EL DISCURSO DE MOTA
Las Cortes de Santiago y la Coruña de 1520, cuyo objetivo era obtener un cuantioso servico para que Carlos I se coronase emperador del Sacro Impero, se inauguraron el 31 de marzo con un discurso del obispo Mota, que insistió, ante todo, sobre la gran dignidad de la personalidad de Carlos V:
Siendo, pues, el rey nuestro señor más rey que otro; más rey, porque tiene más y mayores reynos que otros; más rey, porque él solo en la tierra es rey de reyes; más rey, porque es más natural rey, pues es no sólo rey e fijo de reyes mas nieto y subcesor de setenta y tantos reyes.
Soberano de otros muchos territorios, sin embargo Carlos había elegido a Castilla para hacer de ella la base y garantía de todo su gran poder:
Este reyno es el fundamento, el anparo e la fuerza de todos los otros.
Por ello había decidido el rey unirse de manera especial a este país, hasta hacer de él su verdadera patria:
Determynó vivir e morir en estos reynos.
El rey no había tenido tiempo de visitar todo su reino ya que había tenido que acudir también a Aragón. Esto le apenaba, comprendía la tristeza de sus súbditos, tan distinta de la alegría con la que le habían recibido en 1517. Entendía perfectamente los motivos de esta tristeza:
No vee en vuestros rostros aquella alegría y biveza con que lo resciuystes, ni siente en vuestras personas aquel regocijo que suele tener el contentamiento, y este silencio paresce más de tristeza que de atención; cree que sea la causa desto que su partida os es tan grave como fue alegría su bien aventurada venida.
A continuación Mota se refirió a lo esencial. Carlos había sido elegido emperador, no debido a las intrigas sino porque la Providencia así lo había provisto:
Muerto el emperador Maximiliano (...) ovo grand contienda en la elección del Ynperio, y algunos lo procuraron, pero quyso e mandólo Dyos que syn contradición cayese la suerte en su majestad, y digo que lo quyso Dios y lo mandó así porque hierra, a mi ver, quyen piensa ny cree quel inperio del mundo se puede alcanzar por consejo, industria ny diligencia humana; sólo Dios es el que lo da y lo puede dar.
Carlos había aceptado tal dignidad, pero en ningún modo por ambición personal, sino porque había pensado que no podía dar la espalda a sus responsabilidades, a su misión:
La acebtó [la elección], non por sy nyn para sy, que contento estaba con la grandeza de España (...) y con la mayor parte de Alemana, con la mejor parte de Italia, con todas las tierras de Flandes y con otro nuevo mundo de oro fecho para él, pues antes de nuestros días nunca fue nascido, pero acebtó este ynperio con obligación de muchos trabajos y muchos caminos, para desviar grandes males de nuestra religión cristiana, que si comenzara nunca oviera fin, ni se pudiera en nuestros días enprender la enpresa contra los infieles enemigos de nuestra santa fe católica, en la cual entiende con el ayuda de Dios enplear su real persona.
¡Que gloria suponía esto para España!
Agora es vuelto a España la gloria de Spaña que (...) años pasados estovo adormida; dicen los que escribieron en loor de ella que cuando las otras naciones enviaban tributos a Roma, España enviaba enperadores (...). Agora vino el ynperio a buscar el enperador a España y nuestro rey de España es fecho, por la gracia de Dios, rey de romanos y enperador del mundo.
Carlos V no podía retrasar más su partida. Únicamente tras haber recibido la corona imperial sería cuando podría disponer de la autoridad necesaria para llevar a cabo la misión que la Providencia le había confiado.
Inmediatamente después regresaría a España, como mucho en el plazo de tres años. ¿Era, por ventura, el único rey en abandonar a sus súbditos por un período de tiempo limitado? Sin necesidad de remontarse a la Antigüedad, ¿acaso no había abandonado Alfonso X a sus súbditos para optar él también a la corona imperial? De no haber ido Fernando el Católico a Italia personalmente, ¿dispondría España en la actualidad importantes derechos sobre el reino de Nápoles?:
Esta su partida, ni os debe parescer cosa nueva ni estraña, pues no lo es [...] el Rey Don Alonso, siendo el Reyno de Granada y mucha parte de Andalucia de moros, salió del Reyno a rescibir el Inperio que estaba en contienda, no sin contradiccion como agora, y muchos Reyes en nuestros dias salieron de sus tierras a conquistar otras, que si el Rey Don Alonso de Aragon no saliera Despaña, la corona Real no poseyera el Reyno de Napoles con tantos justos titulos como agora los posée.
¿Por qué, pues, reprochar a Carlos V lo que en sus predecesores se había considerado algo normal? Y más aún, cuando su ausencia iba a ser de corta duración, ya que en el plazo de tres años, a lo sumo, estaría nuevamente en España, que se convertiría en el núcleo central de todas sus posesiones:
Después destos tres años, el huerto de sus placeres, la fortaleza para defensa, la fuerza para ofender, su thesoro, su espada, su caballo e su silla de reposo y asiento ha de ser España.
Ahora el rey se veía en la imperiosa necesidad de solicitar nuevos impuestos para hacer frente a los gastos de la elección y del viaje así como para reforzar la seguridad del reino durante su ausencia. ¿Cómo podría Castilla negar al emperador los medios para poder cumplir su misión?
Más que otros conviénele sólo conservar la reputación y ninguna cosa en este mundo se la puede dar mayor que sepa todo el mundo que su Majestad parte de España con amor de sus vasallos y ellos quedan en gracia del, porque sola España es aquella que puede inpedir o adelantar la ventura de Su Majestad.
Tras el discurso de Mota, el propio monarca añadió unas breves palabras:
Todo lo quel obispo de Badajoz os ha dicho, os lo ha dicho por mi mandado,
confirmando además tres puntos: 1) sentía tener que abandonar España, pero se veía obligado a hacerlo; 2) estaría de regreso en el plazo de tres años; 3) todos los cargos públicos recaerían sobre súbditos castellanos.
El discurso de Mota planteaba el problema del Imperio tal como se concebía en 1520 y las reacciones de los españoles ante esta institución. Desde hace más de treinta años, una viva polémica enfrenta a los historiadores que tratan de definir lo que suponía exactamente para Carlos V la idea del Imperio.
Existen fundamentalmente dos teorías contrapuestas:
1. El Imperio, concebido a la manera de la Edad Media como una autoridad superior a las diversas entidades nacionales, confería a su titular preeminencia sobre todos los reyes y una serie de responsabilidades peculiares: el emperador debía velar por los intereses comunes de la Cristiandad por encima de las ambiciones nacionales. Esta concepción desemboca en el viejo sueño del Dante, que habría sido revivido por Gattinara: la monarquía universal.
2. Para otros, el Imperio se proponía no realizar la unidad política de Europa, sino únicamente mantener la unidad espiritual de la Cristiandad, amenazada por las divisiones nacionales y por el peligro turco. Era imprescindible poner fin a las controversias que dividían a los príncipes cristianos y presentar un frente común ante el infiel.
El historiador debe averiguar cuál de las dos teorías inspiraba de hecho la política de Carlos V. A nuestro parecer, estas distinciones son excesivas. En todo caso se puede señalar una evolución, distinguir momentos en que el monarca parecía actuar guiado por los principios de la teoría territorial (la monarquía universal), mientras que en otras ocasiones predominaban las preocupaciones de índole espiritual. En conjunto, no obstante, resulta muy difícil separar con claridad ambas concepciones. Por mucho que Carlos V proclamara su desinterés y pidiera a los príncipes que se unieran contra el peligro turco que amenazaba con destruir la Cristiandad, estos príncipes no dejaron de interpretar sus llamadas como una intolerable injerencia en sus asuntos internos. Pese a la grandeza de los designios del emperador, la empresa no podía menos que parecer anacrónica en una época en que la división política de la Cristiandad era un hecho consumado constituyéndose grandes naciones, celosas por conservar su independencia, y cuando además el movimiento de Reforma se aprestaba a añadir nuevas causas de enfrentamiento entre los cristianos.
Esta ambigüedad de la política imperial se hallaba ya presente en el discurso de 1520. Es por esta razón por lo que no podemos suscribir de manera incondicional la tesis elaborada con fuerza y perseverancia por Menéndez Pidal, y cuyo fundamento es precisamente el discurso de 1520. Según él, la concepción del Imperio que adoptara Carlos V no debía nada a las teorías de Gattinara. No era la monarquía universal lo que trataba de implantar el emperador. El joven soberano reanudó una tradición española, transmitida en los testamentos de los Reyes Católicos y resumida en febrero de 1516 por Pedro de Quintana en un informe en el que se encuentra la fórmula que expresa su idea esencial: paz entre cristianos, guerra contra infieles, fórmula que puede encontrarse, entre líneas, en el discurso del obispo Mota, aunque no figure en él de manera explícita. Esta tradición —afirma Menéndez Pidal— Carlos V la hizo suya íntegramente y constituyó la inspiración del discurso ante las Cortes. En él aparecen expuestas las grandes líneas de la política imperial: Carlos V decide hacer de España su verdadera patria; concibe su misión fundamentalmente como la salvación de la unidad espiritual de la Cristiandad; no hace ninguna alusión a la monarquía universal, y proclama que no intenta llevar a cabo nuevas expansiones territoriales.
Pero, ¿cómo pasar por alto ciertas expresiones en este discurso, que resultan por lo menos ambiguas? Mota habla del Imperio del mundo que le ha sido conferido a Carlos V y presenta al emperador como rey de reyes...
Y, por otra parte, ¿hasta qué punto puede considerarse el discurso de Mota (1) como expresión definitiva del pensamiento de Carlos V? Había en él algunas frases que llaman la atención por su insistencia y por su acento de sinceridad: la promesa reiterada del regreso de Carlos a España en el plazo de tres años, donde permanecería luego hasta el momento de su muerte; la afirmación de que haría de la Península el centro de todos sus Estados, etc.
Pero no debemos olvidar cuál era la verdadera finalidad de este discurso, que no era otra que el tratar de convencer a unos procuradores cuya hostilidad era conocida —y Mota lo reconocía en el primer pasaje del discurso— para que votaran unos impuestos sumamente impopulares. Es importante también hacer alguna reflexión acerca de la sinceridad del emperador. En las breves palabras que pronunció tras la intervención de Mota prometía solemnemente reservar los cargos públicos a los castellanos. Y, sin embargo, los procuradores iban a conocer el día mismo de la clausura de las Cortes, que, mientras durase la ausencia del soberano, el reino sería gobernado por el cardenal Adriano, un extranjero. Por todo ello, nos parece que no se puede conceder al discurso de 1520 una importancia excesiva, como hace Menéndez Pidal. Sin calificarlo tampoco de mero discurso de trámite, creemos que expone las grandes orientaciones de la política imperial, pero mostrando una clara ambigüedad respecto a algunas de sus implicaciones: ¿monarquía universal o preponderancia de las responsabilidades de orden espiritual? ¿Es realmente la expresión auténtica, precoz y definitiva del pensamiento del monarca? Decididamente, nosotros pensamos que no.
Hemos de añadir, además, que la idea imperial encontraba una fuerte oposición en España. Fue un procurador de Burgos el que respondió al discurso de Mota, aprobando por completo todo cuanto acababa de decir. En su respuesta aprueba la dignidad que significa el Imperio...
Y bien vemos que la mayor cosa del mundo es el imperio y no lo negamos
y consiente en la cuestión de su partida y el servicio que reclama:
La causa de vuestra partida es muy justa, que vaya a rescibir lo que Dios le dio, pero también nuestro dolor es justo, que sintamos la ausencia de nuestro Rey e señor. [...] Cuanto a lo del servicio, la causa es justa, la nescesidad es grande.
No debe sorprendernos, ya que el procurador en cuestión era Garci Ruiz de la Mota, hermano del obispo de Badajoz y portavoz de los intereses de Burgos, que Carlos V había decidido proteger.
La verdadera respuesta al discurso de Mota debemos buscarla en el programa de los monjes de Salamanca, redactado algunas semanas antes: Castilla deseaba mantenerse plenamente independiente del Imperio; sus recursos no debían ser utilizados para financiar una política que no le inspiraba más que desconfianza y aversión, ya que no era una colonia. Mota había considerado oportuno recordar el ejemplo de Alfonso X, quien también había sido candidato al Imperio. Este precedente no haría sino provocar el sarcasmo por parte de los castellanos. Desde luego, no iba a servir para que abrazaran una causa que les era indiferente. Incluso tras consumarse la derrota de las Comunidades, los hombres de Estado españoles no dejarían de condenar esta política de forma más o menos abierta.
-------------------------(1) ¿De Mota o de Marlian? M. GIMÉNEZ FERNÁNDEZ (op. cit., II, pp. 342-343) afirma, sin aportar pruebas, fue el discurso es de Marlian; Mota no habría hecho más que leerlo. DANVILA (I, p. 315) coincide con Fernández pero aporta una prueba: la carta del secretario Villegas del 27 de marzo (Cortes, leg. 3.° Registro del Secretario Villegas). [DANVILA (I, p. 315)]
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TOMADO DE "La Revolución de las Comunidades de Castilla (1520-1521)"; Joseph Pérez
Habla del obispo de Badajoz, ó sea discurso de la Corona
Las cosas que los onbres aman deseanlas ver, y quando las veen han placer de verlas, y porque los Reynos e Reyes representan una sola persona, el Reyno, el cuerpo, y el Rey, la cabeça dél, han de amar a los Reynos los Reyes como asy mismos, y el Rey que esto no hace, ny puede ny debe tener nonbre de Rey: siendo, pues, el Rey, nuesto señor, mas R ey que otro; mas Rey, por que tiene mas y mayores Reynos que otros; mas Rey, por que él solo en la tierra es Rey de Reyes; mas Rey, por que es natural Rey, pues es no solo Rey e fijo de Reyes, mas nieto y subcesor de setenta y tantos Reyes, y asi ama a sus Reynos como a sy mismo, y considerando que este Reyno es el fundamento, el anparo, e la fuerza de todos los otros, a este ha amado, e ama mas que a todos, y asi lo deseaba ver; y para satisfacer, a este deseo, con tierna hedad, con tienpo sospechoso, dexó la tierra donde nasció y se crió, tierra tal, que no se puede asaz loar, y pasó la mar, y cuando vos vió a Valladolid, como quien deseaba ver lo que amaba, ovo placer de veros, y tubo razon, por que vuestra presencia no disminuyó nada de vuestra fama; vió e conosció en vosotros amor, obediencia y acatamiento, y visto el alegría y suntuosidad con que le resciuystes, y la libertad y presteza con que le seruistes, quedó tan obligado y satisfecho, que determynó vivir e morir en estos Reynos, en la cual determinacion está e estará mientra viviere, e asi aprendió vuestra len Gua, vestió vuestro hábito tomando vuestros gentiles ejercicios de caballeria, y aunque quisiera luego visitar, consolar e alegrar con su persona Real todas vuestras cibdades, no dio a ello lugar la nescesidad que de su presencia tovieron los Reynos de Aragon, por manera que vino a este Reyno por voluntad, y parte dél con nescesidad e displacer, como aquel que se aparta de lo que mucho ama y estima; vuelto agora a estos Reynos quisiera visitarlos y verlos particularmente por satisfacer a su deseo y a su deuda, pero por que los tienpos han traido tales nescesidades, que sin destruyçion de las cosas de su Estado no puede ser, ha os mandado llamar a todos que meritamente representais todo el Reyno, para que lo que no ha podido hazer por partes haga en el todo, que soys vosotros, y asi ha deseado veros y huelga en veros; pero no vée en vuestros rostros aquella alegria y biveza con que lo resciuystes, ni siente en vuestras personas aquel regocijo que suele tener el, y este silencio paresce mas de tristeza que de atencion; crée que sea la causa desto que su partida os es tan grave como fue alegria su bien aventurada venida; que no se puede mas encarescer, por que os paresce quel dia, con la ausencia de S.M., es vuelto noche, y que durará tanto cuanto su ausencia durare, que como sea la lunbre de todos, todo el tiempo que fuere ausente os paresce que vivireis en tinyebras; págaos este dolor S.M. con serle tan grave partirse de vosotros como partirse de sy mismo, mas como los juicios de Dios sean ocultos y muy apartados de nuestras empresas, sale muchas veces lexos de nuestra yntencion el fin de nuestras diligencias. Muerto el enperador Maximiliano, dino de ynmortal memoria, ovo grand contienda en la eleccion del Inperio, y algunos lo procuraron, pero quyso e mandolo Dios que syn contradiçion cayese la suerte en su Magestad, y digo que lo quyso Dios y lo mandó asi por que hierra a mi ver quyen piensa ny cree quel inperio del mundo se puede alcançar por consejo, industria ny diligencia humana, solo Dios es el que lo dá y puede dar lo qual su Magestad, no solamente como Católico Principe, y dando gracias a Dios, acebtó, mas con el parescer de todos los grandes y perlados, caballeros y personas del su Consejo que en su Corte se hallaron, que no solo lo aconsejaron pero firmaronlo de sus nonbres; si agora alguno no fuese deste voto, que no creo, no se podia escusar una de dos cosas: o que estonçes no tubo buen voto, o que agora no tiene buena voluntad; digo que la acebtó, non por sy nyn para sy, que contento estaba con la grandeza de España, que casi es un tercio de vuestro pan, y con la mayor parte de Alemaña, con la mejor parte de Italia, con todas las tierras de Flandes y con otro nuevo mundo de oro fecho para él, pues antes de nuestros dias nunca fue nascido, pero acebtó este inperio con obligacion de muchos trabajos y muchos caminos, para desviar grandes males de nuestra religion cristiana, que si començara nunca oviera fin, ni se pudiera en nuestros dias enprender la enpresa contra los infieles enemigos de nuestra santa fee Catolica, en la cual entiende con el ayuda de Dios enplear su Real persona.
Agora es vuelto a España la gloria de Spaña que... [Está en blanco esta palabra en el original] años pasados estovo adormida; dicen los que escribieron en loor della, que cuando las otras naciones enviaban tributos a Roma, España enviaba enperadores; envió a Trajano, a Adriano y Teodosio, de quyen subcedieron Arcadio y Onorio, y agora vino el inperio a buscar el Enperador a España, y nuestro Rey de España es fecho par la gracia de Dios, Rey de Romanos y Enperador del mundo; debemos dar gracias a Dios y a su Alteza, y loar su consejo que tan bien lo guyó; ya sabeis que asy como no es menos virtud conservar lo ganado que adquerirlo de nuevo, asi no es menor vituperio no seguir la victoria, que ser vencido, donde se sigue que conviene a la onrra de S. M. y perpetua seguridad de sus Reynos que conserve lo ganado, que es el Inperio, lo cual no puede hacer sino yendo personalmente a rescibir su corona, sin la qual en el Inperio no se puede administrar justicia, para la qual los Reyes nascieron, y por la cual los Reyes reynan y los Enperadores tienen inperio, y asi os lo hace saber que su determinada voluntad es de partir con toda presteza, por que aunque la partida le sea tan grave como nescesaria, ninguna cosa en esta vida le es tan peligrosa ni dañosa como la dilacion della, y puesto quel amor que le teneis, la obediencia, acatamiento e servicios que ha hallado en estos Reynos os debria asegurar su presta venida, S. M. para mayor, no seguridad, que seguros estais por que asi le cunple volver, como le cunple partir, mas para mayor consolacion vuestra, vos promete e da su fée y palabra Real, y yo, por su mandado, que dentro de tres años al mas tardar, contados desde el dia que partiere destos Reynos, volverá con el ayuda de Dios a ellos.
Esta su partida, ni os debe parescer cosa nueva ni estraña, pues no lo es; el enperador Galua, electo en España, a Roma fue a tomar la corona; el enperador Vespasiano, de Hierusalem, vino a Roma, que es mas lexos que de España a Alemania; los libros estan llenos de ejenplos, mas dexemos los de lexos, vengamos a los enxenplos de casa: el Rey Don Alonso, siendo el Reyno de Granada y mucha parte de Andalucia de moros, salió del Reyno a rescibir el Inperio que estaba en contienda, no sin contradiccion como agora, y muchos Reyes en nuestros dias salieron de sus tierras a conquistar otras, que si el Rey Don Alonso de Aragon no saliera Despaña, la corona Real no poseyera el Reyno de Napoles con tantos justos titulos como agora los posée, y asi como loamos la proeza de aquellos que salieron de sus Reynos para conquistar, otros, asi se reprehende la pereza y negligencia de los que no van a rescibir lo que les pertenesce, que mucha mas mengua es perder lo propio, que con onra ganar lo ageno; los de la tierra de Flandes ovieron por bien su venida acá, sin esperança de jamas volver a ella, no hayais vosotros a mal su ida alla con certinydad de volver acá, que queriendo sufrir con paciencia la ausencia de S. M., a lo mas tres años, le haceis el mas glorioso Principe del mundo. Despues destos tres años, el huerto de sus placeres, la fortaleza para defensa, la fuerza para ofender, su thesoro, su espada, su caballo e su silla de reposo y asiento ha de ser España.
Entre tanto, S. M. dexa las cosas tan bien ordenadas y proveidas, que aunque por su ausencia tengais soledad, su providencia no os dexa sin remedio; las cosas de la justicia quedan proveidas de buenos juezes, que la administrarán reta a debidamente, y los jueces tan bien aconpañados que podrán sin contradicion alguna executar libremente lo que sentenciaren e mandaren.
En lo del Reyno de Nauarra S. M. ha mandado hacer una muy buena e segura provision, como vereis, la qual es cierto que la hareis y estimareis. La costa de la mar queda proveida, no solo de las galeras acostunbradas, que ya estan libradas por dos años, pero con otras quatro que por su mandado se hacen de nuevo.
En las ciudades se dará orden como esten los que en ellas viuieren en toda quietud e reposo, y cada uno sea señor de sy y de su casa.
Para que no se saque el oro del Reyno, caballos, ni armas, ni otras cosas vedadas, ha mandado al presidents e a los del Consejo que ordenen las prouysiones nescesarias; ya estan fechas, verlas eys, y si aquellas no bastaren, hacerse han todas las que fueren menester.
La gente de armas, y Casa Real, y fuerças y acostamientos, queda proveida la paga dellos por tres años; que serán los de su ausencia al mas tardar, y otras cosas muchas en baneficio destos Reynos ha mandado proveer, como particularmente vereys despues.
Demas desto dexará quien represente su persona Real, persona de autoridad y dinidad, virtuosa e santa vida, e zelosa del servicio de Dios y del Rey y del Reyno; y mas dexa paz con todos los Principes Cristianos y bien proveido lo de allende; y el armada questá en Italia, por agora la manda conservar e sostener, y con esto, e con lo que continuamente proveerá en lo que de nuevo ocurriere, queda todo proveido.
Y para mayor testimonio de su voluntad, quiere facer lo que nunca Rey de sus antepasados hizo, que es promoteros, y juraros, y dar su fee y palabra Real que al menos durante el tienpo de su ausencia no dará oficio en estos Reynos a onbre que no sea natural dellos, y yo, asi en su nombre y por su mandado lo prometo.
Cuando bien aventuradamente vino S. M. en estos Reynos, fuele muy grave, aunque era cosa acostunbrada y debida pedir servicio, porque es y fue sienpre su intencion de aliviaros y no trabajaros, pero vistas las nescesidades y grandísimos gastos que se ofrescieron en su casa de dos caminos quel Rey, nuestro Señor su padre, hizo en estos Reynos, en que gastó dos millons de oro en dos armadas que S. M. hizo para venir, la una el año que vino, y la otra el año antes que viniese, y otros grandes gastos que a la sazon se os dixieron, pidiovos servicio, y vosotros, por vuestra antigua lealtad y natural bondad, gele otorgastes con mucha liberalidad y presteza: con mucha liberalidad por que fué el mayor que nunca se hizo a ningun Rey de los pasados; con presteza, por que antes se ofresció que se pidiese y tan aina se otorgó como se pidió, de lo qual perpetuamente terná S. M. memoria para lo reconoscer sienpre en general y particular, y por esto su determinada voluntad era de no trabajaros mas, si el tienpo no truxiere nescesidad que le forçare a ello, como le han traido el Inperio, su camino, su ausencia, su armada: el Inperio, por que como la contradiccion e conpetencia fué grande, fué nescesario que S. M. se ayudase destos sus Reynos y de los señorios de allá; su camino es costoso, por el armada que hace para seguridad y autoridad de su persona Real; la ausencia es causa que las provisiones que se ficieron para la guarda e defensa destos Reynos sean mas costosas que si S.M. estoviese presente, y demas desto, la armada que ha estado en Italia, ya será ida, con la gracia de Dios, en Africa, se ha de sostener, que es muy costosa, y por que como los Reynos que son ofendidos han de recurrir a sus Reyes que los defiendan, asi los Reyes en sus nescesidades han de recurrir a sus Reynos para que le socorran y sirvan, y por esto S. M. os ruega e encarga que tengais por bien de prorrogar este servicio por otros tres años, acabados los que agora corren, en lo qual, demas de hacer lo quo soleis y debeis a vos mismos en socorrer a vuestro Rey y señor en esta enpresa tan justa y tan nescesaria, este servicio le da gran reputacion para las cosas de su Estado, que en la verdad, S. M. no tiene nescesidad de denidades, pues tiene la mayor que hay en el mundo, que aunque hay muchos principes e muchos Reyes, enperador no hay si no uno; no tiene nescesidad de Reynos, pues tiene, no solamente muchos y buenos Reynos; pero mas que otros convienele solo conservar la reputation, y ninguna cosa en este mundo se la puede dar mayor que sepa todo el mundo que S. M. parte de España con amor de sus vasallos, y ellos quedan en gracia dél por que sola España es aquella que puede inpedir o adelantar la ventura de S. M. P. Episcopus Pacensis
Última edición por Comunero Convencido; 17/11/2016 a las 16:52
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