Interesante y apetitoso enfoque sobre el tema, Sr. Jasarhez
Sin embargo, considere Vd. lo siguiente: al contrario de lo que se va enseñando en ciertas escuelas estos días, la unidad política española no resultó de que Castilla arrollara los reinos de León, Navarra y Aragón a punta de pica. Se ha construido por sucesivas uniones dinásticas producidas por casamientos tan voluntarios cuanto podrían ser los casamientos entre príncipes de sangre, por aquél tiempo; casamientos que se han contraído con el inequívoco propósito de dichas uniones. El lema de Federico III del Sacro Imperio, un Habsburgo, bien se podría aplicar a España:
Bella gerant alii, tu felix Austria (Hispania) nube. Y bien, cuando uno se casa, se casa también con la familia de la novia y sus prerrogativas; hablando de reinos de España, con sus pueblos y tradiciones. Entre esas tradiciones, también las lenguas de uso corriente en cada reino. La más importante de todas? El castellano, sin duda, pues Castilla se mereció los laureles de campeona de la Reconquista, expulsando los sarracenos y repoblando territorios en la Península, expandiéndose como agua vivificadora en tierra seca. Así que, muy naturalmente, llegó el castellano al estatuto de lengua del imperio; a
español por ser
primus inter pares, o lo más hablado de los idiomas de España; pero sin dejar de ser castellano y orgulloso de serlo.
Las unificaciones de Alemania y de Italia no han sido tan pacificas. Esas sí que se han logrado a punta de pica (o más bien de rifle Dreyse o de cañon Krupp). Unificaciones forzadas teniendo por justificación una pretensa unidad cultural y lingüística, ya que les faltaba la legitimidad basada en la tradición política. Para ese fin, la identidad exclusiva (y excluyente)
un idioma-un pueblo-una nación era esencial, como es típico en casos de nacionalismo revolucionario como lo que se viene observando en Cataluña o en el País Vasco. Así que la limpieza lingüística y cultural usualmente precede la consumación del nacionalismo político en la constitución de un estado. En el caso italiano ha sido mismo después: en 1861, año de la unificación italiana, tan sólo un 2,5% de la población se comunicaba en italiano (dialecto toscano) y otros 10% comprendía el idioma. En el caso alemán, los diversos dialectos de "bajo", "medio" y "alto alemán" son todavía hoy más incomprensibles entre ellos que el castellano y el portugués; no se clasifican como idiomas distintos porque no conviene a las nomenclaturas. De Francia ya referí en mi mensaje anterior como la
Langue d'Oïl llegó a
français... y en Portugal no ha sido muy diferente: la construcción de la nación con un sólo pueblo y un sólo idioma ha impuesto la obligatoriedad de un portugués "batúa", decretada por el rey D. Diniz en finales del siglo XIII y que acabó con la utilización corriente de otros idiomas y dialectos, salvándose apenas el mirandés por su ubicación remota y escasa utilización.
En fin, lo dicho:
Bella gerant alii, tu Hispania nube. Por eso el castellano no necesita de ser más español de lo que es.
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