Adiós a un maestro
Se durmió hoy en la paz de Cristo a los 94 años don Rubén Calderón Bouchet, uno de los grandes, y últimos, maestros del pensamiento tradicional argentino e hispánico.
In memoriam.
Ha fallecido el gran historiador mendocino Ruben Calderon Bouchet, gran pensador y escritor católico, fiel a la Tradición, fiel a la Verdad, por lo cual, recibió una buena dosis de persecuciones. Roguemos por su alma y el consuelo cristiano de su familia.
In memoriam
El primer día de este año 2009, cumplió 91 años Don Rubén Calderón Bouchet. Estamos seguros de que él no nos perdonaría una celebración con sabor a obituario, ni un ditirambo de esos que habitan los pergaminos, ni tampoco la solemnidad de los intelectuales descafeinados. Casi diríamos que tampoco nos perdonaría la ausencia de alguna palabrota feroz en el discurso o, por lo menos, de algún retruécano de esos que supieron hilvanar en vida Gracián y Quevedo.
Envasado a lo paisano —no a lo gauchudo, como él mismo supo distinguir— Don Rubén disfruta con el evangélico sí, sí; no, no, que sin necesidad de Jerónimos y de Vulgatas, ha traducido siempre como el noble arte de proferir la Verdad y de mandar al carajo a los mentirosos. No es casual que el festejo, lejos de enmarcarse en el territorio anaftalinado de alguna Academia á la page, haya transcurrido en una suculenta bodega mendocina, donde se sabe empíricamente que in vino veritas, sin traducción postconciliar a lenguas vernáculas.
Si algo concuerda con el magisterio fecundo de Don Rubén es la juntura de tres palabras: la luz que todo lo enciende y fulgura porque tiene su origen en la única Luz de Luz, como se rezó para siempre en Nicea. El ágape, que trae las reminiscencias más nobles de la helenidad, pero el fruto más alto del banquete católico. Y la cordialidad, que de corazón procede, y que el Corazón de Jesús tiene por última fuente, tal como lo enseñó Pío XII en la “Haurietis Aquas”. Una vida entregada al albor, a los amores esenciales y sustantivos, al mester de corazonadas: ¿qué más y qué mejor oficio se puede pedir?
Don Rubén escribió una pila de libros. Y como decía Ernesto Palacio, al no haber sido lo suficientemente aburridos como para llamar la atención de la intelligentzia, tuvieron todos ellos un mejor destino que el bestsellerato. Han sido y son lectura y relectura permanente de todos quienes buscan el Bien. El Bien en la Historia, la Política, la Filosofía, las Letras, la Fe.
Mérito enorme su ciencia, su sabiduría universal, su capacidad pugnativa, su desciframiento del pasado y del presente, su estilo inmejorable de quien recibió el talento para fablar alegre y preciso a la vez. Mérito grande el de su lucidez y coraje, reunidos en una estampa afable y afectuosa, como sólo supieron tener genuinamente en esta tierra los criollos sin dobleces y sin trampas. Mérito mayor, tal vez, ese don para mantenerse semper idem; sin cambiar de cabalgadura ni de camino, ni de faro ni de navío, ni de misa ni de mesa, ni de Patria y de Dios.
La sordera lo preservó de escuchar a los politicos, y la distancia de ver personalmente a tanto malparido. Entre nostalgioso y aún bizarro para nadarse unos cuantos metros y escaparle a la artrosis, un día de éstos —con la misma naturalidad con que hoy se levanta y se empapa de sol cuyano y de nietos— se nos irá para siempre. Al galope corto, señor de las riendas, con dos lagrimones que se le escapan de la cara, como a Fierro, cuando miró las últimas poblaciones.
Pero por ahora, Don Rubén, no se muera nunca. Su bien llevada longevidad es una de las pocas victorias que tenemos los nacionalistas.
Antonio Caponnetto, nota publicada el 2 de Enero de 2009.
STAT VERITAS
Adiós a un maestro
Se durmió hoy en la paz de Cristo a los 94 años don Rubén Calderón Bouchet, uno de los grandes, y últimos, maestros del pensamiento tradicional argentino e hispánico.
Pues bien, ha fallecido hoy uno de los grandes.
Hoy somos un poquito más huérfanos y quedamos un poquito más a la intemperie.
Que Dios lo acoja en su Gloria.
Muri Rubn Caldern Bouchet, reconocido filsofo de la UNCuyo - Diario Los Andes
Carlismo Argentino
Don Rubén ha sido uno de los bastiones eminentes de la Civilización Cristiana en Hispanoamérica, no ya por su impresionante gálibo intelectual sino principalmente por su hombría de pro.
Y como todos los grandes su gran heredad es una descendencia tan eminente como él.
Que Nuestro Señor y Nuestra Madre Santísima lo tengan en la Gloria.
ACM
Una gran pena nos causa la muerte de Don Rubén.
Patriota cabal, de virtudes probadas, vero maestro, brego sin desmayos, "a tiempo y a destiempo", por la Ciudad Católica,
a quien tanto le debemos por su inquebrantable defensa de los valores Tradicionales.
Dio el Buen Combate y conservo la Fe, que Dios lo guarde junto a los Bienaventurados.
No unimos en oraciones a sus familiares, amigos, y compatriotas.
Estimado Donoso:
Habría que unir este hilo con el otro de idéntico tenor, a fin de que no se superpongan.
Desde ya muchas gracias.
Que en paz descanse, Don Rubén.
“Es ésta nuestra finalidad, nuestro gran ideal. Caminamos para la civilización católica que podrá nacer de los escombros del mundo de hoy, como de los escombros del mundo romano nació la civilización medieval. Caminamos para la conquista de este ideal, con el coraje, la perseverancia, la resolución de enfrentar y vencer todos los obstáculos, con que los Cruzados marcharon sobre Jerusalén. Porque si nuestros mayores supieron morir para reconquistar el Sepulcro de Cristo, ¿cómo no vamos a querer nosotros —hijos de la Iglesia como ellos— luchar y morir para restaurar algo que vale infinitamente más que el preciosísimo Sepulcro del Salvador, es decir, su reinado sobre las almas y sobre la sociedad, que Él creó y salvó para amarlo eternamente?”.
Plinio Corrêa de Oliveira.
Argentina: fallece Rubén Calderón Bouchet
Mendoza, 4 septiembre 2012. A los 94 años de edad ha fallecido el Excmo. Sr. D. Rubén Calderón Bouchet, nombre sobradamente conocido de los seguidores de FARO.
Profesor de la Universidad Nacional de Cuyo, miembro del Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II, Presidente honorario de la Hermandad Tradicionalista Carlos VII, S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón --a quien don Rubén había recibido en su casa mendocina de la calle de Salta-- lo hizo en 2006 caballero de la Orden de la Legitimidad Proscrita.
En la revista Verbo nº 461-462 (Madrid, enero-febrero 2008), Miguel Ayuso publicaba un artículo dedicado al ilustre filósofo mendocino con ocasión de su nonagésimo cumpleaños: "Don Rubén Calderón, tradicionalista hispánico", que aquí se enlaza para permitir su lectura completa. En la coda del mismo, el profesor Ayuso resume "la cualidad de don Rubén Calderón Bouchet como tradicionalista hispánico":
Tras el esbozo de lo que puede entenderse por tal, de la mano de Elías de Tejada, hemos repasado los trazos centrales de su obra y su carácter, y hemos encontrado, en primer lugar, un catolicismo acendrado y no complaciente con el mundo, tanto que le ha conducido incluso a situaciones disciplinares anómalas, lo que no quiere decir que injustificadas. En este mundo sin magisterio –me dijo en nuestra conversación de la Alameda mendocina– todos estamos a la intemperie. O a oscuras, como desgarradamente señaló Péguy, y yo le recordé: Quand il y a une éclipse tout le monde est à l'ombre" (39). Por eso no ha hecho nunca bandera de sus posiciones espirituales, tan firmes, tan sostenidas. Ni ha roto con nadie por causa de ellas. Hemos hallado, a continuación, un culto a la patria, piadoso, de naturaleza afectivo-existencial, que abraza su Argentina querida con la "patria grande" de la Hispanidad. Y distante del nacionalismo, de esencia jacobina, que concibe las naciones como "protorrealidades" metafísicas, de naturaleza teórica y carácter absoluto (40). Por eso puede amar la historia de España, de las Españas, y comprender la naturaleza del "fuero". Como también hemos visto. Finalmente hemos contemplado su adhesión a la monarquía tradicional y su fuerza restauradora.
Pero don Rubén es un tradicionalista hispano no sólo por su pensamiento sino por sus obras. Por su señorío natural, tan criollo y popular. Por su despego del poder y los poderosos. Por su acogida de tantas buenas causas y, entre ellas, la Causa de la Tradición hispánica, el Carlismo. Un Carlismo cuyo potencial resulta tan virgen, inédito y expectante para la orilla occidental como para la oriental de nuestra común nación (41).
En la segunda parte de La vuelta de Martín Fierroencontramos unos versos bien conocidos: "Dios hizo al blanco y al negro/ Sin declarar los mejores/ Les mandó iguales dolores/ Bajo de una mesma cruz/ Mas también hizo la luz/ Pa distinguir los colores". Tan conocidos que pueden quizá resultar en la Argentina banales. Pero no he podido sustraerme a ellos al redactar unas páginas. Porque, en el Martín Fierro veo a don Rubén. Y porque sin hacer de menos a nadie, la tarea de discernimiento siempre es necesaria.
____________
(39) Cfr. Jean Madiran, Quand il y a une éclipse tout le monde est à l'ombre,1990.
(40) Rafael Gambra, Tradición o mimetismo, Madrid, 1976.
(41) Miguel Ayuso, Carlismo para hispanoamericanos, Buenos Aires, 2007.
Otro buen acercamiento al pensamiento de Rubén Calderón Bouchet, complementario del anterior, se hallará en el artículo de Juan Fernando Segovia "La luz que vino del norte",en Anales de la Fundación Francisco Elías de Tejada, XIV, Madrid 2008; en este número de la revista aparece también el artículo "La orilla del Miriñay", del propio profesor Calderón.
No le ha faltado el reconocimiento local, como muestra el obituario que ha publicado la edición electrónica del periódico Los Andes:
Murió Rubén Calderón Bouchet, reconocido filósofo de la UNCuyo
Tenía 94 años. A lo largo de su vida tuvo dos grandes intereses, la Filosofía Medieval y la Filosofía de la Historia. Fue profesor emérito de esa casa de altos estudios y realizó numerosas publicaciones en libros y revistas.
A los 94 años murió el ilustre filósofo de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), Rubén Calderón Bouchet. A lo largo de su vida tuvo dos grandes intereses, la Filosofía Medieval y la Filosofía de la Historia.
Nació en Chivilcoy, Provincia de Buenos Aires el 1º de enero de 1918. Hizo sus primeros estudios en esa ciudad y una vez terminado el bachillerato arribo a Mendoza en marzo de 1944, donde se inscribió como alumno en la Facultad de Filosofía y Letras.
Dictó clases de Filosofía en colegios secundarios y en 1976 ingresó como profesor titular de "Historia de la Filosofía Medieval" y por extensión de la cátedra de "Filosofía de la Historia" en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo.
En 1983 se lo nombró profesor emérito de la UNCuyo y estuvo a cargo de las carreras de Ética. Hasta 1994 estuvo dictando cursos de especialización y perfeccionamiento docente en el Departamento de Graduados, que en ese entonces era un posgrado.
Realizó numerosas publicaciones de libros en importantes editoriales de la Argentina y colaboró en varias revistas que sustentaban el ideario tradicionalista al que adhería.
De los numerosos libros publicados por el profesor Calderón Bouchet, se encontrará una buena selección en Ediciones Nueva Hispanidad.
Con su esposa Blanca, fallecida en 1996, formó una ejemplar familia cristiana, de la cual han salido hijos intelectualmente notables, como Dardo Juan Calderón (de su autoría véase aquíuna simpática biografía de su padre, publicada por Argentinidad), Elena Calderón de Cuervo o el presbítero Álvaro Calderón.
Mañana miércoles por la mañana, D.m., se celebrará la Santa Misa de funeral por don Rubén Calderón Bouchet en la capilla del Priorato San José de Mendoza.
Requiem aeternam dona ei, Domine; et lux perpetua luceat ei.
Agencia FARO
Algunos de los muchos libros que nos dejó el maestro:
Videoteca Reduco
Que en Paz descanse el querido maestro.
No era un simple divulgador como tanto que usa y abusa del título de historiador.
Don Rubén era un historiador con mayúsculas. Sus nutridos conocimientos de la filosofía perenne le permitían percibir las grandes líneas teólogicas de la historia y, también, encontrar aquello de la historia oficial que no cierra pero sin caer en superficiales conspiracionismos.
Tenía también una especial capacidad para no quedarse en bizantinas discusiones semánticas (trampa que se nos presenta constantemente en el ambiente) e ir a lo profundo de los conceptos.
Se lo va a extrañar, aunque hemos ganado alguien que interceda por nosotros ante el trono del Señor.
Nos queda, además, su valiosísima obra y magisterio que es nuestro deber saber aprovechar.
Descanse en paz.
Sería interesante que comentéis los libros de este pensador que habéis leído, o aquéllos que os parecen más recomendables.
«Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.
Don Rubén
Mar, 13/11/2012 - 7:16am
Don Rubén y el Priorato de Mendoza
En el convencimiento de que los homenajes a la obra y memoria del autor, obviarán en su mayoría el “desliz lefevrista” que Don Rubén sufrió, aparentemente en los últimos años de su vida; me fue encargado por el Prior de Mendoza una pequeña consideración de esta relación del intelectual y la obra religiosa de la Fraternidad en Mendoza., para marcar, en la medida de lo posible, la estrecha relación entre su obra y su opción.
Según su propia definición, su obra es una Apología de la Iglesia Católica y su doctrina perenne, y para ella el Profesor ha puesto todo el empeño de sus estudios a los que consagró la casi totalidad de su vida. Como en todo trabajo, deben acompañar en la persona del sabio las cuatro virtudes cardinales. Pero claro, con esto podemos hacer un filósofo o un historiador, pero no podemos hacer un apologista, este estilo exige una especial disposición del espíritu, que en el caso de serlo sobre la Santa Iglesia Católica, obligadamente debe partir de la posesión de las virtudes teologales.
Es decir que se trata de una obra de Fe, Esperanza y Caridad.
Las obras de este tipo o estilo, no pueden ser juzgadas solamente desde la erudición, sino que principalmente su autoridad reside en la firme posesión en cabeza del autor de estas tres virtudes; y con ello, el valor “humano” de estas obras disminuye en forma sensible, pues ya no se pondera la originalidad, la personalidad, y otro tipo de valores, y reside toda su belleza en la humildad, la fidelidad, la claridad y la obediencia a una Verdad de la que no somos dueños sino siervos. Como es propio de la virtud, resulta más egregia la obra que muestra a su autor, no combatiendo contra sí mismo frente a los requerimientos de la personalidad, el academicismo, las modas intelectuales, los estilos ad usum y los cumplidos mundanos para que en medio de toda esta escoria descubramos un hilo de verdad, sino que surge de una disposición “virtuosa” a la que se sirve sin reclamos y donde todo es leche y miel. El hombre que llena esta descripción es Santo Tomás y en ese modelo se forja el apologista católico.
Rubén Calderón Bouchet tenía perfectamente admitido este punto. Sabía que sus posibilidades de descollar como erudito de nuestra época eran bien remotas desde la pobre y lejana Mendoza tan distante de Alemania, y sin duda no era ese su rumbo. Se propuso desde el primer párrafo de su obra el estar desconectado de la “actualidad” de su entorno intelectual, para estar conectado mediante la Gracia Sacramental a la Luz que todo lo ilumina. No acomodó su estilo a los requisitos académicos, sino que dejó que su Fe le dictara el estilo y el contenido de su trabajo. No quiero convertirlo en un santo, ya que su obra, lejos de tomar la desnudez de la escolástica, estaba plagada de los nobles sentimientos de un penitente y de allí páginas como las de Francois Villón y otras muchas en las que la comprensión del pecado no se dilataba en excusas ni condenaciones, sino en la clara disposición del arrepentimiento. Una gran Fe, si, pero mucha Caridad y Esperanza para rescatar como perlas entre el barro las personalidades que en la historia fueron hijos pródigos de la catolicidad.
Él era completamente consciente de que el valor de su obra dependía de esta relación y disposición sobrenatural y cuidaba su piedad, la oración y la frecuencia sacramental, con más prolija dedicación que a la propia erudición. Sabía que la fuerza y valor de su obra, dependían completamente de su Estado de Gracia. Se podía hacer algo desde la pequeña Mendoza y aún sin frecuentar los Germanos, en la medida que la conexión con lo sobrenatural le otorgaba una “actualidad” que no sufria desmedro.
En suma, no era un historiador católico, sino un católico con disposición para la historia. Y entendía su catolicidad en la Agustina manera de la totalidad. Muy pocas frases íntimas o personales aparecen en su obra, pero al hablar de San Agustín, expresa como confesión que su gran descubrimiento espiritual al momento de su conversión, fue esa actitud totalizante de la existencia que supone la Fe y que subordina a ella la integridad de nuestra vida. Descubre con Chesterton que sólo importa una cosa: TODO, y que lo demás son vanidad de vanidades.
Sin embargo, corresponde que el viejo nacionalismo le rinda un debido homenaje a quien formó numerosas generaciones en los principios políticos que animaban esta corriente de pensamiento.
No tuvo empacho el viejo en llamarse “nacionalista” y en explicar esta actitud en un olvidado reportaje que se le hiciera. Como argentino era ese “su bando” y era esa “su gente”, de la que nunca renegaría ni hiciera esquives vergonzantes. Su constante participación en la revista Cabildo, sus charlas en cuanto grupo se lo pidiera, sus disertaciones en los ámbitos militares, lo hacen sin duda un hombre del nacionalismo argentino. Y en eso nadie puede privarlos de una legítima mutua pertenencia que solidificó la camaradería y la amistad. He relatado anteriormente que papá se convirtió de grande, pero esto no lo hizo un hombre muy adicto a relacionarse con la curia. Nunca conoció un Obispo que le resultara muy aceptable. Su gran amigo cura fue el Padre Meinvielle.
Luego vino el Concilio. Que para Mendoza no tomó otra forma que la mediocridad. Muy a la mendocina, nadie pensaba demasiado y cada uno se dedicaba a sus asuntos prácticos, y la nueva ola conciliar no tenía el empuje revolucionario y jacobino, sino que iba penetrando como una especie de esclerosis frente a la cual se acomodaban los aperos a las circunstancias del camino por parte de la gente “como uno”. El profesor era admirado como tal y casi nadie notaba que su prédica comenzaba a ser contradictoria con una Iglesia y una Liturgia que estaba diciendo otra cosa. Tanto en la Universidad de Cuyo como en la Católica, era un asunto indiscutible su talento y su corrección y hasta resultaba pintoresco un cierto anacronismo que era explicable en su gusto por la historia.
Por supuesto que este estado de cómoda confusión no lo era en él. Su obra iba reflejando la polémica en consideraciones y párrafos que en aquellos días de remanso no llamaron mucho la atención. En forma serena, después él mismo lo constataba, ya desde sus primeros libros el tema estuvo bien presente.
Sin embargo, Calderón Bouchet no era la clase de tipos que reunía capillas a su alrededor, ni se proponía como oráculo de nadie. No he conocido adhesiones fanáticas a su persona y sus discípulos le profesaban un cariño y admiración dentro de parámetros de normalidad. Su lenguaje era el lenguaje llano de la verdad tradicional a la cual remitía toda posible adhesión y a su lado nadie iba a encontrar la develación de un misterio arcano, ni el cultivo de un lenguaje sectario, ni grandes descubrimientos espirituales, simplemente se podía encontrar el viejo lenguaje de la Iglesia y la remitencia a sus Misterios, de los que de ninguna manera él poseía una llave ni una entrada secreta. No era su caso el de la autoridad hipnótica ni la de la personalidad magnética. A su lado no te dabas banquetes ni grandes golpes de adrenalina, te ibas nutriendo y fortaleciendo de a poquito, como sucede con casi todos los padres del mundo que honran su oficio.
Por esta especial manera, la polémica tradicionalismo-modernismo no lo tuvo como un adalid de la contrareforma que construyó falanges que acometieran. Muy por el contrario y una vez llegados a Mendoza los curas de la Fraternidad Sacerdotal San Pio X (el querido Padre Faure en primer lugar), tomó el lugar de un adherente que humildemente se puso a disposición para lo que se necesite. Y en ese curso de adhesión, que para el medio resultaba una especie de suicidio académico, siguió adelante sin importarle casi nada lo que iba perdiendo o lo que iba ganando.
Quiero señalar con lo dicho, que la Fraternidad no se encontró con la ventaja de un lugar dominado por una gran personalidad que trajo su tropa y la desventaja de tener que lidiar con esa Gran Personalidad que suele imponer sus ángulos de visión. Sólo se encontró con un fiel y si de alguna manera influyó en aquellas personas que conforman esa pequeña iglesia, fue en el ejemplo de una fidelidad prudente, dispuesto para el llamado, poco dado a la intromisión y totalmente ajeno a la pequeña política de entrecasa.
Ejemplo que ha servido para sobrepasar las tormentas ocurridas.
Suele decirse que la feligresía mendocina está compuesta por personas que formó el profesor Calderón Bouchet. Nada más lejos; muy pocos de ellos fueron discípulos y creo no mentir al suponer que casi ninguno leyó sus obras. Eso si, su presencia y su toma de partido influyó de gran manera en personas que lo tenían como un tipo sensato y preocupado principalmente por su Fe sin atender a razones ajenas a la misma, y en esta actitud, que no es otra que la del señorío, hubiera resultado fatal para todos una mínima puesta en duda de su adhesión.
Esa colaboración a la tarea que la Fraternidad comenzó en el País y en Mendoza le valió una callada repulsa -más allá de la expulsión de la Universidad Católica- que para no chocar con la vieja admiración que se había expresado, se excusaba en el “cambio” que en él se había dado.
Algo parecido han hecho con su obra. Pareciera que hay un primer Calderón Bouchet católico y un segundo lefebvrista, lo que es totalmente absurdo para quien lea sus primeras obras con mínimo detenimiento. Claro que su obra va avanzando cronológicamente por la historia, y en sus últimos libros aparece con virulencia el problema. Pero no hay tal cambio. Sólo que esa esclerosis de la que hablamos ha sido concebida como el decurso natural del pensamiento y no se puede entender que alguien logre mantenerse a pesar de los años en un estado de juventud intelectual. “ …ad Deum qui laetificat juventutem meam…”.
La obra de Calderón Bouchet es una Apologia de la Iglesia Católica, hecha por un estudioso que parte de la humilde sujesión al magisterio perenne de la Iglesia, guiado en toda su factura no por razones académicas ni por vanidades intelectuales, sino cabalmente convencido que lo es por la luz de la oración y la gracia sacramental, sin sobresaltos ni golpes de timón, y tomando durante su vida las decisiones que aseguraban esas fuentes de gracia y oración a las que confiaba y de las que creía con toda convicción, que provenía su poco o mucho mérito. Es en resguardo de su obra y en especial de la integridad de la misma, que en gran medida adhirió a Mons Lefevbre sobre el que nunca dudó en considerar “el” Santo de nuestro tiempo.
Lo que digo nunca ameritará que yo sea invitado a un foro académico, pero la obra de mi Padre es una obra escrita en estado de gracia, y esto no se dice en forma alegórica como suele decirse de los artistas para hablar de una situación extraordinaria, sino concretamente se refiere a aquello que define la Iglesia Católica y que constituye la vida ordinaria del Católico. Y su misma vida, tampoco se explica si no se parte de esta premisa existencial: mantener su estado de gracia dentro de la pequeñez y la miseria, confiando que por su elevación podemos llegar a ser algo. Ese y no otro, es el antecedente de su obra.
Es por lo dicho que la adhesión de mi padre a la Fraternidad Sacerdotal San Pio X fue algo muy diferente a la toma de un bando.
Fue simplemente buscar la seguridad en la Fuente de la Gracia por sobre todas las cosas. Es esta misma razón la que veo en forma cotidiana en muchas personas que se acercan llevados por esta eminente preocupación a la pequeña parroquia, hombres y mujeres que lejos de la intelectualidad y de los intereses políticos, en la sencillez de una piedad con sentido común, pretenden integrar su vida a la Vida de la Gracia que fluye desde la Iglesia; y en cierta medida, para nada determinante, tuvieron en el autor a un faro que les daba un indicio de estar en el lugar correcto.
A través de la Fraternidad, Don Rubén conoció por primera vez a un Príncipe de la Iglesia ( así lo expresa en su prólogo al libro de Rafel Gambra (h) y aquella vieja broma nacionalista y castellanista de ser católico y anticlerical, se fue perdiendo en el anecdotario frente al cariño y valoración sobrenatural del Sacerdocio en todos aquellos curas que pasaron por el priorato asegurando la Presencia Divina en nuestra vidas, y frente al regalo especial que le deparó la Providencia en la firme vocación Sacerdotal de su hijo.
Dardo Juan Calderón
Don Rubén | Argentinidad.org.ar
Lições de Metafísica, por Ruben Calderón Bouchet
Sidney Silveira"Esta tendência irrefreável [de parte da ciência moderna] a matematizar as coisas faz com que as coisas sofram, de alguma maneira, uma amputação fundamental em sua realidade".(Calderón Bouchet)
Tira-gosto da palestra do grande escritor argentino Calderón Bouchet, pai do notável tomista Álvaro Calderón.
Contra Impugnantes
Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)
Marcadores