DE TERRITORIO ESPAÑOL A COLONIA BRITÁNICA



Vigo Parsontac

"La cosa está hecha, el clavo está puesto. Hispanoamérica es libre y si nosotros no gobernamos tristemente nuestros asuntos, es inglesa".
(George Canning - Primer Ministro Inglés)

... Los “aliados locales” en 1810.

Como consecuencia de la conquista y colonización española de América Latina, se estableció un monopolio legal en favor de España, por el cual el comercio - tanto la exportación, como la importación de toda clase de bienes y valores, sólo podía realizarse entre las colonias y la Metrópolis.
Pero, de hecho, ese monopolionunca existió. Otras potencias europeas, en especial Inglaterra, - cuyo dominio del mar la ponía en una situación privilegiada para hacerlo -, lo violaban en forma habitual, mediante un voluminoso contrabando, o con permisos precarioso transitorios para ejercer el comercio, concedidos por las autoridades locales.
Esta actividad comercial clandestina, originó el desarrollo de una burguesía comercial en el puerto de Buenos Aires, ligada a los intereses británicos en el Río de La Plata. Así se formaron grupos de poder económico y político, una especie de alianza comercial entre esa oligarquía “criolla”, - o de extranjeros radicados en el país, - y los comerciantes y banqueros que servían a los intereses imperiales británicos.
La derrota militar de los ingleses en las invasiones a Buenos Aires en 1806 y 1807 contribuyó a que los británicos dejaran de lado la vía militar como método de dominación y conquista que fue reemplazada por la diplomacia y el comercio. Contaba para ello, con la colaboración de los“aliados locales”, residentes en Buenos Aires, a quienes, a cambio de su apoyo en dichas invasiones, les otorgó el “estatuto de ciudadanos ingleses”, con todos los derechos de tales, incluida la protección de Su Majestad Británica, para ellos, y sus descendientes. A través de estos “aliados locales”, logró el control de los centros vitales de la actividad comercial: el puerto, la aduana, (cuyo primer Director tenía un apellido que nos resulta hoy familiar: Martínez de Hoz), y la Sala (o Consulado) de Comercio.

Así empezó la verdadera historia

No debe llamar la atención, entonces, que los ingleses celebraran con fervor, en nombre de “Su Majestad”, la “Revolución” del 25 de Mayo,como un éxito propio.
En el seno de la Primera Junta de Gobierno, existía y a una fuerte división entre quienes defendían los intereses “americanistas”, con Mariano Moreno a la cabeza, y quienes apoyaban los intereses imperiales británicos: integrantes de esa burguesía comercial, que logró el control de esa revolución. Impulsaron el dictado de las siguientes medidas:

-Eliminó las disposiciones que prohibían el comercio con extranjeros.

- Redujo del 50 % al 7,5 % los impuestos que gravaban las ventas al exterior de los cueros y el sebo.

- Se dejó sin efecto la prohibición de exportar el oro y la plata en monedas.



1810. FESTEJO INGLÉS DEL 25 DE MAYO. ¿CUÁNDO Y CÓMO SE FUE EL METÁLICO EN ORO Y PLATA PARA INGLATERRA?

Normalmente, la historiografía del siglo XIX y hasta la mitad del siglo XX, ha ignorado las manifestaciones públicas colectivas de los ciudadanos ingleses que se hallaban en Buenos Aires, en relación al hecho del 25 de Mayo.
Como verá por lo que siguen, como nos lo documenta el economista e historiador Carlos Flandroit, la armada inglesa y los comerciantes de Buenos Aires festejaron el acontecimiento del día 25, en grande, porque sabían exactamente lo que podía esperarse de ello. Y poco tiempo después y en otro acto poco conocido, la Junta, a inicios de julio, con la firma de Juan José Paso, libera la salida del metálico en oro y plata desde nuestro territorio, medida cuyas consecuencias se soportarán poco tiempo después y darán inicio a un tipo de conducta recurrente en el tiempo. La política de dependencia en relación a Inglaterra, comenzaba a transitar por ámbitos de “efectividades conducentes”.
-Jorge Murillo-


1810. Julio 4.
“El 25 de mayo de 1810 fue saludado, también, por las salvas de cañonazos de los barcos británicos de guerra que estaban anclados en el puerto. El capitán del “Mutine”, Charles M. Fabián, pronunció en nombre de su Majestad un inflamado discurso: el júbilo invadía los corazones británicos. El fracaso de las invasiones militares de 1806 y 1807 había dado paso al turno de los diplomáticos, mercaderes y banqueros de la Rubia Albión.
El 28 de mayo, se eliminaban las prohibiciones que impedían el ejercicio del comercio a los extranjeros. El 4 de Julio de 1810, se dicta una Orden de la Junta Provisoria, publicada en “La Gaceta para inteligencia de todos” con la firma de Juan José Paso como Secretario, por la que se levantó la prohibición de exportar oro y plata en monedas, de modo que pudieran utilizarse para pagar importaciones. Las monedas se embarcaban hacia Londres por su valor en metal precioso, ni como divisas, ni por su valor nominal.
Así se comenzaron a exportar las monedas de oro y plata...
El comercio inglés tomó el monopolio de las transacciones argentinas con el exterior, exportando producción primaria del país e importando mercancías de consumo. Como la balanza comercial era totalmente favorable a Inglaterra, la emparejaban haciendo emigrar el oro y la plata contenidos en el circulante...hasta que, efectivamente, se acabaron.

Fuente: 1991. Carlos Flandroit en “Deuda Externa y Economía Nacional”. Páginas 166 y 167. Capítulo VII de “Economía y vida cotidiana en la Argentina”. Editorial Legasa.

UN AGREGADO:
A los pocos días se eliminan ciertas prohibiciones que dificultaban el comercio con extranjeros; doce días después, redujo del 50 por ciento al 7,5 por ciento los impuestos que gravaban las ventas al exterior de los cueros y el sebo. Habían pasado seis semanas desde el 25 de mayo cuando se dejó sin efecto la prohibición de exportar el oro y la plata en monedas, de modo que pudieran fluir a Londres sin inconvenientes. A partir de 1813, cuando la Asamblea se declaró autoridad soberana, los comerciantes extranjeros quedaron exonerados de la obligación de vender sus mercaderías a través de los comerciantes nativos:
“El comercio se hizo en verdad libre” (H. S. Ferns, Gran Bretaña y Argentina en el siglo XIX, Buenos Aires, 1966). Ya en 1812, algunos comerciantes británicos comunicaban al Foreign Office: “Hemos logrado... reemplazar con éxito los tejidos alemanes y franceses”. Habían reemplazado, también, la producción de los tejedores argentinos, estrangulados por el puerto librecambista, y el mismo proceso se registró, con variantes, en otras regiones de América Latina.”
[...]
“Los agentes comerciales de Manchester, Glasgow y Liverpool recorrieron Argentina y copiaron los modelos de los ponchos santiagueños y cordobeses y de los artículos de cuero de Corrientes, además de los estribos de palo dados vuelta “al uso del país”. Los ponchos argentinos valían siete pesos; los de Yorkshire, tres. La industria textil más desarrollada del mundo triunfaba al galope sobre las tejedurías nativas, y otro tanto ocurría en la producción de botas, espuelas, rejas, frenos y hasta clavos. La miseria asoló las provincias interiores argentinas, que pronto alzaron lanzas contra la dictadura del puerto de Buenos Aires. Los principales mercaderes (Escalada, Belgrano, Pueyrredón, Vieytes, Las Heras, Cerviño) habían tomado el poder arrebatado a España (Ricardo Levene, Introducción a Documentos para la historia argentina, 1919, en Obras completas, Buenos Aires, 1962) y el comercio les brindaba la posibilidad de comprar sedas y cuchillos ingleses, paños finos de Louviers, encajes de Flandes, sables suizos, ginebra holandesa, jamones de Westfalia y habanos de Hamburgo. A cambio la Argentina exportaba cueros, sebo, hueso, carne salada, y los ganaderos de la provincia de Buenos Aires extendían sus mercados gracias al comercio libre. El cónsul inglés en el Plata, Woodbine Parish, describía en 1837 a un recio gaucho de las pamapas: “Tómense todas la piezas de su ropa, examínese todo lo que lo rodea y exceptuando lo que sea de cuero , ¿qué cosa habrá que no sea inglesa? Si su mujer tiene una pollera, hay diez posibilidades contra una que sea manufactura de Manchester. La caldera u olla en que cocina, la taza de loza ordinaria en la que come, su cuchillo, sus espuelas, el freno, el poncho que lo cubre, todos son efectos llevados de Inglaterra” (Woodbine Parish, Buenos Aires y las Provincias del Río de la Plata, Buenos Aires, 1958). Argentina recibía de Inglaterra hasta las piedras de las veredas.”
Eduardo Galeano, "Las venas abiertas de América Latina".



Vísperas de Mayo
Por Roberto H. Marfany

El general Carr Beresford, comandante en jefe del primer ejército de ocupación, escribía al ministro Castlereagh, el 23 de enero de 1808, con respecto a ese mismo pueblo: " . . . deben ser primero conquistadas y debe separarse de ellos la parte española, antes que pueda esperarse que tengan mucha inclinación a ofrecerse, y debe asegurárseles que el objeto de Gran Bretaña es darle independencia, porque aunque están decididamente inclinados a librarse del yugo de España, son aún hostiles a aceptar el de cualquier otra nación, y al conquistarlos nos acarrearíamos una piedra alrededor de nuestros cuellos. . . “(1).
También aquí se advierte que la independencia, que no admitía someterse al yugo de ninguna nación, no excluía la “inclinación a ofrecerse" a la dirección de Gran Bretaña.
En 1811, Cornelio Saavedra repudió ese acercamiento con los ingleses que consideró un sometimiento. En carta dirigida al coronel Juan José Viamonte, refiriéndose a quienes lo fomentaron, expresa:
“No dudemos, no olvidemos, que estos fueron afectísimos a la dominación inglesa; querían se perpetuasen las cadenas de Buenos Aires en ella; que algunas cartas vimos en la Gaceta de Montevideo, Estrella del Sur, del gran patriota Vieytes, con el nombre supuesto de Anselmo, y otros con el de su sacristán Beruti bajo otro que no me acuerdo, en que bien claro manifestaban su inclinación a aquel Gobierno.
Este es un hecho que todos lo vimos, y también retirarse al campo y dejar las armas cuando ya se acercaba su última invasión, por no propender por su parte a privar a su patria de los beneficios que esperaba de aquel Gobierno. Así se explicaba este gran patricio; así lo decía este fundamento de la libertad de Buenos Aires y lamentaba nuestra ceguedad hasta el extremo de pretender rechazar a los ingleses. ¡Que bellos sentimientos de independencia!" (2).
Es verdad que ese documento lo redactó Saavedra en horas de intensa y amarga lucha política contra sus enemigos desplazados del gobierno de la Junta con el golpe del 5 y 6 de abril de 1811; pero en medio de sus vehementes desahogos no llegó a falsear la verdad.
Su severo juicio coincide con los otros testimonios que hemos transcripto.

Notas:
(1) Citada por RICARDO PICCIRILLI, San Martín y la política de los pueblos, p. 46. Buenos Aires, 1957.
(2) JUAN CANTER, Una carta justificativa de Cornelio Saavedra, en Boletín del Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades, Año I, Nro 1, pp. 73, Buenos Aires, 1943. RAUL A. MOLINA, Una carta de Saavedra sobre la Revolución de Mayo, en Historia Nro 18, pp. 114-132. Buenos Aires, 1960.



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