Mis disculpas a España
Por Pedro Cayuqueo 13 Octubre, 2011
Aconteció en Madrid el año 2009, en un foro sobre la lucha indígena en América Latina donde fui invitado a exponer en mi calidad de periodista. “Yo aquí, como Mapuche, les pido disculpas porque lo mejor que tenían ustedes, lo mejor de vuestra juventud, fue a morir a nuestro territorio. Y fueron a morir en una guerra imperial que probablemente no buscaron ellos ni mucho menos nuestros ancestros. Nuestro territorio fue el cementerio español en América y por ello, acepten mis disculpas, que siempre engrandecen a quien las da y ennoblecen a quien las acepta”, fue lo que dije a los españoles al iniciar mi conferencia. Demás está contarles que el silencio y las caras de sorpresa fueron totales. Tanto entre los españoles asistentes al foro -que no podían creer lo que sus oídos escuchaban- como en la mayoría de mis colegas expositores, en su mayoría comunicadores indígenas de Centroamérica que poco y nada parecían entender mi emotiva “conversión” proespañola y, sobre todo, monárquica.
Siempre cuento esta anécdota madrileña cuando expongo del tema mapuche. Y lo hago porque me permite ahorrar cuando menos dos o tres siglos de latoso recuento histórico. Y es que como algunos ya lo sospechan, nuestra fatalidad histórica como pueblo poco y nada tiene que ver con el Rey de España. No es malo recordarlo, sobre todo un 12 de Octubre, cuando la cercanía de los árboles impide a tantos ver el bosque.
Lo reafirmo hoy en esta tribuna: lo acontecido con mi pueblo bastante poca relación tiene con el bendito 12 de Octubre. Muy poco que ver con la Corona y si mucho con las Repúblicas. Muy poco que ver con los españoles y sí mucho con la historia no contada de los pueblos chileno y argentino. Dejemos por tanto descansar en paz a Cristobal Colón, Francisco Pizarro y el crédito local, Pedrito de Valdivia. Pocos saben -y básicamente porque a nadie se le enseña en la escuela- que los mapuches casi nada perdimos con España. Hasta podría decir que ganamos. Sí, ganamos el arte de la caballería, los textiles, la platería y una lengua castellana casi tan hermosa como la nuestra. Es cierto, se trató en los inicios de una guerra. De una cruenta y dolorosa guerra de anexión colonial. Pero la muerte de tres Gobernadores al sur del Biobío fueron más que suficientes. Sobrevino entonces la diplomacia de las armas y con ella florecieron en La Frontera el comercio, las artes, la ciencia y la Política. Así como lo lee, la Política, con mayúscula, que aquello eran precisamente los Parlamentos.
No viene mal recordar, sobre todo en esta fecha, que los mapuches perdimos nuestra independencia no precisamente a manos de los ancestros del Rey Juan Carlos. Fue hace no mucho tiempo, poco más de un siglo, después que Bolivia perdió el mar ante Chile en la llamada “Guerra del Pacífico”, sin ir más lejos. Aconteció entre los años 1880 y 1886, con presupuestos aprobados en los Congresos chileno y argentino, tras “democrático” debate impulsado por lo más selecto de la elite dirigencial de ambas repúblicas. Si transcurrido más de un siglo la demanda marítima boliviana sigue estando tan presente en la población altiplánica, ¿se imaginan cómo será para nosotros la añoranza de aquel territorio propio, de aquel hogar nacional saqueado por chilenos y argentinos a punta de quemas de sembradíos, robo de animales y cantidades industriales de chupilca del diablo? Si fueran mapuches como yo o como mi abuelo ¿cómo creen se sentirían al respecto?
Estimado lector, estimada lectora: que no le sigan pasando en octubre gato por liebre. El conflicto actual no tiene 500 años como insisten autoridades y uno que otro periodista despistado. A lo más, 130 años. De hecho, está de cumpleaños muy pronto, el próximo 4 de noviembre, fecha en que se conmemora el último “Malón General” acontecido en el valle de Temuco el año 1881. Allí se enfrentó el ejército mapuche contra las fuerzas militares comandadas por Gregorio Urrutia, dicho sea de paso, condecorado oficial chileno de la “Guerra del Pacífico”. Aquella batalla constituyó la derrota definitiva de nuestro pueblo. Ello al menos en este lado de la cordillera.
Al otro lado, en Puelmapu, “la tierra mapuche del este”, las escaramuzas se prolongarían hasta bien entrado 1886, año de la rendición del lonko Sayweke ante las fuerzas militares argentinas en Junín de los Andes. Cuesta entenderlo de buenas a primeras, pero gran parte del “conflicto mapuche” actual es consecuencia directa de esta historia que les relato. Lo repiten y hasta el cansancio los lonkos en Ercilla, Lleu Lleu, Makewe y Lumaco, hijos, nietos y bisnietos de aquellos weichafes caídos en la batalla de Temuco. Pero al otro lado nadie los escucha. Mucho mejor negocio culpar a los conquistadores y su “barbaridad” legendaria. “No esperen que resolvamos en cuatro años un problema que se arrastra por más de quinientos”, escuché decir una vez desde La Moneda. Hay que ser muy caradura. Mis disculpas nuevamente a España.
Mis disculpas a España
Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
El pueblo Mapuche fue capaz de enfrentarse al mismísimo imperio Inca frenando definitivamente su expansión hacia el sur. Con la llegada de los españoles se produjo la Batalla de Reinohuelén, en 1536, dando lugar a la Guerra de Arauco con sus treguas y reinicios de conflictos. Por fin, el año 1793 se firma del Tratado de Paz de Las Canoas.
Se ponía así fin a más de dos siglos de hostilidades. En aquel tratado se pactó el reconocimiento de la soberanía española sobre territorio mapuche a cambio de respetar la estructura y autoridad local de los caciques locales. Los mapuches pasaron a ser reconocidos como vasallos de la corona española a la vez que se respetaba la autonomía del caciquismo mapuche (tenían, por así decirlo, un fuero especial. Los mapuches así quedaron convenientemente representados en sus acuerdos con los cabildos municipales.
La relación entre españoles y mapuches se reforzaron en 1803 con el “Parlamento de Negrete”. Con él se ratificaba el acuerdo de paz y concordia. Por parte del pueblo mapuche se ratificaba la defensa de la nación española frente a los ataques por parte de potencias extranjeras y el reconocimiento del rey de España. Por parte de España se preparaba en la formación católica a los hijos de los caciques para que pudieran optar al sacerdocio. Este parlamento consolidó la alianza entre ambos pueblos y aceleró el proceso de mestizaje racial y cultural iniciado a finales del siglo XVIII.
Bandera tradicional del pueblo Mapuche
Cuando estalla la guerra de independencia, en 1810, en el Virreinato de la Plata, la mayoría de los mapuches cumplieron con su compromiso de defender España formando parte de las tropas realistas. Tras el exitoso desembarco en la ciudad de Arauca de las tropas realistas, se celebró el Parlamento de Quilín, el 3 de febrero de 1814. Ahí se ratificó la alianza entre indios mapuches y españoles, aportando 6.000 guerreros a la causa española. Gracias a su apoyo, se consiguió restablecer la soberanía española en Chile hasta 1817. A pesar de perderse Chile en 1819, los mapuches consiguiendo atrasar el proceso de independencia chileno hasta 1832.
Los actuales indigenistas no consiguen explicar la fidelidad de los mapuches a España. Su nobleza e integridad les llevó a no reconocer a los nuevos países surgidos de la independencia: Chile y Argentina. Para colmo, finalizada la guerra, tanto Chile como Argentina no reconocieron al pueblo mapuche debido a su lealtad con la corona española y no aceptaron los tratados alcanzados previamente con España.
Argentina emprendería una serie de campañas militares contra los mapuches a partir de 1820. Por suerte, la debilidad e inestabilidad de los gobiernos argentinos permitieron la supervivencia del pueblo mapuche. Pero con el tiempo, a mediados del siglo XIX, ya fortalecidos los estados chileno y argentino, llegaría la venganza. Chile atacaría a la nación mapuche en 1861, siendo derrotada definitivamente en 1883. Ello supuso la masacre de la mayor parte de la población mapuche en territorio chileno. Los supervivientes se confinaron en tierras improductivas y les condenaron a la hambruna.
Territorio Mapuche pactado con la corona española
Por otro lado, Argentina inició sus ataques contra los mapuches en 1869. Pese a la resistencia fueron derrotados en 1888. No sólo hubo matanzas sino que el gobierno argentino creó una táctica maquiavélica: se hicieron prisioneros a miles de mapuches que fueron divididos por sexo para evitar que tuvieran descendencia. Se puede hablar de un auténtico genocidio. El presidente argentino Domingo Faustino Sarmiento se atrevió a pronunciar el siguiente denigrante discurso:
“¿Lograremos exterminar los indios?. Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado”.
Mapuche encadenado por las nuevas repúblicas democráticas americanas
Hoy en día, el superviviente pueblo mapuche reivindica la restauración de los dominios y la autonomía gubernamental reconocidos por España como parte de los acuerdos que alcanzaron bajo la corona española al ser considerados como un tratado internacional entre ambos pueblos. En el año 2011, el periodista mapuche Pedro Cayuqueo Millaqueo titulado “Mis disculpas a España”:
“[…] Lo acontecido con mi pueblo bastante poca relación tiene con el bendito 12 de Octubre. Muy poco que ver con la Corona y si mucho con las Repúblicas. Muy poco que ver con los españoles y sí mucho con la historia no contada de los pueblos chileno y argentino. […] Los mapuches casi nada perdimos con España. Hasta podría decir que ganamos. Sí, ganamos el arte de la caballería, los textiles, la platería y una lengua castellana casi tan hermosa como la nuestra. […] No viene mal recordar que los mapuches perdimos nuestra independencia no precisamente a manos de los ancestros del Rey Juan Carlos. […] El conflicto actual no tiene 500 años como insisten autoridades y uno que otro periodista despistado. A lo más, 130 años. […] Mucho mejor negocio culpar a los conquistadores y su "barbaridad" legendaria. […] Hay que ser muy caradura. Mis disculpas nuevamente a España”.
Javier Barraycoa
https://barraycoa.com/2022/03/04/el-...cia-americana/
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