Re: Lord Cochrane: ¿Patriota americano o ilustre súbdito de Su Majestad Británica?
Ese filibustero inglés, además de Bolivar, Bernardo de Monteguado y otros, forma parte de la larga relación de personajes nefastos de esa época:
"Lord Thomas Alexander Cochrane, Conde de Dundonal, el “Lord Metálico” como lo había bautizado San Martín, el otro gran enemigo que no tuvo paz en su odio contra el prócer, un aventurero y no un revolucionario, fue el difamador del General más allá de su muerte.
Lord Cochrane fue un marino desprovisto de escrúpulos, para quien la guerra constituía una profesión muy lucrativa y en donde, con frecuencia, se jugaba la vida pero que muchas veces no dejaba entrever dónde terminaba el marino y dónde empezaba el pirata.
Encargado por el gobierno de Chile para hostilizar en el Pacífico a los españoles, el coraje y la suerte con que llevó a cabo dos campañas lo engrandecieron, llenándolo de soberbia, al punto que decidió hacerse con el mando de la expedición al Perú. Para el General en Jefe (San Martín), el Lord era un pirata y un conspirador muy peligroso, con el que no se podía tratar.
Durante meses siguieron las audiencias entre el marino y el general, las cartas insultantes y las amenazas. San Martín le había escrito a O’Higgins pidiendo la separación del Lord de la Flota por ser un “criminal, un ladrón y el hombre más perverso que existiera en la Tierra”. El Director de Chile coincidía con los calificativos, pero se negaba a separarlo para que no se pusiera inmediatamente al servicio de los españoles o de los “americanos facciosos”, “como corsario inescrupuloso que era”, que promovía y capitaneaba la insubordinación de los marinos a su cargo. En los seis meses que llevaba el Protectorado del Perú, San Martín, por medio de su Ministro de Gobierno Bernardo de Monteagudo, había intercambiado no menos de ochenta oficios con Cochrane, sin otro resultado que comprobar su deslealtad y desobediencia.
Las diferencias se sintieron a poco de partir, aunque ambos personajes procuraron disimularlas. Acordando el gobierno chileno la única y máxima autoridad a San Martín, el controvertido almirante consiguió hacer firmar a veintitrés oficiales suyos, una especie de acta en la cual se marginó por completo a San Martín y se declararon todos exclusivamente subordinados al almirante.
Monteagudo, que se destacaba por su carácter exaltado, le escribió al Lord, en nombre de San Martín, entre otras cosas: “Habéis propinado un golpe mortal a la causa de América. El Protector se arrepiente de haberos convocado como Vicealmirante de la Escuadra porque vuestra actitud ha sido la única calamidad sufrida en el curso de esta delicada campaña… si no podéis expresaros en español, la dignidad del gobierno exige que lo hagáis en vuestro idioma. Vuestra conducta es más de pirata que de guerrero de la libertad.”A continuación viene una enumeración minuciosa y demoledora de los errores y abusos del Lord: “La pérdida del navío San Martín debida a su impericia; el utilizar barcos de la escuadra para fines contrarios a los de la expedición libertadora; haber expedido títulos y despachos oficiales sin autorización; haber desarmado el bergantín Pueyrredón sin permiso; haberse guardado los dineros de varias `presas´; haber robado en Huaura las medicinas del ejército;: haber otorgado pasaporte a prisioneros en su poder `por el despreciable interés de la cantidad que recibió de ellos´;haber tomado efectos de particularesconducidos por la fragata Laura; haber depuestovarios comandantes sin proceso alguno; haber sido autor y promotor de la insurrección de la escuadra; haber tomado de propiedad del gobierno cantidades que exceden el duplo de las deudas de la escuadra sin devolver el sobrante; haber entrado en comunicación con los enemigos del Callao, concediéndoles pasaportes y otras franquicias por dinero y proponer a la plaza su rendición, bajo condiciones y garantías que era un delito ofrecer, con la mira de imponer después condiciones al gobierno del cual dependéis; y sobre todo, Milord, el escándalo de hacer traslucir al enemigo la oposición en que os encontráis respecto a las miras del gobierno y las calumnias que habéis vertido contra el General en Jefe.“por todo ello os conmino a salir sin demora para Valparaíso, haciéndoos de nuevo responsable si a las infracciones anteriores añadís la de diferir el cumplimiento de esta orden.”
Estas acusaciones produjeron en el marino un odio que sobrepasó tiempo y distancia. La saña del lado del marino no se agotó nuca; fue más allá de la muerte de Don José, y nunca se mostró arrepentido por haberse apropiado del tesoro del Perú, porque eso lo “había salvado de la mortificación y la vergüenza de parecer embaucado por un hombre como San Martín”.
"Por este lado se va a Panamá, a ser pobres, por este otro al Perú, a ser ricos. Escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere" (Francisco Pizarro, en la isla del Gallo).
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