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Tema: Francisco Solano Lopez y el Paraguay

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  1. #1
    Avatar de Mendocino
    Mendocino está desconectado Miembro graduado
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    Respuesta: Francisco Solano Lopez y el Paraguay

    Hola amigos como andan??
    Si puede ser como dice Josefo, que al ser un prócer para los paraguayos, lo "usen" variopintos sectores para quedar bien.. Es muy triste ver en nuestro país lo que hacen con San Martín... Si no le inventan de que era masón, lujurioso, drogadicto o cosas así, (que lo dicen los que siempre atacan) están los otros como los K que quieren hacerse pasar como emuladores de las grandes Gestas, y si resucitara San Martín, lo primero que haría con sus granaderos sería cargarse a ese par de Krapulas...

    Ordóñez, yo tampoco conocía esa versión y la verdad que me ha dejado asombrado... No he leido ningún libro universitario sobre el tema para aconsejarte tampoco.. Pero sé que este autor escribió "Francisco Solano Lopez y las Montoneras Argentinas", (es más hace poco tiempo me he enterado de este autor, la verdad no lo conocía y no sé que tal es) y no puedo decirte más... Espero poder ayudarte en algo..

    Saludos!!

  2. #2
    Avatar de Walter E. Kurtz
    Walter E. Kurtz está desconectado Miembro graduado
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    Respuesta: Francisco Solano Lopez y el Paraguay

    Interesante artículo de Pepe Rosa que no conocía pero que está en la línea de sus escritos que, en general, recomiendo. Si bien Pepe Rosa fue un gran "contador" de la historia, no solía ser demasiado riguroso y mezcla opiniones propias con hechos históricos en forma un tanto desordenada. Sin embargo, sus "especialidades" eran el gobierno de Rosas y la Guerra del Paraguay donde difícilmente se lo pueda rebatir.

    Falta, sin embargo, en este artículo explicar las causas de la guerra que no fueron simplemente económicas (como se suele decir desde cierto marxismo), sino que se trató de una reacción ante el derrocamiento del gobierno de Uruguay de Berro por parte del general Flores mandado por un contubernio masónico de Brasil y la Argentina mitrista. López pidió permiso a Corrientes para cruzar hacia Uruguay en defensa de Berro pero Mitre se lo negó, dando origen a la invasión paraguaya que desencadenó la guerra. Guerra en la que la Argentina y Uruguay llevaron la peor parte, mientras que Brasil se dedicó a dar apoyo financiero y naval para luego quedarse con enormes territorios paraguayos. Cierto nacionalismo paraguayo acusa a la Argentina de haberse quedado con lo que hoy son las provincias de Formosa y Chaco, pero esa apreciación no es correcta ya que el límite entre la Argentina y Paraguay estaba demarcado desde mucho antes.

    Esta guerra fue muy sangrienta y terrible. Los paraguayos pelearon contra fuerzas muy superiores con una bravura notable al punto que se perdió toda una generación de varones.

    Aún "del otro lado" eran otras épocas, en la guerra pelearon los hijos de casi todos los políticos argentinos y muchos murieron ahí. Incluso teniendo la posibilidad de pagar un reemplazo (el sistema de "enganches" de extranjeros), prefirieron pelear personalmente en una causa que consideraban justa. El entonces mayor Julio A. Roca dirigió un batallón a caballo y a paso lento mientras le llovía metralla de los enormes cañones paraguayos y le disparaban los francotiradores de López.

    Tampoco habría que idealizar demasiado a López o las montoneras que surgieron en la Argentina en su apoyo, como la de López Jordán o la de Felipe Varela. Fueron tiempos terribles y los métodos, bárbaros.

  3. #3
    Avatar de Josefo
    Josefo está desconectado excalibur
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    Respuesta: Francisco Solano Lopez y el Paraguay

    Buen aporte, estimado walter.
    Muy cierto lo que dices al final sobre lo duro de esos tiempos. Le dije algo parecido al amigo Juan Vergara cuando empezamos nuestro intercambio, y el todavia me da vueltas con eso de "no sacralizar la historia profana" , je.

    Paz
    " Hoy no me pienso ahorcar " ( G.k Chesterton)

  4. #4
    pancho está desconectado Miembro graduado
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    Respuesta: Francisco Solano Lopez y el Paraguay

    Adjunto este artículo de Pacho O´Donell publicado el año pasado en "La Nación" y que considero de interés por sus puntos de vista tratándose de quien siempre tuvo una visión revisionista de la historia.





    "La guerra del Paraguay: precisar la historia

    Por Pacho O´Donnell
    Para LA NACION





    La Guerra del Paraguay (como la Conquista del Desierto de Roca) despierta pasiones que muchas veces transgreden los límites del rigor historiográfico, transformándose en un campo de liza entre mitristas y antimitristas, liberales y antiliberales, unitarios y federales. Trataremos de despejar, con la mayor objetividad reclamable, incógnitas de aquella conflagración, que se inscribe entre las más sangrientas de la historia mundial.
    Hacia 1862, y tras la enigmática batalla de Pavón, nuestro país buscaba su destino bajo las riendas de la triunfante provincia de Buenos Aires. Su líder, el general Bartolomé Mitre, tendría, ya con el cargo de presidente de la nueva nación -terminado el conflicto con la confederación provincial- la enorme responsabilidad de organizar una república. La tarea no era sencilla. En los "trece ranchos", como despectivamente algunos unitarios porteños, rebautizados liberales, denominaban a las provincias "bárbaras", las ideas del puerto eran vistas con desconfianza, dándose por sentado que la pregonada campaña "civilizatoria", sostenida en la acción del flamante ejército nacional, escondía intereses perjudiciales para las provincias.
    Está claro que el conflicto con Paraguay, contrariamente a lo que algunos afirman, fue un accidente indeseado por Mitre y los suyos, pues no sólo interrumpió y complicó la consolidación de su proyecto de organización nacional sino que lo puso en riesgo, por la impopularidad de la contienda. Es también insostenible la hipótesis de que la Guerra de la Triple Alianza fue promovida por Gran Bretaña y que los gobiernos de Argentina, Brasil y Uruguay acataron sumisamente su interés de que Paraguay se incorporara al libre comercio, y así disponer del algodón que las hilanderías industriales inglesas necesitaban, a partir de las dificultades con su habitual proveedor, Texas. Porque lo cierto es que éste había sido reemplazado, a cañonazos, por Egipto. Y las relaciones entre Brasil y Gran Bretaña estaban rotas desde que esta última bloqueara la bahía de Guanabara y apresara varios buques.
    Francisco Solano López, quien había sucedido a su padre, Carlos Antonio, en la presidencia del Paraguay, asumió una actitud agresiva como forma de superar la asfixia provocada por sus inmensos vecinos, Brasil y Argentina. Por ejemplo, erigiendo la fortaleza de Humaitá, que amenazaba con controlar la libre navegación del Paraná. En diciembre de 1864 y enero de 1865, tropas paraguayas tomaron posesión de varias fortalezas y poblaciones del Mato Grosso brasileño y, en abril de 1865, ocuparon la ciudad de Corrientes. Las acciones bélicas fueron iniciadas por López. Tanto fue así, que el secreto Tratado de la Triple Alianza se firmó recién el 1º de mayo de 1865.
    La situación política interior de Paraguay fue, y eso no aparece justamente valorado en los principales estudios sobre el conflicto, una de las principales causas de la guerra, pues López intentó, al mejor estilo de toda dictadura, una "huida hacia adelante" cuando se sintió presionado por una creciente opinión pública que reclamaba una organización constitucional, lo que hubiera significado renunciar a porciones importantes de su poder omnímodo.
    ¿Por qué ingresó la Argentina en la guerra? Lo cierto es que no tuvo otra alternativa. Sabiendo que Brasil estaba decidido a ella, lo que el futuro auguraba a nuestro país era un Paraguay ocupado por el Imperio y un Uruguay que, inevitablemente, sería devorado por tan insaciable expansionismo y, por ende, un desbalance geopolítico en la región intolerablemente desfavorable para nuestro país. Esas distintas motivaciones marcaron el espíritu bélico en ambos países: Brasil, galvanizado por la concreción de un antiguo proyecto expansionista; la Argentina, beligerante a contrapelo, obligada a serlo contra su voluntad.
    Muchos provincianos antiporteños, ansiando revancha por su derrota en la guerra civil, esperaron que el general Urquiza encabezara la reacción, soñando con otra triple alianza, esta vez entre los blancos uruguayos, las tropas federales argentinas y el Paraguay de López. Todo indica que hubo un guiño del entrerriano en ese sentido.
    Pero el arte de la guerra enseña la necesidad de debilitar al enemigo y el astuto Mitre sabía cómo conjurar a Urquiza. El imperio brasileño, su cómplice en Caseros, también conocía el punto débil del líder entrerriano. Diría un historiador brasileño: Urquiza, embora inmensamente rico, tinha pela fortuna amor inmoderado . Según José María Rosa, el jefe de la caballería imperial, general Manuel Osorio, le ofreció excesivos 13 pesos fuertes por cada uno de los 30.000 caballos que necesitaba para sus tropas. La emblemática caballería entrerriana se transformaría de un plumazo en un inofensivo grupo de jinetes desmontados. Negocio cerrado. Casi 400.000 patacones irían a las arcas del Palacio de San José.
    El apoyo popular al conflicto sólo se pudo lograr en Buenos Aires, donde sus notables se comprometieron, a tal punto de que los hijos del vicepresidente Marcos Paz y de Domingo Sarmiento perecieron en el campo de batalla. Las provincias, en cambio, consideraron que era un asunto ajeno a sus intereses. En Entre Ríos, el pendulante Urquiza convocó con engaños a algunos centenares de hombres que, advertidos de que su destino era el ejército, se sublevaron y desbandaron. Ricardo López Jordán, oficial de su máxima confianza y futuro verdugo, le escribiría: "Usted nos llama para combatir al Paraguay. Nunca, general. Ese es nuestro amigo. Llámenos para pelear a los porteños o a los brasileños. Estaremos prontos: esos son nuestros enemigos...".
    A principios de 1867 Mitre dejó el mando de las tropas aliadas al marqués de Caxias. Regresó a Buenos Aires obligado por la muerte de su vicepresidente Paz y las complejidades políticas de la sucesión presidencial. El creciente rechazo de la ciudadanía argentina al horror de la contienda, que se prolongaría a lo largo de un quinquenio, convenció al nuevo presidente, Sarmiento, de que era hora de retirarse. Una visión historiográficamente demagógica pretende consagrar a López como un héroe romántico, contrapuesto a la inhumanidad feroz de sus enemigos. Como si toda guerra no fuera inhumana y feroz y no consistiera en vencer y destruir al enemigo. Como si las hubiera humanitarias y moderadas. Lo cierto es que el Mariscal llevó la masacre de sus compatriotas más allá del límite que la lógica indicaba, por su obstinada negación a aceptar la derrota y rendirse. Su encuentro con Mitre en Yatayti Corá, el 12 de septiembre de 1866 no fue una propuesta de rendición, sino un inaceptable intento de acordar un armisticio en términos de igualdad, que le hubiera permitido consolidar sus conquistas territoriales cuando el resultado de la contienda era ya irreversible.
    No puede ni debe obviarse que su última frase, "¡Muero con la patria!", adquirió una realidad devastadora, ya que su obstinación suicida precipitó al Paraguay a una catástrofe social y demográfica: antes del inicio de la guerra, su población era de 1.300.000 personas; al final del conflicto sólo sobrevivían unas 200.000, de las que sólo 28.000 eran hombres, la mayoría niños, ancianos y extranjeros. Del poderoso ejército paraguayo de 100.000 soldados, en los últimos días sólo quedaban cuatrocientos. En la retirada, la paranoica sospecha de traiciones y conspiraciones contra su vida arrastró a López a cometer torturas, degüellos y fusilamientos de familiares, altos oficiales de su ejército y respetables asunceños que abogaban por la rendición.
    Para el imperio brasileño, que llevaría el peso de lo que restaba de la guerra y terminaría con la vida del mariscal López en Cerro Corá, el 1º de marzo de 1870, el paso siguiente fue adueñarse de los territorios en disputa y lo hizo, aprovechando su posición dominante, a espaldas del Tratado de Triple Alianza, que prohibía la negociación individual de los aliados una vez finalizada la guerra. En Buenos Aires ello provocó indignación y se llegó al riesgo de una guerra entre los ex socios, que pudo conjurar Mitre, ahora en funciones diplomáticas. La Argentina sólo obtuvo, después de difíciles negociaciones y como magro premio, el reconocimiento de sus derechos indubitables al territorio enmarcado por los ríos Pilcomayo y Bermejo: la actual provincia de Formosa.
    Años después, en una polémica decisión, se devolvieron trofeos de guerra conquistados por nuestro país, con lo que se condenó al sinsentido a los 25.000 muertos y los más de 100.000 tullidos, al gasto de nueve millones de libras esterlinas, que dejó exangües las arcas de nuestra patria, y a los miles de inmolados por la peste, importada por nuestros soldados sobrevivientes, que asoló a Buenos Aires."


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  1. 19/04/2009, 08:05

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