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Tema: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

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  1. #1
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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    LOS SÁNCHEZ DE ORELLANA O LA VIVEZA CRIOLLA

    La familia Sánchez de Orellana fue quizá la más poderosa de la Presidencia de Quito durante los siglos XVII Y XVIII. Criollos ricos y ennoblecidos, y estos sí que criollos viejos, no hijos ni nietos de peninsulares, sino con siglos de criollaje americano encima para la época de la “independencia”, nacidos sus primeros progenitores en suelo americano a inicios del 1600, oriundos del sur del país, de la parte alta de El Oro actual, de Zaruma para ser preciso. Además de las primeras dignidades nobiliarias creadas para criollos quitenses: Marqueses de Solanda, de Villa Orellana, vinculados por matrimonio al también Marquesado de Villarocha, sin contar todos los otros títulos vinculados a la creación de cada uno; ostentaron el poder económico y político que casi ninguna otra familia pudo unir. No especifiquemos en cada caso el sinnúmero de cargos políticos y militares locales que ejercieron cada miembro de esta familia porque para eso se necesitaría un libro y esto es apenas una nota: Alcaldes ordinarios, Tenientes de Corregidores, Corregidores, Justicias Mayores, Regidores perpetuos, Maestres de Campo, Generales de Caballería, Capitanes de Caballería ligera de Milicias de Quito, etc. Remitámonos, nada más, a tres ejemplos de esta familia que figuraron como las máximas autoridades políticas en la Provincia de Quito. 1) Antonio Sánchez de Orellana y Ramírez de Arellano, I Marqués de Solanda, nacido en Zaruma (1651), fue Maestre de Campo, Gobernador y Capitán General de Mainas y Corregidor y Justicia Mayor de Loja. 2) Fernando Félix Sánchez de Orellana y Rada, III Marqués de Solanda, nacido en Latacunga (1723), fue el único quitense –criollos de otras partes de América los hubo- que ocupó la Presidencia de la Real Audiencia de Quito –a pesar de haber estado prohibido por la Corona que los nacidos en las jurisdicciones pudieran llegar a esos cargos en los mismos lugares a fin de evitar nepotismo y tráfico de influencias- (1745-1753, es decir llegó a la presidencia a los 22 años, quizá el más joven en ese puesto), el máximo cargo político en nuestro territorio entonces. 3) Clemente Sánchez de Orellana y Riofrío, I Marqués de Villa Orellana, nacido en Cuenca (1709), además de haber sido Alcalde Ordinario de su población natal varias veces, fue Corregidor de Cuenca, Gobernador del Cabildo de Quito, Alguacil Mayor de la Inquisición en Loja, además Maestre de Campo. Se lo reconoce como uno de los primeros que propiciaron las ideas separatistas en Quito desde la Sociedad de Amigos del País. Sin embargo de todo esto, se dice y se insiste desde la ignorancia o la mala fe, que los criollos no tenían acceso al poder político local en ninguna forma. Fue justamente la familia Sánchez de Orellana la que mayor poder político ejerció; descontado el económico de hecho, durante la época hispánica y aunque el pretexto criollo que se erigió para la revolución separatista contra las demás Españas fue que nunca tuvieron acceso a éste, por “ironías” de la vida, fueron los mismos Sánchez de Orellana, los más privilegiados en cargos políticos y militares, quienes sostuvieron la más fanática posición separatista y republicana a partir de 1809. Viveza criolla por no llamarle sinvergüencería, para que sus descendientes quienes me leen no quieran crucificarme. Después, al final del día, yo soy el malo por razonar y mostrar estas cosas.

    En la imagen: Clemente Sánchez de Orellana y Riofrío, I Marqués de Villa Orellana y Caballero de la Orden de Santiago, tal como consta en su retrato que reposa en el Museo Nacional de Medicina.






    _______________________________________

    Fuente:

    https://www.facebook.com/22216717786...type=3&theater

  2. #2
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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    Siempre hubo rutas del dinero. Tenemos falsos próceres como Juan Larrea y Domingo Matheu, que eran contrabandistas y servían directa o indirectamente al comercio británico y en perjuicio de sus compatriotas:



    Las rutas del dinero en la revolución de Mayo


    ¿Que pasaba con el dinero en la revolución de Mayo?





    https://www.youtube.com/watch?v=q4LwFr6lGuU

  3. #3
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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    En 1910 nadie se engañaba.


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    Concurso: Dónde está esta placa ?

    Respuesta: Torre de los Ingleses.


    La Torre Monumental, popularmente llamada Torre de los Ingleses, fue donada por los residentes británicos a la República Argentina en 1910, en ocasión del Centenario de la Revolución de Mayo. A lo largo del siglo, el monumento se convirtió en fiel testigo del desarrollo urbano y durante años fue la puerta de entrada a la Ciudad... de Buenos Aires por su vecindad con la terminal de los ferrocarriles de la Estación Retiro, el Puerto de la Ciudad y el Hotel de Inmigrantes, hoy convertido en museo.

    Se ubicó en el predio donde se hallaba la Usina de Gas de Retiro, distribuidora del combustible para el alumbrado público.

    Con sesenta metros de altura, la Torre está revestida con una combinación de ladrillos rojos y piedra labrada y dividida en seis registros. La estructura se emplaza sobre un basamento con cuatro escalinatas a cada lado y vertederos en sus esquinas.



    La construcción

    La piedra fundamental de la Torre fue colocada en mayo de 1910. El edificio se comenzó a construir hacia fines de noviembre de ese año y se inauguró el 24 de mayo de 1916.

    Para su ejecución se realizó un concurso, ganado por el arquitecto Ambrose Poynter, hijo del presidente de la Real Academia de Londres. Poynter concibió la Torre según el estilo renacentista, tendencia imperante en Inglaterra a fines del siglo XVI, época que corresponde a la Fundación de Buenos Aires por Juan de Garay.

    La obra se demoró debido al comienzo de la Primera Guerra Mundial. La construcción se confió a la empresa Hopkins y Gardom Ltd. Material, técnicos y obreros especializados vinieron de Londres.

    El mirador, el reloj y sus campanas

    El mirador de la Torre, a 40 metros de altura (6º piso), permite apreciar el barrio de Retiro, la terminal ferroviaria y el Puerto de Buenos Aires.

    En el 7° piso se encuentra el reloj, gracias al cual en su origen también se llamó al monumento Torre del Reloj. Posee cuatro cuadrantes de opalina de 4,40 m de diámetro, con un péndulo que supera los 4 mts. de altura y pesa 100 kg. El reloj es de la prestigiosa relojería Gillett & Johnston, de Croydon England, de 1914, réplica - más pequeña - del que está en el Big Ben.

    Sobre la maquinaria continúa la estructura de la Torre, rodeada por un balcón-balaustrada y coronada por una cúpula octogonal cubierta de láminas de cobre y cabriadas de acero, en cuya cima gira una veleta. El lugar alberga cinco campanas de bronce (la mayor de ellas, de 7 toneladas) y el carillón, de 3 toneladas, que suena cada cuarto de hora.



    Escudos y emblemas

    Sobre la entrada principal y las restantes caras de la Torre existe un friso en el que se alternan triglifos y metopas ornamentadas con soles y diferentes emblemas del Reino Unido de Gran Bretaña. Puede reconocerse la flor del cardo, emblema de Escocia (desde el año 1540), la rosa de la Casa Tudor, el dragón rojo de Wales y el trébol de Irlanda.

    A la altura del primer registro se encuentran los escudos del Reino Unido de Gran Bretaña y de la República Argentina. Además, se destacan los emblemas de Inglaterra y Escocia. Un unicornio y el león rampante enmarcan dos leyendas escritas en francés: “Dieu et mon droit” (“Dios y mi derecho”) y “Honni soit qui mal y pense” (“Deshonor al que piense mal de esto”), Orden de la Jarretière en Inglaterra.





    _______________________________________

    Fuente:

    https://www.facebook.com/AbccArgenti...type=3&theater
    Última edición por Mexispano; 06/05/2016 a las 03:38

  4. #4
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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    Sin palabras...

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    Congreso de Tucumán. Secreto. Exposición de Manuel Belgrano proponiendo la adopción de una monarquía incaica como forma de gobierno.



    6 de julio de 1816.

    Documen
    tos escritos. Fondo Congreso General Constituyente. Legajo 1 Doc. 7.


    Transcripción:

    Sesión Secreta del día 6 de Julio por la mañana de 1816.

    Señores Presidente. Vicepresidente. Serrano. Paso. Anchorena. Sáenz. Darregueira. Rivera. Acevedo. Gorriti. Pacheco. Bulnes. Bustamante. Aráoz. Medrano. Godoy. Maza. Uriarte. Oro. Gascón. Malabia. Gallo. Loria. Salguero. Castro. Thames. Cabrera.

    Reunidos los Señores Diputados en la Sala del Congreso a las nueve de la mañana, con asistencia de los que se anotan al margen, después de discutidos y acordados los puntos que constan del acta pública de ese día, el General Don Manuel Belgrano en virtud de las órdenes que se le comunicaron en el anterior (tachado) , avisó estar presente, e introducido a la sala y tomando asiento en ella en el lugar que le fue señalado, el Señor Presidente le hizo entender que la soberanía le había llamado para que sus exposiciones sobre el estado actual de la Europa, ideas que reinaban en ella, concepto que ante las Naciones de aquella parte del globo se había formado de la revolución de las Provincias Unidas y esperanza que estas podían tener de su protección, de todo lo cual lo creía ilustrado después del desempeño de la comisión a que fue destinado, pudieran orientarla más extensamente de tan interesantes objetos, estando advertido que en el seno del Congreso había una comisión que entendía exclusivamente en asuntos de relaciones exteriores, y que no debía hacer exposiciones o contestar de un modo capaz de mandar idea de ellas y exponer el secreto; en cuya conformidad, contestando a las preguntas que se le hicieron por varios Señores Diputados, el citado General expuso todo lo que sigue:


    Primero: que aunque la revolución de América en sus principios, por la marcha majestuosa con que empezó, había merecido un alto concepto entre los poderes de Europa, su declinación en el desorden y anarquía continuada por tan dilatado tiempo, habría servido de obstáculo a la protección, que sin ella se habría logrado de otros poderes, debiéndonos en el día contar reducidas a nuestras propias fuerzas.

    Segundo: que había acaecido una mutación completa de ideas en la Europa, en lo respectivo a formas de gobierno; que como el espíritu general de las naciones en años anteriores era republicarlo todo, en el día se trataba de monarquizarlo todo; que la nación inglesa, con el grandor y majestad a que se ha elevado, no por sus armas y riquezas, si por una Constitución de monarquía temperada, había estimulado las demás a seguir su exemplo; que la Francia la había adoptado: que el Rey de Prusia, por sí mismo, y estando en el goce de un poder despótico, había hecho una revolución en su reino, y sujetádose a bases constitucionales iguales a las de la Nación inglesa; y que esto mismo habían practicado otras naciones.

    Tercero: que conforme a estos principios, en su concepto la forma de gobierno más conveniente para estas provincias sería la de una monarquía temperada; llamando la dinastía de los incas por la justicia que en sí envuelve la restitución de esta casa tan inicuamente despojada del trono por una sangrienta revolución, que se evitaría para en lo sucesivo con esta declaración y el entusiasmo general de que se poseerían los habitantes del interior, con sola noticia de un paso para ellos tan lisonjero, y otras varias razones que expuso.

    Cuarto: que el poder de España en la actualidad era demasiado débil e impotente por la ruina general a que la habían reducido las armas francesas, discordias que la devoraban, y poca probabilidad de que el gabinete inglés le auxiliase para subyugarnos, siempre que de nuestra parte cesasen los desórdenes que hasta el presente nos han devorado; pero que al fin, siempre tenía más poder que nosotros, y debíamos poner todo conato en robustecer nuestros ejércitos.

    Quinto: que la venida de tropas portuguesas al Brasil no era efecto de combinación de aquel gabinete con la España, pues que la Casa de Braganza jamás podría olvidar la cooperación de la España a la entrada de los franceses en Lisboa, y desgracias que ha sentido por ella*; que el verdadero motivo de la venida de esas tropas era precaver la infección del territorio del Brasil; que el carácter del Rey D. Juan era sumamente pacífico y enemigo de conquista, y que estas provincias no debían temer movimientos de aquellas fuerzas contra ellas.* Después de todo lo cual y -evacuadas- otras preguntas que se le hicieron por algunos señores diputados, y se omiten por menos interesantes, se retiró de la Sala y terminó la sesión.

    *Que enviado Salazar por el gabinete español cerca de S. M. F. para pedir temporalmente, y mientras se subyugaban estas provincias, la posesión de la isla de Santa Catalina había recibido una terminante negativa y sólo se le habían ofrecido los auxilios que el derecho de gentes exigiera

    *Que a él se le había prometido en aquella Corte observar exactamente el armisticio mientras el Gobierno de las Provincias Unidas no faltase por su parte, y que así se había permitido, a pesar de reclamaciones del enviado español, la libre entrada y salida de aquel reino a los hijos de estas provincias

    Trasladada










    _______________________________________

    Fuente:

    https://www.facebook.com/ArchivoGene...07951375896743
    Última edición por Mexispano; 06/05/2016 a las 03:38

  5. #5
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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    lunes, 4 de abril de 2016

    Domingo Matheu: Corriendo el velo de un interrogante


    Son numerosos los personajes de la Revolución de Mayo de 1810 y de la Independencia de 1816 cuyo protagonismo y presencia en momentos cruciales de la historia no ha podido ser explicado por los historiadores de manera fehaciente y definitiva. Hijos de comerciantes italianos, ocasionales "viajeros" británicos, oficiales napoleónicos en fuga llenan las páginas de nuestros libros de historia sin que nadie se pregunte el porqué de su casual estrellato.


    Uno de estos figurones enigmáticos es Domingo Matheu, español peninsular, vocal de la "Primera Junta", residente de la "Junta Grande", financiador de las campañas militares de los insurgentes, director de las primeras fábrica de armas y sastrería militar, luego (sorpresivamente y de un día para otro) se retira de la vida política, muriendo 14 años después en tiempos de Rosas, quien lo llena de honores, otorga una jugosa pensión a su viuda y mandar levantar un monumento.


    ¿Quién fue este hombres? ¿cuál es su origen familiar? ¿cuáles fueron sus inicios comerciales? ¿por qué emigra a Buenos Aires? ¿qué relación guarda con un "famoso" político liberal gaditano y con un famoso nacionalista catalán? ¿por qué es electo para la Primera Junta y, luego, queda como presidente cuando Saavedra marcha al norte? ¿por qué se lo hace responsable de armamentos y demás pertrechos militares? ¿de dónde sacaba el dinero para financiar a las milicias revolucionarias porteñas a pesar del supuesto cerco que existía sobre el puerto de Buenos Aires? ¿por qué se retira de la vida política? ¿fue masón como sostienen algunos autores? ¿tuvo algo que ver con la sublevación de Riego? ¿por qué tanta preocupación de Rosas y sus ministros por honrar a un personaje secundario que hacía casi 15 años que había desaparecido de los corrillos de la política?


    Lo poco que nos dice la historia oficial* nos dice que Domingo Bartolomé Francisco Matheu nació el 4 de agosto de 1765 en Mataró, hijo de Juan Pablo José Benito Matheu Ros y de Antonia Xicola Visens. Se formó en las Escuelas Pías de su ciudad natal, destacándose en los estudios de matemática. Siguió luego estudios de navegación y se convirtió en piloto. Asociado con su hermano mayor Miguel, obtuvo un permiso para el comercio con Indias y se estableció en Cádiz. Estuvo en Cuba, Filipinas y las islas Canarias. En 1791 abre una sucursal de la Casa Matheu en Buenos Aires y, 1793, sorpresivamente se muda a esta ciudad.


    [*Lo poco que tenemos de sus datos filiatorios corresponden a la investigación que realizó el Dr. Carlos Ibarguren hijo, "Hombres de Mayo", Genealogía nº 13, complementada tiempo después por Alberto Hernán Lammirato, "Apuntes sobre la familia de Domingo Matheu", Genealogía nº 19.]


    En la capital del Río de la Plata se opuso a las regulaciones comerciales del monopolio español que protegían las manufacturas y producciones del interior por mucho que protestaran los comerciantes del puerto.


    Tras la primera de las Invasiones Inglesas a fines de 1806, se unió al cuerpo de Miñones, convirtiéndose en teniente de la 2ª compañía comandada por el también catalán Juan Larrea (luego tan revolucionario y enigmático como nuestro biografiado). Debido a que su jefe estaba enfermo, durante la segunda invasión, la de 1807, tuvo a su mando la unidad. Se retiró del combate de Miserere, pero salvó su honor al participar de la Defensa de Buenos Aires. Por su rol en ella, en 1809 fue premiado con una Orden Real.


    El 25 de mayo de 1810 (por razones jamás aclaradas) es incluido en lo que la historiografía oficial denomina Primera Junta como vocal junto a Manuel Alberti, Miguel de Azcuénaga, Manuel Belgrano, Juan J. Castelli, (su paisano) Juan Larrea, y presidente Cornelio Saavedra y los secretarios Mariano Moreno y Juan J. Passo. Nombres que todos los niños deben aprender de memoria. Cuando Saavedra tuvo que dirigirse al Norte para dirigir el Ejército en persona, dejó su cargo al comerciante catalán Matheu.



    Contribuyó económicamente con las expediciones militares al Paraguay y Alto Perú.


    Con el establecimiento del Primer Triunvirato a fines de 1811, reemplazó a Taragona al frente de la primera armería, donde contó con la ayuda de armeros germano-británicos como J. Frye y F. Lamping. Y, en 1813, durante el Segundo Triunvirato, tuvo a su cargo la confección de uniformes militares. Un hecho curioso (que han señalado repetidas veces historiadores uruguayos como Washington Reyes Abadie et alt.) es que Matheu no tramita su ciudadanía rioplatense hasta este momento.


    En 1817 se retira y no volvemos a tener demasiadas noticias hasta su muerte en 1831.


    Tomás M. de Anchorena, el 28 de marzo de 1831 (mismo día de la muerte del Prócer), manda levantar un monumento sepulcral en el Cementerio del Norte (hoy, Recoleta).


    Hasta aquí "la historia".


    Historiadores como Luna (cf. La independencia argentina y americana) y Scenna (cf. Mariano Moreno) especulan que Larrea y Matheu hayan sido incluidos en la Junta en un intento por equilibrar la composición de carlotistas, alzaguistas (**), militares, comerciantes y clérigos. El problema es que eso no explica por qué no fue incluido el propio Álzaga (en representación de los comerciantes peninsulares) o los miembros del Cabildo (en representación de los viejos vecinos), la Audiencia (en representación de las autoridades virreinales tradicionales), etc.


    [**El R.P. Cayetano Bruno SDB, La Argentina nació católica y en Historia Argentina, llega a calificar a Matheu de "alzaguista" (¡!).]


    Vicente Fidel López nos dice que "fué uno de los personajes más benéficos y activos de la Revolución de Mayo". Y, en otro párrafo, nos da una pista: Matheu era "liberal de tradición". ¿A qué se refiere?


    No sabemos mucho de la vida de Matheu anterior al 25 de mayo de 1810. ¿Por qué se muda a Buenos Aires en 1793? ¿Tal vez porque, tras el asesinato del rey francés Luis XVI por la Revolución francesa, España en la Primera Coalición contra la Republique y ya no era un lugar seguro para los liberales "de tradición"?


    ¿Y qué fue de su familia? Su hermano Miguel Pedro Matheu y Xicola continuó con la casa comercial en Cádiz, asociado con sus hijos (Miguel María, Manuel, Juan, Tomás y Pablo Matheu Batallín), importando productos británicos (cf. Diario de las Sesiones de Cortes de 1873).



    De entre ellos, se destacará Pablo Matheu Batallini que se dedicará a la política. En 1821 será regidor del ayuntamiento durante el período constitucionalista de Cádiz y un año después, tras los sucesos de Julio, será miembro de la Junta Consultiva formada en la misma ciudad y que llevó al poder a los "liberales exaltados". En 1823 será comandante de la Milicia Nacional. Durante la llamada (por la historiografía liberal) "década ominosa", Pablo Matheu desaparece del mapa. Recién volvemos a verlo en 1836 como alcalde cuarto del ayuntamiento gaditano y, nuevamente, como comandante de la Milicia Nacional. Se presentará a elecciones en octubre del mismo año. Y lo veremos en los primitivos núcleos "progresistas", junto a su sobrino José Matheu, que fue regidor liberal-progresista del ayuntamiento en tiempos de la "Reina Regente", durante la Primera Guerra Carlista. Pablo Matheu salió a hacer frente, sin mucho éxito, a la expedición carlista a Andalucía del Gral. Gómez. Incorporado a las Cortes liberales, Pablo Matheu fue uno de los firmantes de la nueva Constitución. En tiempos de la "regencia" de Espartero, Pablo Matheu, hermano del prócer argentino, fue síndico del ayuntamiento de Cádiz en 1841-42. Tras pasar en la oscuridad durante la Década Moderada, reaparece como miembro de la Junta Revolucionaria de Cádiz en apoyo del Manifiesto de Manzanares.


    Su hermano Tomás Matheu Batellini ocupará distintos cargos en la Milicia Nacional del Trienio Liberal. Posteriormente pasará a Guatemala, donde formará familia. Otro hermano, Juan, emigrará a Guatemala, donde morirá en 1875. Un sobrino, Manuel Matheu Parodi, emigrará también a Guatemala y será abuelo del célebre compositor Manuel de Falla.


    Sobrino nieto será Francisco de Asís Matheu Fornells ("Francesc Matheu i Fornells"), poeta en catalán y editor de textos catalanistas, uno de los representantes de la Renaixença.


    Consta en el volumen III de la Biblioteca de Mayo: Colección de obras y documentos para la historia argentina, en la Autobiografía que entregó el hijo del Prócer, Martín, al gobierno de Buenos Aires, que Domingo Matheu seguía en contacto frecuente con su hermano Miguel y sus hijos de Cádiz, por medio de buques británicos (ver, por ejemplo, en la página 540).


    Recordemos que, quizá por su proximidad con Gibraltar, Cádiz fue centro de expansión del liberalismo, no siempre idílico y desinteresado, sino muchas veces alimentado por agentes británicos... y rioplatenses (cosa que probaremos en próximas entregas).


    En fin, son datos. Que cada cual saque sus propias conclusiones.





    _______________________________________

    Fuente:

    C. L. A. M. O. R.: Domingo Matheu: Corriendo el velo de un interrogante

  6. #6
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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    Los sanmartinianos/bolivarianos y sus argumentos contradictorios.

    La Monarquía hispánica estaba tan en decadencia, súper ultra debilitada y a punto de estallar en mil pedazos que para derrotarnos a los realistas (que recibimos exiguo apoyo de la península y éramos prácticamente todos mestizos, indígenas, negros y blancos nacidos en las Indias que queríamos seguir siendo súbditos de Su Majestad Católica) fue necesario que los procerzuelos pidan a gritos el apoyo militar y financiero de británicos, franceses, holandeses de Curazao, estadounidenses, etc., se bajen los pantalones ante la masonería anglo-franco-escocesa y aún así les tomó más de 14 años de guerra derribar al imperio español en las Indias.




    _______________________________________

    Fuente:


    https://www.facebook.com/61449478535...type=3&theater

  7. #7
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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    Uno de los argumentos usados por los nacionalistas católicos para defender el supuesto catolicismo tradicional de sus próceres predilectos (Belgrano, San Martín) es la de sus actos en pro de la religión católica.

    Acá vemos un oficio del director supremo Pueyrredón (el amigo de San Martín) notificando al Congreso de Tucumán la proclamación de Santa Rosa de Lima como patrona de la Independencia. ¡El masón confeso de Pueyrredón podía tener actos en pro de la religión, ¿por qué no otros?!

    Recordemos que para cierta masonería, la religión es conviente para el mantenimiento del orden entre los súbditos, siendo que --para la masonería-- el pueblo es en general inculto y supersticioso, y debe ser "ilustrado" poco a poco.

    _______________________________________


    Congreso de Tucumán. Oficio de Juan Martín Pueyrredón notificando la proclamación de Santa Rosa de Lima como patrona de la Independencia Nacional. Buenos Aires,



    7 de octubre de 1816.

    Documentos Escritos. Sala VII. Legajo 5, documento 104.

    IMAGEN ILUSTRATIVA


    Transcripción:

    Soberano señor:

    He mandado circular en todo el territorio de la Unión la soberana sanción que aclama por patrona de la Independencia Nacional el Estado a la gloriosa virgen americana Santa Rosa de Lima. Lo que tengo el honor de avisar a vuestra soberanía en respuesta a la comunicación del 18 de septiembre próximo anterior.

    Dios guíe a vuestra soberanía.

    Buenos Aires, 7 de octubre de 1816.


    Soberano Señor

    Martín de Pueyrredón

    Vicente López

    Soberano Congreso Nacional









    Procesión de la Virgen, siglo XIX.

    Litografía de Carlos Enrique Pellegrini. Inventario 1045.



    _______________________________________

    Fuente:


    https://www.facebook.com/ArchivoGene...07997162558831

    Última edición por Mexispano; 11/05/2016 a las 03:26

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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    PUERTO RICO LE DIJO NO A SIMÓN BOLÍVAR!

    El 25 de enero de 1816 tropas rebeldes venezolanas invadieron en el puerto oriental de Fajardo, Puerto Rico, como un primer intento de robarle Puerto Rico a España, pero fueron derrotadas por los españoles y puertorriqueños españoles. Posteriormente, Guillermo Ducoudray intentó realizar un expedición a Puerto Rico en 1821 y en marzo de 1825 una segunda invasión de tropas venezolanas se realizó en Punta Borinquen, Aguadilla. Al ser contraatacadas por los españoles y puertorriqueños españoles, tienen que retirarse a sus barcos. El ataque a Fajardo en enero de 1816 fue realizado por el barco del corsario Luis Brión, natural de Curazao. Luis Brión era uno de los “corsarios insurgentes” reclutado por Bolívar, quién ayudo a formar la fuerza naval de la Gran Colombia.


    _______________________________________

    Fuente:

    https://www.facebook.com/reunificaci...53417958115107

  9. #9
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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    Los Próceres de Mayo y el espionaje británico



    El 12 de diciembre de 1804, España declara la guerra a Gran Bretaña. Era la respuesta ante un acto de piratería del almirante Cochrane que, con la excusa de evitar que los tesoros de América fuesen a parar a las arcas de Napoleón, había capturado cuatro fragatas venidas de Montevideo.


    En una de éstas, el buque "Clara", viajaba la familia de Diego de Alvear, quienes fueron llevados a Gran Bretaña. El hijo de don Diego, Carlos María, recibiría una educación bastante decente en institutos ingleses, con los años pasaría a América con los miembros de la Logia Lautaro y lo demás es historia conocida.


    ¿Cómo supo Cochrane del cargamento? Un irlandés de apellido Burke.


    Hacía dos años que James Florence Burke se había asentado en Buenos Aires. Vino acompañado y recomendado por el comerciante Tomás O'Gorman. O'Gorman era hijo de un médico que había llegado al Río de la Plata en la expedición de Pedro de Cevallos.


    O'Gorman que, aunque criado en el Plata, sirvió en el Ejército Británico y se retiró con el grado de Capitán, casó con la francesa Anne Perichon, oriunda de la isla de Mauricio en el Índico (Île de France, en aquel tiempo, que pocos años después pasaría a dominio británico), venida al país con sus hermanos Jean-Baptiste, Étienne y Louis. O'Gorman y Perichon serán los abuelos de la "famosa" Camila. Ana Perichon, "la Perichona", será acusada de amante y luego concubina de Liniers por los enemigos de éste. Entre ellos, Álzaga la acusará de espiar a Liniers para los británicos y, finalmente, el Virrey la enviará al exilio, donde, en Río de Janeiro, será amante de Lord Strangford.


    En Buenos Aires, Burke será vinculado por Juan Bautista Perichon, a quien había conocido en Madrid, al grupo librecambista e independentista del que formaban parte Castelli, Rodríguez Peña, Vieytes, Irigoyen, Warnes, Maestre y Belgrano.


    Sabemos de los registros del Foreign Office que Burke tuvo una entrevista con Sir David Baird y Sir Home Popham a bordo de un buque anclado en la bahía de Todos los Santos frente a la costa de Brasil el 10 de noviembre de 1805.


    Éste es el mismo Burke al que se refiere el almirante Sidney Smith, desde Río de Janeiro, en un informe a Lord Castlereagh del 24 de febrero 1809, confirmando que seguirá en Buenos Aires como propaganista de la causa independentista.


    Ya hacía un año que, debido a la urgencia de la campaña en la Península Ibérica que había desviado a la tercera invasión inglesa de Buenos Aires del futuro Wellington, Gran Bretaña había descartado el sometimiento militar de América y, en cambio, era ahora su objetivo estratégico alentar la independencia (y el libre cambio) en las posesiones indianas de España (teórico aliado momentáneo, pero no muy confiable).

    Sabemos que en Buenos Aires operaban como partidarios "ruidosos" del librecambismo los primos Castelli y Belgrano, los hermanos Rodríguez Peña, Donado, Passo, Vieytes, el cura Alberti, Terrada, Darregueira, Chiclana y Guido.


    Gran Bretaña necesitaba urgentemente mercados en los que colocar los excedentes de su producción y ofrecía ingentes beneficios económicos para los comerciantes locales que ayudaran. Obviamente, beneficios que se extendían a gestores, transportistas, abogados, etc., necesarios para esta operación a gran escala.


    En aquella época en Gran Bretaña, los límites entre la marina mercante y la de guerra eran bastante grises, las acciones de piratería, con o sin autorización superior, eran moneda corriente, y el gobierno británico, gracias a su política de hechos consumados, la apoyaría en caso de ser beneficiosa o la rechazaría (castigando con las máximas penas a los implicados) en caso de resultar un fracaso. Así fue con la aventura del almirante Popham.


    Éste al menos desde la década de 1790 estaba vinculado a los círculos que frecuentaba el caraqueño Miranda, clubes semisecretos donde aparecen también otros personajes que tendrán significancia histórica en unos años: O'Higgins, Carrera, Lord McDuff, Baird, etc.


    En 1805 Popham presenta un proyecto para capturar el estratégico Cabo de Buena Esperanza, en posesión de Holanda, entonces aliada de Francia. Aunque no pidió permiso en ese momento, sabemos por sus contactos con el norteamericano William Pio White, residente en Buenos Aires, que pretendía continuar con el Río de la Plata. Su amigo de logia, el general David Baird estaría a cargo de la operación militar.


    Tras la captura del Cabo, Baird reclutó a un oficial de carrera destacado para acompañar a Popham en su siguiente operación: el brigadier William Carr Beresford, un irlandés, hijo ilegítimo de un noble descendiente de reyes, veterano de Canadá, Córcega, India y Egipto. Tras el fracaso de las Invasiones Inglesas, con una fuga de película en medio, absuelto de culpa y cargo, será sucesivamente oficial del Ejército Británico y del Portugués, llegando a ser gobernador de la isla de Madeira. El Duque de Wellington, a quien acompañaría en la campaña de 1811, resaltaría las condiciones personales y militares de Beresford. Multicondecorado, será creado Vizconde y Par del Reino Unido, con un escaño en la Cámara de los Lores. En 1815, siendo ministro plenipotenciario en Río de Janeiro, proveerá pertrechos y asesoramiento militar a las fuerzas brasileñas que invadían la Banda Oriental. Morirá en su propiedad de Kent a comienzos de 1854, sobreviviendo a su cuñado, Denis Pack, amigo íntimo y compañero de armas en Buenos Aires en 1806.


    El entonces coronel Pack era en 1806 jefe del Regimiento Nº 71. Era éste uno de los regimientos que, tras la derrota de las fuerzas jacobitas, el gobierno británico había formado con highlanders escoceses para pelear en el exterior. Con cetro de hierro, cualquier escocés encontrado culpable de crímenes tan diversos como contrabando de whisky, vagancia, robo de ganado, lecturas revolucionarias, jacobitas o protestantes no-conformistas, tenía la opción de combatir para el naciente Imperio Británico en el exterior en alguno de estos regimientos nuevos. Además, iban en la expedición Robert Arbuthnot al frente de los Dragones Ligeros y James Frederick Ogilvie con las piezas de la Real Artillería.


    En la tarde del día 27 de junio, bajo una copiosa lluvia, más de mil seiscientos soldados británicos entraban marchando en la ciudad de Buenos Aires, la columna principal avanzando dificultosamente por la actual calle Defensa. Se encomendó al comerciante catalán Juan Larrea, socio de Matheu, que redactara la rendición (texto que fue rechazado y reescrito por el brigadier británico).


    Según testificaron los mismos protagonistas sorprendidos, como Gillespie y otros, los invasores fueron recibidos con una simpática acogida por las señoritas, mientras los señoritos adoptaron las vestimentas, costumbres y modales ingleses. El 1º de julio, Martín de Sarratea y su cuñado León de Altolaguirre ofrecieron una recepción a los principales jefes británicos. Los vecinos principales competían por alojar en sus casos a los oficiales británicos. En nombre del Consulado, el futuro prócer de Mayo, Castelli pronunció una arenga pro-inglesa, manifestando su adhesión al Imperio británico.


    Inteligente, Beresford otorgó seguridades respecto a las personas y bienes de los porteños, garantizando la práctica de la religión católica romana (como habían hecho en Gibraltar, las Antillas o Malta) y se concedió la libertad de comercio. Pronto las mercaderías británicas invadieron las tiendas de Buenos Aires.


    María Sánchez, mujer del capitán de puerto Martín Jacobo Thompson (de una familia de comerciantes de origen inglés residentes en Cádiz) que servía de enlace con la Royal Navy, en cuya casa se cantará por primera vez el Himno Nacional argentino, se muestra entusiasmada por los "jabones de olor" que traían los británicos en sus buques mercantes.


    Parecía que los porteños realmente creían en el "honor, generosidad y humanidad del carácter británico" del que hacía alarde Beresford en su proclama.


    Los empleados y funcionarios civiles, militares y eclesiásticos del Virreinato residentes en Buenos Aires se agolparon para jurar lealtad al rey británico Jorge III para no perder sus cargos ni arriesgarse a ser tomados prisioneros. Sólamente se resistieron el superior de los Bethlemitas y el Obispo (como ya dijimos), en actitud que los honra. (Como señalamos en otra ocasión, los bethlemitas pagarían cara su osadía, recibiendo toda la furia de los revolucionarios de Mayo de 1810.)


    Belgrano optó por escapar a la Banda Oriental posiblemente enterado de los aprestos reconquistadores que estaban teniendo lugar allí. Por el contrario, su primo hermano Castelli, gracias a la ayuda del agente británico White, trabó amistad con Beresford... una amistad que se prolongaría por muchos años incluso después de 1807.


    El prior de los dominicos, fray Gregorio Torres, no sólo juró fidelidad al monarca líder anglicano sino que envió una carta a Beresford alabando la suavidad del gobierno inglés y las sublimes calidades del general británico. Prohibía asimismo conspirar con los invasores.


    El nefasto Deán Funes, que traicionará a Liniers y liderará el Partido Saavedrista, lamentará en su Ensayo de la historia civil el que las armas británicas no hubiesen vencido.


    Por lo bajo, deja constancia Gillespie, los británicos despreciaban a estos verdaderos cipayos.


    El documento de rendición redactado ahora por Beresford fue presentado a los porteños recién el 2 de julio, cuando ya los caudales del Virreinato habían caído en su poder y eran embarcados con destino a Londres y distribuido el resto entre los jefes (Baird, Popham y Beresford) y el pago de la tropa, y el agradecimiento a los que ayudaron a dar con el tesoro: el norteamericano William P. White, el ex director de El Telégrafo Mercantil Dr. Francisco A. Cabello, Pedro Menéndez Argüelles, el ex alcalde de la Santa Hermandad Francisco González (que sirvió de guía a los británicos en su camino a Luján), Juan Gallardo, Isidro Naranjo, Manuel Collantes y el capitán Vicente Capello (que actuó como intérprete).


    González integraba una red en la que también participaban el cochabambino Manuel A. Padilla, el porteño Saturnino Rodríguez Peña y el inglés Paroissien. Padilla y R. Peña serían bien remunerados por Su Británica Majestad en años venideros luego de participar del 25 de mayo de 1810. De Paroissien, uno de los primeros ciudadanos argentinos naturalizados y asistente de San Martín, ya hablamos.


    Después del fracaso de la segunda de las Invasiones Inglesas, Peña y Padilla escaparían a Río de Janeiro en un pequeño buque de guerra británico que, al efecto, les proveyó el almirante Murray en persona. Ya en Río, Rodríguez Peña le escribe al Conde de Linhares una carta donde afirmaba que los principales vecinos de Buenos Aires estaban convencidos de la necesidad de independizarse de España. Saturnino J. Rodríguez Peña recibiría una pensión de £300 anuales del gobierno británico por sus servicios.


    En 1810, el número de abril de The Monthly Report informa que en Buenos Aires coexisten dos partidos que se odian mutuamente: el de "los nativos [sic] que utilizan permanentemente palabras como comercio libre" y el de los que rechaza el comercio con Gran Bretaña. Los segundos, dice, controlan el ayuntamiento porteño, pero no por mucho tiempo. Los librecambistas están listos para tomar el poder.


    El 14 de mayo llegaba al puerto la goleta británica "Mistletoe", comandada por el Tte. Robert Ramsay (otro que estará entre los primeros ciudadanos naturalizados). Diez días después la Revolución era un éxito y se iniciaba el camino de la independencia.




    Bibliografía:

    • Juan Martín Biedma, Los Rodríguez Peña y la emancipación argentina (Buenos Aires: Taladriz, 1959).
    • Vicente O. Cutolo, Nuevo diccionario biográfico argentino (Buenos Aires: Elche, 1968).
    • Henry Stanley Ferns, Britain and Argentina in the Nineteenth Century (London: Clarendon, 1960). Hay traducción al castellano con el título Gran Bretaña y Argentina en el siglo XX (Buenos Aires: Solar, 1966).
    • Jorge Fondebrider, Versiones de la Patagonia (Buenos Aires: Emecé, 2003).
    • Alexander Gillespie, Gleanings and remarks collected during many months of residence at Buenos Ayres and within the Upper Country, with a Prefatory account of the Expedition from England until the surrender of the Colony of the Cape of Good Hope, under the joint command of Sir D. Baird, G.C.B. K.C. and Sir Home Popham, K.C.B. (Leeds: B. Dewhirst, 1818). Hay traducción al castellano como Buenos Aires y el Interior (Buenos Aires: Hyspamérica, 1986).
    • Bernardo Lozier Almazán, Beresford gobernador de Buenos Aires (Buenos Aires: Galerna, 1994).
    • Ignacio Núñez, Autobiografía (Buenos Aires: Imprenta Congreso, 1996).
    • Carlos Roberts, Las Invasiones Inglesas (Buenos Aires: Emecé, 2000).
    • Oscar Tavani Pérez Colman, Martínez de Fontes y la fuga del General Beresford (Buenos Aires: Dunken, 2005).
    • Enrique William Álzaga, La fuga del General Beresford, 1807 (Buenos Aires: Emecé, 1965).



    _______________________________________

    Fuente:

    C. L. A. M. O. R.: Los Próceres de Mayo y el espionaje británico

  10. #10
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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    Importante documento que demuestra el carácter revolucionario y antitradicional de la Junta porteña de 1810.

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    Expediente de la Junta de Gobierno por el cual se le restituye el empleo al regidor Thomas de Anchorena, y se declara malos patriotas al síndico procurador y a ...los capitulares. Buenos Aires, 30 de noviembre de 1810.


    Documentos Escritos. Sala VII. Fondo Lamas, legajo 36.


    Transcripción:

    Buenos Aires, 30 de noviembre de 1810.

    Visto este expediente con lo que resulta de las actuaciones y demás documentos que se han traído a la vista, se declara que el Regidor D. Thomas Anchorena, ha llenado todo los deberes de su empleo, manejándose con el celo de un verdadero patriota; en su consecuencia se le restituye a su empleo en que debería continuar hasta la conclusión de este año reponiéndolo en todos sus honores con buena opinión y fama, a que justamente es acreedor, y se le reserva su accionar contra los demás capitulares por los daños y perjuicios que se le han ocasionado.

    A los demás capitulares, incluso el síndico Procurador, se le declara malos patriotas, e incapaces de obtener ningún empleo público en estas Provincias, y aunque el Crimen de Estado, de desconocer furtivamente y sin representación competente una autoridad soberana, exigía otros ejemplares castigos por equidad y contemplación a sus familias, sobrease en la prosecución de la causa, multándose a cada uno en mil pesos que deberán entregarse dentro de tercero día bajo apercibimiento de embargo, con destino a los gastos de la expedición, sin que en el término de seis años, puedan pisar en esta ciudad ni doce leguas alrededor, debiendo residir el síndico Leyva por todo este tiempo, en la ciudad de Catamarca, y lo acordados = Cornelio de Saavedra = Miguel de Azcuénaga = Don Manuel Alberti = Domingo Matheu = Juan Larrea = Don Mariano Moreno: Secretario.











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    Fuente:


    https://www.facebook.com/ArchivoGene...27124143979466


  11. #11
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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    Nicolás Duré

    No es cierto que los revolucionarios fueran autonomistas y no independentistas. Desde antes de que Fernando VII volviera al trono de España, ya había intenciones de realizar la independencia, como lo prueban numerosos documentos, de los cuales voy a citar algunos a continuación.

    En primer lugar, existe una carta del 19 de junio de 1812 remitida a Lord Strangford, embajador británico en Río de Janeiro (y gran aliado de los revolucionarios de Buenos Aires), por el coronel Rademaker (otro inglés amigo de los revolucionarios). La carta es citada por Ernesto Fitte en su obra 'El precio de la libertad, la presión británica en el proceso emancipador' y dice así:

    "Seriamente, así debe entenderse para que el caso sea real. Este Pueblo (el de Buenos Aires) está determinado a implantar una República Democrática, y parece voluntarioso en perder su vida y fortuna, antes que desistir en el camino trazado".

    Claramente, como lo indica esta carta, en una fecha tan temprana como 1812 los porteños ya pensaban en proclamar su independencia de España a través del establecimiento de una "república democrática" (aunque también se hayan barajado planes monárquicos).

    Por si eso no fuera suficiente, veamos ahora una carta de Belgrano a Pío Tristán, de 1813, a pocas semanas de la batalla de Salta, citada en el libro 'Ni con Lima ni con Buenos Aires'; dice así:

    "Amado Pío: No se puede continuar con la esclavitud y dependencia de España, de la cual un mar nos separa...".

    Aquí claramente Belgrano está tratando de atraer a Pío Tristán a su bando independentista. Repito, no es cierto lo que repiten los nacionalistas católicos, Díaz Araujo a la cabeza, de que los criollos se mantuvieron siempre fieles a España y solo cuando F VII volvió al trono y restauró el absolutismo decidieron independizarse. En realidad, el mismo Saavedra lo confiesa en su auto-biografía, al decir que se utilizó "el manto de Fernando VII".

    Otro punto interesante es que los nacionalistas católicos niegan la influencia británica y las ideas liberales en nuestra separación de España. Para lo que fue la influencia inglesa en el proceso de secesión, recomiendo leer la obra 'Gran Bretaña y la independencia del Río de la Plata' del gran John Street (quien incluso menciona la nota de Gillespie según la cual 3 miembros de la Junta firmaron su cuaderno en 1806; es decir, no solo González hace alusión al dato), y con respecto al ideario liberal, huelga decir que tanto Belgrano, como San Martín, Monteagudo (gran anti-clerical, secretario de San Martín en Perú), Bolívar, Nariño y tantos otros estaban influenciados por las obras de la Ilustración anglo-francesa, y no eran "tradicionalistas católicos" como tanto claman los nacionalistas. Belgrano, por ejemplo, en su auto biografía afirma que durante su estadía en España se apoderaron de él las ideas de libertad e igualdad, y además tradujo al castellano el Farewell Adress de Washington, con lo cual las influencias liberales y dieciochescas no eran ajenas a su bagaje cultural. Lo que pasa es que los nacos usan como chivos expiatorios a Castelli y a Moreno para tapar el hecho de que el resto de los próceres también eran liberales (aunque se podría admitir que lo eran en un sentido más conservador que estos dos citados).

    Para concluir, tan solo diré que las consecuencias de una secesión prematura y provocada por los británicos están a la vista de todos: división, pobreza, dependencia económica, gobiernos inoperantes y vende patrias que por 200 años nos han vendido a los ingleses primero, y a los yanquis después, a partir de las medidas librecambistas establecidas desde mayo de 1810 cuando el edicto de expulsión de los ingleses por parte de Cisneros quedó en el olvido y los British se quedaron en el Río de la Plata para no irse nunca más. Conocida es la anécdota del capitán Montagu Fabian diciendo que ahora todos los ingleses se irían a vivir al Río de la Plata dada la amistad del nuevo gobierno con Gran Bretaña. Es verdad que en España también se recibió ayuda inglesa, pero hay una diferencia: en España se luchaba contra el usurpador Napoleón, se peleaba contra el extranjero francés, contra una raza invasora, mientras que en las Indias se luchaba contra hermanos, contra nuestra propia sangre, porque, por si no lo sabían, los ejércitos realistas en un 90% estaban compuestos por indios, mestizos y negros que luchaban por Dios, la Patria y el Rey.

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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?




    EL FIN DEL IMPERIO ESPAÑOL Y SUS MITOS (I)


    La independencia de los territorios españoles del continente americano es uno de los episodios más interesantes, pero a la vez, de los menos estudiados de nuestro pasado. Mientras vivimos preocupados por futilidades y en medio de absurdas polémicas, El 200 aniversario de estos trascendentales sucesos va transcurriendo sin pena ni gloria.En las repúblicas de Hispano América se están realizando los mayores homenajes en las efemérides patrias. En algunos casos, se han creado auténticas mitologías nacionalistas cuyo parecido con la realidad es mera coincidencia, y lejos de retractarse, estas visiones falseadas (y antiespañolas) cada día cobran más vigencia. Cierto es que los académicos de historia, por lo menos los más rigurosos, tratan de ofrecer una visión más equitativa. Pero estos esfuerzos no parecen permear demasiado en las instituciones y la sociedad.El ánimo de estas líneas que siguen es hacer descubrir al lector la historia verdadera de la emancipación americana; sin patrioterismo, pero sin vergüenza. Debemos derruir los mitos sobre los que se sustenta la visión oficial para comprender mejor el mundo en el que vivimos. Ofrecemos nuevas armas para el combate dialéctico contra los enemigos de lo hispano, y motivos para mantener bien alto nuestro orgullo. De lo que fuimos, lo que somos y –ojalá- lo que seremos.
    1 – LA CRISIS


    Durante siglos los territorios pertenecientes al imperio español fueron patrimonio de la monarquía, considerados a este respecto en pie de igualdad con el resto, teóricamente al menos. Con el ascenso de los borbones el sistema de gobierno cambió en pos de la mentalidad reformista de la nueva dinastía. Por primera vez se empezó a considerar a los territorios ultramarinos como colonias. Convino a los intereses económicos españoles, mejoró la recaudación de los impuestos, la administración de justicia y la organización de los ejércitos. De hecho, fue necesaria para organizar un cuerpo de funcionarios leales a la corona y difícilmente corruptibles; casi siempre de la península para evitar nepotismos. Pero fue un paso en falso que destruyó la esencia misma de lo que siempre había sido el Imperio español. El ideal inspirador desde los Reyes Católicos no se trataba de la dominación de una nación sobre unos territorios ajenos, sino de la integración de todos a una cultura y valores comunes, tal y como había hecho Roma en el mediterráneo.De esta manera, muchos americanos quedaron decepcionados con esta nueva política y comenzaron a sentir a España como algo ajeno , aun cuando ellos mismos fueran españoles tanto por sangre como por ley; al relacionarla con la distante metrópoli, y no sin cierta razón. Las disposiciones reales fueron muy restrictivas en ocasiones. Por ejemplo, en Nueva España, la ley prohibía el matrimonio entre un funcionario español peninsular en ejercicio y una criolla. El reformismo ilustrado, aún con innegables buenas intenciones, sembró la inevitable discordia que estallaría unas décadas después. Como veremos más adelante, muchos emancipadores hispanoamericanos del siglo XIX lo que deseaban en el fondo el regreso del antiguo régimen, que es decir, de la más pura tradición hispánica.Nadie era ajeno a este estado de cosas. El último arzobispo de Charcas (Perú) monseñor Moxó y Francolí, dijo hacia el 1800:
    “Que la América no era una colonia, sino una parte integrante de la monarquía y que los americanos eran iguales a todos los demás españoles.”
    El arzobispo tenía muy clara la conciencia de lo que eran sus fieles: españoles de América; que respondían a los mismos deberes, pero que a su vez, demandaban los mismos derechos tantas veces negados. El ilustre marino Jorge Juan redactó en un informe una visión muy ilustrativa de lo que ocurría en la sociedad del momento:
    “ No deja de parecer cosa impropia… que entre gentes de una nación, una misma religión, y aún de una misma sangre, haya tanta enemistad, encono y odio, como se observa en el Perú, donde las ciudades y poblaciones grandes son un teatro de discordias y continua oposición entre españoles y criollos(…)Basta ser europeo o chapetón, como le llaman en el Perú, para declararse contrario a los criollos; y es suficiente el haber nacido en las Indias para aborrecer a los europeos…”
    En otras zonas debía ser peor.A este tenso panorama social vino a añadirse un escenario internacional nuevo y que puso contra las cuerdas el sistema político del imperio. La independencia de los Estados Unidos en 1783 sentó un claro precedente de lo que pudiera ocurrir más tarde en la América Hispana. La revolución francesa al poco sentó otro, no menos peligroso. Las nuevas ideas se abrían paso inexorable, y sobre la burguesía comercial de los criollos más que nadie. La mecha estaba lista para ser prendida.
    EL PLAN DE ARANDA
    Estos sentimientos no fueron desconocidos en Madrid, capital del imperio. Sorprende comprobar hasta qué punto en las altas esferas se disponía de buena información a pesar de la enorme distancia y de la lentitud de las comunicaciones en la época, quizá tuviera algo que ver eficiente sistema de información que España tenía. Fue José Ábalos, intendente de la capitanía de Venezuela y por tanto conocedor de la situación de primera mano, el que propuso el primer plan de independencia pactada para Hispano América, una manera de prevenir antes que curar. La propuesta llegó a oídos del Conde de Aranda, el cual la modificó sustancialmente para elaborar una memoria que presentó al rey Carlos III en secreto. Aquí se puede leer la carta que el ministro le envió al monarca detallándole el proyecto.
    Semblanza de un visionario
    El gran estadista español no se engañaba respecto a la situación. Después de la independencia de las Trece Colonias el destino del imperio se presentaba muy negro. Tomando el plan de Ábalos, proponía desprenderse pacíficamente de todos los territorios ultramarinos en América excepto Cuba y La Española, sellando pactos de familia y alianzas permanentes. Hombres sabios e ilustrados como él sabía a lo que estábamos jugando; pero como le ocurrió -y le ocurre tanto a la gente brillante de España- no fue escuchado. Años más tarde, el valido Manuel Godoy, un tipo que no era tan tonto como se le retrata, hizo una propuesta parecida. Aún no había comenzado la invasión francesa y España estaba a tiempo de salvar los muebles, como vulgarmente se dice. Pero tampoco se hizo nada por aplicar el plan ni ningún otro semejante. Cuando hacia 1821, ya en la fase terminal de la dominación española en América, el gobierno del Trienio Liberal trató de ofrecer un acuerdo basado en el plan Aranda a los revolucionarios. Pero entonces la guerra ya estaba casi perdida para la causa y sólo quedaba el Perú como territorio realista, por lo que todo cayó en saco roto. Con la ventaja del tiempo que ha pasado, y estando tan de moda la “ficción-histórica”, se podría reflexionar de lo que hubiera ocurrido si se hubiera aplicado un proyecto así, muy similar a la Commonwealth británica. Hoy en día, Australia y Canadá; pese a ser estados independientes, están unidas profundamente a Gran Bretaña toda vez que comparten la misma monarquía, numerosas instituciones y alianzas indestructibles ¡incluso en la bandera nacional australiana conservan la Union Jack con orgullo, que sería como si la bandera de un país hispanoamericano contuviera la española! Desde luego, la historia del mundo hispano hubiera sido otro.
    2 – LOS COMIENZOS DE LA INSURECCIÓN

    Existieron numerosos desórdenes y levantamientos que precedieron a la revolución hispanoamericana, mas ninguno fue de gran importancia excepto uno: la rebelión de Túpac Amaru II. Este hombre se nombró así en referencia al último caudillo inca depuesto por el conquistador Francisco Pizarro. Túpac se erigió como líder de una gran revolución de la región de Cuzco en el 1780, en el virreinato del Perú. Fracasó estrepitosamente, pero tuvo un fuerte apoyo popular entre sectores indígenas, indignados por los aumentos de impuestos desde la corona. Puede ser catalogada como la única verdadera revolución patriota americana por haber sido protagonizada, esta sí, por indios. Pero aunque Túpac Amaru sea reconocido como parte de la identidad nacional peruana, sin embargo no tiene nada que ver con lo acontecido posteriormente ni con ningún otro movimiento de juntas autónomas americanas, ni de los movimientos constituyentes americanos, ni tampoco con el establecimiento de los nuevos estados independientes americanos. Todas las demás fueron protagonizadas por criollos, que es decir, por españoles de América.En 1808, Napoleón invadió la península e impuso a su hermano José como nuevo rey de España; la patria se dividió entre los que apoyaban el gobierno de los ocupantes y las juntas que proclamaban la lealtad a Fernando VII. Cuando llegaron las noticias a América, se desató una terrible inestabilidad: nadie sabía cómo obrar. Las autoridades virreinales debían teóricamente acatar a José Bonaparte, pero no lo hicieron; decantándose en unos casos pro acatar a la junta central suprema, en otros, manteniéndose a la expectativa y obrando por su cuenta. Mientras tanto, se produjeron movimientos diversos por todas partes sin una finalidad evidente, de 1808 a 1810 trascurrieron acontecimientos que pudieron haber terminado de cualquier manera. En México y Argentina se celebró el bicentenario en el año 2010 (1810-2010) con fastos y celebraciones de un calibre espectacular; pero en realidad es incorrecta la fecha, puesto que en ningún caso se proclamó independencia alguna…más bien al contrario.
    Esta es la bandera de la Junta Autónoma de Quito: la cruz de San Andrés, la bandera del imperio español durante siglos; la enseña de la hispanidad.
    El cura Hidalgo, considerado padre de la independencia de México, proclamó la fidelidad absoluta al monarca Fernando VII. Lo mismo hizo la primera junta surgida de la revolución de mayo en Buenos Aires. Lo mismo proclamó el primer congreso de Nueva Granada. Si la independencia era el objetivo oculto de los revolucionarios (muy probable en los independentistas de Buenos Aires y de Bogotá, dudoso en otros) se guardaron muy bien de proclamarlo desde un principio. ¿Por qué no lo hicieron, si lo tenían todo a favor? España estaba bajo ocupación militar y las autoridades estaban inactivas, expectantes entre las órdenes que pudieran llegar de la Junta Central y los movimientos revolucionarios. Los ejércitos reales eran escasos en número y dudosos en su lealtad en gran parte. Les hubiera sido muy fácil proclamar la independencia en ese momento. Quizá el pueblo no hubiera aceptado de primeras una separación, sin más; habida cuenta de que todos se seguían considerando españoles. Después, con la guerra y la propaganda, poco a poco se irían modificando los términos para hablar abiertamente de independencia y república. Nunca se reconocerá en un libro de texto de historia oficial el apoyo del pueblo a la monarquía y a España pero ¿por qué no pensarlo? No es la única evidencia que lo demuestra y en las próximas líneas veremos más.Sobre la lealtad proclamada hacia la monarquía y España de los “padres de la independencia” no cabe duda alguna, no hace falta bucear en oscuros archivos secretos para encontrar evidencias. Están ahí mismo:
    Ésta es la proclama del 10 de mayo de 1810 en Buenos Aires:
    Juráis a Dios nuestro señor y a estos santos evangelios reconocer la Junta Provisional Gubernativa de las provincia del Río de La Plata a nombre del Sr Fernando Séptimo,para guarda de sus augustos derechos, obedecer sus ordenes y decretos, y no atentar directa ni indirectamente contra su autoridad, propendiendo publica y privadamente a sus seguridad y respeto.Todos juraron y todos morirán antes que quebrantes la sagrada obligación que se han impuesto.

    El cura Hidalgo proclamaba lo siguiente en su “Grito de Dolores”:
    “¡Viva nuestra madre santísima de Guadalupe!, ¡viva Fernando VII y muera el mal gobierno!”
    Los próceres de la independencia de Nueva Granada no se quedaron atrás:
    ¿Jura usted defender la patria hasta derramar la última gota de sangre, para conservarla ilesa hasta depositarla en manos del señor don Fernando VII, nuestro soberano, o de su legítimo sucesor; conservar y guardar nuestra religión y leyes; hacer justicia y reconocer al supremo Consejero de Regencia como representante de la majestad Real?
    Lo mismo podría decirse del bando de la junta gubernativa de Santiago de Chile en 1810:
    ƒ
    ¿Jura usted defender la patria hasta derramar la última gota de sangre, para conservarla ilesa hasta depositarla en manos del señor don Fernando VII, nuestro soberano, o de su legítimo sucesor; conservar y guardar nuestra religión y leyes; hacer justicia y reconocer al supremo Consejero de Regencia como representante de la majestad Real?

    La junta gobernativa de Quito de 1811 estaba presidida por Juan Pío de Montúfar, hijo de español y criolla, que firmó tan patriótica proclama:
    El actual estado de incertidumbre en que está sumida la España, el total anonadamiento de todas las autoridades legalmente constituídas, y los peligros a que están expuestas la persona y posesiones de nuestro muy amado Fernando VII de caer bajo el poder del tirano de Europa, han determinado a nuestros hermanos de la presidencia a formar gobiernos provisionales para su seguridad personal, para librarse de las maquinaciones de algunos de sus pérfidos compatriotas indignos del nombre español, y para defenderse del enemigo común
    Un deseo eficaz, un celo activo, y una contraccion viva y asídua á proveer, por todos los medios posibles, la conservacion de nuestra Religion Santa, la observancia de las leyes que nos rigen, la comun prosperidad y el sostén de estas posesiones en la mas constante fidelidad y adhesion á nuestro muy amado Rey, el Sr. D. Fernando VII y sus legítimos sucesores en la corona de España; ¿no son estos vuestros sentimientos? – Esos mismos son los objetos de nuestros conatos.

    3 – ¿ESPAÑOLES CONTRA AMERICANOS?

    Aún existe en el imaginario colectivo de los pueblos americanos, y en parte de la propaganda oficialista – en Venezuela, por ejemplo- la idea de que la emancipación de las nuevas repúblicas fue una guerra de liberación de los habitantes de América contra unos supuestos ocupantes españoles. Se trata de un auténtico disparateque increíblemente aún tiene su público. Como dice el historiador Tomás Pérez Viejo en su ensayo Criollos contra peninsulares: la bella leyenda:
    Una afirmación que hoy muy pocos historiadores se atreverían a mantener de forma explícita pero que sigue siento el trasfondo último del relato hegemónico sobre las independencias americanas.
    Aparte de otras importantes razones, hay un problema de números que hacen insostenible esta teoría: la proporción de españoles peninsulares (y digo “peninsulares” porque españoles eran todos) respecto al de americanos en Las Indias era insignificante. En ciudad de México, por ejemplo, el censo de 1811 cifra apenas un 2% de peninsulares. En Buenos Aires no pasaban del 4%. Similares proporciones o menores hallamos en Bogotá, Cartagena o Lima. Hablamos de las urbes más importantes y donde más peninsulares debían residir de toda América. No nos deben extrañar estas cifras, dado lo difícil del transporte y las comunicaciones de la época, además de que España era un país poco poblado. Y con estos datos en la mano ¿cabe pensar en una guerra entre europeos y americanos como dicen? Hubiera durado cuatro días.Más bien fue al contrario: la mayoría de estudios serios coinciden en señalar que el apoyo, explícito o pasivo, a la monarquía hispánica fue muy extendido entre todas las razas y clases sociales. El sentimiento independentista pudo ser mayoritario en el estuario de La Plata, y con más dudas, en Santiago de Chile. En Nueva Granada sólo fue mayoritario entre las élites criollas; mientras tanto, en Nueva España y el Perú –bastión realista de las américas- fue claramente minoritario.La inmensa mayoría de los que lucharon bajo las banderas del Imperio habían nacido en América. Una expedición de 1815 al mando de Pablo Morillo que arribó en las costas de Venezuela fue la única tropa europea de tamaño considerable que se llevó al Nuevo Mundo, con 10.000 soldados. Además, hemos de tener en cuenta que el carácter de la guerra quitó protagonismo a los ejércitos regulares. Pensemos que con los medios de principios del XIX era completamente imposible tejer estrategias en un escenario tan inmenso y diverso. América no era la Europa llana y bien comunicada de las guerras napoleónicas, sino un continente entero lleno de territorios inhóspitos, desérticos, abruptos y difíciles incluso para la vida. En consecuencia, en vez de grandes ejércitos imposibles de mover y abastecer, casi todo el peso de la lucha lo llevaron fuerzas irregulares de muy diversa procedencia; guerrillas de montoneros, indígenas, milicias locales, etc… éstas estaban siempre conformadas por americanos; indígenas y mestizos en la inmensa mayoría. Así por ejemplo, en el Virreinato del Perú, los oficiales y suboficales del Ejército Real del Perú hablaban en la lengua quechua para dirigir a las tropas amerindias ya que era la que éstas hablaban en su gran mayoría. Estas tropas “del país” se movilizaron para sus respectivos teatros de guerra locales, y con raras excepciones partieron fuera de sus lugares de origen. De esta forma, y también para los independentistas, las personas identificadas con las múltiples castas de amerindios mestizos (cholos), o de negros mestizos (mulatos o pardos), junto con negros esclavos liberados fueron el grueso de la tropa realista dependiendo del predominio étnico en la población en cada lugar. Las guerras de independencia no fueron sino guerras civiles entre americanos.Gran parte de los mandos militares realistas e incluso de los cargos políticos estuvieron ocupados por criollos, e incluso por mestizos en algunas ocasiones. Si bien es cierto que generalmente se prefería optar por peninsulares para asegurarse la lealtad, durante el conflicto las circunstancias obligaron a la promoción de españoles americanos; los cuales en ocasiones demostraron superar en lealtad y valor a los europeos (así lo declaró en una ocasión el virrey novohispano Calleja) Por mencionar algunos que alcanzaron altos grados: José Manuel de Goyeneche, natural de Arequipa, fue mariscal del ejército realista del Alto Perú. Agustín de Iturbide, oriundo de Nueva España, fue comandante realista durante una década hasta que las circunstancias lo convirtieron en independentista. Guillermo Marquiegui, oriundo de Jujuy, actual Argentina, fue de los mejores comandantes de caballería de Los Andes. Antonio Vigil, peruano que llegó al grado de general; y Francisco Picoaga, llegó también a ser mariscal de Campo, que fue capturado y asesinado por sus enemigos en 1815. Pío Tristán, Miguel Aráoz y Arce, Felipe Rivero y Lemoine… podríamos seguir con esta lista un largo rato, pero valga como muestra. En apartados posteriores mencionaremos más.Incluso existieron casos de españoles nacidos en España que tomaron parte del bando de Bolívar y San Martín. Y no fueron pocos. El más conocido es Vicente campo Elías, prócer de la independencia de Venezuela. Otros: Xabier Mina, un famoso guerrillero navarro que se enfrentó a las tropas de Napoleón, desembarcó en México para apoyar el movimiento independentista y después fue derrotado por el virrey Apodaca. El ceutí José María Fernández fue partidario de la independencia de Chile, y el vasco José María Fagoaga y Leyzaur, de México.Añadamos para finalizar este apartado con una afirmación quizá chocante, pero real: realmente los próceres de la independencia eran españoles y nunca dejaron de serlo. San Martín, hijo de españoles; peleó por España en la Batalla de Bailén y dos de sus hermanos se mantuvieron leales al rey. Su sangre, su religión y lengua eran españolas. Lo mismo que Bolívar, Itúrbide…y tantos otros. Incluso el sentimiento privado de muchos de estos personajes estuvo con España por más que públicamente manifestaran lo contrario. Esto no es una suposición, sino un hecho real, demostrado por el testimonio de un boletín secreto de la época de la independencia publicado en Buenos Aires en 1937.
    4 – LA OTRA CARA DE BOLÍVAR

    Bolívar, San Martín, O,Higgins, Sucre…apellidos que en América conforman auténticos mitos nacionales. Dado que ellos fueron los principales artífices de la independencia de sus países es justificable que así sea. Sin embargo, sus vidas encierran episodios poco gratificantes para sus defensores, siempre silenciados por la propaganda oficial.
    El “dios” del panteón independentista
    El caso más polémico es el del más renombrado de todos: el mismísimo Simón Bolívar. Bolívar fue racista, cosa que choca bastante con la idolatría que le profesa el que se ha erigido en actual paladín del llamado “neoindigenismo”. El “Libertador” volvió a gravar a los indios con un antiguo impuesto que ya había sido abolido y que pesaba sobre ellos por el solo hecho de serlo. Son conocidas también sus expresiones insultantes hacia y sobre ellos. Cuando la expedición por él comandada llegó al Perú, restableció la esclavitud de los negros, que habían sido declarados libres por San Martín. Y como colofón, decretó que las tierras comunales que pertenecían a los indígenas peruanos, concedidas por autorización real (que en ocasiones eran previas a la conquista) se enajenarían por el estado, para venderlas después a precio de saldo a sus amigos criollos acaudalados. Esta medida condenó a la hambruna a cientos de pueblos amerindios.Visto lo visto, no de extrañarnos que en numerosos territorios los últimos realistas fueran los indios. Por ejemplo, en Colombia: los pastusos fueron partidarios férreos de la corona y mantuvieron guerrillas hasta una fecha tan tardía como 1830, en la guerrilla del caudillo Huachaca. Lo mismo ocurrió en Chile: los araucanos habían llegado a proponer en 1813 “formar para la defensa del Rey una muralla de guerreros en cuyos fuertes pechos se embotarían las armas de los revolucionarios”. Como respuesta a su lealtad a la corona, fueron vilmente masacrados por los próceres chilenos. Uno de los últimos reductos realistas de Suramérica fue la islita chilena de Chiloé, donde los indígenas fueron prácticamente exterminados. Y por supuesto, en el Perú, donde las víctimas de las medidas boliviarianas estuvieron combatiendo en guerrillas hasta principios de 1830.
    5 – EL PAPEL EXTRANJERO Y LA MASONERÍA

    Los mayores beneficiados de la independencia no fueron los pueblos de Hispano América, ni siquiera sus élites criollas, sino los británicos. Su papel fue determinante, hasta límites insospechados que los historiadores oficialistas no se atreven a reconocer –aunque no lo puedan negar-Hay que ver los antecedentes históricos del hecho. Carlos III le declaró la guerra a Gran Bretaña durante la guerra de independencia de EE.UU. La apertura de un segundo frente de batalla debilitó militarmente la posición británica en el continente americano, y resultó vital desde el punto de vista estratégico para el inicio de las victorias de los rebeldes. Esto unido a la ayuda económica y a la reconquista de Florida, hizo que los norteamericanos reconocieran la ayuda española; tanto que durante la parada militar del 4 de julio, Bernardo de Gálvez, el conquistador de Florida, desfiló a la derecha del mismísimo George Washington en reconocimiento a su labor y apoyo a la causa americana.
    Es abrumadora la presencia de símbolos masones en los santuarios de los próceres
    Como era de esperar, los británicos, de todo menos tontos, no se quedaron de brazos cruzados y empezaron a conspirar de todas las maneras posibles para devolvernos el golpe. Y lo hicieron muy bien.Su participación fue más velada, en forma de dinero e influencias, que directa. Aun así, no faltaron tropas británicas en momentos clave, pese a que la nación insular se encontraba teóricamente en paz con España (aliados de hecho durante la Guerra de Independencia) Una legión británica de 2000 hombres tuvo un papel decisivo en Carabobo, que fue la batalla más importante para la independencia venezolana. La flota de Thomas Cochrane intervino para ayudar a lograr la independencia de Chile, impidiendo el socorro de los realistas chilenos desde el Perú y contribuyendo al ataque sobre el Callao en 1826, último bastión realista. Pero tales intervenciones puntuales sólo fueron la punta del iceberg.La anglofilia prendió como un voraz incendio entre los principales políticos de las independencias. Resulta sumamente ilustrativo que el primer presidente argentino, en 1826, haya sido un anglófilo del calibre de Bernardino Rivadavia, que gustaba de escribir extensas cartas a sus amigos ingleses en los que tanto elogiaba a Inglaterra como insultaba a España. En sus tiempos, al parecer, hasta los reglamentos para los debates de la nueva Cámara de Diputados eran los del Parlamento inglés. No debe extraños que La primera nación en reconocer la independencia de las Provincias Unidas fuera Gran Bretaña, que lo hizo oficialmente en febrero de 1825, cuando la guerra aún no había cesado.Pero más importante aún que las maquinaciones de los gobiernos fue el papel de una organización: la masonería. En los próceres, unida a la anglofilia estaba la afiliación casi unánime como masones. Es difícil verter juicios objetivos sobre el papel de la masonería en Hispanoamérica, dada la opacidad de la información y las dificultades para separar el grano de la paja . Obviamente, tuvo gran importancia a la hora de las independencias; lo que no se sabe es cuánto. Algunos dicen que aún hoy las organizaciones masónicas siguen controlando al 100% los países de América, otros que su papel está magnificado por teorías conspiracionistas. Suponemos que la verdad estará en algún punto medio.Los símbolos comunes de la masonería se encuentran en las enseñas nacionales, monumentos y en general, en cada testimonio de las independencias. Todos los grandes próceres fueron parte de alguna logia. La más famosa era la Logia Lautaro fundada por el venezolano Francisco de Miranda…en Londres. El objetivo principal de esta logia era la independencia de Hispano América, con inspiración en las ideas liberales de la revolución francesa y un intenso odio a todo lo que representara el Antiguo Régimen. Todos estos líderes habían estado en Inglaterra en algún momento o tenido amigos ingleses, y todos eran profundos admiradores, ora del inglés, ora de la Francia napoleónica. El asturiano Rafael Del Riego, responsable de la revuelta en la expedición de Cabezas de San Juan (1820), episodio que dio un golpe mortal a la causa realista, fue también masón, lo que no es casual.Que conste que no hablamos aquí de una gran conspiración masónica orquestada desde la sombra. El ser masón no es una causa de ser revolucionario, sino más bien una consecuencia de ciertas ideas y principios que estaban en contra de la monarquía y a favor de un nuevo orden de las cosas. Además, hay muchas ramas diferentes dentro de la masonería que en ocasiones difieren mucho entre sí. También debe reconocerse que hubo muchos masones partidarios de la unidad del imperio (como los generales Rodil y Espartero) si bien fuera de España predominaron los primeros de manera aplastante.


    http://soulguerrilla.com/index.php/2016/05/09/el-fin-del-imperio-y-sus-mitos-i/

    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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  13. #13
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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    Bolívar y el Decreto de Guerra a muerte: se ascendía a capitán a quien cortara 50 cabezas de españoles




    En el mes de enero de 1813, antes de que empezara la campaña de Bolívar, el caudillo venezolano Antonio Nicolás Briceño junto a otros oficiales patriotas diseñaron un plan para liberar Venezuela -cercano a una proclama xenófoba bordeando los límites del genocidio- a la que se dio el nombre de Convenio de Cartagena. Entre sus artículos destacados podemos citar:


    En el nombre del pueblo de Venezuela se hacen las proposiciones siguientes para emprender una expedición por tierra con el objeto de libertar a mi patria del yugo infame que sobre ella pesa. Yo las cumpliré exacta y fielmente pues las dicta la justicia y que un resultado importante debe ser su consecuencia.


    Primero: serán admitidos a formar la expedición todos los criollos y extranjeros que se presenten conservando sus grados. Los que aún no han servido obtendrán los grados correspondientes a los empleos civiles que hayan desempeñado y en el curso de la campaña tendrá cada cual el ascenso proporcionado a su valor y conocimientos militares.

    Segundo: como el fin principal de esta guerra es el de exterminar en Venezuela la raza maldita de los españoles de Europa sin exceptuar los isleños de Canarias, todos los españoles son excluidos de esta expedición por buenos patriotas que parezcan, puesto que ninguno de ellos debe quedar con vida no admitiéndose excepción ni motivo alguno; como aliados de los españoles los oficiales ingleses no podrán ser aceptados sino con el consentimiento de la mayoría de los oficiales hijos del país.

    Tercero: las propiedades de los españoles de Europa sitas en el territorio libertado serán divididas en cuatro partes, una para los oficiales que hicieren parte de la expedición y hayan asistido a la primera función de armas haciéndose su reparto por iguales porciones con abstracción de grados, la segunda pertenece a los soldados, indistintamente las otras dos al Estado. En los casos dudosos, la mayoría de los oficiales presentes decidirá la cuestión […]

    Noveno:
    para tener derecho a una recompensa o a un grado bastará presentar cierto número de cabezas de españoles o de isleños canarios. El soldado que presente 20 será hecho abanderado en actividad, 30 valdrán el grado de Teniente, 50 el de Capitán…


    Cartagena de Indias, 16 de Enero de 1813. Antonio Nicolás Briceño

    Esta proclama fue transformada en decreto por Simón Bolívar el 15 de junio de 1813, llegando a conocerse como el Decreto de Guerra a Muerte.




    https://somatemps.me/2016/05/15/boli...-de-espanoles/
    Última edición por Hyeronimus; 15/05/2016 a las 17:34

  14. #14
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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    27/oct/1813 #BICENTENARIO Fallecimiento del Dr. José Mejía Lequerica.


    EL DUQUE DE WELLINGTON Y JOSÉ MEXÍA LEQUERICA, EL QUITEÑO MÁS INFLUYENTE DE LA HISTORIA UNIVERSAL DE LOS DOS ÚLTIMO SIGLOS:


    “Será en Cádiz, precisamente, que las Cortes que representaban la precaria soberanía de una España acosada nominarán a Wellington, en 1812, como jefe supremo de los ejércitos de liberación. Esa fundamental decisión no emergerá de un pacífico, universal consenso. Tan solo el denuedo de unos pocos diputados terminaría por asegurar su histórico nombramiento. Un hombre esencial a la designación de Wellington provenía de lejanas y andinas latitudes: José Mejía Lequerica será uno de los principales responsables de su elevación al cargo” (María Helena Barrera-Agarwal en "Mejía secreto")… cambiando con esto el curso de la historia europea y mundial para siempre.


    Napoleón es cada vez más atractivo para mí.


    En la imagen: Sir Arthur Wellesley, duque de Wellington, en un retrato pintado por Francisco de Goya.






    _________________________________

    Fuente:

    https://www.facebook.com/22216717786...type=3&theater

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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    EL FIN DEL IMPERIO Y SUS MITOS (II)

    Segunda parte de la serie EL FIN DEL IMPERIO Y SUS MITOS (I)

    En contrapartida a los extensos panegíricos que se introducen en las mentes de los jóvenes americanos; en los libros de texto españoles un hecho tan trascendental como la independencia hispanoamericana se resuelve en un párrafo. Como si todo hubiera ocurrido de un plumazo y no fuera digno de mención. Así se oculta el hecho de que la guerra fue un episodio que duró más de 15 años, que tuvo causas muy profundas, que su naturaleza fue cambiante, que experimentó avances y retrocesos, que fue muy diferente en unos sitios que otros y, sobre todo, que sus resultados explican parte de la situación que América y España viven aún hoy en día.Remarcamos una vez más que se trató de una Guerra Civil americana. Defender el imperio más grande de la historia durante tantos años y a lo largo de tantos frentes no se hubiera podido conseguir más que con el apoyo decidido de grandes capas de la población del Nuevo Mundo. Con todo, en ocasiones la lucha de los realistas fue heroica, porque la situación internacional era claramente desfavorable a los intereses españoles. La todopoderosa burguesía criolla de Buenos Aires, Bogotá, Santiago, etc… unida a la intervención británica tenía muchos más medios económicos que el imperio en sí, lo cual no significa que entre los contrarios a la monarquía no hubiera también un apoyo nutrido de mucha gente descontenta o ilusionada por las nuevas cosas. Por supuesto, los independentistas contaron con guerreros de increíble bravura y genio inmortal, que son sistemáticamente homenajeados y reconocidos en todo momento por las repúblicas que emanciparon.La causa realista también tuvo sus héroes, con ejemplos de virtud y valor dignos de figurar en páginas brillantes de la historia que sin embargo están día de hoy injustamente enterrados de nuestra memoria. Me propongo rescatarlos del olvido para darles el justo reconocimiento que se merecen aquellos que lo dieron todo por una causa tan digna como su contraria.
    MÉXICO
    El Virreinato de Nueva España incluía México y toda Centroamérica hasta el itsmo de Panamá. Vivió un desarrollo ajeno a las demás corrientes independentistas: la guerra comenzó antes pero acabó pronto. Durante un lustro, mientras Sudamérica estaba entre sangre y fuego, México vivía una relativa paz. La inmensa mayoría de los criollos apoyaron a los realistas. La independencia no la proclamó un masón anglófilo, sino un monárquico católico y tradicionalista como era Agustín de Itúrbide.El movimiento independentista mexicano tiene oficialmente su origen en el ya citado “Grito de Dolores” del cura Hidalgo, en Puebla. Pero como tantas otras afirmaciones oficiales, no es verdad. Dos años antes, un grupo de criollos desafectos intentaron conspirar en la capital, pero fue un pronunciado fracaso; teniendo que exiliarse en el interior del país para conjurarse. La rebelión de 1810 tuvo una gran acogida por el pueblo, quizás porque, como ya se ha dicho en el capítulo anterior, el levantamiento de Hidalgo fue en nombre de Fernando VII y de la religión católica. En principio, pareciera que los primeros combatientes insurgentes pensaban combatir contra las autoridades virreinales que se habían rendido a Napoleón. Por supuesto, éstas no habían hecho tal cosa, pero tampoco defendieron enérgicamente a la junta de España; en otras palabras: no supieron qué hacer ante el caos; consecuencia de lo cual, la insurgencia lo tuvo muy fácil para venderse como defensora de la monarquía.Eran sobre todo mestizos de clase baja los que conformaron el grueso del ejército levantado por Hidalgo y otros insurrectos, que acudieron a la llamada del resentimiento y la ira contra los terratenientes ricos y los comerciantes. Fue por tanto una auténtica revolución social y no independentista, así, los líderes, como Allende, clamaban a la “aniquilación de los “guachupines” (españoles) pero en la práctica asaltando a cualquiera de tez blanca. Bajo el estandarte de la Virgen de Guadalupe decenas de miles de mexicanos se unieron con inusitado fervor; no sólo combatieron, sino saquearon y quemaron ciudades enteras como Valladolid o Guadalajara, que quedaron arrasadas con el beneplácito de sus caudillos (con la honrosa excepción, hay que decirlo, del cura Hidalgo) Ante estos hechos los criollos de la capital reaccionaron cerrando filas en torno a las autoridades del Virreinato. Al frente del ejército real se puso el brillante militar Félix Calleja, con poca fortuna al principio siendo derrotado por las numéricamente superiores fuerzas insurgentes. El enfrentamiento decisivo tuvo lugar en la localidad de Puente de Calderón en enero de 1811. Los insurrectos habían logrado reunir a más de 100.000 combatientes, una cifra enorme para la época; aunque se tratara de una tropa sin instrucción y mal equipada. Al frente Calleja apenas comandaba unos 6.000 soldados. Contra todo pronóstico, venció el segundo, cayendo la mitad del enorme ejército insurgente en la batalla y dispersándose el resto. Hidalgo fue capturado y ejecutado poco después, concluyendo así la primera fase de la independencia.
    Félix María Calleja
    Los desórdenes causados por los primeros insurgentes provocaron que a partir de ese momento la mayor parte del pueblo rechazara al movimiento independentista, que no volvió a tener tanta fuerza. Por eso la rebelión encabezada por José María Morelos y Mariano Matamoros fue más débil que la primera. En esta fase (1811-1815) pese a algunas derrotas puntuales, las principales ciudades continuaron bajo control de los lealistas. Para intentar granjearse la simpatía de los pueblos indígenas, Morelos y otros caudillos apelaron a las glorias aztecas y a la mitología maya, pero no lo consiguieron. La emancipación, ya se ha dicho hasta el cansancio, ni la idearon, ni la protagonizaron ni laconsumaron los indios. Después de una exitosa campaña insurgente en 1814, El virrey Venegas, considerado blando y liberal, era sustituido por el enérgico y muy capaz Félix Calleja. Además, en España el panorama cambiaba: Fernando VII regresaba al trono español y prometía refuerzos para sus partidarios en América. El regreso de “El deseado” hizo que la sociedad mexicana, muy conservadora y menos influida por el liberalismo que en otras latitudes, afianzara su apoyo a la monarquía. Con sus enérgicas medidas el nuevo virrey iba a propinar una derrota tras otra a sus enemigos: al poco de llegar al poder, Mariano Matamoros fue apresado y ejecutado, acorralando a Morelos con los pocos seguidores que le quedaban. Éste pidió ayuda a la desesperada a James Madison, presidente de los EE.UU por entonces, pero fue desoído. Finalmente, el también novohispano Itúrbide le vencería en batalla y lo capturaría para hacerlo fusilar más adelante, dejando al movimiento descabezado y con muy poca fuerza.Quizá por sus métodos demasiado expeditivos y sanguinarios, en 1816 Calleja era substituido al frente del Virreinato por José Apodaca, oriundo de Cádiz. Este hombre fue renombrado por su elevada clemencia, así, nada más llegar el poder ofreció el indulto a todo rebelde que dejara las armas. Las cédulas de indulto expedidas por el almirante Apodaca en todo el tiempo de su virreinato fueron 60.000, cifra que expresa por sí sola su política. La combinación “poli-malo, poli-bueno” de Calleja y Apodaca tuvo muy buenos resultados. La causa independentista en México parecía liquidada, y sólo unas pocas partidas de guerrilleros seguían desafiando la autoridad virreinal; que en realidad actuaban como bandidos sin bandera, con asaltos, violaciones e inseguridad en los caminos. En 1817, Xabier Mina, un famoso guerrillero navarro que había luchado contra Napoleón, intentó reavivar la llama insurgente al desembarcar con 200 mercenarios norteamericanos en las costas de Veracruz y proclamándose “comandante de la República Mexicana”. Su intentona fracasó estrepitosamente, siendo derrotado, aprehendido y finalmente mandado fusilar. Para 1818 el movimiento independentista en México había desaparecido.¿Cómo es que llegó a consumarse la independencia entonces? Todo cambió merced a los acontecimientos de 1820 en la península. El golpe de Riego en Cabezas de San Juan inauguraba el trienio liberal en España, lo que causó conmoción en Nueva España, donde los partidarios del absolutismo eran mayoría. El virrey Apodaca, muy a disgusto hubo de aplicar la constitución de Cádiz. Esto provocó que los reaccionarios mexicanos se aliaran con los escasos insurgentes que quedaban en la llamada “Conjuración de la profesa” para asegurarse el mantenimiento de la religión católica como oficial, evitar la infiltración de la masonería y otras contundentes medidas propias del absolutismo. Esta conjuración estaba liderada por Agustín de Itúrbide, el mismo que había aplastado una y otra vez el movimiento independentista. Se puso al frente del ejército llamado “Trigarante”, con más de 20.000 hombres, y avanzó hacia Ciudad de México. Nadie le detuvo: se estima que habían muerto más de 250.000 personas en Nueva España después de más de diez años de lucha, por lo que es de estimar que las gentes estaban hartas de guerra y deseaban la paz a cualquier precio. También las autoridades españolas querían evitar más sangre. Vicente Guerrero e Itúrbide propusieron el Plan de Iguala, que consistía en convertir a México en un estado independiente bajo una monarquía con un borbón al frente y ligándose de manera indisoluble a España, que además podría conservar ciertas posesiones en el continente. Pero se toparon con el carácter cerril de Fernando VII y el fanatismo del gobierno liberal en Madrid. Avanzaron entonces para atacar, pero como los representantes de la corona (encabezados en ese momento por el irlandés O´Donojú) sabían que no contarían con el apoyo del pueblo por mucha constitución que tuviesen, decidieron finalmente pactar con los trigarantes la independencia definitiva. Así, de un plumazo, sin batallas, sin revoluciones y sin gritos; México se convirtió en un imperio independiente. Está claro que de no ser por el golpe de Riego, México, si bien se hubiera independizado tarde o temprano, no lo hubiera hecho entonces ni de esa manera. Quizá mediante una independencia pactada mucho más ventajosa para ambas partes, como la del Plan de Iguala, que desafortunadamente no se pudo conseguir.La historia no acaba aquí, pues los acontecimientos de 1824 ocurridos en México parecieron abrir una ventana de oportunidad a España para intentar la “reconquista” del virreinato. La caída del Imperio de Itúrbide provocó una enorme inestabilidad en la naciente república, que tuvo hasta un conato de guerra civil. A sabiendas de los planes del gobierno de Madrid, los mexicanos trataron de enviar una flota para hostigar la isla de Cuba ; pero la operación resultó un fracaso y la marina mexicana perdió la mayor parte de sus buques en sucesivas batallas a lo largo de 1828. Al año siguiente, Fernando VII ordenó atacar México con el ejército que la historia ha denominado “Expedición Barradas” por estar al mando del general canario Isidro Barradas Valdés, un intento de “reconquista” quizá muy ingenuo dada la escasez de tropas (apenas 3.000 hombres) mal planificado y peor ejecutado. Quizá el método de la violencia fue contraproducente para ganarse el apoyo del pueblo mexicano a la corona, que aún existía. Barradas y sus hombres desembarcaron para tomar la importante ciudad de Tampico, pero el ejército mexicano se movió rápidamente al mando del general Santa Anna y, reuniendo una tropa muy superior, procedió a atacar a los españoles. Así se libro el combate del Fortín de La Barra, el último choque militar de la expedición y de la historia de la independencia mexicana, ocurrido en el transcurso de la noche del día 10 y la mañana del 11 de septiembre de 1829. Fue una victoria española obtenida con una gran inferioridad numérica, pero la situación insostenible al no recibir refuerzos desde Cuba les obligó a capitular, con honrosas condiciones. Así se retiraron las últimas banderas españolas de tierras mexicanas
    Última resistencia de los hombres de Barradas
    Por su parte, Centroamérica pasó a ser posesión del Imperio Mexicano, hasta la disolución de éste en 1824. Entonces se proclamó la independencia, lo que no ocurrió a cargo de ningún americano sino del vizcaíno Gabino Gaínza, brigadier del ejército español, que cambió de bando in extremis y se invistió presidente de la Confederación Centroamericana. Pocos años después esta débil unión se rompió en la constelación de mini-estados que conocemos hoy, la mayoría de los cuales viven entre la inestabilidad, la pobreza y la dominación yanqui. Al contrario que en el resto de América, donde los libertadores han sido deificados, en las repúblicas de Nicaragua, El Salvador, Honduras, Costa Rica y Guatemala esto no ocurre porque, simplemente, no los tuvieron. Sus territorios se corresponden con las antiguas audiencias reales y su independencia no se debe a otra cosa que a una decisión puramente administrativa, carente de reivindicación popular alguna.La república mexicana utiliza con fines reivindicativos el mito del México ancestral originario, como atestigua la figura de la serpiente emplumada de los aztecas en el escudo nacional. Curiosamente, esa defensa del indígena del pasado (que dejó de existir con la conquista española) no se complementa con una defensa del indígena presente, que vive en muchas ocasiones marginado y discriminado. Cuando Emiliano Zapata inició sus reclamaciones dentro del marco de la revolución mexicana, lo hizo exigiendo que se reconozcan los títulos de propiedad sobre las tierras otorgados por la corona española y que se pasaron por el arco del triunfo los caciques del México independiente que se apropiaron de dichas tierras comunales.Agustín de Itúrbide:
    Itúrbide, oriundo de la ciudad mexicana de Valladolid, era hijo de un acaudalado comerciante español y una criolla; fue durante toda su vida un hombre de profundas convicciones tradicionalistas en contra de las nuevas ideologías que sacudían al Viejo y el Nuevo Mundo. Como sintiera desde muy joven la llamada de las armas, se unió al ejército real de la Nueva España, al que servía con el grado de teniente cuando comenzó la revolución de Hidalgo.Desde el comienzo de la guerra combatió con encono a los insurgentes, y fue recompensando por su audacia militar siendo ascendido a comandante en muy poco tiempo. Durante una de las primeras campañas en el norte del país, fue rodeado por las tropas de Hidalgo e invitado a unirse al movimiento insurgente. Pero a pesar de estar en una posición débil, al mando de apenas 600 hombres, se negó a cambiar de bando y procedió a defenderse con bizarría, logrando salir con vida para participar poco después en la decisiva batalla de Puente de Calderón. Allí se convirtió en la mano derecha del que a partir de 1813 sería Virrey de la Nueva España, Félix María Calleja. En la campaña posterior de 1811-1814, Agustín Itúrbide llevó el mando de los ejércitos realistas, y fue la pesadilla de Morelos y demás insurgentes, a los que venció una vez tras otra. En su hoja de servicios relumbran Puruarán, donde venció a Matamoros para después mandarlo ejecutar, y las Lomas de Santa María; donde destrozó la tropa de Morelos, siendo éste también ejecutado al poco. Los realistas habían triunfado e Itúrbide era el hombre fuerte de la Nueva España, aclamado por doquier, sirviendo con lealtad primero a Calleja y después al siguiente virrey Apodaca.
    Agustín de Itúrbide
    Como ya se ha comentado, los acontecimientos de 1820 en España le alteraron sobremanera. Ahora, la Madre Patria, caída en las garras de su tan detestado liberalismo, ya no era el referente de la defensa de la religión católica y la monarquía absoluta como era hasta entonces. Pensó entonces en encabezar un movimiento para conseguir una independencia pactada, respetando la monarquía española pero permitiendo dirigir sus propios asuntos. Quizá veía que la dominación de Madrid era ya inviable, como por otra parte ya había vislumbrado el conde de Aranda décadas antes. Además, con este golpe de mano atraería a los pocos insurgentes que quedaban hacia las ideas tradicionalistas. Al mando del ejército trigarante (por tres garantías: independencia, unión y religión católica) llegó a capital de México sin violencia y allí se proclamó emperador de México. Fue un régimen monárquico de ideología católica y conservadora, completamente opuesta a las demás repúblicas nacientes de América. Sólo dos años duró su imperio, pues fue depuesto por una conjuración de republicanos masones, los cuales por poco no perdonaron la vida a Itúrbide, mandándolo al exilio en Europa. Años más tarde trató de regresar pensando que podría recobrar el apoyo popular, pero nada más volver a pisar tierra mexicana fue apresado y mandado fusilar por los mismos que en su día le habían proclamado caudillo de la independencia.En México no hay monumento a este hombre ni se cuenta entre los llamados “próceres”. No se hacen películas ni homenajes públicos. Les da vergüenza porque Iturbide era realista, borbónico, ultramontano y ultrarreacionario Todo lo contrario a las masónicas y anglófilas élites mexicanas. Por eso prefieren enseñar mitología y no contar la verdad, porque les duele. En México se reverencia a Hidalgo y Morelos como libertadores, pero es una falsedad. Estos hombres encabezaron un movimiento popular aplastado por Itúrbide, quien los mando ejecutar.Y como gran paradoja para finalizar: quien proclama la independencia es el mismo hombre que aplastó el movimiento de independencia: Agustín de Itúrbide.
    COLOMBIA, VENEZUELA Y ECUADOR

    Los territorios de estos tres estados modernos formaban parte del Virreinato de Nueva Granada. La guerra en la región fue durísima y despiadada; duró 13 años (1810-1823) se cobró la vida de decenas de miles de personas y arruinó la economía y el comercio local.Luego de la proclamación de autogobierno, la poderosa burguesía criolla de Bogotá y Cartagena pudo montar un gran ejército para servir de brazo armado a sus aspiraciones. Bolívar (alma de la rebelión) Nariño, Jorge Tadeo Lozano y otros insurrectos se las prometían bien felices, dado el estado de desgobierno en el reino y la ocupación napoleónica de España. Sin embargo, la respuesta del pueblo llano no fue tan favorable como esperaban, siendo, en ocasiones, claramente partidaria de la monarquía. La persecución contra los “españoles” y todo afecto a la corona fue terrible; si bien las represiones de los realistas no se quedaron atrás. Otro grave problema de los revolucionarios fue su extrema división. De haber sido una “Guerra de liberación patriótica” como sugiere la propaganda nacionalista, todos hubieran ido a una contra el “opresor español”. Todo lo contrario: una auténtica constelación de caudillos que cambiaban de bando en cuestión de semanas, llevados por la ambición de poder personal y riquezas. Cartagena busca ser independiente de Bogotá, los revolucionarios de Venezuela se declaran independientes, en la capital se crea el “estado de Cundinamarca” presidido por Antonio Nariño; mientras, gran parte de las comunidades, incluidas muchas indígenas, se declaran fieles al rey (por ejemplo, la región de Pasto, de mayoría indígena y mestiza, fue férreamente realista hasta mucho después del final de la guerra) En 1811 los principales insurrectos, con Bolívar al frente, crean Las Provincias Unidas de Nueva Granada en un intento por unir a la fuerza el sueño de la Gran Colombia, comenzando así una brutal guerra civil entre centralistas y federalistas. En Quito no se quieren dar por enterados. Proclaman su propia junta, mientras el representante de la corona, el oscense Javier Urlés, con 86 años en aquél momento, es brutalmente apaleado hasta la muerte por los autodenominados “patriotas”.Para 1813, Bolívar parece imparable tras vencer en una serie de brillantes campañas. Pero el signo de los acontecimientos comenzó pronto a cambiar. Basándose en la gran parte de la población y del territorio que era leal a la corona, los realistas emprenden una contraofensiva general. En Venezuela, el general español José Tomás Boves levanta de la nada una fuerza compuesta por mulatos y mestizos en la región de los Llanos. Confiado por sus superiores fuerzas, Bolívar marcha a su lucha, pero el ejército del “libertador” es masacrado en la batalla de la Puerta (junio de 1814) escapando apenas él mismo y pocos más, teniendo que refugiarse en Jamaica. Caracas vuelve a manos realistas tras 4 años.Lo mismo ocurrirá en el resto del Virreinato al año siguiente. En la península, la guerra de la independencia ha terminado y el restablecido Fernando VII pretende recobrar por la fuerza todos los territorios en rebelión. A pesar de la devastación bélica y de la ruina financiera de España, se hace posible el envío de una gran expedición al mando del general Pablo Morillo. Son 10.000 soldados en 120 buques, el refuerzo más grande que llegó a América desde Europa durante toda la guerra. A pesar de sus medios limitados, esta expedición es suficiente para aplastar militarmente la rebelión. A finales de 1815, la real marina sitia Cartagena de Indias, la fortaleza que Blas de Lezo mantuviera inexpugnable 70 años atrás, que esta vez cae en manos españolas. Unos días después Morillo ocupa Bogotá; y poco más tarde, el cántabro Juan Sámano, mariscal de campo de los ejércitos de su majestad, vence de manera aplastante a los insurrectos de Quito en las Cuchillas de Tambó y restablece el virreinato en el territorio. Este período lo denominan los historiadores colombianos con el incorrecto término de la “Reconquista española”. Las autoridades virreinales castigaron con fuerza a la élite criolla partícipe del proyecto independentista, dejando a un lado al pueblo llano, considerado como títere de esta élite. Como ocurría también en México, pareciera que para mediados de 1816 la causa insurgente había sido totalmente sofocada.
    Pablo Morillo
    No era esto verdad en modo alguno. Fernando VII ordenó la máxima dureza y los militares cumplieron las órdenes, desatándose una gran represión que reavivó con fuerza los odios y rencores preexistentes. Fue sin duda un gravísimo error, que cuando se quiso rectificar, era ya irreversible. Bolívar regresa a Venezuela y emprende la llamada “guerra a muerte”, un período caracterizado por la violencia extrema por parte de ambos bandos que devastará la región. Algo que nunca se leerá en un libro de historia oficial hispanoamericano es que Bolívar fue responsable de romper varias veces el armisticio entre los bandos y cometer las peores masacres de la historia de Venezuela. Sus fuerzas se hacen cada vez más fuertes, generosamente ayudado además por Gran Bretaña. Morillo es capaz de vencer a Bolívar por segunda vez en La Puerta (junio de 1818) retrasando dos años la toma de Caracas. Pero tras otra serie de campañas, y con Morrillo de regreso a España, se suceden un rosario de victorias independentistas como Bocayá (1819), Carabobo (1820) y Pichincha (1821) tras las cuales los realistas comienzan a retirarse.Sin refuerzos poco pudieron hacer contra una fuerza enemiga creciente. En enero de 1820, la expedición punitiva más grande que se organizó, con 20.000 soldados, no pudo partir debido a la rebelión de Rafael del Riego. Si aquella expedición hubiera tenido lugar finalmente, sin duda hubiera supuesto un duro revés para los independentistas, aunque quizá sólo para prolongar la agonía del virreinato quizá unos años más hasta su ya inevitable final. En 1823 cayó Maracaibo, el último reducto realista en la región.No obstante, la última resistencia realista en Colombia la protagonizó el caudillo mestizo Agustín Agualongo. Al frente de una partida de indios y desharrapados de la región de pasto, fue el terror de la naciente república colombiana hasta su captura, tras la cual fue fusilado. Se cuenta que gritó al pelotón que le ejecutaría:“¡viva el rey!”. Comenzaba así la Gran Colombia, el sueño de Bolívar. El nombre de esta nueva república no era casual: sus creadores Reivindicaban a Colón(Colón – > Colombia) Para que se enteren los chavistas y sus amigos coleteros de España.Pablo Morillo:
    Natural de Zamora (1775 – 1837) Morillo fue de esos hombres nacidos para la milicia,de acción, pocas palabras y enorme heroísmo; nacido en una familia humilde pero que llegó por propios méritos a ser la autoridad militar española de mayor rango en América. Primero se enroló en la armada, sirviendo en todas las batallas famosas de la época (San Vicente, Trafalgar) para posteriormente pasar al ejército, donde siguió acumulando méritos. Al llegar la invasión napoleónica, Morillo se apuntó rápidamente a la resistencia, desde la periferia logró contener el avance francés durante un tiempo. Ya era coronel, con 34 años, cuando dirigió sus tropas en la batalla de Puentesampaio (Galicia) en 1809, quizá la más exitosa de su carrera. Los españoles mal pertrechados y en inferioridad numérica, asestaron un golpe letal a una tropa de la todopoderosa Grande Armeé, dirigida por el reconocido mariscal Ney. Los invasores hubieron de abandonar Galicia, que fue la primera tierra española liberada del dominio francés. En la decisiva batalla de Vitoria (1813) Morillo estuvo también, al mando de una de las tres alas del victorioso ejército español.Morillo era ya el militar español más popular y renombrado, pero su nombre iba a hacerse aún más famoso con su participación en la Guerra de Independencia de Nueva Granada. Al regreso de Fernando VII al trono, fue nombrado por el rey como Capitán General de Venezuela. Aunque el poderío de la marina real no era ni la sombra de lo que había sido, España fue capaz de organizar una poderosa flota para auxiliar a los realistas de América, que contaba con varios navíos de línea y cientos de buques de transporte. Poco más de 10.000 soldados fueron los alistados para la expedición, la cual pasará a la historia con su nombre de “Expedición Morillo”.
    Monumento al tratado de la regularización de la Guerra, Venezuela.
    La llegada de Morillo y sus hombres fue el golpe de gracia a la segunda intentona revolucionaria colombiano-venezolana, ya tambaleante en aquél momento. Con la caída de Bogotá a finales de 1815 casi todo el territorio del Virreinato vuelve al dominio real. Morillo trató de ser clemente en un principio, pero por la traición de un grupo de líderes a los que había conmutado la pena de muerte,no vio otra salida que imponer su autoridad con extrema violencia. Ya se ha dicho arriba como finalmente no pudo contra el creciente poderío independentista a pesar de ser de los pocos que logró derrotar a Bolívar en batalla. Justo antes de su regreso a España, firmó con el caudillo rebelde el “Tratado de regularización de la guerra” que, aunque fue incumplido por Bolívar reiteradas veces, supuso un hito en el trato humanitario entre ejércitos. Porque pese a que las órdenes de Fernando VII y las conjuras de los independentistas, circunstancias que le obligaron a actuar con dureza, en el fondo Morillo debió ser un hombre bondadoso, como demostró tras derrotar a Bolívar en La Puerta al declarar:“Sálvense a los prisioneros y respétense sus vidas”
    Algo que no tenía porqué hacer y que tenía prohibido en teoría, pero que vio necesario para parar la locura de muerte y sangre en la que se había sumido aquella parte de la bella América. Fue quizá su última orden antes de volver a España en 1818. De mentalidad absolutista, Morillo fue maltratado y degradado en el cargo por el gobierno del trienio liberal. Pero en 1824 fue justamente restituido tras participar en la restauración absolutista. Sus problemas de salud le hubieran obligado a salir del servicio activo, pero fue requerido una vez más para luchar, esta vez en la Guerra Carlista, al mando de un contingente gubernamental. No llegó a ver el final de esta guerra y murió en Francia, en 1837, donde trataba de recuperarse con baños termales de una grave enfermedad. Terminaba la vida de un hombre del que se no se conserva ni un sólo testimonio en su contra por parte de aquellos que lo conocieron. Y tal como reza una inscripción en un monumento de su ciudad natal:“tan rico en honores, como pobre en hacienda, hasta el punto de no poder, a su muerte, otorgar la dote de viudedad a su mujer, habiendo consagrado toda su vida a su patria y al servicio leal y desinteresado al Rey, que tan mal le pagó”

    José Tomás Boves:
    La vida del asturiano Boves (Oviedo, 1782- Batalla de Urica, 1814) da para inspirar películas, y de hecho inspiró un filme venezolano hace unos años. En el país en el que murió es una figura muy reconocida pese a ser parte de los leales a la corona (incluso Chávez lo mencionó en alguna ocasión) lo que contrasta con el absoluto olvido de su memoria en su patria natal.Nació en una familia pobre, y como se había quedado ya desde niño huérfano de padre, no tuvo más remedio que buscarse la vida muy joven. Tras cursar estudios básicos en el instituto de Naútica y Mineralogía que Jovellanos fundara poco antes, en Gijón; se enroló en la marina prestando servicio en diversas embarcaciones. Pero no mucho después fue acusado de contrabando y un tribunal militar lo mandó exiliado a Puerto Cabello, en la que por entonces era Capitanía General de Venezuela. Una vez allí, se trasladó a la región de los Llanos, una tierra dejada de la mano de Dios donde casi no había españoles y la mayor parte de los habitantes eran negros o mulatos. Se casó con una mulata llamada María Trinidad Bolívar (enorme paradoja) y allí vivieron en paz hasta el estallido de la rebelión independentista.
    Boves, semblanza.
    En un principio colaboró con la causa de los insurrectos, prestándoles apoyo financiero. Sin embargo, por motivos que se desconocen, fue declarado traidor por la junta de Caracas; entonces, los insurrectos saquearon e incendiaron el negocio de Boves para posteriormente asaltar su domicilio, donde asesinaron a su mujer delante de sus propios ojos. Fue apresado, pero, en uno de esos espectaculares giros que da la historia, poco antes de su fusilamiento, un batallón realista al mano del teniente Monteverde liberó a Boves de calabozo. No nos debe extrañar que a partir de ese momento Boves viviera con el deseo de venganza permanente sobre sus antiguos “socios”; con lo cual se unió a la tropa española que asaltaría Caracas en el verano de 1812, acción que puso fin a la Primera República de Venezuela. La rebelión parecía sofocada y boves era ascendido a comandante. Pero la guerra iba a reiniciarse muy pronto…La Segunda República de Venezuela (1813-1814) fue proclamada con un caudillo de talla a su frente: Simón Bolívar. Mientras tanto, Boves volvía a los Llanos, a la tierra que le vio llegar al Nuevo Mundo y donde forjó su familia. Poco podía pensar Bolívar que su mayor quebradero de cabeza iba a ser aquel humilde asturiano, liberado por poco, que carecía de medio alguno para detener la revolución. Porque en un principio parecía que nadie podía pararla. Todos los comandantes realistas fueron vencidos y sus ejércitos dispersados, en una campaña rápida y tenaz. Sólo quedaban los Llanos por ocupar. Nada se sabía de Boves, pareciera que durante aquellos meses se lo hubiera tragado la tierra…¿Qué había pasado?El asturiano no había parado en todo ese tiempo. A falta de cualquier ayuda de España o incluso de América, tuvo que ingeniárselas sólo. Entonces convocó a los llaneros, mulatos y negros muy pobres en su inmensa mayoría, y les dijo “Muerte a los blancos” . Él, por supuesto, era blanco; pero con esta consigna apuntaba directamente sobre los criollos terratenientes que se habían sumado a la rebelión, acusándoles de provocar las carestías y los desastres que los llaneros experimentaban en sus carnes. No fue difícil convencerlos. Así, en muy poco tiempo Boves se puso al frente de una enorme fuerza de desharrapados que, sorprendentemente, se convirtieron en un magnífico ejército. Bajo la bandera rojigualda y un estandarte de fondo negro con una calavera (como hiciera el legendario general carlista Ramón Cabrera años más tarde) los llaneros llevaron a cabo una guerra de guerrillas devastadora que puso en jaque a la naciente república. Pronto se hicieron famosos y temidos por sus métodos crueles, entre los que se incluía arrasar pueblos enteros y exterminar a sus habitantes, método en el cual sus adversarios no se quedaron atrás. En pocos meses Boves se hizo dueño y señor de la mitad del territorio venezolano.
    Estandarte de los llaneros de Boves
    Alarmados, los miembros de la junta de Caracas enviaron a la mejor de sus fuerzas con la esperanza de sofocar a la rebelión realista que amenazaba sus excelsos patrimonios y sus gargantas. 10.500 soldados bien armados y pertrechados al mando del gran Bolívar, el que cual pensaba que sería una victoria fácil, teniendo en cuenta que se enfrentaba a una tropa de milicianos que carecían de armas de fuego. Pero se equivocó totalmente: en junio de 1814, cuando los dos ejércitos se encontraron en un lugar llamado La Puerta, los 8.000 jinetes de Boves se dirigieron a galope contra las huestes de la Junta. La carga de los lanceros, sin un sólo gramo de pólvora, es aún hoy motivo de estudio en las academias militares de medio mundo por su tremenda efectividad: Bolívar y sus hombres fueron absolutamente barridos en unos pocos minutos. Fue el mayor desastre militar del celebérrimo prócer venezolano, pues su ejército fue aniquilado; apenas sobrevivieron unos cientos y él mismo salvó el cuello por muy poco. La situación había dado un vuelco total y los realistas podían acometer la ofensiva, en la cual, por supuesto, Boves y sus ya célebres llaneros tuvieron el papel principal. Al poco llegó un pequeño refuerzo de España dirigido por el comandante canario Morales. Éste unió sus fuerzas a las de Boves y se dirigieron a combatir a las últimas tropas del ejército revolucionario, que alcanzaron en la localidad de Urica, lugar donde se libró la última batalla. Fue otra victoria aplastante y de hecho, puso fin a la segunda república venezolana. Pero los Llaneros sufrieron la pérdida de su legendario comandante. Boves murió al recibir un lanzazo en pleno pecho. Su cuerpo fue enterrado con honores y con el dolor de unos hombres que causaron estupor en el mundo entero gracias a él.Se le conocía como El urogallo (ave autóctona de Asturias) o el León de los Llanos. Hoy en día se pone en tela de juicio su lealtad a España y a la causa realista. Hugo Chávez declaró que Boves realmente no era realista…¿Por qué lo dijo? Quizás porque Boves es, aún hoy, un personaje admirado en Venezuela y especialmente en su región de los Llanos. Quizás por no querer aceptar que hasta 1815, por lo menos, la mayoría de los venezolanos eran monárquicos y el conflicto vivido no fue uno entre países sino una guerra civil donde España simplemente auxilio a esa mayoría. Y quizás porque, si Boves combatió con tanto encono, fue por el crueldad extrema conque fue tratado por los “próceres venezolanos”. No en vano fue la sed de venganza por la muerte de su mujer el motor de su inigualable bizarría.
    EL FIN DEL IMPERIO Y SUS MITOS (II) | Soul Guerrilla
    Mexispano y DOBLE AGUILA dieron el Víctor.
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
    𝕽𝖆𝖒𝖎𝖗𝖔 𝕷𝖊𝖉𝖊𝖘𝖒𝖆 𝕽𝖆𝖒𝖔𝖘

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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    UNA PROPUESTA PARA HUMILLAR A ESPAÑA


    “A Proposal for Humbling Spain”; con tal alevosía se tituló este manuscrito de 1711 publicando veinte años después en Gran Bretaña a precio de tan un sólo chelín. Fue escrito por un alto cargo británico que viajó a diferentes lugares del continente americano y poseía información privilegiada, se rumorea que pudo ser John Pullen, gobernador de las islas Bermudas por aquel entonces.

    Dentro del mismo se comentan las maravillas de la región del Rio de la Plata y del Reino del Perú, así como la felicidad de sus habitantes que nadaban en rica abundancia; “La fertilidad de este feliz país excede de la creíble. Sus ricas llanuras, que son las mayores del mundo, de cincuenta y algunas de 60 leguas de circunferencia, están tan cubiertas de ganado que no pueden creerlo sino aquellos que lo pueden ver” (…) “Las perdices son a penique la pieza y que la carne de vaca, ternera, cordero, liebre, conejo, pollos, aves salvajes, etc., etc., valen proporcionalmente y en cuanto a la saludable del clima que corona todas las bendiciones, no es excedido por nada en la superficie del globo y por esta razón fue llamada Buenos Aires.”

    Esta prosperidad y riqueza provenía de las minas del Bajo Perú (hoy Bolivia), pero no solo de ellas pues la unión de la América Española funcionaba como un sistema en el que cada parte del mismo tiene su vital importancia. Por ejemplo los trabajadores de las minas, -que pese a lo que se cree no estaban en régimen de esclavitud pues descansaban en domingo y les eran pagados todos los jornales los que no podía exceder de las ocho horas diarias-, necesitaban la carne de vacuno de las tierras gobernadas por Buenos Aires, pero aun era más importante la yerba del Paraguay; el licor con la infusión de esa hierba en agua caliente endulzada con azúcar era aquella bebida casi milagrosa que daba las fuerzas necesarias para el trabajo en las minas de Chile y Perú sin lo que no hubiera sido posible la extracción de metales. Hoy estos países citados son repúblicas que se dan la espalda.

    Igualmente en caso de invasión los virreyes tomaban cartas en el asunto estableciendo ejércitos desde cualquier punto por muy alejado que sea para enviarlos en ayuda. El autor se lamenta de la siguiente forma de que esto no ocurriera en las colonias británicas de Norteamérica, el embrión de los que ahora es Estados Unidos; “Me irrita y me preocupa el observar que en nuestras colonias contiguas al continente, esta falta de previsión; porque estoy seguro que si una fuera atacada por el enemigo, el gobernador de la siguiente, a pesar de estar bien dispuesto, encontraría como la cosa más difícil imaginable, el juntar 500 hombres para marchar a la ayuda de sus vecinos, a pesar de que estuvieran seguros de ser ellos los próximos.”

    La ruta comercial hasta Chile y Perú, que es en lo que se hace especial énfasis en esta propuesta para humillar a España, se iniciaba por mar desde Cádiz (España) hasta Porto Vello (Panamá), allá desembarcaban las mercancías y tras atravesar el istmo en carros tirados por animales de carga volvían a embarcarlas ya en el océano Pacífico y con el viento normalmente en contra hasta el Callao (Perú), desde ahí una parte se iba en dirección Manila (Filipinas) y otra al puerto de Arica (Chile), una vez ahí se volvía a desembarcar la mercancía que se trasladaba unas 150 millas hasta Potosí (Bolivia). Y el camino inverso hasta Cádiz se realizaba siguiendo el mismo itinerario desde la Villa Imperial de Potosí, consideraba la ciudad más española de Sudamérica con mayor importancia aún que el Paris, el Berlín o el Londres de aquella época

    Una vez explicada la ruta comercial escogida por los españoles, en el manuscrito se recalca los motivos por los que no navegaban por el rio de la Plata y después tomaban un llano y placentero camino de sesenta días que había hasta Potosí, ya que era mucho más rápido y menos costoso por esa otra ruta. Esta elección era debida que si se abandonaba la ruta habitual la economía de todas las poblaciones intermedias desde Panamá al Bajo Perú decaería de forma considerable afectando también a la importante industria textil de Quito (Ecuador), se abandonarían pueblos y ciudades quedando el territorio debilitado para posibles invasiones de potencias enemigas de España. De modo que la ruta del río de la Plata sólo la consideraron como un plan B para burlar a los enemigos en el caso de que se tomara los puertos de Porto Vello o Cartagena de Indias (Colombia) bloqueando así la ruta comercial. Así pues, y aunque el documento esté lleno de las típicas descalificaciones a los españoles como avaros, necios y perezosos, al llegar a este punto el autor no puede evitar hacer un breve elogio; “Debe admitirse que los españoles han procedido, en el asunto en debate, con buen juicio”.

    De modo que, analizando el autor esta situación, la propuesta para humillar a España era apoderarse de la ruta rioplatense invadiendo Buenos Aires y apoderándose de las plantaciones de hierba del Paraguay, de ese modo la maquinaria económica de las Indias Occidentales Españolas quedaba paralizada y los españoles estarían obligados a comerciar con ellos, decidiendo los ingleses el precio en oro y plata que quisieran para proveerles de su ansiada yerba.

    Algo importantísimo de este documento es que, aunque escrito en 1711, deja claro que no hay fecha exacta para la consecución del objetivo, luego no importaba cuando se lograra, lo relevante era lanzar la propuesta a la sociedad para que quedara bien impregnada en el imaginario colectivo inglés, a ello se debe el bajo precio del librito a tan sólo un chelín para darle la mayor difusión posible. Entonces así se confiaba en que algún día se llegara a hacer real una propuesta similar aunque pasaran décadas tras la publicación de este título. Lo cierto es que a raíz de ahí es cuando empieza el interés geopolítico, estratégico y comercial por la zona, con dos intentos de invasión de Buenos Aires al final del Virreinato, la firma de tratados de exclusividad británica para navegación por el interior del país durante Las Provincias del Rio de la Plata, avasallamientos políticos y económicos unidos al acto de ocupación ilícita de las islas Malvinas durante la Confederación Argentina… y así podríamos estar nombrando hechos hasta nuestros días.

    El cónsul inglés en el Plata, Woodbine Parish, describía en 1837 a un recio gaucho de las pampas: “Tómense todas la piezas de su ropa, examínese todo lo que lo rodea y exceptuando lo que sea de cuero, ¿qué cosa habrá que no sea inglesa? Si su mujer tiene una pollera, hay diez posibilidades contra una que sea manufactura de Manchester. La caldera u olla en que cocina, la taza de loza ordinaria en la que come, su cuchillo, sus espuelas, el freno, el poncho que lo cubre, todos son efectos llevados de Inglaterra” (Woodbine Parish, Buenos Aires y las Provincias del Río de la Plata, Buenos Aires, 1958). Argentina recibía de Inglaterra hasta las piedras de las veredas.



    __________________________

    Fuente:

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    Última edición por Mexispano; 02/06/2016 a las 03:48

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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    No hay tanto que festejar en Mayo amigos

    May 13, 2016

    Francisco HOTZ




    EL ANTECEDENTE REAL DE LA SEMANA DE MAYO

    El factor determinante de esta semana fue que tras las invasiones inglesas de 1806 y 1807, las costas del Río de La Plata se vieron inundadas de sajones que se afianzaron en Buenos Aires de manos del contrabando y en desmedro del comercio de los nativos. Para darnos una idea, el número de comerciantes ascendió de 47 en 1804 a 2 000 en 1810 – este número debe interpretarse dentro de una densidad poblacional de 60 000 habitantes [1] para la ciudad de Buenos Aires, de manera que el 3.4% de los habitantes de la city porteña eran británicos–. El principal interés de estos comerciantes era, por supuesto, abolir el sistema registralista y monopolista con España, imponer el libre comercio y así dejar de caminar por la cornisa de la ilegalidad o depender de permisos esporádicos.

    Recordemos que tras las invasiones inglesas, la economía del Virreinato quedó asolada, las tropas de Beresford robaron todo el metal precioso que sustentaba el comercio interno (hicieron falta 6 carrozas de 8 caballos cada una, con una capacidad de 5 toneladas por carroza para desfilar nuestro erario por las calles de Londres), sin embargo, los historiadores liberales faltarán a la verdad sosteniendo que la economía estaba en crisis por la mala administración de Liniers. ¿Cómo pretendían que gobierne sin metal?

    Tras la huida de Beresford (primera invasión) y luego de John Whitelocke (segunda invasión), cierta minoría burguesa de Buenos Aires quedó “hermanada” con los británicos —como ya vimos— y, como buenos comerciantes, vieron en los invasores la posibilidad de hacer negocios y, a estos fines, les brindaron toda su hospitalidad. También estaban los cobardes, esos nibelungos que trocaron su honor por lástima y que continuarán jugando un rol que por intrascendente fue nefasto en la historia argentina.


    Como sostiene la británica Vera Blinn Reber,

    (…) los residentes británicos actuaron como grupo de presión para favorecer sus propios intereses y proteger a sus miembros. La primera comunidad británica de Buenos Aires nació en 1806. Las nuevas oportunidades comerciales que ofrecía la invasión de Popham atrajo individuos de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda.(…) Los miembros de la comunidad británica en Buenos Aires realizaron principalmente servicios comerciales como negociadores, intermediarios, banqueros y agentes marítimos. Una gran cantidad de comercio de importación y exportación pasó por sus manos. A través de su capital comercial, la experiencia y las conexiones con los británicos, se afianzaron en Buenos Airese influenciaron a la comunidad de Buenos Aires en general (…)[2].

    El estado de situación que se estaba atravesando en España con la invasión francesa derivó en que, para enero de 1809, la Junta Central de Sevilla suscribiera con Inglaterra el tratado “Apodaca-Canning”, por medio del cual Inglaterra daría ayuda militar a España contra Napoleón a cambio de facilidades en el comercio con América.

    Ya desde noviembre de 1808, apoyadas por la escuadra británica de Río, 31 embarcaciones inglesas repletas de mercadería reposaban sobre las costas de Buenos Aires esperando la señal.[3]

    Tras este arreglo nos tocó a nosotros. Un mes después de la firma del tratado, el 11 de febrero, Cisneros es nombrado Virrey por la Junta de Sevilla, y llegará a Buenos Aires casi cinco meses después, el 30 de julio de 1809 tras caer prisionero de los ingleses en Trafalgar. Frente a él, el 16 de agosto, se presentarán Dillon y Thwaites, de la firma John Dillon y Cía., con una solicitud de apenas dos carillas en la que requerían al virrey que les permitiera comerciar los productos que tenían en su buque por única vez.

    Resulta envidiable ver como desde el Parlamento, cada movimiento de piezas es correspondido por otro, ejemplo de esto es lo dicho por Dillon y Thwaites al virrey Cisneros:

    “pues esa plaza —por Brasil— estaba tan abastecida de toda clase de géneros, que algunos bastimentos no habían podido evacuar la menor parte de ellos; y se tuvo por positivo de que se habían abierto y franqueado, o iba a verificarse pronto al comercio inglés los puertos españoles”. [4]


    Esta solicitud derivó en la formación de un expediente tras la consulta al Cabildo, al Consulado, al representante de los comerciantes de Cádiz, y al de los hacendados, Mariano Moreno con su “representación de los hacendados”. El Virrey sabía que el tratado Apodaca-Canning aún no estaba reglamentado y esto fue lo que lo motivó a formar el expediente y hacer la consulta.

    Como enseña Rosa [5] citando a Molinari, en el expediente de 1809 pueden verse dos posturas: la de Yáñiz —síndico del Consulado—, y Miguel Fernández de Agüero —apoderado de los comerciantes de Cádiz— ambos favorables al antiguo sistema protector; y la de Mariano Moreno a favor del librecambio, cuya posición será plasmada en la Representación de los Hacendados. [6]

    Sigue anotando Rosa que durante el debate, Yáñiz y Agüero defendieron con razones de experiencia y de sana lógica a la economía vernácula, mientras que Moreno, apelando a su doctrina de acopio de citas y erudición, mostraba absoluto desconocimiento de la amenaza que el industrialismo maquinista inglés representaba para la economía del Virreinato. Así lo expresaba Yañiz:

    Sería temeridad equilibrar la industria americana con la inglesa; estos audaces maquinistas nos han traído ya ponchos que es un principal ramo de la industria cordobesa y santiagueña, estribos de palo dados vuelta a uso del país, sus lanas y algodones que a más de ser superiores a nuestros pañetes, zapallangos, bayetones y lienzos de Cochamba, los pueden dar más baratos, y por consiguiente arruinar enteramente nuestras fábricas y reducir a la indigencia a una multitud innumerable de hombres y mujeres que se mantienen con sus hilados y tejidos (…) Es un error creer que la baratura sea benéfica a la Patria; no lo es efectivamente cuando procede de la ruina del comercio (industria), y la razón clara: porque cuando no florece ésta, cesan las obras, y en falta de éstas se suspenden los jornales; y por lo mismo, ¿qué se adelantará con que no cueste más que dos lo que antes valía cuatro, si no se gana más que uno? [7]

    Por su parte, Agüero daba una lección de conocimiento político y económico, su postura estaba apoyada en su experiencia, observación y sobre todo en su convicción de que el libre comercio conllevaría a la segregación de las provincias que componen el Virreinato, decía lo siguiente:

    Las artes, la industria, y aun la agricultura misma en estos dominios llegarían al último grado de desprecio y abandono; muchas de nuestras provincias se arruinarían necesariamente, resultando acaso de aquí desunión y rivalidad entre ellas (…) ¿Qué será de la Provincia de Cochabamba si se abarrotan estas ciudades de toda clase de efectos ingleses? (…) ¿Qué será de Córdoba, Santiago del Estero y Salta? No dejarán de hacer contratos de picote, bayeta, pañete y frazadas, semejantes y acaso mejores que los que se trabajan en las provincias referidas, por la cuarta parte del precio que en ellas tienen (…) Con esto lograrán para su comercio la grande ventaja de arruinar para siempre nuestras groseras fábricas y dar de esta suerte más extensión al consumo de sus manufacturas, que nos darán después al precio que quieran, cuando no tengamos nosotros dónde vestirnos.[8]

    En definitiva, lo que parecía ser una tutela de los intereses de los comerciantes de Cádiz, fue a la postre un tremendo vaticinio y alegato en pos de la defensa del interés criollo.

    Moreno, por su parte, vivía en su quimera intelectual —pero económicamente rentable—, en su Representación de los Hacendados sostenía básicamente tres premisas para sustentar su posición: 1) existía una “Razón de Estado” que le permitía al virrey violar la prohibición española de comerciar con extranjeros, 2) que la libertad de comercio abriría una fuente inagotable de retornos y 3) que no hay nada más ventajoso para una provincia que la abundancia de efectos que no produce, pues envilecidos entonces bajan de precio.[9] Manifestaba Moreno en su alegato:

    En tan triste situación no se presentó otro arbitrio que el otorgamiento de un permiso a los mercaderes ingleses, para que introduciendo en esta ciudad sus negociaciones, puedan exportar los frutos del país (…). Los que creen la abundancia de efectos extranjeros como un mal para el país, ignoran seguramente los primeros principios de la economía de los estados. Nada es más ventajoso para una provincia que la suma abundancia de los efectos que ella no produce, pues envilecidos entonces bajan de precio, resultando una baratura útil al consumidor y que solamente puede perjudicar a los introductores —esto se estudia hoy en día como dumping. Que una excesiva introducción de paños ingleses hiciese abundar este renglón, a términos de no poderse consumir en mucho tiempo; ¿qué resultaría de aquí? El comercio buscaría el equilibrio de la circulación por otros ramos, (…) ¿podría nadie dudar de que sea conveniente al país que sus habitantes compren por tres pesos un paño que antes valía ocho, o que se hagan dos pares de calzones con el dinero que antes costeaba un solo par? A la conveniencia de introducir efectos extranjeros acompaña en igual grado la que recibirá el país por la exportación de sus frutos. (…) Estas campañas producen anualmente un millón de cueros sin las demás pieles, granos, y sebo, que son tan apreciables al comerciante extranjero (…) A la libertad de exportar sucederá un giro rápido, que poniendo en movimiento los frutos estancados hará entrar en valor los nuevos productos, y aumentándose las labores por las ventajosas ganancias que la concurrencia de extractores debe proporcionar, florecerá la agricultura y resaltará la circulación consiguiente a la riqueza del gremio, que sostiene el giro principal y privativo de la provincia. ¿Quién no ha visto el nuevo vigor que toma la labranza, cuando después de larga guerra sucede una paz que facilita la exportación impedida antes por el temor del enemigo?

    Por lo expuesto solicitaba al virrey, entre otros seis artículos más: “Primera: Que la admisión del franco comercio se extienda al determinado término de dos años, reservando su continuación al juicio soberano de la Primera Junta con arreglo al resultado del nuevo plan. (¿DE QUÉ JUNTA HABLA? LA PRIMERA JUNTA SE FORMÓ EL 24 DE MAYO DE 1810 Y ¿QUÉ PLAN?, EL PLAN DE OPERACIONES ATRIBUIDO A MORENO SE ENCARGÓ EN JULIO DE 1810, ESTO OCURRE UN AÑO ANTES, ¿O YA ESTABA TODO PLANEADO?)

    Evidencia Moreno de esta forma un desconocimiento de la parte que los fisiócratas o Adam Smith no cuentan de la novela ni de cómo funciona la economía capitalista. Esto al grado tal que respondía a aquellos que se negaban al libre comercio alegando que nos dejarían sin metales como reserva de valor en los siguientes términos:

    Los extranjeros nos llevarán la plata: esto es lo mismo que decir nos llevarán los cueros, el sebo, la lana, la crin, y demás producciones de esta Provincia: la plata es un fruto igual á los demás, está sujeto á las mismas variaciones, y la alteración de su valor proporcionalmente á su escasez ó abundancia, sostiene en ambos casos la reciprocidad de los cambios, subrogando equivalentes del número, que en sí mismo no es de uso ventajoso para el comercio (…) La plata no es riqueza, pues es compatible con los males y apuros de una extremada miseria; ella no es más que un signo de convención con que se representan todas las especies comerciables (…) Estos son principios elementales de la ciencia económica, y ellos garantéan al país de los abultados males que se quieren derivar de la saca de dinero (…).

    O Moreno sabía que dentro de los planes británicos estaba crear un banco privado para extraer toda la plata y el oro que no había sido robado durante las invasiones —como veremos en breve—, razonamiento que lo convierte en un agente inglés ilustrado condenándolo definitivamente como un cipayo, o realmente era un intelectualoide que no tenía la más pálida idea de qué era lo que profesaba y compraba la idea de un país desarrollado como Inglaterra, pero se olvidaba que para eso había que hacer todo lo contrario, como EE.UU, evidenciando que jamás tuvo conocimiento de que en la naciente potencia del norte había un hombre de su edad pero con muchas más luces –o patriota– como Hamilton.

    Ciertamente, lo más grave no era que Moreno "desconociera" el pensamiento y la acción de Alexander Hamilton sino que, soberbiamente, se considerara a sí mismo como un gran intelectual al tanto de todas las novedades del mundo cuando, en realidad, era completamente ignorante del único pensamiento que podría haber sido de gran utilidad para su tierra natal y para su amado pueblo. Conviene recordar que a comienzos del siglo XIX las noticias viajaban con lentitud, pero que Moreno había tenido diez años para enterarse del exitoso programa económico que, basado en el proteccionismo, había aplicado Hamilton en Estados Unidos.[10]

    Si para Moreno la plata era un bien más, ¿por qué Beresford no se llevó un par de cueros en vez de llenar seis carrozas con oro y plata? Para nosotros, que ya hemos revisado a la escuela de Cobden y también hemos leído las propias palabras de las cabezas del Foreign Office, no puede catequizarnos con tan floridos enunciados.







    También cabe preguntarse si Cisneros tenía conocimiento de antemano de lo que ¿debía? hacer, de lo contrario no se explica que Moreno, en 1809, le enuncie que tras los dos años de permiso comercial se prestaría a lo que la “junta “y el “nuevo plan” determinen. Nadie está exento de ignorancia, mas no conocemos junta o plan alguno anterior a mayo de 1810.


    Francisco Hotz.


    [1] Archivo General de la Nación, Padrones de Buenos Aires, Ciudad y Campaña, 1810-1811. Signatura: IX-10-7-1.

    [2] Vera Blinn Reber British Mercantile Houses in Buenos Aires, 1810-1880. Harvard University, 1979. Pág. 41. Traducción del autor.

    [3] Ver Marcelo Gullo La historia oculta. La lucha del pueblo argentino por su independencia del imperio inglés. Biblos, 2013.

    [4] Petitorio de Dillon y Thwaites al virrey Cisneros. En Molinari “La representación de los hacendados de Mariano Moreno”. Citado en José María Rosa Defensa y Perdida de nuestra independencia económica. Huemul, 1974.

    [5] Ibídem.

    [6] Cuya suscripción fue hecha por el procurador José de La Rosa, dada la incompatibilidad de Moreno por ser funcionario público.

    [7] Ibídem.

    [8] Ibídem.

    [9] Ver Vicente Massot Las ideas de esos hombres: De Moreno a Perón. Sudamericana. 2007.

    [10] Marcelo Gullo La historia oculta. La lucha del pueblo argentino por su independencia del imperio inglés. Op. Cit. pág. 99


    __________________________

    Fuente:

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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    Un asesino llamado Simón Bolívar

    Los crímenes de Simón Bolívar

    • Ordenó matar en 1813 a más de 2.000 españoles, de los que 1.600 eran canarios
    • Una enorme pira se hizo con los cuerpos desmembrados, donde ardieron estando vivos aún muchos de ellos.
    • La “limpieza étnica” del ‘Libertador’ acabó con la vida de ¡un tercio de la población venezolana!




    Habían perdido la noción del tiempo los 382 españoles que hacía casi un año llevaban encerrados en aquellas mazmorras de Valencia; así como los 300 prisioneros de La Guaira y los518 de Caracas. Mal alimentados y sedientos, con grilletes en tobillos y muñecas que les despellejaban la piel, hacinados entre vómitos, orines y heces. En las tres prisiones (e incluso entre los convalecientes en los hospitales y enfermerías improvisadas) se había corrido la voz de que iban a ser ejecutados. Sumaban 1.200 españoles (de los cuales dos tercios eran canarios) prisioneros de guerra en parte, y en parte civiles capturados sin haber entrado en batalla, por el mero hecho de haber nacido en la España peninsular o en el archipiélago canario. En efecto, la orden de ejecución dictada por Simón Bolívar había llegado a Caracas y a La Guaira el 11 de febrero de 1814.

    El gobernador interino de Caracas, Juan Bautista de Arismendi, uno de los insurrectos más sanguinarios y crueles de Venezuela, presidió las abyectas ejecuciones. El 12 por la mañana comenzó el exterminio tanto en Caracas como en La Guaira. Los presos fueron sacados a la calle de a dos sujetos por cadenas, a golpes y culatazos; los enfermos y heridos a rastras; los ancianos que apenas podían andar atados a sillas. Las madres, esposas e hijas que acudieron a las prisiones, desesperadas ante aquella barbarie que se iba a perpetrar a sangre fría, fueron apartadas a violentos empujones, e incluso algunas arrastradas al paredón con sus hombres.


    Muchos prisioneros reclamaron su libertad pagada con anterioridad con sus bienes a las autoridades rebeldes. De nada les valió.
    Los pelotones de fusilamiento comenzaron la masacre. Los españoles caían abatidos por el fuego. Los fusileros se turnaban con los que arrastraban al suplicio a los reos. Hasta que Arismendi ordenó no gastar más pólvora, cara y escasa, y emplear las picas, sables y machetes para acabar con la vida de aquellos famélicos desgraciados. Algunos, sabiéndose muertos sin remisión, trataron de defenderse yendo contra sus verdugos, quienes se ensañaban a estocadas y mandobles salvajes en los brazos, piernas, vientres y cabezas. La masacre continuó durante los días 12, 13 y 14. Muchos yacían agonizantes en el suelo ensangrentado y fueron rematados reventándoles la cabeza con grandes piedras. Una enorme pira se hizo con los cuerpos desmembrados, donde ardieron estando vivos aún muchos de ellos. En Valencia, presidida la ejecución por el propio Bolívar, fueron asesinados los 382 españoles durante los días 14, 15 y 16. El hedor a carne quemada y los gritos de los que agonizaban quedó grabado en la memoria de los testigos de aquella cruel masacre.


    Así transcurrieron los hechos según los datos publicados en La Gaceta de Caracas nº 14 de 1815, a los que dio luz el historiador colombiano Pablo Victoria en su libro La otra cara de Bolívar (2010). Explica Victoria que cuando Bolívar, impotente, a principios de febrero de 1814, tuvo que levantar el sitio a Puerto Cabello -defendido por José Tomás Boves y de la Iglesia, comandante del Ejército Real de Barlovento-, pidió refuerzos a Urdaneta, éste le informó de la imposibilidad de enviárselos. Lo mismo le contestaba Leandro Palacios desde La Guaira, argumentando que su guarnición escaseaba y el número de prisioneros españoles a su cargo era grande. No lo dudó el Libertador, con fecha 8 de febrero, dio orden por escrito de asesinar a los prisioneros de Caracas y La Guaira para así liberar a sus carceleros que engrosarían los refuerzos que requería.


    Al enterarse el arzobispo de Caracas, monseñor Coll y Prat, de las intenciones macabras de Bolívar, le escribió suplicándole por las vidas de aquellos desdichados. A lo que Bolívar contestó, con absoluta impiedad, lo siguiente:


    “Acabo de leer la reservada de v. s. Illma. en que interpone su mediación muy poderosa para mí, por los españoles que he dispuesto se pasen por las armas Mas vea v. Illma. la dura necesidad en que nos ponen nuestros crueles enemigos ¿Qué utilidad hemos sacado hasta ahora de conservar a sus prisioneros y aun de dar la libertad a una gran parte de ellos?… No solo por vengar mi patria, sino por contener el torrente de sus destructores estoy obligado a la severa medida que v. Illma. ha sabido. Uno menos que exista de tales monstruos, es uno menos que ha inmolado o inmolaría a centenares de víctimas. El enemigo viéndonos inexorables a lo menos sabrá que pagará irremisiblemente sus atrocidades y no tendrá la impunidad que lo aliente Su apasionado servidor y amigo, Q. B. I. M. de v. Illma. Simón Bolívar”.
    He aquí la muestra del más despreciable Simón Bolívar.


    Recientemente, el catedrático de Historia de América, profesor de la ULL, el tinerfeño Manuel Hernández González, ha publicado el libro La guerra a muerte. Simón Bolívar. La campaña admirable 1813-1815 (2015), de Ediciones Idea. En este ensayo recupera aquel Decreto de Guerra a Muerte emitido por Bolívar en la ciudad de Trujillo, en los Andes colombianos, el 15 de junio de 1813, por el que son ejecutados más de dos mil españoles de los cuales 1.600 eran canarios, sólo por el hecho de haber nacido al otro lado del Atlántico.


    El Libertador advertía a los españoles peninsulares y canarios (que expresamente diferenciaba) en los siguientes términos:


    “Contad con la vida si apoyáis la independencia; contad con la muerte si sois indiferentes”.
    Hernández afirma en su libro que Bolívar llevó a cabo esta política sistemática de ejecución de españoles peninsulares y canarios en actos públicos allí por donde pasaba, y que Bolívar provocó una”limpieza étnica” que acabó con la vida de ¡un tercio de la población venezolana!, en su mayoría inmigrantes, cuando ni españoles peninsulares ni canarios eran sus enemigos. Por el contrario, aquellos españoles peninsulares e isleños suponían un pilar fundamental para la economía de Venezuela y de toda la América española, y por tanto para el progreso y bienestar de sus habitantes.


    Ya hubo un primer Proyecto de guerra a muerte que dictó Antonio Nicolás Briceño el 16 de enero de 1813, suscrito por Bolívar. Dice Pablo Victoria al respecto que aquel documento cambiaría la cara de la guerra para siempre, dado que hasta entonces, en los escenarios bélicos de Europa y América se había respetado la vida de los prisioneros y la de los no combatientes en la inmensa mayoría de las ocasiones. Este documento “no era más que un desconocimiento [desprecio] del derecho de gentes que buscaba eliminar al contendor mediante una política de exterminio”. Decía uno de los artículos: “Como esta guerra se dirige en su primer y principal fin a destruir en Venezuela la raza maldita de los españoles europeos€ quedan, por consiguiente, excluidos de ser admitidos en la expedición por patriotas y buenos que parezcan, puesto que no debe quedar ni uno solo vivo”. Más muestras de la atrocidad del documento firmado por Bolívar. El artículo noveno premia la barbarie de la soldadesca con ascensos inmediatos: “el soldado que presentare veinte cabezas de dichos españoles”, sería ascendido a alférez; “el que presentare veinte, a teniente; el que cincuenta a capitán”. ¿Eran estos “patriotas” soldados o bandoleros?


    La historiografía tradicional, en su mayor parte, pasa por alto este execrable capítulo protagonizado por Bolívar. Un capítulo documentado que se ha ignorado por la mayoría de historiadores hispanoamericanos para cuidar la imagen de un genocida que asesinó a más de dos mil españoles indefensos, innecesariamente, dado que no fueron muertos en batalla.

    Las llamadas guerras de emancipación o de independencia de las provincias de la América española fueron sin duda una gran y larga guerra civil, cuyos bandos independentistas lideraron ricos criollos con un afán desmedido de poder, en contra de los verdaderos intereses de la población hispanoamericana, de forma muy especial en contra de la voluntad de las clases pobres y de los indígenas, que en su inmensa mayoría lucharon junto a los leales al rey, negándose a hacerlo con los criollos rebeldes, principales usurpadores de sus derechos.
    Y así lo afirma el escritor, periodista y diplomático caraqueño Carlos Rangel, uno de los más destacados intelectuales de la Venezuela del siglo XX, en su libro Del buen salvaje al buen revolucionario (1976):


    “En su origen, el movimiento independentista de 1810 tuvo una ambigüedad que sólo mucho más tarde ha llegado a ser parcialmente reconocida. Las ambiciones de los criollos ricos (o simplemente cultos) se vieron de pronto estimuladas por los sucesos de Europa, donde Napoleón había derrocado la monarquía borbónica española y puesto a su hermano José en el trono de Madrid. A la vez la mayoría de los criollos eran conservadores y prudentes, y temían la guerra social. Sólo unos pocos estaban inflamados sinceramente por las ideas republicanas norteamericanas y hasta por las ideas jacobinas francesas. Pero estaban también presentes (y eran muchos más numerosos) blancos pobres y una masa de indios, negros y pardos (mulatos) que no preveían, ni unos ni otros, ninguna ventaja en la independencia, y para quienes la fidelidad al rey y las exhortaciones de la Iglesia eran motivaciones eficientes. Muy pocos españoles peninsulares [se refiere a los no nacidos en la América española, por lo tanto también los canarios] tomaron parte en los combates; pero pasaron cien años antes de que nadie se atreviera a decir lo que todo el mundo sabía desde el principio: que en su esencia aquellas contiendas fueron guerras civiles entre hispanoamericanos”.
    Indica Rangel a pie de página que fue el venezolano Laureano Vallenilla Lanz quien hizo esta afirmación por primera vez, en una conferencia pronunciada en Caracas en 1911, y recogida en el ensayo “Fue una guerra civil“, parte del libro Cesarismo democrático (1920).


    Fue aquel Libertador de ninguna causa falta de libertad protagonista de muchos desmanes en aquellas mal llamadas guerras de emancipación, del que escribió Karl Marx (que no es santo de mi devoción, ni mucho menos) en una conocida carta dirigida a Engels, fechada el 14 de febrero de 1858, ser el “canalla más cobarde, brutal y miserable. Bolívar es el verdadero Soulouque”.
    Añadiendo: “La fuerza creadora de los mitos, característica de la fantasía popular, en todas las épocas ha probado su eficacia inventando grandes hombres. El ejemplo más notable de este tipo es, sin duda, el de Simón Bolívar”.Ahora son los “iluminados” -como lo fue Hugo Chávez-, Nicolás Maduro (reconocido analfabeto funcional), Evo Morales y Rafael Correa, los que en un aquelarre ideológico levantan el puño marxista -¡qué ironía!-enarbolando la figura de Bolívar.


    Al término de las mal llamadas guerras de emancipación, afirma Manuel Hernández,”la economía, las haciendas, las plantaciones fueron destruidas”.
    Había que empezar de cero. El propio Bolívar dijo: “Lo hemos perdido todo, lo único que hemos ganado ha sido la independencia”. Y de los polvos de aquellas guerras civiles entre hispanoamericanos, llegó luego el desconcierto de más guerras civiles y regímenes tiránicos como el que actualmente sufre Venezuela, además del caos de las guerrillas guatemaltecas, salvadoreñas, colombianas, entre otras; los cárteles del narcotráfico que han subyugado a naciones enteras; y, en fin, una suerte de circunstancias sociales agravadas por tiranos como Maduro o Morales, que lejos de sembrar paz y seguridad jurídica que acerque inversiones extranjeras, las espantan con políticas de medievales señores feudales, que además enfrentan a sus pueblos. ¿Hasta cuándo sufrirán aquellos pueblos de la América española a los Maduro, Morales, Correa, Kirchner y Castro? ¿Hasta cuándo la siembre envenenada de aquellos criollos que traicionaron a España seguirá dando tan mala hierba?


    Siempre he creído, y lo sigo haciendo, en el abrazo entre españoles e hispanoamericanos, porque nos une idioma, historia, cultura y religión (en una gran mayoría), con todos los matices que enriquecen ese abrazo. No obstante, justo es dar a conocer este capítulo criminal del llamado Libertador, porque se merecen ser recordados aquellos españoles que fueron asesinados tan cruelmente, así como repudiado su verdugo. Quiero pensar que, sólo fruto de la ignorancia de estos hechos, muchas calles y plazas canarias (y en muchos pueblos del resto de España)llevan el nombre de Simón Bolívar,el asesino de más de dos mil españoles, de los cuales 1.600 fueron canarios; ejecutados por el mero hecho de no ser nacidos en tierras americanas, a las que habían ido a trabajar y, de forma determinante, a enriquecerlas.

    Por ellos van estas letras.



    Fuente: Jesús Villanueva, La opinión de Tenerife


    Un asesino llamado Simón Bolívar | DLM
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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    1 de noviembre de 2001

    “No cabe duda de que San Martín fue un agente inglés”


    ENTREVISTA CON JUAN BAUTISTA SEJEAN




    El autor de San Martín y la tercera invasión inglesa repasa los motivos que llevaron al padre de la patria a independizarnos de España. Contracultural lo entrevistó para conocer y discutir las repercusiones de su libro.

    por Hernán L. Giardini



    Pocos recuerdan que Juan Bautista Sejean en 1986 suscitó fuertes debates cuando introdujo el divorcio vincular en la Argentina a través de una demanda judicial que la Corte Suprema de Justicia de la Nación acogió favorablemente. Ahora, en San Martín y la tercera invasión inglesa, sorprende al abordar otra cuestión conflictiva: ¿fue San Martín el jefe de una tercera invasión inglesa, oculta, maquillada?

    El autor, aunque siendo abogado y no historiador, contradice todo lo que se ha escrito sobre el prócer acerca de los motivos que llevaron al ¿padre de la patria? a incursionar en la guerra contra los españoles en América, poniendo en evidencia la política desplegada por Gran Bretaña desde fines del siglo XVIII para obtener la dominación económica de América del Sur.

    Sejean intenta demostrar que después de las frustradas invasiones de 1806 y 1807 los ingleses cambiaron su estrategia de conquista, poniendo en cabeza de San Martín la responsabilidad de llevar adelante los planes que no pudieron concretar antes.


    ¿Está de moda escribir sobre San Martín?

    Mi libro es de Julio de 1997 y curiosamente desde esa fecha aparecieron seis nuevos libros con seis nuevas causas por las cuales supuestamente San Martín vino a la Argentina. Realmente ya no saben cómo argumentar por qué vino acá; evidentemente no pudo hacerse patriota de repente si a los cinco años tuvo que abandonar el país. Lo más lógico es que fue enviado por los ingleses, y es indudable que vino con ellos. No cabe duda de que fue un agente inglés.


    ¿Cree que los historiadores no se dieron cuenta de esto?

    No, yo creo que sí se dan cuenta, lo que pasa es que creo que mi postura es muy incómoda. Imaginemos que a partir de ahora, aunque ni yo estoy dispuesto a eso, habría que cambiar nombres de calles y escuelas, quitar monumentos...sería un proceso muy largo.


    ¿Cree que el hecho de no ser historiador influyó para que su libro haya tenido poca repercusión en los medios?

    Y... un poco sí. Lamentablemente a veces es importante quién dice las cosas para que le presten atención.

    A mi lo que me da bronca es que todos se creen dueños de la verdad. La historia oficial parece un dogma inamovible.


    ¿Eso no le parece peligroso?

    A mi lo que me fastidia profundamente es que nos tomen por estúpidos; porque para tomar decisiones correctas uno tiene que conocer la historia de su país. Si uno cree en la novelita de la historia oficial evidentemente las decisiones que vamos a tomar con respecto a Estados Unidos, Inglaterra, o los factores de poder del mundo van estar equivocadas.


    ¿Por qué?

    La política internacional de los ingleses siempre fue muy clara: dónde no podían conquistar por la vía militar directa, dividían las aguas para provecho propio. Y acá hicieron lo mismo.

    Creer que los ingleses o los norteamericanos nos van a ayudar porque son buenas personas o creer que los ingleses nos ayudaron a liberarnos de los españoles también porque son buenas personas es tan estúpido como pensar que el lobo le está haciendo un favor a la oveja cuando se la come.



    ¿Y entonces?

    Lo importante es la integración con los países vecinos, pero una integración no sólo económica, como planteaba Bolívar: la unidad latinoamericana. Si tenemos la misma religión, hablamos la misma lengua, comemos lo mismo...

    Bolívar era un tipo brillante, era un visionario; lo que pasa es que nadaba contra la corriente. Pero San Martín vino con una misión, él era un gran militar que lo mandaron acá, cumplió el contrato y se fue.


    _______________________________________

    Fuente:

    Contracultural: “No cabe duda de que San Martín fue un agente inglés”
    Última edición por Mexispano; 26/07/2016 a las 05:38

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