Dice el cliché que los Estados Unidos son una sociedad inmovilista y fanatizada, dominada por los fundamentalistas protestantes y donde el disidente es condenado al ostracismo. En claro contraste, Europa sería el paraíso del debate intelectual, el lugar en el que la libertad de expresión campa a sus anchas y se generan las ideas que hacen avanzar el mundo. Una mirada, aunque sea superficial, a la realidad, tanto norteamericana como del Viejo continente, nos convencerá de que una vez más el cliché está equivocado. De hecho es precisamente todo lo contrario.
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