Este poema del Siglo XIX llamado el Baile del Garabato refleja la manera como hablaban nuestros abuelos:



EL BAILE DE GARABATO


Manuel A. Alonso


(Español criollo Puertorriqueño)


Arreyánense á mi lao
Toiticos los que aquí están,
Y jagamos una ruea,
Paque puean escuchal:
Ey suseso acontesió
En la semana pasaá
Que es de aqueyos que encocoran
Y achongan jasta rabiay.
Muaba á canto e talao
A mi baca coloraá
Ey jueves á eso e la una,
Poquito menos ó más;
Cuando yegó primo Sico,
Que me diba á combial
Pa un baile - que aqueya noche
Jasian en la besindá,
En caje de una comae
Que ey quería festejay,
Casaá con un primo suyo
Jasía tres meses no más,
Y que era, asigun la fama
Y si vale isil veydá,
De chupe y déjeme ey cabo
Y no repito lo emás
Que sus muchos amaores
De eya cuentan sin paral,
Polque ey cuento sería laygo
Y no hay quien no sepa ya
Que á enamoraos y á locos
Nayden les debe escuchay.
Espaché en un paire nuestro
Luego me juy á refrescal
Ar río, después me puse
Los trapos e cristianay
Y, ey malambo ebajo er braso
Dejando mi estansia atrás,
Apenas anochesió
Vide ey baile prensipial
Era la casa e la fiesta
De yagua e sierra techaá,
Los setos y soberaos
De tablas solo aserraás,
Con bentanas correisas
Y soleras sin labral.
La sala onde se bailaba
La tenían alumbraá
Con cuatro belas e sebo
A los estantes pegaás,
Y otra sobre una tabliya
En que se via un San Blás,
Un ramo e parma bendita,
Tres mochos sin espigay,
Un tigüero, una baraja
Y una atarraya emplomaá.
A la erecha, junto ar seto
Había mujeres sentaás
Sobre una canoa grande,
Que ayí tenían arrimaá.
A mano suida lo mesmo,
Las había arreyanaás
Ensima una costanera
Con dos trosos lebantaá.
Un ture, aygunas banquetas
Y un banco sin resparday,
Seybían de asiento á los músicos.
Cantores y á pocos más.
Rompió ey baile primo Sico
Con su comae Treniá,
Con un sonduro que daba
Imbidia veyo bailal.
Requintaba la bigüela,
Ey güiro diba á jablay,
Y los tiples y maracas
No les diban muy atrás.
Los garrones e mi primo
Repicaban sin paral,
Y atajaba la pareja
Tan á tiempo y á compás,
Que hubo biejo que la baba
Le bino ay suelo á paray.
Bailóse espues un cabayo,
Unas caénas etrás,
Un fandanguiyo bombeao,
Y un seis se diba á tocay;
Cuando dentró esbanesío
En er baile un camaraá,
Con ey sombrero en la oreja
Y la daga esembainaá.
Parao en mitá e la sala
Dijo: - ¿Quién es capatás
En este baile, señores,
Que habemos deplatical?
-Yo soy, repuso mi primo,
Pa lo que guste manday.
-No más quería, que un rato
Aquí me ejaran bailal,
Polque se lo he prometío
A una jembra que aquí está.
- Mucho jiso en prometeyo
Poyque puee que quede mal.
Manque benga acompañao
Con ey mesmo Barrabás.
- Jise bien; y si aigun guapo
Me lo quisiere pribay,
Le pelsinaré la cara,
Y naide baylará más.
- Eso agora lo beremos.
- Pues asina lo berá.
Dió un rempujón á mi primo,
Que ay punto se jiso atrás,
Y metió mano ay moruno
Rabiando pol peleay.
Toitos jisimos lo propio,
Y se puso caa cuar
En ey bando de uno ó de otro,
Confolme á su boluntá.
Las belas -fueron ar suelo;
Queándonos por un iguar
Toos prietos; pues ni las manos
Nos podiamos miray.
¿Quién aqueya masamorra
Sera capás e contal?
Las jembras esperesías
Gritaban á no poel más;
Unas en ey aposento
Se fueron á refugiay,
Otras ayá en la cosina,
Aygunas arrinconaás
En la sala, y jasta una
Se fué de mieo á sumbal
Poy la bentana mas arta,
Con su bejote cargaá.
En poquísimos menutos
Se dieron más cuchiyaás,
Y repartieron más palos,
Que letras tiene un misar:
Y no hubieran acabao
Ni con ey juicio finay,
Si no se mete pol medio
La mosa más aqueyaá,
Que tiene ey barrio e Culebras
En toa su besindá;
La cuar en cuenta e correy,
Al iguar de las emás,
Agarró un cabo de bela
Y en un tisón de capá,
Que sacó de los fogones,
Lo prendió á fuelsa é soplay.
Yegó á la sala y gritando:
¡Señores! que jaya pas,
Nos dijo: Atórense un poco
No se bayan á matal:
Yo que soy causa e la riña
Se lo bengo é suplicay.
Escúcheme, que ay momento
La buya se acabará.
En broma le ije á Cilirio
Uno no seria capás
De esbaratal este baile,
Y er lo ha jecho de beydá.
Su intención no era ofendel
A unas gentes tan honraás,
Sino dal á conocey
Que pol mí no teme á naa.
No queamos muy satisfechos;
Pero nos jiso queal
La risa de aygunos cuantos,
Que cada ves diba á más.
Era ey caso que un mosito
Benío de la Suidá,
Muy agentao y muy tieso,
Asin que oyó ey juracan,
Se metió ebajo una mesa
A aprendel á gateay;
Y entonces me lo sacaban
Sin poel tabía jablal.
Cilirio le dió á mi primo
La mano, voivió á embaynay
La daga; y toos en un veibo
Se ofresieron su amistá;
Se acuairiyaron los músicos Y mujeres,
y á baylay Otra bes,
cuar si tay cosa,
Acabara é presensial
Se puso toita la jente
Con mucha tranquiliá;
Menos sinco ú seis jerios
Que se fueron á curay