Revista FUERZA NUEVA, nº 438, 31-May-1975
RECONCILIARSE SÍ, PERO NO CON EL ERROR
Es el que ofende el que debe solicitar el perdón
¿Quién tiene que reconciliarse con quién? Parece ser que lo que ha pedido la Conferencia Episcopal es que los vencedores nos reconciliemos con los vencidos. ¿Y es esto de aplicación para la verdadera justicia? Voy a demostrar que no.
Cuatro puntos
1.Esto no sería justo, puesto que nosotros, los vencedores, desde el día 1 de abril de 1939, día de la Victoria, nos reconciliamos con los vencidos, y les abrimos los brazos para abrazarlos como hermanos, y así lo hicimos con los que, limpias sus manos de sangre de mártires, se quedaron en España para sacarla, en unión de los vencedores, del marasmo en que había quedado. Franco firmó un decreto por el cual se pedía a todo aquel del bando vencido que quisiera quedarse en España que lo podía hacer, con la única condición de que tenía que estar limpio de sangre derramada por los miles de martirios cometidos durante el Poder Rojo. El que no se quedó fue porque no quiso; quizá porque su conciencia no estaba limpia, o porque así le pareció oportuno... Es decir, se negó a la reconciliación, aunque nosotros, los vencedores, seguimos con los brazos abiertos, y los hemos ido cerrando en fuerte abrazo cada vez que uno de los huidos ha ido viniendo para acogerse en el regazo de la Patria.
2.Que nosotros, los vencedores de la Cruzada, habíamos olvidado y perdonado todo lo pasado lo demuestra el hecho de haber llegado a la situación actual, pues si no hubiéramos perdonado y olvidado no hubieran entrado en España los que no han olvidado y perdonado -los vencidos- a subvertir el orden establecido. Luego son estos últimos los que tienen que pedir la reconciliación, por seguir, todavía, con el espíritu revanchista de volver a lo de antes. La reconciliación no debe partir del justo, sino del injusto, volviendo a la justicia. Jesucristo, cuando habla de la reconciliación, no habla de reconciliarse Él con la humanidad, sino de la humanidad con Él, si ésta quiere entrar en el Reino de la Justicia, para lo cual instituyó el sacramento de la confesión. La verdad no puede perder su justa razón reconciliándose con el error, sino al contrario.
¿Porqué no se habla de otros?
3.Que nuestra Cruzada fue justa, no cabe duda. Esta fue consecuencia de una situación nacional de verdadera injusticia, en la que vivir llegó a ser un hecho de pura casualidad... Persecución religiosa, quema de conventos, asesinatos, injusticia social, hambre, desgobierno, dictadura de gobierno partidista; es decir, injusticia en todas sus gamas.
4.Hoy se habla del asesinato de García Lorca como de algo terrible, aunque la cosa no está todavía muy aclarada. Pero ¿por qué no se habla también de los asesinatos de Calvo Sotelo, José Antonio, Ruiz de Alda, Muñoz Seca, Melquiades Álvarez, José Martínez de Velasco, Fernando Primo de Rivera, Rafael Esparza, Manuel Rico Avelló, Ramón Álvarez Valdés (ministro de Justicia y miembro del Partido Republicano Liberal Demócrata), José Mª Albiñana, Oswaldo Fernández Capaz (general y colonizador de Ifni), todos hombres ilustres, abogados, juristas, ministros, diputados a Cortes, intelectuales de prestigio (tanto como lo pudiera ser García Lorca) y tantos y tantos más difíciles de recordar, así como los once obispos y cardenales, los diez mil sacerdotes, religiosos y religiosas, y los miles y miles de ciudadanos españoles que fueron martirizados y después muertos por Dios y por España en Paracuellos del Jarama, Torrejón de Ardoz, Cárcel Modelo de Madrid, Colmenar Viejo, Úbeda (Jaén), Cárcel Provincial de Castellón de la Plana, Castillo de Montjuich, Prisión de Ocaña, etc.?
Todos estos lugares que nombro son de asesinatos en masa, colectivos, sin contar los asesinatos cometidos en las checas de Fomento, Bellas Artes, Dirección General de Seguridad, García Atadell y las 250 más que funcionaron durante toda la Cruzada en Madrid. Ahí están, en el Servicio de documentación del Ministerio de la Gobernación y Presidencia del gobierno, los testimonios fotográficos en cientos de álbumes, y escritos en miles de documentos, de muchos miles de españoles mártires, con los destrozos de sus caras y cuerpos causados por el martirio y las balas asesinas...
Y dígame la jerarquía de la Conferencia Episcopal si por parte nuestra, por parte de los mártires y de sus familiares supervivientes a aquellas masacres, por parte de los vencedores, no ha habido verdadera reconciliación al olvidar todo aquello, desgraciadamente, y haber permitido que en España se haya llegado a la situación actual de subversión, provocada por los que no han querido reconciliarse, pues su rencor y falta de arrepentimiento no les ha dejado. ¿Ya sabe la jerarquía de la Conferencia Episcopal que hay muchos de aquellos mártires que están en proceso de beatificación y santificación? ¿Tendrán estos mártires que reconciliarse con sus asesinos? ¿No serán, en todo caso, los asesinos los que tendrán que reconciliarse con Dios y con los mártires?
¿Con los errores?
Y hablando de la reconciliación dentro de la Iglesia, ¿debemos reconciliarnos con la herejía y los errores? O ¿serán más bien la herejía y los errores los que tengan que reconciliarse con Dios y con los hombres que siguen a pie firme los mandatos y dogmas de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana? Tenemos la tristemente célebre “Asamblea de Vallecas”. En las materias religiosas que se iban a tratar, aparte de las puramente políticas (de carácter marxista), figuraban seis herejías, veintidós errores graves y otros cinco puntos contra la religión instituida por Jesucristo.
Y yo pregunto a la Conferencia Episcopal: ¿Debemos, bajo deber de conciencia, reconciliarnos con el cisma, la herejía y el error?, o ¿son el cisma, la herejía y el error los que tienen que reconciliarse con Dios y el resto de los españoles que comulgamos con la Verdad instituida por los dogmas católicos? El que ofende tiene la obligación de pedir la reconciliación para que el ofendido pueda hacer uso de la caridad del perdón. Cuantos más vengan, mejor. Serán bien recibidos.
Debe quedar claro
Es este un punto que, con urgencia, debe poner en claro la Conferencia Episcopal, pues los católicos españoles estamos en un verdadero lío de conciencia, y esto sí es responsabilidad de la jerarquía eclesiástica, que por olvido de la Justicia está cayendo a veces en el error y en la falta de caridad.
Todo ello sirve también para contestar al editorial del diario “Ya”, del día 24 de abril del presente año 1975, titulado “TODOS TIENEN QUE SUPERARLO”, y que por ser periódico de significación cristiana -aunque no se sabe si de los cristianos católicos o de otra rama- debe reconocer todo lo que aquí digo. ¿O no? ¿No le parece a “Ya” que nosotros, los vencedores, lo tenemos todo esto “superado”? ¿No lo demuestra el que, nosotros, los vencedores, hayamos ido consintiendo que en ese diario se hayan dicho cosas como las que refleja su editorial y que, en vez de reconciliarse con nosotros, los vencedores, nos ataque hasta llegar, en muchos casos, al desprecio y al insulto?
César CASANOVA GONZÁLEZ MATEO
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