Tema: 21 de julio de 1615: Cuando Santa Rosa salvó a Lima de ser saqueada

Joris Spilbergen fue un corsario holandés que amenazó el Virreinato del Perú. Al mando de seis navíos cruzó el estrecho de Magallanes a comienzos de 1615. Para detenerlo, el Marqués de Montesclaros envió una flota, pero, lamentablemente, esta fue derrotada el 18 de julio en el Combate de Cerro Azul, cerca de Cañete (al sur de la ciudad de Lima). Entonces, el corsario enrumbó al Callao y se aprestó para el desembarco y el saqueo de Lima. Nada parecía evitar que el holandés caiga sobre la Ciudad de los Reyes. Isabel Flores de Oliva, nuestra Santa Rosa, era en ese momento una joven de 29 años de edad consagrada a la vida religiosa.
El 21 de julio Spilbergen llega al Callao. Es ahí cuando se esparce por toda la ciudad la horrible noticia de que el corsario, que era calvinista de religión, planeaba entrar al Convento de Santo Domingo, destruirlo y profanar el Sacramento del Altar. Santa Rosa, al enterarse de esto, corre hasta el templo y sube al Altar para escudar con su propio cuerpo la eucaristía, dispuesta aun a morir si era necesario, en su defensa. Abrazada al Altar, al mismo tiempo, la santa limeña le reza a la Virgen María para que salve a la ciudad. Es en ese momento que, de manera extraordinaria, el corsario decide no desembarcar en el Callao, ni atacar Lima; por el contrario, las naves holandesas dejan la ciudad, enrumbándose hacia Paita, hasta que finalmente se alejan de las costas peruanas, con destino hacia Acapulco y, luego, a las Islas Molucas, para nunca más volver.

Es menester recordar y agradecer este milagro de Nuestra Santa Rosa de Lima, Patrona de las Américas y las Filipinas.
¡Viva Santa Rosa de Lima!
¡Viva la Única y Verdadera Iglesia!
¡Viva Cristo, Rey de Reyes!

Totalmente de acuerdo, Hyeronimus. Sin embargo, con tristeza debo decir que nadie, pero absolutamente nadie oficialmente ha recordado este alegre acontecimiento. En cambio, desde hace ya varios días nos obligan a poner la insulsa bandera masónica.