Las orejas al lobo
De todos es conocido que la Misericordia de Dios es infinita. Que Dios, en Su infinita Bondad perdona siempre a quienes acuden a Él arrepentidos y deseosos de redimir sus faltas y pecados. También, por otra parte, es conocido que muchos de los mayores tiranos, asesinos y delincuentes que a lo largo de sus vidas cometieron las mayores fechorías y barrabasadas, cuando llega la hora de la muerte suelen mirar hacia arriba esperando el perdón Divino en un gesto de desesperación y de arrepentimiento ante la cercanía de un infierno que, ahora sí, ven cada vez más cercano.
Desde aquél Dimas que en la cruz rogó a Jesucristo que se acordase de él a la hora de llegar al Paraíso hasta, (eso dicen…), el arrepentimiento de una Dolores Ibárruri que en su lecho de muerte pidió un confesor para ponerse a bien con Dios, muchos han sido los que, viéndole las orejas al lobo al sentir cercana la guadaña, han querido expiar sus pecados en sus últimas horas. Y de la misma forma que Jesús le abrió las puertas del Paraíso al buen ladrón, no nos cabe duda de que, a pesar de todos los dislates cometidos a lo largo de sus vidas, muchos habrán sido los que habrán alcanzado el perdón en el último momento.
Ahora le ha llegado el turno al Presidente de la República Socialista Bolivariana de Venezuela, el sátrapa Hugo Chávez. Después de sojuzgar a su pueblo, (eso sí, democráticamente…), de perseguir y cerrar los medios de comunicación no afines al régimen, de ejercer a diario de “estrella mediática” en un esperpento de programa televisivo oficial llamado “¡Allo, Presidente!” donde da su parecer hasta en el color de los calzoncillos que deben usar los venezolanos, de alardear de amistades peligrosas con otros tiranuelos tipo Gaddaffi, Evo Morales ó Fidel Castro, de atacar verbalmente la política de otros presidentes de gobierno europeos, de nacionalizar empresas extranjeras a su provecho y albedrío y de polemizar con la Iglesia Católica hasta el punto de recomendar al anterior Presidente de Honduras, Manuel Zelaya, el secuestro del Cardenal Rodríguez Madariaga llamando a este último “hijo de mala madre” con la finalidad de “mantener de rodillas a la Iglesia y al Estado”; ahora, digo, le ha tocado el turno a él.
Nunca debe alegrarse uno del mal ajeno y menos aun si formamos parte de la Iglesia Católica. No nos alegramos pues por la noticia que leímos hace unos días en la que se hacía mención al cáncer de colon que padece el Presidente Chávez y por el que está haciendo continuos viajes a Cuba para tratarse con quimioterapia. Parece ser que al final, la sanidad pública cubana del viejo Fidel, (con su foto del Ché, con sus jineteras, con sus automóviles antediluvianos y con su mugre callejera), está mejor dotada para estos asuntos que la sanidad pública del avasallador déspota bolivariano, con todo su golpe de petrodólares.
La cuestión es que, al parecer, el pasado domingo día 10 de Julio, Hugo Chávez, acompañado por sus ministros y por la cúpula militar, asistió a una Misa celebrada en la Academia Militar de Caracas, que fue transmitida en directo por la televisión venezolana. Hasta aquí todo podría parecer formar parte de una agenda institucional con marcado carácter populachero y propagandístico de cara a la galería.
Lo más importante del acto; aparte, claro está, de la propia celebración eucarística, es que durante el transcurso de la ceremonia el mandatario recibió el Sacramento de la Unción de Enfermos de manos del Obispo de San Cristóbal, Monseñor Mario Moronta, quien ungió la frente del tirano con los Santos Óleos. Monseñor Moronta pidió a Dios “por la salud espiritual y corporal que necesita el Presidente y para que esta situación que ha vivido le sirva en su proceso de purificación”. Chávez, invitado a hacer la primera lectura de la Misa y antes de comenzar se expresó de la siguiente manera: “Me visto de humildad y sale de la profundidad de mi corazón y de mi alma, el monaguillo que fui y el monaguillo que en el fondo sigo siendo”.
No sabemos a cuantos kilómetros de profundidad está el monaguillo que fue Hugo Chávez en su infancia, (profundo está, desde luego…), pero sí sabemos que, como dijo aquél, Dios escribe derecho con renglones torcidos y en este caso, con todos los respetos y dentro de nuestras pobres entendederas, la escritura de Dios ha podido parecernos en algún momento un auténtico laberinto de recovecos y cambios de rasante.
Que el déspota mandatario llegue a curarse es algo que desconocemos en la actualidad. Que llegue a convertirse es otra cosa que dudamos aún más. Que rectifique su conducta parece aún más impensable. Pero lo que está fuera de toda duda es que Hugo Chávez “le ha visto las orejas al lobo”. El padecimiento de una enfermedad tan brutal en su evolución y desenlace ha hecho que aquél monaguillo de antaño se asome por el cuello de su camisa roja y le hable al oído. Su Ángel Custodio ha hecho el trabajo. Ahora depende sólo de él atender a la llamada y reciclar su comportamiento en aras de la Verdad. Ojalá que ahora que ha visto de cerca a “la de la guadaña” se recupere de su enfermedad y ejerza sus funciones según la Doctrina de Jesucristo aunque, mal que nos pese, siempre nos asaltará la duda de que una vez curado, vuelva a sus andadas. Al menos ahora sabe que polvo somos y en polvo nos convertiremos…
Manuel Nieto de Nevares.
Las orejas al lobo – Blog de la Comunión Tradicionalista Carlista de Andalucia
Última edición por Donoso; 27/07/2011 a las 02:08
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