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Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
Enhorabuena por el éxito. Yo pondría ahora en sentido positivo algún meme de los auténticos padres de la patria argentina (por ejemplo, de Santiago de Liniers) para que nuestros amigos rioplatenses no se piensen que somos antiargentinos. Hoy en día por desgracia hay que dar por sentado que muchos te van a interpretar mal.
Podría ser algo así:
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Militia est vita hominis super terram et sicut dies mercenarii dies ejus. (Job VII,1)
Aprovechemos la inercia.
José de San Martín, si bien nacido en Yapeyú, apenas vivió cuatro años en continente americano, para radicarse en la España peninsular. Sirvió 22 años en el ejército español, y en plena invasión napoleónica, luego de la batalla de La Albuera, dejó a su país invadido y se fue a Inglaterra; y luego de un año de "iluminación", encabezó la lucha separatista en parte de la América del Sur, pactando con sus correligionarios liberales de la Península, con su famosa frase de "nosotros los liberales somos hermanos en todas partes del mundo"; poniéndose en el Perú de su camarada el traicionero virrey La Serna (donde el indio Antonio Navala Huachaca seguiría resistiendo con la bandera realista hasta ¡1835!) un salario de 30.000 pesos anuales, y siendo responsable de la entrega del tesoro del país a los ingleses, auténticos artífices, junto con los liberales y la poca vista de la España peninsular, de la ruptura de la Monarquía Hispánica.
Así las cosas, no me extraña nada que los separatistas "catalanes" (en verdad charnegos y cholitos muchos de ellos) escojan la estatua del susodicho para celebrar la "Diada" en Lima, que en verdad, es el día de la victoria de Felipe V, aquel que tanto mimara a vascongados y navarros en premio por su fidelidad y apoyo. Mas digo que no me extraña nada porque al fin y al cabo, ¿qué van a hacer los herederos de la burguesía ladrona y racistoide que siempre se echa a los pies del vencedor y que lleva dominando económicamente España desde hace dos siglos? Siempre les queda, eso sí, insultar a los andaluces (en verdad padres y abuelos de muchos de ellos) que ayudaron a levantar su tierra, la región española que más prosperó durante el franquismo. Y siempre les queda, por supuesto, aquella estatua sanmartiniana del centro de Lima que abajo tiene una llama; pero "llama" me refiero al animal, sí, porque se conoce que el escultor, cuando le dijeron que esculpiera una llama, en vez de pensar en fuego, pensó en el camélido andino y así se quedó.
Dios los cría y los esperpentos se juntan.
Fuente:
https://www.facebook.com/permalink.p...13868212144988
Jojojo, las cosas que tiene uno que leer:
Al parecer la mujer no se ha dado cuenta de que todo lo que hemos puesto aquí, han sido investigaciones hechas por hispanoamericanos.
En fin, sigamos.
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Bando del Cabildo de Buenos Aires informando que el Virrey Cisneros entrega provisionalmente el gobierno a ese Cabildo.
Buenos Aires, 23 de mayo de 1810.
Documentos escritos. Sala X 2-10-5.
Transcripción:
En la muy noble y muy leal Ciudad de la Santísima Trinidad Puerto de Santa María de Buenos Aires a veinte y tres de mayo de mil ochocientos diez. Los Señores del Excelentísimo Cabildo, a saber, Don Juan José de Lezica y Don Martín Gregorio Yañíz, Alcaldes de primero y segundo voto, y regidores Don Manuel Mansilla, alguacil mayor, Don Manuel José de Ocampo, alférez de turno, Don Juan Manuel de Llano, Don Jaime Nadal y Guarda, Don Andrés Domingues, tres diputados de Policía, Don Tomás Manuel de Anchorena, Defensor General de pobres y fiel ejecutor, y Don Santiago Gutiérrez, Defensor General de menores, y el caballero síndico Procurador general Doctor Don Julián de Leiva.
Por cuanto del Congreso general celebrado ayer veinte y dos del corriente mayo ha venido ha resultado a pluralidad de votos debe derogarse el Mando Superior de estas Provincias que ejercía el Excelentísimo señor Don Baltasar Hidalgo de Cisneros y refundirse en este excelentísimo cabildo provisionalmente y hasta tanto se erija una superior junta que haya de ejercerlo dependientemente siempre de la que legítimamente gobierne a nombre del Señor Fernando VII hace saber así al público por medio del presente Bando para su gobierno e inteligencia, y que deseche cualesquiera (…) que hayan podido confundirle las ultimas infaustas noticias recibidas de la Península, bien entendido que este excelentísimo cabildo procederá inmediatamente a la erección de la junta que haya de encargarse del Mando Superior hasta que se congreguen los diputados que se comunicarán de las Provincias interiores para establecer la forma de Gobierno más conveniente.
Juan José de Lezica
Martín Gregorio Yañiz
Manuel Mansilla
Manuel José de Ocampo
Juan Manuel de Llano
Jaime Nadal y Guarda
Andrés Domingues
Tomás Manuel de Anchorena,
Santiago Gutiérrez
Julián de Leiva.
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Fuente:
https://www.facebook.com/ArchivoGene...type=1&theater
_____________________________________Por cuanto del Congreso general celebrado ayer veinte y dos del corriente mayo ha venido ha resultado a pluralidad de votos debe derogarse el Mando Superior de estas Provincias que ejercía el Excelentísimo señor Don Baltasar Hidalgo de Cisneros y refundirse en este excelentísimo cabildo provisionalmente y hasta tanto se erija una superior junta que haya de ejercerlo dependientemente siempre de la que legítimamente gobierne a nombre del Señor Fernando VII …
Lunes, 21 de febrero de 2011
La máscara de Fernando VII
Es común entre quienes sostienen la leyenda rosa de las revoluciones de mayo desde una perspectiva "nacionalista", negar la existencia de la llamada "máscara de Fernando VII", el recurso a poner la Revolución bajo una supuesta obediencia teórica al Rey legítimo y sin pretender -supuestamente- independizarse destrozando la patria y violando todos los solemnes juramentos dados, hecho al igual que la Asamblea revolucionaria francesa de 1789 que decía gobernar en nombre del rey.
Pero son todos los documentos los que señalan la mentira o el error de las interpretaciones "nacionalistas". Veamos algunas citas indiscutibles:
"La Junta queda provisoriamente encargada de la autoridad superior de todo el Virreinato; y... se ordena que ahora mismo vengan los nombrados a prestar juramento de conservar la integridad de estos dominios a nuestro amado soberano el señor don Fernando VII. A muchos nos ha chocado esta última cláusula porque es una reverenda mentira; pero dicen que por ahora conviene hasta que tengamos bien firme el terreno; y la cosa ha pasado riéndose los unos y rabiando los otros."
– Carta anónima encontrada en el baúl de Marcelina Orma.
"Los cabezas de la revolución mantienen una correspondencia seguida con las provincias del Perú y esperamos que no tardarán en declararse independientes."
- Carta de un comerciante inglés de Buenos Aires, fechada el 1 de junio de 1810, y publicada en Gran Bretaña y en España.
"El objeto (de tan escandaloso atentado) es la absoluta independencia."
- Informe al Rey del virrey Cisneros del 22 de junio de 1810.
"Sigamos con la máscara de Fernando VII, dicen algunos; las circunstancias no permiten otra cosa."
- "Observaciones didácticas" de Bernardo de Monteagudo del 13 de mayo de 1812.
"Es indudable... que si se miran las cosas a buena luz, a la ambición de Napoleón y a la de los ingleses en querer ser señores de esta América se debe atribuir la revolución del 25 de mayo de 1810... Por política fue preciso cubrirla con el manto del señor Fernando VII, a cuyo nombre se estableció y bajo de él excedía sus providencias y mandatos."
- "Memoria autógrafa" de Cornelio Saavedra, terminada en 1829 poco antes de su muerte a la manera de una confesión general.
Próximamente iremos publicando documentación adicional y, recurriendo a la historia de las demás revoluciones americanas, quedará clara la existencia de la famosa "máscara" que toda revolución ha siempre utilizado en sus etapas iniciales para cubrirse de un viso de legalidad mínima.
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Fuente:
C. L. A. M. O. R.: La máscara de Fernando VII
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viernes, 14 de noviembre de 2014
Los Borbones: ¿Culpables de todo?
Habría que hacerle par de bloques de preguntas a los sanmartinianos (esto es, los que profesan un culto pagano-irracional a José de San Martín), a propósito de las continuas quejas de los Borbones como culpables de todo...
-¿No fueron los Borbones los mismos que durante el siglo XVIII favorecieron al Río de la Plata, muchas veces en detrimento de un Perú que luego demostró serle mucho más leal?
-¿No fueron los Borbones a los cuales sirvió José de San Martín durante más de veinte años como oficial español, luego de licenciarse para pasar un año en Inglaterra e ir a una América que apenas recordaba; América en donde a su vez pactó con sus camaradas liberales peninsulares, diciendo aquello de "nosotros los liberales somos hermanos en todas partes del mundo"; y eso amén de ponerse un sueldo de treinta mil pesos anuales, invadiendo con tropas forasteras un Perú que en muy buena medida no le era adicto, y siendo artífice de la entrega del tesoro del país a los ingleses?
Antonio Moreno Ruiz, historiador sevillano residente en Perú.
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Fuente:
C. L. A. M. O. R.: Los Borbones: ¿Culpables de todo?
La máscara de Fernando VII: Nueva Granada
"Si somos libres e independientes, no necesitamos de cubrirnos con el nombre de un rey para formar mejor, la más conveniente constitución, ni mucho menos necesitamos para esto de una ley bárbara hecha en tiempos bárbaros."
- Carta del prócer colombiano Camilo Torres a su tío Ignacio
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Fuente:
C. L. A. M. O. R.: La máscara de Fernando VII: Nueva Granada
Comentario aparecido en la página El otro bicentenario de las independencias americanas
Carta de San Martín a su buen amigo Nicolás Rodríguez Peña, agente británico en Buenos Aires, traidor [estuvo involucrado en la fuga del general británico Beresford organizada por su hermano Saturnino] y "prócer" de la Independencia argentina, donde le cuenta el plan "secreto" (SIC; el Plan Maitland) para cruzar a Chile y desde allí, invadir el Perú.
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22 DE ABRIL DE 1814
EL GENERAL DON JOSÉ DE SAN MARTÍN ESCRIBIÓ A SU AMIGO DON NICOLÁS RODRÍGUEZ PEÑA LA FAMOSA CARTA EN LA QUE POR PRIMERA VEZ BOSQUEJA SU PLAN DE CAMPAÑA TRANSCONTINENTAL, PARA LLEGAR A LIMA.
LA MISIVA, DICE ASÍ:
“No se felicite, mi querido amigo, con anticipación de lo que yo pueda hacer en ésta; no haré nada y nada me gusta aquí. No conozco los hombres ni el país, y todo está tan anarquizado, que yo sé mejor que nadie lo que poco o nada puedo hacer. Ríase usted de esperanzas alegres. La patria no hará camino por este lado del norte, que no sea una guerra permanente, defensiva, defensiva y nada más; para eso bastan los valientes gauchos de Salta, con dos escuadrones buenos de veteranos. Pensar en otra cosa es echar al Pozo de Airón hombres y dinero. Así es que yo no me moveré, ni intentaré expedición alguna. Ya le he dicho a usted mi secreto: un ejército pequeño y bien disciplinado en Mendoza, para pasar a Chile y acabar allí con los godos, apoyando un gobierno de amigos sólidos, para acabar también con los anarquistas que reinan. Aliando las fuerzas, pasaremos por el mar a tomar Lima; es ése el camino y no éste, mi amigo. Convénzase usted que hasta que no estemos sobre Lima, la guerra no acabará.
Estoy bastante enfermo y quebrantado; más bien me retiraré a un rincón y me dedicaré a enseñar reclutas para que los aproveche el gobierno en cualquier parte. Lo que yo quisiera que ustedes me dieran cuando me restablezca, es el gobierno de Cuyo. Allí podría organizar una pequeña fuerza de caballería para reforzar a Balcarce en Chile, cosa que juzgo de gran necesidad, si hemos de hacer algo de provecho, y le confieso que me gustaría pasar mandando este cuerpo”.
22 de abril de 1814
José de San Martín
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Fuente:
https://www.facebook.com/29843144694...type=1&fref=nf
¡Qué viva el otro Libertador también! ¡Qué viva!
“…ya es tiempo de dejarnos de teorías que 24 años de experiencia no han producido más que calamidades…”.
–José de San Martín, 1 de agosto de 1834, en carta a Tomás Guido.
“¡Maldita sea la tal libertad, no será el hijo de mi madre el que vaya a gozar de los beneficios que ella proporciona hasta que no vea establecido un gobierno que los demagogos llaman tirano y que me proteja contra los bienes que me brinda tal libertad!”.
-José de San Martín, 1834.
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Fuente:
https://www.facebook.com/francisco.n...358587?fref=nf
Comentario adicional de Francisco Núñez en la misma fuente:
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“… la primera bandera que la Nación Argentina resolvió enarbolar en un acto de guerra, para exteriorizar su rebeldía e independencia, antes que Belgrano creara la enseña patria, fue la bandera inglesa” –
Enrique Williams Álzaga, en La Fuga del General Beresford, EMECÉ Editores, Buenos Aires, pág. 28
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¿Vendepatrias? Que si no.
Izaron la bandera inglesa, ejemplificando el triunfo del plan preparado tiempo antes para la destrucción de España. Después así les fué, los pérfidos se llevaron la plata.
Y de paso las Malvinas.
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LOS INDIOS REALISTAS
Con la única excepción de Cartagena, las provincias caribeñas de la Nueva Granada fueron proclives al mantenimiento del régimen monárquico. Desde 1813 el gobierno realista instalado en Santa Marta afrontó el permanente asedio de los ejércitos insurgentes de Cartagena y Santafé, que en más de una ocasión fueron rechazados gracias al apoyo de los indios que residían en los pueblos vecinos de Mamatoco, Gaira, Bonda y Ciénaga. Fue tan importante el respaldo de los indios que en 1816 el gobierno español nombró capitán de los reales ejércitos al cacique de Mamatoco. Tal fue la lealtad y la constancia de estos indios, que todavía en 1823 guerrillas indígenas fueron capaces de tomarse a Ciénaga y a Santa Marta. El 4 de enero de ese año se izó la bandera española en el castillo del Morro, último foco de la resistencia realista en el Caribe neogranadino. Un comportamiento similar asumieron los indios guajiros de Riohacha. E incluso en tierras de la insurgente Cartagena hubo levantamientos de indios realistas en las Sabanas de Corozal en 1813.
En la región andina, cuya población indígena era mucho más numerosa, la mayoría de los pueblos de indios se declararon adictos a la causa del rey. Particularmente fieles a la monarquía se manifestaron la mayoría de los pueblos indios de las extensas provincias de Tunja y Cundinamarca. Incluso en Antioquia, varias comunidades expresaron su disposición a servir al rey con abastos, animales y hombres. Pero sin duda fue Pasto el distrito colonial más fiel a la monarquía. Desde 1809 y hasta 1823 los pastusos, con el apoyo entusiasta de los 21 pueblos de indios que moraban alrededor de la ciudad, constituyeron el bastión realista más obstinado. En los primeros años de la lucha emancipadora, y en defensa del rey, se enfrentaron primero a los quiteños, luego a los caleños y poco después al ejército santafereño comandado por Antonio Nariño. Años más tarde lo harían con Simón Bolívar, durante la célebre Campaña del Sur. Y dando muestras de una lealtad y una capacidad de combate y resistencia a toda prueba, aun después de la caída de Guayaquil y Quito en manos de los ejércitos republicanos, en 1823 los pastusos, comandados por Agustín Agualongo, tuvieron los arrestos suficientes para encarar a Bolívar en Ibarra, y al coronel Tomás Cipriano de Mosquera en Barbacoas. Es decir, que cuando ya todo en Nuevo Reino de Granada y la Presidencia de Quito estaban en manos de los patriotas, en Pasto seguía tremolando la bandera española y el rey Fernando seguía siendo proclamado como “El Deseado”.
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Fuente:
https://www.facebook.com/pages/El-ot...20078674699744
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Martes 25 de marzo de 2014 | 00:29
Pensamientos Incorrectos
¿Quién era San Martín?
Opinión
Por Rolando Hanglin | Para LA NACION
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En un día de fines del verano de 1813 (concretamente, el 3 de febrero) en la posta de San Lorenzo, donde se encuentra el convento del mismo nombre. San Martín comandaba el bautismo de fuego del ejército argentino, librando su única batalla en nuestro territorio. El hecho dio origen a la Marcha de San Lorenzo, que tantas veces hemos coreado en la escuela. Allí murió el recordado sargento correntino Juan Bautista Cabral.
¿Quién era San Martín? Un oficial español nacido en Indias (Yapeyú) que había pedido la baja el 26 de agosto de 1811, para ocuparse de sus supuestas propiedades en Lima. La baja le fue concedida, pero no viajó a Lima sino a Londres, con un pasaporte facilitado por el oficial James Duff, también conocido como McDuff, que pertenecía a una influyente familia escocesa. En momentos en que España colapsaba, pues, invadida por Napoleón, San Martín encontraba en Duff y en Mr. Charles Stuart una mano amiga que lo encaminó hacia la órbita inglesa: a partir de la batalla de Trafalgar (1806) donde Inglaterra destrozó a la flota conjunta de Francia y España, las colonias españolas en América quedaron disociadas de su metrópoli, con Gran Bretaña reina absoluta de todos los mares. A esas alturas, los ingleses ya habían perdido su colonia de Norteamérica, pero ésta consistía sólo en siete estados ( conocidos como Nueva Inglaterra) mientras que toda Sudamérica, más México, California, Arizona, Nueva México, la Florida integraban los inmensos dominios de la corona española. A partir de ese instante, Inglaterra sólo debía elegir cómo y cuándo ejercer su poder, arrebatando las grandes posesiones de España en el Nuevo Mundo.
Proliferaron los planes y proyectos militares en Gran Bretaña, entre ellos el de Thomas Maitland, descubierto por Rodolfo Terragno en archivos escoceses. Se verificaron algunas incursiones encabezadas por el almirante Home Popham y el precursor venezolano, Francisco de Miranda. Inglaterra dominaba por el comercio y por el mar, a través de marinos de guerra, corsarios y piratas, de legendaria eficacia en la persecución de galeones españoles, que intentaban desembarcar en el puerto de Cádiz su cargamento de especias de Filipinas y oro del Perú.
Para contar esta historia seguimos los pasos del gran hispanista inglés John Lynch, autor de San Martín, soldado argentino, héroe americano y los entretenidos relatos de John y William Parish Robertson en Cartas de Sudamérica. Estos dos hermanos escoceses vinieron a nuestro país en 1809. Formaron parte de la gran marea británica que inundó Buenos Aires con comerciantes, espías, médicos, naturalistas, predicadores, ganaderos y pastores de ovejas, a partir de las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807. Éstas fueron rechazadas pero dejaron la semilla de las nuevas ideas europeas.
Es sabido que San Martín llegó a Buenos Aires en marzo de 1812. Fue recibido con desconfianza, ya que se lo sospechaba espía español. De cualquier forma, el Triunvirato le confió la formación de un nuevo cuerpo de caballería, de escuela francesa: los Granaderos. Sólo un año después, ya casado con Remedios Escalada, ya instalado en Buenos Aires, San Martín protagonizó el combate de San Lorenzo. En aquel tiempo, España aún dominaba Montevideo y lanzaba incursiones navales contra las costas del Paraná, entre Zárate y Santa Fe. En su primera misión militar para la Argentina, San Martín fue comisionado para repeler esas acciones. Hacia allí marchó con sólo 150 granaderos, informado de que el 31 de enero se produciría un asalto contra el convento de San Lorenzo. Cuando llegó con sus hombres (el 2 de febrero, de madrugada) comprobó que en la posta había una galera desenganchada, donde dormía un caballero europeo. Aquel hombre era John Parish Robertson, nacido en Edinburgo en 1792. Contaba por lo tanto… ¡Diecinueve años!
En sus cartas, explica Parish, que descansaba solo, pasando la noche al fresco de febrero, en una escala más de su viaje comercial al Paraguay. Y dice: "Me despertaron relinchos de caballos y rudas voces de mando. Abrí los ojos. Por las ventanillas se asomaban unos rostros muy bronceados. Temí que fueran marineros españoles. De pronto, escuché allá afuera, en la oscuridad, una voz. No sabía con certeza quién era, pero lo conocía. Le escuché decir ´No maltraten a este señor, es un caballero inglés en viaje de negocios. Ya me lo informó el maestro de posta´. Así pues, bajé del carruaje y le extendí mi mano: ´Supongo que es usted el coronel San Martín. En ese caso, aquí está su amigo. Soy John Parish Robertson´".
A continuación, San Martín saludó cordialmente al muchacho. Lo llevó del brazo, por decir así, mientras tomaba el convento para que sus soldados quedaran ocultos. Le explicó sus planes. Se explayó con toda confianza. Incluso lo previno: "Usted sabe bien que combatir no es su negocio ni su deber, de modo que si ve, desde aquí, que el combate nos resulta adverso, dispare inmediatamente. Le dejo un buen caballo. No tema, los españoles no podrán alcanzarlo... Ningún marinero resulta buen jinete".
Parece la charla entre dos camaradas, partícipes de un mismo proyecto. Cabe apuntar que los españoles, que sumaban 220 combatientes, sufrieron la baja de 40 muertos, 14 prisioneros y 12 heridos. Los granaderos perdieron 26 hombres, entre ellos 6 muertos (incluyendo al sargento Cabral) y el resto heridos.
Dice Parish: "Al marcharme, le rogué a San Martín que aceptara mis provisiones y mis vinos, en beneficio de los heridos de ambos bandos. Quedé afligido por la matanza, pero admirado por la serenidad y coraje del Coronel".
En otras palabras, John Parish Robertson había contemplado el combate de San Lorenzo como quien ve un espectáculo, desde la platea. Y su presencia "casual" inspira varias preguntas: ¿De dónde se conocían estos dos hombres? ¿De las tertulias de Buenos Aires? ¿Pero qué podían tener en común un muchacho de 19 años, extranjero, y un coronel de Indias, de 35, que procuraba resultar creíble a los hombres del poder en Buenos Aires? ¿De qué hablaban, en qué idioma, en qué contexto? ¿Será cierto que San Martín actuaba como agente inglés, tal como denuncia (con dolor) el historiador argentino Antonio Calabrese? ¿O San Martín mantenía con Inglaterra una alianza de mutua utilidad? Los ingleses, aparentemente, habían renunciado a arrebatar las colonias españolas. Más bien les interesaba la apertura de sus puertos, para el comercio de sus manufacturas, que ya no podían entrar en Norteamérica. Por lo tanto, apoyaban con disimulo toda iniciativa conducente a la independencia de Hispanoamérica. Por ejemplo: la flota de William Cochrane, que custodió las espaldas de San Martín durante la aventura Chile-Perú, era prácticamente una flota inglesa.
Terragno afirma que San Martín y los ingleses se utilizaron mutuamente. Recordemos a un cierto viajero inglés, Mr. Samuel Haigh, que conoció a San Martín en Valparaíso y comentó asombrado: "Es muy favorable a la nación inglesa". También vale recordar una carta de James Duff al Libertador: "Yo sabía que un hombre nos daría una grata sorpresa desde Sudamérica".
Y bien: los agentes no dan sorpresas ni causan asombro. Hacen su trabajo y cobran el sueldo. No parece el perfil de San Martín..
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Fuente:
¿Quien era San Martin? - lanacion.com*
Es más o menos lo que decimos siempre, y admitido por uno de los "próceres". Las guerras de secesión dejaron a los viejos reinos de Indias sumidos en la anarquía y el caos, y esto fue lamentado y reconocido por sus propios protagonistas, quienes lloraron sobre la leche derramada y se dieron cuenta de que el proceso había terminado en un rotundo fracaso. Estos sujetos, que no entendían nada de política, no fueron capaces de leer el momento histórico en el que les tocó vivir, y ver que el enemigo no era España, sino las potencias ascendentes (Gran Bretaña, Francia, EEUU) y que solo España era capaz de gobernar las Indias y mantenerlas unidas.
Fuente (excelente artículo sobre San Martín):
http://institucional.us.es/revistas/rasbl/19/art_8.pdf
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Fuente:
https://www.facebook.com/77125717629...type=3&theater
Una bofetada a San Martín
Está por publicarse un libro que causará debate. Se trata de José de San Martín... ¿Un agente inglés?, del abogado santiagueño, Antonio Calabrese
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Rolando Hanglin
PARA LA NACION
Martes 04 de septiembre de 2012 • 20:00
En estos días se está publicando un libro que causará debate. Obra del abogado santiagueño Antonio Calabrese. Su título es: José de San Martín... ¿Un agente inglés? El estudio de Calabrese constituye una bofetada a San Martín y a los que (como yo mismo) admiramos al General como ejemplo de rectitud, de hombría, de moral y de personalidad. Pero también. de profundos misterios.
Hasta los fanáticos de San Martín debemos aceptar el aporte de Calabrese, sobre todo porque no es un insulto lanzado al aire, sino el fruto de un estudio racional. Lo que jamás debemos hacer es silenciarlo, como en cierto modo sucedió con un libro de características similares: San Martín y la Tercera Invasión Inglesa", de Juan Bautista Sejean (1997, Editorial Biblos).
La tesis de Calabrese es, fundamentalmente, la siguiente: José de San Martín vino al Río de la Plata para cumplir una misión que le había confiado Gran Bretaña, de la que era agente. ¿Agente. rentado? Esto no lo dice Calabrese, y sería muy difícil demostrarlo.
El capítulo "Los amigos ingleses" contiene una abrumadora enumeración de políticos y militares británicos que incidieron poderosamente en la aventura del general. No se trataba de aficionados, viajeros curiosos o naturalistas, sino de profesionales de la guerra y el espionaje que sabían muy bien lo que hacían.
"Según el Dr. Calabrese, don José siguió en todo momento las indicaciones inglesas, fue financiado por Inglaterra, vigilado, controlado y aleccionado por funcionarios británicos"
William Carr Beresford, invasor y gobernador (1806) de Buenos Aires, donde procedió a robarse prolijamente los caudales del virreinato, provenientes de las minas de Potosí, luego paseados en triunfo por las calles de Londres a bordo de seis carros repletos, fue jefe del Libertador en la batalla de Albuera y en el sitio de Badajoz. En estas circunstancias, por efecto de la alianza anglo-española, San Martín también compartió filas con su gran amigo Lord MacDuff, conde de Fife, y con el capitán William Miller, a quien luego se llevaría al Perú.
Puede aducirse que Beresford y el almirante Home Popham no robaron dineros "de la Argentina" sino de España, destinados a la Península, y que Inglaterra y España eran las dos grandes potencias marítimas de aquel tiempo, que se pirateaban mutuamente. Se aducirá también que San Martín no hizo más que cumplir con sus órdenes militares cuando le tocó combatir en las guerras peninsulares junto a aquellos señores, ya que su patria (España) e Inglaterra fueron aliadas, contra Napoleón, durante aquel lapso preciso.
Un hermano del conde de Fife, Sir Alexander Duff, había comandado el 88 Regimiento Connaught Rangers en 1806, durante la Primera Invasión, y su íntimo amigo Samuel Ford Wittingham actuó en la Segunda Invasión, año 1807.
Dice Calabrese: "Fue Duff quien introdujo a San Martín en la órbita inglesa, dándole a conocer los planes británicos para la América del Sur. Duff financió además su salida de España, presentándole a quienes podían suministrarle un pasaporte inglés. Eran Sir Charles Stuart, Barón de Rothesay, y el propio Beresford, virtual gobernador de Portugal por orden británica. Estos dos hombres pusieron a San Martín, en cuatro meses, a bordo de la fragata George Canning, en busca de su destino".
Uno puede preguntarse: ¿Y los otros militares que venían a bordo de la Canning, es decir Carlos María de Alvear, Matías Zapiola, Chilavert, el alemán barón de Holmberg. eran todos agentes ingleses, contratados por Stuart?
"El combate de San Lorenzo -según Calabrese- fue observado muy de cerca por las autoridades británicas, que enviaron a la zona al capitán Peter Heywood"
En fin. Según el Dr. Calabrese, que en esto coincide con Juan Bautista Sejean y se apoya en las notables investigaciones de Rodolfo Terragno ( Maitland & San Martín ) don José siguió en todo momento las indicaciones inglesas, fue financiado por Inglaterra, vigilado, controlado y aleccionado por funcionarios británicos.
Retomamos la lista: los hermanos John y William Parish Robertson, empresarios de gran éxito en la Argentina, Uruguay y Paraguay, primos de un legendario diplomático inglés en el Río de la Plata: Sir Woodbine Parish.
John Parish Robertson es protagonista de un hecho insólito, ya que se encuentra "por casualidad" con San Martín en el convento de San Lorenzo, cuando faltan horas para el bautismo de fuego de las armas argentinas. Invitado por el Libertador, contempla el combate de San Lorenzo desde el campanario de la iglesia. Al día siguiente, compartiría un desayuno con el jefe vencedor y el vencido en el comedor del convento.
Según el historiador inglés H.S. Ferns, tanto John como su hermano William Parish reportaban a su abuelo Bath, de Londres, quien era informante de las autoridades británicas.
El combate de San Lorenzo -según Calabrese- fue observado muy de cerca por las autoridades británicas, que enviaron a la zona al capitán Peter Heywood, quien se encontraba en Buenos Aires entre septiembre de 1812 y julio de 1813. Se hicieron amigos, Heywood y San Martín, hasta el punto de que, cuando el General lleva a su hija Mercedes a Europa, la pone bajo la tutela de la señora de Heywood. La historia personal de Heywood, por otra parte, es totalmente cinematográfica: marinero de tatuaje y abordaje desde los 15 años, participó del "Motín del Bounty", que sirvió de base a un film inolvidable.
Otro ilustre amigo británico de San Martín: el médico James Paroissien, el primer extranjero a quien se concede la ciudadanía argentina. Según apunta Rodolfo Terragno, no era médico ni químico. Para Calabrese: viene como refuerzo tras la primera invasión inglesa y, al enterarse de que se ha producido la Reconquista, recala en Montevideo, donde pasa a servir como auxiliar de cirugía con el grado de subteniente, en el ejército de Whitelocke, que preparaba la segunda invasión, de 1807. Podemos colegir que se trataba de un práctico en medicina de guerra, algo así como un enfermero. Pero Calabrese concluye terminantemente: Paroissien era, en realidad, un espía consumado, con nutridos antecedentes.
La segunda parte de la columna podrá leerla el martes próximo
Más sobre Pensamientos incorrectos
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Fuente:
http://www.lanacion.com.ar/1505082-u...a-a-san-martin
Última edición por Mexispano; 30/01/2016 a las 03:31
Una bofetada a San Martín (Segunda parte)
El General sigue siendo el hombre del misterio y, a mi modo de ver, lo seguirá siendo hasta que terminemos de entenderlo
SEGUIR
Rolando Hanglin
PARA LA NACION
Lunes 10 de septiembre de 2012 • 21:06
(Esta columna es continuación de la publicada el martes pasado, con referencia al libro de Antonio Calabrese: "José de San Martín... ¿Un agente inglés?").
Otro agente británico: John Miers, quien en 1818, o sea en las vísperas de la invasión de Chile, llega para efectuar supuestas observaciones sobre el cobre chileno, pero en lugar de viajar a Chile se dirige a Mendoza, donde tiene una serie de reuniones con el Libertador. Se ha dicho que el Sr. Miers "cultivaba el dibujo" y realizaba "estudios y observaciones". Dejó numerosas láminas sobre la topografía de Cuyo y el Puerto de Buenos Aires. Lugares estratégicos, de los que cualquier potencia de aquel tiempo necesitaba poseer mapas y planos adecuados. Posteriormente, en un libro de memorias titulado Travels in Chile and La Plata dice Miers textualmente: "Fui luego a visitar al general San Martín y a entregarle cartas, que también traía para él". Se pregunta Calabrese: "¿Qué cartas? ¿De quién? ¿Se las entregaba después de un año, al encontrarse con San Martín en Mendoza, en 1819? ¿O eran instrucciones previas a la partida para el cruce de los Andes, y debían ser entregadas en el momento justo?".
Otro personaje: Robert Staples, especie de cónsul británico informal en Buenos Aires.
Y uno más: el Sr. Robert Proctor, hombre de gran fortuna personal, que llega a Buenos Aires en 1823 con su familia, para luego viajar con ella al Perú, donde examina la situación existente, y bajar luego a Mendoza, donde ya se encontraba San Martín, al final de su periplo, como esperando instrucciones. También explica Proctor en una nota publicada en Londres, en 1825, que "como tenía cartas para el célebre general, tuve oportunidad de verle mucho...."
¡Otro viajero acarreando cartas de Londres! Este detalle recurrente perturba a Calabrese.
Más ingleses alrededor de San Martín: Mr. Samuel Haigh, nacido en Londres, que llega a Buenos Aires en 1817 con un barco de 180 toneladas, y desde allí se traslada por tierra a Chile. Llega a Valparaíso la noche del 29 de octubre, en que justamente San Martín organiza un baile en honor del comodoro William Bowles, alto jefe de la escuadra británica en el Plata. El invitante es otro súbdito inglés, Mr. Richard Price. Pero lo más extraordinario es que, una vez en Chile, Haigh transfiere su cargamento y vende el barco a unos compatriotas suyos, de profesión corsarios, que ponen el buque al servicio de la armada chilena. En meteórica carrera, Haigh es agregado al Estado Mayor del Ejército de los Andes y -según Calabrese- actúa en la batalla de Maipú.
"¡Otro viajero acarreando cartas de Londres! Este detalle recurrente perturba a Calabrese"
El comerciante se convierte, así, en militar.
Calabrese sigue enumerando británicos: John Thomond O´Brien, irlandés como Miller, ambos militares profesionales con actuación en Waterloo y en las guerras peninsulares.
Calabrese cita a Terragno: "Antes de iniciar la expedición a Chile, San Martín se mantuvo en contacto con el comodoro Bowles, nuevo comandante en jefe de la estación sudamericana de la Armada Real, a quien el Libertador confió, en Buenos Aires, sus planes y problemas". El extraordinario académico inglés John Lynch, autor del gran estudio titulado San Martín, de rara objetividad, relata: "El comodoro Bowles se encontraba en Río de Janeiro, pero San Martín buscó al cónsul británico Robert Staples para transmitir sus ideas y necesidades a Londres. Le gustaría tener en consideración, explicó, las opiniones del gobierno británico sobre sus operaciones futuras en Chile y Perú. Necesitaba buques de guerra y oficiales, y requirió la presencia de la marina británica en la costa del Pacífico para proteger al comercio de la agresión de España". Dice también Bowles: "Me aseguró que, en caso de surgir una revolución anti-inglesa, volvería del Perú para oponérsele... El genio y la disposición de San Martín son ciertamente favorables a Gran Bretaña".
Aquí encontramos un tropiezo en la argumentación de Calabrese: si San Martín era un agente, su genio, su disposición y su voluntad personal no tenían mayor importancia, ya que en cualquier caso debía obedecer las órdenes de sus patrones.
De cualquier modo, la participación británica en la Revolución de Mayo es impresionante, antes y después de la gesta militar de San Martín. Calabrese cita a Terragno: "San Martín anticipó sus planes a los ingleses, solicitó ayuda y la recibió, hasta cierto punto". Según Calabrese, esa "ayuda hasta cierto punto" fue en verdad enorme, porque se trataba de cumplir un plan inglés.
"Si San Martín era un agente, su genio, su disposición y su voluntad personal no tenían mayor importancia, ya que en cualquier caso debía obedecer las órdenes de sus patrones"
Este Plan era el famoso boceto estratégico de Lord Thomas Maitland, descubierto por Terragno en archivos escoceses. Este proyecto (uno de los quince o más, presentados al Almirantazgo antes de 1800) incluía la concentración de fuerzas en Mendoza, el cruce de los Andes, la toma de Chile, el viaje por mar hasta El Callao y Lima, de modo de conquistar el Perú, que era el corazón del potencial español en América. En el proyecto de Maitland se mencionaba, incluso, la toma de Lima sin violencia, por el "peso de la opinión", tal cual se obstinó en hacerlo San Martín.
El plan originario de Thomas Maitland, asesorado por el experto John Hippisley, comprendía la participación de una flota británica que, desde el Pacífico, acompañaría y cubriría a las tropas destinadas al asalto de Lima. En principio, San Martín no disponía de semejante flota. Pero...
La flota que acompañó el desplazamiento de San Martín estaba encabezada por Lord Thomas Cochrane. Contaba con tres fragatas, dos bergantines, una goleta y un navío. La fragata "O´Higgins", al mando de Thomas Sackville Crosbie. La "Lautaro", de Martin John Guise, que había combatido en Trafalgar a las órdenes de Nelson. La "Independencia", de Robert Forster. El "Galvarino", de John Tooker Spry. El "Araucano", de William Carter. La "Moctezuma", de John Young. El "San Martín", de William Wilkinson. Comisario y juez de la flota: Mr. Henry Dean. Los altos mandos, la totalidad de la oficialidad y 600 sobre 1600 tripulantes eran todos de nacionalidad inglesa.
Sinceramente: da toda la sensación de una flota oficial británica...
Ahora bien. Calabrese resuelve en breves líneas el famoso tema de la masonería: San Martín era masón, y lo fue hasta su muerte, pero esto no tiene la menor relevancia, pues también lo fueron civiles y militares, sacerdotes y mariscales, nobles y plebeyos, ingleses, españoles, argentinos, unitarios, federales. La masonería no tenía un papado, una jefatura política, por tratarse de una fraternidad secreta de orientación liberal y de estructura horizontal.
En la masonería había monárquicos, como San Martín, y demócratas como Bolívar.
Entonces: ¿Qué relevancia tiene el hecho de que San Martín, lo mismo que Bolívar, O´Higgins, Belgrano, Güemes y otros revolucionarios americanos, como Miranda el precursor, hayan recibido ayuda inglesa? ¿Acaso los españoles no contribuyeron a la Emancipación de los Estados Unidos de América, lo que les valió el rencor eterno de Inglaterra?
Es que Calabrese tiene un reproche esencial contra el Libertador: a su juicio, el General separó la Argentina de Chile, perdió Uruguay, Alto Perú y Paraguay. Con ello, todos nosotros perdimos la oportunidad de convertirnos en los Estados Unidos de América del Sur, una poderosa nación bioceánica. Todo para beneficio y conveniencia de Gran Bretaña, potencia experta en partir países, inventar estados tapones y fraccionar territorios para negociar cómodamente con gobiernos pequeños y débiles.
"¿Qué relevancia tiene el hecho de que San Martín, lo mismo que Bolívar, O´Higgins, Belgrano, Güemes y otros revolucionarios americanos, como Miranda el precursor, hayan recibido ayuda inglesa?"
Resta preguntar si este resultado (melancólico) es sólo culpa de San Martín, y no de toda la generación de Mayo.
De cualquier modo, la obra de Calabrese resulta impactante. Sus fuentes son Bartolomé Mitre, Norberto Galasso, Patricia Pasquali, Juan Bautista Sejean, José María Rosa, Rosendo Fraga, Rodolfo Terragno, Ricardo Piccirilli y otros autores de prestigio. En las líneas iniciales, el autor dice con amargura: "Nos ha interesado solamente la verdad, por dura que esta fuera, aunque tengamos que dejar mucho a nuestras espaldas por conseguirlas, aunque su hallazgo nos lleve el alma en jirones..."
Y al final: "Se nos inculca que debemos la paternidad de la patria al Gran Capitán. Una patria que lo rechazó, en la que él no quiso vivir ni morir, y a la que no sirvió. Al contrario, se sirvió de ella para cumplir el plan de Lord Maitland".
San Martín sigue siendo el hombre del misterio y, a mi modo de ver, lo seguirá siendo hasta que terminemos de entenderlo. Para encontrar -como dice Calabrese- la verdad, que nunca es demasiado dolorosa. Sólo se trata de comprende quienes somos.
Entre las preguntas que quedan sembradas, hay una básicamente humana: ¿No sabía San Martín que, al traicionar su juramento de fidelidad a España, quedaría privado para siempre del contacto personal con su propia madre, Gregoria Matorras, que vivía en Orense con María Elena San Martín, hermana de José? En efecto, este hombre nunca volvió a pisar España (donde lo esperaban con un patíbulo preparado) ni a ver a su madre y hermana.
"San Martín sigue siendo el hombre del misterio y, a mi modo de ver, lo seguirá siendo hasta que terminemos de entenderlo"
Cada hombre se fija una misión y resuelve su vida en ella. Anclado en una España que naufragaba en el caos, tal vez San Martín dijo su frase: "Serás lo que debas ser, o serás la nada". Sin orígenes nobles que lo llevaran más arriba en su carrera (era sólo hijodalgo) y compartiendo "tenidas" con influyentes amigos ingleses que podían dar una mano, tal vez fue allí en Cádiz o en Londres (1811-1812) donde San Martín conoció los bocetos estratégicos de Maitland, Lord Nicholas Vansittart y otros, y se arrimó a la única potencia que podía solventar una aventura como la Independencia de las naciones sudamericanas. No sólo podía, sino que había resuelto (así lo estipulaban los planes del Ministro Castlereagh) dejar de intentar la conquista de esos países, para promocionar su independencia y hacerse de mercados para su pujante industria comercial. Que estaba bloqueada en Europa por el poder de Napoleón.
La Argentina e Inglaterra han estado vinculadas desde el principio, desde la fundación de Buenos Aires, según testimonia H.S. Ferns (1966, Argentina y Gran Bretaña en el Siglo XIX) y llegaron a constituir una redituable alianza comercial y cultural. ¿Qué los ingleses se quedaron con un vuelto, llamado Islas Malvinas? Eso también es indudable. Ya en su momento, a través de los estudios estratégicos examinados por Castlereagh, Albión se proponía "fomentar la independencia de las antiguas colonias españolas", sin apoderarse de ellas, sino sólo de algunos enclaves útiles, como podrían ser las Malvinas-Falkland.
Pero esta cuenta pendiente sale del tema. Sólo intentamos marcar los cabos sueltos y alentar futuras investigaciones, más allá de la audaz ponencia del Dr. Calabrese.
Más sobre Pensamientos incorrectos
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Fuente:
http://www.lanacion.com.ar/1507197-u...-segunda-parte
Última edición por Mexispano; 30/01/2016 a las 03:34
"... preferí mil veces ponerle el pecho a las balas antes de adquirir el deshonroso título de revolucionario."
- José Manuel de Goyeneche, general realista, al rebelde y masón Juan Martín de Pueyrredón, 4 de octubre de 1812.
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Fuente:
https://www.facebook.com/photo.php?f...type=3&theater
Comentario de la página CLAMOR:
Para los que siguen negando que el escudo nacional argentino sea invento de la masonería...
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Sello de lacre acuñado por la Asamblea General Constituyente del Año XIII, con el Escudo Nacional y la leyenda: Exército Auxiliar del Perú.
Documentos Escritos. Sala X
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Fuente:
https://www.facebook.com/ArchivoGene...type=3&theater
Chiloé 1826: El último bastión
[Fuente: Revista Ristre Nº 6, recopilado en la excelente bitácora de Alfons Cánovas.]
Continúa...
Última edición por Mexispano; 07/02/2016 a las 01:56
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