Es maravillosa la forma en la que el marxismo cultural estadounidense, expandiéndose por el resto de izquierdas (y derechas) del globo ha llegado a destruir la capacidad de razonamiento del individuo medio del planeta. Verdaderamente increíble la facilidad con la que se asumen pseudo-razonamientos y medidas demenciales como si tal cosa. Y una nota: si hablo de marxismo cultural estadounidense es porque el origen de las ideas que aparecen en la nota de prensa es meridianamente claro para cualquiera que lo haya estudiado: tanto los argumentos, como las medidas propuestas, como el propio lenguaje empleado son de estirpe puramente useña. Puro Berkeley cosecha del 69.
La expresión "política de la diversidad" debe resultarle fortísimamente familiar a cualquier persona del hemisferio occidental, incluidas las menos versadas en cuestiones políticas. Todos la hemos oído cientos de veces si no miles, y cada vez vamos a escucharla más. Habitualmente se suele emplear para justificar toda una serie de políticas culturales, económicas y legales para favorecer a las "minorías" recién llegadas, que por serlo necesitarían, al parecer, una protección tanto legal como económica especial sufragada por las poblaciones autóctonas mayoritarias (mayoritarias tan sólo durante unas décadas más). Sin embargo en Brasil descubrimos que también funciona a la inversa: que la mayoría ya no sea de origen europeo también justifica "las políticas de la diversidad". De nuevo el marxismo nos enseña que las "políticas de la diversidad" siempre han de tener como víctimas de su justicia correctora a aquellos que han cometido el pecado imperdonable de ser europeos o descender de los mismos, ya sea por ser mayoría en sus propios territorios autóctonos o por ser minoría en otros continentes. Cuánta justicia le debemos al siempre justiciero marxismo, esta vez en su vertiente Gramsci-Marcuse.A. Paixão, director del Instituto de Economía de dicha universidad, asegura: "Brasil ya no es un país mayoritariamente blanco, por lo que necesitamos una política de la diversidad".
La forma de dar por demostradas les tesis es también típicamente progresista:
No vamos a pedir que se den las fuentes de esas estadísticas, eso de citar fuentes (y que si se citan sean fiables) no es muy normal entre los intelectuales orgánicos y los activistas del ramo. Pero no es necesario, podemos darlas por buenas, por qué no. De entrada se establece lo que se quiere demostrar:La respuesta la dan los números. A pesar de ser ya mayoría relativa y muy pronto mayoría absoluta, la población negra continúa discriminada. Para comprar una cesta básica de alimentos, un negro necesita trabajar 76 horas, frente a las 54 de un blanco. El índice de analfabetismo entre los negros llega al 20%, mientras que el de los blancos se sitúa en el 6%.
Luego se arrojan unos datos sin referencia como prueba de la primera afirmación...A pesar de ser ya mayoría relativa y muy pronto mayoría absoluta, la población negra continúa discriminada
De los cuales se ofrece implícitamente como única explicación... la primera de las afirmaciones. Un precioso argumento circular. Los negros están discriminados (la palabra sería "oprimidos", discriminar es elegir) porque su capacidad adquisitiva media es menor y su grado de analfabetismo es mayor (algo directamente derivado de esa capacidad adquisitiva). El origen de esta capacidad adquisitiva media inferior sería a su vez... el hecho de que están discriminados. Obviamente, por racismo...Para comprar una cesta básica de alimentos, un negro necesita trabajar 76 horas, frente a las 54 de un blanco. El índice de analfabetismo entre los negros llega al 20%, mientras que el de los blancos se sitúa en el 6%.
(Este es el punto en el que en este tipo de artículos se suelen incluir algunas escandalosas leyes del pasado o algún caso notorio de racismo para dar aún más fuerza al argumento circular)
A continuación se sigue avanzando por esa misma línea y practicando el mismo juego, a la vez que se introducen las medidas correctoras a seguir (de las que ya se ha demostrado su evidente necesidad). Lo de demostrar su justicia o su utilidad no es propio de marxistas culturales, porque el verdadero objetivo de éstos es desposeer al primer grupo opresor del planeta: el "hombre blanco occiental" que en el universo MC sustituye a la burguesía como clase explotadora estrella.
Recapitulemos: la población negra tendría una capacidad adquisitiva media menor que la de los blancos (Para comprar una cesta básica de alimentos, un negro necesita trabajar 76 horas, frente a las 54 de un blanco) y de eso se derivarían mayores tasas de analfabetismo, peor formación escolar, menores estudios suplementarios para acceder a la universidad y, como consecuencia de todo, que los puestos clave de la economía y la política estarían ocupados por blancos (como el propio Lula, del que sin embargo su hagiografía sostiene que fue toda la vida un obrero de orígenes humildísimos).Tambien el acceso a la Universidad es hoy mucho más difícil para un negro, ya que su formación escolar (muchos necesitan parte de su tiempo para trabajar) es muy inferior a la de los blancos, que pueden permitirse estudios suplementarios para superar las pruebas de acceso a las diferentes facultades.
El Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva ha dado grandes pasos para la integración de los negros en la vida social y escolar, ofreciéndoles, por ejemplo, acceso preferencial a la Universidad a través de una política de cuotas.
Pero, a pesar de todo, el poder en Brasil aún continúa en manos de los blancos, que son los que ocupan puestos estratégicos en la economía y la política.
De lo que no se da una explicación sino que se atribuye directamente al legado de la esclavitud y a un insinuado racismo es de la razón por la que los negros ocupan, de media, puestos de menor cualificación profesional y menor salario. Es exactamente el mismo esquema argumentativo usado en EE.UU.: los males y el "gap" respecto a la población "blanca" serían un legado estructural de la esclavitud y de la segregación, perpetuado por una sociedad subconscientemente supremacista blanca. No se pierda de vista el lenguaje marcusiano.
El problema es que los datos ofrecen una visión del asunto completamente distinta. Y quizás el mejor ejemplo lo ofrecen los asiáticos.
La inmensa mayoría de los asiáticos de EE.UU. llegaron a partir de las grandes (y desastrosas) reformas migratorias de los años sesenta. Hoy siguen llegando a buen ritmo. La gran mayoría de ellos llegaban con lo puesto; su único capital eran sus propias manos. Y por supuesto que nadie piense que fueron recibidos con los brazos abiertos: llegaban a una sociedad que veinte años antes luchaba contra los japoneses, que en ese momento combatía en Vietnam y a la que se forzaba por parte de su gobierno -como hoy- a recibir estos flujos migratorios, tanto si querían como si no. Por tanto la bienvenida era evidentemente fría.
Hoy, cuarenta años más tarde, la renta media de los asiáticos es idéntica a la de los europeos y no es raro que sea superior en algunos casos. Por supuesto el "salto" entre asiáticos y negros es también idéntico al de negros y blancos. No sólo en términos de mera capacidad adquisitiva, sino también en criminalidad, acceso a la universidad, etcétera. De hecho los asiáticos son, en proporción a su número, el grupo que mejor rinde en los estudios superiores. Y atención: sin cuotas que los favorezcan, porque mientras que en el acceso a las escuelas de oficiales de los ejércitos sí que son considerados como una minoría a privilegiar, en el acceso a la Universidad son tan maltratados como los blancos y postergados, por tanto, en favor de otros grupos a los que proteger del racismo institucional.
En menor medida ocurre también con los hispanos. Sin haber alcanzado una renta media similar a la de asiáticos y europeos, los hispanos (se sobreentiende que no europeos) ya tienen una renta significativamente superior a la de la población negra y en ascenso.
Y el racismo. En cuanto a las llamadas allí "relaciones comunitarias" las peores no se dan entre blancos y negros o entre blancos y las diferentes minorías (que serán mayoritarias en unos 25 años) sino entre las minorías entre sí. En una reciente encuesta realizada para una televisión de California el grupo más fiable para las minorías eran los "blancos". Y la mayor desconfianza se daba entre éstas entre sí. (el corte de televisión se puede encontrar en Youtube).
Las razones del "gap" o salto cognitivo entre blancos y negros tanto en EE.UU. como en el resto del mundo no tienen su origen en una supuesta relación de opresión entre grupos con más o menos poder, es decir, en esa generalización marxista del concepto de guerra de clases. Son varias causas que no tiene sentido considerar aquí (porque por si solas dan para varios hilos o para varios libros), pero no tienen nada que ver con ningún "legado histórico" del que los africanos "aún no han tenido tiempo suficiente" para levantar cabeza. Y como consecuencia del gap cognitivo y cultural viene la diferencia entre las capacidades adquisitivas medias, el ingreso en los estudios superiores y el acceso a los puestos estratégicos de la economía y la política de los que hablaba el articulito en cuestión.
Qué decir de las soluciones propuestas, tomadas también directamente del sistema de cuotas raciales imperante en los EE.UU. y que tan magníficos resultados ha cosechado en todos los órdenes, tanto en la ineficiencia de las instituciones que lo implementan, como en la reducción mínima del "gap", como en el aumento de las tensiones sociales. Porque el hecho de que cada año haya cientos de miles de "blancos", y en menor medida asiáticos, que se ven expulsados de facto de la universidad de sus sueños, de la escuela de oficiales o del bufete en el que estaban a punto de entrar porque otra persona mucho menos cualificada pertenece a un grupo racialmente privilegiado es algo que no favorece la armonía. Es bastante fácil entenderlo.
Entre los últimísimos casos que se han hecho famosos en EE.UU. están las denuncias de un profesor de la Academia Naval acerca del doble rasero de exigencia seguido con los aspirantes de origen europeo y con el resto (todo ello orientado a conseguir una cuota del 35% de minorías, como sea) o el mucho más famoso aún de Frank Ricci y Ben Vargas contra el consistorio de New Haven... y contra la jueza Sonia Sotomayor, la activista marxista del grupo "La Raza" (aztlantistas) propuesta por Obama para el Tribunal Supremo. (¡Quiá!)
Una política maravillosa esa de marginar a gente más que preparada y capaz en favor de aspirantes que no lo merecen tanto pero que pertenecen a los grupos de víctimas oficiales sancionados por el progresismo americano. Justo la misma que se va a aplicar en Brasil y que tendrá, que eso no lo dude nadie, los mismos maravillosos efectos. Y todo por la asunción filosófica básica, central en todas las izquierdas, de la igualdad absoluta en capacidades y habilidades de todos los seres humanos. Es decir, todo ello como consecuencia de la demencia igualitarista mantenida contra todo testimonio científico en su contra (hay toneladas de literatura al respecto), contra todo sentido común y contra todo sentido de la justicia individual.
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