1910. Año en que la Virgen María, en su advocación de El Quinche, salvó al Ecuador
Eliana Cabrera
pisodio consignado en el libro “La Consagración”, del Padre Severo Gomezjurado, S. I., Segunda Edición, Quito 1984, págs. 320-324. En el año 1910, Ecuador y Perú estaban en pie de guerra, con sus tropas movilizadas en la frontera común. Pero detrás de las aparentes guerras hay tramas que el mundo ignora.
El joven Justo Arsenio Durán Jiménez, becado por Eloy Alfaro para perfeccionar su arte de joyero en Lima, recibió del Presidente peruano Augusto Leguía la comisión de transportar un valioso documento a Quito y entregarlo en manos de Alfaro, a la sazón dictador en Ecuador. Este último debía leerlo y contestarlo, y la contestación debía ser llevada por el propio Durán Jiménez a Perú y entregada en manos de Leguía.
Pero al llegar a Quito el 7 de junio, después de algunos retrasos, en lugar de realizar su encomienda enseguida, Durán se dirigió a El Quinche, pues se había encontrado con algunos paisanos, y decidió enfilar con ellos hacia su lugar natal y visitar a su mamá, que vivía allí. En el camino, se detuvieron en un cortijo denominado Puruanta, y se dedicaron a tomar guarapo y aguardiente. Fue cuando Durán se sintió muy mal, intoxicado. Socorrido por sus amigos, al llegar a El Quinche, cayó inconsciente. Era el 8 de junio.
Su madre, angustiada al darse cuenta que su hijo estaba grave, llamó al párroco de El Quinche, el Padre Félix Granja, quien acudió a ofrecerle el Sacramento de la Confesión, pero Durán se negó a confesarse diciendo:
“No puedo hacerlo porque soy masón”.El buen Padre se dirigió entonces a la Iglesia, y oró a Nuestra Señora de El Quinche, por la conversión de Durán. Al regresar, Durán se confesó… pero también hizo algo más: puso en manos del Padre Granja el tubo metálico sellado enviado por el Presidente Leguía del Perú, diciéndole:
“Si yo muero, haga Ud. el favor de hacer llegar esto a manos del Sr. Presidente Alfaro; si no muero, devuélvamelo, para que yo lo haga por mis propias manos”.Durán murió esa misma noche, aunque su muerte fue reportada y consta en los registros eclesiásticos el 9 de junio. El Padre Granja se vio enfrentado a una difícil decisión. Tenía en sus manos un despacho secreto del Presidente de Perú para el Presidente de Ecuador, en momentos en que los ejércitos peruano y ecuatoriano estaban enfrentados en la frontera, a punto de guerra. El Padre decidió abrir el tubo metálico.
El tubo contenía varios pliegos de papel escritos, sellados con lacre. El Padre Granja rompió el lacre y se encontró con un texto lleno de signos masónicos: “.·. Hermano Alfaro.·.”. El contenido decía literalmente:
“Protocolo entre Augusto Leguía Presidente del Perú y Eloy Alfaro Presidente de Ecuador:Cuando el Padre Granja terminó de leer el infame Protocolo, ensilló rápidamente su caballo y partió hacia Quito, llevando consigo el documento. Pidió entrevista urgente con el Arzobispo Federico González Suárez, puso en sus manos los pliegos, y le pidió que los leyera.
Artículo 1º. Se hará un simulacro de guerra entre Perú y Ecuador.
Artículo 2º. A fin de que sean más impresionantes los motivos de la guerra, los respectivos gobiernos provocarán mítines violentos en que las turbas ataquen la Legación Ecuatoriana de Lima, y viceversa la Legación Peruana en Quito.
Artículo 3º. El Ecuador movilizará su ejército a la frontera tanto en la provincia de Loja como la de El Oro. Sus jefes han de ser de absoluta confianza del Presidente Alfaro.
Artículo 4º. Se trabarán combates, y el ejército ecuatoriano, siempre derrotado, irá retrocediendo hasta replegarse en Quito.
Artículo 5º. El ejército peruano entrará y se apoderará de la Capital ecuatoriana.
Artículo 6º. El Perú, a título de indemnización de gastos de guerra, exigirá la ocupación y propiedad de toda la Región Oriental, cuyo tope sería la cordillera.
Artículo 7º. Se reunirá una Convención ad hoc, la cual aprobará el traspaso de todos esos territorios a la nación peruana.
Artículo 8º. En cambio el Gobierno del Perú depositará en el Banco de Londres la cantidad de veinticinco millones de soles a órdenes del Gobierno de Alfaro.”
El Arzobispo le pidió explicaciones de cómo ese documento había llegado a sus manos, y el Padre Granja le contó de la muerte de Durán, de cómo no había querido confesarse, y de cómo, luego de su oración en la Iglesia de El Quinche, había accedido a confesarse y le había entregado el documento.
La reacción del Arzobispo fue de gran indignación. Se dio una palmada en la frente y exclamó:
“¡El viejo Alfaro me ha engañado y la Virgen del Quinche ha salvado al Ecuador!”Sus enojadas palabras deben comprenderse en el marco de la actitud conciliadora que el Arzobispo había mantenido hacia Alfaro, quien lo tenía convencido de la necesidad de una guerra para defender el territorio nacional, a tal punto, que hacía poco tiempo había pronunciado su famosa arenga:
“¡Si el Ecuador ha de desaparecer, desaparezca, pero al aire libre y con el arma al brazo, y no enredado entre los hilos de la diplomacia extranjera!”El Padre Granja volvió a su parroquia. Monseñor González Suárez se quedó con los documentos y escribió una nota urgente a Alfaro, que decía:
“Dios ha querido que caiga en mis manos el protocolo que impone una guerra sangrienta con derrota del Ecuador y la cesión de todo el Oriente al Perú por veinticinco millones de soles. ¡Ay de usted, si usted no suprime de inmediato esta guerra! Si Ud. no lo hace, publico este nefando documento, y entonces ¡ay de usted!”.Si el impúdico Protocolo hubiera sido hecho público, el pueblo y los soldados seguramente habrían linchado a Alfaro ese mismo día.
Al día siguiente de haber recibido la nota de Monseñor, Alfaro dio a los ecuatorianos la buena noticia de que “los agentes Diplomáticos habían conseguido la paz con Perú”. Al mismo tiempo, ordenó la retirada de las tropas ecuatorianas de la frontera y, para informar al Perú del fracaso de la negociación, envió al alfarista Roberto Andrade –uno de los asesinos de García Moreno- a la Embajada de Perú. Posteriormente las tropas peruanas fueron también retiradas.
Como información adicional consignamos que, perdidos los 25 millones de soles, Alfaro ideó una nueva forma de conseguir dinero: el arriendo del Archipiélago de Galápagos a Estados Unidos, por 99 años, al precio de 15 millones de dólares. Sin embargo, el negocio debía ser aprobado por el Congreso y por la Junta Patriótica Nacional, entonces presidida por un liberal, el Dr. Luis Felipe Borja.
Hacemos un paréntesis aquí para explicar que entonces los liberales en Ecuador se hallaban divididos en dos grupos antagónicos: 1. la facción aficionada al polvorín y 2. un grupo más intelectual y poco levantisco. Alfaro pertenecía a los primeros, Borja, a los segundos. En una carta a su hijo, fechada el 28 de marzo de 1908, Borja había llamado a Alfaro: “asno con hidrofobia” e “imbécil carca* bueno para pastor de cabras”.
El Dr. Borja impugnó el alquiler de las Galápagos, aduciendo que quince millones era demasiado poco dinero y que 99 años equivaldrían a la pérdida permanente del archipiélago. Alfaro, el dictador, tuvo que desistir, y el territorio ecuatoriano, una vez más, se salvó de ser cercenado.
* ‘carca’ del quechua ‘karka’ que significa ‘mugre, suciedad del cuerpo’.
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