LA MENTIRA REPUBLICANA


Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor

Eso de repetir mucho las mentiras para convertirlas en verdades no es un invento de los nazis, sino de los revolucionarios franceses. Está muy de moda culpar de absolutamente todo a Hitler y tal, pero la mayoría de las cosas que se le adjudican en exclusividad vienen de mucho antes, recorriendo desde el liberalismo hasta su legítimo hijo marxista.
Y bueno, en resulta que en España se nos repite como narcotizados papagayos aquello de que la república era un régimen legal, apoyado por el pueblo, que fue asaltado por unos militares fascistas. Por supuesto, no es la única mentira que se nos ladra; pero es a partir de aquí donde empieza la retahíla; por lo tanto, el cáncer debe ser extirpado de raíz. Porque la verdad es que la república ni fue apoyada por el pueblo ni fue “legal”. En 1930 hubo un golpe frustrado de militares republicanos apoyados por algunos burgueses que en verdad, ni tan siquiera eran de izquierdas. La mayoría procedían de la derecha liberal a la que el general Primo de Rivera no había dado bola en sus siete años de dictadura (1923-1930) y que se sentían traicionados por Alfonso “XIII”, a la sazón, el primer productor pornográfico de España. El golpe fue secundado por Queipo de Llano, entre otros, y Mola no lo vio con antipatía, pero desde primera hora dijo que así no podía a ser, que eso era un fracaso. Mola acertó y el golpe dirigido por Galán y García Hernández fue un sainete absoluto, siendo ejecutados los mentados cabecillas. El PSOE participó poco, aunque fiel a su idiosincrasia, pronto se cambió de bando. Y digo se cambió de bando porque Primo de Rivera nombró a Largo Caballero consejero de la presidencia, y porque en contra de los anarquistas, confió en ellos para la cuestión sindical. Luego de sentirse muy cómodos, pronto empezaron a hablar de memoria histórica…
Y bueno, en abril de 1931 hubo elecciones, claro que las hubo. Pero resulta que esas elecciones fueron ganadas por los partidos monárquicos. Sin embargo, Alfonso “XIII”, demostrando su sempiterna indignidad, tras consultar con el corrupto Romanones, pegó la espantá y se fue con viento fresco. Los republicanos, que habían ganado en las capitales pero que habían perdido las elecciones, tomaron el poder a placer y lejos de crear un régimen que uniera a todos los españoles, comenzaron dividiendo, con una ridícula bandera que jamás tuvo que ver con nuestra historia ni con nuestra cultura, ni con Castilla ni con la revuelta de los comuneros, y sí con unos revolucionarios masónicos del ejército que a finales del XIX ya estaban dando por saco con aquel feo contrasentido vexilológico. Y así, desde la derecha liberal a la extrema izquierda, al mes de proclamarse aquel ilegítimo régimen, comenzó la quema de conventos.
Reitero, porque es algo en lo que ciertos escritores e historiadores no caen a la hora de enjuiciar a aquel nefasto régimen y a la posterior Guerra Civil: Los republicanos jamás ganaron las elecciones. Los números y las hemerotecas ahí están.

El republicanismo en España siempre ha sido una mentira, y de mentiras y odios se alimenta. No obstante, lo más grave no es eso: Lo más grave es que haya supuestos patriotas que se acojan a este viaje a ninguna parte. Por lo visto no aprenden, y se creerán que domesticarán para sus antojos al republicanismo para convertirlo en patriótico, porque ellos lo valen. En fin...


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