Las comunicaciones en la América española
Publicado el 3 julio, 2022 por laamericaespanyola
Las comunicaciones en la América española no escaparon a las dificultades propias de su tiempo. Tanto las noticias de los sucesos europeos como de las novedades americanas se demoraban meses en llegar y, muchas veces lo hacían cuando ya eran prácticamente irrelevantes.
Hasta la segunda mitad del siglo XIX con la puesta en marcha y uso generalizado de los inventos del telégrafo, el ferrocarril y las maquinas de vapor, los medios utilizados eran el barco por mar y el caballo y el mensajero personal a pie por tierra. Ni imaginar los medios más modernos de hoy, como las redes sociales, internet, televisión, radio, aviones o automóviles, nada de lo que hoy se utiliza para la comunicación.
No hubo gran diferencia entre el siglo XV y el XVIII, pues el sistema era el mismo, por mar se utilizaban los navíos que fueron mejorando sus prestaciones y por tierra losCaminos Reales por donde el caballo era el mismo y no cambiaría sustancialmente.
En su primer viaje al llamado Nuevo Mundo, el almirante Cristóbal Colón traía consigo la primera carta de que se tiene noticias en la historia de América, que iba dirigida «AI Gran Khan» (Ojan), Rey de Reyes, o a cualquier otro príncipe soberano y la firmaban los Reyes Católicos. Dicha carta, fechada el 3 de abril de 1492, estaba custodiada por el correo Luis de Torre, judío converso e intérprete de quien se dotó la expedición de Colón. En ella los Reyes de España ofrecían su amistad a quien llamaban «amigo carísimo» y le añadían «hemos sabido que estáis de ánimo y mejor voluntad hacia nosotros y nuestro reino”. En forma inversa, el 30 de enero de 1494, Colón enviaba a España la primera carta escrita por un europeo desde el Nuevo Mundo.
Desde estas primeras cartas hasta los iniciales envíos de cédulas y provisiones reales, nombramientos, normas, etcétera, el correo se apoyaba inicialmente en la voluntariedad de los oficiales y tripulación de los navíos que hacían el viaje de ida y vuelta a través del Océano.
Sin embargo, debido a la irregularidad e inestabilidad de este servicio, muy pronto la Corona advirtió la necesidad de organizar las comunicaciones oficiales entre las Indias y la Península, para poder enviar y recibir la información pertinente entre ambas orillas del Atlántico. Por lo cual decidió establecer un monopolio con concesión privada en relación al transporte de la correspondencia entre España y las Indias, que no sólo abarcaría a las comunicaciones marítimas entre ambos continentes, sino también a las terrestres entre los dominios americanos. Así se creó el oficio de Correo Mayor de las Indias en 1514 a través de una Real Cédula (Real Provisión de 14-V-1514) que promulgó la Reina Juana I, por mandato de su padre Fernando el Católico quien por entonces era regente del reino por incapacidad de su hija. El título de Primer Correo de Indias recayó enLorenzo Galíndez de Carvajal. Hasta entonces, la correspondencia entre las Indias y la Península había sido controlada por la Casa de la Contratación de Indias creada en Sevilla en 1503.
Mientras, la administración española que seguía de cerca a los conquistadores y sentaba con rapidez las bases de los nuevos gobiernos locales, apenas se producía la toma o fundación de una ciudad, era urgente el nombramiento de un Ayuntamiento o concejo municipal que dictara las normas y las dieran a conocer a los nuevos vecinos. Por ello, las primeras noticias de pregoneros en Nueva España se encuentran en las actas del ayuntamiento de Méjico en 1524, cuando se estableció el puesto de pregonero en la persona de Francisco González, aunque es probable que existiesen desde la instalación del primer ayuntamiento de fines de 1522.
Para mejorar el servicio de correos, en 1541 Carlos I lo liberalizó y las legislaciones aprobadas referidas al mismo, fueron incluidas en el Reglamento General de Indias, pero en la práctica, entre 1514 y 1560, la circulación de correspondencia desde y hacia América ocurrió casi en su totalidad bajo el amparo de particulares.
Por ello, a pesar de las regulaciones y desregulaciones, no había mucha confianza en este servicio y se acostumbraba sobre todo para asuntos importantes, enviar dos, tres y hasta cuatro copias de la misma carta por distintas rutas. Por mar su transporte era realizado por los llamados buques de aviso, pequeños y ligeros, que normalmente no tenían permiso para llevar pasajeros ni carga, para no obstaculizar ni retrasar los envíos.
Por tierra, existía un conjunto de maneras de hacer llegar la información, desde lospregoneros citados, hasta los códigos de las campanas, los mensajeros de a pie (una de las instituciones indígenas que sobrevivieron durante bastante tiempo) y en determinadas circunstancias las coplas, los romances y hasta los pasquines, lograban relevancia.
Desde el siglo XVI, las denominaciones de «mensajero», «conductor» y «mandadero» se utilizaban como sinónimos para referirse en general, a quienes participaban en los procesos de distribución de la correspondencia.
En el Nuevo Mundo, parte de la infraestructura de circulación prehispánica fue aprovechada gracias a que los indígenas tenían un sofisticado sistema de relevos y así en un mismo día les era posible recorrer hasta un máximo de cien leguas. Para mayor precisión, un paynani(pies ligeros) en Nueva España estaba entrenado para correr cuatro o cinco leguas (una legua=de 4 a 5 km) en una hora.
En el Virreinato de Nueva España y en la Audiencia de Guatemala los portadores de correos nativos fueron reconocidos como «indios correos». En el virreinato del Perú, en varios territorios andinos se usó la palabra quechua «chasqui» para referirse concretamente a los indios que desempeñaban las mismas funciones.
Por contrapartida, desde el siglo XVI en toda América quedó establecido que los indios mensajeros estuvieran excluidos de servicios personales o trabajar en las mitas. Ya en 1580 Felipe II emitió una Real Cédula para que todos los indios correos fueran bien remunerados, tratados y eximidos de una doble carga tributaria (Consejo de Indias 1681: lib. III, t. vii, ley XXI). Con el tiempo aparecieron algunas disposiciones particulares donde quedó explícitamente prohibido que los españoles (ni ninguna otra casta) obligaran a los indios a ejercer servicios de mensajería.
Las “cartas a mano” remitidas con amigos, socios, criados o personas de confianza fueron una estrategia muy útil para suplir las limitaciones de cobertura de los canales oficiales. El apelar a mensajeros particulares no fue una práctica ilegal, salvo en casos muy concretos en los que se trataba de información protegida o que estuviera explícitamente bajo la jurisdicción de agentes específicos como los Correos Mayores. En los barcos dedicados a transportar mercancías y correo, además, los pasajeros y marineros movilizaban diversas cantidades de correspondencia. Cartapacios de cartas, billetes informales y otros artefactos documentales circularon en los depósitos de los navíos. Las inspecciones e inventarios efectuados en naufragios o ataques en ultramar permiten ver que era frecuente el transporte de correos, incluso en las valijas más modestas.
Hubo algunas noticias especialmente importantes que merecieron ser objeto de relatos oficiales ya fuera por el espanto que provocaron o por el alborozo desatado al conocerla. Fue el caso del terrible terremoto de Guatemala, en 1541, donde murió ahogada Beatriz de la Cueva, la viuda del Adelantado Pedro de Alvarado, o la derrota y captura del corsario Richard Hawkins en el Perú (2 de julio de 1594). Ambas fueron redactadas, compuestas por tipógrafos, impresas y vendidas en Méjico y Lima, en una época en que el Santo Oficio y las autoridades reales vigilaban de manera severísima lo que se vendía impreso. Pero es que fueron noticias tan sensacionales que rebasaron los controles para convertirse en las primeras piezas periodísticas del Nuevo Mundo.
En general en aquella época la distribución de la correspondencia por tierra se hacía a caballo. Los carteros podían recorrer unos 170 kilómetros al día con la ayuda de los equinos.
En el Virreinato de Nueva España hubo alternancia entre los correos a caballo, los correos a pie, e incluso los que circulaban en mula. Las condiciones del territorio novohispano, agrestes y variables como muchas otras en el Nuevo Mundo, no siempre permitían emplear equinos para los desplazamientos de mercancía ligera y correspondencia. Los valles y los terrenos planos si favorecían este tipo de tecnología fundamentada en equinos. En un día, por lo general se estimaba que un conductor de correos novohispano podía recorrer 20 leguas a caballo. Ciertos circuitos como el existente entre México-Veracruz o algunos trayectos del Camino de Tierra Adentro, eran propicios para el uso del caballo pero no sucedía lo mismo en Chiapas y Guatemala, donde el territorio era bastante boscoso y montañoso.
Chasqui de Patagones
En los virreinatos del Perú y del Río de la Plata, los correos a caballo entre Lima y Cuzco tardaban 12 días y entre Potosí y Lima 28 días, aunque en general en el Perú la mayoría de los correos se realizaban en mula. Entre Buenos Aires y Santiago de Chile estos correos lo hacían en 20 días y entre Buenos Aires y Lima 50 días por jornadas de relevos de ocho en ocho leguas, a razón de 30 leguas diarias. Entre Bogotá y Cartagena de Indias, en un recorrido que representaba unas 300 leguas podía realizarse en veinte días o un mes.
Chasqui del Río de la Plata
La distancia que separaba Buenos Aires de Lima era de 4.000 km aproximadamente, a la que aplicada por entonces 4 km por legua de posta resultaban 1.000 leguas. Marchando en un solo caballo, la distancia promedio que podía recorrer un jinete era de 8 leguas por día. Esto significa que para ir de Buenos Aires a Lima a caballo se necesitaban 4 meses. Sin embargo, en la práctica el viaje a Lima de un chasquia caballo del servicio de correos se podía hacer en un plazo promedio de entre 30 y 50 días. Este tiempo extraordinario para la época sólo se pudo lograr por la existencia del Camino Real y un sistema de relevos.
En otras dimensiones, el trayecto entre algunas ciudades americanas y Sevilla o Madrid podía llegar a implicar el tránsito de 12.000 kilómetros actuales, combinando diversas estrategias de locomoción. En poco menos de 3 meses era posible realizar el recorrido entre el puerto de Paita en el Pacífico y Sevilla (contando las escalas). En el caso de Potosí, era necesaria la participación de varios Correos Mayores, mensajeros y agentes que ofrecían la posibilidad de realizar al menos 3 travesías por tierra y 2 por mar.
Durante los siglos XVI y XVII, los ‘Correos Mayores’ coordinaron la recepción y el despacho del correo en varios lugares del imperio, mediante concesiones entregadas a diferentes particulares para gestionar la distribución de información en jurisdicciones determinadas.
[COLOR=var(--wp--preset--color--black) !important]En 1579 se adjudicó la primera concesión de Correo Mayor en la Nueva España, que se otorgó a Martín de Olivares y al comenzar el siglo XVII, en 1602, el presidente de la Real Audiencia de Guatemala, Alanzo Criado de Castilla, nombró “Correo Mayorde Guatemala y sus Provincias”, a Manuel de Esteves. Inicialmente esta jurisdicción del servicio de correos comprendió Chiapas, San Salvador, Veracruz y la Costa Sur de Guatemala. El primerCorreo Mayor del virreinato del Perú fue concedido a Diego de Carvajal y Dávila en 1582.
En América perduraron los tres grandes cargos de Correo Mayor: Nueva España, Guatemala y el Perú. Estos, a su vez, contaban con una serie de lugartenientes que alquilaban los cargos. En Nueva España, ciudades como Veracruz, Puebla, Oaxaca y Acapulco contaron con lugarteniente de correos, casi de manera ininterrumpida durante todo el periodo hispánico. Existieron numerosos lugares donde no hubo ni siquiera lugartenientes de Correo Mayor, por lo que allí la cobertura la completaban las principales autoridades reales de cada lugar y varios particulares. Estas circunstancias favorecieron que los indios realizaran una gran cantidad de servicios esporádicos, en parte para atender la demanda que no suplían los canales oficiales.
Las funciones de los Correos Mayores eran tres: 1. Seleccionar los mensajeros; 2. Garantizar la distribución frecuente de correspondencia oficial y particular que circulara por las vías autorizadas por el gobierno y; 3. Entregar o recibir el correo de los receptores o remisores, según el caso.[
Gobernadores, corregidores, alcaldes e incluso algunas autoridades ligadas a la Real Hacienda eran quienes distribuían las correspondencias cuando no había Correo Mayor. Este esquema excepcional se extendió por toda las Indias, incluso por Filipinas.
Desde el punto de vista de los medios escritos, la instalación de diversos talleres de impresión en la Nueva España, se prestó a la circulación de hojas volantes, la primera de ellas el “Mercurio Volante”, editado en 1693, que contenía noticias de carácter histórico y científico.
En enero de 1722, Juan Ignacio de Castorena fundaba “La Gaceta de México y noticias de Nueva España”, considerado como el primer periódico de México. Se publicaba información de carácter religioso, oficial, comercial, social, minero y marítimo.
En el Perú, la activa circulación de la noticia comenzó a expresarse en forma de periódico en el siglo XVIII, cuando apareció la Gaceta de Lima en 1715 como noticiero mensual de Europa y América y dependiente del Diario y las Noticias de Europa. Posteriormente se independizó en 1743 como informativo del virreinato del Perú hasta su cierre en 1793. Antes hubo Relaciones, Noticieros, la Gaceta de Madrid reimpresa en Lima para un público lector que no superaba el número de doscientos. Ésta fue la suma de suscriptores que alcanzaron en su mejor época el Diario de Lima y el Mercurio Peruano en 1790 y 1791, respectivamente.
Desde 1717, la Corona se planteó la posibilidad de transformar la manera de administrar el correo en América, pero no tuvo capacidad material ni económica para llevar a cabo una reforma estructural y no fue hasta 1764, cuando en América, los canales oficiales de comunicación quedaron definitivamente a cargo de los administradores de correos. Por sus servicios de supervisión y vigilancia, los administradores recibían una compensación anual y un fuero jurídico especial.
En el mar, el tráfico de información entre los virreinatos de Nueva España y Perú y la capital de España siempre fue lento, difícil y de alto riesgo. Más aún, era constantemente interrumpido y se encontraba saturado, haciendo que cada flota y cada embarcación que llegaba a las costas hispanas portara relaciones, cartas, reclamos, sentencias e informes para las autoridades.
Entre 1561 y 1573, los buques de aviso navegaban en convoy con flotas, galeones y armadas, retornando al puerto de origen con noticias de las llegadas y llevando de vuelta la correspondencia de los territorios americanos.
Después de 1573 los navíos de aviso eran despachados a la Península por los generales de las flotas después de haber avisado al virrey y un mes después de su llegada en el caso de Nueva España o veinte días en el caso de Tierra Firme. En 1647 se establecía que los virreyes no despacharían buques de aviso sino por grave motivo.
En esos navíos llegaban también las cartas de particulares, así que finalmente marinos y pasajeros eran portadores de novedades las cuales, según su envergadura, se difundían con la rapidez y extensión del rumor. En Sevilla se imprimían cada día Relaciones de Sucesos que colmaban de información a los curiosos; los palacios reales rebosaban de datos de las autoridades americanas; la Casa de Contratación de Sevilla guardaba la documentación después de ser conocida por la burocracia. Quizá pudiera decirse que los españoles peninsulares estaban mal informados debido a las deficiencias propias de la época; pero no estaban cortos de noticias. Todas los incidentes que nos cuenta la historia fueron conocidos en su tiempo, aunque con otra velocidad.
Igual sucedía en América y especialmente en el Perú, que estaba realmente lejos de Sevilla, Cádiz y Madrid, que eran los centros de las principales fuentes de noticias de la época. A Lima llegaban pocos barcos pero siempre con novedades que mantenían informadas a las autoridades, aunque con el retraso correspondiente. Bastaban entonces en el siglo XVI los pregoneros, que con voz recia gritaban «Bandos y noticias importantes en la Plaza Mayor». Y cuando lo hacían en domingo a la salida de Misa, podía darse por descontado que lo sabía “todo Lima"».
Durante el periodo que España y Portugal estuvieron unidas, se ampliaron los canales de recepción y remisión de correspondencia indiana. Muchas cartas sobre América fueron recibidas, leídas, escritas y distribuidas desde lugares como Lisboa. La particularidad de este periodo estuvo en la tolerancia que hubo para enviar correspondencia desde y hacia los puertos portugueses (y no solo andaluces).
En 1618 el Consulado de Sevilla se hacía responsable del despacho y sostenimiento económico de los navíos de aviso. En 1628 se enviaban cuatro buques de aviso a América, dos de ellos un mes después de la llegada de las flotas y los otros dos según las ordenes reales.
Desde 1718 se despachaban desde Cádiz cada año ocho navíos de avisos, cuatro para cada virreinato: dos a primeros de enero, dos a finales de marzo, dos a mediados de junio y dos a principios de noviembre. Los del Perú iban directamente a Cartagena de Indias, donde despachaban el correo y recogían el de Sudamérica con destino hacia Nueva España y la Península. Los de Nueva España se dirigían a Veracruz y recogían la correspondencia del virreinato. Ambos se dirigían a La Habana desde donde partían de regreso a Sevilla.
A mediados del siglo XVIII, la Corona española tenía un gran interés en establecer un correo regular con América. La necesidad de una comunicación rápida con las Indias, el mal funcionamiento de los navíos de aviso y los ingresos que podrían suponer para las arcas de la Corona fueron algunos de los motivos que la llevó a impulsar este servicio. Para ello, el rey Carlos III nombró a Pablo Jerónimo Grimaldi, primer Secretario de Estado y Superintendente General de la Real Renta de Correos y le encargó, con el asesoramiento de Pedro Rodríguez de Camponames el diseño de este servicio.
Los Correos Marítimos se crearon finalmente por una Real Cédula otorgada en 6 de agosto del año 1764 por el rey Carlos III, y poco después, el 24 de agosto del mismo año, se estableció el reglamento por el que debían regirse. Su propósito era llevar de manera regular la correspondencia generada en la Península, con especial atención a la diplomática y militar, por medio de unos paquebotes que saldrían mensualmente desde el puerto de La Coruña, hasta el de La Habana, con escalas previas en San Juan de Puerto de Rico y Santo Domingo. Desde La Habana, donde residía el Administrador Principal de la Renta de Correos, se enviaban barcos menores que recogían la correspondencia en Veracruz, Tierra Firme y Perú. Muy poco tiempo después, desde el 5 de diciembre de 1767, se estableció una segunda tanda de paquebotes, con salidas desde La Coruña cada tres meses, con destino a Montevideo y Buenos Aires, que complementaba a la línea principal de La Habana cubriendo el Sur americano.
Tras el intento por parte de Fernando VI de incorporar el correo de Indias a la Corona y el rechazo del Correo Mayor de América, Carlos III lograba la integración de los Correos Mayores de Nueva España (1765), Guatemala (1767) y Cuba (1769), negociado la incorporación de la concesión al r (1764-1768) y unificando los Correos Marítimos y los Correos de Tierra (1-7-1769).
El antiguo sistema de correos, funcionó durante 250 años, desde que la reina doña Juana concedió el título de Primer Correo de Indias a Lorenzo Galíndez de Carvajal y aún se mantuvo vigente en los primeros años de actividad de los recién establecidos Correos Marítimos, pero pasó a mejor vida cuando el oficio de Correo Mayorse incorporó definitivamente a la Corona (13-X-1768). Fue una idea de gran calado, modernizando junto con otras disposiciones el monopolio del comercio con América que tenían las ciudades de Sevilla y Cádiz, permitiendo que también los puertos de Barcelona, Málaga, Santander y La Coruña pudieran establecer líneas comerciales.
Desde 1771 se incrementó el número de viajes, sumando a los ya establecidos, uno cada dos meses. Ese mismo año se decidió que el tipo de buque ideal para realizar el servicio de correo marítimo regular entre España y América era la fragata de tres palos. Estos eran buques cuya construcción venía del siglo XVII. Las mejores fragatas del siglo XVIII eran las españoles y francesas. Tenían que ser buques robustos para poder aguantar un combate y al mismo tiempo veloces en todo tipo de tiempos y mares, ya que se usaban para proteger a los convoyes y perseguir a los corsarios. No iban muy armadas, llevando entre 24 y 28 cañones en una sola batería.
Fragata La Princesa. Sello editado por la Administración Nacional de Correos de Uruguay, para conmemorar el 200 aniversario del primer correo ultramarino Montevideo-La Coruña-Montevideo.
Las primeras fragatas españolas dedicadas a este servicio fueron: La Princesa, Príncipe, Cortés, Pizarro, Rei, Magallanes, Colón, Quirós , Grimaldi y Patagón. Todas ellas salían el 1 de cada mes de Coruña con destino a La Habana durante los años 1764-1796. En 1767 se abría la línea de La Coruña-Buenos Aires, la cual se mantuvo también con regularidad hasta 1796.
Oficialmente se las consideraba buques de guerra, aunque muchas veces en tiempos de paz el número de cañones se reducía para ganar velocidad y capacidad de carga. Además en caso de ataque, las órdenes eran evitar el combate a toda costa para proteger el correo y la carga (eran buques adaptados para sus funciones comerciales más que militares). La tripulación era de 35 a 45 hombres, y a partir de 1775 se requirió la presencia de un capellán a bordo ya que de no ser así, los pasajeros se negaban a realizar tan largas travesías.
En 1776 se creaba la Real y Suprema Junta de Correos y Postas de España y de las Indias, integrada por el Superintendente, los Directores Generales y cuatro ministros togados pertenecientes a los Consejos de Castilla, Hacienda, Indias y Guerra.
El 26 de enero 1777 Carlos III creó la Real Ordenanza del Correo Marítimo, un verdadero cuerpo de ley que reunió las distintas leyes, ordenanzas y normativas creadas a lo largo del tiempo.
En esta ordenanza se regulaba y organizaba todo el funcionamiento del correo marítimo así como de los buques que lo transportaban, el nombramiento de cargos y cualquier aspecto del mismo. Los buques de aviso ahora partirían desde el puerto de La Coruña con destino a La Habana y Nueva España y cada dos meses los días 15 partían en dirección Buenos Aires y Lima.
Los tiempos de navegación de los Correos marítimos eran largos todavía a finales del XVIII, así en el año de 1790 entre La Habana y San Agustín en la Florida la media era de 18 días en goletas o balandras, con un mínimo de 8 días y un máximo de 30 días por las frecuentes adversidades climatológicas. No lo mejoraban mucho las fragatas para las travesías oceánicas: entre Cádiz y Montevideo se tardaba de media 65 días, entre Cádiz y Buenos Aires 68 días y entre La Coruña y Montevideo 65 días. Cruzando el estrecho de Magallanes al otro lado del Nuevo Mundo, entre Cádiz y Valparaíso se tardaba de media 153 días. En la costa del Pacífico desde Valparaíso a El Callao el viaje oscilaba entre 25 y 30 días.
Al tiempo de la instauración del Correo Marítimo poco o nada se dejó a la improvisación y hubiese sido un servicio de calidad inmejorable de no haber mediado las guerras contra Francia e Inglaterra, que condujeron a que los barcos y tripulaciones que lo desarrollaban se viesen obligados a integrarse en la Real Armada en el año 1802.
Modelo de las Armas Reales abreviadas, que figuran en la Real Ordenanza del Correo Marítimo, de 1777.
Tanto los correos de a pie como los de a caballo, en las administraciones o caxas, y en los buques empleados por la Real Renta de Correos para el transporte de la correspondencia, se llevaban las Armas Reales bien visibles.
Todo el peso del sistema de Correos marítimos gravitó sobre dos pilares fundamentales: el cuerpo administrativo y la marina. El primero se servía de varios funcionarios y establecimientos constituidos en los territorios bajo dominio de la corona española, destacando sobre los demás el de la capital (Madrid) y los situados en los puertos principales (La Coruña, La Habana y Montevideo). Su máximo responsable fue el Superintendente General de Correos y Postas, cargo que ocupó el marqués de Grimaldi, a la sazón Primer Secretario de Estado y la persona que había dado forma a todo el proyecto.
La enorme distancia que existía entre los núcleos productores de información y la complejidad del tránsito intercontinental, entre otras circunstancias, hicieron de la comunicación con y en América una experiencia única dentro del mundo moderno.
http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtua...da_parte_1.htm
http://hispanismo.org/historia-y-antropologia/18516-correos-maritimos-espanoles-1514-1884-a.html
Los navíos de aviso y los correos marítimos a Indias (1492-1898). José María Vallejo García Hevia. Facultad de Derecho. Universidad Complutense de Madrid. 1998.[
Sociedade Filatélica e Numismática Guardesa: Los Correos Marítimos (1764-1802)
Los inicios de la Renta de Correos en América (!764-1769). Sociedad Filatélica de Madrid. 24 septiembre 2018
El Correo Mayor de las Indias en Sevillla. Rocío Moreno Cabanillas
El Correo Mayor de Indias. Historia del Nuevo Mundo.
De los ‘chasquis’ de Nueva España: la participación de los indios en la movilización de correo y la reforma del aparato postal novohispano (1764-1780). Nelson Fernando González Martínez École des Hautes Études en Sciences Sociales (ehess), París, Francia
Alfil. El Diario para leer. Como funcionaban las postas coloniales (Primera Parte). Victor Ramés.
De los navíos de aviso a los correos marítimos (siglos XVI-XVIII)
El Correo en el Perú. Reseña historica editada por iniciativa del Mininisterio de Gobierno con motivo del IV centenario de la fundacion de lima. Imprenta La Confinza. Camana 227. Lima-Peru. 1935
https://laamericaespanyola.wordpress...-buenos-aires/
https://osvaldoproduccion.wixsite.co...a-de-la-prensa
https://journals.openedition.org/nuevomundo/71527
https://laamericaespanyola.wordpress...rica-espanola/
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