Hernandarias y la introducción de la ganadería


Lo cierto es que, con anterioridad a la llegada de los europeos a las Américas, el consumo de carne era limitado. Es verdad que existían animales domesticados, como el pavo en Mesoamérica o los camélidos en la zona andina, pero la domesticación de la fauna en la América precolombina jamás alcanzó el desarrollo que había tenido en el Viejo Mundo desde tiempos del Neolítico en la Medialuna Fértil.


Incluso algunos antropólogos de renombre como Marvin Harris (ciertamente anti-hispanista) han intentado justificar el atraso americano como consecuencia de la escasez de animales domesticables, lo que condujo a estos pueblos a focalizarse en el desarrollo agrícola, así como en la caza y la recolección (1). Los pueblos precolombinos carecían asimismo de animales de tiro como el asno, lo que dificultaba la movilización a grandes distancias (sumado al desconocimiento de la rueda) y obligaba a los naturales a cargar los enseres sobre sus espaldas.


Fue, entonces, con la llegada de los españoles a finales del siglo XV, cuando se introdujeron las bestias que constituyen el fundamento de nuestra dieta actual; entre ellos, la vaca y el cerdo. Estos animales se reprodujeron con tal magnitud, que en poco tiempo ya había mayor cantidad en el Nuevo Mundo que en la propia península. Aún más, el consumo de carne se extendió con enorme profusión, incluso entre los sectores humildes (2).

En el caso del ganado vacuno, las primeras reses llegaron a la margen occidental del Río de la Plata con la expedición de Pedro de Mendoza, que fundó Santa María del Buen Ayre en 1536. El emplazamiento fue un fracaso a causa de la escasez de recursos y de los ataques constantes de los indios, por lo que fue abandonado en 1541, aunque no en vano, pues los animales allí conducidos proliferaron en estado salvaje generando el ganado cimarrón, de vital importancia en los primeros siglos de la ciudad.


En el caso de la orilla oriental platense, las primeras piezas de ganado fueron introducidas por el asunceño Hernando Arias de Saavedra, mejor conocido como Hernandarias, donde igualmente se reprodujeron en abundancia, convirtiéndose en un aspecto fundamental para la riqueza de los países del Plata.


(1) Véase Marvin Harris, Nuestra especie.
(2) A este respecto se puede consultar La época colonial del alemán Konetzke o Árbol de odio del estadounidense Powell.









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