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Tema: Memoria histórica de Calvo Sotelo

  1. #1
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    Memoria histórica de Calvo Sotelo


    «La declaración en sede judicial del chófer de la furgoneta-ambulancia que trasladó el cadáver de Calvo Sotelo al cementerio del Este, inédita hasta hoy, permite aventurar la existencia de una conjura organizada y planificada desde círculos dirigentes de partidos de izquierda tres meses antes a la noche de aquel crimen. Este testimonio echa por tierra que el magnicidio fuera una represalia al asesinato un día antes del teniente Castillo».

    En el archivo de mi biblioteca obra un folio judicial, seriado y numerado, que me fue regalado por un amigo, compañero mío de la Inspección de Trabajo, el cual lo encontró entre los papeles de su difunto padre, el magistrado don Francisco García Vázquez, que en los aciagos días de 1936 era juez de primera instancia e instrucción.

    El escrito contiene la declaración efectuada en sede judicial por uno de los intervinientes en el asesinato de don José Calvo Sotelo en la madrugada del 13 de julio de 1936. El declarante, llamado Blas Estebarán Llorente, manifiesta ser el chófer de la camioneta-ambulancia que, según sus afirmaciones, trasladó hasta el cementerio del Este el cadáver del político asesinado.

    Su relato considero que tiene una relevante importancia histórica ya que muchas de sus aseveraciones entran en total contradicción con hechos dados por ciertos hasta hoy. Hace constar que ¡tres meses! antes del crimen, el dirigente comunista Jesús Hernández, ministro en la guerra civil, acompañado de un tal Antonio López, «le indicó que contaban con él para llevar a cabo un servicio con su camioneta-ambulancia».

    Esta afirmación, inédita hasta ahora, permite aventurar la existencia de una conjura organizada y planificada desde bastante tiempo antes a la noche del crimen urdido desde círculos dirigentes de los partidos de izquierda, avalando así la tesis de quienes sostienen que además de a Calvo Sotelo, la madrugada de antes se intentó asesinar también a Gil Robles y a Antonio Goicoechea, los cuales se salvaron por no encontrarse en sus domicilios, circunstancia que impidió que la razia criminal de aquella noche descabezara violentamente de sus principales dirigentes a los partidos de la oposición parlamentaria al gobierno del Frente Popular.

    Añade a continuación el encausado, que no fue hasta el mediodía del 12 de julio de 1936 cuando se le encargó que al terminar sus servicios en el Parque de Sanidad, se reuniera con los ya citados Jesús Hernández y Antonio López.

    Manifiesta que sobre las nueve menos cuarto de la noche, se reunió con ellos en un bar de Moncloa y sin cenar se trasladaron con la ambulancia hasta la plaza de Manuel Becerra, donde aparcaron. Ese fue el momento, en que, según su declaración, Jesús Hernández le comunicó que allí tenían que esperar a otro coche que transportaría «el cadáver de Calvo Sotelo, a quien aquella noche tenían que asesinar» (sic).

    Estas afirmaciones, de ser ciertas, echan por tierra la interpretación histórica mayoritaria mantenida hasta hoy de que la muerte de Calvo Sotelo fue un acto de venganza perpetrado por miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado en represalia por el asesinato un día antes del teniente Castillo a manos de pistoleros falangistas, aunque el historiador Ian Gibson imputa el atentado contra Castillo a un comando carlista.

    Sin embargo, lo que más sorprende, y para mí lo más importante de la declaración de Estebarán Llorente, es cuando afirma que de sus averiguaciones el autor de los dos disparos que alevosamente se descerrajaron sobre la nuca de Calvo Sotelo, fue el teniente de los Guardias de Asalto Máximo Moreno y consiguientemente no, tal como se consideraba hasta hoy, el pistolero desgraciadamente de origen coruñés Luis Cuenca Esteras, miembro de la milicia socialista «La Motorizada».

    La narración termina con una dramática exposición de los hechos. Alrededor de la una de la madrugada llega a la plaza de Manuel Becerra un coche «hispano» sin matrícula, de la Dirección General de Seguridad, desde el que le ordenaron que los siguiese. Pasado un trecho, pararon ambos vehículos al llegar a la Carretera del Este, momento en que transportaron del coche a la ambulancia el cadáver de Calvo Sotelo y siguieron hasta el Cementerio del Este. Allí, y cito textualmente, «Jesús Hernández y Antonio López, tirando de los pies del cadáver, lo hicieron caer sobre la carretera, causando con el estribo del coche nuevos destrozos en el cuerpo y abandonándolo en la cuneta, regresaron a Madrid».

    Finalmente, resulta de interés la relación de los nombres de quienes indica viajaban en el coche «hispano». El conductor era Baldomero Sanz, quien llevaba a su lado a Julio Bueno; detrás, en la banqueta del coche, iban Isidoro Castiñeira, el teniente Moreno y entre ellos el cadáver, yendo en el asiento posterior Luis Linares. Todos ellos, excepto el teniente Moreno, declara que eran agentes de Policía, conocidos suyos.Hasta aquí los aspectos más novedosos del magnicidio, que aporta esta declaración desconocida, o al menos no descifrazada hasta hoy.

    El asesinato de Calvo Sotelo siempre tuvo zonas de sombra nunca aclaradas, motivadas en gran medida por el muy sospechoso robo que, ya iniciada la guerra civil, llevaron a cabo el 25 de julio un grupo de milicianos en las mismas dependencias del Ministerio de Gobernación, de donde sustrajeron todos los documentos de las investigaciones hasta entonces efectuadas, circunstancia que ocasionó la pérdida de parte de las pruebas científicas realizadas por los forenses y las actas de los interrogatorios a los principales sospechosos.

    Confío en que lo datos aportados contribuyan a mejor conocer y aclarar algunos de los puntos oscuros de aquel ignominioso crimen de Estado. Es tarea que corresponde a los historiadores. Yo me limito a ser un mero divulgador que da a conocer un documento que accidentalmente llegó a mis manos y que por su contenido considero puede ser importante.

    PD: De entrar en vigor la nueva ley de Memoria Histórica presentada en el Congreso por quienes actualmente okupan la dirección del PSOE, el contenido del presente artículo podría llegar a acarrearme una pena de hasta cuatro años de cárcel, por mantener una opinión divergente con la «verdad única» que hoy se nos intenta imponer desde el afán revanchista imperante, que sectariamente busca acabar con el espíritu de reconciliación nacional que, con la generosidad de renuncias de unos y otros, supimos construir los españoles en el proceso de la Transición democrática.


    Artículo procedente de «ABC»: Memoria histórica de Calvo Sotelo

    Notas:

    El escritor de este artículo es Francisco Vázquez Vázquez, el que fuera embajador de España en la Santa Sede.
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  2. #2
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    Re: Memoria histórica de Calvo Sotelo

    En el centro de la plaza de Castilla de Madrid en plena Castellana aun sigue una gran estatua de Calvo Sotelo en un conjunto monumental. No sé qué destino le espera o por qué dura tanto tiempo o si queda al margen de las movidas de revancha histórica..

    DOBLE AGUILA, Pious y César Ignacio dieron el Víctor.
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  3. #3
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    Re: Memoria histórica de Calvo Sotelo

    Al hilo de esto, me gustaría recordar la magnífica intervención de Don Blas Piñar en el Congreso, respondiendo con contundencia precísamente a una acusación del sobrino de Calvo Sotelo (entonces Presidente del Gobierno) sobre el respeto a la memoria de su augusto tío:

    https://www.youtube.com/watch?v=9pLIgFGoMWc
    Última edición por DOBLE AGUILA; 17/05/2018 a las 22:22
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  4. #4
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    Re: Memoria histórica de Calvo Sotelo

    Cita Iniciado por ALACRAN Ver mensaje
    En el centro de la plaza de Castilla de Madrid en plena Castellana aun sigue una gran estatua de Calvo Sotelo en un conjunto monumental. No sé qué destino le espera o por qué dura tanto tiempo o si queda al margen de las movidas de revancha histórica..

    Según el periódico «El Mundo» tal monumento (abandonado, lamentablemente) es objetivo de la alcaldía gobernada por «Ahora Madrid» desde su llegada al poder, desconozco el porqué no ha sido por el momento removido pero según he leído será removida por la ley de la «Memoria Histórica».
    ALACRAN y César Ignacio dieron el Víctor.

  5. #5
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    Re: Memoria histórica de Calvo Sotelo

    IMG_20180520_183834.jpg

    Veamos. «Ahora Madrid» dice que hay que quitar el nombre de Calvo Sotelo porque fue ministro durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera. No sé sí sabrán que Largo Caballero (PSOE) fue miembro del Consejo de Estado de la misma dictadura a la que han llegado a acusar de «franquista» (esto lo digo por si tienen intenciones de quitarle su estatua presente en la Castellana).

    Bajo esta lógica (estúpida donde las haya) se debería ilegalizar al PSOE, que colaboró con la dictadura y que con el advenimiento de la II República se hicieron los «inocentes».

    La realidad es que no pretenden la eliminación del nombre del tal colegio porque sea «franquista» (Calvo Sotelo falleció antes del estallido y posterior toma del poder por el general Francisco Franco) o porque este fuese Ministro de Hacienda durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera, en absoluto.

    Llanamente cuando los estúpidos, los zopencos y los ignorantes tienen el poder en sus manos porque un conjunto de gaznápiros sin formación les haya votado sucede lo que sucede, que la estupidez reina y la ética brilla por su coherencia.

    Este nombre (de un colegio al parecer), el de «Calvo Sotelo» provoca urticaria entre otros síntomas a estos estúpidos porque el señor Calvo Sotelo fue asesinado por denunciar los desmanes del Frente Popular en Las Cortes por la motorizada (Benemérita) de Prieto, porque el señor Calvo Sotelo era «de derechas» (¿Y qué?) y fue detenido (previa alevosía) en su casa por la madrugada con la excusa de que tenía una bandera roja y gualda siendo asesinado cobardemente y esto parece que no debe ser recordado.
    Hyeronimus, DOBLE AGUILA y César Ignacio dieron el Víctor.

  6. #6
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    Re: Memoria histórica de Calvo Sotelo

    Ironías de la vida, los caciques de la época de la Restauración llamaban a Calvo Sotelo el «ministro bolchevique» por presentar una propuesta de ley que permitía expropiar fincas si los propietarios no declaraban su valor real en 3 meses, a cambio de una indemnización que no podía sobrepasar el 15% del valor declarado. Calvo Sotelo hizo más por la reforma agraria con eso que todos los desastrosos bienios izquierdistas y derechistas que se sucedieron en la República.

    Saludos en Xto.
    Hyeronimus, DOBLE AGUILA, Trifón y 2 otros dieron el Víctor.
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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  7. #7
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    Re: Memoria histórica de Calvo Sotelo

    Nos venden a la guardia de asalto republicana como "adalides de la libertad y la democracia" cuando muchos de sus miembros fueron cómplices y coautores de las mayores actividades represivas y persecutorias contra todo lo que oliera a católico o derechista. Efectivamente la casualidad quiso que no hubieran encontrado para "sacar" también a otros dirigentes como Gil-Robles el mismo día, por eso descargaron sus iras sobre este inocente diputado.

    De un modo u otro fue la gota que colmó el vaso, y que evidenció el clima de desorden y anarquía en el que se había sumido la incapaz, inactiva, fracasada y ahora "modélica" república. Ni siquiera pudieron darle un funeral digno sin incidentes.

  8. #8
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    Re: Memoria histórica de Calvo Sotelo

    El PSOE y el asesinato de Calvo Sotelo.


    "En su última intervención parlamentaria, acaecida el 1 de julio, las constantes interrupciones e insultos le obligaron a abandonar el uso de la palabra, y fue ese mismo día cuando pudo escucharse decir al diputado del PSOE, Angel Galarza: «Pensando en Su Señoría, encuentro justificado todo, incluso el atentado que le prive de la vida». Reprendido por Martínez Barrio, quien mandó retirar la amenaza del Diario de Sesiones, Galarza respondió: «Esas palabras, que en el Diario de Sesiones no figurarán, el país las conocerá y nos dirá a todos si es legítima o no la violencia».

    La noche del 12 de julio, cuando se dirigía hacia el madrileño cuartel de Pontejos, caía asesinado el teniente de Asalto José Castillo, que se había distinguido en la represión violenta de varias manifestaciones derechistas. Según la versión que ha quedado en el imaginario colectivo, la indignación de sus compañeros de cuerpo fue tal que optaron por trasladarse al domicilio de Calvo Sotelo y asesinarle como represalia. Pero no fue así.



    La furgoneta número 17 no salió de Pontejos a las órdenes de un oficial de Asalto, sino a las de Fernando Condés, capitán de la Guardia Civil e instructor de la motorizada (grupo de acción socialista que servía de escolta a Prieto). Dentro de la misma, además de varios guardias de Asalto, iba al menos media docena de militantes del PSOE, y una vez efectuada la detención no fue un guardia de Asalto, sino un guardaespaldas de Prieto, Luis Cuenca, quien le asesinó a sangre fría.

    Sin embargo, lo peor, lo que demuestra hasta qué punto el régimen republicano había dejado de ser un Estado de Derecho, es lo sucedido posteriormente. A las ocho de la mañana uno de los asesinos informaba del crimen al diputado del PSOE y director de El Socialista, Julián Zugazagoitia, que llamó de inmediato a Prieto para ponerle en antecedentes. Media hora más tarde, otro diputado socialista, Vidarte, recibía una llamada de Condés, que se había refugiado en la sede del PSOE en la calle Ferraz, adonde le convocó con urgencia para informarle de primera mano.

    Indalecio Prieto, plenamente consciente de que Calvo Sotelo había sido asesinado por miembros de su escolta, compareció el día 15 ante la diputación permanente de las Cortes y calificó el hecho de «desmán de la fuerza pública». Al salir, encontró a Condés junto a la redacción de El Socialista y le recriminó su conducta.

    Merece la pena recapitular sobre lo que llevamos escrito. Amenazado de muerte por el diputado socialista Angel Galarza (que posteriormente, siendo ministro de la República, no dudó en afirmar que «el asesinato de Calvo Sotelo me produjo un sentimiento [...] el sentimiento de no haber participado en su ejecución»), Calvo Sotelo fue sacado de su casa por militantes del PSOE, protegidos por guardias de Asalto que, tras asesinarle, contaron el crimen al menos a tres diputados socialistas que en vez de denunciarles optaron por encubrirles. No creo que sean necesarias muchas más reflexiones para convencernos de la anormalidad del régimen republicano en 1936, anormalidad que había sido denunciada múltiples veces por José Calvo Sotelo.

    Cabía que ante el asesinato de uno de los jefes de la oposición el Gobierno tomara medidas extraordinarias para mantener el orden y detener a los culpables. Tal vez fuera la última oportunidad de evitar el alzamiento, pues es posible que muchos militares lo habrían considerado innecesario si el Gobierno hubiera encabezado una reacción ejemplar. Fue una ocasión perdida. En los días inmediatos al crimen, las clausuradas no fueron las sedes del PSOE, sino las de Renovación Española, cuyos militantes, así como los de otros grupos de derechas, fueron encarcelados a mansalva mientras los asesinos de su correligionario se paseaban impunemente por las calles de Madrid."

    Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera, catedrático de Historia Contemporánea y autor del libro José Calvo Sotelo (EL MUNDO, 13/07/06)

    [José Calvo Sotelo fue asesinado en Madrid el 13 de julio de 1936].

  9. #9
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    Re: Memoria histórica de Calvo Sotelo

    Según el diario de Escolar el Colegio José Calvo Sotelo de Madrid tiene un nombre ‘franquista’.

    El diario digital de ultraizquierda que dirige Ignacio Escolar se columpió alegremente este jueves en su sección “Memoria histórica” con una noticia sobre un colegio público de la ciudad Madrid.

    Así secuestraron y mataron a Calvo Sotelo, cuyo recuerdo ha ordenado borrar Carmena.
    El Ayuntamiento de Oviedo llama ‘franquista’ a Calvo Sotelo, asesinado antes de la Guerra Civil.

    El digital reconoce que Calvo Sotelo fue asesinado antes de la Guerra Civil…

    La noticia en cuestión se titula así: El Gobierno de Madrid se niega a cambiar el nombre franquista de un colegio porque “pone en riesgo la convivencia”. Cuando leí el resto de la noticia no pude evitar echarme unas risas: resulta que el colegio se llama José Calvo Sotelo, el diputado de derechas asesinado por un pistolero del PSOE unos días antes de la Guerra Civil española. En este caso, el digital de ultraizquierda no puede alegar ignorancia sobre ese crimen, aunque oculte la filiación política de los asesinos: “José Calvo Sotelo fue un diputado monárquico asesinado cinco días antes del golpe de Estado de 1936 y considerado como un “mártir” del Movimiento Nacional”, dice la noticia.

    … pero insiste en aplicarle la Ley de Memoria Histórica

    A pesar de reconocer que Calvo Sotelo fue asesinado antes de la Guerra Civil, el digital de Escolar apela al Artículo 15.1 de la Ley de Memoria Histórica de 2007, que afirma que las “administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura. En ese diario no aclaran a cuento de qué ha de aplicarse una ley referida a la Guerra Civil y al franquismo para censurar el nombre de una persona asesinada antes de esos acontecimientos. Indiferente a los hechos históricos, en su cuenta de Twitter la redactora de la noticia enmarca a Calvo Sotelo entre los “vestigios del franquismo”. ¿Quién será el próximo señalado? ¿El Cid, el Gran Capitán?

    Varios lectores han criticado la manipulación de Eldiario.es, sin que el digital les haya hecho caso: “Era un político de derechas, no un político franquista. ¿Cómo iba a serlo si fue asesinado antes del alzamiento?”, comenta uno. Hay que ser un ignorante para decir que Calvo Sotelo era franquista. Como iba a ser franquista si le asesinaron antes del golpe de estado? Es de locos, o mas bien deberia decir que es el resultado de la mezcla a partes iguales de sectarismo y diarrea mental”, afirma otro. Personalmente creo que hay algo peor que ignorancia o un problema mental detrás de esa manipulación. Lo que evidencia la noticia de Eldiario.es es muy mala fe.

    Eldiario.es ya ha tachado más veces de ‘franquista’ a Calvo Sotelo.

    De hecho, no es la primera vez que el diario de Escolar se columpia al hablar de este colegio. El año pasado, Eldiario.es dijo que ese centro lleva el nombre de “un ‘mártir’ del franquismo”.Casualmente, la redactora de la noticia era la misma que escribió la noticia de ayer. En otras noticias publicadas por ese digital de ultraizquierda (por ejemplo, aquí, aquí, aquí, aquí y aquí) se tacha de “franquistas” tanto a José Calvo Sotelo como a José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española, que estaba en prisión cuando estalló la Guerra Civil y que fue fusilado después de una farsa judicial el 20 de noviembre de 1936. Empieza a ser indignante la insistencia de la izquierda en llamar “franquistas” a asesinados por la izquierda, para prohibir que se les recuerde. Eso, más que “memoria histórica”, apesta a negacionismo izquierdista.

  10. #10
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    Re: Memoria histórica de Calvo Sotelo

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Declaraciones y recuerdos de Luis Emilio Calvo Sotelo (niño entonces) en el 32 aniversario del asesinato de su padre


    Revista FUERZA NUEVA, nº 79, 13-Jul-1968

    Treinta y dos años después

    DECLARACIONES DE LUIS EMILIO CALVO SOTELO EN EL ANIVERSARIO DEL ASESINATO DE SU PADRE

    El propósito de borrar la Cruzada se acentúa de manera alarmante”


    Ante la fecha histórica del 13 de julio, en la que se cumple el XXXII aniversario del asesinato de José Calvo Sotelo, FUERZA NUEVA se honra en publicar, en exclusiva, las declaraciones de su hijo Luis Emilio sobre sus recuerdos personales del crimen, su significación en el panorama político español y, sobre todo, la vigencia de unos ideales que hicieron posible la Cruzada y la fecha gloriosa del 18 de Julio. La nueva España recibió el bautismo de sangre con tan dramático acontecimiento que conmovió al pueblo español y lo lanzó a la entusiasta tarea de la reconquista y salvación de la Patria.

    ***
    El asesinato

    -¿Qué recuerdos infantiles conserva del asesinato de su padre?

    -Es un tema siempre doloroso, al que no puedo, sin embargo, sustraerme, porque comprendo perfectamente que no soy yo, sino la figura de mi padre, quien polariza el interés de la entrevista. Yo tenía nueve años en 1936. De los históricos sucesos de la madrugada del 13 de julio poco puedo decir; mis hermanos y yo dormíamos. Sé que papá nos dio un beso de despedida, pero yo no desperté. A la mañana siguiente encontré mucha gente en la casa. La noticia me la dio mi hermano José a las tres de la tarde. Recuerdo a nuestro abuelo Pedro, enfermo y con ochenta años, diciéndonos a Pepe y a mí que él nos protegería, pero que nunca debíamos sentir odio por los asesinos.

    También recuerdo las listas interminables de pésame. Y que durante las noches siguientes dormíamos fuera de casa, porque alguien -el capitán Silvestre- había leído un letrero que decía: “Acabará la descendencia de Calvo Sotelo”. Al llegar a Lisboa, el 18 de Julio, en la estación había una inmensa multitud que había acudido recibirnos. Recuerdo al general Sanjurjo hablándonos a Pepe y a mí, en el hotel, con gesto paternal. Todo se presenta a mi memoria con cierto aire confuso, como de pesadilla. No obstante, yo ya me percataba entonces de la angustia de la ocasión.

    Nueve varones de la familia, asesinados

    -Su padre murió el 13 de julio. El 17 se iniciaba el Alzamiento en Melilla. ¿Cuál fue la suerte de su familia durante la guerra?

    -Salimos de España para Lisboa en el último tren de la República, el 17 de julio por la noche, mi madre, tío Luis, mis tres hermanos y yo. El destino de mi familia fue trágico: los hombres del Frente Popular asesinaron a nueve de sus miembros varones, entre ellos los dos hermanos de mi madre. En Lisboa permanecimos en el Hotel Americano, del que eran y son dueños los familiares de don Cecilio Fernández -españoles a los que nunca podremos pagar sus bondades y atenciones- hasta el verano de 1937, en que regresamos a San Sebastián. Tío Luis volvió a España cuando pudo, y tío Joaquín estuvo en la Embajada de Chile, de donde salió para la España nacional, haciendo ambos la campaña hasta el final de la guerra. El abuelo Pedro falleció en el Madrid rojo. En cuanto a mi madre, sólo puedo decir que la elegancia, la fortaleza, el sentido cristiano con que sufrió y sobrellevó su soledad, son admirables y ejemplares. En 32 años no ha pisado un espectáculo ni asistido a una reunión social, ni pedido una prebenda, y yo celebro esta oportunidad de rendirla aquí el homenaje que merece, sin sentir rubor alguno, pese a mi condición de hijo, porque sus virtudes son tan altas y notorias que deben ser divulgadas para ejemplo de todos.




    Los culpables

    -Usted ha dedicado gran atención a todo lo relacionado con nuestra Cruzada. Es natural suponer que el asesinato de su padre le haya merecido una especial atención. ¿Cuál es la conclusión a que ha llegado respecto de la gestación, realización y esclarecimiento del crimen?

    -Creo que la preparación del crimen de Estado, en sus detalles concretos, quedará siempre perdida en el secreto de la Historia. No considero probable, aunque sí posible, que ningún miembro del Gobierno diese la orden concreta y explícita de ejecutar el magnicidio; pero el Gobierno del Frente Popular fue evidentemente responsable, cuando menos, en el orden de la instigación y la promoción de un clima de odio e impunismo. Es indudable que los ejecutores materiales del hecho se sabían respaldados por las altas esferas gubernamentales, y conocían que su crimen quedaría impune, como así fue. En cuanto a la realización de éste, es conocida por distintas versiones, que sustancialmente difieren muy poco. Creo innecesario y doloroso reiterar los detalles.

    -En los breves días que transcurren desde el asesinato de su padre y el Alzamiento, el Gobierno de la República asegura que los culpables serán sancionados. Pero al estallar el Alzamiento vemos a los culpables en primera fila de los “defensores de la República”. ¿No hace esto, una vez más, al Gobierno solidario del crimen?

    -Evidentemente, así es. Los asesinos encontraron una decidida protección, oficial y oficiosa. Las ruedas de guardias presentadas al ordenanza de mi padre, Francisco Sánchez, para su eventual reconocimiento, eran falsas y amañadas; ni uno sólo de los secuestradores estuvo presente en ellas, a pesar de que en Pontejos sabían muy bien quiénes eran los autores materiales del crimen de Estado. Repito que el Gobierno pudo, quizá, no dar la orden explícita de ejecutar el asesinato -esto nunca podremos saberlo con certeza-, pero fue moralmente responsable, por instigación y encubrimiento, de los hechos acaecidos en la madrugada del 13 de julio.

    La doble conciencia de la izquierda

    -¿Cómo explica usted que esa “conciencia universal” que de tal forma ha reaccionado ante el asesinato de Robert Kennedy, atribuyéndolo desde el primer momento, y sin prueba alguna, a la “derecha”, quedara silenciosa cuando el asesinato de su padre, públicamente cometido por la izquierda?

    Esto ha ocurrido siempre. Es la ley del embudo, ejercitada magistralmente por los abanderados de esas fuerzas “progresistas” a las que Vicente Marrero define y aglutina como la “intelligentsia”. Aunque sea triste cotejar horrores, lo cierto es que la sangre de unos hombres parece pesar menos que la de otros. Recordemos los casos de Ferrer Guardia o de Lumumba. En nuestra propia guerra hemos podido comprobar como la muerte de un sólo intelectual -hecho, por supuesto, abominable y detestable- promovió más escándalo, que el sacrificio de 6.800 sacerdotes y un un sinfín de pensadores a los que la “intelligentsia” no cubrió, naturalmente, con el manto de su piedad. No hay por qué citar nombres que están en la mente de todos.

    Sin odio a los asesinos

    -¿Tiene usted idea de que ha sido de los ejecutores del crimen?

    -No con detalle. Nunca me he sentido tentado de utilizar en este triste asunto métodos de pesquisa. Para mí, el crimen no fue cometido por unos hombres concretos sino por un régimen envilecido. Tengo entendido que, de aquellos, varios han muerto. A alguno, caído en la guerra, el Gobierno rojo le hizo un sonado entierro. Desconozco si todavía vive o no alguno de estos desdichados, y ello no me preocupa. Tengo muy presentes las palabras de Pedro Calvo Camina, en la mañana del 14 de julio de 1936: “Nunca odiéis a los asesinos de vuestro padre”.

    El peligro del olvido

    -Existe una corriente actual muy extendida que, con el pretexto de lograr una convivencia entre los españoles, que, a nuestro juicio estaba ya lograda hasta que los enemigos del Régimen se han lanzado al activismo, sostiene que hay que olvidarse de la Cruzada y de los hombres que murieron entonces por Dios y por España. Usted, hijo del protomártir de la Cruzada, ¿qué opina sobre esta corriente?

    -Mi opinión a este respecto ha sido mantenido ininterrumpidamente mediante diversos artículos publicados en “ABC·, “Ya” y otras tribunas, y quedó centrada en un comentario aparecido en julio del pasado año en “ABC”, bajo el título “Vigencia de un aniversario”. Esta opinión es simple: entiendo que debemos perdonar, pero no olvidar. Esta es, más o menos, la tesis mantenida por el P. Montero en su prólogo a la “Historia de la persecución religiosa en España”, cuando explica: “Algunos sectores de opinión… nos estimulan a olvidar. Otros… temen que la historia pueda perderse en el olvido y ser reeditada por quienes no la vivieron. La única solución… es narrar los hechos, pero desposeyéndolos de cualquier fragmento pasional.

    Últimamente, el propósito de borrar con una esponja la Cruzada y los hombres que escribieron aquella página histórica parece haberse acentuado de manera alarmante. No sólo como hijo del Protomártir, sino como simple español, considero que sería un error gravísimo seguir esta orientación de amnesia deliberada. Por una razón simple de orden práctico, además de las sentimentales de lealtad y consecuencia: la única forma de conservar nuestra paz actual es impedir que España vuelva a la anarquía de los años republicanos. Si olvidamos la Cruzada, si argumentamos sobre la base de “aquí no ha pasado nada”, haremos que el sacrificio de un millón de hombres sea inútil, y acaso caigamos en algo peor: en el peligro de reeditar los errores que abocaron a la página cruenta, pero necesaria, del 18 de Julio.

    Yo creo firmemente en los valores e ideales de esa fecha. Por ello, considero que debemos perdonar -todos, los de aquí, los de allá y los de más lejos-, pero no olvidar. En esto del olvido nos hacen un perfecto chantaje: si recordamos, nos ponen en seguida el remoquete de resentidos o fanáticos. Y no se trata de eso, naturalmente, sino de aprender la lección que la Historia nos ofrece, teniendo la mente y los ojos muy abiertos. Lo curioso es que todos esos señores que nos llaman resentidos por tener buena memoria son quienes más decididos parecen a no olvidar. Recordemos, a tal efecto, la inmensa bibliografía “de parte contraria” sobre nuestra guerra, que cada año se enriquece, y que es muy superior, por supuesto, en volumen, a la favorable al Régimen. Ellos no olvidan, ciertamente; pero nosotros tenemos que tragarnos el timo de la “estampita” y cerrar los oídos a la voz de Historia. Lo de siempre, vaya.

    La monarquía y el 18 de julio

    -Su padre fue un gran español y un gran monárquico. ¿Se sorprende ahora de que haya quienes, llamándose también monárquicos, quieran acabar con todo lo que Calvo Sotelo fue y significó? O, dicho de otra manera, ¿es posible en España una monarquía que no se proclame heredera y continuadora de la Cruzada?

    -Me hace usted una pregunta muy delicada, a la que procuraré contestar con sinceridad máxima. Me considero, por sentimiento, por herencia y por convicción, hombre de la monarquía, y, sin embargo, comparto por entero los ideales del 18 de Julio. Creo en la absoluta compatibilidad de ambos conceptos o ideales: de hecho, muchos monárquicos cayeron inmolados en la Cruzada, en la pared del martirio en la trinchera. Si usted ha leído el último discurso del Conde de Barcelona, con motivo de la visita que le hicimos en Estoril hace un mes, habrá podido advertir sus inequívocas referencias a los valores del Alzamiento, y todo el mundo sabe que él mismo se presentó a luchar en la España nacional. Monarquía al modo como yo la entiendo, y Alzamiento, son conceptos o referencias que se complementan.

    Considero, por otra parte, que ésta es la forma de pensar correcta y auténtica de la gran masa monárquica española, la que entronca con el ideario de Renovación y del Bloque Nacional; no, quizá la de una posible minoría de advenedizos. Es posible que haya un sector monárquico de opinión más abierta, de base más ancha. Yo respeto su punto de vista, pero no lo comparto, y, en todo caso, repito que se trata de una minoría. La inmensa mayoría de los monárquicos españoles creen y sienten los ideales del 18 de Julio, que es tanto como sentir los ideales de José Calvo Sotelo. Por supuesto, esta opinión se la doy a usted a título puramente personal, y sin representar a nadie; pero no siento temor alguno a verme contradicho.

    Última edición por ALACRAN; 22/12/2022 a las 14:01
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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