No podría estar más de acuerdo en esto. Y sin ir tan lejos, yo creo que esta falta de nexos naturales entre los países que componen la Francofonía a nivel global, me parece aplicable a la misma “Francoamérica”. En esto hay un paralelo notable con la Anglofonía y la Angloamérica. En cualquier caso, el Caribe Francés es más ajeno a Quebec que las respectivas “contrapartes caribeñas” de las Américas española e inglesa (y aquí cabría señalar que aunque sí exista una cierta historia compartida en una Angloamérica compuesta por Norteamérica y las Antillas de habla inglesa, estas se hallan muy lejos emular la extraordinaria continuidad entre la parte continental e insular del mundo hispanoamericano). La solución a este dilema fue la Luisiana; así lo vio Lasalle al promover su ocupación ante la timorata corte de Versalles. Desempeñando ese papel análogo de “bisagra”, la Luisiana fue una Tierra Firme en ciernes.En el mundo francófono no existe nada que se pueda comparar a la Hispanidad. Se habla de la Francofonía, y aunque se realizan actividades culturales conjuntas e incluso una especie de olimpiadas, no existe un nexo natural entre los países
No obstante, hay más puntos de contacto con Hispanoamérica de los que resaltan a simple vista. Los hay a nivel local por razones fronterizas, e incluso a pesar de la discontinuidad geográfica. A pesar de haber sido arrebatado a España por los filibusteros-paracaidistas franceses, Haiti no es ajeno a la evolución colonial y post-colonial de la parte española de la isla. Haiti es más que “un vecino incomodo” de la República Dominicana y dentro de sus fronteras, se mantiene una notoria influencia de la lengua española y la cultura hispánica. Por esta simple razón, no es lícito “divorciarlo” de aquello a lo que quiera denominarse la América Latina (como si fuera algo tan distante culturalmente como la América anglosajona) o bien, de Hispanoamérica. En cuanto a Quebec –y a “la diáspora” francocanadiense-, los paralelos van más allá de una vaga afinidad lingüística con el mundo hispano. La evolución de la sociedad francocanadiense en su conjunto presenta numerosos paralelos con la de muchos países latinoamericanos de la misma época. Sería más lícito ver a Quebec dentro del mundo anglosajón como una nación cautiva; lo análogo a la situación de Puerto Rico –hispana, le pese a quien le pese. Cualquier afinidad con el mundo anglosajón es superficial y obedece a meras coyunturas. En mi opinión, a la luz de las coincidencias sociológicas –entre las que subyacen el catolicismo, la interacción con los indígenas, el mestizaje inicial, la precariedad frente al pujante capitalismo anglosajón y los numerosos tropiezos del siglo XIX-, y de las afinidades lingüísticas con el mundo hispano, hay algo erróneo en tomar a todas “las naciones ibéricas (subdesarrolladas)” del continente para meterlas en un saco y tomar a Quebec para meterlo, sin más, en otro de “sociedades norteamericanas (primermundistas) de origen no ibérico”.
Marcadores