NOS AYUDAMOS TANTO QUE ES LA VIDA


A ESPAÑA LA REFUNDÓ EL AMOR: LOS REYES CATÓLICOS

Era fama que Fernando el Católico fue poco edificante en su vida amorosa. No había dama hermosa que, después de vista, no solicitase el Rey si es que le había entrado por los ojos. Esta mala costumbre de nuestro Rey aragonés no impedía que amara tiernamente a Isabel la Católica, a la que le pedía consejo por respetar su mucha prudencia. Cuenta Fernando del Pulgar: "e como quiera que amaba mucho a la Reina su muger, pero dábase a otras mugeres".

Pese a sus lances amatorios con otras, el amor que Fernando profesó a Isabel estaba blindado. No es difícil pensar que la amara profundamente por ser Isabel un dechado de virtudes humanas, en su feminidad y cristianismo. Otras mujeres pudieron darle una satisfacción de una noche -mal hecho, pues eso es adulterio; pero a Isabel, por la excelencia de su persona y sus costumbres, ninguna otra podía hacerle sombra. Cada hombre tiene a su Isabel -menos los que optan por el celibato: y esos hombres que tienen a su "Isabel" saben lo que estoy diciendo.

Isabel la Católica brillará, pese a los que se oponen a su canonización, como una de las santas más grandes. Y entre otras cosas, su santidad es heroica justo por lo que algunos esgrimen para regatearle la canonización: "Esta Reyna fue la que extirpó e quitó la heregía que había en los Reynos de Castilla e de Aragón, de algunos christianos de linage de los judíos que tornaban a judaizar, e fizo que viviesen como buenos christianos".

Pero leyendo la biografía de esta Reina (la que firma Tarsicio de Azcona: "Isabel la Católica. Vida y reinado") un renglón que citaré de memoria ha llegado a conmoverme:

"porque entrambos juntos nos ayudamos tanto que es la vida, y ya es tiempo que todo nuestro poder se [h]alle junto".

Ignoro si lo escribió Isabel o Fernando, pero en este renglónse entrevera algo que constituye una de las notas más nobles del amor humano: "entrambos juntos nos ayudamos tanto que es la vida". Aquí fue dicho algo que en el instante mismo estaba abriendo las puertas de la eternidad. Sin meternos en camisa de once varas, podríamos recordar lo que Platón dice de aquellos Andróginos que, cuando estaban juntos, desafiaron a los dioses. Sí, Fernando e Isabel llegaron a reconocerse como almas gemelas: "...ya es tiempo que todo nuestro poder se [h]alle junto". Y como el mito platónico del Andrógino, cuando Fernando reconoció a Isabel se completó; y a la recíproca, cuando Isabel reconoció a Fernando se hizo entera. Y sus dos almas, hasta el momento de reconocerse, sontas... encontraron su complemento. Así se enteraron, se hicieron enteros y nos hicieron enteros. Los ídolos -los dioses enanos, reinos y feudatarios, cristianos o musulmanes- fueron derrocados. Y el Águila de San Juan se enseñoreó de la Península Ibérica y más tarde del universo mundo. Fue una nueva plenitud de los tiempos... Pues, gracias a estas dos almas grandiosas (prepadas por Dios desde toda la Eternidad), Cristo reinó en el mundo que nos fue dado por la Providencia Divina descubrir.

Como remate, el testimonio de Pulgar nuevamente: "Fueron rey y reyna juntos... y aunque en cuerpos dos, en voluntad y unión eran uno solo". Crepita en este juicio de Pulgar el Andrógino platónico más arriba dicho.

No era algo nuevo que las dos monarquías más poderosas de la Península intentaran, mediante el enlace matrimonial, unir esfuerzos conducentes a la Restauración de la Gothia Hispánica, del Reino Godo de Toledo. Siglos antes de los Reyes Católicos se procuró con los esponsales de Alfonso I el Batallador y Doña Urraca: pero a nuestro querido Batallador no le salieron bien las cuentas, pues Urraca conspiró contra su mismo esposo, poniendo a los nobles navarros y aragoneses contra el Rey Cruzado -ese gran destino aragonés, silenciado por tanto tiempo, pero que la ímproba tarea investigadora de D. José Ángel Lema Pueyo ha venido a rescatar del olvido*.

Sin embargo, el amor que Fernando e Isabel se tenían fue de tal entidad, y sus personas -incluso con los defectos mujeriegos de Fernando- fueron de tal calidad que el amor de ellos dos ayuntó a España, preñándola de destinos imperiales.

España fue fruto de un amor real y regio. El que se tuvieron un hombre y una mujer que no podemos encomiar lo suficiente, porque en su humanidad son gigantes, y en sus virtudes heroicas, Isabel es santa.

Pensemos en la ironía de los nombres. Con el tiempo vendría a reinar Fernando VII, el Rey Deseado y también el Rey Felón. Y más tarde, "reinaría" ilegítimamente Isabel II. Contemplados históricamente, y comparados con sus ancestros -por odiosas que sean las comparanzas- Fernando VII y su hija Isabel II -revolucionario siglo XIX que degeneró el Trono- son las fatales personificaciones de una degradación.

Pero España nació antes que el nacionalismo español -ese nacionalismo liberal de comuneros, carbonarios, Narváez y su banda -cuyos epígonos son el PP.

España nació de un amor, el de Fernando e Isabel. Que lo apunten los que todavía no entienden esto, por haber sido adoctrinados en otros nacionalismos centrífugos. España no es la hija bastarda del liberalismo.

España es el duro y amoroso martillo de la herejía, el Alcázar de la Santa Iglesia Católica -a la que defendimos incluso de algunos Papas. España no es una nación. Es la Madre de un firmamento de Naciones que brillan con luz propia, y pierden su luz a medida que reniegan de España. Y cuando, como nuestros padres Isabel y Fernando, seamos capaces de "ayudarnos tanto que es la vida"... Ningún pueblo, nadie en el Universo podrá burlarse de nosotros impunemente.

Ahí os dejo el reto: y forma parte de un mandamiento de la Ley de Dios... Honrarás a tu padre y a tu madre. Ese es el reto: españoles que sois, aunque no queráis serlo... O se es español o se es un renegado. No hay más.

España es todavía: sí... España es Fernando e Isabel. Seamos dignos de ellos... Dejémonos iluminar por la luz divina que en ellos todavía se refleja. Y así, hagamos verdad aquel lema de una casa nobiliaria española: "Maiorum gloria posteris lumen est"... "La gloria de nuestros antepasados es la luz de nuestros descendientes".

Tanto monta; monta tanto, Isabel como Fernando.

NOTA:

*La biografía de Alfonso I el Batallador, de José Ángel Lema Pueyo es un libro que hará las delicias de todo amante de nuestra historia. Lo recomendamos con ardor, pues estos días nos deleitamos con su lectura. Rigor, mucho rigor científico hay en ese libro... A ver si los historiadores españoles aprenden de este investigador.

BIBLIOGRAFÍA:

"Isabel la Católica. Vida y reinado", Tarsicio de Azcona.

"Alfonso I el Batallador, rey de Aragón y Pamplona (1104-1134), José Ángel Lema Pueyo.

Ambas biografías se han convertido en libros de cabecera para nosotros.

Maestro Gelimer

LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS