Las Misiones Jesuíticas de la Provincia de Misiones
Graciela C.G. de Kuna

Esta enorme obra humana, el desarrollo territorial que sustentó el proyecto de renovación conceptual: el mundo jesuítico-guarani dio lugar, en el actual territorio de la provincia de Misiones, a una interrelación particular entre el espacio físico y el espacio construido.

El primero con su dinámica, diversidad, ambientes y recursos y el segundo con las actividades, funciones, asentamientos humanos, relaciones e intercambio. Así cuando el espacio físico esboza una caracterización propia en cuanto a su ambiente y recursos, el espacio construido con algunas variantes, nos remite a las formas del planteo tradicional del rectángulo de piedra ya conocido.

Tomemos como ejemplo la misión de Santos Mártires del Japón , en actual territorio misionero. Su máxima riqueza en cuanto a diversidad resulta del ambiente de topografía irregular y su relación con la instalación, en forma definitiva (1704) de la misión jesuítico-guarani de Santos Mártires del Japón, en la hemisierra que domina visual y espacialmente el territorio circundante desde un panóptico situado a 297 m.s.n.m. y las adaptaciones topográficas a que dieron lugar las dificultades de ese territorio.

Las hipótesis que se abren acerca de la razón por la cual se elige este lugar escarpado, abrupto, inhóspito y empinado habría que buscarlas posiblemente en cuestiones de índole defensiva como ha ocurrido a lo largo de la historia en los períodos en que la incertidumbre y la inseguridad predominaron. Chueca Goitía nos asiste en relación con ésto cuando afirma que: En su aspecto físico, la ciudad medieval (...) por sus necesidades (...) se sitúa en lugares difícilmente expugnables: colinas o sitios abruptos....

Siguiendo con nuestra hipótesis podríamos pensar entonces, en cuanto a su establecimiento en un punto de dominación con respecto a su entorno, que la ubicación del espacio construido más importante de esta misión jesuítica, responde a una implantación medieval, contrastando con ello el aspecto morfológico de ese emplazamiento que siguiendo el orden establecido, plantea una organización urbana de índole barroca, con el centro de la composición ubicado en la plaza representando la inserción en las ideas barrocas de participación y persuasión de la trascendencia de la vida y en su ordenamiento terreno, en base al plan de Dios, respaldada por el núcleo edilicio (principal) constituido por el templo, colegio y cementerio(Gutiérrez, Ramón). Adjuntamos para ello una zonificación del rectángulo construido, centro de la misión, pero no por ello dejaremos de lado la impronta territorial de la cual este espacio era el centro operativo.

La cuestión territorial, cuyo dominio se debía a asuntos de diversa índole, pero básicamente defensa y abastecimiento. De acuerdo a los inventarios posteriores a la expulsión de los jesuitas (1768), cuyos originales obran en el Archivo General de la Nación Argentina, la misión de Santos Mártires del Japón contaba con las siguientes estancias, puestos y capillas de puestos o estancias:
Estancias
• San Jerónimo
• Santa María
• San Juan
• San Gabriel
• San Francisco
• San Miguel

Puestos

• San Juan
• San Pedro
• San Francisco
• San Ignacio

Capillas de Puestos
• San Roque
• San José
• San Isidro
• San Antonio

De estas estancias, la más próxima al pueblo era la de San Juan, situada a 4 leguas de Santos Mártires del Japón y que debido a esto, servía de apoyo inmediato. En su proximidad hay actualmente un cementerio que da cuenta de la reutilización de los sillares en la construcción de tumbas y monumentos fúnebres de pequeño porte. ¿Es patrimonio menor, el nuevo cementerio? El dueño del terreno nos informó en esa ocasión sobre una historia que narran los pobladores locales referida al hallazgo de una campana de oro (sic) que era tan grande que él sólo no la podía portar y cuando volvió con más gente, no pudo encontrar el lugar donde la había encontrado originariamente. O aquel arcón lleno de oro que cuando lo quisieron sacar del tajamar se cortó la cadena y se hundió irremediablemente. Los cuentos, mitos y leyendas que nos refieren las gentes del lugar, ¿son patrimonio? La relación de la piedra con la naturaleza: las aves, los monos, la canela, el lapacho, ¿son bienes patrimoniales? Las peculiares formas constructivas de las chacras serranas de los alrededores, con sus tejuelas de madera y en los paramentos verticales enramada entrelazada y unida con estiércol, sin imposiciones estéticas más allá que las meramente funcionales y la neta utilización de la naturaleza circundante como ornamentación, ¿son patrimonio? Las respuestas a estas preguntas están en nosotros mismos.

El patrimonio en lo regional es como en las familias: el conjunto de bienes que recibimos en herencia y debemos transmitir a las próximas generaciones por lo menos en iguales condiciones. El cuidarlos es una responsabilidad ineludible de nuestro tiempo, su tutela y acrecentamiento también y cómo evaluamos los bienes que incorporamos nos hace preguntar sobre nuestra propia construcción como individuos y grupo social.
Patrimonio tangible e intangible, vernáculo u oficial, subacuático o natural… Son nuestro legado y por serlo, nos ayudan a reconocernos como una comunidad local diferenciada y a la vez inserta en la globalidad de nuestro tiempo actual.

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