JUAN CARLOS NO ES EL REY, SINO EL USURPADOR:
El Matiner
La culpa no es de ZP sino de JC: Dentro del sistema NO hay solución.
¿Debe firmar el jefe del Estado la ley del aborto? Un tema superado.
Las modificaciones a la ley del aborto actual pretenden una liberación más nítida y clara del mismo. Solo los necios o los bobos podrían pensar que no existe el aborto libre en España. La nueva ley le da un pequeño impulso adicional, pero en poco cambia el panorama sobre la vida. De ahí el sinsentido de los organizadores de la última movilización antiabortista que pretenden contraponer la actual legislación a la nueva.
En este contexto algunos medios conservadores se han referido a la actitud que el Jefe del Estado debería tomar ante la misma. No faltan argumentos morales de peso y muy razonables posturas argumentando que no debería firmar dicha ley. Pero no podemos perder la perspectiva de que se trata de un debate ya superado, en tanto en cuanto ya está firmada la anterior ley liberalizadora del aborto. En su día solo un Obispo, entrañable amigo de los carlistas, señaló la doctrina aplicable a la situación. Como la misma no cambia sustancialmente con la nueva legislación no hace falta reformular nuevas razones. Sino exigir responsabilidades por lo que en su día se firmó. De lo que necesariamente se derivarían responsabilidades también para los que cínicamente han exaltado la ejecutoria de la monarquía liberal en la historia reciente de España.
La argumentación conservadora vive en una aporía constante que la lleva a la esquizofrenia. Pretender apelar a una autoridad que no es tal, pues se asienta sobre el pacto constitucional del 78 (precisamente el Tribunal Constitucional recuerda que el aborto es constitucional) que custodia todos los errores y debilidades del liberalismo. Los mismos errores y debilidades que los monarcas liberales se han empañado en cultivar y extender desde 1833. Y además, volviendo la espalda a la realidad pretenden volver con un tema que ya está superado.
Más valdría ser consecuentes hasta las últimas razones. Y en lugar de apelar al antimonarquismo disolvente de esta República coronada que de hecho ya ha firmado la ley del aborto, volverse hacia la defensa de la Monarquía Tradicional, católica y legítima de origen y ejercicio.
CARTA DE DON SIXTO AL PAPA JUAN PABLO II
(…) Os escribo como depositario de la legitimidad dinástica de la Monarquía hispánica, desconocida por la Revolución liberal que a partir de 1833 desfiguró a ciencia y conciencia el rostro católico de los pueblos españoles. En cambio, los legítimos Reyes de las Españas, mis antecesores, antepusieron siempre, como pocos, el servicio de la Cristiandad a los propios intereses. Todavía mi augusto padre Don Javier I, amigo y consejero de Vuestro Venerable Predecesor Su Santidad Pío XII, fue ejemplo de príncipe cristiano y buscó ajustar toda su vida, también como Abanderado de la legitimidad proscrita, a las exigencias de esta Fe católica. Mientras los leales carlistas luchaban y morían "por Dios, la Patria y el Rey", al servicio de la tradición católica (la última vez bajo las órdenes de mi padre, en la Cruzada de 1936 a 1939, donde tantos requetés murieron por la Fe); en cambio, los beneficiarios de la usurpación promovían o consentían, según los momentos –la inicua desamortización es sólo un capítulo de esta triste historia–, una descatolización que era al tiempo deshispanización.
Sixto Enrique de Borbón
Castillo de Lignières, Pascua de Resurrección 2003.
LEGITIMACIÓN DE UN CRIMEN. ABORTO PRÁCTICAMENTE LIBRE
(…) Mientas sea legal matar a los que viven en las entrañas de sus madres, toda la nación queda manchada: en unos, por comisión o complicidad; en otros, por omisión. Queda en entredicho su condición de Patria. Queda especialmente herida la Corona, tradicional amparadora de los débiles y del derecho natural. Es bien lamentable que ese amparo se haya interrumpido a costa de los más indefensos, tanto si la institución quiere y no puede como si puede y no quiere. Esta llaga sólo podrá cerrarse, y no sin humillación, con la revocación de la ley y la repulsa de los comportamientos homicidas. Y con el saneamiento estructural al que antes hemos aludido.
† José, Obispo de Cuenca. 13 de julio de 1985
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