variable y vinculación a diversas poblaciones y zonas de los Llanos: Tiznados, el preferido por Boves, Guayba, Guardatinaja; lo que origina una útil emulación entre sus componentes. Boves dirige personalmente la Caballería, tomando parte en las cargas y en los combates cuerpo a cuerpo asumiendo el mayor riesgo, con resultado de heridas en varias ocasiones. Autores hostiles a su causa lo califican como el más grande jefe de caballería que haya conocido Venezuela.
La Infantería, contando unos 2.500 hombres, está formada por dos regimientos a tres batallones cada uno, mandados por Guía Calderón y Manuel Machado, y el denominado Batallón de preferencia, mandado por Rafael López. En las marchas de esta tropa a pie se acostumbra a organizar un cuerpo de vanguardia, bajo el mando de Ramón González, que avanza doce horas por delante del grueso de la fuerza expedicionaria.
Boves también cuenta con partidas de guerrilleros, configuradas como unidades de guerrilla compuestas por indios y mestizos principalmente, actuando bajo su exclusiva dirección estratégica. En cambio, utiliza poco e indirectamente a los cimarrones (esclavos refugiados en los montes buscando su libertad), unos 25.000 en la Venezuela anterior a la revolución, y otros esclavos huidos al compás de los acontecimientos.
Los combatientes llaneros no lucen uniforme habitualmente. Van vestidos a la manera del país: calzón corto, sandalias, sombrero; los jinetes usan unas grandes espuelas características, y a guisa de escarapela una pluma negra o una oreja humana colgada del sombrero. También se decoran y anuncian con banderas negras, a diferencia de la blanca española del momento.
Dominada gran parte de la provincia, Boves inicia la creación de una flotilla que inicialmente sólo tiene un bergantín, bautizado General Boves. La flotilla en ciernes está financiada mayormente por particulares, al frente de los cuales figura un realista de origen vizcaíno, íntimo amigo del padre de Simón Bolívar.
Dadas las características de la lucha, las fuerzas de José Boves, el caudillo llanero, llevan a cabo frecuentes saqueos en las zonas o ciudades conquistadas donde hay para cometerlo; pues más bien tales saqueos quedan en intentos y limitados a los bienes de carácter mueble. Los bienes de auténtico interés propiedad de los insurgentes: los productivos, las fincas rústicas y urbanas, las explotaciones agrícolas, son confiscados por la autoridad realista y arrendados o vendidos en beneficio de la Hacienda de la provincia. Los premios de orden material que Boves entrega a aquellos de los suyos distinguidos en la lucha son de tipo simbólico o en relacionados con el servicio de armas: elección de los mejores caballos o armas capturadas y similares. Para Boves tampoco había réditos más allá de la satisfacción, pues nunca cobró un sueldo y años después se gestionará una pensión para su madre residente en Asturias.
La represión contra los insurgentes responde a la proclama de guerra a muerte proferida por Bolívar al comienzo de su campaña. Es usual la matanza de los jefes políticos y militares insurgentes vencidos y la de muchos oficiales. La generosidad para con los prisioneros es aleatoria, graciosamente dispensada por quien puede. Conviene recordar que la lucha en Venezuela ofrece el aspecto de una contienda social-racial en esta etapa de la guerra entre realistas e insurgentes-independentistas.
La circunstancia acaso curiosa para algunos que nos e aproximan a la realidad de la situación y los hechos cotidianos, es que los defensores del Rey de España encuentran su principal apoyo en los sectores populares de la población. Sectores que en el continente americano suman un porcentaje de indígenas y mestizos en diverso grado proporcionalmente superior al de las clases pudientes, acomodadas y dirigentes, que son en las que básicamente da inicio la insurgencia. Por supuesto, contando siempre con las excepciones en uno y otro bando.
Con la derrota de Bolívar la causa independentista en la provincia sucumbe. Las fuerzas de Boves actúan en las postrimerías de 1814 sobre la zona oriental, todavía en poder de los insurgentes, cuyos últimos restos a la defensiva son aniquilados.
Pero desgraciadamente para la causa realista, en la última batalla importante ya en el mes de diciembre, en Urica, Boves cae víctima de una lanzada al dirigir cual su costumbre una carga de su caballería. Le sucede en el mando su hasta entonces segundo, el canario Tomás Morales, que tomará parte en las sucesivas campañas en la provincia hasta la conclusión de la lucha regular.
José Tomás Boves, el taita, como le llamaron sus hombres, es una de las figuras más originales y merecedoras de estudio con las que contó el bando realista, y en general la contienda americana de emancipación. Al frente de su Ejército Real de Barlovento, pone fin a la segunda república venezolana (1813-1814) tras derrotar repetidas veces a Simón Bolívar y otros jefes secesionistas. Su temprana muerte a los treinta y un años supuso un sesgo importante, quizá decisivo, en el desarrollo de la misma.

Sábado, 02 de Enero de 2010 20:16 laturutadeltitanic #. sin tema