Capítulo XVII Parte 4
Pérdida de la Alta California
El general Kearny fue advertido por el Capitán Moore de la gran capacidad de los mexicanos como jinetes, lo que contrastaba con su fatigado cuerpo de dragones, cabalgando sobre mulas en mal estado, y le sugirió que evadieran un encuentro frontal con las fuerzas de Andrés Pico, sin embargo, el comandante extranjero se dejó llevar por los consejos de Carson y Gillespie, basados en prejuicios raciales más que en hechos reales; el 6 de diciembre de 1846 se encontraron la dos fuerzas en San Pascual, al noreste de San Diego; era mucha la niebla y los mexicanos parecieron retroceder; los soldados de Kearny, entre 120 y 130 hombres, con dos piezas de artillería del tipo howitzer, se lanzaron a la carga con trece jinetes al frente al mando del Capitán Abraham Johnston y el resto de los dragones bajo las órdenes directas del Teniente John Davidson, pero minutos después, los lanceros de Andrés Pico contraatacaron, los dragones americanos retrocedieron en desorden sin escuchar los gritos del Capitán Archibald Gillespie que trataba de infundirles ánimo, Johnston cayó muerto por un balazo en la cabeza, en total se causaron unas 21 muertes y otros tantos heridos al enemigo, uno de los cuales fue el mismo Kearny17, mientras que por el lado de los californianos sólo hubo 12 heridos y un prisionero que quedó en poder de los norteamericanos, y de no haber sido por 180 hombres que mandó Stockton en su auxilio, las tropas de Kearny, que estaban sitiadas por los mexicanos y ya habían empezado a alimentarse con carne de mula18, tal vez nunca hubieran podido llegar a San Diego.
La pequeña fuerza de Andrés Pico, que tenía cercados a los norteamericanos se tuvo que retirar; los yanquis siguieron reforzándose, y ya con un dominio casi completo de la región, la condición de seguros vencedores los llevó a exigir a los civiles la entrega de caballos y ganado; demandas que en muchos casos se convirtió en verdaderos saqueos y abusos, lo que hizo que algunos rancheros hicieran un último esfuerzo cuando menos para conservar sus bienes. El 8 de diciembre de 1846, el recién electo alcalde de Hierba Buena, Washington A. Bartlet y cinco de sus hombres se dirigieron a los ranchos cercanos en busca de ganado; Francisco Sánchez, del rancho San Pablo, reunió un pequeño grupo de amigos, capturó a Bartlet con sus acompañantes y se dirigió a las colinas próximas; al poco tiempo se le unieron otros vecinos y llegó a tener bajo su mando a unos cien hombres. Enterado de la situación el comando norteamericano envió cien soldados para sofocar aquella rebelión, el 2 de enero de 1847 se encontraron las dos fuerzas en los llanos de Santa Clara, y después de un tiroteo de varias horas en el cual resultaron dos norteamericanos heridos y ningún mexicano lesionado, Sánchez se retiró a la serranía; poco después mandó representantes para acordar la paz, y aunque su rendición fue incondicional, extraoficialmente logró la promesa del comandante extranjero de que las propiedades de los civiles sólo serían tomadas con las debidas formalidades. Así concluyó uno de los últimos movimientos de resistencia contra las fuerzas invasoras en la Alta California.21 Los yanquis se fueron reponiendo y vencieron el 8 de enero de 1847 a José María Flores en San Gabriel, y al siguiente día en La Mesa; recuperaron Los Ángeles el 10, y finalmente, el 13 de enero de 1847 Andrés Pico y sus hombres se rindieron, pero no a Stockton ni a Kearny, sino a John C. Frémont en el Paso Cahuenga, en lo que hoy es “Lankershim Bolulevard” en Hollywood22. Flores no se rindió y escapó a Sonora junto con Manuel Castro, Juan y Tomás Soberanes, Francisco Limón y Diego Sepúlveda.
Actualmente, por alguna extraña razón, existe en Tijuana una importante avenida con el nombre del ex gobernador Pío Pico, que si llevara el nombre de su hermano Andrés, se justificaría plenamente. Por su parte, el gobierno norteamericano levantó un monumento en donde se libró la batalla de San Pascual, con una placa en la que están los nombres de los soldados y oficiales americanos que allí perdieron su vida; cabe señalar, además, que los historiadores norteamericanos han exaltado la hidalguía y valor de don Andrés Pico en el célebre combate.
http://consag.tij.uia.mx/ebooks/hist...ia.%20XVII.pdf
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