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Tema: Cuba y Puerto Rico

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    Re: Cuba y Puerto Rico

    Real Cédula que nombra a Antonio Ignacio de Cortabarría, ministro del Consejo de Castilla, como Comisionado Regio, y Pacificador de las Provincias de Venezuela:





    Don Antonio Ignacio de Cortabarría, caballero pensionado de la real y distinguida orden española de Carlos III, ministro togado del Consejo Supremo de España e Indias, y Comisionado Regio para la pacificación general de las Provincias de Venezuela--


    Hago saber al Cabildo Secular, o Ayuntamiento de la Ciudad de Caracas, a las demás ciudades, Villas y lugares de su Provincia, a su respectivos vecinos y habitantes de todas clases, y condiciones, a cualesquiera otros cuerpos, que con cualquiera denominación estén ejerciendo actualmente las funciones de gobierno de la expresada Provincia, su ciudad capital, y otras ciudades, Villas o lugares de su comprensión, y a todos los demás cuerpos o personas a quienes en cualquiera manera, y por cualquiera concepto pertenezca: que el día dos de Agosto de este año se me comunicó la Real Cédula del tenor siguiente:-- El Rey Don Fernando VII, en su real nombre el Consejo de Regencia de España e Indias. En medio de los gravísimos cuidados que fatigan mi Real Ánimo, ocupado todo en resistir la perfidia y agresión con que el tirano de la Europa invadió mis Reinos, aprisionó mi Real Persona, procura destruir nuestras sabias Leyes y Religión Santísima, y prepara a mis amados vasallos de ambos mundos, la esclavitud más vergonzosa, descansaba en la inalterable fidelidad con que en general sostienen estos mi Real Corona, el honor, y los derechos de su patria, y la pureza de su Religión; pues a excepción de algunos seducidos, o intimidados en el principio, y obcecados después por ambición o empeño; me han dado y dan constantemente pruebas que nunca podrán ser bastantemente ponderadas, y presentan al mundo el exemplo de la lealtad más heroica.

    El generoso sacrificio que hacen de sus vidas los que se hallan en estado de usar de las armas, el noble desprendimiento con que en cuantiosos donativos, proporcionan otros los medios para ocurrir a los incalculables gastos de una guerra tan obstinada, y la incontrastable constancia con que a pesar de la vicisitud de los sucesos, inseparable de más empresas grandes, contribuyen todos a la causa comun, según su respectiva situación, han debido enseñar al tirano que una nación animada de ideas tan sublimes, y que prefiere a su existencia misma la conservación de su Religión, y de sus Leyes, y la Defensa de su Rey, y de Su Patria, no puede ser subyugada, y este convencimiento ha hecho que emplee todas sus fuerzas en destruir y aniquilar lo que conoce le será imposible adquirir; dirigiendo muy principalmente su inicuo furor contra los reparables Ministros del Santuario, y las Vírgenes consagradas a Dios, que imploran su piedad con ruegos continuos.

    Mis amados vasallos de las Provincias de Venezuela a ninguno otro han cedido en celo y fidelidad; pues las primeras noticias que han tenido de los desgraciados sucesos de España juraron con la mayor solemnidad mantener tan preciosos países bajo mi dominación, defenderlos de cualquier agresión, y no reconocer a otro que a mí por su Rey y Señor natural, como lo han acreditado las diversas cartas que me han dirigido los gobernadores, Reverendos Obispos, y Cabildos Eclesiásticos y Seculares cuyas demostraciones sinceras me han llenado de júbilo y gratitud; pero por desgracia esta satisfacción se ha perturbado en parte, pues he llegado a entender con el mayor dolor y sentimiento que, sorprendidos algunos con noticias exageradas de las desgracias de mis ejércitos, o seducidos por la artes del tirano han alterado la fidelidad de otros de mi ciudad y Provincia de Caracas y algunas otras de su distrito, hasta el extremo de haberse sustraído, conducidas de falsos conceptos, de la debida obediencia al Supremo Consejo de España e Indias, establecido legítimamente, confirmado por el reconocimiento de todas las provincias de España, en el modo que les permite su situación, por muchas de las de América y sus Islas, y por las potencias amigas, y que en mi Real Nombre gobierna, hasta tanto que reunidos los representantes de todos mis reinos y provincias de España e Indias, en Cortes Extraordinarias, próximas a celebrarse en mi Real Isla de León, elijan el que les parezca más conveniente para conseguir la libertad de la patria, y sacar mi Real Persona de la horrorosa cautividad que padezco. El establecimiento de una Junta, con el nombre de Suprema en Caracas, el atentado cometido contra las autoridades constituidas por mí, y el haber procurado atraer al mismo sistema, con ideas equivocadas, o con pretextos especiosos las ciudades y provincias vecinas, ha sido obra de pocos, a los cuales creo también desengañados o arrepentidos de un hecho tan ajeno de la lealtad, y tan poco correspondiente a las críticas circunstancias que afligían a la patria, y que exigía por lo mismo los mayores sacrificios y esfuerzos.

    Por estas consideraciones, y la de que los habitantes de unas ciudades y provincias que en todos tiempos han dado pruebas tan ilustres de su amor y fidelidad a mis sujetos predecesores y a mi Real Persona, no han podido separarse en el fondo de unos sentimientos que siempre los han distinguido, he resuelto, con maduro examen y audiencia de mi Consejo de España e Indias elegir una persona sabia y virtuosa, y de tan recomendables circunstancias que pueda depositar en ella sin límites mi Autoridad Real para que inmediatamente pase a dichas Ciudades y Provincias, a fin de restablecerlas o confirmarlas en la obediencia y lealtad, a que por tantos títulos están obligadas, obrando con una plenitud de poder tal como si mi Real Persona pasase a las mismas ciudades y Provincias.

    Y estado reunidas tan necesarias y apreciables cualidades en vos Don Antonio Ignacio de Cortabarría, ministro togado del referido mi Consejo de España e Indias, he tenido a bien nombraros para tan delicada comisión en los términos que constan de mi Real Decreto, Real Cédula, e Instrucciones que con fecha de vente y dos de este mes os he dirigido para resumir el todo, o parte de todas las autoridades, suspender o separar empleados de cualquiera clase o graduación, usar de cualesquiera caudales pertenecientes a mi Real Hacienda, perdonar, o castigar, según por bien tuviereis, y dar las órdenes que consideréis justas, las cuales deberán ser cumplidas como si fuesen de mi Real Persona; sin que en ningún caso se puedan dudar de vuestras facultades por falta de expresión bastante, y espero de vuestro acreditado celo por el servicio de Dios y mío; corresponderéis a la grande confianza que hago de vos, y que valiendoos de los medios que os dicte vuestra prudencia, conseguiréis la pacificación general de dichas ciudades y Provincias, volviendo a establecer en ellas el buen orden y gobierno: y conseguido os restituiréis para informarme de los beneméritos habitantes que contribuyan, o hayan, contribuido a este importante fin, y a cimentar la tranquilidad y pacificación general.

    Y para todo lo concerniente a ella, y para que en caso necesario, que no espero, hagáis respetar y obedecer vuestras órdenes como si fuesen dictadas por mi, es mi Real Voluntad, os den y presten los auxilios que necesitaréis, inmediatamente que los pidáis, mis Virreyes, Capitanes Generales, Gobernadores, Ciudades, Villas, y Lugares de la Comprensión de la Capitanía General de Caracas, acudiendo todos sin la menor excusa a vuestros llamamientos con gente de guerra, armas, dineros, víveres, y cuanto necesitaréis al exacto y buen desempeño de esta comisión, pues con ello me harán un gran servicio, que tendré presente para dispensarles el debido premio, y últimamente ruego y encargo al muy Reverendo Arzobispo de Caracas, a los reverendos obispos de Mérida de Maracaibo, y de Guayana, a los Venerables Deanes y Cabildos de estas iglesias, y a los Curas Párrocos, devotos provinciales de los Religiosos, Prefectos de las Misiones, y a los demás eclesiásticos seculares y regulares de la expresada comprensión de dichas Provincias, contribuyan todos con sus exhortaciones cristianas, y su ejemplo de obedecer con la prontitud que exige su importancia; y confio de su acreditado amor a mi Real Persona, cuantas órdenes y providencias diereis vos Don Antonio Ignacio de Cortabarría mi Comisionado Real


    Dado en Cádiz a primero de Agosto de 1810--Yo el Rey--Por el Consejo de Regencia--Xavier de Castaños--Presidente--Por mandato del Rey Nuestro Señor--Silvestre Collar--Tiene tres rubricas de los señores del Consejo







    https://books.google.com/books?id=rf...epage&q&f=true
    Última edición por Michael; 26/08/2017 a las 06:18
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

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