La batalla de Castelnuovo, Cuando 3.500 españoles se enfrentaron a 54.000 otomanos.



”En 1539 la Santa Liga, que se unió para luchar contra el imperio otomano, quedó disuelta, precisamente por una disputa entre españoles y venecianos, por quién debía quedarse la plaza de Castelnuovo. Disuelta la Santa Liga, el tercio de Sarmiento quedó a merced del imperio otomano, aislado en Castelnuovo. Fue asediado por mar y tierra por más de 60.000 soldados comandados por Barbarroja, siendo los españoles pocos más de 4.000, 3.200 infantes y oficiales, clérigos, médicos, y artesanos propias de los tercios.”.

Uno de los pocos supervivientes españoles que hubo en la batalla, y que consiguió llegar a Mesina en 1545, después de huir de una prisión en Constantinopla y pasar semanas navegando en precario por el Mediterráneo” otro llego después de años de esclavitud a Mallorca.

Las fuerzas de la Santa Liga (La formaban España, Venecia, principal beneficiada, y el Papado.) marchan hasta la ciudad de Castelnuovo, situada en la costa dálmata en las bocas de Cátaro. Tras poner sitio a la plaza y ganarla se decide dejar allí un contingente de tropas para guarnecerla. Un Tercio español de unos 3500 hombres al mando del maestre de campo Francisco Sarmiento de Mendoza y Manuel ocupa entonces la plaza de Castelnuovo, actual Herzeg Novi en Montenegro a unos 40 km de la República de Ragusa (Dubrovnik), con el propósito de pasar el invierno y establecer una cabeza de puente para defenderse de los otomanos. No obstante, he encontrado documentos contemporáneos que apuntan más bien a una cuestión de índole práctica, acantonar a aquellos soldados allí durante el invierno para no tenerlos que llevar a Sicilia, donde por experiencias pasadas se sabía que provocarían altercados con la población civil.

En julio de 1539 Barbarroja comenzó los preparativos para asediar la fortaleza de Castelnuovo por tierra y mar. La flota turca, compuesta por 130 galeras, 70 galeotas y 20.000 soldados (de los que 4.000 eran jenízaros, sus fuerzas mas letales y experimentadas criados como soldados desde niños, hijos de las tribus conquistadas), bloquea el acceso al fiordo desde el mar. Por tierra, un ejército de 30.000 hombres dirigido por el Ulema de Bosnia se despliega a espaldas de la fortaleza.



Al desembarcar, Barbarroja ofreció la rendición a los españoles, seguro de que accederían al tener enfrente a un ejército muy superior en número. Francisco de Sarmiento mandó a su alférez Garci Méndez a parlamentar con el almirante turco y le dijo lo siguiente: Vuestra alteza sepa que yo no osaré decir a mi maestre de campo la cosa del rendir, porque pienso que por ello me mataría, ni menos él lo osará decir a los soldados, porque pienso que lo mismo harían con él. Como los españoles no presentaban ánimos de rendirse, los turcos comenzaron a asediar la plaza con la finalidad de tomarla y acabar con esos hombres que rechazaban rendirse. Los españoles no se limitaron a esconderse tras los muros.

A pesar de su gran superioridad, y de que los defensores no disponían de alimentos frescos, por tener España solo unas decenas de galeras en la costa adriática italiana, los primeros asaltos a la fortaleza son un fracaso. A medida que avanzaban los trabajos de sitio, los españoles veían con preocupación como los turcos se acercaban cada vez más a las murallas. Para intentar retrasar estos trabajos, los españoles deciden llevar a cabo una de las noches una encamisada. Unos 800 españoles, con los blusones blancos sobre sus vestimentas, salen silenciosamente de las murallas y espada y daga en mano cogen por sorpresa a un gran contingente de jenízaros sus fuerzas mas letales al mando del capitán Agi, uno de los favoritos de Barbarroja, y acaban con todos, capitán incluido, retrasando los preparativos para el ataque a las murallas, produciendo una estampida que le costó a Barbarroja ser arrastrado por su guardia hasta donde se hallaba amarrada la flota para salvar su vida.

Los turcos, para ganar tiempo, decidieron entonces ofrecer una rendición honrosa a los sitiados, dando paso franco hasta Italia conservando armas y banderas y ofreciendo el sueldo de un año a cada soldado, pero Sarmiento se niega a aceptarla, contestándoles desde la muralla que «viniesen cuando quisiesen». Barbarroja decide entonces recurrir a la famosa artillería de sitio turca, que había ordenado desplegar en lugares estratégicos durante el alto el fuego. A lo largo de varios días los grandes cañones de sitio que un día bombardearon Constantinopla asolaban ahora la plaza de Castelnuovo.



Cuando los turcos asaltaron las ruinas, tras abrir batería, los supervivientes los recibieron, como diría Pérez Reverte, a punta de moharra, espada y vizcaína, repartiendo leña, obligándolos a retirarse de nuevo con grandes pérdidas. En el ataque principal de aquel día los turcos sufrieron 6.000 muertos, por solo 50 los españoles, si bien muchos morirían posteriormente de sus heridas.

Con los muros derruidos por la artillería y expuestos a los ataques turcos, a los españoles no les quedan muchas alternativas. Se decide hacer otra encamisada en el campamento turco.

Esta vez 600 españoles salen de los escombros de Castelnuovo y se adentran en el campamento turco, donde cunde el pánico, provocando una estampida de tal magnitud en las filas otomanas que derribaron entre otras muchas tiendas, la almiranta de Barbarroja. La guardia personal del Almirante, temiendo el desastre, lo trasladaron contra su voluntad y junto con los estandartes a la seguridad de los barcos de la flota situada en el fiordo.

Tras la «razzia», el asedio continuó. Ni siquiera cuando las estructuras defensivas se desmoronaron y los defensores quedaron reducidos a sólo 600 hombres, se rindieron los españoles. Sarmiento y todos sus capitanes perecieron en los últimos combates. En la última retirada hacia una torre de la ciudadela, le tiraron desde lo alto una soga a Sarmiento para que subiese, a lo que éste replicó “Nunca quiera Dios que yo me salve y mis capitanes mueran”.

Poco después, los 200 españoles, en su mayoría heridos, que aún quedaban en pie se rindieron. Algunos fueron ejecutados allí mismo, poco después de los últimos combates, y el resto fueron enviados como esclavos a Constantinopla, de donde unos 25 escaparon años después en una barcaza, llegando a costas de Sicilia. Los turcos habían perdido la escandalosa cifra de entre 20 y 24 mil hombres, entre ellos todos los jenízaros. Era 6 de agosto de 1539.



En ese mismo año en el imperio español:

• 9 de enero: Francisco Pizarro funda la ciudad peruana de Ayacucho, con el nombre de San Juan de la Frontera.

• 30 de abril: Bidón de petróleo enviado desde Nueva Cádiz, Nueva Esparta, arriba a Cádiz en la nao Santa Cruz. Primero documentado en la historia de Venezuela.

• mayo: Hernando de Soto desembarcó con nueve barcos y más de 620 hombres y 220 caballos en el sur de la bahía de Tampa, al frente de la primera expedición europea (1539-1543) que se internó profundamente en el hoy territorio de Estados Unidos, y la primera documentada por haber cruzado el río Misisipi.

• 24 de junio: fundación de la ciudad colombiana de San Juan de Pasto.

• 9 de agosto: fundación de la ciudad colombiana de Tunja.

• 15 de agosto: el mariscal Jorge Robledo funda en Colombia el pueblo de Santa Ana de Los Caballeros, hoy conocido como Anserma.

• 3 de septiembre: se aprueban los estatutos que Ignacio de Loyola presentó al Papa Paulo III, para la fundación de la Compañía de Jesús.



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