Estimado Ordóñez:

En primer lugar, gracias por tan pronta respuesta.
En segundo término, al grano. Es claro que no sólo muchas sino la mayoría de las ideas revolucionarias llegaron desde la península. Y el caso de las numerosas bibliotecas con cientos de volúmenes de libros infestos y prohibidos pór la Inquisición, y traídos precisamente de la Metrópoli, es enorme.

No discuto que entre los realistas hubiese liberales ni que haya existido gente que de buena fe adhiriera a la causa independentista. De hecho, en Chile, los peores revolucionarios e incluso anarquistas fueron miembros de las más conspicuas familias; y fueron precisamente clérigos apóstatas-como Camilo Henríquez-quienes difundían directamente el ideario revolucionario. Pero calificando la causa, es claro que una era buena y la otra mala. Precisamente uno de los clichés que existen en toda Hispanoamérica es que los patriotas fueron una suerte de mártires-así se les llama en muchas ocasiones-y los realistas unos extranjeros que abusaban de los lugareños.

A tal nivel llega la ignorancia que hace poco escuché a alguien sentenciar la estolidez de "menos mal que nos sacamos a estos tipos de encima". ¿sabría ese tal que aquel tipo sería quizá su tátarabuelo?

A eso se orienta mi sugerencia, a desmitificar al realista como paradigma de crueldad y al independentista como mártir de la libertad.


LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI